Foro Comunista

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    Mensaje por s2012 Mar Jul 10, 2012 5:26 am

    Hola buenas noches, quisiera saber si alguno de ustedes me puede aclarar algunas dudas que tengo, revisando la historia de el sector de izquierda en Colombia se ha polarizado la discusión prácticamente entre las FARC y el ELN, pero no se tiene en cuenta a otros grupos como por ejemplo el EPL con el Partido Comunista de Colombia Marxista-Leninista; no hay mucha información sobre aquel tema, por tanto me gustaría saber si ustedes me pueden colaborar de antemano muchas gracias…
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    Mensaje por mateo243 Mar Jul 10, 2012 6:12 am

    Es una idea interesante publicar también sobre distintos grupos armados, el problema inherente radica en la escasez de fuentes por parte de muchos de nosotros. Sería conveniente crear un hilo donde se aborden estos grupúsculos olvidados por muchos.

    Saludos.
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    Mensaje por Manuel Pérez Miér Jul 11, 2012 12:47 am

    Les dejo un documento breve de los 40 años de el EPL atendiendo a la solicitud de documentos de grupos no tan debatidos pero los invito a buscar hay mas información sobre el EPL de lo que creen ya que estoy volcado hacia el estudio del ELN como ya se habrán dado cuenta.


    EPL: 40 AÑOS DE LUCHA POR LA REVOLUCIÓN Y EL SOCIALISMO

    Han pasado 40 años desde cuando el 17 de Diciembre de 1967, en el noroeste colombiano, irrumpió con el vigor de una fuerza nueva el Ejército Popular de Liberación (EPL), guiado por el Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista), y bajo el mando del camarada y comandante Francisco Caraballo.

    Nacía, en esa esquina del territorio nacional la lucha armada revolucionaria dirigida por el partido del proletariado como componente indispensable para la lucha por la toma y ejercicio del poder político por el proletariado y el pueblo, para el derrocamiento del Estado burgués-pro imperialista, y establecer un Estado democrático popular con el logro del objetivo estratégico de la revolución democrática, antiimperialista, en marcha al socialismo.

    Dos acciones combinadas sellaron con sangre el nacimiento victorioso del EPL: la una, en el Alto Sinú, Tierralta, contra los atropellos de Chucho Ferrao, criminal terrateniente, dueño de vidas y hacienda, con bandas armadas de mercenarios para aterrorizar e imponer “su ley” a los campesinos, en condiciones feudaloides de existencia. Odiado por sus víctimas, fue ajusticiado por una fuerza combinada del EPL y el campesinado de la región, para quien la muerte del terrateniente era una reivindicación sentida por décadas; se trataba de recuperar el derecho a la vida y al trabajo libre; la otra acción, en el Alto San Jorge, consistió en la aplicación de la justicia popular a un rico comerciante, que acostumbraba pignorar la producción de los campesinos por la tramposa contabilidad que solamente él manejaba.

    Las cosechas prácticamente pasaban de la tierra a sus depósitos y al verdadero dueño solo le quedaba “el crédito” para seguir endeudándose en las próximas cosechas. Se le conminó a corregir su criminal oficio y pagar precios justos. Se negó a hacerlo y respondió con su banda armada. El justo reclamo se volvió un operativo militar para imponer reglas honradas de comercio. Ese sujeto recibió el apoyo del ejército burgués que hizo más sangriento el operativo con el saldo del comerciante y varios soldados muertos y la herida mortal del combatiente del EPL, camarada Adalberto López, sucedida durante la retirada.

    Desde allí el EPL ha dado ejemplo de combatividad e iniciativa militar revolucionaria en históricas batallas que han reducido y aniquilado fuerzas enemigas y le han garantizado unos sólidos vínculos con las masas. En esas batallas han entregado la vida muchas decenas de combatientes y a uno de sus mejores comandantes, al camarada Ernesto Rojas, en 1986.

    A las condiciones explosivas de una sociedad colombiana que hervía en los antagonismos de clase burguesía-imperialismo, de un lado, y proletariado-pueblo, del otro, se sumaban hechos que hay que tener en cuenta, existían los múltiples focos de violencia popular encendidos en todos los continentes en respuesta a la agresión y saqueo imperialistas, liderados por el más voraz de todos, el imperialismo norteamericano. Y más inmediatamente, la lucha estaba estimulada por las victorias de la lucha popular en América Latina y el Caribe y del triunfo revolucionario inédito de Cuba, que ha dado ejemplo de honor, dignidad y valentía ante la bestial agresión imperial y el criminal bloqueo económico, incontables veces condenado por la comunidad internacional.

    Hasta Colombia llegó, entonces, el centelleo de la valiente respuesta de los pueblos árabes –con el pueblo palestino a la vanguardia- a la invasión fascista de Israel, mano homicida y expoliadora del imperialismo norteamericano en el Cercano Oriente. La guerra expansionista, la Guerra de los 6 Días, dio origen a la nueva versión de la guerra sionista, alimentada por Washington durante más de 40 años, orquestando esa intrusión infame que aun continúa.

    En medio de ese estremecimiento ocasionado por tanto fuego vertido sobre los pueblos, existió, para que la humanidad no lo olvide jamás, la lucha del pueblo vietnamita que terminó en los años 70 con la victoria contundente: 30 millones de hombres y mujeres conscientes, unidos por una misma política y un mismo objetivo, derrotaron, humillantemente el descomunal poderío y la infinita soberbia, supuestamente imbatibles de la primera potencia del mundo, el Imperialismo Norteamericano.

    En este marco de convulsión político-militar universal, nació el Ejército Popular de Liberación de Colombia, lleno de optimismo revolucionario, convencido del futuro Socialista de Colombia, de América Latina y el Caribe y de la humanidad. Porque después de la existencia de la potencia mundial proletaria, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y del resto del Campo Socialista, que evidenció la superioridad indiscutible del socialismo sobre el capitalismo, nadie con un pensamiento científico y respetuoso de la realidad concreta de la historia, negaría que después del capitalismo, lo que continúa es la Sociedad Socialista como ante sala de la Comunista.

    Diversas y muy sólidas son las cualidades que han hecho del EPL una fuerza incorruptible. La firmeza no le ha impedido asumir con flexibilidad el tratamiento político al conflicto armado, político y social y ha luchado por espacios democráticos a favor de la lucha popular como fueron los acuerdos de “Cese al fuego y Diálogo Nacional” firmados con el gobierno de Belisario Betancur en 1984.

    Con esas mismas cualidades ha enfrentado los más duros ataques militares, políticos e ideológicos, sin que su moral y decisión de lucha hayan sido quebradas.

    Mas daños le ocasionaron aquellos sectores de sus filas que se descompusieron; aquellos que como el hoy inexistente grupo oportunista Esperanza Paz y Libertad que a finales de los ochentas renegaron de las banderas de la revolución y se pasaron a las filas de los enemigos del pueblo e incorporaron a las estructuras del poder burgués-imperialista convirtiéndose en verdaderos enemigos de todo el pueblo y el proletariado, de los verdaderos revolucionarios y no sólo del EPL y el Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista). También le hicieron daño los oportunistas que encabezaron a final de los años 90 las llamadas tesis de “rectificación indispensable” que pretendían liquidar el EPL que se reponía de los daños causados por “los esperanzados”.

    No menos consecuente ha sido nuestro EPL en la valoración de su política de alianzas, así lo demostró con su dedicación al esfuerzo unitario de construcción y desarrollo de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar.

    Educado por nuestro Partido, su vida ha sido ejemplo de respeto a la unidad popular y a la solidaridad entre las fuerzas armadas revolucionarias, tanto nacional como internacionalmente, en la convicción de que esos valores morales del pueblo y de sus organizaciones progresistas y revolucionarias son absolutamente necesarios para el triunfo de la revolución; y lo son a condición de que los guíe una política consecuentemente revolucionaria.

    Por esto, aun en medio de toda suerte de dificultades y del asedio del enemigo, el EPL se mantiene firme y con vitalidad revolucionaria para seguir enfrentando el presente y avanzar construyendo estructuras tanto en el campo como en la ciudad. Esto le permite mirar el futuro con un optimismo fundado que hace honor a los sacrificios de héroes como el comandante Ernesto Rojas y de los prisioneros de guerra que han purgado y purgan largas condenas en las mazmorras del régimen sin renunciar a sus convicciones revolucionarias.

    El EPL Llega a sus 40 años de vida mermado en cantidad, pero con la garantía de la solidez ideológica y política de sus dirigentes y mandos de las diferentes líneas. El EPL es una realidad promisoria, cada vez más claro en su perspectiva revolucionaria.

    Colombia, diciembre de 2007

    ¡COMBATIENDO VENCEREMOS!
    Ejército Popular de Liberación
    Dirección Nacional

    ¡COMBATIENDO UNIDOS VENCEREMOS!
    Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista)
    Comité Central


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    Mensaje por s2012 Miér Jul 11, 2012 12:59 am

    Te agradezco, por tu aporte por lo que veo aquel partido solo opta por la lucha armada en este momento como su tactica o estoy equivocado?
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    Mensaje por Manuel Pérez Miér Jul 11, 2012 2:44 am

    Mas informacion sobre el EPL y su historia


    Por Ernesto Rojas, Comandante del EPL escribió:

    A los lectores:




    Estas notas que lanzamos a la luz pública las elaboró el camarada Ernesto Rojas, Comandante del EPL vilmente asesinado por el enemigo en febrero de 1987.


    La recopilación es trabajo del camarada y comandante Francisco Caraballo, que desde la cárcel de máxima seguridad venció dificultades de sus duras condiciones de reclusión para enviar este documento como contribución a la celebración del 40 aniversario del EPL.


    Los subtítulos los introdujimos para facilitar la lectura y manejo de este documento sobre una parte importante de “…la historia de la rebeldía de las masas en Colombia”, como diría el historiador Ignacio Torres Giraldo en su valiosa obra “Los inconformes”.


