He encontrado este fragmento del libro El Stalin desconocido perteneciente a los hermanos Medvedev, que hace referencia a la polémica que se generó en torno a Clausewitz en la Unión Soviética. Al leerlo notaran el "antiestalinismo" de los autores, desgraciadamente no pude hallar otro escrito en español con una perspectiva diferente. Me gustaría que los camaradas que conozcan la obra de Clausewitz emitan su opinión sobre el tema.
Las purgas en el ejército rojo en los años 30 alcanzaron también a los eruditos en temas militares, sin embargo, las academias militares tenían que seguir funcionando, de modo que los fallecidos eran sustituidos por eruditos por lo común más jóvenes, así es como llegó Yevgeni Razin, con 37 años de edad, a ser profesor adjunto en el departamento del arte de la guerra en la academia Frunze. Había luchado en la guerra civil y en los años veinte era comandante de un regimiento, cuando se restauraron los títulos militares obtuvo el rango de coronel.
Ya en los mejores tiempos impartir historia militar en las academias no era tarea fácil, pero ahora con la intromisión de las altas instancias el problema se había agravado. No podía mencionarse por su nombre a los antiguos líderes del ejército rojo; se debían revisar conceptos y distorsionar los hechos para obtener los nuevos héroes. Cualquier libro en el que hubiese una mínima participación de alguien considerado enemigo del pueblo era retirado de las bibliotecas y los estudiantes carecían de libros de texto sobre algunas cuestiones militares de relevancia. Sin amilanarse por la dificultades, Razin escribió su libro de texto, y a comienzos de 1939 envió el manuscrito a la editorial Voenizdat, especializada en temas militares, se trataba de cuatro volúmenes titulados “Una historia del arte de la guerra desde la edad media a la primera guerra imperialista de 1941-1918”. En su mayor parte era una compilación, apoyándose en eruditos militares rusos, franceses y alemanes del siglo XIX y fundamentalmente en Clausewitz. El mérito de Razin era haberla hecho de manera inteligible e interesante, además de incluir mapas, gráficos e ilustraciones. La necesidad de un libro de texto como éste era urgente, y a finales de 1939 se publicaron y distribuyeron los dos primeros tomos entre las instituciones educativas militares y entre unidades del ejército y la marina. Razin fue nombrado catedrático y responsable de este departamento, e ingresó en el consejo editorial del diario histórico militar.
Pero el éxito a finales de los treinta podía resultar peligroso, una comisión del directorio político del ejército fue enviada a la academia Frunze encontrando “errores” en la obra de Razin, criticando especialmente, el que se subestimaran los principios stalinistas de estrategia y táctica basados en el entendimiento marxista de la guerra. A pesar del contratiempo, Razin tuvo suerte, y no fue detenido ni su libro retirado de la circulación. La cuestión se resolvió con una orden especial del comisario de defensa, Semion Timoshenko, donde se decidió la publicación de una nueva edición revisada del libro bajo supervisión de un comité editorial dirigido por el mariscal Shaposhnikov.
Los tres primeros volúmenes se imprimieron en mayo de 1941, pero la guerra dejo en suspenso su publicación. En el periodo bélico, Razin trabajó en la sección de historia militar del estado mayor donde se comportó con cautela, aunque no pudo abstenerse de hacer algún comentario critico sobre la estrategia militar seguida durante los dos primeros años de conflicto, lo que inevitablemente engordaba el informe que sobre él tenía la sección especial.
Tras la guerra, la orden de Timoshenko cayó en el olvido, y Razin volvió a trabajar en su libro de texto comenzando a trabajar en la impresión del primer tomo al que había añadido un capitulo dedicado al arte de la guerra en la antigua India y China. Pero negros nubarrones en el horizonte presagiaban nueva tormenta.
En el verano de 1945, surgió entre los historiadores militares soviéticos un controvertido debate sobre Karl Clausewitz, cuya obra “De la guerra”, era un clásico entre los historiadores militares de casi todo el mundo. Aparte de erudito fue un soldado que participó en casi todas las grandes guerra de su tiempo lo que por si mismo ya le garantizaba suficiente interés.
