El tema del narcotráfico es complejo, y realmente tengo mis reservas morales frente a ello, pero ha sido una estrategia de supervivencia, y la única manera de seguir la lucha ha sido esa, si la revolución en Colombia lo necesita se justifica. Es ridículo decir que las FARC siguen en la guerra porque el negocio del narcotráfico es lucrativo. Puede que sea lucrativo, pero no es necesario pasarse toda una vida en el monte para poder traficar, cuando los verdaderos narcos lo hacen desde sus casas en las grandes ciudades de Colombia, sin arriesgar su vida ni su nombre. Las FARC tienen un proyecto político, y todos esos atentados que se les atribuyen contra la población no me los creo. No tiene sentido acabar con la población civil de manera indiscriminada, no suma pero si resta bastante. Pero OJO, a los lacayos y colaboradores de la clase política colombiana se le debe exterminar, venga del sector que venga. A los colaboradores del paramilitarismo y de la maquinaria genocida del estado se les debe eliminar, sean obreros, campesinos o demás, traidores de su clase.
El tema de la desmovilización tampoco me llama. Muchos aquí se han referido a las desmovilización del M-19, y le critican a las FARC no haber entregado su lucha. El M-19 se torció, y en este momento aquí en Bogotá tenemos un alcalde que combatió en el M-19. Puede que lleguemos a tener hasta un presidente del M-19, pero el socialismo no va a llegar a Colombia por esa vía, ya que hay toda una estructura política y económica montada que impide hacer los cambios necesarios bajo esta forma de gobierno. Hay unas leyes y un congreso bajo el cual se debe gobernar, y esto impide los cambios que exige la liberación nacional. Se pueden entregar, y pueden ingresar al proceso electoral, pero esto imposibilita aún más la llegada del socialismo a Colombia, ya que por esos medios gana quien tiene el dinero y los medios de comunicación, y unas FARC desmovilizadas no tienen ni lo uno ni lo otro.
Le tenemos que apostar a las FARC y a su lucha, ya que es, junto al ELN, lo único que le queda a la clase obrera y al campesinado colombiano. Las FARC si tienen vigencia y si tienen apoyo popular. Son el gobierno donde no lo hay, donde viven los nadie, donde viven quienes el estado ha desechado. Hay que realizarles crítica, claro, pero no destructiva, no pretender acabar la lucha armada, sino ratificarla y endurecerla, bajo el amparo de la crítica revolucionaria, para llegar a la victoria final.