Foro Comunista

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    ¿Es el marxismo “científico”, como asegura?

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    Mensaje por Danko Mar Jul 10, 2012 11:01 pm

    Navengando por las profundides de la red, me he topado con éste texto escrito por un sujeto que se considera economista y científico de gran formación académica. Concretamente se trata del blog El diario de Chemazdamundi. Dicho sitio web contiene algunos interesantes textos de análisis que refutan a la Escuela Austríaca de economía, y al neoliberalismo, pero también contiene este texto de crítica o refutación al caracter científico del marxismo, que personalmente no me convence. A ver que opinan ustedes:

    Copio y pego literalmente el texto, con los insultos incluidos que ya venían de fábrica Very Happy



    Voy a volver que tener que decir lo mismo que ya he dicho en multitud de ocasiones: no es que yo considere que el marxismo (o cualquier otra ideología) no tenga “aportaciones” interesantes. Las tiene. Ahí está, por ejemplo, el hincapié que hizo en la lucha laboral, con la búsqueda de condiciones de trabajo más dignas, salarios aceptables, el combate por la eliminación de las desigualdades sociales, etc. Pero ESO es una cuestión política.



    Lo que yo digo y, como yo, la comunidad científica… es que estamos hasta los mismísimos COJONES de que los marxistas o cualesquiera partidarios de otra ideología, planteen su ideario economicista o sus “aportaciones” como “salidas del método científico”. Que el marxismo es científico, según ellos.

    Pues no.

    EL MARXISMO NO ES CIENTÍFICO.

    Independientemente de lo que diga o asegure.

    Como tampoco lo es el liberalismo económico.

    El marxismo es, ante todo y sobre todo, ideología política.

    NO… ES… CIENCIA.

    No tiene el respaldo ni la certidumbre de la ciencia. Que me parece muy bien que la gente opine y proponga medidas alternativas a lo que perciben como problemas sociales. ¿La política no tiene su lugar? Lo tiene, pero NO en la ciencia. Yo no niego que el marxismo pueda tener buenas intenciones (al menos, en teoría, la práctica histórica no ha demostrado eso en numerosas ocasiones), especialmente en lo concerniente al deseo de mejora de las condiciones de vida de la masa proletaria.

    Lo que les pedimos los científicos a esos “opinadores” del “falso cientificismo marxista”, como Arno Peters es que:

    a) Utilicen la cabeza y el método científico para “opinar”. ¿Que quieren “opinar” que las masas proletarias merecen más igualdad? De puta madre. Pero que lo hagan sin mentir y sin inventarse chorradas pseudocientíficas como la “Rosa de Peters”.

    b) Si no utilizan el método científico, que no afirmen que lo están utilizando. Decir que emplean el método científico y luego no hacerlo o no someterse a sus conclusiones, sean las que sean, se ajusten a lo que se preveía o no, es “falsa ciencia”… es pseudociencia. Y el marxismo adolece mucho de eso. Las ramas más radicales (como la escuela austríaca o el anarcocapitalismo) de su opuesto, el capitalismo, al menos, tienen la “honradez” de declararse públicamente anticientíficas (aunque no sé yo si se puede calificar eso de “honrado” aun con las comillas). El marxismo siempre se las da de “científico” cuando es obvio, después de analizar muchas de sus propuestas y conceptos, como la “Rosa de Peters”… que NO lo es.

    “Pero es que Peters y Dieterich dicen que son científicos”. Por mí y por lo que a la comunidad internacional científica respecta, como si dicen misa en arameo. Mienten. Consciente o inconscientemente, pero mienten. A las pruebas me remito. Ahí tenéis la “Rosa de Peters” y el curriculum vitae de esos dos (Peters y Dietercich), más plagado de “politiquerías” que de cuestiones científicas comprobadas.

    c) Que no mientan adrede: si tu propuesta o hipótesis se demuestra como inválida o llenita de fallos… joder, la abandonas y formulas otra nueva, no continúes defendiendo o promulgando lo que YA se ha demostrado como falso.

    d) Que no se busquen excusas como la verborrea de la “dialéctica marxista”: si los resultados de la experimentación contradicen tu hipótesis, no “acomodes” los datos o las explicaciones para que la validen. Agacha los cuernos y reconoce que te equivocaste, que nadie nace sabiendo. Ésa es la mentalidad científica de verdad. Así se evoluciona: con la verdad por delante.

    e) Y no pueden seleccionar y mostrar sólo los datos que les interese para respaldar su hipótesis… hay que estudiarlos TODOS, los que estén a favor y los que estén en contra, especialmente estos últimos. Si hay algo que contradice tu hipótesis, te jodes como Herodes… eso es lo que hay.

    f) Que no intenten introducir POR COJONES una ideología política en un ámbito como es el científico, donde no sólo no tiene cabida, sino que su uso es pernicioso. Si no permitimos el uso de la religión en la ciencia porque es inválida… el de la ideología, tampoco. Y menos, como en la lamentable actuación de Arno Peters en el mundo científico de la Cartografía, la Economía y la Historiografía, que fue de absoluta VERGÜENZA, vamos. Es que mintió descaradamente, propagando una serie de mentiras anticientíficas del tamaño de las lunas de Júpiter, llegando a afirmar que su proyección era la única cierta y convenciendo a miles de personas de semejante mentira. Precisamente por introducir ideología política (neoliberalismo) en un sitio donde se debe emplear, ante todo, ciencia, como es la economía mundial, padecemos la crisis económica que padecemos. Las ideologías y las religiones, etc., FUERA del ámbito de actuación científica, que no hacen más que causar problemas.

    g) El ámbito científico no es un ámbito para crear polémicas baratas: debe ser un ámbito de estudio serio, no un lugar donde “chocar los cuernos” con tus adversarios ideológicos. Ni, mucho menos, para acusar, siendo un intruso profesional, a profesionales científicos serios con mentiras: si no sabes de Cartografía o Economía, no pretendas dártelas de que sabes más que los profesionales científicos de esas áreas… ni mientas sobre ellas.

    Mucho ojo, que todo esto que estoy diciendo, aunque parezca que va dirigido sólo a los marxistas o neomarxistas, va dirigido a todos aquellos que anteponen la ideología al pensamiento científico… y, con ello, me estoy refiriendo, especialmente, a liberales y neoliberales. No os vayáis muy lejos… que ahora continúo con vosotros, esto sólo ha sido un impasse.

    Ya he dicho que aquí van a recibir hostias TODOS los que se las merezcan.

    Hasta la próxima, lectores.



