La Jornada, 13-03-2012
Fidel
Castro, Kadafi y la insurrección
Adolfo Gilly
En los países árabes que comparten la ribera sur del mar Mediterráneo se ha
desatado un proceso revolucionario –Egipto, Túnez, Libia–, que también induce
en Argelia y Marruecos cambios políticos preventivos en sus regímenes de
gobierno. Mientras en Egipto y Túnez las movilizaciones populares han
determinado la caída de los gobiernos y el establecimiento de provisorios
gobiernos de transición, en Libia la insurrección del pueblo contra la
dictadura represora de Kadafi ha desencadenado una guerra civil y la división
del ejército: una parte con el dictador, la otra con la rebelión.
Aun conociendo poco o muy poco de Libia, como es mi caso, pienso que la actitud
y la posición de quien se declara socialista o sólo democrático no puede dejar
de apoyar y desear el triunfo de esa rebelión popular contra el dictador hasta
ayer aliado a los grandes capitales europeos y estadunidenses y a sus estados
imperiales. Contra esa rebelión popular, el coronel Kadafi ha lanzado todo el
poder de fuego de las modernas armas aéreas y terrestres que le han sido
suministradas desde hace años por aquellas potencias, sus aliadas en negocios y
en armas.
* * *
Grandes sectores del pueblo pobre de Libia se han insurreccionado. El coronel
Kadafi está bombardeando y masacrando a su pueblo. Lo primero que es preciso
ver es qué hace el pueblo en rebelión, no cuáles son las formas o las medidas
conque las potencias externas tratan de aprovecharse de esa guerra civil.
No ha habido revolución en el mundo donde esas potencias no hayan procedido de
ese modo. Pero la esencia de lo que sucede en una revuelta o una rebelión no
está en lo que intentan o pretenden hacer sus enemigos externos e internos. Su
esencia es qué hace el pueblo insurrecto, cuáles son sus motivos y sus
propósitos, contra quién y contra qué se rebela, quiénes están de su lado y
quiénes en contra. Es preciso mirar y ubicar los cuerpos de los insurrectos,
qué hacen, cómo se la juegan. Pues una revuelta, una rebelión, una huelga, una
manifestación, son acciones humanas altamente corporales.
En Libia, Kadafi está destrozando esos cuerpos, está masacrando a su pueblo,
está defendiendo su poder, sus riquezas, sus cárceles y sus cámaras de tortura,
cualesquiera hayan podido ser sus medidas nacionalistas hace 40 años.
Una sorprendente –o tal vez no– cantidad de partidarios del socialismo o del
nacionalismo cierran los ojos ante esa realidad y siguen viendo a Kadafi como
un aliado, un antimperialista, amenazado por la intervención de los imperios.
Sin atender al peligro inmediato y real, la masacre brutal de Kadafi contra su
pueblo, se preocupan por la amenaza futura aún no advenida: la intervención
imperial.
Precisamente si esa intervención sobreviene, como es posible, no será antes
de que hayan dejado a Kadafi masacrar y desmantelar la fuerza de la
insurrección popular. Éste es quien, por el momento, les está haciendo la
tarea. Si esos socialistas o antimperialistas no ven esta evidencia, es porque
en un largo proceso de encantamiento con partidos e instituciones varias, ahora
ven estados y cúpulas antes que pueblos y rebeliones.Éstas, en sus inicios, siempre son confusas, mezcladas, impuras, llenas de
furia, ruido, improperios y clamores. Huelen a pobre, visten con desaliño y se
alimentan cuando pueden. Pero a la hora de la hora, ponen sus cuerpos contra
los ejércitos y muchas veces los dividen. Así fue, nomás así, la revolución
mexicana, así fueron la División del Norte y Pancho Villa, esa figura única
cuyo genio, extraño y agudo, los gobernantes y los políticos de México, pasado
ya casi un siglo, todavía no acabaron de entender.
* * *
Entre tantas voces que componen la actual algarabía de izquierda acerca de la
revolución árabe, quiero citar por extenso una que, en estos afanes, merece ser
escuchada; y que a mi juicio no lo está siendo por buena parte de quienes son
sus seguidores: la del comandante Fidel Castro.
