Lenin, a la cabeza del Partido Comunista de Rusia, llevó al proletariado ruso al poder e inauguró la época del Imperialismo agonizante y la época de la Revolución Proletaria Mundial. Nos dieron una salida y un futuro luminoso y de las muchas experiencias que hemos extraido hay una que nos ha servido para titular este periódico: “Las cuentas del Estado han de ser tan claras y sencillas que las tiene que poder llevar una cocinera”.
Venimos de todos los rincones del país y nos une un objetivo revolucionario común. Necesitamos que la inmensa mayoría del pueblo marche junto con nosotros por el camino hacia este objetivo. En la actualidad, dirigimos ya cuatro bases de apoyo con una población de 1 millón de personas, pero esto no es suficiente; se requiere más para liberar a todo el pueblo de España. En tiempos difíciles, debemos tener presentes nuestros éxitos, ver nuestra brillante perspectiva y aumentar nuestro coraje. Nuestro pueblo está sufriendo; debemos luchar con energía y nuestros cuadros deben preocuparse por cada elemento del pueblo, y todos los que integran las filas revolucionarias deben cuidarse entre sí, tenerse afecto y ayudarse mutuamente. Servimos al pueblo y por eso no tememos que se nos señalen y critiquen los defectos que tengamos. Cualquiera, sea quien fuere, puede señalar nuestros defectos. Si tiene razón, los corregiremos. Si lo que propone beneficia al pueblo, actuaremos de acuerdo con ello.
Pero nos enfrentamos a muchas dificultades y la mayor de ellas es el trato que recibimos de algunos elementos de la Reacción. ¿Cómo debemos tratar a estos señores del "País de los Caballeros"? Aquí viene al caso citar una antigua fábula griega:
Un día de invierno, un labrador encontró una serpiente congelada por el frío. Compadecido, la recogió y la abrigó contra el pecho. Con el calor revivió la serpiente, recuperó sus instintos naturales y dio a su benefactor una mordedura fatal. El labrador agonizante dijo: "Recibo lo merecido por haber tenido compasión de una criatura maligna.”
Las serpientes venenosas, extranjeras y españolas, esperan que el pueblo español muera como el labrador y que las Fuerzas Revolucionarias de España y todos los demócratas revolucionarios españoles sean, como él, bondadosos con ellas. Pero el pueblo español, las Fuerzas Revolucionarias y los verdaderos demócratas revolucionarios de España han oído y tienen bien presentes las últimas palabras de este labrador. Además, las serpientes que infestan la mayor parte de España, grandes o pequeñas, negras o blancas, con sus colmillos venenosos al aire o transformadas en bellas figuras, todavía no están congeladas, aunque ya sienten la amenaza del invierno.
Sostenemos que el campo revolucionario del pueblo debe ampliarse y abarcar a todos los que estén dispuestos a incorporarse a la causa revolucionaria en su etapa actual en dónde el Progreso y la Democracia han de estar Unidos con el objetivo de crear las condiciones mínimas y necesarias para la Revolución Socialista, aquí en España. Para lograr ese objetivo de largo alcance, debemos, en el plano internacional, unirnos sólidamente con las Democracias Populares y las fuerzas de la paz y la democracia del mundo. A este respecto, no cabe ningún titubeo ni vacilación alguna. En lo interno, debemos fomentar la unidad de las diversas nacionalidades, unirnos con las diversas clases democráticas, partidos democráticos y organizaciones populares, así como con todos los demócratas patriotas, y consolidar nuestro grande y prestigioso frente único revolucionario ya establecido. Trátese de quien se trate, a todo el que contribuya a la consolidación de este frente único revolucionario lo acogeremos con beneplácito, dado que su conducta será correcta, mientras a todo el que perjudique la consolidación de dicho frente lo combatiremos, pues su comportamiento será erróneo. A fin de consolidar el frente único revolucionario, es necesario adoptar el método de crítica y autocrítica.
Venimos de todos los rincones del país y nos une un objetivo revolucionario común. Necesitamos que la inmensa mayoría del pueblo marche junto con nosotros por el camino hacia este objetivo. En la actualidad, dirigimos ya cuatro bases de apoyo con una población de 1 millón de personas, pero esto no es suficiente; se requiere más para liberar a todo el pueblo de España. En tiempos difíciles, debemos tener presentes nuestros éxitos, ver nuestra brillante perspectiva y aumentar nuestro coraje. Nuestro pueblo está sufriendo; debemos luchar con energía y nuestros cuadros deben preocuparse por cada elemento del pueblo, y todos los que integran las filas revolucionarias deben cuidarse entre sí, tenerse afecto y ayudarse mutuamente. Servimos al pueblo y por eso no tememos que se nos señalen y critiquen los defectos que tengamos. Cualquiera, sea quien fuere, puede señalar nuestros defectos. Si tiene razón, los corregiremos. Si lo que propone beneficia al pueblo, actuaremos de acuerdo con ello.
Pero nos enfrentamos a muchas dificultades y la mayor de ellas es el trato que recibimos de algunos elementos de la Reacción. ¿Cómo debemos tratar a estos señores del "País de los Caballeros"? Aquí viene al caso citar una antigua fábula griega:
Un día de invierno, un labrador encontró una serpiente congelada por el frío. Compadecido, la recogió y la abrigó contra el pecho. Con el calor revivió la serpiente, recuperó sus instintos naturales y dio a su benefactor una mordedura fatal. El labrador agonizante dijo: "Recibo lo merecido por haber tenido compasión de una criatura maligna.”
Las serpientes venenosas, extranjeras y españolas, esperan que el pueblo español muera como el labrador y que las Fuerzas Revolucionarias de España y todos los demócratas revolucionarios españoles sean, como él, bondadosos con ellas. Pero el pueblo español, las Fuerzas Revolucionarias y los verdaderos demócratas revolucionarios de España han oído y tienen bien presentes las últimas palabras de este labrador. Además, las serpientes que infestan la mayor parte de España, grandes o pequeñas, negras o blancas, con sus colmillos venenosos al aire o transformadas en bellas figuras, todavía no están congeladas, aunque ya sienten la amenaza del invierno.
Sostenemos que el campo revolucionario del pueblo debe ampliarse y abarcar a todos los que estén dispuestos a incorporarse a la causa revolucionaria en su etapa actual en dónde el Progreso y la Democracia han de estar Unidos con el objetivo de crear las condiciones mínimas y necesarias para la Revolución Socialista, aquí en España. Para lograr ese objetivo de largo alcance, debemos, en el plano internacional, unirnos sólidamente con las Democracias Populares y las fuerzas de la paz y la democracia del mundo. A este respecto, no cabe ningún titubeo ni vacilación alguna. En lo interno, debemos fomentar la unidad de las diversas nacionalidades, unirnos con las diversas clases democráticas, partidos democráticos y organizaciones populares, así como con todos los demócratas patriotas, y consolidar nuestro grande y prestigioso frente único revolucionario ya establecido. Trátese de quien se trate, a todo el que contribuya a la consolidación de este frente único revolucionario lo acogeremos con beneplácito, dado que su conducta será correcta, mientras a todo el que perjudique la consolidación de dicho frente lo combatiremos, pues su comportamiento será erróneo. A fin de consolidar el frente único revolucionario, es necesario adoptar el método de crítica y autocrítica.