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"¿Marxismo? ¡Pero si eso está anticuado!"
texto breve publicado en septiembre de 2012 en el blog Marxismo Irreverente
Antes de hablar sobre lo que unos y otras dicen sobre el marxismo, deberíamos dar una definición sobre lo que es realmente.
Para definir el marxismo a grandes rasgos podemos decir que es un método de análisis, es decir, una herramienta teórica que nos permite dar un sentido a la realidad social y comprender las tendencias y contradicciones de su funcionamiento. Hay que tener claro que no se trata de una ideología, o no al menos en la forma en que el propio Marx definió este concepto. El marxismo no pretende pensar desde las bibliotecas como será la sociedad perfecta, sino que busca comprender y explicar cómo funciona la sociedad, para que sean las mismas personas las que la transformen. Podemos decir que se trata de un método científico que adquiere el compromiso de servir a los intereses de los oprimidos, sin que ello implique en absoluto una idea totalitaria sobre cómo debería ser la sociedad.
Sin embargo, la imagen sobre el mismo está llena de mitos y leyendas, que llevan a que nos encontremos con multitud de críticas que no responden a la realidad, sino a una imagen desfigurada y aterradora que reciben sobre lo que es el marxismo.
Son muchas las caras de extrañeza que uno suele encontrarse al declararse marxista, o al defender este método. Hay diferentes críticas que podemos encontrarnos desde diferentes ámbitos, y pretendo aquí desmontar algunas de ellas. ¡Vamos allá!
1) La crítica del desconocimiento absoluto
Cuando hablamos con una persona que no tiene la más remota idea sobre marxismo, lo más normal es encontrarte con que lo identifiquen rápidamente con la Unión Soviética, y por tanto, con todos los cuentos de terror que le han podido contar sobre la misma. Los más avispados llegaran al planteamiento de que “una teoría así, sólo puede llevar a una sociedad así, totalitaria”. Pretenden achacar a los planteamiento teóricos de Marx los errores (y no tan errores) de las políticas de la URSS.
Pues bien, pongamos esa lógica en otro ejemplo: Imaginemos que un puente, que ha diseñado un ingeniero no especialmente cualificado, termina por derrumbarse a los pocos meses de su construcción. Entonces alguien dice: “la física y las matemáticas ya no valen, este puente se construyó haciendo cálculos con esas ciencias y al final se ha caído”. El marxismo es un método que permite analizar la realidad, lo cual no implica que sea una ciencia exacta ni un libro de recetas sobre cómo debe gestionarse un estado. Si alguien no sabe usar bien un martillo, o lo usa para abrirle la cabeza a su vecino, no puedes echarle la culpa a la herramienta.
2) “Eso está anticuado”
Es muy normal también encontrarnos con el argumento que pretende desmontar la validez de este método basándose en el simple hecho de que “ya no está de moda”.
Lo primero es decir que si basamos “la calidad” de algo en función de si esta en boga o no, tendríamos que decir que la música clásica es una mierda comparada con las canciones del verano. Esta idea parte de la concepción de que “la ciencia” es algo que siempre se va superando, y que las teorías rechazadas o marginadas han llegado a esa situación por ser “peores”. Esta perspectiva no tiene en cuenta que el debate científico (y especialmente si hablamos de ciencias sociales) está atravesado por intereses ideológicos, y que los avances en las ciencias sociales no se realizan sumando y restando números, sino que los estudios e investigaciones siempre buscan reforzar un punto de vista u otro. No se trata de realizar “descubrimientos”, sino de dar una explicación a los problemas de forma que interese a unos u a otros.
Es evidente que los grandes institutos privados de investigación social, que tienen los intereses ideológicos de sus dueños, no van a usar una herramienta teórica (el marxismo) que viene a decir que ellos mismos son el problema.
Por otro lado, resulta curioso que quienes más suelen esgrimir el argumento de que “el marxismo está anticuado”, suelen ser los defensores a ultranza del liberalismo. Una teoría política y económica que nace en el siglo XVI, que creo que va antes que el siglo XIX, en el que Marx planteó sus ideas.
3) La crítica academicista: no es ciencia, es ideología
Desde el punto de vista de los académicos, tan acostumbrados a darle explicación al mundo desde su torre de marfil, el marxismo les da asco porque huele a pueblo.
Muchos científicos sociales critican al marxismo su finalidad de ser una herramienta teórica para la acción política y la lucha. Desde su punto de vista, alguien no puede ser “objetivo” si toma parte de lo que investiga. Parten de la idea de que la única forma de comprender la esencia de las cosas, es verlas desde lejos. “Lo mio es ciencia, lo tuyo es ideología” suele ser el argumento. Sin embargo, hay que plantear a este sector de la comunidad científica “objetiva”, que no posicionarse en un conflicto supone en sí un acto ideológico, pues no es más que la demostración del respeto por el status quo, es decir, el respeto por el orden establecido. El marxismo busca criticar la sociedad que investiga, mientras que el “objetivismo científico” pretende simplemente describir lo que ve en la superficie, sin intención alguna de que esos conocimientos sirvan para mejorar la vida de alguien.
