Ya que sólo faltan unos pocos años para que llegue 2016, y como será la primera vez en más de un siglo en el que Estados Unidos no será la economía más grande del mundo, este desarrollo será el objeto de mucha discusión, desde varias perspectivas.
111Muro 11
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Primero, consideremos lo económico. China ha tenido el crecimiento económico más rápido del mundo por más de tres décadas, creciendo 17 veces en términos reales (tomando en cuenta la inflación) desde 1980. Cabe destacar que la mayoría de este crecimiento récord tuvo lugar (1980-2000), mientras que al resto de las economías en desarrollo les iba bastante mal al implementar cambios de política neoliberales -liberalizando el comercio y los flujos de capital de manera indiscriminada, aumentando la independencia de los bancos centrales, políticas fiscales y monetarias más estrictas (y típicamente pro cíclicas), y además el abandono de estrategias para el desarrollo previamente exitosas.
China evidentemente no adoptó estos cambios de política, los cuales fueron promovidos desde Washington a través de instituciones como el FMI, Banco Mundial, y después la OMC. (China ni siquiera se unió a la OMC hasta 2002.) Es verdad que la aceleración del crecimiento de China coincidió con una gran expansión de comercio e inversión extranjera. Pero estos fueron fuertemente dirigidos por el Estado para asegurar su consistencia con los objetivos de desarrollo del gobierno -precisamente lo opuesto a lo que ha sucedido en la mayoría de otros países en desarrollo-. Los objetivos de China incluyeron la producción para mercados de exportación, la promoción de cambios tecnológicos (con la meta de transferir tecnología de empresas extranjeras a la economía domestica), la contratación de residentes locales para puestos de trabajo directivos y técnicos, y no permitir que la inversión extranjera compita directamente con ciertas industrias domesticas.
El gobierno controla la mayoría del sistema financiero, el tipo de cambio, y aproximadamente el 44% de los activos de las principales impresas industriales. Es por eso que China pudo arrasar durante la recesión mundial, con un crecimiento del PIB de 9,8%, aun considerando la pérdida de 3,7% del PIB debido a la caída de las exportaciones netas.
Y ahora consideremos las implicaciones políticas e internacionales. Primero, gran parte de la discusión sobre la ascendencia china ha sido escrita desde la perspectiva de Washington -es decir, la perspectiva de un imperio. Desde este punto de vista, la ascendencia de China es una “amenaza”. Ya que este punto de visto considera que la supremacía de Washington y sus aliados es buena para el mundo, la ascendencia de China vista como una amenaza para el mundo. Se supone que China se convertirá en un imperio como lo es Estados Unidos, pero que no será igual de “benévolo.”
Este punto de vista no concuerda con los hechos. Considerando simplemente la historia más reciente, fue Estados Unidos que invadió a Irak -causando un millón de muertes estimadas-, está ocupando a Afganistán, bombardeando a Pakistán y Libia, y amenazando a Irán. El control que tienen Estados Unidos y sus aliados sobre las políticas económicas de las economías en desarrollo, a través del FMI, Banco Mundial y otras instituciones, ha causado mucho daño durante las últimas décadas.
Así que un cambio hacia un orden más multipolar seguramente producirá un mundo más pacifico y justo. De hecho, ya está sucediendo: la mayoría de Sudamérica, por ejemplo, es ahora gobernada por gobiernos democráticos de centro-izquierda que han producido reformas positivas que han beneficiado a las mayorías -algo que hubiera sido prácticamente imposible cuando Washington aún dominaba a la región-.
La política extranjera china se dirige principalmente hacia la obtención de las materias primas y comercio que impulsarán su crecimiento y desarrollo. Esto lo logra a través de transacciones comerciales. Por supuesto, sus corporaciones -como las de los países ricos- han sido criticadas en varias países. Pero China no le dicta a otros países cómo deberían manejar sus políticas externas hacia otros países, o sus políticas económicas en general -como lo hace frecuentemente Estados Unidos-. Esta es una importante diferencia entre un país que busca avanzar sus intereses nacionales y económicos, y un imperio que ejerce su propio orden sobre el mundo.
El costo de producir un avión militar y entrenar un piloto en China es mucho menor que en Estados Unidos. La política actual de Washington es de mantener la supremacía militar en Asia, pero una carrera de armamentos contra China haría parecer barata hasta a la guerra fría.
China sera la victoria definitiva del Comunismo Internacional