    Comisión de Propaganda del EPL

    Secretaría de Prensa y Propaganda del PC de C (m-l)






    MARCO HISTÓRICO DE SU FUNDACIÓN


    Marxismo-leninismo, revolución cubana, inconformismo social, son conceptos comunes a varias de las organizaciones revolucionarias de este país. Nosotros no somos la excepción.


    Cuando se sientan las bases para la fundación del EJERCITO POPULAR DE LIBERACION, EPL, existen dos situaciones: una en el campo internacional y otra en lo interno, en Colombia. En el exterior están las luchas entre los marxistas-leninistas y los jrushovistas, que producen una división en el Movimiento Comunista Internacional. Simultáneamente, en Cuba está la revolución que se convierte en un detonante para toda América Latina. Su ejemplo de un proceso rápido hacia un desarrollo importante, inspira al movimiento latinoamericano para impulsarlo a emprender el mismo camino. Este proceso le daba la razón a los que criticaban a los partidos comunistas de la época, por descartar la lucha armada y negar la posibilidad la alcanzar la victoria por ese medio.


    En este periodo, Colombia sufría la violencia en su última etapa y vivía la experiencia de una guerrilla que había incorporado a sus filas a un gran contingente de campesinos pero que fue conducida al fracaso por la dirección del partido liberal y por la incapacidad del Partido Comunista para conducir y orientar ese movimiento. Había entonces una situación de frustración.


    Un grupo de revolucionarios en el interior del Partido Comunista asimila la experiencia cubana y critica a esa colectividad política que demerita la revolución por la vía de las armas.


    LA RUPTURA DEL PARTIDO COMUNISTA Y EL EPL


    Pedro León Arboleda, Pedro Vásquez Rendón, Libardo Mora Toro y otros, se plantean un rompimiento y deciden canalizar la lucha armada. Por esos años –principios de los sesenta- hubo contactos con los hermanos Vásquez Castaño y se pudo coincidir en aspectos políticos que luego motivaron la formación del Ejército de Liberación Nacional.


    Pero debido a contradicciones de diverso tipo, no se consolidaron los acercamientos, sino más bien un distanciamiento. Los Vásquez Castaño consideraron que los Pedros, Mora Toro y Francisco Caraballo pretendían o capitalizar o hegemonizar el desarrollo del ELN.


    El Partido Comunista, ya dividido, va por caminos diferentes. El nuestro, el Partido Comunista de Colombia, marxista-leninista, decide un camino para el desarrollo de la lucha armada. La gente era muy joven en ese año 1964 y cometimos errores.


    PRIMEROS NÚCLEOS GUERRILLEROS


    El “foquismo” estaba de moda y nos fue imposible apartarnos de esa influencia.


    Intentamos crear varias zonas guerrilleras en el país; hay una que en nuestra historia se conoce como Zona X, ubicada en los departamentos de Santander y Bolívar, región a la cual posteriormente entró a trabajar el ELN. En esa zona se creó el primer núcleo guerrillero del EPL, simultáneamente con otros en el Departamento del Valle del Cauca (zona Guacarí), en Risaralda y el Chocó. Eran sectores en donde implantábamos un grupo guerrillero, con la participación de revolucionarios que hacían el trabajo entre las masas.


    El acento principal estaba en el núcleo, partiendo del criterio de que una vez creado serviría de detonante para que en esas áreas estallara un movimiento insurreccional. Desde un principio se impulsó el trabajo de masas.

    Esa experiencia condujo al primer fracaso, porque nuestra presencia en Guacarí permitió que el ejército nos ubicara y ejecutara una operación de cerco, ante la cual no pudimos responder eficientemente porque no estábamos preparados. Este ó la desintegración del grupo comandado por el compañero Jesús María Alzate, que posteriormente fue muerto en el Noroeste de Colombia, formaban parte del mismo grupo Francisco Garnica, Carlos Alberto Morales y Ricardo Torres. El plan original consistía en construir una zona fuerte del EPL por la cordillera central, para entrar en la zona cafetera, pero sin perder contacto con la cordillera occidental.


    La acción del ejército se desarrolló en dos partes: por un lado golpeando a los que desarrollaban el trabajo entre las masas y por el otro, atacando al grupo guerrillero en formación. Por esta acción cayeron los tres camaradas encargados del trabajo político que, cuando salían de una reunión fueron detenidos, torturados y luego asesinados. Los tres eran jóvenes, el mayor de ellos Garnica, tenía veinticinco años, habían sido dirigentes de la Juventud Comunista, JUCO. Al romper con esa organización pasaron al Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista). Fue sin dudas una pérdida grave para la organización y para el movimiento revolucionario, pues eran brillantes y de una inteligencia superior.


    DE NUEVO POR LA UNIDAD GUERRILLERA


    Por esa época, y teniendo en cuenta la posición del Partido Comunista se intentó un acercamiento con las FARC, que eran fundamentalmente una organización de autodefensa. Cuando las acciones de Marquetalia, el Partido Comunista había enviado a un núcleo y dos de sus integrantes habían sido Jacobo Arenas y Pedro Vásquez.


    Pedro salió de allí debido a las contradicciones que se presentaron. Pedro afirmaba que no se podía condenar al movimiento guerrillero y se debía asumir una posición activa de guerrilla móvil que condujera al desarrollo de la lucha armada y no simplemente esperar a que ocurriera lo que se veía venir la invasión Marquetalia, Riochiquito, El Pato. Pedro Vásquez señalaba que el grupo debía prepararse para ello asumiendo una actitud de iniciativa que le permitiera golpear antes de ser golpeados.


    Pasado el tiempo y, comprobadas las teorías de Pedro Vásquez sobre la invasión y la ineficacia de la actitud pasiva, el Partido Comunista (m-l) planteó la necesidad de renovar los contactos. Se envió a un médico de Cartago (Valle del Cauca), al camarada Aldemar Londoño a conversar con las FARC, en el entendido de que él se sentía capacitado para discutir con la dirigencia de esa organización, ya que contaba con experiencias en ese sentido.


    Lamentablemente perdimos el contacto con él y de esa forma nos vimos privados de un gran dirigente.


    Los intentos de establecer relaciones unitarias con el ELN y las FARC así como el impulso fallido para crear focos insurreccionales, llevaron al Partido a reflexionar, a racionalizar las nuevas situaciones y a plantear un cambio, por medio del cual se rompió con el “foquismo” y se decidió ampliar y profundizar el trabajo de masas, entendiendo que la guerrilla debía ser el resultado de un trabajo político; eso llevó a concentrar la atención en el Noroeste de Colombia.


    El trabajo inicial consistió en penetrar en la región por diferentes medios, por ejemplo con maestros de escuela. La organización de sindicatos, cooperativas, juntas de acción comunal, jornaleros, etc., ubicados en áreas del Alto Sinú y el Alto San Jorge.


    FUNDACIÓN DEL EPL Y MANIOBRAS DEL GOBIERNO NACIONAL


    La rectificación iniciada en el año 1965 y desarrollada especialmente en 1966 y 1967, permitió crear a finales de este año, exactamente el 17 de Diciembre, en medio de levantamientos campesinos, el primer destacamento guerrillero del EPL comandado por Pedro Vásquez Rendón y Francisco Caraballo.


    Ya en el año 1968 se puso en evidencia la existencia de brotes guerrilleros además de la consolidación del movimiento campesino. Eso explica que el presidente Carlos Lleras Restrepo, una vez enterado de la nueva situación, envió a la ministra del trabajo María Elena de Crovo, aprovechando la presencia de algunos dirigentes que provenían del Movimiento Revolucionario Liberal (MRL), entre los cuales se destacaba Julio Guerra.


    Julio Guerra, viejo líder guerrillero de la región y Luis Manco David, dirigente campesino, habían tenido contactos políticos con al jefe del MRL Alfonso López Michelsen. Lleras Restrepo consideró que enviando a su estrecha colaboradora, la destacada “revolucionaria”, lograría convencer a los dirigentes guerrilleros de cambiar su política y sus proyectos.


    En efecto, arribó la doctora María Elena de Crovo con la idea de que el EPL podía presentar algunas propuestas respetuosas al Gobierno Nacional y que éste a cambio, podría impulsar créditos a través del Instituto Colombiano de la Reforma Agraria y además tomar ciertas medidas de carácter social. Las discusiones se desarrollaron en un área de los Llanos del Tigre. Luis Manco, Francisco Caraballo y una delegación campesina le hicieron entender a la delegada del Gobierno que esa no era la solución para el problema. Sin lograr absolutamente nada María Elena de Crovo salió de la zona y luego de entregar el balance de su gestión al Gobierno Nacional, éste preparó una operación militar de vastas proporciones, que se conocería como la Primera Campaña de Cerco y Aniquilamiento.


    DERROTA DEL PRIMER CERCO DE ANIQUILAMIENTO


    A comienzos del mes de abril ya se notaba la presencia de gran cantidad de personas extrañas en la región y el inicio de una labor de inteligencia en las áreas periféricas.


    Además iniciaron una acción psicológica sobre el campesinado mediante el vuelo rasante de avionetas que dejaban caer gran cantidad de volantes con escritos como “fuera los rojos”, “rechazamos a los comunistas”, que poco a poco podían ir calando entre la población. Ante esa situación el Partido decidió crear nuevas unidades del EPL y organizar a las masas campesinas.


    Se inició entonces el trabajo político, del cual resultaron las Juntas Patrióticas y las Guerrillas Locales. Desde comienzos del año, en especial en enero y febrero, nuestro grupo había luchado ya contra terratenientes y pequeños puestos de policía, pero no habíamos enfrentado una ofensiva militar planificada.


