Séptima Crónica de “Un viaje a Corea”, por Juan Nogueira- Sexto día en Corea -El día comenzó con música. ¡Sí, como suena! A las 7:30 de la mañana, hora a la que habitualmente me levanto aquí en Corea, un equipo de propaganda estaba animando a los trabajadores que construyen los grandes almacenes frente al Hotel Koryo y lo hacían con música y un discurso.
En general, todas las mañanas escucho la misma canción cuando me despierto, parece venir de altavoces situados en la calle, pero no sé su origen concreto. Suena como una música relajada de algún videojuego japonés, pero se escucha de fondo, alejada.
Sea como fuere, aquí el entusiasmo está a la orden del día. Y como todo en Corea, el entusiasmo también “se organiza”. Por las mañanas, los pioneros marchan por las calles antes de ir a sus escuelas -aquí las vacaciones largas son en invierno, cuando las temperaturas caen hasta -20º- con pancartas y cantando canciones revolucionarias. Eso, junto a los gigantescos carteles de propaganda que se ven por las calles, dan a Corea la imagen de ser un país en movilización.
Con este alegre despertar, bajé a desayunar. Sin embargo, hoy no iba a ser un día cualquiera: hoy a primera hora, iba a visitar el Palacio Memorial Kumsusan, donde se puede ver el cuerpo embalsamado de Kim Il Sung. Por eso, Kimsito y Kimsita me pidieron que me vistiese lo más formal posible y yo, que ya tenía previsto que sucedería algo así, me puse un traje negro, con camisa blanca, pero sin corbata. Al desayuno, parecía uno más entre los japoneses y ellos, sonrientes y amables siempre, me dieron su aprobación. Ellas, menos parcas en palabras, me dijeron que estaba “muy guapo y debería llevarlo más a menudo”. ¡Ni caso!
Aunque la batalla contra la Cocina ha vivido hoy nuevos e intrigantes capítulos, mi principal preocupación ahora es económica. Estoy, literalmente, en la más pura miseria, aunque de aquí al día en que salga de Corea, tengo el alojamiento, las comidas y el transporte cubierto. Cuando llegue a China podré sacar más dinero desde un cajero, pero por ahora tengo que contar hasta los cafés que me tomo.
Sin embargo, Kimsito y Kimsita saben que el motivo está en que mi sueldo no da para pagar mucha gasolina y menos al precio al que cuesta en Corea, así como el pago del billete del tren, que finalmente salió más caro de lo previsto. Además, he hecho lo de siempre: comprar un buen cargamento de libros. Ellos saben todas estas circunstancias y están ayudándome en lo que pueden.
Saben que me apasionan los libros y que una visita a Corea es una oportunidad única. Por eso, la KASS me va a regalar libros en castellano para que la falta de dinero no sea un impedimento. La clave aquí está en que los libros, a diferencia de la gasolina, no se pagan en divisas y tienen un coste muy bajo para los coreanos.
Por otro lado, en los últimos días -y aunque no me han dicho nada en ningún momento- me están constantemente invitando ellos a los cafés y a las variada gama de cosas, como por ejemplo, montar en un carro tirado por caballos en el zoo.
Realmente, he de admitir que tienen una calidad humana increíble, ambos. Son excelentes personas, convencidos revolucionarios e inteligentes. Tienen las partes positivas de los coreanos -son trabajadores, puntuales, respetuosos- y la parte positiva de la juventud -divertidos, alegres y hasta algo juerguistas: Kimsita algún día me confiesa que está cansada porque salió con sus amigas el día anterior hasta las 2 o las 3, teniendo trabajo al día siguiente,...
Están haciendo todo lo posible por darme el mejor viaje: si les digo que me interesa algo, al día siguiente ya han hecho un hueco libre para llevarme; si quiero hacer algún cambio en el programa, lo aceptan sin falta; me preguntan constantemente si deseo algo o hay algo que esté en sus manos que puedan hacer,... etc. Desde luego, es su trabajo y reciben un salario por ello. Pero hay una gran diferencia entre cumplir lo básico que aparece en un contrario y desvivirte por hacer bien tu trabajo y hacer que otra persona se sienta a gusto.
En un momento, comenté que en el PCPE y los CJC estábamos dando incrementando nuestra lucha por la emancipación de la mujer. Pues bien, ellos ya han contactado con la Unión de Mujeres Democráticas de Corea para conseguirme sus materiales.
También hay que decir que ellos son sistemáticos, lo apuntan todo y trasmiten la información relevante a sus superiores. ¡Qué no cunda el pánico! No es un sistema de espionaje ni de violación de la intimidad, pero sí me encontré la sorpresa, cuando hablaba con el Director de la KASS para Europa, de que me citaba informaciones que yo había facilitado a Kimsito en una conversación relativamente informal. Eran informaciones relativas a nuestras actividades políticas como CJC, las actividades de solidaridad con Corea que se realizaban en el Estado Español y otras.
