un poco del PRT que existe hoy dia
Prólogo
En algún lugar de Buenos Aires, los días 24 y 25 de agosto de 2002, sesionó el VI Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores, tomando como ejemplo a todos los compañeros que dieron su vida por la Revolución Socialista, bajo la presidencia honoraria de nuestro Secretario General y Comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo: Mario Roberto Santucho.
Ésta es la contribución que hacemos los hombres y mujeres que pretendemos ser la continuidad histórica de aquel glorioso Partido.
Introducción
I
“Nada estuvo más alejado de las preocupaciones de los marxistas argentinos, hasta el presente, que el problema del poder”.
El IV Congreso partidario comenzaba de esta manera una acertada caracterización de la situación de las fuerzas políticas del país y de sus estrategias, estado y desarrollo de las condiciones objetivas y subjetivas en el país.
El IV Congreso, fiel a toda elaboración marxista, no fue sólo la lectura de la realidad política y social de la Argentina , sino que fue a la luz de la historia la herramienta teórica y la guía mas clara, más concreta, más profunda, que tuvimos los revolucionarios para construir la nueva sociedad.
La comprensión de esa realidad, forjada en el transcurso de una creciente actividad combativa del proletariado y el pueblo, permitió el rico desarrollo de la experiencia revolucionaria en el país. Es más, afirmamos que fue esa comprensión la que armó políticamente a la organización y le permitió desarrollar su accionar en un período de auge de masas, con un elevado nivel de participación y capacidad de dirigir.
Durante los ‘60 y ‘70, las nuevas situaciones de auge supieron ser capitalizadas por los grupos que estaban por el desarrollo de la Guerra Revolucionaria como medio que llevaría a la toma del poder.
¿Por qué razón? Porque eran los únicos que estaban de acuerdo en llevar adelante una revolución.
II
Como Partido Revolucionario de los Trabajadores, partido de la clase forjado en la lucha, con compañeros caídos en combate contra el capitalismo, que cuenta con la experiencia de las masas movilizadas y la experiencia de todos los hijos del pueblo que lucharon y luchan por la construcción del Socialismo, es que retomamos el IV Congreso como base teórica sin olvidar los aportes realizados por el V Congreso partidario.
Sabemos, también, que es deber del Partido realizar un profundo balance autocrítico en lo ateniente a su historia como organización político-revolucionaria, y en torno a la historia del país.
“Faltó asimilación del marxismo-leninismo” , fue el comienzo de la autocrítica que leyera nuestro Secretario General Mario Roberto Santucho. Esta frase, a menudo utilizada tendenciosamente por muchos para descalificar el accionar del Partido al encabezar la Guerra Revolucionaria en Argentina, no fue más que el principio de una tarea pendiente que se cumpliría con la realización del VI Congreso, encargado de rectificar la línea, pero que no llegó a concretarse por razones de seguridad y por la caída de muchos compañeros.
Como PRT desconocemos las direcciones posteriores a la caída en combate de la mayoría del Buró Político del año 1976. Este hecho, acompañado de la no realización del VI Congreso en el país, le impidió a la organización visualizar el reflujo de masas que se venía produciendo en el país desde mediados de la década del ‘70. Estos dos factores produjeron que no se dieran las pautas para la reorientación y desarrollo de las formas de lucha apropiadas para esa coyuntura. ¿Qué es lo que queremos decir? Que no hubo instancia formal ni tiempo para llegar al replanteo táctico y que se siguió operando con una línea errónea.
Desconocemos las direcciones posteriores a la caída en combate de nuestro Secretario General. Repudiamos la decisión de sacar el Partido al exilio. Desconocemos el VI Congreso realizado en el exterior, sobre la sangre de los compañeros que aún combatían en el país.
Fundamentamos nuestra posición en:
La actitud liquidacionista que asumieron las direcciones del Partido en el exterior, que supieron expresarse como dos tendencias: mattinistas y movimientistas. Es necesario, sin embargo, diferenciarlas de la práctica militante sostenida por los compañeros del grupo V Congreso, en el marco de la solidaridad internacional.