    El ejército oficial llegó y se estableció en Montelíbano, Planeta Rica y Tierra Alta, penetrando poco a poco: todos los días caminaba un pedazo, otro pedazo y todo el mundo comenzaba a ver cómo avanzaba y se iba concentrando en los Llanos del Tigre, una región de colonos pobres que en esa época estaba muy poblada por gentes que habían buscado refugio, procedentes de áreas de violencia de Antioquia.


    Los campesinos, con sus mujeres y niños, además de los ancianos, plantearon su deseo de irse con nosotros para el monte. Por esa época ya conocíamos la experiencia de Marquetalia, El Pato y Guayabero y pensamos que era inconveniente lanzar a las familias en ese tipo de aventuras.



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    Mensaje por Manuel Pérez Miér Jul 11, 2012 2:49 am

    Segunda parte del texto escrito por Ernesto Rojas



    Ernesto Rojas, Comandante del EPL escribió:

    El Partido ordenó entonces que sólo fueran los hombres capaces de empuñar las armas y que el resto de la población se quedara en sus casas. No fue fácil convencerlos de que eso era lo justo y las mujeres nos decían además: “¿qué vamos a hacer para defendernos si nos quedamos solas?” Fueron varios días con sus noches para convencerlos. Nos llevamos a muchos hombres, a los que equipamos con malas armas, escopetas, revólveres y hasta machetes; había una que otra carabina San Cristóbal, uno que otro fusil de repetición; pero con lo que había emprendimos la marcha.


    Ya para el mes de mayo, el cerco era completo, se había producido el anillo y el ejército llevó con helicópteros a sus soldados hasta la zona del núcleo guerrillero. La experiencia era poca, no teníamos dirigentes militares. Algunos como Libardo Mora, Francisco Caraballo y David Borrás tenían conocimientos teóricos y los que habían pasado por la violencia de los años cincuenta carecían de conocimientos actualizados para las nuevas condiciones de lucha.


    El cerco duró los meses de mayo, junio, julio y agosto; participaron unos ocho mil soldados con el objetivo de destruir el movimiento en su nacimiento para evitar su consolidación y desarrollo.


    Después de varios intentos fracasaron y finalmente decidieron replegarse.


    Habían concentrado a la población, mujeres niños y ancianos en determinados puntos a los que llamamos “campos de concentración”, haciendo una labor psicológica para lograr colaboración. También fracasaron en esa empresa.


    No hubo enfrentamientos grandes, porque la táctica que se asumió fue la de dispersión, es decir, pequeños grupos en toda la región en actitud de hostigamiento para tratar de dividir y desmoralizar al ejército. Nosotros no estábamos en capacidad de emprender un real enfrentamiento, ni por la preparación militar ni por las armas.


    Lo que hacíamos era acosar todos los días, de día y de noche, para hacerle al ejército insoportable la situación y obligarlo a retirarse. A pesar de lograr nuestro objetivo, a finales de agosto la victoria no fue completa: habíamos perdido a compañeros de invaluable capacidad como Pedro Vásquez Rendón y Bernardo Ferreira Grandet.


    Pedro Vásquez era nuestro principal dirigente y su muerte, ocurrida en el río Sinú, fue muy sensible.


    La organización siguió adelante. Habíamos perdido veinte combatientes en los tres meses, contando a guerrilleros locales, pero su recuerdo era para nosotros un nuevo aliciente de lucha.


    EL EPL SE FORTALECIÓ LIGADO A LAS MASAS


    Durante un año completo el EPL se fortaleció; le habíamos dado una gran importancia al trabajo entre las masas y reforzamos las Juntas Patrióticas Regionales bajo la dirección de Julio Guerra y de Evelio Ramírez. La gente se organizaba en cada vereda y realizaba reuniones cada ocho días, en las que hasta los niños hablaban sobre sus propios problemas y hablaban sobre la unidad para la producción, conscientes de que el trabajo individual no era lo que más rendía. Formaban brigadas de trabajo, iban a las fincas de cada uno para producir conjuntamente y luego repartir también colectivamente. Las Juntas Patrióticas de la zona coordinaban todo a nivel veredal y había una Junta Regional que representaba a la autoridad, conformando los “embriones de poder”.


    Los destacamentos guerrilleros de entonces tenían una estrecha relación con los núcleos organizados de la población. Cuando no había combates estaban junto con la gente ayudándola en sus labores normales y por las noches enseñaban a leer y escribir en las escuelas organizadas con ese propósito.


    Se elevó en ese período el nivel político de las masas y la producción también aumentó. La experiencia del Alto Sinú y el Alto San Jorge se extendió hacia el Bajo Cauca y Urabá. Se creó la misma estructura en las nuevas zonas y se buscó el fortalecimiento de las guerrillas locales, que eran unidades del EPL pero tenían asentamiento campesino, pobladores que tenían sus armas y a la vez trabajaban la tierra. Ante cualquier indicio de ingreso del ejército se sumaban al núcleo guerrillero. Eran cabeza de familia, con su familia y su finca, pero con cierta formación militar.


    APRENDER DEL COMBATE


    Apenas se produjo la primera salida del ejército, comenzaron a planear el segundo cerco de aniquilamiento. En el cerco hay cosas que no cambian: la primera es la fase del trabajo de inteligencia, el penetrar a la gente para buscar información sobre la ubicación del grupo guerrillero, sus características, su influencia y demás detalles de su interés. Luego viene la labor de propaganda sicológica y de intimidación. En estos aspectos el segundo cerco fue idéntico al primero.


    Pero lo militar fue diferente. La primera vez se ubicaron primero en los municipios, en los poblados y de allí penetraban lentamente en una acción para cerrar el anillo. En esta nueva ocasión, desde los batallones mandaban helicópteros al corazón, a nuestros centros de trabajo; depositaban allí su nido y comenzaban una acción combinada con la penetración. Eso nos tomó de sorpresa, porque esperábamos un cerco gradual como el anterior. Tuvimos bajas lamentables en las primeras de cambio aunque el núcleo de colaboradores nos ayudó inmensamente; en pocas horas los campesinos cogieron sus armas y se vincularon a los destacamentos; las mujeres sabían que les tocaba resistir y esperar. . .


    El ejército invasor lo primero que hizo fue concentrar a las mujeres con sus niños y ancianos en ciertas áreas. Las acciones militares se extendieron hacia Urabá y el Bajo Cauca; más de diez mil soldados se movilizaron en este operativo que duró seis meses, desde agosto de 1968 hasta febrero de 1969. Los golpes propinados al ejército invasor fueron duros y fracasaron nuevamente; le hicimos unas doscientas bajas, aunque cometimos el error de no aprovechar las condiciones para pasar del hostigamiento hacia acciones de aniquilamiento, ya que teníamos la posibilidad de concentrar fuerzas para operar.


    De todas formas, después de seis meses de enfrentamientos, el ejército invasor se retiró una vez más, sin lograr sus objetivos.


    EL PROBLEMA DEL PODER


    El excesivo entusiasmo con los éxitos y los avances logrados, nos llevó a la pretensión de construir poder popular, con la consolidación de las organizaciones de las masas y el fortalecimiento de las estructuras militares. Fue un error grave, puesto que no contábamos con la fuerza y las condiciones apropiadas para lograr ese objetivo. Además se presentaron problemas internos que debilitaron el trabajo.


    Un cambio en la orientación política condujo a proyectar el trabajo hacia otras áreas y especialmente hacia los principales centros urbanos.


    La dirección me ordenó salir con el propósito de desarrollar fuerzas urbanas en 1974.


    CORAJE ANTE LAS DIFICULTADES


    Cuando avanzaba el cumplimiento de esa misión y estábamos integrando un grupo para enviarlos al Noroeste como refuerzos, fuimos detenidos; cayeron presos camaradas de Antioquia, el Viejo Caldas y el Valle del Cauca, unas sesenta personas en total.


    En ese período sucedió lo más lamentable y doloroso de todo: la muerte del camarada Pedro León Arboleda, uno de los más esclarecidos dirigentes del Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista).


    Para los detenidos se montó un Consejo de Guerra, del cual resultaron condenas larguísimas. Yo debía purgar una pena de doce años y fui enviado a la isla de Gorgona con base en el juicio de primera instancia. Eso fue durante el gobierno de Alfonso López Michelsen que levantó el Estado de Sitio y como no habíamos sido condenados en segunda instancia, el caso pasó a la Justicia Ordinaria; el Consejo de Guerra fue anulado y salimos por pena cumplida.


    Una vez puestos en libertad regresamos al Noroeste con la intención de reactivar el trabajo.


    PASOS DE UNIDAD GUERRILLERA


    En 1978 se realizó un encuentro con los dirigentes del ELN que en ese período atravesaban una crisis grave de la cual quedaban unos once dirigentes destacados; en una zona del Noroeste nos encontramos con los comandantes Manuel Pérez, Nicolás Rodríguez Bautista y otros; también estaba Francisco Caraballo.


    Hicimos una reunión importante en la cual se consolidaron las relaciones entre las dos organizaciones y se proyectaron las acciones unitarias.


    Posteriormente el ELN avanzó en un proceso de rectificación que le permitió salir adelante no obstante las enormes dificultades que debió enfrentar.


    RUPTURA CON EL MAOISMO Y NUEVAS PERSPECTIVAS


    De nuestra parte, de 1978 hasta 1980 se desarrolló una profunda discusión ideológica en el seno de la organización, un serio cuestionamiento a la historia vivida: como resultado, en el XI Congreso del Partido realizado en abril, se rompió con el maoísmo y con su influencia nociva en nuestra actividad.


    Gracias al correcto trabajo cumplido, primero en la teoría y luego en la actividad práctica, pudimos superar las situaciones negativas y proyectarnos en mejores condiciones hacia el futuro.


    Tanto cambiamos en se período que nos entusiasmaba el hecho de que se consolidó la unidad interna y superamos las divisiones y fraccionamientos que habían sido frecuentes en el Partido y en el EPL.