Clausewitz se alistó en el ejército prusiano a los 12 años y a los 15 ya era oficial. Después de la derrota prusiana ante Napoleón, entre 1806 y 1807, comenzó a impartir clases de táctica y estrategia en la Escuela Superior de Guerra de Berlín y se convertiría en uno de los reformadores militares más destacados de su país. Fomentó una alianza entre Rusia y Prusia y cuando Napoleón obligó a los prusianos a apoyarle en sus preparativos para la guerra con Rusia, Clausewitz comenzó a trabajar para estos últimos. Combatió en Ostrovno, Smolensk y Borodino. En 1813, Clausewitz era jefe de estado mayor de uno de los ejércitos rusos y un año después se unió al ejército ruso-prusiano en Silesia comandado el mariscal Blucher. Tras Waterloo, volvió a sus tareas docentes en la Escuela Superior de Guerra, invirtiendo mucho tiempo en el estudio de la historia y teoría militar. Utilizó el método dialéctico para intentar conectar las categorías más importantes de la ciencia militar con objeto de comprender las características, causas y naturaleza de la guerra. Sus formulaciones aparecerían posteriormente en prácticamente todas las enciclopedias militares del mundo, la más conocida es la que dice que “la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios” y, por tanto, el militar siempre esta subordinado al poder político. La insurrección polaca de 1830-31, le obligó a abandonar su sillón de profesor, dirigiendo las fuerzas prusianas en la frontera con Polonia, donde enfermaría de cólera y moriría poco después a los 50 años.
La muerte le sorprendió con gran parte de su obra sin publicar ya que él mismo la consideraba inacabada. Sin embargo su viuda Marie von Clausewitz, publicó diez volúmenes donde estaban gran parte de sus obras teóricas e históricas, incluyendo su libro más famoso “De la guerra”. Clausewitz había manifestado que quería escribir un libro que continuara leyéndose años después, es evidente que lo consiguió a una escala que nunca habría podido imaginar. "De la guerra" fue traducido a multitud de idiomas y es de lectura obligada en la mayoria de academias militares del mundo. Puede resultar sorprendente teniendo en cuenta que Clausewitz estudió las guerras del siglo XVIII y del periodo napoleónico y su visión estaba influida por la guerra de 1812 y las campañas de 1813 a 1815. Sin embargo, la profundidad de sus reflexiones y la riqueza de su análisis continuaron influyendo en conceptos estratégicos posteriores, en definitiva, su obra era intemporal.
Friederich Engels escribía con frecuencia sobre la guerra, las tácticas militares y la estrategia; muchos de los artículos militares de la New American Enciclopedia relacionados con temas militares son de su autoría. En una carta a Marx, hizo mención al placer de la lectura de "De la guerra" de Clausewitz, ensalzándolo como ejemplo de racionalismo dialéctico. A lo que Marx respondió que él también había repasado a Clausewitz. “El tipo tiene sentido común”.
Lenin había leído "De la guerra" mientras estaba en Suiza, al comienzo de la primera guerra mundial. Llenó muchas páginas de cuadernos de notas con citas de Clausewitz y comentarios propios. Solía decir de Clausewitz que era “uno de los grandes y más profundos escritores sobre cuestiones militares… Incluso hoy día, cualquier persona reflexiva se beneficiaría de unos conocimientos como los suyos”. Por ello, no es sorprendente que todos los libros de historia y teoría militar publicados en la Unión Soviética durante los años veinte hablasen de Clausewitz con gran respeto.
Como era de esperar, una vez finalizada la guerra algunos historiadores militares empezaron a cuestionar la autoridad del “alemán” Clausewitz. El ataque más incisivo apareció en los números 6 y 7 de la publicación Voennaya Mysl (pensamiento militar) firmado por el coronel Meshcheriakov que probablemente lo hiciese a instancias de alguien de arriba. Razin indignado manifestó que el artículo era un furioso ataque antileninista que corregía el juicio de Engels y Lenin. Cuando vio que no recibía apoyos en defensa de Clausewitz escribió una carta detallada a Stalin, el 30 de enero de 1946, junto a su propia tesis sobre la guerra y el arte de la guerra.
