Este texto que a continuación publico, y que me parece muy interesante también desde un punto de vista histórico, se ha utilizado hace pocos meses (año 2011) en una Escuela de formación de la UJCE de Castilla y León. Lo curioso es que el texto procede del llamado PC., es decir del que intentó llamarse Partido Comunista (PC) y terminó siendo PCPE. Es de enero de 1984, del primer Congreso del PC (este PC fue denominado coloquialmente para diferenciarlo del PCE como pe cé punto), en donde unos 10 mil ex-militantes del PCE (encuadrados hasta ese momento en PC, PC de Cataluña, Comunistas de Cataluña, PCE unificado, Células comunistas, Movimiento para la recuperación del PCE, Movimiento para la reconstrucción del PCE y muchos expulsados del PCE sin organizar) eligieron al jiennense Ignacio Gallego Bezares como Secretario General (el PC de Cataluña siguió siendo una organización independiente, liderados por Pére Ardiaca):
Acerca del eurocomunismo
A medida que se agudiza la crisis del capitalismo, la burguesía intensifica hasta los límites más groseros las campañas de intoxicación, se intensifica la lucha ideológica y las provocaciones a los países socialistas. En estos períodos la burguesía tiene interés en que se desarrolle el anticomunismo.
El imperialismo sabe que sin teoría y acción revolucionarias no hay partido revolucionario Es por ello que éste se esfuerza ostensiblemente en introducir en el seno del movimiento obrero y comunista dentro del marco de la lucha ideológica, corrientes ajenas al mismo, con el objeto de conseguir descomponerlo y desnaturalizarlo, que le incapaciten en su misión de guía revolucionaria y al mismo tiempo incapaciten a la clase obrera para ejercer su papel dirigente.
El surgimiento en el seno de algunos partidos comunistas, con hondas tradiciones de lucha, del llamado eurocomunismo, así como el proceso de derechización de la acción política coincidirá con la necesidad del imperialismo en la liquidación de los partidos comunistas. Eurocomunismo y derechización de la socialdemocracia son dos fenómenos íntimamente ligados y constituyen dos vertientes de un mismo objetivo: tratar de frenar la lucha revolucionaria, desviando la lucha hacia objetivos que no cuestionan el sistema capitalista, hacia objetivos de gestión del capitalismo, hacia el campo del reformismo.
Históricamente se ha registrado la tendencia al surgimiento de brotes reformistas que se vieron facilitados en el último periodo de expansión del capitalismo.
En nuestro país la necesidad que tiene el imperialismo en la desaparición del Partido Comunista, además de la propia lógica de la lucha de clases, es fruto de la situación geopolítica militar de España que es la clave en el dispositivo agresivo del Imperialismo y de la OTAN al mismo tiempo de su situación en la división internacional del trabajo.
La burguesía, con el objeto de asegurar su hegemonía en el proceso de transición, puso especial empeño en desactivar el protagonismo que venían desempeñando el movimiento obrero y popular en la crisis del régimen franquista. Esta necesitaba tener, frente así, un PCE desactivado cuya honda tradición revolucionaría, entonces potente y cuya condición de partido hegemónico de la clase obrera, entre profesionales, intelectuales, artistas, campesinos nadie dudaba.
La penetración de la ideología burguesa en el PCE se ha producido con las características teóricas y políticas sintetizadas en la palabra eurocomunismo, y ha representado la descomposición ideológica y orgánica del PCE, diluyendo así la perspectiva de cambio social y posibilitando la derechización del partido socialdemócrata, el PSOE.
La degeneración ideológico-política y orgánica del eurocomunismo se ha concretado en:
1. El abandono en los términos y en la práctica política y sindical del principio científico de la lucha de clases, sustituido por los tópicos reformistas del carácter "no irreconciliable" en las "diferencias" entre las clases y de la necesidad de la "libre concertación" entre ellas.
2. La negación del carácter clasista del Estado, sustituido por la sacralización del Estado burgués que podría "transformarse gradualmente" sin necesidad de ruptura.
3. La negación expresa del carácter internacional de la lucha de clases y la renuncia al internacionalismo proletario, propugnando un política de-"tercera vía" supuesta mente equidistante del imperialismo y del campo socialista.
4. La práctica por consiguiente del antisovietismo y del anticomunismo sirviendo de hecho como valioso instrumento del imperialismo contra el socialismo y el co munismo.
5. La renuncia expresa al leninismo que consagra el abandono de los principios ideológicos y orgánicos inherentes al análisis y a la teoría revolucionaria de Marx y Engels y que constituye una aportación fundamental al marxismo, muy concretamente en lo que respecta al tipo de partido que puede dirigir a la clase obrera al socialismo y al comunismo y en la comprensión de la fase imperialista del capitalismo.