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    Mensaje por ajuan Miér Jul 11, 2012 8:52 pm

    La próxima que abras 3 hilos con el mismo contenido se procederá a una sanción grave...intentemos mantener en orden el foro.

    Saludos
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    Mensaje por s2012 Jue Jul 12, 2012 12:02 am

    como asi y en que otro hilo o debate esta mi respuesta hacia el Partido Comunista de Colombia (M-L) ????? me gustaria informarme gracias
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    Mensaje por kantaria Jue Jul 12, 2012 12:47 am

    El PCC-ML EPL, es un Partido que surge cuando el PCC se hunde en el revisionismo "browderista", en un comienzo reivindicaban el Pensamiento Mao Tse Tung, pero más tarde optaron por el hoxismo, lo que los llevó a la banca rota y prácticamente a la aniquilación, aquí un documento de los años 60 muy interesante:



    HACIA UNA POL�TICA REVOLUCIONARIA EN MATERIA DE ORGANIZACI�N

    Francisco Garnica

    1. EL PARTIDO COMUNISTA (MARXISTA-LENINISTA) EXIGENCIA CENTRAL DE LA REVOLUCI�N

    Iniciadas en nuestra patria las batallas de clase del proletariado, planteadas por su propio desarrollo, y en los momentos en que el movimiento obrero mundial alcanzaba �xitos resonantes, desarrollando invaluables experiencias en su lucha pol�tica por su liberaci�n definitiva, surgi� tambi�n en Colombia, como imperiosa necesidad la construcci�n del Partido de la clase obrera, del Estado Mayor indispensable para la conquista victoriosa del poder.

    Poderosamente influenciados por el triunfo y consolidaci�n de la revoluci�n bolchevique de octubre, en los a�os de la d�cada del 20 surgen grupos revolucionarios que constituyen finalmente, en 1930, el Partido Comunista de Colombia. Este recorre desde entonces un largo camino repleto de episodios muchas veces heroicos y de notables errores que conforman un formidable c�mulo de experiencias con un denominador com�n: La existencia de una direcci�n errada, reformista y traidora.

    Ayer con la camarilla Duranista y hoy con el grupo que encabeza Gilberto Vieira, al P.C. se ha intentado convertirlo en simple aparato electorero colocado a la cola de las disidencias t�cticas de la burgues�a, empantanado en el m�s crudo oportunismo reformista, ajeno a la revoluci�n, es decir, en un obst�culo para que la clase obrera pase de sus luchas reivindicativas de tipo econ�mico a las batallas por la conquista del poder pol�tico.

    Su estructura organizativa leninista fue reemplazada paso a paso, por la de una simple agrupaci�n liberal, sin ninguna disciplina, sin militancia seleccionada, con el burocratismo en su peor acepci�n como �nico m�todo de direcci�n y por consiguiente incapacidad para aprovechar todas las coyunturas revolucionarias. Ha servido para prolongar el dominio de la oligarqu�a y el sufrimiento de las masas.

    Tergiversando as� los objetivos revolucionarios del Partido Comunista y corrompidas sus normas organizativas, el proletariado qued� de nuevo hu�rfano de su vanguardia pol�tica y, desde ese momento, la existencia de su Partido marxista-leninista se present� con redoblada urgencia, mayor ahora que nunca, cuando se plantea la tarea de la conquista del poder pol�tico, de la destrucci�n del actual r�gimen burgu�s-proimperialista y el implantamiento de un nuevo orden popular.

    La raz�n hist�rica del Partido Comunista Marxista-Leninista, ha sido una poderosa palanca impulsora para su propio surgimiento.

    De ah� que desde el primer instante que aparece la corriente del oportunismo emerge tambi�n la lucha de los cuadros marxistas-leninistas por impedir la adulteraci�n del car�cter revolucionario de la vanguardia pol�tica de la clase obrera.

    Desde 1940 y quiz� desde mucho antes, camaradas honestos y capaces hicieron una s�lida argumentaci�n, planteamientos revolucionarios frente a la orientaci�n claudicante de las camarillas de turno.

    Pero es particularmente a partir de 1959 desde cuando cobra mayor fuerza la tendencia marxista-leninista. En efecto, aparecen nuevos movimientos pol�ticos revolucionarios como evidente rechazo a las orientaciones derechistas del grupo de Gilberto Vieira.

    En el seno del partido aparece la pol�mica en distintos sectores del pa�s reclamando una estrategia acertada para la revoluci�n colombiana, planteando la necesidad de organizar la conquista del poder y se�alando el camino armado de la revoluci�n colombiana.

    Se multiplican entonces las sanciones disciplinarias contra todos aquellos camaradas que no comulgan con el contrabando ideol�gico de los revisionistas. Centenares de militantes y decenas de cuadros intermedios son expulsados por diferir de la l�nea pol�tica, las calumnias y los consabidos ep�tetos de "extremo izquierdistas" ocultan las verdaderas razones de principios.

    Direcciones intermedias como el Comit� Regional de Antioquia (1961); regionales enteros como el del Magdalena y la Guajira (1963); y Bol�var (1964); locales, zonas y sectores importantes del Partido en el Valle, Santanderes, Bogot�, Cundinamarca, Boyac�, Huila (1963-64-65); cuadros nacionales del C. C. y el 80% (ochenta por ciento) de la Juventud Comunista de Colombia representada en los Regionales de Bogot�, Valle, Santander del Norte, la Costa Atl�ntica y numerosos locales en todo el pa�s (1964); numerosos dirigentes sindicales (confederales y federales) y dirigentes de masas a escala nacional y departamental, se lanzaron al combate contra la traici�n oportunista, comprendiendo que no hab�a otra tarea pr�ctica, primera y m�s urgente, que el rescate de nuestro partido y su reestructuraci�n dentro de los principios revolucionarios del marxismo-leninismo para hacerlo capaz de dar a la lucha pol�tica de la clase obrera y de los campesinos la energ�a y firmeza necesarias.


    2. NUESTRO PARTIDO COMUNISTA (M-L) TIENE QUE SER DE TIPO BOLCHEVIQUE

    A. El Partido Comunista es un Partido de clase.

    El Partido Comunista (marxista-leninista) es ante todo un Partido de clase. Es el partido de la clase obrera.

    Todas las clases y los estamentos de ellas pueden expresarse pol�ticamente a trav�s de partidos o grupos: �stos partidos o grupos pol�ticos conforman la avanzada dirigente de las clases o estamentos de clases y, aun cuando algunos de ellos en su conformaci�n presentan un car�cter policlasista, en esencia su direcci�n est� orientada a la defensa de los intereses de una clase, como es el caso de los partidos de la burgues�a.

    As� mismo el proletariado en su lucha pol�tica forja su partido de clase.

    Por eso todos los miembros del Partido Comunista ser�n, y tienen que serlo, proletarios que defienden intransigentemente los intereses de la clase obrera. Para poder pertenecer a ese Partido los elementos provenientes de otras clases tienen que renunciar a sus intereses y privilegios de clase y abrazar sin reservas la causa del proletariado.

    El Partido es parte inseparable de la clase obrera. Y como la clase obrera �aqu� y en todo el mundo� est� llamada a dirigir los destinos de la humanidad, ese partido en cuanto interprete consecuentemente los intereses del proletariado conlleva innatamente su car�cter dirigente.

    La existencia universal del proletariado, su concepci�n como una. sola clase en su conjunto, hace que el proletariado colombiano sea parte de la clase obrera mundial.

    Esto determina que el Partido Comunista (marxista-leninista) est� impregnado de un profundo contenido internacionalista, generalizado en todos y cada uno de sus militantes y le plantea obligaciones concretas para con los pueblos de los dem�s pa�ses, obligaciones que superan la simple solidaridad moral, especialmente, en nuestro caso, en relaci�n a los combatientes populares de la Am�rica Latina.

    B. El Partido Comunista es la vanguardia esclarecida del proletariado.

    Poco a poco, y vali�ndose de una altisonante jerga, los revisionistas lograron imponer en las resoluciones de congresos y plenos su concepci�n oportunista de "partido de masas", violando descaradamente uno de los fundamentales principios que caracterizaban al partido de los bolcheviques como el destacamento de vanguardia de la clase obrera.

    Es que el Partido no puede ser confundido con toda la clase. El Partido Comunista, como destacamento de vanguardia, incorpora en sus filas, no a la clase entera sino a los mejores elementos de la clase obrera, a los m�s abnegados, a los m�s experimentados.

    "Olvidar �dec�a Lenin� la diferencia que existe entre el destacamento de vanguardia y toda la masa que tiende hacia �l; olvidar el deber constante que tiene el destacamento de vanguardia de elevar a capas cada vez m�s amplias a su propio nivel avanzado, no significa m�s que enga�arse a s� mismo, cerrar los ojos ante la inmensidad de nuestras tareas y empeque�ecer �stas".

    Ahora bien: "Con s�lo la vanguardia es imposible triunfar y la diferencia entre la vanguardia y las masas no puede llevarnos a convertir al partido en un pu�ado de conspiradores aislados de las masas. El car�cter de vanguardia significa que el Partido est� adelante de las masas pero un paso solamente; si no puede quedarse atr�s de ellas sin cometer errores de oportunismo de derecha, de seguidismo, tampoco puede adelantarse hasta aislarse sin caer en el izquierdismo aventurero.

    No podr� ser vanguardia el partido que le rinda culto a la espontaneidad, que marche a la cola de los acontecimientos, que no pueda hacer prevalecer lo consciente sobre lo espont�neo, que no vea m�s all� de las masas.

    Pero no basta titularse vanguardia: Hay que demostrarlo en la pr�ctica y hacer que los dem�s movimientos lo reconozcan. Es imposible dirigir a la clase obrera y a las masas sino se est� vinculado a ellas. Hay que elevar a las masas hasta el nivel de los intereses de clase del proletariado, ganarse la confianza de la clase obrera y del pueblo y esto no es un problema de deseos ni de decretos: esto s�lo es posible mediante una constante labor en el seno de las masas y con la aplicaci�n de una pol�tica acertada- Y a�n m�s: no basta tener una justa l�nea pol�tica. Es preciso convencer a las masas de lo acertado de esa pol�tica.