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    Mensaje por Manifiesto Mar Jul 10, 2012 11:07 pm

    Menuda basura de """"""""""""artículo"""""""""""" (me niego a llamar artículo a eso). La verdad, no se que pinta esto aquí, yo lo metería directamente en taberna bajo el título de deficientes mentales que intentan escribir un blog serio en Internet.
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    Mensaje por Danko Mar Jul 10, 2012 11:14 pm

    "Soy una autoridad. Mi titulación, estudios y conocimientos me avalan. La sociedad ha refrendado mi expertización en un área de conocimiento científico, la económica, poniéndome a prueba mediante exámenes y sometiéndome a un proceso riguroso de aprendizaje. Además de eso, mis conocimientos son amplios gracias a que no me especialicé en exceso, y he tenido una actividad académica intensa, habiendo estudiado Periodismo, Publicidad, y habiéndome titulado en Marketing"


    Esto es lo que afirma sobre sí mismo el autor del presente texto y de muchos otros contenidos en su blog.


    Si el lo dice...
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    Mensaje por NSV Liit Mar Jul 10, 2012 11:37 pm

    Bueno, yo era lector habitual de ese blog, sobre todo por que es bastante bueno a la hora de analizar pseudocumentales tipo Zeitgeist y los movimientos que están detrás. Es un blog interesante, aunque a veces se le va la mano al autor en ciertas cosas. En general, y no lo digo por esta entrada en concreto, cuando hablan de la URSS (digo hablan porque a veces escribe también su mujer en él) no tienen mucha idea (más allá de unas cuantas ideas preconcebidas bastante lamentables), pero bueno.

    Este artículo en concreto ... pues vale. Si es una crítica del neomarxismo, pues genial, nada que decir. Pero cuando extiende su crítica no ya a una mera rama del marxismo (que además no tengo yo muy claro de hasta qué punto es marxista en realidad) sino que generaliza al marxismo por completo, entonces el artículo se vuelve lamentable, y no porque se meta con el marxismo, naturalmente, sino por la falta absoluta de argumentos en la exposición al hablar del hecho de si el marxismo es o no científico. Porque más allá de decir que el marxismo no es científico, yo no veo ninguna demostración de que eso sea así. O sea hay que creérselo porque lo dice el autor, o por el ejemplo que pone (en el que por cierto tiene razón). Como mucho está demostrado que la Rosa de Peters es algo absurdo, pero eso no quiere decir que lo sea el marxismo. Tomar una corriente marxista que quizás ni siquiera sea determinante o mayoritaria en el movimiento marxista y hacer de ello una generalización a todo el movimiento marxista es es un poco estúpido. Dicho lo cual me parece que la crítica hacia Peters y su Rosa está bien merecida.

    Lo que sí me gusta de este blog es el intento porque la gente que lo lee reflexione, se quite ciertas ideas preconcebidas de la cabeza y piense, aunque en este caso, como que no le ha salido muy bien.

    De todas formas tampoco se le puede pedir peras al olmo, el tipo es de UPyD....

    Salud, camarada.
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    Mensaje por AliveRC Miér Jul 11, 2012 12:18 am

    Es un tipo que hizo una entrada en honor a la "Revolución Libia", y que cuando algunas veces habla de la Unión Soviética y del marxismo en general sus aportes no parecen, o al menos no me lo parecen a mí, interesantes, en los demás temas en general es muy interesante lo que escribe, es un keynesianista y un tipo con espíritu crítico.

    Y sobre que es de UPyD, sé de manera personal (no, no os preocupéis, no estoy afiliado a UPyD xDD) que en ese partido hay desde personas keynesianistas hasta personas muy liberales, aunque lo que predomina son los fans de Rosa Díez que les encanta lo de "ni de izquierdas ni de derechas" y "casta política".
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    Mensaje por Danko Miér Jul 11, 2012 12:21 am

    En el foro libertario de de Alasbarricadas, el tal Chemazdamundi (José María Gallardo) parece ser de tendencia anarquista o pro-cenetista.


    En lo que respecta a sus análisis notablemente subjetivos sobre la "Revolución libia" el tipo manifiesta una evidente postura NiNi, además, él mismo se declara anti-chavista, anto-castrista, y anti-soviet.

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    Mensaje por NSV Liit Miér Jul 11, 2012 1:25 am

    Danko escribió:En el foro libertario de de Alasbarricadas, el tal Chemazdamundi (José María Gallardo) parece ser de tendencia anarquista o pro-cenetista.


    En lo que respecta a sus análisis notablemente subjetivos sobre la "Revolución libia" el tipo manifiesta una evidente postura NiNi, además, él mismo se declara anti-chavista, anto-castrista, y anti-soviet.


    No sabía que estaba en el foro de Alasbarricadas... la verdad es que no me lo podía imaginar, me sorprende... pero bueno... (no sé si se apuntó solo por el tema o por otra razón, bueno, tampoco importa).

    Precisamente por esas cosas que comentas dejé de leerle...

    Salud.
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    Mensaje por inmundo Miér Jul 11, 2012 5:20 am

    En realidad habría que haber mostrado las críticas que este tipo le hace al marxismo un poco más abajo en el artículo. Entonces se vería más claramente que este tipo no hace más que repetir las giladas que circulan por internet y que nunca leyó ni un resumen de El Capital. Habría que preguntarle qué tiene este método típicamente "bloguero" de científico.
    Por otra parte es ridículo su intento de defender la apoliticidad de la ciencia, sobre todo en el caso de una ciencia social, como es la economía. Cualquier epistemólogo se le reiría en la cara.
    Y todo esto viene, encima, de alguien que defiende la teoría utilitarista del valor y que demostró no conocer ni una sola de las críticas que se le han hecho desde hace décadas a esa impostura.
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    Mensaje por thisisparto Miér Jul 11, 2012 12:35 pm

    Danko escribió:En el foro libertario de de Alasbarricadas, el tal Chemazdamundi (José María Gallardo) parece ser de tendencia anarquista o pro-cenetista.


    En lo que respecta a sus análisis notablemente subjetivos sobre la "Revolución libia" el tipo manifiesta una evidente postura NiNi, además, él mismo se declara anti-chavista, anto-castrista, y anti-soviet.

    ¿Anti-soviet? ¿Tienes algún enlace a algún artículo donde lo diga? Me apetece reírme.
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    Mensaje por Danko Miér Jul 11, 2012 3:35 pm

    thisisparto escribió:
    Danko escribió:En el foro libertario de de Alasbarricadas, el tal Chemazdamundi (José María Gallardo) parece ser de tendencia anarquista o pro-cenetista.


    En lo que respecta a sus análisis notablemente subjetivos sobre la "Revolución libia" el tipo manifiesta una evidente postura NiNi, además, él mismo se declara anti-chavista, anto-castrista, y anti-soviet.

    ¿Anti-soviet? ¿Tienes algún enlace a algún artículo donde lo diga? Me apetece reírme.