Me resulta muy serio lo que dice; y en esta coyuntura crítica creo percibir en
lo que escribe, antes que los motivos de la ideología, la voz de la experiencia
específica de Cuba. De aquí en adelante, me limitaré a citar los párrafos más
destacados, a mi juicio, de los dos últimos artículos del comandante y
estadista cubano. No necesito decir, pero lo digo, que no soy fidelista ni
castrista; y que siempre he defendido a la revolución cubana, desde adentro y
desde afuera de la isla.
Fidel Castro recuerda en su escrito los orígenes antimperialistas del régimen
de Kadafi, cuando en 1969 el joven coronel de 27 años derribó al rey Idris I,
realizó una reforma agraria, nacionalizó el petróleo y tomó medidas para el
desarrollo de la educación, la economía y la sociedad libia. Agrega luego que
los revolucionarios libios elaboraron y aplicaron sus propias ideas respecto a
las instituciones legales políticas y que los gobernantes cubanos nos
abstuvimos por completo de emitir opiniones sobre las concepciones de la
dirección libia.
Sobre esta primera distancia entre Cuba y Libia, pese a las relaciones
mantenidas desde entonces, Fidel Castro traza ahora una nítida raya divisoria.
Dice así:
“Es un hecho irrebatible que las relaciones entre Estados Unidos y sus aliados
de la OTAN con Libia en los últimos años eran excelentes, antes de que surgiera
la rebelión en Egipto y en Túnez.
“En los encuentros de alto nivel entre Libia y los dirigentes de la OTAN
ninguno de éstos tenía problemas con Kadafi. El país era una fuente segura de
abastecimiento de petróleo de alta calidad, gas e incluso potasio. Los
problemas surgidos entre ellos durante las primeras décadas habían sido
superados.
“Se abrieron a la inversión extranjera sectores estratégicos como la producción
y distribución del petróleo.
“La privatización alcanzó a muchas empresas públicas. El FMI ejerció su
beatífico papel en la instrumentación de dichas operaciones.
Como es lógico, Aznar se deshizo en elogios a Kadafi, y tras él Blair,
Berlusconi, Sarkozy, Zapatero, y hasta mi amigo el rey de España, desfilaron
ante la burlona mirada del líder libio. Estaban felices.”
Pregunta entonces Fidel por qué ahora todos ellos se ponen contra Kadafi y lo
acusan de disparar contra ciudadanos desarmados que protestaban. Fidel Castro
no desmiente este hecho. Pero con razón agrega:
”¿Por qué no explican al mundo que las armas y sobre todo los equipos
sofisticados de represión que posee Libia fueron suministrados por Estados
Unidos, Gran Bretaña y otros ilustres anfitriones de Kadafi?”
Me permito repetir y subrayar: Fidel Castro afirma nítidamente que Kadafi ha
sido provisto por Estados Unidos y Gran Bretaña de armas y sofisticados equipos
de represión que ahora utiliza contra ciudadanos desarmados que protestaban.
Más claro, agua.
El escrito del dirigente cubano del 3 de marzo pasado agrega una definición
radical sobre lo que sucede en estos tiempos en los países árabes. Cito y
subrayo:
”La revolución en el mundo árabe, que tanto temen Estados Unidos y la OTAN, es
la de los que carecen de todos los derechos frente a los que ostentan todos los
privilegios, llamada, por tanto, a ser más profunda que la que en 1789 se
desató en Europa con la toma de la Bastilla.
De esa revolución forma parte la insurrección del pueblo libio contra la
dictadura autocrática de Kadafi, hasta ayer aliada con los gobiernos de las
grandes potencias europeas y de Estados Unidos.”
Sobre estas descripciones y definiciones del régimen de Kadafi y de su
despiadada represión contra su pueblo, Fidel Castro da su apoyo a la mediación
propuesta por Hugo Chávez. Pero la ve como una mediación entre los dos bandos de
la guerra civil libia que para tener éxito necesita antes crear un amplio
movimiento de opinión; es decir, no limitarse a los contactos diplomáticos que
sin duda ya existen y actúan. El tiempo apremia, está diciendo, pues la OTAN y
sus ejércitos están al acecho.