La respuesta de Stalin1 esta fechada el 23 de febrero de 1946 y fue demoledora: “Lenin no se consideraba a sí mismo un experto en cuestiones militares… Lenin elogiaba a Clausewitz por encima de todo, porque en su época se tenía en alta consideración su autoridad en cuestiones militares; Clausewitz, un no marxista, confirmó la conocida postura marxista de que la guerra es la continuación de la política mediante el uso de la violencia”. Estas palabras estaban subrayadas, pero no explicaba como Clausewitz podía reafirmar una ideología que no aparecería hasta veinte años después de su muerte (más bien sería al contrario). Luego proseguía: “Desde la perspectiva de nuestros propios intereses y de la ciencia militar, estamos obligados a poner al descubierto no sólo a Clausewitz sino también a Moltke, Schlieffen, Ludendorfff y a Keitel, junto con otros portadores de la ideología militar alemana”. Dado que eran militares que abarcaban los tiempos desde la guerra franco-prusiana hasta la segunda guerra mundial, no parecía lo más indicado meter en el mismo saco a Clausewitz. Después añadía: “Ha llegado la hora de terminar con el inmerecido respeto hacia las autoridades militares alemanas. Por lo que concierne a Clausewitz en concreto, él, claro ha quedado obsoleto. Hoy en día es absurdo recibir lecciones de Clausewitz”. También se refirió a Engels, cuyos juicios erróneos “argumentaba imprudentemente con tanta pasión”, y rechazó las tesis de Razin sobre la guerra: “Hay demasiada filosofía y abstracción. La terminología expuesta por Clausewitz en relación con los principios y la lógica de la guerra rechina al oído. Muchas de sus tesis son primitivas”.
Esta repuesta tan devastadora no se conoció hasta un año después al publicarse en el diario Bolchevique en marzo de 1947, marcando el comienzo de una campaña de desprestigio. Sólo se podía nombrar a Clausewitz tachándolo de ideólogo reaccionario del militarismo alemán. El general que había soportado todas las retiradas y batallas con el ejército ruso en 1812-1813 era descrito ahora como un aventurero ignorante. El coronel Razin trató de defender a su héroe de algunos de los ataques más furibundos, con resultados desafortunados. Por desgracia para Razin, arrestar a un general requería la autorización de Stalin, pero para un coronel no era necesario, y así, acabó siendo expulsado del ejército y detenido.
Durante los interrogatorios perdió seis dientes y aún tuvo suerte de que las condenas por aquellas fechas no eran demasiado duras, se saldó con diez años de trabajos forzados. Los libros de Razin, ahora como enemigo del pueblo, fueron retirados de las bibliotecas y los despachos de las academias militares. Sin embargo, en la biblioteca privada de Stalin con más de 20.000 volúmenes continuaban teniendo un hueco.
En Enero de 1950, Stalin necesitaba obtener alguna información concreta sobre historia militar para una reunión que iba a tener con Mao Zedong, quien se consideraba a si mismo como un experto en la guerra del pueblo. Comenzó a ojear una serie de libros en los que se incluía la obra de Razin. Al reflexionar sobre la sinceridad de que hacia gala en su presentación, recordó su dura respuesta y pidió a Poskrebishev que averiguase donde estaba y que hacía Razin. Es probable que Stalin quisiera hacerle alguna consulta.
El repentino interés de Stalin por Razin provocó el pánico entre todos los que estaban implicados en su detención, incluido el propio Beria. Razin fue sacado del campo donde estaba internado, voló a Moscú donde hicieron todo lo posible para que tuviese un aspecto presentable e incluso le vistieron de general. Había pasado de estar condenado en un campo de trabajo a ser ascendido a general de división. Beria le recibió personalmente y le pidió que olvidase todo pues sólo había sido un “malentendido”.
La reunión entre Stalin y Razin nunca llegó a celebrarse, pero este último pudo reincorporarse a la academia Frunze y volver a dirigir el Departamento del Arte de la Guerra. Finalizó su libro de texto y el primer tomo apareció en 1955; Stalin ya había muerto pero el XX congreso estaba por llegar, lo que explica porqué el prefacio muestra un entusiasmo desmedido por Stalin, mientras que Clausewitz era objeto de mofa. Incluso en el capitulo dedicado a las guerras tribales en la sociedad primitiva, se alude a Clausewitz como el ideólogo de las políticas agresivas de los militaristas prusianos. Estaba claro que no quería tener más “malentendidos”. En el segundo tomo publicado en 1957, ya no hacia alusión ni al dictador ni al estratega. El tercer tomo se público en 1960 y estaba dedicado a la historia y el arte de la guerra en el siglo XVII. Había investigado en multitud de archivos y visitado más de treinta campos de batalla correspondientes a los siglos XII al XIX. Razin murió en 1964 dejando borradores del cuarto y quinto tomo de su Historia. Aunque su obra no se puede calificar como un clásico, tiene un indudable interés. En 1994 se público una tercera edición de los tres tomos de su Historia del arte de la guerra, sin alterar el texto, junto a un cuarto tomo elaborado por otros autores.