En fin, a primera hora fuimos al Palacio Memorial de Kumsusan. El edifico es, para mi gusto, demasiado ostentoso. Se construyó en los años 60, como Palacio Presidencial, con todas las oficinas y salas desde donde se hacían los trabajos de la Presidencia y se recibían a líderes extranjeros. En los años 90, con la muerte de Kim Il Sung, se cerró como zona de trabajo y pasó a ser un lugar en honor al fundador de la Corea Socialista.
Los detalles están medidos, contribuyendo a crear una atmósfera solemne. Para entrar hay que atravesar un pasillo kilométrico con una enorme cinta mecánica. Hay una guardia vigilando el mausoleo y hay un control de metales a la entrada, el único que he visto en Corea junto al del aeropuerto.
Con todo, es emocionante verlo. Por dos motivos. Por un lado, tras leer sobre él, estudiar sus escritos, ver su imagen en media Corea y admirar su figura como la de un gran revolucionario, acabas teniendo la curiosidad de ver el cuerpo de Kim Il Sung, aunque ya no esté vivo. Por otro lado, siempre me da curiosidad ver los rostros de los coreanos cuando acuden a este lugar.
La verdad es que hay muchos coreanos que visitan el Palacio Memorial, miles y miles todos los días, a pesar de que su muerte fue hace ya 16 años. Algunos aún lloran, la mayoría mantienen un rostro serio y solemne.
Después de Kumsusan, fuimos al Cementerio de los Mártires Revolucionarios. No sé si los coreanos son conscientes del matiz religioso que tiene en castellano la palabra “mártir”, pero esa fue la traducción que ellos me hicieron. En cualquier caso, es una inmensa ladera de una colina donde se han hecho bustos de bronce de los principales combatientes de la lucha guerrillera, especialmente de aquellos que murieron en combate.
El cementerio se construyó en los años 70 y de bastantes guerrilleros muertos a principios de los años 30 o, incluso, en los años 20, no existían fotografías, debido al atraso de Corea en aquel momento y al origen campesino de la mayoría de guerrilleros. Por eso, se crearon comisiones de investigación entre familiares y camaradas para hacer el retrato robot del guerrillero. En mi opinión, un detalle muy humano.
En el cementerio también están enterrados antiguos guerrilleros que luego jugaron un papel importante en la vida política norcoreana. Incluso hay un antiguo guerrillero que murió en 2008, tras una vida entera dedicada a la causa del socialismo en Corea. Tiene su busto de bronce en el Cementerio.
En el Cementerio no había tanta gente como en Kumsusan, pero sí que había alrededor de 150 personas y eso a pesar de que eran las 10 de la mañana. Había desde alumnos de secundaria con libretas (los datos biográficos de los guerrilleros aparecen bajo el busto) hasta madres enseñando a sus hijos pequeños el recinto, pasando por grupos de escolares, personas individuales o militares.
Más personas había en nuestra siguiente visita: el zoo. Por cierto, parte del mismo está renovándose con vistas a 2012. El zoo de Pyongyang no es ni el más extenso ni el más moderno del mundo, pero no está mal.
La parte de reptiles es un poco floja, pero el acuario está bastante bien. También hay tigres de bengala y tigres coreanos -abundan en el norte del país y son muy grandes-, elefantes laosianos, zebras, leones,... etc. En la zona dedicada a aves, destacan las grullas y... ¡las gallinas! ¡Sí, aunque resulte incomprensible, también hay un corral en el zoo!
Por cierto, esto me permite desviarme a mi tema favorito relativo a Corea: la comida. En los años 60 y hasta 1970, Corea se llenó de granjas de pollos. Esto estaba recogido dentro del plan septenal. Pues bien, se ve que este plan tuvo un éxito tremendo. En primer lugar, porque sólo ver el mapa de Corea del Norte y el reparto que a través de él hacen cientos y cientos de granjas, es espectacular. Pero en segundo lugar -y mucho más importante- porque si la leche está racionada y se da a los sectores que la requieren, en el caso de los huevos y el pollo, su distribución es masiva. ¡En concreto, no hay día en el que en cada una de las tres comidas no me ofrezcan huevos, tortilla, ensaladas con huevo, mayonesa o pollo! Realmente, no sé cuántos huevos podría haber comido en la semana que llevo en Pyongyang, si hubiese aceptado todos los que me han intentado dar.
Tras irnos del zoo, volvimos al hotel para comer. Durante el viaje pude observar que la mayoría de restaurantes de la capital estaban absolutamente llenos. El plan 2008 – 2012 prevee elevar los niveles de consumo de los trabajadores y campesinos y sus resultados son visibles. No sólo en los restaurantes, también están llenos los grandes almacenes, las zonas deportivas,... etc
Kimsita me dijo que, en concreto, la ropa es relativamente barata en Corea y que existía cierto boom de la compra de ropa.
Un aspecto curioso es que, para un Occidental que visita Pyongyang, el hecho de que existan tantas tiendas puede resultar al principio chocante. Especialmente, porque las tiendas se sitúan en la parte baja de los edificios, pero pasan inadvertidas para nosotros, acostumbrados al marketing, los carteles, luces de neón y mostradores. Nada de eso existe en Corea, por lo que las tiendas son locales comerciales generalmente muy grandes, situados en la parte baja de la mayoría de edificios y sin apenas distintivos que hagan pensar qué puedes comprar dentro.
