Este es el capítulo III del libro "O Socialismo na Albânia. Un repórter brasileiro no país de Enver Hoxha" de Jayme Sautchuck, un periodista brasileño que estuvo en Albania en 1982. Este capítulo trata el funcionamiento del control obrero, el poder del PTA, la organización del Estado albanes, etc. La traducción la hice yo.
A mediados de la década de los 70, un grupo coordinado por un obrero gráfico de 25 años llegó a la Universidad de Tirana e inició una verdadera investigación en la respetada institución. Fueron examinados documentos y realizadas varias reuniones con profesores y la dirección. En tres semanas, el grupo presentó sus conclusiones: en el mismo edificio funcionaban, en realidad, dos Universidades, una de ciencias humanas, otra de ciencias exactas. Cada una de ellas tenía una estructura burocrática parecida y existía mucho tiempo libre en los horarios de los profesores.
Como resultado del trabajo del grupo, la estructura administrativa fue unificada, algunos profesores fueron transferidos para facultades que funcionaban en otras ciudades y varios fueron transferidos para escuelas secundarias. Estaba en acción un grupo de Control Obrero, un mecanismo creado a partir de 1967 por los albaneses y cuya función principal es mantener la vigilancia contra la burocracia. El obrero que coordinó aquel grupo hoy es diplomático. Él recuerda:
- Yo era muy joven y entramos allí con mucha cautela, porque se trataba de la Universidad. Algunos profesores nos ayudaron decididamente, dando cuenta de problemas que ellos veían, pero otros llegaron a ir a mi casa para decir: “si yo tengo que marchar de Tirana me va a crear muchos problemas, mi familia está bien aquí” y cosas de este tipo. A pesar de todo conseguimos realizar nuestro trabajo y fue mejor para todos.
Años después, lo mismo fue hecho con Radio Tirana. Como resultado, muchos funcionarios fueron transferidos para otros empleos y un vicedirector de la empresa fue a dirigir una radio al interior. El grupo de Control Obrero, entre sus conclusiones, consideró que el cargo de vicedirector no era necesario para el volumen de trabajo existente. En cualquier momento, un ministerio, hospital, escuela, empresa pública, sea lo que fuese, puede ser sometido a una inspección de un grupo de Control Obrero formado para aquella tarea específica.
Vasil Mitrushi, miembro del Consejo General de las Uniones Profesionales (sindicatos), define el Controle Obrero como “un instrumento para defender el socialismo de los elementos de degeneración, especialmente el liberalismo y el burocratismo”. El objetivo principal, segundo el obrero metalúrgico Hilmi Pilaca, que trabaja en una fábrica de hilos de cobre en Shkodra, “es el de defender el socialismo de cualquier influencia que no sea socialista”.
Pilaca era miembro de uno de los grupos permanentes de Control Obrero de la fábrica en que trabaja. Los grupos son elegidos cada seis meses, “para no crear el hábito” y solo tienen jurisdicción en su sector. Una decisión del grupo debe ser cumplida hasta por la dirección de la empresa, informa el obrero. Pero hay grupos que son creados para tareas específicas y serían comparables, aunque sea una mala comparación, a las comisiones de investigación que a veces son formadas en Brasil.
El propio Hilmi Pilaca había participado, meses antes, en un grupo formado para investigar irregularidades en una cooperativa. El grupo concluyó que el presidente de la entidad era responsable por el descuido con la labranza, que llevó a la perdida de buena parte de su cosecha de trigo. Entonces, pidió al Comité Regional del Partido la destitución del presidente de la cooperativa, lo que ocurrió de inmediato.
En las fábricas, los grupos de Control Obrero tienen la función de fiscalizar, incluso, a los propios obreros. Por ejemplo: si un obrero no cuida correctamente de la máquina con la cual trabaja, es función del grupo discutir con él. Si, por un supuesto, él estuviese dañando la máquina a propósito y, si después de la discusión continua haciéndolo, se pide a la entidad a la que esté ligado (partido, sindicato, organización de las mujeres, etc.) que interceda y vea lo que está sucediendo. La discusión puede llegar hasta la familia de él. En caso, de que después de todo esto, el problema persista, el grupo pedirá la transferencia del obrero para una función en la que él no pueda romper máquinas.