    El Partido Comunista, debe y puede ser la vanguardia esclarecida de la clase obrera pero a condici�n de que a su propia experiencia y a la experiencia de los partidos hermanos a�ada la m�s severa y responsable aplicaci�n de la teor�a cient�fica del marxismo-leninismo en el an�lisis concreto de la realidad nacional.

    C. El Partido Comunista debe ser ejemplo de organizaci�n, unidad y disciplina.

    Tampoco puede el Partido cumplir su papel revolucionario si no se constituye en el destacamento organizado de la clase obrera. A diferencia de los partidos no proletarios, el P. C. no se concibe como una suma de miembros, es decir, nadie se afilia en abstracto al P. Comunista. Cada militante se afilia a una de las organizaciones del Partido, de lo que resulta que el Partido es una suma de organizaciones o mejor, un sistema �nico, un complejo de ellas. Porque es cierto que la organizaci�n centuplica las fuerzas, no es razonable contabilizar militantes sino organizaciones para los planes del Partido. El principio rector, regulador y unificador de estas organizaciones es el Centralismo Democr�tico que, en lo fundamental, significa; tener unos solos Estatutos, una sola direcci�n (el Congreso y entre Congreso y Congreso el C. C.), una sola disciplina y el sometimiento de la minor�a a la mayor�a y de las organizaciones inferiores a las superiores.

    En nuestras condiciones, en que el revisionismo a la vez que convert�a el centralismo en garrote disciplinario para preservar sus posiciones burocr�ticas y estimulaba la pr�ctica del democraterismo en la base convirtiendo la discusi�n interna en charlataner�a sin principios, se exige la aplicaci�n estricta, del Centralismo Democr�tico en la vida del Partido. Mao Tse-tung, para corregir estas tendencias, recomendaba en el plano organizativo "poner en pr�ctica la forma democr�tica de vida, bajo una orientaci�n centralizada, consistente en:

    a). La Direcci�n del Partido debe presentar una correcta l�nea de orientaci�n y ofrecer soluciones cuando surgen problemas, a fin de establecerse como centro orientador.

    b). La Direcci�n tiene que entender con claridad las condiciones de los cuerpos inferiores.

    c). Las organizaciones del Partido en todos los niveles no deben tomar decisiones sin una debida- deliberaci�n. Una vez tomada una decisi�n, tiene que ser puesta en la pr�ctica con firmeza.

    d). Todas las decisiones de importancia tomadas por la Direcci�n deben ser transmitidas en el acto a la base del Partido.

    e). Las organizaciones inferiores del Partido deben discutir en detalle las directivas de los cuerpos superiores a fin de entender a fondo la significaci�n de las mismas y decidir los m�todos necesarios para llevarlas a la pr�ctica".

    Es la organizaci�n del Partido lo que hace posible la unidad de -acci�n de todos los militantes. Si bien es cierto que la unidad no es por la unidad misma sino en tomo a los principios, y que no es posible ni siquiera tratar de la unidad sin antes deslindar posiciones ideol�gicas, tambi�n lo es que la unidad en cuestiones de programas y de l�nea es condici�n previa indispensable pero as� mismo insuficiente para la unificaci�n real del Partido, para la ejecuci�n del trabajo.

    La unidad de acci�n del Partido presupone la aplicaci�n pr�ctica de los principios de organizaci�n que excluyen todo fraccionalismo y cualquier esp�ritu de grupo. "La unidad se realiza �dice Lenin� s�lo por una organizaci�n �nica cuyas decisiones se llevan a la pr�ctica, no por miedo, sino a conciencia de todos los obreros conscientes. Discutir una cuesti�n, manifestar y o�r las diferentes opiniones, conocer el punto de vista de la mayor�a de los marxistas organizados, expresar esos puntos de vista en la decisi�n tomada, cumplir a conciencia esa decisi�n es lo que en todas partes del mundo y entre personas razonables se llama unidad".

    �La unidad se expresa entonces alrededor del trabajo positivo y no de los errores. Alrededor de los principios y no de las personas".

    Consecuencia y presupuesto de la unidad ser� la f�rrea disciplina del Partido. Una disciplina rayana en lo militar aunque consciente, igual para todos los militantes, pero atendiendo en su aplicaci�n a las diferencias entre los camaradas, a mayor conciencia de los dirigentes, mayor y m�s f�rrea disciplina.

    S�lo un Partido que marche como un solo hombre en el cumplimiento de las consignas podr� garantizar el �xito de sus acciones. Pero la disciplina, al igual que la unidad, exige condiciones que no ser� posible si se falta a la fidelidad, a los principios, si no existe una estrecha vinculaci�n con las masas y si no se desarrolla una acertada direcci�n pol�tica.

    La disciplina puede ser f�rrea en la medida en que sea consciente y voluntaria. De ello se deduce que, lejos de excluir, reclama la lucha de opiniones, en el seno del Partido. Pero, una vez tomado un acuerdo, �ste ser� puesto en pr�ctica por todos los organismos y militantes sin vacilaciones de ninguna �ndole, con toda la firmeza necesaria y superando todos los obst�culos de cualquier naturaleza que se presenten.

    D. El Partido Comunista es el n�cleo central que dirige a las dem�s organizaciones afines al proletariado.

    El Partido Comunista, en cuanto es el destacamento organizado y la vanguardia de la clase, es la forma superior de organizaci�n del proletariado y, en calidad de tal, dirigente y coordinador de toda esa gama de organizaciones sin partido de la clase obrera y del pueblo, como los sindicatos, las cooperativas, las organizaciones juveniles, las ligas campesinas y las dem�s organizaciones populares que en determinadas etapas de la revoluci�n coinciden con los objetivos inmediatos del proletariado.

    No se trata de que estas organizaciones est�n formalmente subordinadas a la direcci�n del Partido. De lo que se trata es de que el Partido, a trav�s de sus fracciones o activos militantes vinculados a esas organizaciones, lleve a ella su influencia y promueva acciones de masas cada vez m�s elevadas.

    As� el Partido no se ver� jam�s aislado de las masas, ni podr� ser golpeado por el enemigo y estas organizaciones responder�n a su orientaci�n pol�tica.

    Precisamente en el grupo revisionista que dirige Vieira, se da el caso de que, con el pretexto de la teor�a oportunista de la "neutralidad" y la "independencia" de estas organizaciones, se forman parlamentarios "comunistas" que no respetan las orientaciones del Partido, o gerentes de cooperativas aburguesados, o sindicalistas de mentalidad economista.

    De all� que no s�lo sea necesario sino obligatorio penetrar en todas las organizaciones de las masas, teniendo en cuenta que los comunistas no inventan sino que asimilan y desarrollan las formas de lucha y organizaci�n que el propio pueblo se da.

    E. La condici�n del fortalecimiento del P. C. es la eliminaci�n de los elementos oportunistas.

    Todas las anteriores caracter�sticas, que determinan la naturaleza del Partido Comunista (marxista-leninista), no se ver�n nunca realizadas si se olvida un solo instante del fundamental principio de que el Partido se fortalece depur�ndose de los elementos oportunistas.

    Jam�s podremos desarrollar el Partido si vacilamos en cuanto a nuestra actitud frente a los revisionistas. Stalin se�ala: "La lucha implacable contra estos elementos, su expulsi�n del Partido, es la condici�n previa para luchar con �xito contra el imperialismo". Y Lenin dice: "No es posible triunfar en la revoluci�n proletaria, no es posible defenderla, teniendo en las filas propias a reformistas, a mencheviques". Los revisionistas cumplen el papel de verdaderos agentes de la burgues�a dentro del movimiento obrero y como a tales hay que tratarlos.


    3. ASIMILAR UN ESTILO Y UNOS M�TODOS LENINISTAS DE TRABAJO

    Aprender a trabajar correctamente y con efectividad, asimilar un estilo y unos m�todos leninistas de trabajo, derrotar las pr�cticas del oportunismo y crearse una manera justa de actuar, son grandes aspiraciones de todos los partidos revolucionarios y condiciones inaplazables para el desarrollo de partidos como el nuestro, obligados a romper la larga tradici�n de un estilo oportunista de trabajo.

    A. FUNDIR LA TEOR�A CON LA PR�CTICA

    Charlatanes que llaman "intelectuales" y no te�ricos de la clase obrera, es lo �nico que puede resultar cuando se impone en el Partido el m�todo contrario al marxismo-leninismo de teorizar sin aplicar. Verdaderos prodigios en el arte de recitar de memoria frases de los cl�sicos marxistas abstractos y alejados de un an�lisis concreto de una situaci�n concreta, conforme al mandato leninista, es lo que se encuentra entre los bur�cratas dirigentes del revisionismo colombiano.

    No es esta clase de "te�ricos" lo que la revoluci�n demanda. Lo que necesitamos es cuadros que estudien el marxismo como una gu�a para aplicar a la pr�ctica revolucionaria. Hombres que conozcan la historia de Colombia y en ella se basen para estudiar el desarrollo de la lucha de clases en nuestro pa�s, que sepan m�s de Colombia que de la URSS, China, de Roma y de Grecia y no al rev�s. El Partido necesita dirigentes estudiosos de la actual situaci�n nacional e internacional que no desenfoquen su an�lisis de la �poca y del momento que vivimos.

    Para nosotros el grado de un te�rico no lo determina la mayor o menor habilidad para manejar la "jerga" partidista, sino su capacidad de ver los problemas colombianos a la luz del marxismo; su capacidad para enfocar claramente estos problemas; su capacidad para dar respuesta cient�fica a las cuestiones econ�micas, pol�ticas y militares de Colombia; su capacidad para descubrir las leyes del desarrollo de nuestra revoluci�n. Esta es la clase de te�ricos que necesitamos.