    Ese anti-stalinismo, anti-castrismo, anti-gadafismo, anti-chavismo el tal Chemazdamundi las manifiesta en varios artículos suyos alojados en su blog personal:



    Se puede estar en contra de las tropelías y abusos cometidos por los EE.UU. y, además, estar en contra de los dictadores como Gaddafi. Porque… ¡coño! ¡Eso es lo que una persona decente tiene que hacer! ¡Estar en contra de TODAS la maldades, independientemente de su origen o color ideológico. Yo estoy en contra de todos los Hitler, Stalin, Pol Pot, Mao Zedong, Fidel Castro, Stroessner, Franco, Bokassa, Suharto, Pinochet, Vargas, Videla, Quisling, Hassan, Saleh, Assad, etc., etc., etc…

    Y sí, también estoy en contra de George W. Bush, Vladimir Putin y de Hugo Chávez
    aunque técnicamente NO sean dictadores. Estoy en contra de todo aquel que cometa maldades (o estupideces de manera masiva).

    Yo soy nieto y bisnieto de represaliados por el franquismo… por tanto, me cago
    en el hijo de puta de Franco… ¡¡¡pero no por ello tengo que aplaudir ni a
    defender las atrocidades de los dictadores del bando ideológico contrario como Stalin!!! ¡Eso es una brutalidad de falta de inteligencia, de objetividad, de
    bondad y de decencia moral, joder!


    ¿Necesito defender a un hijo de la gran puta como ese dictador de Gaddafi para expresar mi descontento con los EE.UU.? ¿Es que ser antiamericano IMPLICA ser proGaddafi o procomunista?


    De todos es conocido el apoyo que Hugo Chávez, actual gobernante de Venezuela, le ha brindado desde siempre a Gaddafi (porque asociaba a Gaddafi al socialismo y al antiimperialismo aunque en realidad Gaddafi tenía de socialista lo que yo de abadesa de Las Dueñas: nada),




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    Y la filiación posiblemente anarquista o socialista el Chemazmundi las manifiesta en un hilo del foro Alasbarricadas:


    A los demás, un saludo y nos vemos en la lucha, quizás no la veamos igual, cierto, porque yo participo desde el socialismo, pero creo que compartimos una misma intención de mejorar aunque sea un poco este jodido mundo.

    Y afiliaos a la CNT, coño, que son unos tíos con un par de huevos. Es lo mejor que ha dado el anarquismo en este país.


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    Aunque me parece que el Chemazmundi intervino en ese foro anarco porque fue invitado a participar en él, concretamente en un debate crítico respecto al famoso documental Zeitgeist


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    Mensaje por nunca Miér Jul 11, 2012 4:55 pm

    Del foro alasbOrricadas he leído cada cosa, atentos a ésta:

    Leninismo, ideología fascista

    Enviado por Lembas en Lun, 12/11/2006 - 10:19

    “¡Liberar a la Humanidad del yugo bienhechor del Estado! Es extraordinario hasta qué punto los instintos criminales anidan en el hombre. Lo digo claramente: criminales. La libertad y el crimen van tan íntimamente liados, si usted prefiere, como el movimiento de un avión y su velocidad. Si la velocidad del avión es nula, permanece inmóvil, y si la libertad del hombre es nula, no comete crímenes. Está claro. El único medio de librar al hombre del crimen es librarlo de la libertad.”
    Evgeni Zamiatin, Nosotros, 1920.

    La existencia de sectas inmovilistas más o menos virtuales que se reclaman de Lenin es hoy un asunto más relacionado con las neurosis que acechan a los individuos inmersos en las condiciones modernas del capitalismo que con la lucha por las ideas que sostienen los rebeldes contra los ideólogos de la clase dominante. El tiempo no perdona y el fracaso final del leninismo ocurrido entre 1976 y 1980 ha llevado a los creyentes que sobrevivieron a una supervivencia esquizoide. Como ya estudió Gabel, el precio a pagar por su fe es una conciencia escindida, una especie de doble personalidad. Por un lado la realidad desmiente el dogma hasta en el menor detalle, y por el otro, la interpretación militante ha de retorcerla, encorsetarla y manipularla hasta el delirio para amoldarla al dogma y fabricar un relato maniqueo sin contradicciones. Como si de una Biblia se tratase, en dicho relato están todas las respuestas. El cuento leninista suprime la angustia que en el creyente engendran las contradicciones de la práctica, lo que constituye una poderosa arma para escapar a la realidad. El resultado sería patético para el resto de los seres vivos si los debates abundaran en el seno de un proletariado combativo como el de los años setenta, pero dado el estado actual de la conciencia de clase, o lo que es lo mismo, dada la inversión espectacular de la realidad, donde “lo verdadero es sólo un momento de lo falso”, la presencia de sectarios leninistas en las escasas discusiones de base no contribuye sino a la confusión reinante. El papel objetivo de las sectas consiste en falsificar la historia, ocultar la realidad, desviar la atención de los verdaderos problemas, sabotear la reflexión sobre las causas del triunfo capitalista, bloquear la formulación de tácticas de lucha adecuadas, impedir en fin el rearme teórico de los oprimidos. Los leninistas fosilizados de hoy ya no son (porque no pueden) la vanguardia de la contrarrevolución de hace treinta años o de hace sesenta, pero su función sigue siendo la misma: trabajar para la dominación como agentes provocadores.