Este es un ejemplo hipotético y extremo, pero puede dar una idea aproximada de cómo funcionan estos grupos en las fábricas, cooperativas, haciendas estatales, etc. Sadie Berberi, obrera metalúrgica elegida para formar parte de uno de esos grupos, con mandato de seis meses, opina:
- Creo que es fundamental el control, no solo para hacer todo más fácil en la vida de los obreros. En lo que se refiere a las cuestiones de disciplina, es mucho mejor que nos controlemos unos a otros que tener un control que venga de arriba.
Por el contrario, de esta forma los obreros controlan la dirección de las fábricas; en una fábrica que visité, días antes el grupo de Control Obrero había decidido ver como andaba el trabajo en la administración. Entró en las oficinas y pidió a los funcionarios ver la producción del día. Resultado: siete de ellos tuvieron un día de salario descontado, porque el grupo consideró que no habían hecho nada para merecer el dinero, en aquel día.
En las cooperativas, los grupos tienen características un poco distintas y se llaman “comisión de revisión”. Los miembros de una de estas comisiones no pueden formar parte de la dirección de la cooperativa y son elegidos por todos los campesinos. En una cooperativa que visité, un campesino había discrepado de las cuentas del jefe de su brigada al remunerar su trabajo y, después de discutir, sin resolver su problema, recurrió a la comisión, acusando al jefe de persecución. La comisión constató que, de hecho, las cuentas estaban equivocadas y mandó pagar al jefe. En cuanto a la persecución personal, concluyó que no existía. Si tuviese llegado a la conclusión de que existía dicha persecución, el jefe de la brigada sería destituido.
Para llegar a la práctica en que se encuentra hoy, el Control Obrero albanés tuvo que superar algunos obstáculos. En el inicio de la década de los 60, el Partido del Trabajo, resolvió atacar a la burocracia, pues constatara que, entre otros problemas, habían sido creados cargos de la administración para satisfacer aspiraciones de los funcionarios. La posición del Partido, expuesta entonces en un discurso de Enver Hoxha, era la de que la burocracia retira el poder de las manos del proletariado. No sería, por lo tanto, un problema simplemente administrativo si no una grave cuestión de ámbito ideológico.
Se inició en el país, entonces, una gran discusión en torno a cómo combatir las tendencias ideológicas contrarias al socialismo que surgían en todos los sectores de la vida en Albania. En 1967, se inició la formación de grupos de Control Obrero, pero ellos adolecían de un problema fundamental, según me explican personas que participaron activamente en aquel proceso. Los grupos estaban coordinados o incluso compuestos de intelectuales.
- Nosotros teníamos la compresión teórica del problema – me explicó uno de ellos – pero nuestra concepción era equivocada. Primero, porque considerábamos que los obreros no reunían las condiciones para realizar ese control. Creíamos, por ejemplo, que para saber lo que está errado en una administración era necesario saber contabilidad, etc. Estábamos engañados.
Había también, los que creían que, siendo el PTA un partido marxista-leninista – y, por lo tanto “vanguardia organizada de la clase obrera” – todos los controles tendrían que ser realizados por esta organización. Triunfó, sin embargo, la posición de que esta concepción reducía la participación de las masas obreras en los problemas del día a día y en el control de las actividades del Estado.
Los grupos de Control Obrero que funcionan en las fábricas, cooperativas o haciendas estatales están formados por obreros o campesinos que trabajan en el propio local. Los creados para tareas específicas, están formados por obreros, campesinos y trabajadores de otras categorías, escogidos en las propias regiones de actuación. En ambos casos, los miembros no necesitan ser afiliados al Partido.
En todos los lugares a donde fui, intenté discutir la cuestión del partido. Sentí que en todo, hasta en las cosas más pequeñas, está la mano de la organización, sea directamente o a través de su orientación. A finales de 1981, según el informe de su octavo congreso, el PTA tenía 122.660 miembros. O sea, apenas el 4,5% de la población eran miembros del partido comunista. En la época de la lucha de liberación, la media de edad de los miembros del PTA, que entonces se llamaba Partido Comunista de Albania, era de 20 años. Hoy, esta media gira en torno a los 40 anos.
Cuando se le pregunta a la gente si son miembros del Partido, es común obtener la respuesta: “aún no”, especialmente entre jóvenes o profesionales recién formados en la universidad. La razón principal de esto es que el PTA tiene normas bastantes rígidas para la aceptación de un nuevo miembro. No basta con ir a la sede y firmar una ficha de inscripción. Para entrar en el partido, un obrero o obrera espera dos años en la condición de “candidato a miembro”, en cuyo período son evaluadas sus condiciones para el ingreso. Para los campesinos de las cooperativas y trabajadores de otras categorías, ese período es de tres años. A finales de 1981, había 24.363 candidatos a miembro.