La ilegalidad partidaria que reviste la realización en el extranjero del VI Congreso, por haber sido llevado adelante violando normas estatutarias.
La responsabilidad que le cabe a las direcciones posteriores al buró del ‘76, en el abandono sufrido por los militantes y por los combatientes presos durante el transcurso de la “noche negra argentina”, compañeros que quedaron desperdigados, sin unidad, sin dirección y sin cobertura partidaria frente a un enemigo atroz. Y que a pesar de esto, supieron mantenerse como dignos hombres y mujeres del Partido.
Estas tres conductas marcadas aquí nos sirven como base para visualizar el principio de TRAICIÓN. Pero esta TRAICIÓN no se aquietó con el final de la dictadura. Se profundizó durante la apertura democrática, y esto se puede observar en el accionar liquidacionista que sostuvieron las direcciones de “exiliados “ y “parientes”, que no sólo se adjudicaron la conducción del Partido, sino que arrastraron a la organización a la búsqueda de alianzas meramente electoralistas, llevándola a la atomización, contribuyendo a la propagación de diversos desviacionismos políticos, no sólo en el seno del Partido, sino en el seno del Pueblo, colaborando, así, con la dispersión de la vanguardia política y social, dispersión que se propuso realizar la burguesía nativa y el imperialismo.
Hoy, los compañeros que planteamos la construcción de una nueva sociedad que esté al servicio del hombre creemos que el mejor homenaje que podemos realizar a los combatientes del pueblo es el de retomar la construcción del Partido, asumiendo la responsabilidad que reviste esta tarea, tarea que lleva en sí misma un carácter estratégico: el de construir, junto con el pueblo, la nueva vanguardia político-social que necesita el país para desarrollar su proyecto de liberación.
Por esto el PRT se constituye, y levanta en los puños de los nuevos compañeros la sangre de nuestros combatientes. Levanta las banderas del Partido, fiel a la lucha que lo diferenció de todas las organizaciones: la lucha por el Poder y la construcción del Socialismo.
Capítulo 1
El marxismo y la cuestión del poder
Sólo del estudio de la realidad se puede extraer una praxis que transforme conscientemente al mundo. Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria.
Los marxistas luchamos por la toma del poder y la construcción en manos de los trabajadores de esa nueva sociedad donde el hombre no sea lobo del hombre . Entendemos que esto será fruto de una larga lucha, que va a adquirir diferentes formas según la etapa. Por esto el Partido tendrá que definir una Estrategia Global de Poder, que contemple las tareas y consignas adecuadas para cada etapa de la Guerra Revolucionaria. Entendemos, como parte de ésta, todas las expresiones y la utilización de todos los métodos con los que el pueblo luche por su libertad.
Muchos de los combates cotidianos se desarrollan de manera profundamente violenta. A veces el pueblo combate en silencio, en el campo de las ideas, de la cultura, de lo político; a este silencio muchos lo confunden con quietud, pero en él se muestra la construcción de orgánicas nuevas que nacen y surgen al margen del sistema, dinamizando la sociedad, creando la verdadera democracia, enfrentando en combates callejeros al estado y a su aparato represivo. Debemos entender que ese proceso es parte del desarrollo de la Guerra Revolucionaria. Debemos tender a organizar todos los niveles de la violencia hasta llegar a la creación de su máximo escalón.
Para la formulación de dicha estrategia, realizaremos una síntesis de las distintas concepciones estratégicas en la historia del marxismo revolucionario. Pasaremos luego a trazar los elementos para el desarrollo de nuestra estrategia de poder:
Marx y Engels
Cuando hablamos de los aportes, desde ya es el propio Marx el que no sólo enuncia el problema (el sistema, el carácter de la explotación, las herramientas teóricas para construir la nueva sociedad), sino que comienza a demostrar, desde la misma lucha de clases, los pasos necesarios para la toma del poder. Obviamente, la elaboración de su estrategia se debió al estudio del desarrollo de la sociedad (desarrollo de las fuerzas productivas y de la técnica militar) en ese período histórico.