    Dada la descomposición actual de la ideología quizás conviniese hablar de leninismos, pero lejos de perdernos en los matices que separan las distintas sectas intentaremos agrupar las características afines, que son las que mejor las definen, a saber, la negación rotunda de que en 1936 hubiera una revolución obrera, la afirmación igual de rotunda de la existencia de una clase obrera en constante avance y la creencia en el advenimiento del partido dirigente, guía de los trabajadores en la marcha hacia la revolución. Lo primero les viene, bien de los análisis derrotistas y capituladores de la revista belga “Bilan”, bien de los dictados triunfalistas del Komintern y del PCE. Si en un caso era cuestión de una guerra imperialista, en el otro, se trataba de una guerra de la independencia; en ambos, el proletariado debía dejarse machacar. En el universo leninista Lenin es la Virgen María; la clase obrera de la que hablan es como la cristiandad. Un chiíta del leninismo, es decir, un bordiguista, se lamentaba en la web: “¿Si nos quitan la clase obrera, qué nos queda?” En efecto, para los leninistas la clase obrera tiene una función ritual, terapéutica si se quiere, psicológica. Es un ente ideal, una abstracción, en nombre de la cual ha de tomarse el poder. No es que no exista, es que nunca ha existido. Inventada por Lenin a partir del modelo ruso de 1917, una clase obrera minoritaria en un país feudal de población eminentemente campesina asequible a una dirección exterior compuesta por intelectuales organizados como partido, no es precisamente algo que veamos todos los días. Pertenece a un pasado caduco. Es un ideal utópico, antihistórico. Sin bromas, la secta trotsquista posadista creyó haberla encontrado entre los extraterrestres de una galaxia lejana desde donde enviaban a La Tierra platillos volantes con mensajes socialistas. Los mensajes de los ovnis debieron cundir porque el proletariado leninista aparece en toda sopa planetaria; según la prensa leninista su epifanía puede suceder en cualquier acontecimiento, por ejemplo, en la guerra civil de Irak, en las movilizaciones de estudiantes franceses, o en la constitución de una “izquierda” sindical, aunque lo más frecuente sea en los conflictos laborales. Como no hay historia para el leninismo después de la toma del Palacio de Invierno, desde la Revolución Rusa parece que no hayan habido ni derrotas ni victorias significativas, a lo sumo algún traspiés dentro de una línea evolutiva invariable que conduce a una clase obrera impoluta, esperando a los curas de la iglesia, sus líderes, miembros por derecho del “partido”. Porque el verdadero sujeto histórico para los leninistas no es la clase sino el partido. El partido es el criterio absoluto de la verdad, que no existe por sí misma sino dentro de él, en las sagradas escrituras correctamente interpretadas. Dentro de el partido, la salvación; fuera, la condenación eterna. Ese vanguardismo alucinado es el rasgo más antiproletario del leninismo puesto que la idea de partido único mesiánico es ajena a Marx; proviene de la burguesía masona y carbonaria. Marx llamaba partido al conjunto de fuerzas que luchaban por la autoorganización de la clase obrera, no a una organización autoritaria, luminada, exclusiva y jerarquizada. Es revelador que los leninistas vean hoy los intereses económicos particulares como intereses de clase, cuando ya no lo son, y que, en los setenta, cuando lo eran, los trataban como asuntos sindicales, “tradeunionistas”. La diferencia radica en que entonces el proletariado luchaba a su modo, con sus propias armas, las asambleas. Eso es lo que transformaba la reivindicación parcial en exigencia de clase. Pero los leninistas desprecian las formas realmente proletarias de organización y de lucha: las asambleas, los comités elegidos y revocables, el mandato imperativo, la autodefensa, las coordinadoras, los consejos... Y las desprecian porque en tanto que formas de poder obrero ignoran los partidos y disuelven al Estado, incluido al Estado “proletario”. Por eso han ocultado tanto como los medios de comunicación la existencia del Movimiento Asambleario durante los setenta, porque son enemigos de una clase obrera real que no se parece en nada a la suya y odian por razones evidentes sus formas organizativas específicas. Al contrario de Marx, para los leninistas el ser no determina la conciencia, por lo que hay que inculcarla mediante el apostolado de los líderes. Los obreros no pueden alcanzar, según Lenin, más que una conciencia sindicalera y deben plegarse al papel de simples ejecutantes; los sindicatos que los encuadran y controlan son por lo tanto la correa de transmisión del partido. Eso no es óbice para que los leninistas alaben las asambleas y los consejos si ello les permite ejercer alguna influencia y reclutar adeptos. Durante los setenta llegaron a apoyarlas pero tan pronto como se sintieron fuertes las traicionaron, tal como, salvando las diferencias, hizo Lenin con los Soviets.

    La revista “Living Marxism”, animada por Paul Mattick, lanzaba la consigna de que “la lucha contra el fascismo comienza por la lucha contra el bolchevismo”. Durante la década de los cincuenta el capitalismo de los ejecutivos evolucionaba hacia los modos totalitarios del capitalismo de Estado soviético. Hoy, cuando la clase burocrática comunista se ha convertido al capitalismo y el mundo es arrastrado hacia la dominación fascista por la vía tecnológica, la ideología leninista es residual, polvorienta y museográfica. No estudia al capitalismo porque éste no es su enemigo, y por supuesto no quiere luchar contra él. Simplemente hace como el ajo, se repite. La labor principal de sus sectas consiste en competir unas con otras señalando “un punto particular que las distingue del movimiento de la clase” (Marx). La batalla teórica contra los leninistas es pues un combate menor, algo así como dar puntapiés a los muertos vivientes, pero en tanto que armazón primario de nuevas ideologías de la contrarrevolución como el hardt-negrismo no conviene descuidarla, y con este objetivo recordamos algunas banalidades de base acerca del leninismo que cualquiera podrá encontrar en las obras de Rosa Luxemburgo, Karl Korsch, los consejistas (Pannekoek, Gorter, Rülhe) o los anarquistas (Rocker, Volin, Archinoff). El leninismo a través de Negri y sus acólitos, como antes a través del estalinismo, su forma extremada, efectúa un retorno completo al pensamiento y a los modos de la burguesía, concretamente en la fase globalizadora totalitaria, manifiesto en su defensa del parlamentarismo, de los compromisos políticos, de la telefonía móvil y del espectáculo movimentista. El negrismo sostiene ideológicamente las fracciones débiles, perdedoras, de la dominación, la burocracia político administrativa, el aparato sindicalista y las clases medias, interesadas en un capitalismo intervenido por el Estado. Pero el leninismo no es diferente. Siempre defendió intereses contrarios al proletariado.

