A principios de un nuevo siglo, a principios de un nuevo milenio la humanidad se encuentra abocada a un vicisituoso proceso de decadencia del capitalismo que reclama con urgencia transformaciones sociales revolucionarias y radicales. Cómo hacerlas ante el desolador panorama que muestra la actividad de lo que se ha dado en llamar el sujeto plural, o los sujetos plurales de los procesos de emancipación más contemporáneos. Estos se levantan en todo el orbe ya sea como indignados, movimientos indigenistas, revoluciones de profunda tendencia anticapitalista y aspiraciones de asunción del camino del socialismo en simbiosis con el respeto a lo nacional, movimientos de foros mundiales alrededor de grupos sociales diversos y fragmentados, etc.
La acumulación de toda la alienación de lo humano bajo formas deshumanizadoras extremas evidencia hoy las profundas grietas que el llamado sistema-mundo es incapaz de resolver y mejorar, a despecho de la generalizada representación de que el sistema admite reformas y mejoramientos. Esa representación de pesimismo conformista goza de mejor credibilidad y se inserta en el mapa político mundial en oposición a la representación social de que el mundo debe ser transformado en su teluria, en sus determinaciones políticas conteniendo las determinaciones económicas que son, en última instancia la sustancia de lo político de esencia comunista. Este fin de siglo, este fin de milenio dejó el saldo nocivo de un marxismo en crisis, de la crisis de las formas organizativas de los sujetos revolucionarios, la crisis de las tareas urgentes del cambio y el escepticismo de una época que cerró el pasado milenio con la supuesta certeza de la incapacidad de advenimiento del comunismo como forma histórica de sociedad cuya tarea esencial es la solución radical de la contradicción trabajo-capital.
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La acumulación de toda la alienación de lo humano bajo formas deshumanizadoras extremas evidencia hoy las profundas grietas que el llamado sistema-mundo es incapaz de resolver y mejorar, a despecho de la generalizada representación de que el sistema admite reformas y mejoramientos. Esa representación de pesimismo conformista goza de mejor credibilidad y se inserta en el mapa político mundial en oposición a la representación social de que el mundo debe ser transformado en su teluria, en sus determinaciones políticas conteniendo las determinaciones económicas que son, en última instancia la sustancia de lo político de esencia comunista. Este fin de siglo, este fin de milenio dejó el saldo nocivo de un marxismo en crisis, de la crisis de las formas organizativas de los sujetos revolucionarios, la crisis de las tareas urgentes del cambio y el escepticismo de una época que cerró el pasado milenio con la supuesta certeza de la incapacidad de advenimiento del comunismo como forma histórica de sociedad cuya tarea esencial es la solución radical de la contradicción trabajo-capital.
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