SS-18 escribió:
La mayoría de los animales, incluyendo aves y mamíferos, así como plantas evolucionadas han desarrollado mecanismos de algún tipo para evitar la endogamia. Algunos, como ciertas especies de cerezo, incluso disponen de un complejo proceso bioquímico que asegura que sus flores no serán fertilizadas por ellos mismos o por individuos genéticamente muy similares. La mayoría de los animales sociales expulsan a los jóvenes machos del grupo para evitar que se apareen con hembras de su mismo linaje. Los humanos tenemos fuertes tabúes en contra de las relaciones sexuales intrafamiliares. Incluso las moscas de la fruta aparentemente disponen de algún tipo de mecanismo que evita la endogamia: en poblaciones pequeñas y cerradas preservan una diversidad genética mayor a la que se presentaría si los emparejamientos ocurriesen meramente al azar.
Es que mirad. LAS JODIDAS PUÑETERAS MOSCAS DE LA FRUTA tiene mecanismos para evitar la endogamia y estos jodidos subanimales morenazis arios van a la contra, y siguien reinvidnicando lo mismo que reinvindicaban las elites de las sociedades primitivas de la prehistoria en la que vivimos. Como son tan puñeteramente retrasados. LAS PUÑETERAS MOSCAS DE LA FRUTA, un puñetero insecto que es 1/4 parte del tamaño de una mosca de la mierda.
En la alemania nazi, una buena mujer nacional socialista de un matrimonio, que iba al medico para que le aconsejase sobre su pureza racial, aceptaba las directrices que le daban para que se aparease con soldados de las SS para mejorar su sangre germana ( el marido tambien lo aceptaba )ya que los soldados de estas fuerzas de elite fanatizadas, eran elegidos bajo un estricto control racial ( habian judios entre ellos que no se detectaron ).
¿Como leches obtienes una sociedad medianamente sana, si motivas a que los padres de la mayoría de la futura población, sea un grupo de soldados que harían las funciones de "sementales" de puereza racial, para "mejorar" la especie ?
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Otro ario de pura cepa. El "hechizado"
Desde Juana la Loca y Felipe el Hermoso se desarrolló una estrategia dinástica que consistía básicamente en casamientos entre parientes de las distintas casas reales, ello dio lugar a una endogamia con alto grado de consanguinidad, la cual va aumentando peligrosamente con cada nueva unión de los herederos: Carlos I, Felipe II, Felipe II, Felipe IV... Cuando aparece el infante Carlos, el problema es ya muy grave. Su madre era nada menos que la sobrina carnal de su padre. El resultado fue una muerte sin descendencia y la llegada de una nueva dinastía: los Borbones.
Carlos II era el ejemplo máximo de la decadencia de la monarquía. Su padre, rijoso empedernido, putero impenitente y contumaz , después de su largo reinado, con un montón de líos y amantes, sirvientas obedientes y prostitutas de toda condición, después de tan largo e intenso currículum, sólo pudo tener un heredero legal, un ser feo, pequeño y enclenque. Torpe y atrasado a nivel físico y mental, aprendió a caminar a los seis años, también fue torpe para aprender a leer y a escribir. Sus profesores poco partido pudieron sacar de él: era prácticamente analfabeto. Su figura repelía. Era débil, enfermizo y feo. Su tez era amarillenta y pálida, sus ojos tristes y apagados, sin brillo , su nariz alargada tocando la boca. Su prognatismo, de herencia familiar, era muy acusado, lo que le causaba serios problemas para masticar los alimentos convenientemente. Durante su lactancia, que se prolongó hasta los cuatro años, sus nodrizas rehuían amamantarle , porque el prognatismo que padecía les ocasionaba a las amas enormes daños y erosiones en sus pezones.
Cuando el joven Rey tenía veinte años, podemos leer en la wikipedia, su figura y deplorable estado llegarían a impresionar al Nuncio del Papa:
“El rey es más bien bajo que alto, no mal formado, feo de rostro; tiene el cuello largo, la cara larga y como encorvada hacia arriba; el labio inferior típico de los Austrias; ojos no muy grandes, de color azul turquesa y cutis fino y delicado. El cabello es rubio y largo, y lo lleva peinado para atrás, de modo que las orejas quedan al descubierto. No puede enderezar su cuerpo sino cuando camina, a menos de arrimarse a una pared, una mesa u otra cosa. Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez en cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta vivacidad, pero no ahora; por lo común tiene un aspecto lento e indiferente, torpe e indolente, pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia.”
En otro lugar leemos que el embajador de Francia diría a Luis XIV:
”El Príncipe parece bastante débil; muestra signos de degeneración; tiene flemones en las mejillas, la cabeza llena de costras y el cuello le supura” y más adelante, ”asusta de feo”.
Un rey que se creía poseído por el demonio y que sólo era un tristísimo enfermo, según otra fuente, el Duque de Maura decía de él: “ El Rey se halla, en efecto, doblemente ligado por obra maléfica, para engendrar y para gobernar. Se le hechizó cuando tenía catorce años con un chocolate en el que se disolvieron los sesos de un hombre muerto para quitarle la salud y los riñones, para corromperle el semen e impedirle la generación."
Y no podía tener descendencia, a pesar de que se casó dos veces. El problema lo tenía él: era incapaz de engendrar nada. Era estéril y además sufría de eyaculación precoz. Ni María Luisa de Orleáns ni después Mariana de Neoburgo pudieron tener descendencia con el rey.
Una copla popular decía:
“Tres vírgenes hay en Madrid:
la Almudena, la de Atocha,
y la Reina Nuestra Señora.”
Mientras, España seguía sin levantar cabeza, arruinada después de tantas guerras y tantas epidemias, tanta ineficacia administrativa y tanto castellano viejo presumiendo de “pureza de sangre”, la hacienda en números rojos y París y Viena haciendo planes entre tanto para ver quién se quedaba con el botín español. Los ingleses también tenían interés por el reino: no querían que las otras dos potencias aumentaran su poder territorial a expensas de España. El 1 de noviembre de 1700, con 39 años escasos, moría el último Austria después de una vida enferma, triste e inútil, muy diferente a la de aquél Carlos I que inauguró esta dinastía. Entre otras dolencias, el parte médico actual diría: Hidropesía. Insuficiencia cardíaca. Lesiones pulmonares e intestinales.
El médico real que analizó su cadáver añadió: «Un solo testículo, negro como el carbón».