No era uno de los nuestros
xWilfo, militante de Iniciativa ComunistaQue todas las personas mínimamente honradas, progresistas y de izquierdas de este país no han podido evitar alegrarse de la reciente noticia de la muerte de Manuel Fraga es un hecho obvio, seamos sinceros.
Y no es para menos. A pesar de que ahora todo el "terrorismo mediático" y el circo electoral nos digan lo contrario, no se ha ido "uno de los nuestros" ni tampoco un demócrata de toda la vida.
Con la muerte de Fraga, lo único que queda es un asesino, un criminal, un terrorista y un fascista menos campando por las calles de este país, esa es la única verdad.
No debemos sentirnos avergonzados por ello, como él tampoco se avergonzaba de los muchos crímenes que cometió en su día, no debemos ocultar nuestra satisfacción por esta pérdida, a pesar de que ni ésta, ni la de su caudillo fueran, desde luego, como muchos de nosotros hubiéramos querido y deseado, y desde luego tampoco es esta la muerte que un criminal de su categoría se merece.
El señor Fraga, el cual ahora nos venden como un gran demócrata al que le debemos nuestras "libertades", es el mismo Fraga que hace no tanto tiempo afirmaba cosas del estilo de;
"Es evidente que el glorioso alzamiento popular del 18 de julio de 1936 fue uno de los más simpáticos movimientos político-sociales de que el mundo tiene memoria. Los observadores imparciales y el historiador objetivo han de reconocer que la mayor y la mejor parte del país fue la que se alzó, el 18 de julio, contra un Gobierno ilegal y corrompido, que preparaba la más siniestra de las revoluciones rojas desde el poder".
"Hay que ver quien puede (...) plantarle cara -hay que decirlo- a los grandes enemigos de España, que son el marxismo y el separatismo."
"La calle es mía."
"Los golpistas del 23-F estaban llenos de buena voluntad".
"El franquismo ha sentado las bases para una España con más orden. De hecho, no hay más que comparar la España de hoy con la de los años treinta."
Un Fraga con obvias responsabilidades políticas durante la dictadura fascista y criminal que sufrió este país durante más de 40 años. Un Fraga que fue amigo y adulador del asesino Franco, que fue Ministro de Información y Turismo, Embajador, procurador de cortes y Consejero nacional del Movimiento, durante la dictadura fascista, y después Vicepresidente y Ministro de la Gobernación durante los primeros años de la monarquía continuísta.
Así era este "demócrata" convencido de toda la vida, este al que en el día de hoy se supone que debemos llorar.
Pero más aún, este "demócrata" fue el mismo, bajo cuya responsabilidad directa se produjo el asesinato del militante comunista y cuadro político del PCE, Julián Grimau, en 1963, después de días de estar siendo salvajemente torturado (incluso arrojado por una ventana, curioso hábito que tenía su policía política fascista y que se repetiría años después con otra víctima) y posteriormente acribillado a balazos, justificando el crimen de "este caballerete" como tan simpáticamente (igual de simpático que le parecía el golpe fascista de 1936) le denominaba Fraga a este mártir de la libertad que fue Grimau, y por cuyo crimen este asesino jamás pidió perdón ni rindió cuenta alguna.
También fue bajo su responsabilidad cuando, tan solo 6 años después, fue asesinado, en 1969 el estudiante de derecho y activista del partido antifascista FLP, Enrique Ruano, de tan solo 21 años de edad, por la Brigada Político Social, los amigos demócratas del bueno de Fraga. El mismo Fraga que nos dijo que, en un repentino ataque de locura, el camarada Ruano se arrojó misteriosamente por una ventana (como también se había arrojado 6 años antes Grimau, curiosa tendencia suicida la de los antifascistas en los cuartelillos del régimen), a pesar de que, como luego se supo, Ruano fue torturado brutalmente durante cuatro días y después asesinado de un balazo. Y fue, como no, Fraga, el que salió al paso de la polémica para presentar a Ruano como un suicida y amenazar de muerte a la familia de la víctima para obtener su silencio. Como vemos, todas ellas, técnicas de un excelente demócrata que era Fraga.
También fue Fraga el mismo que formó parte del consejo de ministros que, alegremente y con firme convencimiento, firmó el "enterado" que sentenció al garrote vil al militante anarquista Salvador Puig Antich en 1974. Como buen demócrata que era, a Fraga no le tembló el pulso para asesinar a un chaval de 26 años que luchó toda su vida para que, asesinos como el no se enquistaran (como de hecho luego ha pasado tristemente) eternamente en el poder, como todos los fascistas, burgueses y capitalistas de este país.
No obstante, la trayectoria criminal del bueno de Fraga no se para con la muerte de su caudillo. Igual otro con un poco más de vergüenza y de dignidad habría frenado su carrera criminal, pero Fraga no. El no.
Y es así que durante su cargo de Vicepresidente y Ministro de la Gobernación, se produjo una de las muchas masacres a obreros y antifascistas durante la época de la mal llamada "transición", la masacre de 5 obreros huelguistas en Vitoria el 3 de marzo de 1976, cuando la policía disolvió a tiros una asamblea de trabajadores en huelga que se celebraba en una iglesia. Fraga era entonces el máximo responsable político de la policía que abrió fuego.
Ninguno de estos crímenes fue jamás juzgado, ni los cometidos en época franquista ni durante la transición, y así Fraga, con la conciencia bien tranquila pasó a dirigir a ese partido suyo, heredero directo de la dictadura fascista que es el PP, como no podía ser de otra manera.
Y a pesar de este abultado y criminal currículo (del que en estos días, como es obvio, no se ha mencionado una sola palabra), resulta que Fraga es un demócrata, un héroe de España, uno de los salvadores que trajeron la democracia a este país. SU democracia, la democracia de su sistema burgués, y capitalista, obtenida después de 40 años de crímenes (en los cuales, como hemos visto participó), 3 años de guerra y un golpe de estado ilegal (del que jamás se arrepintió) contra el único, verdadero y legítimo sistema democrático que había en este país, que era la II Republica española, de la que tanto abominaba el bueno de Fraga. El demócrata de Fraga.
El mismo al que se supone que debemos rendir respeto y pleitesía ahora mismo. Pues aquí tienen a uno que no se arrodilla ante asesinos y criminales, ante torturadores, ante fascistas y golpistas.
Como dijo Groucho Marx, " "Perdonen, señores, que no me levante", conmigo no cuenten.
Si quieren homenajear a alguien, es a Grimau, a Ruano, a Puig, a Pedro María Martínez, a Francisco Aznar, a Romual Barroso, a José Castillo, a Bienvenido Pereda, y a los cientos de miles de fusilados anónimos en las cunetas y paredones de este país por los amigos y compañeros del señor Fraga, por ese sistema que tan simpático le parecía.
Pero no se preocupen, que tarde o temprano, la justicia popular revolucionaria acabará poniendo a cada uno en su sitio y dando el merecido castigo a gente que, como Fraga, ha podido escapar de su destino por la confabulación y apoyo de un sistema burgués que les tiene muchísimo que agradecer.
Nos vemos en las calles, en NUESTRAS calles.