En este punto deben diferenciarse dos análisis:
Hasta 1895, la lucha se daba fundamentalmente a través de las barricadas. La revolución se produciría como una gran insurrección. Amplios sectores de la sociedad se plegarían, dado el grado de debilidad de un estado burgués naciente, con un aparato militar en formación. En contraposición, se señalaba la concentración del proletariado en las urbes y la fortaleza de sus organizaciones.
Después de este año, Engels, a la luz de la lucha del proletariado, corrige la estrategia frente a una realidad diferente: la burguesía, con todas sus capas, se volcaba hacia el estado que las contenía y su carácter se volvía cada vez más internacional. La aparición de contradicciones mayores entre las clases oprimidas, el crecimiento de los ejércitos –tanto en número como en entrenamiento y técnica– hacían imposible pensar en una insurrección de masas sin preparación para la guerra.
La Revolución Rusa. Lenín.
Los aportes de éste a la teoría revolucionaria son numerosos. Trataremos aquí los más importantes:
La introducción del concepto fuerza motriz–fuerza directriz . Dada la composición de clases de la Rusia en la que le tocó actuar, ( la Rusia Zarista ), percibe que era imposible el desarrollo de una revolución únicamente obrera. Pero sólo el proletariado podría encabezar una revolución para toda la sociedad.
Plantea la revolución como fruto de una Guerra Civil Prolongada, donde los revolucionarios aplicarían la Guerra de Guerrillas para ir templando sus fuerzas. La combinación del accionar de las masas y del accionar armado maduraría la relación y la dirección de los órganos deliberativos de masas (consejos o soviets) para la toma del poder y la construcción del socialismo.
El Partido Revolucionario como criterio: quizás uno de los aportes más importante sea éste, el de la organización revolucionaria, compuesta por profesionales de la revolución, de orden centralizado, de carácter conspirativo y de combate. Esta organización en su desarrollo irá direccionalizando la lucha y con ésta irá creando los destacamentos obreros de autodefensa hasta llegar a la construcción del Ejército Revolucionario.
Trotsky
Contrariando a muchos “trotskistas”, Trotsky nunca ignoró el papel de la organización, nunca la redujo al sindicalismo. Planteaba la creación de milicias de autodefensa, denunciaba y anunciaba claramente el accionar de bandas fascistas y parapoliciales, planteaba la creación de células combatientes en las fábricas, como embrión del futuro Ejército Revolucionario.
Los aportes hacia el Estado Soviético, en torno a sostener un intercambio que ayudara al desarrollo de los Estados Revolucionarios, fueron ejemplo del internacionalismo. Del mismo modo, la participación del pueblo ruso durante la Segunda Guerra Mundial enfrentando al nazismo fue ejemplo del protagonismo de las masas en la transformación de una guerra nacional en una Guerra Popular.
Revolución China
Existen diferencias sustanciales entre la Revolución China y las anteriores. Diferencias que nacen de las características propias de un país con un desarrollo semifeudal, que se encontraba en vías a una reforma democrática burguesa y con una mayoría de población campesina. La ocupación del imperialismo japonés creó un escenario que llevó a la Guerra Revolucionaria hasta instancias desconocidas.
El accionar del Ejército Rojo en el campo construyó Poder Dual, zonas liberadas que cercaron las ciudades. Luego de la intervención en 1936 de Japón, la guerra pasó a tener carácter nacional: se unificaron las clases que querían la independencia china bajo el frente único anti-japonés, organismo que intervino a nivel internacional.
Uno de los hallazgos más importantes en la concepción de Mao fue el concepto de Guerra Popular Prolongada.