Si como parece esto es así, si en efecto esas potencias están preparando una
intervención, al menos tres razones los contienen todavía: primero el
contragolpe siniestro para ellos mismos que tendría una intervención contra un
país ribereño del Mediterráneo occidental, vistos los desastres sucesivos y
acumulativos de las invasiones a Irak y Afganistán; luego, la reacción de otras
potencias: Rusia, China, India, Brasil, para sólo mencionar esas cuatro; por
fin, las divergencias y las disputas de intereses entre los mismos candidatos a
intervenir: Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia, para sólo citar
otros cuatro.
* * *
El segundo documento de Fidel Castro, La
OTAN, la guerra, la mentira y los negocios, del 9 de marzo de 2011, retoma
argumentos y los reitera ahora con un sesgo más inmediato y descriptivo.
Recuerda cómo, a partir de 2003, se iniciaron conversaciones regulares entre
Blair, Bush y Kadafi, y éste aceptó y ejecutó medidas de desarme exigidas por
aquéllos. A continuación describe con marcada ironía la trayectoria recorrida
por las relaciones de Kadafi con Estados Unidos y las potencias europeas:
A partir de octubre de 2002 se inició el maratón de visitas a Tripoli: Silvio
Berlusconi en octubre de 2002; José María Aznar, en septiembre de 2003;
Berlusconi de nuevo en febrero, agosto y octubre de 2004; Blair, en marzo de
2004; el alemán Schröeder en octubre de ese año. Todo el mundo feliz. Poderoso
caballero es don dinero. (Subrayado mío).
Kadafi recorrió triunfalmente Europa, escribe a continuación Fidel Castro: en
Bruselas vio a Romano Prodi; en agosto invitó a Bush a visitar Libia; ultimó
contratos con Exxon Mobil, Chevron Texaco y Conoco Philips para explotar el
petróleo libio. Después estableció plenas relaciones diplomáticas con Estados
Unidos y Bush, y firmó acuerdos de cooperación nuclear con Francia y Estados
Unidos. Tony Blair lo visitó en Libia en 2007 y British Petroleun firmó un
contrato enormemente importante para explotar el gas libio. Esta lista que
Fidel Castro hace sobre los viajes y las amistades de Kadafi concluye así:
“En diciembre de 2007, Kadafi realizó dos visitas a Francia y firmó contratos
de equipamientos militares y civiles por valor de 10 mil millones de euros; y a
España, donde se entrevistó con el presidente del gobierno José Luis Rodríguez
Zapatero. Contratos millonarios se suscribieron con importantes países de la
OTAN.
¿Qué es lo que ahora ha originado la retirada precipitada de las embajadas de
Estados Unidos y los demás miembros de la OTAN? Todo resulta sumamente extraño.
El documento concluye apoyando una vez más la propuesta de mediación de Hugo
Chávez entre las partes en conflicto en Libia, a la cual enmarca en el
siguiente párrafo final:
”Estamos contra la guerra interna en Libia, a favor de la paz inmediata y el
respeto pleno a la vida de todos los ciudadanos, sin intervención extranjera,
que sólo serviría a la prolongación del conflicto y a los intereses de la OTAN”.
* * *
Es difícil no comprender el sentido de estos dos documentos del dirigente
cubano. Es un enjuiciamiento del régimen de Kadafi, una denuncia de sus
alianzas con las potencias europeas y de sus masacres actuales en Libia y una
invitación a negociar entre las dos partes enfrentadas en la guerra civil para
evitar una intervención extranjera. Está dando así un reconocimiento
beligerante a las fuerzas insurrectas y alertando, con razón, sobre la actitud
de la OTAN. Ésta aún está incierta ante la aventura de meterse en otra guerra
colonial en el Mediterráneo. Pero está también a la espera de que los
demoledores ataques de Kadafi debiliten a los insurrectos, aislen más a Kadafi
y abran mayores posibilidades a la amenazante movilización bélica de la OTAN en
el Mediterráneo.
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Última edición por Estadulho el Mar Mar 29, 2011 11:17 pm, editado 1 vez