    En la Rusia de 1905 no existía una burguesía capaz de lanzarse a la lucha contra el zarismo y la iglesia como futura clase dominante. Esa misión correspondió a los intelectuales rusos, que buscaron el esclarecimiento de sus impulsos nacionalistas en el marxismo y hallaron sus mejores aliados en el campo obrero. El marxismo ruso tomó un aspecto completamente diferente del ortodoxo, puesto que en Rusia el trabajo histórico a cumplir era el de una burguesía demasiado débil: la abolición del absolutismo y la construcción de un capitalismo nacional. La teoría de Marx, adaptada por Kautsky y Bernstein, identificaba la revolución con el desarrollo de las fuerzas productivas y del Estado democrático correspondiente, lo que favorecía una praxis reformista que aunque podía funcionar en Alemania, no podía en Rusia. Si bien Lenin aceptaba íntegramente el revisionismo socialdemócrata de Marx, sabía que la tarea de los socialdemócratas bolcheviques de derrocar al zarismo no podía llevarse a cabo sin una revolución, para la que se necesitaban mejores fuerzas que las de los liberales rusos. Una revolución burguesa sin burgueses, y aún en su contra. La revuelta obrera de 1905 dejó al régimen absoluto malherido y la revolución de febrero de 1917 acabó con él. Aunque fue una insurrección obrera y campesina no tenía programa revolucionario ni consignas particulares, por lo que los representantes de la burguesía ocuparon su lugar. La burguesía no supo estar a la altura, mientras el proletariado se instruía políticamente y tomaba conciencia de sus objetivos; en poco tiempo la revolución perdía su carácter burgués y adoptaba un aire decididamente proletario. Durante julio-agosto Lenin aún defendía un régimen burgués con presencia obrera pero viendo el avance de los Soviets o consejos obreros cambió de orientación y lanzó la consigna del poder a los soviets, e incluso llegó a teorizar sobre la extinción del Estado. Pero la idea de poder horizontal era ajena a Lenin, que había organizado un partido sobre el modelo militar burgués, vertical, centralizado, decidiendo siempre desde arriba, con la dirección y la base fuertemente separadas. Si estaba a favor de los soviets era para intrumentalizarlos y tomar el poder. Su principal función no fue el desarrollo de los soviets, que no tenían cabida en su sistema; fue la conversión del partido bolchevique en aparato burocrático estatal, la introducción del autoritarismo burgués en el ejercicio y la representación del poder. A los soviets, los protagonistas de la revolución de octubre, en poco tiempo les fue escamoteado su poder por un Estado “proletario” que no supieron destruir. Los bolcheviques combatieron en nombre de “la dictadura del proletariado” el control obrero y la implantación de la revolución en los talleres y las fábricas, y, en general, la manifestación soberana de la voluntad obrera en organismos de democracia directa. En 1920 habían acabado con la revolución proletaria y los soviets ya no eran más que organismos castrados, decorativos. Los últimos bastiones de la revolución, los marinos de Kronstadt y el ejército makhnovista fueron aniquilados más tarde. Al tiempo que destruían los soviets, los emisarios bolcheviques desembarcaban en Alemania, donde el consejismo había despertado en las masas obreras y los consejos estaban a punto de convertirse en órganos efectivos de poder proletario, para asestar una puñalada por la espalda a la revolución. Por todas partes desacreditaron la consigna de Consejos Obreros y propugnaron la vuelta a los sindicatos corruptos y al partido socialdemócrata. La revolución consejista alemana cayó bajo el peso de la calumnia, la intriga y el aislamiento provocado por los bolcheviques. Sobre sus cenizas pudo reconstituirse, con la bendición de Lenin, la vieja socialdemocracia y el Estado alemán de posguerra. Lenin no dejó de combatir a los defensores del sistema de consejos cubriéndoles de improperios en el folleto preferido de todos sus seguidores, “El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo.” Ahí se quitó la máscara. Abrumando con falsedades a los comunistas de izquierda y a los Consejos, Lenin defendía su seudosocialismo panruso, que llevado a la práctica por Stalin se revelaría un nuevo tipo de fascismo. Ni de lejos concebía que la liberación de los oprimidos sólo pudiera efectuarse mediante la destrucción del poder, del terror, del miedo, de la amenaza, de la constricción. Todo aquél que desee entronizar un orden burgués encontrará las mejores condiciones de hacerlo en la separación absoluta entre masas y dirigentes, vanguardia y clase, partido y sindicatos. Lenin quería una revolución burguesa en Rusia y había formado un partido perfectamente adaptado a la tarea, pero la revolución rusa adquirió carácter obrero y estropeó sus planes. Lenin tuvo que vencer con los soviets para después vencer contra ellos. El comunismo más la electrificación cedió el paso a la NEP y a los planes quinquenales de Stalin, dando lugar a una nueva forma de capitalismo donde una nueva clase, la burocracia, desempeñaba el papel de la burguesía. Era el capitalismo de Estado. En Europa, las masas obreras fueron frenadas, desanimadas y empujadas a la derrota hasta desmoralizarse y perder la confianza consigo mismas, camino que condujo a la sumisión y al nazismo. Hitler llegó fácilmente al poder porque los dirigentes socialdemócratas y estalinistas habían corrompido tanto al proletariado alemán que éste no reparó en entregarse sin queja. “Fascismo pardo, fascismo rojo” fue el título de un memorable folleto donde Otto Rülhe mostraba que el fascismo estalinista de ayer era simplemente el leninismo de anteayer. En él nos hemos inspirado para titular nuestro artículo.

    Los paralelismos con la situación española de 1970-78 son obvios. Por un lado, el partido comunista oficial, estalinista, defendía una alianza con los sectores de la clase dominante que forzara una conversión democrática del régimen franquista. Su fuerza provenía principalmente de la manipulación de movimiento obrero, al que pretendía encuadrar dentro del aparato sindical fascista. Todos los procedimientos leninistas para impedir la autoorganización obrera fueron utilizados fielmente por el PCE. Los partidos izquierdistas, nacidos principalmente de la explosión del FLP, de escisiones del PCE y del Frente Obrero de ETA, no actuaron de otro modo. Todos atacaban al PCE por no ser suficientemente leninista y no perseguir, como Lenin, una revolución burguesa en nombre de la clase obrera. Le disputaban la dirección de Comisiones Obreras, trabajo inútil porque en 1970 Comisiones ya no era ningún movimiento social, sino la organización de los estalinistas y simpatizantes en las fábricas. Para conquistar posiciones hicieron concesiones a las genuinas formas obreras de lucha, las asambleas, pero nunca las fomentaron. Tras los sucesos de Vitoria del 3 de marzo de 1976 las diferencias con el PCE se desvanecieron y le siguieron en su política de compromisos. Se presentaron a elecciones, cosechando el más rotundo de los fracasos. Desaparecieron dejando un rastro de pequeñas sectas, pero su suicidio político fue también el del PCE, que a partir de 1980 se transformó en un partido testimonial, de ideología variable, sostenido sólo por algunos fragmentos proletarizados de la mediana y pequeña burguesía.

    Unas cuantas verdades podemos aprender de la crítica clásica del leninismo en la que nos hemos basado. Que los fundamentos de la acción que incline la balanza social del lado contrario al capitalismo no se encontrarán con los métodos de organización del tipo sindicatos o partidos, ni en los parlamentos, ni en las instituciones estatales, ni en los centros comprometidos con cualquier aspecto de la dominación. Que las masas oprimidas se hallan aisladas y dispersas, sin amigos. Que los activistas han de poner por encima de todo la capacidad de asociación, el fortalecimiento de la voluntad de acción y el desarrollo de la conciencia crítica, incluso por encima de los intereses inmediatos. Que las masas han de escoger entre tener miedo o darlo.

    Miguel Amorós
    3 de diciembre de 2006.


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    ¿Es el marxismo “científico”, como asegura? Empty Re: ¿Es el marxismo “científico”, como asegura?

    Mensaje por Danko Miér Jul 11, 2012 5:29 pm

    Sí, ya conocía este texto de Amorós. De hecho este mamotreto anarco ya fue respondida por el pensador marxista vasco Iñaki Gil de San Vicente, en el cual también se responden a muchos de los mitemas de la ideología anarquista:


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    Mensaje por GAZGRAFF Jue Jul 12, 2012 5:48 pm

    En ninguna parte lei qe argumentara, simplemente decia y repetia "el marxismo no es una ciencia", de diferentes maneras y con mas nombres, pero nunca dijo "El marxismo no es una ciencia por A, B, etc..."
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    Mensaje por ArmaTuMente Jue Jul 12, 2012 8:07 pm

    -El marxismo no es ciencia, el marxismo no es ciencia
    -¿Porque?
    -Porque el marxismo no es ciencia
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    Mensaje por relojandante Vie Jul 13, 2012 5:26 pm

    La idea principal de este artículo es errónea, el socialismo es científico. Sin embargo el autor refleja argumentos muy buenos que, si bien no apoyan su idea principal, son válidos para otra: muchas personas que se autoproclaman marxistas no son verdaderamente científicas.