Segundo Petro Ciruza, profesor de Historia del PTA en la Escuela de Marxismo-Leninismo de Tirana, la rigidez en las normas para el ingreso en el partido es necesaria para que la organización no pierda sus características fundamentales. Según él, el PTA aplica la fórmula de Lenin, tanto en lo que se refiere en la aceptación de nuevos miembros como al funcionamiento del partido.
- Basado en las discusiones entre Lenin y los mencheviques rusos – afirma el profesor – y en la práctica, Stalin definió que la principal característica del partido es la de ser la vanguardia de la clase obrera. Esto quiere decir que el partido congrega a los elementos de mayor nivel ideológico, los más combativos, los mejores, en fin. De ahí el hecho de ser exigentes.
En su escuela, el PTA mantenía, en mayo de 1982, cuatrocientos alumnos en tiempo integral, en un curso de dos años, y más de mil en el curso de tres años por correspondencia. Para ingresar en la escuela, el alumno debe tener el curso secundario completo, pero no necesita necesariamente ser miembro del partido. El curso está compuesto de cinco disciplinas: Filosofía Marxista, Economía Política, Capitalismo y Socialismo, Historia del PTA y Luchas de los Partidos Marxista-Leninistas Contra el Revisionismo. De allí salen los cuadros del partido.
Los problemas de una fábrica son resueltos por el conjunto de sus obreros. Pero si las células y el comité del partido en aquella fábrica discuten esos problemas y, definen el posicionamiento del partido sobre cómo resolverlos; esta postura será defendida por sus militantes en las reuniones de todos los trabajadores de cada sector. Es de esta forma que, en el día a día, el partido influye en las discusiones y orienta en la solución de las cuestiones que surgen. Pero si en una fábrica, por ejemplo, la mayoría de los trabajadores están a favor de una solución diferente de la defendida por el partido, se acata la posición mayoritaria.
El Comité Central está compuesto de 57 personas y hay un Politburó de nueve miembros. En cada una de las 26 regiones administrativas de Albania hay un Comité Regional y, en las ciudades, los Comités Municipales. Por debajo de ellos hay comités de fábricas, haciendas, minas, hospitales, etc., que están divididos en células. Estas tienen, como mínimo, tres y, como máximo, cincuenta militantes. Hay conferencias municipales, con elección de nuevo comité. A nivel regional, hay conferencia cada dos años y el Congreso Nacional es cada cinco años.
Quien decide si acepta o no un nuevo militante es la célula de su local de trabajo. Lo mismo ocurre con las expulsiones, pero en este caso el militante puede recurrir a la Comisión Central de Revisión, que puede revocar una decisión de la célula, si la considera injusta. Tres ausencias a las reuniones regulares sin justificación (las justificaciones aceptables son: enfermedad grave o viaje al exterior) es motivo de expulsión.
Prácticamente todos los albaneses son miembros de alguna organización de masas, desde niños, para los cuales está “Estrellitas”. “Pioneros” congrega adolescentes, y los jóvenes forman la Unión de la Juventud. Estas organizaciones se encargan del deporte, ocio, actividades artísticas y políticas, en las escuelas y fuera de ellas. Los trabajadores de todas las categorías forman las Uniones Profesionales y existe la posibilidad de afiliarse a la Organización de las Mujeres.
Existe una orientación del partido para que las direcciones de estas organizaciones no queden en manos de comunistas, sin embargo, siguen la línea del PTA. Al igual que Enver Hoxha es la mayor autoridad del país, los secretarios del partido en las regiones y ciudades lo son en sus jurisdicciones y, por el liderazgo que normalmente tienen, ejercen influencia sobre las organizaciones de masas.
Las direcciones de esas organizaciones, sin embargo, tienen autonomía y actúan por su propia cuenta. Hay casos en que estos dirigentes, por alguna razón, quieren oír la opinión de las direcciones del PTA antes de tomar cualquier decisión. En una hacienda estatal que visité en la región de Vlora, en el sur del país, fui recibido por Namik Lala, presidente de la Unión Profesional local. Después de una larga conversación sobre los diversos aspectos de la vida por allí, pedí que él me llevase a la casa de uno de los miembros del grupo de Control Obrero, con el que me gustaría discutir algunas cuestiones.