Revolución Cubana
Las condiciones en que se fue desarrollando la Revolución Cubana fueron decisivas para la estrategia de poder que elaboraron nuestros compañeros. Al estudiar los aportes que surgen de esta experiencia, como primera instancia no hay que olvidar que el propio Fidel reconoce la excepcionalidad del proceso cubano en el contexto internacional y nacional. Las elaboraciones del Che, que generalmente se desligan como otra teoría, son parte esencial de la síntesis extraída de dicho proceso. Las corrientes que promueven el Guevarismo separándolo de la Revolución Cubana , o entreviendo una dicotomía inexistente entre las ideas de Castro y el Che, sólo benefician a una falsa historia escrita por el enemigo. Existen otros que, por el contrario, reducen los aportes del Che al estrecho plano militar. Nada más equivocado, las definiciones son profundamente políticas cuando Guevara plantea que la lucha es contra el imperialismo.
Hay que tener en cuenta que el imperialismo es un sistema mundial, última etapa del capitalismo, y que hay que batirlo en una confrontación mundial. La finalidad estratégica de esta lucha debe ser la su destrucción, y así el Che lo expresa en su “ Mensaje a los pueblos del mundo a través de la Tricontinental ”. Guevara nos plantea claramente el papel que desempeñarían en el futuro los EEUU. También caracterizó que las revoluciones se producirán en las periferias de los imperios (América tendría una tarea de mucho mayor relieve: la creación del segundo o tercer Vietnam del mundo). Detallando aún más, avanza en definir que África y América Latina serían los lugares en los que librarían las futuras guerras contra los opresores. Es en este marco donde promueve la consigna “crear uno, dos tres, muchos Vietnam” .
Quizás para cerrar es necesario releer atentamente al Che cuando nos dice:
“…los combates no serán meras luchas callejeras de piedras contra gases lacrimógenos, ni huelgas generales pacíficas; ni será la lucha de un pueblo enfurecido que destruye en dos o tres días el andamiaje represivo de las oligarquías gobernantes; será una lucha larga, cruenta, donde un frente estará en los refugios guerrilleros, en las ciudades, en las casas de los combatientes…”
Debemos destacar los aportes realizados por los pueblos y el gobierno cubano en el plano de la solidaridad internacional, apoyando los movimientos revolucionarios en todo el mundo.
Revolución Vietnamita
Existen muchas experiencias que extraer de las revoluciones, pero quizás en donde se plasma más claramente el potencial de un pueblo cuando persigue la conquista de su libertad es en Vietnam. Allí también se muestra la crueldad de los enemigos de clase. Para precisar estas afirmaciones cabe señalar que el valiente pueblo de Vietnam resistió tres intervenciones militares imperialistas (Francia, Japón, EEUU). Libró una guerra contra potencias salvajes y asesinas que poseían medios técnicos y económicos ampliamente superiores valiéndose de la inconmensurable sabiduría de un pueblo y su heroica determinación. Es indispensable no sólo ver que es necesario vencer, sino que también es posible. Al ver la estrategia de Vietnam, observamos la infinita variedad de tácticas que adquirió la organización del pueblo en el transcurso de la Guerra de Resistencia Popular.
Vietnam nos enseña la articulación de todos los niveles de lucha; la habilidad política de leer la situación concreta; la concepción profunda de que la Revolución la hacen los pueblos; el principio de hacer de cada hombre un combatiente; la extensión de la Guerra Revolucionaria a todos los terrenos: político, militar, económico y cultural; la compresión de que el desarrollo de la guerra va a ser prolongado y desigual; que el poder no sólo se toma, sino que se construye gradualmente (forjando organismos, liberando zonas, etc.: ejecutando lo que el PRT definirá como poder dual .)
PRT
Los aportes realizados por el Partido son:
La determinación de que sólo un Partido Revolucionario, nutrido de las experiencias del pueblo, con sus mejores hijos, con los trabajadores como sujetos históricos, llevará adelante el proceso revolucionario.
La enseñanza de que es indispensable la creación escalonada de diferentes organismos, ya sea en el plano social, en el sindical, en el político o en el cultural, entendiendo que la revolución la protagonizarán los pueblos.
La caracterización correcta de las dimensiones del enemigo y de la guerra futura: era evidente que nos enfrentábamos a una Guerra Popular Prolongada que se iría desarrollando en una primera etapa, fundamentalmente en las zonas urbanas.