    El comunista comprende que el socialismo es mejor que el capitalismo y por eso dedica buena parte de sus esfuerzos a la propaganda. A veces se topa con textos que no encajan con la ciencia pero ,como sirven para estigmatizar a sus enemigos, los corrobora. Este error es demasiado común, así que recomiendo leer detenidamente los puntos de este texto, porque la mayoría de ellos son verdades como puños.

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    Mensaje por Danko Dom Jul 15, 2012 7:38 am

    Ese sujeto que ha escrito el artículo tiene la pinta de ser el típico debunker pseudo-escéptico estilo arpío. Esto es, un negador que no un escéptico que ejerce la duda o analiza criticamente. Sin duda en su blog contiene artículos interesantes desde el punto de vista científico, sobre todo el dedicado a refutar ese engendro neoliberal llamado Anarco-capitalismo, pero en las demás materias demuestra una ignorancia supina en cuanto a otros asuntos, como el marxismo entre ellos. Y el tío se las da de experto.


    Entiendo que en este pais y otros muchos, es costumbre hablar como un entendido acerca de cualquier tema aún desconociéndolo en su esencia. España es ante todo un país de "enteraos" pues aquí todo el mundo sabe de todo y basta tomarse una caña en un bar para ver como el mismo tipo que habla sobre la alineación del Real Madrid opina también sobre la estrategia norteamericana en Afganistán, justo antes de sentar cátedra sobre Belén Esteban y su duelo con Anne Igartiburu.


    Pero supongo que eso es un vicio cultural que manifestamos todos, servidor incluido, porque al fin y al cabo, si sólo hablaramos u opináramos unicamente de aquello de lo que somos eruditos en profundidad... casi nunca abriríamos la boca.
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    ¿Es el marxismo “científico”, como asegura? Empty Re: ¿Es el marxismo “científico”, como asegura?

    Mensaje por Danko Vie Jul 27, 2012 8:41 am

    El marxismo, o mejor dicho el socialismo científico, en efecto es una ciencia, fundamentada en el materialismo dialéctico e histórico, como en el análisis de la realidad concreta y que en el contexto social reconoce la división de la sociedad en clases sociales antagónicas. En el caso de los comunistas, dicha herramienta de análisis científico se ejerce desarrollando una construcción teórica en consonancia con los intereses de los explotados (esclavos, asalariados, obreros, etc)

    El marxismo, por tanto, al tomar partido por una clase social determinada, estaría asumiendo ya una perspectiva parcial, sesgada y en consecuencia, él mismo no pasaría de ser otra ideología más. Pero la aceptación de este relativismo neutro conduciría a la imposibilidad de distinguir entre ciencia, ideología y filosofía. De ahí que algunos filósofos, confundiendo la ciencia con el cientifismo (ideología acoplada externamente a día), hayan sostenido que la ciencia es la ideología del capitalismo. Desde esta óptica, podría decirse lo mismo del comunismo soviético; de hecho, Louis Althusser considera la ideología como un extravío especulativo y puramente imaginario con respecto a la verdadera ciencia de la naturaleza y de la historia.

    Sin embargo, sólo la teoría marxista, el materialismo histórico y dialéctico, está en condiciones de penetrar más allá de apariencias imaginarias y deformaciones ideológicas y descubrir las relaciones reales y materiales que subyacen a las estructuras sociales opacas.


    En consecuencia, el marxismo es además de una ciencia económica, es también una Ciencia social. No es una “ciencia” dura o exacta, como la Física o las matemáticas. Pero sí sigue el método científico de estudio y análisis. Por eso es una Ciencia. Es una ciencia Social porque éste abarca también el estudio de una faceta Social del comportamiento humano (los factores subjetivos, culturales de conciencia y de alienación). Es decir, la Economía es Ciencia exacta en parte porque estudia los “numeritos”(matemáticas) pero también estudia los comportamientos humanos. Por eso el marxismo no es una ciencia “dura” como la Física. Pero eso no implica que no utilice el método científico en su análisis, y que no sea ciencia.



    PD: Muchos economistas Neoliberales realizan también análisis marxistas, pues estos reconocen también la división social en clases antagónicas, pero realizando construcciones teóricas en consonancia con los intereses de la burguesía y los explotadores.
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    Mensaje por Estados Unidos de Europa Vie Jul 27, 2012 10:36 am

    El marxismo no es ciencia. El Marxismo es una ideología. El marxismo no explica al mundo, sino ofrece un punto de vista sobre el mundo. O sea, sobre la sociedad, historia, etc.
    Económicamente es solo una de las varias escuelas. Restamente es pura ideología. La visión dialéctica del mundo, materialismo histórico, lucha de clases, etc. no es sino una ideología, un punto de vista. Nada más.


    En consecuencia, el marxismo es además de una ciencia económica, es también una Ciencia social.
    Economía es ciencia, `capitalismo`... `marxismo` son escuelas económicas dentro de la economía.
    No es una ciencia social, porque no ofrece explicación sobre la sociedad y historia, sino un punto de vista sobre sociedad y historia.


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    ¿Es el marxismo “científico”, como asegura? Empty Re: ¿Es el marxismo “científico”, como asegura?

    Mensaje por nunca Vie Jul 27, 2012 11:30 am



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    Concepto marxista de ideología

    Tal como el materialismo histórico define el concepto, la ideología forma parte de la superestructura, junto con el sistema político, la religión, el arte y el campo jurídico. Según la interpretación clásica, está determinada por las condiciones materiales de las relaciones de producción o estructura económica y social y el reflejo que produce es denominado "falsa conciencia".

    El papel de la ideología, según esa concepción marxista de la historia, es actuar de lubricante para mantener fluidas las relaciones sociales, proporcionando el mínimo consenso social necesario mediante la justificación del predominio de las clases dominantes y del poder político.

    Entre los marxistas que se han dedicado al estudio de la ideología, o han hecho comentarios significativos sobre el tema, están Marx y Engels, Lukács, Althusser, Gramsci, Theodor Adorno y, más recientemente, Slavoj Zizek.

    Pese a que comúnmente suele hablarse de una teoría de la ideología homogénea del marxismo, ligada al esquema base-superestructura, existen numerosas variaciones teóricas que tratan este tema. Algunos analistas de la teoría de la ideología marxista, por ejemplo Terry Eagleton, han llegado a afirmar que en los escritos del propio Marx existen teorías diferentes sobre el punto.