[...]
Notas:
1. La carta de Stalin dirigida a Rasin se puede leer completa en ingles desde el siguiente enlace: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Stalin, Clausewitz y Razin
Las purgas en el ejército rojo en los años 30 alcanzaron también a los eruditos en temas militares, sin embargo, las academias militares tenían que seguir funcionando, de modo que los fallecidos eran sustituidos por eruditos por lo común más jóvenes, así es como llegó Yevgeni Razin, con 37 años de edad, a ser profesor adjunto en el departamento del arte de la guerra en la academia Frunze. Había luchado en la guerra civil y en los años veinte era comandante de un regimiento, cuando se restauraron los títulos militares obtuvo el rango de coronel.
Ya en los mejores tiempos impartir historia militar en las academias no era tarea fácil, pero ahora con la intromisión de las altas instancias el problema se había agravado. No podía mencionarse por su nombre a los antiguos líderes del ejército rojo; se debían revisar conceptos y distorsionar los hechos para obtener los nuevos héroes. Cualquier libro en el que hubiese una mínima participación de alguien considerado enemigo del pueblo era retirado de las bibliotecas y los estudiantes carecían de libros de texto sobre algunas cuestiones militares de relevancia. Sin amilanarse por la dificultades, Razin escribió su libro de texto, y a comienzos de 1939 envió el manuscrito a la editorial Voenizdat, especializada en temas militares, se trataba de cuatro volúmenes titulados “Una historia del arte de la guerra desde la edad media a la primera guerra imperialista de 1941-1918”. En su mayor parte era una compilación, apoyándose en eruditos militares rusos, franceses y alemanes del siglo XIX y fundamentalmente en Clausewitz. El mérito de Razin era haberla hecho de manera inteligible e interesante, además de incluir mapas, gráficos e ilustraciones. La necesidad de un libro de texto como éste era urgente, y a finales de 1939 se publicaron y distribuyeron los dos primeros tomos entre las instituciones educativas militares y entre unidades del ejército y la marina. Razin fue nombrado catedrático y responsable de este departamento, e ingresó en el consejo editorial del diario histórico militar.
Pero el éxito a finales de los treinta podía resultar peligroso, una comisión del directorio político del ejército fue enviada a la academia Frunze encontrando “errores” en la obra de Razin, criticando especialmente, el que se subestimaran los principios stalinistas de estrategia y táctica basados en el entendimiento marxista de la guerra. A pesar del contratiempo, Razin tuvo suerte, y no fue detenido ni su libro retirado de la circulación. La cuestión se resolvió con una orden especial del comisario de defensa, Semion Timoshenko, donde se decidió la publicación de una nueva edición revisada del libro bajo supervisión de un comité editorial dirigido por el mariscal Shaposhnikov.
Los tres primeros volúmenes se imprimieron en mayo de 1941, pero la guerra dejo en suspenso su publicación. En el periodo bélico, Razin trabajó en la sección de historia militar del estado mayor donde se comportó con cautela, aunque no pudo abstenerse de hacer algún comentario critico sobre la estrategia militar seguida durante los dos primeros años de conflicto, lo que inevitablemente engordaba el informe que sobre él tenía la sección especial.
Tras la guerra, la orden de Timoshenko cayó en el olvido, y Razin volvió a trabajar en su libro de texto comenzando a trabajar en la impresión del primer tomo al que había añadido un capitulo dedicado al arte de la guerra en la antigua India y China. Pero negros nubarrones en el horizonte presagiaban nueva tormenta.
En el verano de 1945, surgió entre los historiadores militares soviéticos un controvertido debate sobre Karl Clausewitz, cuya obra “De la guerra”, era un clásico entre los historiadores militares de casi todo el mundo. Aparte de erudito fue un soldado que participó en casi todas las grandes guerra de su tiempo lo que por si mismo ya le garantizaba suficiente interés.
