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1. INTRODUCCIÓN
La situación económica y social de Cuba actualmente es bastante compleja debido al desgaste por la resistencia a la potencia imperialista más poderosa de la historia durante medio siglo, al bloqueo económico implacable y las amenazas militares, al efecto devastador de varios huracanes, y desde hace dos años, a la crisis económica internacional. Todo ello ha provocado un deterioro de la situación interna y de la capacidad de resistencia de algunos sectores la población. Pero el hecho más remarcable, es el surgimiento de una corriente crítica formada por algunos intelectuales, corriente que se reclama socialista, revolucionaria y «auténticamente marxista», y que defiende que se necesitan cambios profundos y acelerados en el sistema político y económico cubano debido precisamente a que el camino recorrido desde el año 1959 hasta el presente no tiene nada que ver con el socialismo. Sus miembros más destacados son principalmente Pedro Campos y Roberto Cobas. Como veremos después, en realidad sus propuestas poco tienen que ver con el socialismo, pero en cambio harían palidecer de envidia a los fisiócratas del siglo XVIII, a Adam Smith y sobre todo a los patriarcas del neoliberalismo como Milton Friedman, Ronald Reagan, Margaret Thatcher y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Además, estas propuestas son potencialmente catastróficas para el pueblo cubano, ya que dejarían a millones de cubanos desamparados al igual que sucedió con el paso a la economía de mercado en la antigua Unión Soviética entre 1987 y 1991, que provocó millones de muertos (ver gráfico al final del texto).
Los numerosos artículos de opinión de estos autores, que suelen publicarse en destacados medios de internet de la izquierda alternativa fuera de Cuba, contrastan con la escasez de artículos (excepto los de Noel Manzanares Blanco y poco más) que aparecen defendiendo las políticas oficiales que se han desarrollado en Cuba desde 1959 hasta hoy. Todos estos autores parten de similares planteamientos: unas opiniones altamente críticas de las políticas y del sistema socioeconómico vigente en Cuba, que no tendría nada que ver con el socialismo, y una percepción extremadamente catastrofista de la situación política, económica y social del país. Todos estos autores además defienden el «marxismo auténtico» contra el «Estado neoestalinista» y la «burocracia inmovilista». Finalmente, todos ellos tienen la convicción de que el conjunto de problemas que tiene Cuba son única y exclusivamente de carácter interno, como afirma Pedro Campos:
«Cuba tiene un gran problema, un problema principal del que dependen todos los demás, su actual modelo económico-político y social, sustentado en la propiedad del estado y el trabajo asalariado, burocratizado, centralizado y dirigista, heredado del neo-estalinismo, -en verdad un capitalismo monopolista de estado arropado de socialismo-que estancó el avance del proceso de socialización de la propiedad y las decisiones que le debió seguir» (1).
Así pues, según se deduce de sus artículos y a diferencia de lo que proclama oficialmente el gobierno y la prensa de Cuba, no existen factores externos al país que puedan crear graves problemas y un deterioro notable a la economía y al nivel de vida de la población. Más bien serían justificaciones de la llamada «burocracia estalinista», para impedir realizar los cambios radicales e imprescindibles que supuestamente debe hacer el gobierno de Cuba de forma urgente. Como recetas para construir un «socialismo auténtico» se mencionan entre otras la «democracia participativa», la «autogestión», destruir a la «burocracia» y al Estado, y suprimir el papel dirigente del PC de Cuba o el propio partido.
Antes de seguir queremos hacer una aclaración previa: no vamos a negar que el pueblo de Cuba está atravesando desde hace muchos años una situación de grave escasez de bienes y servicios, que hacen muy dura la vida cotidiana para la mayoría de la población. Esta situación provoca la descomposición moral, la pérdida de valores, el robo, la corrupción y un alejamiento grave respecto al proyecto revolucionario por parte de ciertas capas sociales que a medio plazo puede poner en peligro la continuidad de la Revolución (como la propia prensa cubana y muchos dirigentes cubanos denuncian continuamente de forma autocrítica). Tampoco vamos a negar que existan dirigentes políticos y directores de empresas corruptos, al igual que ciertos comportamientos antidemocráticos que puedan frenar la participación popular, y es también evidente que en medio siglo de trayectoria revolucionaria se habrán podido cometer errores económicos y políticos graves (normalmente debidos al voluntarismo) y, finalmente, es cierto que el cooperativismo, la pequeña propiedad privada, el mercado y la ley del valor pueden ser necesarios en una etapa determinada del socialismo, siempre calculando sus evidentes efectos negativos a largo plazo. Pero como veremos, entre lo que proponen los “auténticos marxistas” cubanos y el socialismo media una galaxia.