Estas han sido algunas de las críticas que suelen realizarse al marxismo, y más adelante, indagaremos aun más en cómo ha sido malinterpretado por detractores y también por defensores del mismo.
texto breve publicado en septiembre de 2012 en el blog Marxismo Irreverente
Antes de hablar sobre lo que unos y otras dicen sobre el marxismo, deberíamos dar una definición sobre lo que es realmente.
Para definir el marxismo a grandes rasgos podemos decir que es un método de análisis, es decir, una herramienta teórica que nos permite dar un sentido a la realidad social y comprender las tendencias y contradicciones de su funcionamiento. Hay que tener claro que no se trata de una ideología, o no al menos en la forma en que el propio Marx definió este concepto. El marxismo no pretende pensar desde las bibliotecas como será la sociedad perfecta, sino que busca comprender y explicar cómo funciona la sociedad, para que sean las mismas personas las que la transformen. Podemos decir que se trata de un método científico que adquiere el compromiso de servir a los intereses de los oprimidos, sin que ello implique en absoluto una idea totalitaria sobre cómo debería ser la sociedad.
Sin embargo, la imagen sobre el mismo está llena de mitos y leyendas, que llevan a que nos encontremos con multitud de críticas que no responden a la realidad, sino a una imagen desfigurada y aterradora que reciben sobre lo que es el marxismo.
Son muchas las caras de extrañeza que uno suele encontrarse al declararse marxista, o al defender este método. Hay diferentes críticas que podemos encontrarnos desde diferentes ámbitos, y pretendo aquí desmontar algunas de ellas. ¡Vamos allá!
1) La crítica del desconocimiento absoluto
Cuando hablamos con una persona que no tiene la más remota idea sobre marxismo, lo más normal es encontrarte con que lo identifiquen rápidamente con la Unión Soviética, y por tanto, con todos los cuentos de terror que le han podido contar sobre la misma. Los más avispados llegaran al planteamiento de que “una teoría así, sólo puede llevar a una sociedad así, totalitaria”. Pretenden achacar a los planteamiento teóricos de Marx los errores (y no tan errores) de las políticas de la URSS.
Pues bien, pongamos esa lógica en otro ejemplo: Imaginemos que un puente, que ha diseñado un ingeniero no especialmente cualificado, termina por derrumbarse a los pocos meses de su construcción. Entonces alguien dice: “la física y las matemáticas ya no valen, este puente se construyó haciendo cálculos con esas ciencias y al final se ha caído”. El marxismo es un método que permite analizar la realidad, lo cual no implica que sea una ciencia exacta ni un libro de recetas sobre cómo debe gestionarse un estado. Si alguien no sabe usar bien un martillo, o lo usa para abrirle la cabeza a su vecino, no puedes echarle la culpa a la herramienta.
2) “Eso está anticuado”
Es muy normal también encontrarnos con el argumento que pretende desmontar la validez de este método basándose en el simple hecho de que “ya no está de moda”.
Lo primero es decir que si basamos “la calidad” de algo en función de si esta en boga o no, tendríamos que decir que la música clásica es una mierda comparada con las canciones del verano. Esta idea parte de la concepción de que “la ciencia” es algo que siempre se va superando, y que las teorías rechazadas o marginadas han llegado a esa situación por ser “peores”. Esta perspectiva no tiene en cuenta que el debate científico (y especialmente si hablamos de ciencias sociales) está atravesado por intereses ideológicos, y que los avances en las ciencias sociales no se realizan sumando y restando números, sino que los estudios e investigaciones siempre buscan reforzar un punto de vista u otro. No se trata de realizar “descubrimientos”, sino de dar una explicación a los problemas de forma que interese a unos u a otros.
Es evidente que los grandes institutos privados de investigación social, que tienen los intereses ideológicos de sus dueños, no van a usar una herramienta teórica (el marxismo) que viene a decir que ellos mismos son el problema.
Por otro lado, resulta curioso que quienes más suelen esgrimir el argumento de que “el marxismo está anticuado”, suelen ser los defensores a ultranza del liberalismo. Una teoría política y económica que nace en el siglo XVI, que creo que va antes que el siglo XIX, en el que Marx planteó sus ideas.
3) La crítica academicista: no es ciencia, es ideología
Desde el punto de vista de los académicos, tan acostumbrados a darle explicación al mundo desde su torre de marfil, el marxismo les da asco porque huele a pueblo.
Muchos científicos sociales critican al marxismo su finalidad de ser una herramienta teórica para la acción política y la lucha. Desde su punto de vista, alguien no puede ser “objetivo” si toma parte de lo que investiga. Parten de la idea de que la única forma de comprender la esencia de las cosas, es verlas desde lejos. “Lo mio es ciencia, lo tuyo es ideología” suele ser el argumento. Sin embargo, hay que plantear a este sector de la comunidad científica “objetiva”, que no posicionarse en un conflicto supone en sí un acto ideológico, pues no es más que la demostración del respeto por el status quo, es decir, el respeto por el orden establecido. El marxismo busca criticar la sociedad que investiga, mientras que el “objetivismo científico” pretende simplemente describir lo que ve en la superficie, sin intención alguna de que esos conocimientos sirvan para mejorar la vida de alguien.
Estas han sido algunas de las críticas que suelen realizarse al marxismo, y más adelante, indagaremos aun más en cómo ha sido malinterpretado por detractores y también por defensores del mismo.
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