Clausewitz se alistó en el ejército prusiano a los 12 años y a los 15 ya era oficial. Después de la derrota prusiana ante Napoleón, entre 1806 y 1807, comenzó a impartir clases de táctica y estrategia en la Escuela Superior de Guerra de Berlín y se convertiría en uno de los reformadores militares más destacados de su país. Fomentó una alianza entre Rusia y Prusia y cuando Napoleón obligó a los prusianos a apoyarle en sus preparativos para la guerra con Rusia, Clausewitz comenzó a trabajar para estos últimos. Combatió en Ostrovno, Smolensk y Borodino. En 1813, Clausewitz era jefe de estado mayor de uno de los ejércitos rusos y un año después se unió al ejército ruso-prusiano en Silesia comandado el mariscal Blucher. Tras Waterloo, volvió a sus tareas docentes en la Escuela Superior de Guerra, invirtiendo mucho tiempo en el estudio de la historia y teoría militar. Utilizó el método dialéctico para intentar conectar las categorías más importantes de la ciencia militar con objeto de comprender las características, causas y naturaleza de la guerra. Sus formulaciones aparecerían posteriormente en prácticamente todas las enciclopedias militares del mundo, la más conocida es la que dice que “la guerra no es más que la continuación de la política por otros medios” y, por tanto, el militar siempre esta subordinado al poder político. La insurrección polaca de 1830-31, le obligó a abandonar su sillón de profesor, dirigiendo las fuerzas prusianas en la frontera con Polonia, donde enfermaría de cólera y moriría poco después a los 50 años.
La muerte le sorprendió con gran parte de su obra sin publicar ya que él mismo la consideraba inacabada. Sin embargo su viuda Marie von Clausewitz, publicó diez volúmenes donde estaban gran parte de sus obras teóricas e históricas, incluyendo su libro más famoso “De la guerra”. Clausewitz había manifestado que quería escribir un libro que continuara leyéndose años después, es evidente que lo consiguió a una escala que nunca habría podido imaginar. "De la guerra" fue traducido a multitud de idiomas y es de lectura obligada en la mayoria de academias militares del mundo. Puede resultar sorprendente teniendo en cuenta que Clausewitz estudió las guerras del siglo XVIII y del periodo napoleónico y su visión estaba influida por la guerra de 1812 y las campañas de 1813 a 1815. Sin embargo, la profundidad de sus reflexiones y la riqueza de su análisis continuaron influyendo en conceptos estratégicos posteriores, en definitiva, su obra era intemporal.
Friederich Engels escribía con frecuencia sobre la guerra, las tácticas militares y la estrategia; muchos de los artículos militares de la New American Enciclopedia relacionados con temas militares son de su autoría. En una carta a Marx, hizo mención al placer de la lectura de "De la guerra" de Clausewitz, ensalzándolo como ejemplo de racionalismo dialéctico. A lo que Marx respondió que él también había repasado a Clausewitz. “El tipo tiene sentido común”.
Lenin había leído "De la guerra" mientras estaba en Suiza, al comienzo de la primera guerra mundial. Llenó muchas páginas de cuadernos de notas con citas de Clausewitz y comentarios propios. Solía decir de Clausewitz que era “uno de los grandes y más profundos escritores sobre cuestiones militares… Incluso hoy día, cualquier persona reflexiva se beneficiaría de unos conocimientos como los suyos”. Por ello, no es sorprendente que todos los libros de historia y teoría militar publicados en la Unión Soviética durante los años veinte hablasen de Clausewitz con gran respeto.
Como era de esperar, una vez finalizada la guerra algunos historiadores militares empezaron a cuestionar la autoridad del “alemán” Clausewitz. El ataque más incisivo apareció en los números 6 y 7 de la publicación Voennaya Mysl (pensamiento militar) firmado por el coronel Meshcheriakov que probablemente lo hiciese a instancias de alguien de arriba. Razin indignado manifestó que el artículo era un furioso ataque antileninista que corregía el juicio de Engels y Lenin. Cuando vio que no recibía apoyos en defensa de Clausewitz escribió una carta detallada a Stalin, el 30 de enero de 1946, junto a su propia tesis sobre la guerra y el arte de la guerra.
