Una vez más sobre Pablo Iglesias- Spoiler:
Una vez más ha llamado nuestra atención un peculiar personaje que desde hace tiempo anda confundiendo a la juventud revolucionaria con sus ideas reformistas y claudicantes, junto a la camarilla que lo acompaña y laurea.
Se trata nada más y nada menos que de Pablo Iglesias Turrión, quien, tras verter mierda sobre los presos del PCE(r) y GRAPO, con cuya lucha muchos nos sentimos identificados, nos ha ilustrado hace poco con un curioso artículo. Nos parecía que este individuo ya había sido lo suficientemente rebatido por otras personas (véase las declaraciones públicas al respecto de Pablo Hasel o este otro artículo [http://rsamadrid.wordpress.com/2012/09/12/contra-el-revisionismo-tuerkista-y-en-defensa-de-lxs-presos-del-pcer-y-grapo-dos-feminas-que-se-solidarizan/ ]), pero ha dado una nueva vuelta de tuerka y otra vez se ha pasado de rosca.
Hace unos días, como todos los buenos comunistas saben, hemos celebrado la muerte de Santiago Carrillo, quien fue un traidor al marxismo-leninismo y un lacayo de la oligarquía financiera al dirigir la destrucción del PCE y la conciliación de clases, no importándole así pactar con los fascistas y entregar a comunistas a los mastines de la burguesía. No en vano todos los medios de propaganda al servicio del gran capital han engrandecido su figura. Y a ellos se les ha sumado este individuo, Pablo Iglesias, que, apoyado por sectores del PCE e individuos tan defensores de la revolución socialista como Nega, y creyéndose de algún modo “de izquierdas” y “anticapitalista”, ha engrandecido la figura del dirigente revisionista del PCE.
En dicho artículo [que se puede leer aquí: http://blogs.publico.es/pablo-iglesias/98/el-ultimo-secretario-general/], comienza contándonos la situación en la que se hallaba al recibir la noticia. Este señor dice que la noticia le “había sorprendido en una reunión de comunistas”, para afirmar acto seguido que quien tomaba la palabra en el momento en que supieron la noticia fue “la candidata de la Syriza galega”. Está claro que: o es un despiste o la coherencia no es un don que el señor Iglesias sepa plasmar en sus escritos.
A continuación, nos asegura que los asistentes a la reunión no guardaban mucha simpatía por Santiago Carrillo, pero que, tras recibir la noticia, sí que le guardaron respeto, respeto que el autor del artículo hace suyo cuando afirma que Carrillo “fue siempre merecedor […] de respeto”. De esto ya no hay duda: el señor Iglesias ha declarado contundentemente que Carrillo merece su respeto. El mismo respeto que hoy día le brinda toda la prensa fascista controlada por los grandes monopolios ¡Enhorabuena! Esa declaración es muy “alternativa” a las del resto de la prensa, de la que el articulista se suele mofar asegurando que su programa de tertulianos es el más variado, plural y de izquierdas de todo el Estado.
Ese respeto que hoy Pablo Iglesias profesa hacia Santiago Carrillo será justo el sentimiento contrario al que tendrán las masas obreras cuando hayan derrocado al Estado monarco-fascista y se hayan hecho con el poder. El señor Iglesias sabrá entonces que los “experimentos” que ayer realizan y hoy siguen realizando los militantes del PCE(r) y GRAPO se habrá tornado en verdad a través de la práctica revolucionaria y de la actuación consciente de la vanguardia del proletariado en conjunción con las masas alzadas en armas.
Pero, al margen de la ciencia del materialismo histórico que puede ser tachada de futurología por algunos… ¿Qué respeto nos puede merecer aquel hombre que, junto a su camarilla, se dedicó a traicionar a los comunistas, entregarlos, maniatarlos, asesinarlos, etc.? ¿Qué respeto nos puede merecer ese hombre que, cuando los obreros paraban las fábricas y luchaban resueltamente en la calle contra la policía, andaba de trapicheos con los fascistas? ¿Qué respeto nos puede merecer este personaje, que vomitaba cosas como que “los del GRAPO son de extrema derecha”? ¿Qué respeto nos puede merecer el que firmó los pactos de silencio a cambio de una poltrona, el mismo que se tomaba plácidamente cigarros con Fraga?
Señor Iglesias, usted respeta a este tipo. Bien, es su opinión y su posicionamiento. Pero no intente hacer pasar su posición por una “de izquierdas” o incluso “anticapitalista”. En la lucha de clases, hay dos bandos: el de la revolución y el de la contrarrevolución. Y al parecer no estamos en el mismo. Nosotros, los marxistas-leninistas, odiamos y rechazamos categóricamente a Carrillo por razones antes mencionadas y por otras muchas más que darían para comentarlas en treinta programas de los suyos.
¡Pero oigan! ¡Esto no es todo! ¡Queda lo mejor! El señor Iglesias, aunque si bien “no estaba de acuerdo con él en muchas cosas”, confiesa que la entrevista que tuvo con él le “hizo admirarle (sic)”. El respeto pronto se torna en admiración y el señor anticapitalista y de izquierdas se postra de rodillas ante la figura del gran “secretario general” (¡socialfascista!) y le confiesa que “nadie estuvo a su nivel”. No obstante, todo esto lo dice no sin afirmar antes que, en su caso, “tiene su mérito admirar a Carrillo”, “arguyendo” para ello su militancia y que su padre fue militante del FRAP. No creo que haga falta rebatir tan magnífico argumento como puede ser el del ejemplo de su padre, pero desde luego el hecho de que nombre su militancia, que supuestamente debe ser antagónica a Carrillo, me ha hecho soltar alguna que otra carcajada ¿Este señor considera militancia el socialismo de cátedra? Es cierto que, como decía aquel genio alemán tan olvidado entre estos personajillos “de izquierdas”, la historia se repite: “una vez como tragedia y otra vez, como farsa”. Huelga decir que la farsa es el triste teatro que nos ofrece Pablo Iglesias. Ahora andamos empeñados en volver al socialismo de cátedra, al pre-marxismo…
“Nunca fue un mediocre”, aunque “pudo tener muchos defectos y es seguro que fue responsable de decisiones innobles contra otros comunistas”. Aun reconociendo parte de sus “hazañas”, tiene la desvergüenza de admirarlo. En fin, dejemos que estos auténticos revolucionarios admiren a quienes entregan revolucionarios.
Acaba diciendo que “nadie ejerció con tanta altura la dignidad de ser Secretario General” y que “a pesar de todo, Santiago era uno de los nuestros”. Al final ha terminado haciendo de Carrillo su imagen y semejanza ideológica, un “camarada” con el que intercambiar cigarrillos hablando de lucha de clases y al mismo tiempo de reconciliación nacional. Suena chistoso, a la vez que vomitivo. Se olvida de quienes se templan cada día al calor de la lucha de clases en su militancia abnegada, de quienes han pasado a la clandestinidad o de quienes están entre rejas.
El título del artículo, “El último secretario general”, a muchos nos recordará a quienes quieren poner punto y final a la historia, pero no dejaremos esta tesis como nuestra, no vaya a ser que nos tachen de “dogmáticos sectarios”... Para nosotros, las “Arenas” han borrado a los “Carrillos” del mapa desde hace tiempo en la práctica revolucionaria diaria.
¡Que la rueda de la historia siga y no pare!