    Miles de tesis y consideraciones te�ricas e innumerables consignas, completan los escritorios de todos los dirigentes revisionistas: tesis como las que aseguraban un car�cter "progresista" en 1958 al capitalismo colombiano; consignas como la tristemente c�lebre de la "Constituyente Popular" y muchas m�s que se quedaron escritas como falsos dogmas sin ninguna aplicaci�n pr�ctica. Miles de conclusiones se amontonan, reuni�n tras reuni�n, en el m�s grosero olvido del m�todo leninista de mantener viva la unidad entre la teor�a y la pr�ctica. Nuestros postulados te�ricos y nuestras consignas pol�ticas ser�n sometidas al fuego de la pr�ctica o posaremos tambi�n de charlatanes. Para los marxistas no hay otro criterio de verdad que la pr�ctica, y s�lo a �l debemos atenemos. Generalizar la pr�ctica en la teor�a y comprobarla de nuevo en la pr�ctica, es el �nico m�todo acertado de trabajo.

    B. CRITICAR NUESTROS ERRORES Y ASIMILAR DE LA EXPERIENCIA.

    Si la pr�ctica se�ala una equivocaci�n, te�rica, puede decirse que amarrarse a ese error, tenerle miedo a reconocerlo, no querer rectificarlo es el camino m�s corto para la destrucci�n del Partido.

    La actitud ante los errores es la mejor prueba de la seriedad de un Partido. Jam�s se produce por eso una autocr�tica, o un an�lisis de las causas de los fracasos continuos de la camarilla que encabeza Vieira. Aunque los resultados sean diametralmente opuestos a lo que se intentaba, para ellos descarada y c�nicamente "todo estaba previsto". De ah� su constante camino de un error a otro hasta su completo aniquilamiento. Es que la autocr�tica y la cr�tica no son otra cosa que la ley del desarrollo del Partido, su piedra angular, las formas de adelantar la lucha interna, de aprender de las experiencias y corregir los errores.

    La cr�tica justa y oportuna que parte de la unidad para llegar a la unidad con el criterio de mejorar y no de destruir, tiene que dar como consecuencia saludable el aumento permanente de la capacidad combativa del Partido.

    Pero nada m�s peligroso para la estabilidad del Partido que el uso malicioso de la cr�tica como instrumento para aniquilar las perspectivas de desarrollo de honestos y abnegados militantes por parte de ''patriarcales" dirigentes. La experiencia negativa vivida bajo las camarillas revisionistas no dejan lugar a disculpa alguna en la repetici�n de errores semejantes.

    Para siempre debe estar abolida la perniciosa pr�ctica de ir anotando como "cabuyas pisadas� los errores de cualquier camarada con el exclusivo fin de desmoralizarlo con la lectura de un c�mulo de faltas cronol�gicamente citadas, reales, falsas y aumentadas, en los momentos en que dicho camarada critica un error nuestro o se opone a un criterio malsano u oportunista. Tal proceder, corriente en gentes de mala fe �que por cierto se practica demasiado entre los revisionistas colombianos� evidencia un criterio de destrucci�n del Partido y de complicidad con los errores mientras no perjudiquen oscuros intereses personalistas.

    Error que se comete, error que se critica con el �nimo de ayudar a corregirlo sin esas extra�as contabilidades. Esta es la norma para los militantes del P. C. C. (marxista-leninista).

    Tampoco es de marxista-leninistas "hacer elefantes de ratones", es decir, exagerar las faltas de nuestros compa�eros, hacer un esc�ndalo de peque�as equivocaciones, frecuentemente sobre problemas m�s personales que pol�ticos o ideol�gicos, o ser duros �terriblemente duros� con los camaradas de base o blandos �sorprendentemente blandos� con los propios y m�s graves errores de direcci�n.

    Para nosotros, como para todos los marxistas, la cr�tica del Partido no tiene objetivo distinto al de educar al Partido y a los camaradas que han cometido errores. Esta lucha interna es esencialmente una lucha ideol�gica destinada a robustecer la unidad ideol�gica del Partido que no se puede confundir con disputas, peleas o insultos a brazo partido, pretendiendo mantener la unidad a base del miedo o de absurdas y arbitrarias medidas organizativas. Ni se puede tampoco confundir a los camaradas con los enemigos y aplicar los mismos m�todos de lucha.

    Nuestra cr�tica ante todo es una cr�tica pol�tica, intransigente en las cuestiones de principios y en materia ideol�gica, subordinada al principio general del desarrollo de la lucha del Partido y del proletariado.

    C. LA SABIDUR�A DEL PARTIDO ESTA EN LAS MASAS

    No de los gabinetes, ni de los escritorios, sino de la pr�ctica diaria al lado de las masas es de donde puede salir una correcta apreciaci�n de la realidad y una correcta orientaci�n pol�tica.

    La teor�a marxista del conocimiento �al decir de Mao Tse-tung� ense�a a descubrir la verdad a trav�s de la pr�ctica y a trav�s de la pr�ctica a desarrollar y verificar la verdad. Esto obliga a conocer la sociedad colombiana s�lo mediante la vinculaci�n estrecha a las luchas sociales del pa�s. Creer en milagrosas inspiraciones de dirigentes burocratizados sin m�s pr�ctica que la de ir de la casa a la oficina y de la oficina a la casa es tan rid�culo como confundir un Pleno del Comit� Central del Partido con un Concilio Ecum�nico.

    El problema de una justa direcci�n es el problema de tener un conocimiento cient�fico de la realidad nacional y, si en general es cierto que para adquirir conocimientos es preciso participar en la practica de cambiar la realidad, para adquirir ese conocimiento cient�fico de la realidad nacional es indispensable fundirse en la lucha de las masas que diariamente transforman el panorama econ�mico, pol�tico y social de la vida del pa�s.

    Nadie duda de que el aislamiento de las masas y la falta de fe en la capacidad creadora del pueblo les impide a los revisionistas poder formular una orientaci�n correcta, ni de que esto es lo que los ata a una cadena de progresivos errores.

    Es obvio que quien trabaja corre el riesgo de equivocarse. Pero la experiencia ense�a que quien sabe trabajar yerra menos y menos gravemente. Ir a las masas para volver a ellas, recoger ideas dispersas en las masas, generalizarlas, llevarlas a las masas de nuevo, recoger impresiones y opiniones de �stas, hacer una nueva generalizaci�n, etc., es el camino del acierto, el m�todo de los bolcheviques, de los marxistas-leninistas.

    Dirigir significa tambi�n trabajar. Las cosas no se resuelven nunca con decretos, circulares o discursos, como creen los apologistas del burocratismo. Dirigir para nosotros significa combinar lo general con lo concreto, participar tambi�n en la aplicaci�n pr�ctica de las orientaciones generales. En suma: abrir la brecha.

    D. LA DIRECCI�N COLECTIVA ES LA �NICA JUSTA

    Comit�s y no individuos dirigen el Partido en todas sus escalas y no habr� direcci�n justa si no hay direcci�n colectiva que elimine los riesgos del caudillismo y garantice en lo posible un an�lisis completo de las situaciones y fen�menos, reduciendo al m�nimo las posibilidades de error y de unilateralidad en los juicios.

    Empero, no se concibe direcci�n colectiva sin responsabilidad individual. En cada organismo de base o de direcci�n, cada tarea tendr� su principal responsable, aunque el cumplimiento de la labor sea de conjunto as� se consigue repartir las obligaciones manteniendo la unidad de direcci�n y la responsabilidad.

    Hoy, cuando se tergiversa a menudo la llamada "lucha contra el culto a la personalidad" es conveniente indicar que la direcci�n colectiva es un principio de direcci�n de los marxistas-leninistas que no puede convertirse en instrumento para destruir la personalidad de los militantes o de los dirigentes.

    Antes de gentes mediocres con mentalidad prestada, el Partido exige gentes con mentalidad propia y desarrollada, militantes y dirigentes que pongan su inteligencia y sus cualidades personales al servicio de la causa, cuadros que desarrollen sus valores humanos dentro del esp�ritu colectivo y unitario del Partido. En lugar de nivelar por lo bajo, tenemos que estimular el surgimiento de pol�ticos, publicistas, escritores, artistas, oradores y militantes brillantes en el seno del Partido. Tenemos que aprovechar todas las inteligencias, aumentar la capacidad de razonamiento del Partido e impedir que algunos se tomen el derecho de pensar por los dem�s.

    E. AUDACIA REVOLUCIONARIA Y TENACIDAD INQUEBRANTABLE

    Los bolcheviques eran conocidos por su extraordinario esp�ritu creador, por su audacia para destruir mitos y costumbres rutinarias en el trabajo revolucionario, por su arrojo e iniciativa para romper viejos dogmas, por su capacidad de asimilar las nuevas situaciones, utilizando nuevos m�todos.

    Pero no era simplemente esta franca oposici�n al servilismo ante las tradiciones lo que caracterizaba el m�todo de trabajo de los bolcheviques, pues esa asombrosa capacidad de encontrar siempre la perspectiva revolucionaria se combinaba con una tenacidad en el trabajo pr�ctico que no desmayaba en el cumplimiento de ninguna tarea por compleja y dif�cil que fuera, y realizaba las consignas de no hacer nada a medias, de no vacilar ante los obst�culos y de alcanzar siempre los objetivos propuestos.

    F. TENEMOS QUE SER AUDACES COMO LOS BOLCHEVIQUES - LA MORAL COMUNISTA Y LA FRATERNIDAD MILITANTE.

    Cambiar la atm�sfera viciada de inmoralidad o enemistad en las relaciones de los militantes es presupuesto para el progreso del Partido. La vida interna del Partido debe estar alumbrada por los m�s elevados conceptos de moral comunista y esp�ritu de fraternidad entre los camaradas.