La respuesta de Stalin1 esta fechada el 23 de febrero de 1946 y fue demoledora: “Lenin no se consideraba a sí mismo un experto en cuestiones militares… Lenin elogiaba a Clausewitz por encima de todo, porque en su época se tenía en alta consideración su autoridad en cuestiones militares; Clausewitz, un no marxista, confirmó la conocida postura marxista de que la guerra es la continuación de la política mediante el uso de la violencia”. Estas palabras estaban subrayadas, pero no explicaba como Clausewitz podía reafirmar una ideología que no aparecería hasta veinte años después de su muerte (más bien sería al contrario). Luego proseguía: “Desde la perspectiva de nuestros propios intereses y de la ciencia militar, estamos obligados a poner al descubierto no sólo a Clausewitz sino también a Moltke, Schlieffen, Ludendorfff y a Keitel, junto con otros portadores de la ideología militar alemana”. Dado que eran militares que abarcaban los tiempos desde la guerra franco-prusiana hasta la segunda guerra mundial, no parecía lo más indicado meter en el mismo saco a Clausewitz. Después añadía: “Ha llegado la hora de terminar con el inmerecido respeto hacia las autoridades militares alemanas. Por lo que concierne a Clausewitz en concreto, él, claro ha quedado obsoleto. Hoy en día es absurdo recibir lecciones de Clausewitz”. También se refirió a Engels, cuyos juicios erróneos “argumentaba imprudentemente con tanta pasión”, y rechazó las tesis de Razin sobre la guerra: “Hay demasiada filosofía y abstracción. La terminología expuesta por Clausewitz en relación con los principios y la lógica de la guerra rechina al oído. Muchas de sus tesis son primitivas”.
Esta repuesta tan devastadora no se conoció hasta un año después al publicarse en el diario Bolchevique en marzo de 1947, marcando el comienzo de una campaña de desprestigio. Sólo se podía nombrar a Clausewitz tachándolo de ideólogo reaccionario del militarismo alemán. El general que había soportado todas las retiradas y batallas con el ejército ruso en 1812-1813 era descrito ahora como un aventurero ignorante. El coronel Razin trató de defender a su héroe de algunos de los ataques más furibundos, con resultados desafortunados. Por desgracia para Razin, arrestar a un general requería la autorización de Stalin, pero para un coronel no era necesario, y así, acabó siendo expulsado del ejército y detenido.
Durante los interrogatorios perdió seis dientes y aún tuvo suerte de que las condenas por aquellas fechas no eran demasiado duras, se saldó con diez años de trabajos forzados. Los libros de Razin, ahora como enemigo del pueblo, fueron retirados de las bibliotecas y los despachos de las academias militares. Sin embargo, en la biblioteca privada de Stalin con más de 20.000 volúmenes continuaban teniendo un hueco.
En Enero de 1950, Stalin necesitaba obtener alguna información concreta sobre historia militar para una reunión que iba a tener con Mao Zedong, quien se consideraba a si mismo como un experto en la guerra del pueblo. Comenzó a ojear una serie de libros en los que se incluía la obra de Razin. Al reflexionar sobre la sinceridad de que hacia gala en su presentación, recordó su dura respuesta y pidió a Poskrebishev que averiguase donde estaba y que hacía Razin. Es probable que Stalin quisiera hacerle alguna consulta.
El repentino interés de Stalin por Razin provocó el pánico entre todos los que estaban implicados en su detención, incluido el propio Beria. Razin fue sacado del campo donde estaba internado, voló a Moscú donde hicieron todo lo posible para que tuviese un aspecto presentable e incluso le vistieron de general. Había pasado de estar condenado en un campo de trabajo a ser ascendido a general de división. Beria le recibió personalmente y le pidió que olvidase todo pues sólo había sido un “malentendido”.
La reunión entre Stalin y Razin nunca llegó a celebrarse, pero este último pudo reincorporarse a la academia Frunze y volver a dirigir el Departamento del Arte de la Guerra. Finalizó su libro de texto y el primer tomo apareció en 1955; Stalin ya había muerto pero el XX congreso estaba por llegar, lo que explica porqué el prefacio muestra un entusiasmo desmedido por Stalin, mientras que Clausewitz era objeto de mofa. Incluso en el capitulo dedicado a las guerras tribales en la sociedad primitiva, se alude a Clausewitz como el ideólogo de las políticas agresivas de los militaristas prusianos. Estaba claro que no quería tener más “malentendidos”. En el segundo tomo publicado en 1957, ya no hacia alusión ni al dictador ni al estratega. El tercer tomo se público en 1960 y estaba dedicado a la historia y el arte de la guerra en el siglo XVII. Había investigado en multitud de archivos y visitado más de treinta campos de batalla correspondientes a los siglos XII al XIX. Razin murió en 1964 dejando borradores del cuarto y quinto tomo de su Historia. Aunque su obra no se puede calificar como un clásico, tiene un indudable interés. En 1994 se público una tercera edición de los tres tomos de su Historia del arte de la guerra, sin alterar el texto, junto a un cuarto tomo elaborado por otros autores.
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Notas:
1. La carta de Stalin dirigida a Rasin se puede leer completa en ingles desde el siguiente enlace: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Fuente; Foro Segunda Guerra Mundial