6. El abandono expreso del marxismo. Defenestrado el leninismo la dirección eurocomunista dio un paso más en el ajuste de los términos a su práctica real, proponiendo, en el llamado XI Congreso, la definición de Partido "inspirado" en el marxismo en lugar de basado en él.
7. Introducir, consecuentemente con la renuncia a los fundamentos de un Partido revolucionario, la descomposición ideológica y ética en el seno del Partido Comunista. Planteamientos tan marxistas y leninistas como el papel de las libertades democráticas en el proceso revolucionario, el carácter del socialismo como la sociedad de la más amplia democracia y libertad, la necesidad de la unidad del movimiento obrero son objeto, de desvirtuación y degeneración por parte de los euros que conducen, en las condiciones políticas de la Europa actual, a situar a la clase obrera bajo la hegemonía de los partidos socialdemócratas.
8. Desactivar los movimientos de masas y, en primer lugar, la capacidad revolucionaria del Movimiento Obrero español. Cediendo y plegándose a la táctica de la oligarquía durante el período de transición, avalando la recomposición de su poder y la continuidad de su hegemonía, mediante una política exclusivamente institucional, de pactos y consensos por arriba con la burguesía, a espaldas del movimiento obrero y demás movimientos de masas.
La degeneración ideológico-política básicamente descrita que ha introducido el eurocomunismo en el PCE, se ha correspondido, obligadamente, con su descomposición orgánica:
1. Se "territorializa" la organización del partido, disolviendo su presencia en las empresas y sectores de la producción atentando a un aspecto de la concepción del partido comunista, por cuanto supone diluir su carácter de clase. El partido eurocomunista, escisión en el sentido más riguroso del término PC creado en 1920, ya no es el partido de la clase obrera, sino el partido del "tejido social, de la imagen", "para la sociedad" es decir "interclasista", un partido "abierto a todos", etc.
2. Se adopta el modelo organizativo de la socialdemocracia.
La célula comunista, órgano vivo, de participación y debate de todos los militantes en todos los planos de la vida política del partido y con presencia entre las masas se sustituye por la agrupación eurocomunista que es órgano pasivo, concebido para recibir las indicaciones de la dirección, masificado, con una menor capacidad de participación e incidencia colectivas en las decisiones del partido, y por lo tanto propicia para la inhibición del militante. No es órgano para la acción sino sólo para el debate. La agrupación como órgano ha contribuido a desmovilizar y desarmar política e ideológicamente a los militantes comunistas y al conjunto de la clase obrera.
3. Se desvirtúa, boicotea y termina por abandonar la necesaria formación política e ideológica, tanto de cuadros como de militantes de base con lo cual se facilita aun más la "masificación" del Partido Comunista y la penetración de la ideología burguesa.
4. El PC, necesita tener una política permanente de selección, formación y promoción de cuadros comunistas. Ese elemental principio ha sido sustituido por el carrerismo, el premio a la "fidelidad" personal, a los clanes y conspiraciones extensas.
La crítica y la autocrítica, así como el principio del trabajo colectivo que son elementos esenciales de la concepción del PC han sido sustituidos por la adulación, el centralismo burocrático y la identificación del Partido en una persona o un grupo de personas como si de una propiedad privada se tratara.
El trabajo colectivo y la dirección colectiva, junto con la vigilancia revolucionaria, elementos fundamentales para la conquista de los objetivos por los cuales luchamos los comunistas son sustituidos por el trabajo "personal", "independiente", "sectorializado" propiciando el individualismo en el trabajo del Partido.
A los métodos y funcionamiento del Partido no se les da importancia, no son considerados como elementos políticos ligados a nuestras concepciones. La dejación en los métodos ha sido una vía de penetración del eurocomunismo. De ahí se entiende el autoritarismo y el caciquismo en el Partido.
El eurocomunismo supone la destrucción de las señas de identidad del Partido Comunista, por tanto no es una política comunista equivocada sino que es una expresión actual de la socialdemocracia.
Con el mayor respeto a las opiniones de los miles de comunistas que aún militan bajo las siglas del PCE, en el llamado XI congreso del PCE, el "papel asignado a los comunistas que están, aun dentro del PCE es el legitimar, con su presencia, la liquidación del carácter comunista del mismo".
A pesar del ropaje izquierdista del eurocomunismo en el plano político-social no ofrece ninguna alternativa a la actual situación del sistema capitalista que no sea una reedición de los planteamientos socialdemócratas como criterios del PSOE.
Afortunadamente en España hay miles de comunistas a los que no se les aparta fácilmente del camino y se mantienen decididamente dispuestos a recuperar al Partido Comunista. Miles de comunistas conscientes de la necesidad histórica de la unidad comunista están dispuestos en base a las coincidencias básicas, a construir el Partido que hoy necesita la clase obrera en España.