Nos sentamos en un bar para tomar un café, en la villa más próxima, y Namik salió. Pero, en vez de ir a buscar al miembro del grupo de Control Obrero, él fue a buscar al secretario del partido. Minutos después, volvió y me confesó que no lo había encontrado. Percibí que él estaba extremadamente inseguro ante la presencia de un periodista extranjero. Les propuse a la intérprete y al periodista que me acompañaban visitar las casas de algunos trabajadores, que escogí aleatoriamente. Después, seguimos el viaje.
- El partido – afirma el profesor Petro Ciruza – dirige toda la vida del país, a través de sus órganos directores y sus células. El Estado está organizado en base a la Constitución, pero esta, a su vez, refleja la línea del partido.
Esta dirección se realiza a través de la línea político-ideológica, no a través de las personas que dirigen el partido. El nombre de Enver Hoxha, por ejemplo, está escrito en todo lugar que se pueda imaginar. En las escuelas, en los hospitales, en las fábricas, en las cooperativas, minas, etc. hay frases en las paredes firmadas por él. En las carreteras, hay muchas placas con su nombre, el cual está escrito, también, en piedras pintadas de blanco, en las montañas, de modo que se lee a quilómetros de distancia: “Partido, Enver”. Un alto funcionario del partido me explicó que la dirección del PTA no incentiva este culto a la personalidad, pero tampoco impide que las iniciativas locales, en las cooperativas, fábricas, villas etc., sean realizadas.
Traduciendo su liderazgo en votos, sin embargo, la cosa cambia, a pesar de ser el voto del primer secretario del PTA. Enver Hoxha representa un único voto entre los nueve del Politburó, es uno de los 250 diputados que forman la Asamblea Popular y tiene un voto como uno de los quince miembros del presídium de la Asamblea. Es absolutamente imposible, por tanto, que Enver Hoxha tome cualquiera decisión solo, aunque sea en caso de emergencia.
Por ejemplo: las cuestiones de defensa, en situaciones normales, son tratadas por la Asamblea Popular, donde el diputado Enver Hoxha es solamente uno. En caso de emergencia, es el presídium de la Asamblea quien toma cualquier iniciativa. Este órgano colegiado tiene un presidente, tres vicepresidentes y once miembros, entre los cuales está el líder máximo de Albania. El presidente es Haxhii Lleshi y los tres vicepresidentes son Muslin Peza, Spiro Koleka y Shftqet Peçi. El presídium de la Asamblea Popular es la jefatura de Estado albanes.*
El jefe del gobierno es el primer ministro, que tiene la función de coordinar la actuación del Consejo de Ministros, el Poder Ejecutivo (son catorce ministros de Estado, más el primer ministro). Como Enver Hoxha no es ministro, ni primer ministro, él no tiene ninguna participación en el gobierno.
Este es un aspecto que impresiona en Albania. La forma con que se toma las decisiones permite, siempre, la participación más amplia posible – en cuestiones importantes, no existe la hipótesis de que una persona, sea cual fuese el cargo que ocupe, tome decisiones ella sola. El periodista iraní que visitó Albania en el período en que yo estaba allí, dijo varias veces que no comprendía porque Enver Hoxha es tan idolatrado si posee tan poco poder.
La Asamblea Popular es el órgano máximo del poder en el Estado albanes. Es electa cada cuatro años y de allí salen las leyes, reformas en la Constitución, los planes de gobierno y su política de acción, en todos los sectores, incluyendo las relaciones externas. La Asamblea nombra y tiene poder para destituir a los ministros, el primer ministro y los miembros de la Corte Suprema.
Los diputados son elegidos por áreas, en un sistema que es parecido al voto distrital francés, en que su candidato solo puede tener voto en el distrito por el cual se presentó candidato. Por cada 10 mil habitantes, los albaneses pueden elegir, por el voto directo y secreto, un diputado. La misma estructura es aplicada a las regiones administrativas, donde son elegidos los Consejos Populares (serían equivalentes a las Asambleas Legislativas del Brasil), cada tres años. Estos tienen comités ejecutivos, que desempeñan, en la región, el papel del presídium del gobierno.
Un diputado no puede ser procesado, preso o detenido durante el ejercicio de su mandato. Puede, sin embargo, ser destituido, pero esto solo puede ser hecho por aquellos que lo eligieron. La solicitud para que un diputado pierda su mandato tiene que ser hecha en la Asamblea, en la cual tienen que participar, como mínimo, un tercio de los electores del área en que lo eligieran. Existe una Comisión de Mandatos, en la propia Asamblea Popular, que analiza esas peticiones y, si estuviesen de acuerdo con las normas fijadas por ley, el diputado pierde su mandato y es elegido otro en su lugar.