El haber promovido la unidad de las organizaciones armadas a partir de desarrollar la idea y crear el Frente Político que unificara sus luchas. Esto fue reflejado en el lanzamiento del FAS.
Su lucha contra las expresiones burguesas en todas sus formas, centrando su atención sobre el populismo y el reformismo.
En lo internacional, el esfuerzo del PRT pasó por haber creado la Junta Coordinadora Revolucionaria en la región.
Es necesario tomar en cuenta estos aportes a la hora de construir nuestra estrategia, para alcanzar nuestro objetivo: la construcción de la nueva sociedad, el Socialismo.
Capítulo 2
Nuestro partido y la estrategia de poder
I
El surgimiento del Partido Revolucionario de los Trabajadores se da cuando la revolución socialista estaba planteada en varios países del mundo. Ello se expresaba en Vietnam, en la Guerra de Liberación Nacional que libraban los países del África, en Europa, y en los embrionarios procesos y Movimientos de Liberación presentes en los países latinoamericanos influenciados por la Revolución Cubana.
En el plano nacional, si bien hubo luchas y enfrentamientos desde la conformación de la clase trabajadora como tal (constituida por la afluencia de corrientes inmigratorias –externas e internas– y su asentamiento en urbes), desde la aparición de las primeras organizaciones anarquistas hasta la resistencia peronista, no hubo en nuestro país organización que se planteara la cuestión del poder. Es más, como ya dijimos que afirma nuestro IV Congreso, nada estuvo más alejado de las preocupaciones de los socialistas, los comunistas y los trotskistas que el problema del poder y de la organización de la violencia en sus distintos niveles como una de las vías posibles.
Fue nuestro Partido el que siguiendo los lineamientos del marxismo revolucionario fijó su política como Partido de Clase, y asumió la conducción de la Guerra Revolucionaria. Hoy, se torna necesario revisar el pasado de nuestra organización; trazar un paralelo y poder determinar si se vive la misma relación de fuerzas y si contamos con la misma educación política del pueblo.
II
No hemos asimilado plenamente el marxismo-leninismo. Esta idea, también dijimos, la planteó nuestro Secretario General Mario Roberto Santucho tiempo antes de su caída en combate.
Ubicándonos en el período histórico de auge y de reflujo de nuestro pueblo, y también en el contexto regional (Cono Sur), se demuestra que no se tuvo en cuenta el proyecto del imperialismo para Latinoamérica, que en dos o tres años supo desarticular, temporalmente, estas experiencias.
El reflujo de masas que se produce a mediados de la década del ‘70 en nuestro país no fue percibido por el Partido y no fue asimilado debidamente (no hubo tiempo de replanteo táctico), lo que produjo que no se dieran pautas para la reorientación de las formas de lucha apropiadas para esa coyuntura.
Hoy, las limitaciones que presenta el proletariado y el pueblo para la elaboración de una estrategia de poder, es decir, para la elaboración de un proyecto de autonomía e independencia política y económica (de la clase y el pueblo, para la clase y el pueblo), es producto de las concepciones y prácticas de tipo reformistas y oportunistas que se encuentran en su seno, que lo llevan a desarrollar prácticas sociales políticamente erróneas. Esto nos demanda erradicar estas concepciones y prácticas, si queremos continuar con la misión histórica de ser la dirección revolucionaria del nuevo período.
La táctica debe determinar el quehacer específico de acuerdo a las circunstancias históricas concretas y debe saber adaptarse a las diversas situaciones.
Debemos saber que la correlación de fuerzas en lo táctico mundial y en lo específico continental ha cambiado:
El primer estado socialista no existe.
El bloque socialista, tampoco.
El bloque de las OLAS (en su aspecto estratégico) no llegó a concretarse.
Salvo la experiencia de las FARC-EP, todas las demás experiencias fracasaron.
A nivel país, el análisis coyuntural pasa por dos puntos esenciales:
La incapacidad de la burguesía para resolver los problemas del desarrollo económico.
La falta de perspectiva para legitimar el régimen parlamentario.
¿Qué otros elementos debemos considerar?