Por la tarde, tuvimos coloquio sobre la priorización militar de nuevo. Esta vez dimos un paso más adelante.
Con la idea Songún, los norcoreanos parten de premisas bien conocidas por el marxismo-leninismo: el Estado es un instrumento de clase; no es algo neutro, democrático, sino algo que defiende los intereses de la clase en el poder. Las leyes, la policía, la propaganda, el sistema educativo... son instrumentos del Estado para hacer valer los intereses de la clase que está en el poder. En un Estado capitalista, los intereses de la élite adinerada; en uno socialista, los de la mayoría trabajadora.
En este sentido, si todo esto falla para mantener el poder de la clase dominante, siempre queda un último instrumento: la coacción armada, es decir, la clase dominante tiene un Estado y este posee un ejército; las clases que no están en el poder no tienen nada de eso.
Precisamente por esto, cuando las clases oprimidas quieren tomar el poder, deben hacer uso de su propio ejército revolucionario que se enfrente al Estado y al ejército de las clases dominantes. Toda revolución es ejemplo de ello: Corea, Cuba, la Unión Soviética, China,...
El poder armado y la compenetración del partido con las masas es la condición de existencia y supervivencia de una organización revolucionaria.
Pero mantener ese poder armado es necesario también para mantener la revolución. En el caso de la experiencia chilena, Kim Il Sung se entrevistó con Allende y le dijo que lo fundamental era tener control sobre el Ejército. Allende insistía en que el Estado era democrático y que había habido un cambio en la correlación de fuerzas, pero Kim Il Sung le insistió en que el Estado no había cambiado de manos, sólo el gobierno, los revolucionarios necesitaban tomar posesión del ejército. Allende le respondió que ellos deseaban un ejército “neutral y democrático” y Kim Il Sung le indicó que eso no era ni siquiera suficiente para llevar a cabo reformas democráticas, por no hablar de las reformas socialistas. El resultado ya se conoce: el ejército neutral y democrático dio un golpe de Estado, devolvió el gobierno a la élite oligárquica y instauró una atroz dictadura durante más de 15 años.
En Alemania Oriental, la defensa dependía en buena medida de la Unión Soviética, mientras que en Rumanía había una escasa dirección política sobre la tropa. En el primer caso, Alemania Occidental se anexionó la RDA sin disparar un tiro -si el poder armado dependía de Gorbachov, este era quién decidía- y en el segundo caso, el Ejército dio un golpe de Estado y asesinó a Ceaucescu.
Por lo tanto, en Corea creen que el papel del ejército es fundamental y debe convertirse en la principal vanguardia de la construcción y defensa del socialismo. Por eso, en Corea el ejército no cumple únicamente funciones defensivas, sino que en él se educa a través del partido ideológicamente todas las generaciones jóvenes y participan activamente en obras de construcción y algunos sectores económicos. En el ejército ven la suma de fuerza, ideología y organización, siendo una fuerza capaz de mantener de forma organizada la lucha incluso si hay un golpe contrarrevolucionario, manteniendo vivo el partido y el Estado.
En cualquier caso, afirman que en su caso, tienen que exagerar el papel del ejército, debido a que son un pequeño Estado socialista, rodeado del capital internacional, bloqueado y amenazado. No existe un sistema socialista mundial -que por cierto, afirman que quieren que se reconstruya y que contribuirán a ello- y apenas existe una solidaridad antiimperialista real. Por eso, tienen que apoyarse únicamente en sus propias fuerzas.
Por la tarde, acudimos al Palacio de los Niños y Estudiantes de Mangyongdae. El Palacio es un impresionante edificio de 8 plantas y más de 120 salas, en el moderno barrio de Kwanbok. Según nos explicó una pionera, la forma del edificio representa el abrazo de una madre.
Retórica aparte, en Corea hay más de 60 palacios de este tipo. Sirven para las actividades extraescolares de los estudiantes y como centro para desarrollar talentos. Son gratuitos y en ellos se aprenden deportes (volleyball, fútbol, baloncesto, ping pong y taekwondo, que yo pudiese ver), música (piano, acordeón, flauta, guitarra española y eléctrica, batería, así como varios instrumentos propios de Corea, entre los que pude ver), pintura (caligrafía -considerada un arte en Oriente-, pintura en varios estilos, escultura, bordado,... etc.), oratoria y canto. También hay una piscina olímpica con trampolines a varias alturas, a las que se sube en ascensor.
La decoración abunda en colores vivos, naves espaciales, luces, mármoles y lámparas ostentosas. Tiene salas de actuaciones, donde pudimos asistir a un espectáculo musical con canciones de varios estilos. Eran característicos los coros, la gran cantidad de instrumentos, voces increíbles entre los solistas y una esmerada puesta en escena. Una buena guinda para un día lluvioso. ¡Mañana más!
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