En 1974, el entonces ministro de Defensa, Beqir Balluku fue acusado por haber, secretamente y por cuenta propia, asumido compromisos internacionales que contrariaban la política de su país. La Asamblea Popular lo destituyó del cargo de ministro y los electores de su región cesaron su mandato parlamentario. Así, pudo ser llevado a juicio ante la Corte Suprema y, junto con otros colaboradores acusados de haber cometido el mismo crimen, fue condenado a muerte y ejecutado.
El presídium de la Asamblea Popular puede legislar, en algunas cuestiones, a través de decretos-ley. El Consejo de Ministros y el primer ministro tienen función meramente ejecutiva, administrativa. Como máximo, el Consejo puede reglamentar leyes aprobadas por la Asamblea Popular.
El sistema judicial albanés también tiene sus características propias. Por ejemplo: no existe tribunal militar. Todas las cuestiones – civil, penal, militar, laboral, etc. – son juzgadas por los mismos tribunales. A nivel nacional, existe la Corte Suprema, cuyos ministros son electos por la Asamblea Popular, jueces y asistentes son elegidos por la Asamblea Popular, cada cuatro años. Existen los tribunales regionales, cuyos jueces y asistentes son elegidos cada tres años, y los tribunales populares, en los barrios y villas, en los cuales se resuelven la mayor parte de los asuntos.
Por ejemplo: si una persona es cogida in fraganti en una villa robando cualquier cosa es inmediatamente formado un tribunal popular, que puede juzgar el caso incluso en la plaza pública. Según el juez Paskal Haxhi, del Tribunal de Tirana, normalmente en los casos pequeños, ni siquiera son aplicadas las penas: la simple discusión pública hace que el acusado se retrate y la vejación por la que pasa es un desincentivo para una posible reincidencia.
- La creación de estos tribunales – afirma el juez – en 1972 tuvo dos grandes éxitos. Primero, permitió al pueblo discutir y resolver el problema de la criminalidad en el ámbito de la propia comunidad, donde quien juzga son los propios vecinos y amigos de aquel que cometió la irregularidad. Segundo, redujo prácticamente a cero la criminalidad.
El acusado tiene derecho a defenderse por cuenta propia, excepto en los casos de crímenes graves y complejos (un asesinato, por ejemplo) o cuando se trata de extranjeros. En estos casos, el acusado está obligado a aceptar la defensa gratuita de un abogado del Estado. Obviamente, no existe la profesión de abogado liberal.
En los tribunales, todos los casos son juzgados por un juez y dos asistentes. Estos no necesitan tener formación jurídica y son personas electas por destacar en su actividad o en su región. Hay casos en que los votos de los asistentes derrotan a los del juez. El propio Paskal Haxhi, semanas antes de la conversación que tuvo conmigo, había juzgado un motorista que había atropellado a una persona. Él consideró al acusado inocente, pero uno de los asistentes era técnico en transportes y argumentó en contra. El resultado fue dos a uno y el acusado fue condenado.
En crímenes de pequeña gravedad, el culpable puede solamente recibir consejos del juez o pagar una multa. Una pena intermedia es la de la “reeducación a través del trabajo”, que puede ser cumplida en el propio empleo de la persona, pero en una función más difícil. La pena máxima de prisión es de 25 años. La vida en las prisiones es como fuera de ellas: los presos trabajan en la agricultura, en oficinas, etc.
Al lado de la carretera que une Tirana con Shkodra hay un campo agrícola de una prisión. No existen muros – solamente algunos soldados armados vigilan los límites de la área de trabajo.
- Tenemos prisiones y no nos avergonzamos del trato que damos a los presos. Ellos no están desocupados ni son maltratados. Por cierto, si quisiésemos esconder ese campo agrícola, no lo colocaríamos justamente al lado de la carretera que va hacia Shkodra, que es una de las más recorridas por turistas extranjeros – afirmó mi guía.
En casos de crímenes más graves, como los de traición a la patria o asesinato premeditado, existe la pena de muerte. El juez Haxhi habla con naturalidad:
- En 20 años que llevo ejerciendo esta profesión, apliqué la pena de muerte solo dos veces.