    Nuestra �tica no es la hip�crita moral de la burgues�a que crea falsos valores para defender sus caros intereses; y es que no hay moral que no sea de clase. Lo bueno para el explotador es siempre lo malo para el explotado. De all� que el principio que rige nuestra moral es, y tiene que ser, el de que es moral todo aquello que beneficie a la revoluci�n e inmoral todo aquello que la perjudique.

    Nada m�s hermoso que la fraternidad de los comunistas. Arma poderosa para la firmeza de los militantes y fuente de potencia para el Partido. Marx y Engels dieron ejemplo con su vida de lo que significa la camarader�a entre los comunistas. Sin ese esp�ritu camaraderil y fraternal no ser�a posible soportar las dif�ciles contingencias de la lucha, cuyos sacrificios a�nan y hermanan a quienes las sufren. Extra�o y por dem�s sospechoso, ser� para el Partido el militante d�spota, grosero y poco fraternal con sus compa�eros, pues tales caracter�sticas son propias de los polic�as y no de quienes entregan sus vidas por el triunfo revolucionario.


    4. CARACTER�STICAS DEL PARTIDO COMUNISTA COLOMBIANO (MARXISTA-LENINISTA)

    La diferencia con los revisionistas en las formas de organizaci�n y en la estructura del Partido no son casuales sino que responden a las diferencias entre el contenido de la actividad de los oportunistas y la actividad pol�tica de los revolucionarios marxistas-leninistas.

    Para la lucha reformista y economista no se requiere ciertamente una organizaci�n disciplinada de revolucionarios. A quienes aspiran a�n al camino parlamentario, es obvio que no les interesa un Partido de militancia seleccionada, sino un "Partido de masas" que ofrezca un buen n�mero de votos.

    Para quienes no aspiran a la toma del poder por los medios revolucionarios no est� planteado el problema de la clandestinidad y del trabajo secreto.

    Y es natural que sea as�, si se tiene en cuenta que la "estructura de cualquier instituci�n est� natural e inevitablemente determinada por el contenido de su actividad".

    Por otra parte, las formas de lucha y de organizaci�n como elementos de la t�ctica, cambian de acuerdo con el flujo y reflujo del movimiento revolucionario. Seg�n sea el ascenso o descenso de las fuerzas revolucionarias, la t�ctica es ofensiva o defensiva y determina cambios en las formas de organizaci�n.

    Por lo tanto, es en funci�n de la actual situaci�n pol�tica que debemos plantearnos el problema de la estructura y de la organizaci�n del Partido.

    Para nosotros, que nos hemos encarado a la cuesti�n de la toma del poder con tareas tan claras como las de organizar nacionalmente si Partido como cerebro del movimiento revolucionario; formar su brazo armado capaz de enfrentar hasta derrotar la violencia del enemigo; y construir un Frente �nico de Liberaci�n que aglutine las fuerzas necesarias para llevar al pueblo a la victoria, tareas que nos corresponde desarrollar en medio de un r�gimen cada vez m�s represivo, sin m�s dilema que la dictadura o revoluci�n, tiene que ser claro que el car�cter de nuestra organizaci�n es el que hemos definido anteriormente y que la naturaleza de nuestra labor debe llevar el sello de la m�s cerrada clandestinidad.

    Sin casas ni oficinas legales, sin peri�dicos sometidos a La mordaza de la licencia, nuestra actividad ser� esencialmente ilegal y, por consiguiente secreta. El modelo de nuestra organizaci�n deben ser los destacamentos revolucionarios como el Partido Bolchevique de Lenin y Stalin o el Partido Comunista Chino que dirige Mao Tse-tung. No se trata de copiar mec�nicamente sino de aplicar a nuestra realidad las experiencias positivas que tengan eficacia universal.

    V�lido para nosotros es, en las actuales condiciones el mandato leninista que se�ala que el "�nico principio de organizaci�n serio a que deben atenerse los dirigentes de nuestro movimiento tiene que ser el siguiente: La m�s severa discreci�n conspirativa, la m�s rigurosa selecci�n de afiliados y la preparaci�n revolucionaria de profesionales".

    A. EL PARTIDO COMUNISTA ES CLANDESTINO

    Puede ser compatible un "Partido de masas" con un r�gimen estrictamente represivo? Evidentemente no. Es imposible dotar a una organizaci�n amplia del elemento clandestino indispensable para poder realizar una lucha revolucionaria contra el gobierno.

    A�n m�s: el problema debe ser entendido en sus justos t�rminos o sea: Es a tal punto esencial el car�cter clandestino para nuestro partido, que las dem�s condiciones organizativas como el n�mero de militantes, las condiciones de ingreso, etc., est�n en alto grado determinadas por este car�cter.

    Por lo tanto, es claro que el trabajo de nuestro Partido y su cuerpo org�nico ser�n absolutamente secretos en las ciudades y en las dem�s regiones dominadas por el enemigo.

    Es imperativo observar todas las precauciones, por innecesarias que parezcan en algunas ocasiones. Es imprescindible crear el h�bito de la clandestinidad que nos habr� de librar de verdaderas desgracias y rotundos fracasos.

    En el campo ser� tambi�n clandestino el Partido, salvo en las regiones puestas a la ofensiva, en las cuales, aun cuando al comienzo se mantengan la discreci�n y el secreto, posteriormente se podr� actuar con mayor libertad.

    Es elemental que no podremos permanecer siempre a la defensiva �precisamente uno de los errores de la camarilla revisionistas hay que prepararse para pasar a la ofensiva y en esas circunstancias el Partido trabajar� abiertamente.

    Supersecreto, si cabe el t�rmino, ser� el trabajo ejecutado en los centros fundamentales de producci�n y dentro de los �rganos del poder del enemigo.

    B. BENEFICIAR LA CONSTRUCCI�N DEL PARTIDO

    Para constituir nuestro Partido debemos guiamos por un plan, por un criterio que determine la direcci�n fundamental de nuestro esfuerzo.

    Tenemos que ser en las ciudades un partido fuerte dentro del proletariado industrial. Concentrar esfuerzos en los centros fundamentales de producci�n, planificando la penetraci�n, objetivo por objetivo en las ciudades que aglutinan los principales n�cleos industriales.

    A pesar de que por su n�mero el proletariado industrial es un sector peque�o de la poblaci�n, por su concentraci�n, su disciplina, su calificaci�n t�cnica y cultural, y porque es el m�s desarrollado pol�ticamente, es indiscutible la fuerza dirigente de la revoluci�n, cuyo desarrollo y consolidaci�n est�n condicionados a que el proletariado pueda jugar su papel. Papel que no podr� jugar si nosotros no desenvolvemos nuestra acci�n principalmente en las capas avanzadas de la clase obrera.

    Con parecida intensidad hay que trabajar en la construcci�n del Partido en el campo, entre el proletariado agr�cola, los semiproletarios del campo y los campesinos medios.

    Si partimos del hecho de que la revoluci�n en nuestra patria ser� por la v�a armada y que esta lucha se desarrollar� en lo fundamental en el campo, y que, por tanto, la construcci�n del Partido es indispensable en las regiones campesinas, a tal punto que la construcci�n de �ste tendr� que confundirse con la organizaci�n de la lucha armada, hay que concluir que es de primordial importancia no escatimar ninguna energ�a para esta labor.

    De hecho surge, como criterio de construcci�n de Partido, tambi�n el de tener en cuenta la calidad de las regiones campesinas desde el punto de vista estrat�gico militar.

    En Colombia el movimiento, campesino jugar� un papel fundamental. Al desencadenar su potencial revolucionario, asentar� los m�s duros golpes al poder del enemigo y, en varios sentidos y circunstancias ser� m�s potente que el propio movimiento obrero, lo cual no ser� de ninguna manera da�ino si se conserva la direcci�n proletaria en la lucha.

    La II Declaraci�n de La Habana expone estas consideraciones en general para la Am�rica-Latina y Mao Tse-tung, refiri�ndose a China pero en t�rminos que obligan a considerar la experiencia, dice: "Por consiguiente es un error abandonar las luchas en las ciudades y, en nuestra opini�n, tambi�n es un error que cualquiera de los miembros de nuestro Partido tema que el desarrollo del poder de los campesinos los torne m�s fuertes que los obreros y, por lo tanto, nocivos para la revoluci�n. Porque la revoluci�n en la China semicolonial s�lo fracasar� si la lucha campesina es despojada de la direcci�n de los obreros y no sufrir� porque los campesinos, a trav�s de su lucha, se tornen m�s fuertes que los obreros".

    C. PARTIDO SELECTO

    El Partido que la revoluci�n colombiana exige no es ese Partido de "decenas de miles de militantes" con que entusiastamente sue�an los revisionistas. De lo que se trata es de un partido revolucionario de militantes selectos y probados. Un Partido de verdaderos comunistas, que eleve de nuevo el concepto de miembro del Partido; que haga realidad en nuestra patria las palabras de Stalin: "Nosotros los comunistas somos hombres de un temple especial. Estamos hechos de una trama especial. Somos los que forman el ej�rcito del gran estratega proletario, el ej�rcito del camarada Lenin. No hay nada m�s alto que el honor de pertenecer a este ej�rcito. No hay nada superior al t�tulo de miembro del Partido".

    Colocar el t�tulo de militante en su justo y verdadero lugar, presupone antes la observancia estricta de las condiciones para la militancia y el sometimiento de cada aspirante a un estudio individual de sus condiciones de ingreso, estableciendo las diferencias necesarias, siendo m�s severas las exigencias para aquellos que no proceden del proletariado.

    Para los antiguos militantes del Partido Comunista, honestos y capaces, que libraron o libran una lucha contra los revisionistas, est�n abiertas las puertas del Partido.

    Los antiguos militantes de base del P. C. marginados, podr�n pertenecer al Partido luego de una autocr�tica y de un proceso de reeducaci�n.