    Durante la etapa estalinista de la URSS, el marxismo quedó reducido al materialismo dialéctico (o diamat) y a la llamada concepción materialista de la historia. Dichas doctrinas, codificadas y poco cuestionables, eran enseñadas académicamente, con una sección incluso en la Academia de Ciencias. Para los marxistas occidentales, y especialmente para los historiadores de orientación no ortodoxa, que suele llamarse marxiana, sobre todo en Francia e Inglaterra (más o menos ligados a la renovación historiográfica de mediados del siglo XX que supuso la Escuela de Annales), es imposible explicar la historia de un modo tan determinista. Desde ese punto de vista, suelen encontrarse en la historiografía interpretaciones de la ideología en el sentido que la inadecuación de la ideología dominante a nuevas condiciones o el surgimiento de ideologías alternativas que entran en competencia con ella, produce una crisis ideológica. Así suele admitirse que, aunque desde un punto de vista marxista clásico suene herético, cuando una ideología dominante no cumple eficazmente su función hace aumentar la tensión social (lucha de clases) que contribuye a la crisis de un modo de producción y su transición al siguiente.



    La ideología como crítica totalitaria

    El contemporáneo filósofo político australiano Kenneth Minogue se dedicó a observar la noción marxista de ideología en su obra La teoría pura de la ideología. Para el autor el marxismo:

    Presupone por ideología un conjunto de ideas funcionales de un individuo que dan justificación y validez universal a sus intereses.
    Intereses entendidos principalmente como la preservación de sus medios económicos de subsistencia una vez adoptados; excluyendo de esta categoría su uso o los fines de consumo, que volverían a los intereses socialmente teleológicos e infraestructuralmente culturales.
    Los intereses en estas reducidas "condiciones materiales de existencia" estarían pretederminados tecnológicamente por la particular relación social del individuo con su ubicación en la división del trabajo, cuya forma no sería modificable ni elegible, esto es: sus fines serían necesarios en vez de libres.
    Estos intereses tienen la característica de no ser comunes (salvo con miembros de la misma clase) y contrarios con las otras clases en forma intrínseca, ya que su naturaleza es la de participar en una relación orgánica dual de opresores-oprimidos.[6]
    Minogue plantea inmediatamente una versión inversa a esta poniendo de cabeza sus premisas básicas:

    Las verdaderas ideologías son pseudo-revelaciones que reducen toda la realidad a la existencia de grupos y géneros con predeterminados intereses opuestos.
    Intereses que encarnarían en sí mismos un sistema de opresión (que incluye la opresión de unas ideas funcionales por otras).
    Requieren interpretar ciegamente el concepto de liberación como eliminación de dichas clases de intereses opuestos.
    Y el trato pragmático-revolucionario de todo pensamiento funcional como sistemas de ideas (como ideologías) basadas en falsas racionalizaciones (siendo la verdad incognoscible salvo en la realización de la lucha revolucionaria).

    Dos poderes ideológicosLas características de esta noción de ideología como "dogma crítico" se destacan particularmente en el marxismo, y todas tendrían como particular característica su tendencia a degenerar en "sociologismos" y "psicologismos" autocontradictorios (teorías conspirativas en las cuales las formas de organización social no serían necesidades históricas que generarían a los grupos sociales dominantes y sus "ideologías", sino a la inversa serían elites las que crearían la sociedad con una ideología que haría posible su poder; idea esta última que el epistemólogo Karl Popper ya había denunciado como parte de un marxismo vulgarizado y malinterpretado).[7]

    También la comunidad de intereses entre grupos no sólo es arbitraria (clases sociales, géneros, razas), sino que la misma visión ideológica de la sociedad es en realidad la sociedad ideológica que esta genera, ya que aunque presuma combatir un sistema de opresión donde sus elementos son orgánicamente funcionales, dicha opresión dependería sólo de su ocultamiento (cuando en realidad tal ocultamiento requeriría de una opresión preexistente) y no sería realmente funcional en tanto no fuera planificada (planificación que la ideología sí necesita generar).

    Es por esto que la comunidad de intereses interindividuales que presume el revolucionario ideológico es una ficción útil (el leninismo habría sincerado este hecho al afirmar que "los burgueses compiten para vender la soga con la que los van a ahorcar"), pero termina siendo una realidad forzada cuando la ideología llega al poder. Minogue vuelve así, contra las propias doctrinas sistémico-clasistas (que tratan de "ideológico" a todo pensamiento), la acusación de reificación ideológica en nuevos términos, particularmente al marxismo la generación y dependencia para con sus propios intereses revolucionarios en una opresiva sociedad sin clases.

    La tesis de Minogue fue de gran influencia a fines del siglo XX en los círculos políticos e intelectuales más cercanos al pensamiento demoliberal, conservador y neoconservador, por haber dado sistematicidad a la dialéctica de las democracias liberales occidentales en su confrontación con las democracias populares marxistas a lo largo de la Guerra Fría.
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    ¿Es el marxismo “científico”, como asegura? Empty Re: ¿Es el marxismo “científico”, como asegura?

    Mensaje por Habeas_Corpus Vie Jul 27, 2012 12:13 pm

    Pues para ser tan ciéntifico, yo no le he visto destripar el marxismo para explicarme por qué no es científico. Simplemente dice: no lo es. Muy ben, y por qué majo?

    Si es que tiene que haber gente para todo.
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    ¿Es el marxismo “científico”, como asegura? Empty Re: ¿Es el marxismo “científico”, como asegura?

    Mensaje por Danko Vie Jul 27, 2012 12:41 pm

    Habeas_Corpus escribió:Pues para ser tan ciéntifico, yo no le he visto destripar el marxismo para explicarme por qué no es científico. Simplemente dice: no lo es. Muy ben, y por qué majo?

    Si es que tiene que haber gente para todo.


    Parece ser que el científico éste considera al marxismo en esencia una ideología, o una filosofía, que no una ciencia. Aunque al marxismo habría que considerarlo por el contrario una ciencia, o más bien consiste en un análisis científico de la realidad, en las leyes objetivas de desarrollo de ésta; de allí que se convierta en una herramienta capaz de penetrar verdaderamente la naturaleza y guiar al proletariado. Esto es, una guía para la acción revolucionaria, de la cual se extrae un desarrollo teórico en base al análisis de una situación concreta... aunque algunos, incluso muchos camaradas lo conciban como una especie de ideología cerrada y dogmática.
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    ¿Es el marxismo “científico”, como asegura? Empty Re: ¿Es el marxismo “científico”, como asegura?