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1. INTRODUCCIÓN
La situación económica y social de Cuba actualmente es bastante compleja debido al desgaste por la resistencia a la potencia imperialista más poderosa de la historia durante medio siglo, al bloqueo económico implacable y las amenazas militares, al efecto devastador de varios huracanes, y desde hace dos años, a la crisis económica internacional. Todo ello ha provocado un deterioro de la situación interna y de la capacidad de resistencia de algunos sectores la población. Pero el hecho más remarcable, es el surgimiento de una corriente crítica formada por algunos intelectuales, corriente que se reclama socialista, revolucionaria y «auténticamente marxista», y que defiende que se necesitan cambios profundos y acelerados en el sistema político y económico cubano debido precisamente a que el camino recorrido desde el año 1959 hasta el presente no tiene nada que ver con el socialismo. Sus miembros más destacados son principalmente Pedro Campos y Roberto Cobas. Como veremos después, en realidad sus propuestas poco tienen que ver con el socialismo, pero en cambio harían palidecer de envidia a los fisiócratas del siglo XVIII, a Adam Smith y sobre todo a los patriarcas del neoliberalismo como Milton Friedman, Ronald Reagan, Margaret Thatcher y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Además, estas propuestas son potencialmente catastróficas para el pueblo cubano, ya que dejarían a millones de cubanos desamparados al igual que sucedió con el paso a la economía de mercado en la antigua Unión Soviética entre 1987 y 1991, que provocó millones de muertos (ver gráfico al final del texto).
Los numerosos artículos de opinión de estos autores, que suelen publicarse en destacados medios de internet de la izquierda alternativa fuera de Cuba, contrastan con la escasez de artículos (excepto los de Noel Manzanares Blanco y poco más) que aparecen defendiendo las políticas oficiales que se han desarrollado en Cuba desde 1959 hasta hoy. Todos estos autores parten de similares planteamientos: unas opiniones altamente críticas de las políticas y del sistema socioeconómico vigente en Cuba, que no tendría nada que ver con el socialismo, y una percepción extremadamente catastrofista de la situación política, económica y social del país. Todos estos autores además defienden el «marxismo auténtico» contra el «Estado neoestalinista» y la «burocracia inmovilista». Finalmente, todos ellos tienen la convicción de que el conjunto de problemas que tiene Cuba son única y exclusivamente de carácter interno, como afirma Pedro Campos:
«Cuba tiene un gran problema, un problema principal del que dependen todos los demás, su actual modelo económico-político y social, sustentado en la propiedad del estado y el trabajo asalariado, burocratizado, centralizado y dirigista, heredado del neo-estalinismo, -en verdad un capitalismo monopolista de estado arropado de socialismo-que estancó el avance del proceso de socialización de la propiedad y las decisiones que le debió seguir» (1).
Así pues, según se deduce de sus artículos y a diferencia de lo que proclama oficialmente el gobierno y la prensa de Cuba, no existen factores externos al país que puedan crear graves problemas y un deterioro notable a la economía y al nivel de vida de la población. Más bien serían justificaciones de la llamada «burocracia estalinista», para impedir realizar los cambios radicales e imprescindibles que supuestamente debe hacer el gobierno de Cuba de forma urgente. Como recetas para construir un «socialismo auténtico» se mencionan entre otras la «democracia participativa», la «autogestión», destruir a la «burocracia» y al Estado, y suprimir el papel dirigente del PC de Cuba o el propio partido.
Antes de seguir queremos hacer una aclaración previa: no vamos a negar que el pueblo de Cuba está atravesando desde hace muchos años una situación de grave escasez de bienes y servicios, que hacen muy dura la vida cotidiana para la mayoría de la población. Esta situación provoca la descomposición moral, la pérdida de valores, el robo, la corrupción y un alejamiento grave respecto al proyecto revolucionario por parte de ciertas capas sociales que a medio plazo puede poner en peligro la continuidad de la Revolución (como la propia prensa cubana y muchos dirigentes cubanos denuncian continuamente de forma autocrítica). Tampoco vamos a negar que existan dirigentes políticos y directores de empresas corruptos, al igual que ciertos comportamientos antidemocráticos que puedan frenar la participación popular, y es también evidente que en medio siglo de trayectoria revolucionaria se habrán podido cometer errores económicos y políticos graves (normalmente debidos al voluntarismo) y, finalmente, es cierto que el cooperativismo, la pequeña propiedad privada, el mercado y la ley del valor pueden ser necesarios en una etapa determinada del socialismo, siempre calculando sus evidentes efectos negativos a largo plazo. Pero como veremos, entre lo que proponen los “auténticos marxistas” cubanos y el socialismo media una galaxia.