    Para los nuevos militantes provenientes de las masas populares, es necesario hacer efectivo el C�rculo de Estudio y Trabajo Revolucionario que los capacite para ser miembro del Partido, es decir, ingresar�n primero en calidad de aspirantes a miembros del Partido.

    Para los dirigentes y militantes sobresalientes de otros movimientos pol�ticos, incluso del viejo P. C., su militancia debe ser tratada especialmente por los organismos regionales y aprobadas por la direcci�n central del Partido.

    Para que la militancia concedida por un organismo sea definitiva, debe mediar la aprobaci�n del organismo inmediatamente superior.

    D. LOS CUADROS DEL PARTIDO

    Si extremamos las exigencias para la militancia de base, mucho m�s severos debemos ser al conceptuar sobre la calidad de los cuadros del Partido. En cierto sentido es cierto aquello de que "los cuadros lo dicen todo" y es una verdad comprobada que para guiar la revoluci�n es preciso que haya un Partido y muchos cuadros excelentes.

    Precisamente los hombres pertrechados con la teor�a del marxismo-leninismo, con gran discernimiento pol�tico y capacidad para el trabajo, aptos para solucionar problemas con independencia, leales y abnegados, valientes pero sin jactanciosidad, hombres para quienes su propia vida est� por debajo de los intereses del Partido, del Pueblo y de la patria. Un grupo tal de dirigentes capacitar� al Partido para orientar a las masas y organizar con �xito la revoluci�n.

    Nuestros cuadros deben responder a las necesidades de direcci�n del Partido:

    Se ha planteado que el Partido debe dirigir a las masas. Entonces, s�lo si se es dirigente de masas se puede serlo del Partido.

    Se ha planteado que el Partido es el destacamento de vanguardia, el jefe pol�tico de la clase obrera, su estado mayor. Entonces, s�lo en la medida en que se tenga capacidad pol�tica se puede ser dirigente del Partido.

    Se ha planteado que el camino de la revoluci�n colombiana no es pac�fico y que la lucha armada es la forma principal de lucha en estas circunstancias. Entonces s�lo en cuanto se tenga capacidad militar y se sepa dirigir en estas formas de lucha a las masas y al Partido se puede ser dirigente del Partido.

    No sobra se�alar que la unidad de medida de la capacidad de nuestros cuadros y militantes es la eficacia, pues es evidente que la capacidad pr�ctica de los militantes est� en relaci�n directa con su capacidad pol�tica e ideol�gica.

    La falta de cuadros nos -agobia, y nos agobia porque no entendemos lo que significa una justa pol�tica de cuadros que nos permita el desarrollo de los actuales dirigentes y encontrar en el vivero de las 'luchas populares hombres capaces y dirigentes de hecho. En un pa�s como el nuestro en donde masas inmensas se suman al descontento general, en donde suceden infinidad de luchas, no es posible, quejarse de la carencia de cuadros.

    Lo que nos falta es m�s visi�n por parte nuestra, m�s talento organizativo, abrir los ojos, tener fe en el pueblo y descubrir los jefes que el proletariado y las masas est�n haciendo surgir en cada combate. Ser audaces en la promoci�n de cuadros; que el dirigente joven vea la mano tendida de los dirigentes m�s antiguos del Partido, ayud�ndole con su experiencia y su mejor desarrollo.
    Los cuadros ciertamente no se encuentran en los escritorios ni llegar�n milagrosamente, hay que forjarlos y, sobre todo, ir a buscarlos all� donde s� aparecen en medio de fragor de las batallas populares.

    La revoluci�n no es un hobby o deporte al que se le puede dedicar de vez en cuando algunos ratos libres. Es una tarea gigantesca que reclama la existencia de numerosos cuadros cuya �nica profesi�n sea la acci�n revolucionaria. Hombres que no tengan m�s objetivo en su vida que el de ser revolucionarios y que por ese objetivo se empe�en sin reservas.

    Todos los dirigentes nacionales tienen que ser revolucionarios profesionales y cada Comit� Regional como aspecto esencial, tienen que contar con un buen n�cleo de estos revolucionarios.

    E. LA ESTRUCTURA DEL PARTIDO

    La estructura organizativa de nuestro Partido, aparentemente similar a la de los grupos revisionistas, responde sin embargo, a consideraciones concretas de orden pol�tico, econ�mico y social. El Partido es un todo org�nico para el pa�s entero y con una m�xima autoridad, el Congreso Nacional y en su defecto, el Comit� Central.

    Pero dirigir al Partido es una labor compleja y delicada. Las orientaciones nacionales de car�cter estrat�gico y t�ctico v�lidas para todo el Partido en su conjunto, no son sin embargo aplicables por igual en todo el territorio nacional, sino que deben corresponder a las caracter�sticas y particularidades propias de diversos sectores del pa�s.

    De all� que el pa�s sea dividido en varias regiones, atendiendo, no a la divisi�n pol�tico administrativa que la burgues�a se ha dado, sino a las necesidades pol�ticas y administrativas del Partido, que imponen la creaci�n de grandes Regionales que cobijen sectores con similares condiciones geogr�ficas, sociales y econ�micas.

    As� se constituyen verdaderas direcciones intermedias con abundantes recursos materiales y humanos, se garantiza la mejor aplicaci�n de la pol�tica del Partido y se crean potentes auxiliares de direcci�n. Zonas tan caracter�sticas, como la regi�n cafetera, o los Llanos, o la Costa Atl�ntica, etc., son ejemplos claros que llevan a romper el seguidismo de las divisiones departamentales, para pasar a un concepto m�s cient�fico de la configuraci�n de unidades territoriales en la naci�n.

    Los Comit�s Regionales, organismos de direcci�n intermedia en estas regiones, se auxiliar�n para el control y orientaci�n del Partido de Comit�s de Zona que delimitan sectores caracter�sticos de la Regi�n, tales como ciudades importantes o conjuntos urbanos y campesinos. Y de acuerdo con el desarrollo del Partido se har�n necesarias otras instancias organizativas como los Comit�s de Distrito, que, dirigen, al Partido en sectores urbanos. As� mismo, la existencia de varias c�lulas en un mismo lugar, f�brica, universidad, colegio, unidad vecinal, etc., crea la necesidad de un organismo dirigente, un comit� de Radio que coordinar� la acci�n de diversas c�lulas.

    Es la c�lula el organismo b�sico del Partido, el m�s importante y decisivo: Se puede decir que seg�n sean sus c�lulas y como trabajan, as� es el Partido y as� trabajar�. La c�lula no es la simple reuni�n de varios camaradas sino el instrumento del Partido para el trabajo entre las masas; debe ser un aparato vivo que con iniciativas y audacia desarrolle y lleve a la pr�ctica las orientaciones de la direcci�n.

    La c�lula no se organiza por organizarse, sino en funci�n de la acci�n del trabajo revolucionario. Falsa hasta el absurdo y tremendamente nociva es la pr�ctica creada bajo la direcci�n revisionista, de entender el trabajo de organizaci�n como un fin en s� mismo, como algo muerto, sin perspectiva, desligado de la lucha diaria, seg�n el cual los militantes asisten a sus c�lulas con la misma inercia con que el cat�lico va a misa los domingos.

    La vida celular es la fuerza del Partido, y en estas condiciones constituye la forma ideal de organizaci�n para preservar la seguridad del Partido en su trabajo. Nuestras c�lulas ser�n peque�as, de s�lo 3 a 5 militantes y se conformar�n fundamentalmente en consideraci�n al lugar de trabajo. Pueden crearse tambi�n por raz�n de vivienda y, por �ltimo, obedeciendo a actividades especiales. Huelga decir que la c�lula de empresa es m�s importante para el Partido. Las c�lulas del barrio se conciben en funci�n de su ulterior desarrollo hacia c�lulas de empresa.

    F. EL NOMBRE DEL PARTIDO

    Algunos sectores del Partido han alzado voces encaminadas al cambio del nombre propuesto para el Partido. Argumentan ellos que el nombre Comunista dificulta la penetraci�n en las masas y que, adem�s debemos diferenciarnos del grupo pol�tico que dirige Vieira.

    En primer lugar la experiencia ha derrotado pr�cticamente a quienes hacen del nombre un problema para el desarrollo del Partido y un obst�culo para su vinculaci�n con las masas. Movimientos con m�s antig�edad y con nombres por dem�s brillantes, no presentan un tan r�pido fortalecimiento como el de nuestro Partido Comunista Colombiano (marxista-leninista). El problema no consiste en c�mo llamarse, sino en c�mo actuar.

    Adem�s, para nosotros est� abolida en general la pr�ctica de presentamos a las masas con la etiqueta de "comunistas" e incluso se sancionar� el denunciar la propia militancia en el Partido sin autorizaci�n expresa. Lo importante no es proclamarse comunista sino actuar como tal. Si como tal se act�a a�n en caso de que sea descubierto el militante, las masas lo defienden porque lo han visto luchando por los intereses colectivos.

    Por otra parte nuestros militantes ser�n verdaderos comunistas y aquel que acepte y entienda nuestros principios ideol�gicos y nuestra t�ctica pol�tica, es decir, aquel que se haga comunista, no se asustar� de su t�tulo, mundialmente honroso.

    En segundo lugar, nosotros no debemos renunciar al nombre de comunistas sino reivindicarlo en nuestra patria. No son Vieira ni su grupo los personeros ni los depositarios de las luchas, de la historia, ni siquiera de las experiencias negativas del Partido Comunista de Colombia. Ese importante acopio de experiencias, m�s negativas que exitosas, es sin embargo patrimonio de los marxistas-leninistas y no de los agentes de la burgues�a. Somos comunistas y nuestro Partido debe ser el Partido Comunista Colombiano marxista-leninista.
    Manuel Pérez
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    Mensaje por Manuel Pérez Jue Jul 12, 2012 3:33 am

    Interesante documento kantaria gracias por subirlo

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