Definir correctamente a los enemigos de la revolución (estratégicos y tácticos), evaluando su fuerza y su probable estrategia.
Determinar la fuerza motriz de cambio y los posibles aliados de la revolución.
Definir el frente social que llevará adelante la revolución.
Determinar la vía estratégica para la revolución.
El momento actual de nuestro país se caracteriza por una agudización de la lucha de clases, proceso que a su vez configura una verdadera preparación para desarrollar enfrentamientos más agudos y decisivos.
El Partido, como organización revolucionaria, tiene la obligación de impulsar su tarea principal: la penetración en el seno del pueblo, llevando el objetivo estratégico de la lucha de clases, la toma del poder político y la derrota de la burguesía. Decimos que la política de la organización debe plantarse en situaciones concretas y que serán ellas las que determinarán la acción y las tareas.
III
Es fundamental prever las acciones del proletariado y el pueblo, la burguesía y el capitalismo.
La creciente desocupación de la masa laboral y la falta de respuestas genuinas convierten a una parte del pueblo en nuevo actor social, con formas propias de organización. Se los ve como el “único” sector que enfrenta al capitalismo y no como el sector más dinámico.
Hay que tener en cuenta que este sector, como otros sectores sociales en conflicto, se encuentra todavía en estado defensivo; pero que en tanto las condiciones objetivas y subjetivas vayan madurando, el pueblo pasará a la ofensiva, superando todo lo visto hasta hoy, transformando las derrotas en triunfos.
El camino de la revolución en nuestro país nos exigirá saber respetar el lenguaje y los métodos de lucha que se dé el proletariado junto a sus aliados de clase; respetar sobre todo las tradiciones de lucha que él lleva en su seno. También debemos saber que, hasta ahora, las direcciones sindicales no elevaron su nivel de conciencia y no plantean ni problema del poder ni la independencia política de la clase respecto de la burguesía y del peronismo. Su experiencia está radicada en el reformismo economicista, alineándose a la derecha fascista del peronismo.
Debemos tomar los aciertos y errores de nuestro Partido; también los de otras organizaciones hermanas, sin dejar de tener en cuenta las desviaciones oportunistas y sin olvidar la nefasta práctica de algunas de las organizaciones de izquierda: el entrismo.
Como partido de combate, confiando en nuestra clase y el pueblo, debemos insertarnos en el proceso hacia el auge de masas que lentamente vemos desarrollarse. Nuestro pueblo ha demostrado, a través de su historia, su capacidad de lucha. La tarea de hoy es aportar experiencia y reflexiones. Dirigir y garantizar las luchas del pueblo. Por eso, se torna necesario incrementar nuestra influencia como Partido, creando y preparando nuevas formas de combate.
Debemos tener en cuenta los dos polos de la contradicción burguesía-proletariado y aplicar el pensamiento revolucionario para distinguir en ella lo fundamental de lo secundario, analizando las distintas etapas (defensiva - de equilibrio - ofensiva), sabiendo guiar a la clase a través de éstas hacia la toma del poder.
Decimos que la toma del poder político no tiene, todavía, un camino definido y vemos improbable que la lucha se inicie como una insurrección popular, más bien pensamos que se iniciará como reacción defensiva en circunstancias del más profundo retroceso. La construcción de la fuerza que garantizará la toma del poder se planteará sobre la base de la experiencia y a la luz de las nuevas formas organizativas que el pueblo vaya desarrollando.
Decimos no haber perdido la única misión que tenemos: hacer la Revolución. Y afirmamos que el proletariado y el pueblo, únicos herederos de nuestro Partido y de sus símbolos, dejan atrás la frustración, los errores y la deformación, retomando el camino trazado en 1965, actualizando su estrategia de poder, partiendo del análisis concreto y del conocimiento exhaustivo de la práctica y de la teoría de la revolución mundial, para aplicar sus leyes generales a las particularidades de la Revolución en la Argentina.
fragmentos del Sexto Congreso del Partido Revolucionario de los Trabajadores
Texto completo: http://www.prt-argentina.org.ar/congresos/sexto.html