No existe la investigación policial. En las faltas de pequeña gravedad, es el propio tribunal quien hace la investigación, a través de las declaraciones. En los casos más complejos, esta tarea es asumida por la Dirección de Investigaciones, clasificada como un sector administrativo del Ministerio del Interior. “Nuestra policía está para defender al pueblo, no para atacarlo”, repiten siempre los albaneses.
Lo mismo ocurre con las Fuerzas Armadas. Andando por las calles, visitando escuelas y fábricas, se percibe que es verdad la frase “todo albanés es un soldado”. Cualquier persona adulta sabe lo que hay que hacer en caso de emergencia. Todo está planeado hasta en los mínimos detalles: cada uno sabe donde están sus armas y municiones, donde está su puesto, a que oficial responder, donde dejar a los niños, donde y como alimentarse, etc.
El número de casamatas esparcidas por el país es difícil de precisar. Son millares y millares, en las ciudades, en las zonas rurales, en las montañas más elevadas y en las llanuras. Se puede decir, sin exagerar, que no hay una hectárea de tierra en Albania que no tenga una casamata. Un periodista de la TV noruega llegó a Albania para un reportaje cuando yo estaba allí y se hospedó en el mismo hotel. Él traía un mapa publicado en un periódico sueco que pretendía, por falta de seriedad tal vez, establecer exactamente la localización de las casamatas en Albania, que serían solamente unas cien. El guía del periodista se rió muchísimo y a cada casamata que pasaban le preguntaba:
- ¿Esta está en su mapa?
Tal vez el gran mérito de la estructura de las fuerzas armadas albanesas sea el de no ser posible diferenciar el soldado del ciudadano común. La mayoría de los jóvenes prestan dieciocho meses de servicio militar, a partir de los 18 anos, siempre que esto no perjudique sus estudios o la situación económica familiar. No existe jerarquía militar al estilo convencional: solamente hay oficiales y soldados. El oficial es más o menos importante de acuerdo con la función que ocupa, ya que no hay graduaciones, ni carrera militar propiamente dicha.
Son pocos los cuadros permanentes de las Fuerzas Armadas y estos están, normalmente, en cargos de planificación o en funciones (como la de pilotos de helicópteros y aviones) que exigen gran perfeccionamiento. Por ley, los marineros, tanto de la Marina de guerra como de la mercante o pesquera, no pueden pasar más de seis meses por año en el mar.
En una fábrica textil que visité, por ejemplo, los obreros de ambos sexos, entrenan seis días por año y los oficiales de las brigadas obreras entrenan doce. El hecho de que un trabajador sea oficial no le da ningún privilegio en la fábrica y hay casos en los que el jefe del sector en que trabaja es solamente soldado en la brigada militar del sector que este comanda. El tiempo y el sistema de entrenamiento y el plan de emergencia son más o menos los mismos en las fábricas, haciendas estatales, etc.
A pesar de estar razonablemente bien equipadas, las Fuerzas Armadas Albanesas no tienen armamentos muy sofisticados, aunque sí modernos. Los gastos del país con el entrenamiento militar, manutención de equipamientos, compra de nuevas armas, etc., en 1982, estaban previstos para no sobrepasar el límite del 8,8% del presupuesto nacional, cuando solo en la Educación estaría previsto gastar el 11,5%.
Con el esquema de control existente y la constante vigilancia contra la burocracia, los gastos del país con la administración pública son solo el 1,6% del presupuesto, incluyendo la remuneración de los funcionarios del Estado. No hay privilegios y todos los funcionarios de la administración trabajan un mes al año en algún sector de la producción, “para no perder el contacto con los problemas reales de la vida del proletariado”, como se afirma. Es común encontrar funcionarios de alta graduación del gobierno a pie o en bicicleta por las calles.
La organización de la sociedad albanesa se expresa más claramente en los momentos en que las grandes cuestiones son discutidas. El plan quinquenal de 1981/85 tuvo una primera discusión general, en todo el país, a partir de una propuesta inicial del Consejo de Ministros. Con las sugerencias realizadas, se elaboró una nueva propuesta que descendió nuevamente a las bases. Fueron hechas 35 mil propuestas de modificaciones, consejos, etc.
(*) – A finales de 1982 hubo elecciones para la Asamblea Popular y esta, a su vez, escogió su nuevo presídium. En el cargo de presidente, Haxhi Lleshi, que lo ejercía desde hacía 30 años, dio lugar a Ramiz Alia, de 57 años, uno de los más destacados miembros del PTA.