    Mensaje por Estados Unidos de Europa Vie Jul 27, 2012 1:44 pm

    Ya, y el darwinismo social también era "científico" Laughing

    P.S
    ¿Qué leyes objetivas y científicas son estas? ¿Dialéctica es científica y objetiva? Laughing

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    ¿Es el marxismo “científico”, como asegura? Empty Re: ¿Es el marxismo “científico”, como asegura?

    Mensaje por Christoph Eduard Vie Jul 27, 2012 1:50 pm

    Estados Unidos de Europa escribió:Ya, y el darwinismo social también era "científico" Laughing

    P.S
    ¿Qué leyes objetivas y científicas son estas? ¿Dialéctica es científica y objetiva? Laughing


    El darwinismo social, la ley de la selva, es lo que vivimos hoy en día. Es una realidad palpable, no hace falta ser muy listo para captarlo.

    Deja de decir tonterías anda, que dan penita tus comentarios.
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    Mensaje por Stitch Vie Jul 27, 2012 2:05 pm

    El marxismo ¿es una ciencia?


    Jordi Soler Alomà

    Existe la creencia bastante difundida que el marxismo es una ciencia. Por ejemplo, ante los problemas de la humanidad, hay quien tiene una fe ciega en que la ciencia del marxismo los va a resolver.

    Veamos qué hay de cierto en dicho supuesto:

    Para que la proposición "el marxismo es una ciencia" tenga sentido, debemos establecer, antes que nada, el significado -que debemos consensuar- de marxismo, por un lado, y de ciencia, por el otro; entre otras cosas, porque ninguno de los dos conceptos es ajeno a la controversia.

    Empecemos por el concepto de marxismo: se suele concebir el marxismo como una corriente ideológica -es decir, un conjunto de supuestos cognitivos y de principios normativos- que fue fundada por Carlos Marx, quien seria -según el tópico que analizamos- su máximo exponente. Sin embargo, dentro de lo que históricamente se ha venido a llamar marxismo conviven múltiples tendencias de lo más heterogéneas y variopintas. Para muestra: leninismo, trotskismo, maoísmo, estalinismo, marxismo-leninismo, la metafísica materialista-dialéctica, kautskismo, marxismo estructuralista, teoría crítica (escuela de Frankfurt), revisionismo bernsteiniano, existencialismo marcussiano y otras.

    Para que un cuerpo de conocimiento pueda ser considerado una ciencia, uno de los requisitos que se le exigen es que mantenga cierta homogeneidad de criterios; condición que, en la anterior relación, obviamente no se da; además, algunas de dichas tendencias son directamente anticientíficas: para la teoría crítica la ciencia es ideología, para Marcusse, los diamats y Stalin es una veleidad burguesa. Sin embargo, cuando nos referimos al marxismo como ciencia estamos pensando, sobre todo -y con razón-, en Marx. Pero, en este punto, topamos con un problema: fue, precisamente, el propio Marx, quien se excluyó a sí mismo del conjunto del marxismo. No era en broma cuando le dijo a su yerno, Paúl Lafargue: "lo cierto es que yo no soy marxista". Marx, que era un hombre de mentalidad abierta, no podía tolerar ni que se convirtiera su pensamiento en un catecismo ni que llevara su nombre una especie de secta dogmática, ni que en su nombre se profirieran todo tipo de estupideces; lo que deseaba era que la gente conocedora de su obra se animara a pensar por cuenta propia. En ese contexto, desautorizó a sus dos yernos marxistas, Lafargue y Longuet -confesos seguidores suyos-, colgándoles los epítetos de "el último bakuninista" y "el último proudhonista", respectivamente.

    Vemos, pues, que no podemos incluir a Marx en el marxismo sin traicionar la voluntad del propio Marx. Pero, como cuando pensamos en el marxismo como ciencia suponemos a Marx, lo que ahora debemos averiguar es si el pensamiento del gran sabio es una ciencia específica, delimitable como una rama autónoma del corpus científico.

    Un proceso de investigación cumple con el método científico si da los siguientes pasos:

    - Descubrimiento de un problema: Marx observa que hace falta un análisis científico del funcionamiento de la sociedad moderna (en síntesis, del capital).

    - Planteamiento: la sociedad moderna, como todo sistema social, es un proceso que tiene su génesis, desarrollo y culminación, punto en el cual se transformará en otra cosa; debemos conocer las leyes que rigen ese proceso -entre las cuales destaca la del funcionamiento del capital- para poder actuar racionalmente sobre él; es decir, para que la negación de la sociedad moderna sea dialéctica y no mecánica.

    - Cuerpo de conocimientos relacionados: economía política, historia, politología, filosofía, material empírico y estadístico, etc.

    - Solución con el material obtenido: Marx examina con un trabajo ciclópeo los conocimientos existentes constata que no permiten la solución del problema planteado; por lo tanto, sintetiza todo el inmenso caudal de material con el que ha trabajado, establece críticamente sus límites y da el siguiente paso.

    - Establecimiento de nuevos contenidos: además del método científico, Marx aplica la dialéctica al análisis de la forma mercancía, que él entiende que es la célula del organismo del capital; demuestra cómo a partir de la forma mercancía del producto del trabajo surge necesariamente la forma dinero y el capital; desarrolla el concepto de valor, demostrando que la esencia de toda otra ulterior forma de valor reside en la forma relativa; procede al análisis del proceso de formación del capital, diferenciando fuerza de trabajo y trabajo; etc.

    - Solución al problema: efectivamente, Marx ofrece una explicación cabal y legaliforme del funcionamiento del sistema capitalista, de cómo surge y se desarrolla el capital y de cómo se genera el valor y el plusvalor en el proceso de trabajo, de cómo se transmite el valor a través de los elementos de la estructura de la sociedad y de cómo el proceso económico condiciona el funcionamiento general del sistema, engarzado retroactivamente con la base ideológica que lo legitima. Demuestra, también, que los propios principios constitutivos del sistema -tanto materiales como espirituales- no pueden llevarse hasta sus últimas consecuencias sin la transformación del propio sistema.
    Hasta aquí hemos podido comprobar: a) que el marxismo no es una ciencia; b) que Marx no pertenece al conjunto de tendencias que constituyen el marxismo; c) que Marx opera de acuerdo con los cánones de la ciencia.

    Queda pendiente: explicar en qué consiste la aplicación dialéctica del método científico de Marx, empresa que dejo para un ulterior trabajo

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    Muy interesante el artículo.

    Saludos.
    Estados Unidos de Europa
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    Mensaje por Estados Unidos de Europa Vie Jul 27, 2012 2:23 pm

    Christoph Eduard

    El darwinismo social, la ley de la selva, es lo que vivimos hoy en día. Es una realidad palpable, no hace falta ser muy listo para captarlo.

    ¿Y no saber leer no da más pena? He expresado la idea de que darwinismo social no es científico sino ideológico, aunque en su tiempo algunos pretendían hacer creer lo contrario...

    Entonces dime, ¿a que viene tu "comentarito"?

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