mal.laquies escribió:El arte es el fruto de un proceso creativo que nace de la necesidad de expresión interior del ser y que aflora durante dicho proceso transformando material cotidiano en algo no necesariamente funcional ni estéticamente acorde a los estereotipos predominantes contemporáneos. Es a su vez el fruto y dicho proceso y, si apuramos, el punto de inicio de dicho proceso. Por tanto el arte es incensurable como lo es el diálogo interno, puede ser censurable la expresión del arte pero no el arte como tal. Un pintor, escultor, escritor, músico… cualquier representante de cualquier categoría artística no deja de crear, es un proceso incesante y constante en el que la inmensa mayoría de sus obras ; las que en él subyacen; nunca serán realizadas físicamente. Y las que realice serán fruto de un proceso de constante cambio que posiblemente continúen en el artista tras dar por concluida tal o cual obra determinada. En conclusión se podrá hablar de estética imperante, de censura de contenido, pero el espíritu de una obra subyace tras todo aquello y el sentimiento que desata en el receptor último es siempre único. (obviando los mecanismos de respuesta a según que estímulos inherentes a todo ser humano, otros son fruto de las influencias socioculturales ) Por lo que el arte, en todo su proceso es fruto de la necesidad de expresión en un determinado entorno y contribuye a su vez a la trasformación de dicho entorno. Como cualquier tipo de expresión debe se libre. Si nos abstraemos del sentido comercial que en algunos mensajes le dais.
Es curioso que pones en un párrafo muchos de los lugares comunes de la crítica de arte burguesa desde el Romanticismo, ideas de las que configuran la ideología dominante. Fíjate la primera frase: "El arte es el fruto de un proceso creativo que nace de la necesidad de expresión interior del ser [...]". Todo es idealismo alemán, el "proceso creativo" (¿qué trabajo humano no lo es?), la "necesidad de expresión interior" (subjetividad ), el Ser (vamos, que no se puede ser más metafísico). Partimos de los ideales de la Revolución Francesa para precisamente negar que el capitalismo los cumpla, así que afirmamos la Humanidad (sea lo que sea que devenga), la Libertad del individuo que reclama el arte romántico, la independencia de la obra y del artista como se pide desde Goethe o Delacroix, pero reclamamos que se cumpla, y reclamamos su substanciación material.
El discurso ideologíco nos configura y configura nuestra percepción completa del mundo, y sólo las visiones periféricas (las de los oprimidos o las de los restos) nos permiten algo de objetividad, o al menos una visión que nos saque en parte de lo existente: la clase obrera, la mujer, los pobres desconectados del comercio mundial, los emigrantes transfronterizos, los marginados por el discurso de lo comercial (los feos, los gordos, los que tienen acné...). Y para evitar caer en los espejismos y en los engaños de lo autorreferente (tratar de nombrar lo diferente con las palabras consagradas) utilizamos métodos, cuya primera condición es que sean críticos consigo mismos. Por ejemplo, la ciencia y el marxismo, que inevitablemente están también atravesados de ideología. El método permite llegar a rebasar lo que el discurso dominante no nos deja ver. Marxismo y ciencia comparten el uso de una dialéctica de su objeto y de sí mismos; el arte también, pero su ideología burguesa, no, es extremadamente idealista. De hecho en el mundo del arte esa visión está ahora muy caducada, es una explicación popular.
Todo esto viene porque el Arte es ideología, y en la cultura occidental es la referencia, lo más de lo más, el fruto de una planta tan podrida. El Arte justificaría en último término la explotación, la devastación del planeta, el sufrimiento, porque somos capaces de productos tan altos. Pero si el Sistema es como es, no voy a insistiros, el Arte debe compartir su carácter final, su esencia inhumana y explotadora, y la tarea de a Revolución debe ser aniquilarlo.
No en vano uno de los caminos de la Vanguardia del siglo XX fue la renuncia al Arte en su conjunto, lo cual tampoco resuelve el problema. Y una parte de la categorías que ingenuamente atribuimos al Arte y sus sacerdotes (expresión, belleza, armonía, y cierta alegría de vivir) hoy nos las proporcionan disciplinas "impuras" como el Diseño o la Arquitectura.
Una parte de "eso" que queda si disolvemos el Arte parece pertenecer a lo que todos creemos que debe ser lo mejor de lo humano. No parece que hacer desaparecer todo como si no hubiera existido sirviera de nada, estaríamos negando que el común de la gente pueda disfrutar de lo que disfrutaron sin derecho las élites capitalistas, y antes la aristocracia. ¿Qué culpa tenía Mozart de que sus dueños fueran la nobleza y él apenas concebía otro mundo? La cuestión como siempre es la Revolución y qué va a pasar cuando las leyes impidan la explotación capitalista. Ese tremendo nudo gordiano que es la ideología compleja de un mundo complejo en sus últimos estertores se deberá acomodar a la ideología que venga de un mundo sin clases sociales. Ese proceso rico y complejo nos traerá otra sociedad que llevará el arte a la producción como pedía el Manifiesto de la Bauhaus, y las riquezas que produce la sociedad a la propia sociedad. ¡Amén!
Entretanto, formaos, leed la crítica estética y social de los compañeros marxistas -y los no marxistas también- que estudiaron esto antes (son duros, pero Adorno o Benjamin son necesarios), y disfrutad de un modo sensible, abierto, solidario y crítico de lo que algunos llaman Arte.
Saludos
Vakulinchuk.