La Revolución Socialista de Octubre de 1917, el establecimiento de dos sistemas opuestos, socialismo y capitalismo, junto con la creciente internacionalización de las luchas proletarias, destacaron una vez más la necesidad de formas efectivas de solidaridad mutua y coordinación entre las vanguardias revolucionarias que operaban en diferentes países. De allí, la organización de la Tercera Internacional Comunista, o Comintern, en Moscú en 1919. Una nueva internacional proletaria, libre de las posturas oportunistas prevalecientes en la Segunda Internacional, una nueva internacional que, según Lenin, "ha empezado a implementar la dictadura del proletariado" (1). El reconocimiento de la dictadura del proletariado, y la lucha para asegurarla, representaban, de hecho, condiciones preliminares para ser miembro de la Comintern.
Fue sobre la iniciativa de Lenin que la Internacional Comunista elaboró inicialmente su estrategia y táctica revolucionarias, así como sus principios políticos y organizativos. Pronto se difundieron por Europa. Y, al adquirir significado vital para todos los partidos comunistas, la Tercera Internacional también ejerció considerable influencia social y política en la arena internacional. Mientras se consolidaba el socialismo en la Unión Soviética, la Comintern siguió existiendo hasta su disolución en 1943. Realizó siete congresos (el último tuvo lugar en 1935). Entre los congresos su órgano dirigente era el Comité Ejecutivo (ECCI), que hizo trece sesiones plenarias entre 1922 y 1933.
Durante algún tiempo, José Stalin, elegido en 1922 como secretario general del PCR (B), y después PCUS (B), jugó también un papel relevante y dirigente en los asuntos de la Comintern. Su compromiso activo empezó en el Quinto Congreso de la Comintern en 1924, cuando fue elegido al Comité Ejecutivo y a su Presidium. Pero un sorprendente aspecto de la relación de Stalin con la Comintern consiste en que, tras unos pocos años de participación y vinculación activa (sus "Obras" están llenas de discursos sobre la Comintern y asuntos internacionales durante 1924-25-26-27-28), Stalin dejó de participar en ésta desde finales de los años 20. Permaneció ausente durante sus dos últimos congresos en 1928 y 1935, y sus "Obras" oficiales no constienen contribuciones a los asuntos de la Comintern después de 1928.
Retrospectivamente, y también a la luz de la feroz lucha de clases llevada a cabo en la URSS abiertamente y entre bambalinas, existe amplia evidencia para probar que, desde finales de los años 20 hasta comienzos de los 40, Stalin y los marxistas-leninistas habían sido removidos del liderazgo activo en la Comintern por una coalición dominante de revisionistas ocultos que más tarde se revelarían como abiertos oponentes del socialismo. Esta mayoría revisionista, al apartar a Stalin, pudo distorsionar el marxismo-leninismo. Primero, a comienzos de los años 30, por medio de una línea sectaria seudoizquierdista, que luego fue revisada hacia el sendero del oportunismo de derecha. Esta situación, por supuesto, contrasta con el retrato estereotipado de Stalin como un tirano sediento de sangre, que dominaba indiscutidamente la Comintern y su propio país hasta su muerte. Incluso los historiadores burgueses empiezan ahora a retar la noción de que a mediados de los años 30 Stalin hubiera impuesto un control completamente monolítico sobre el movimiento comunista internacional.
Es un hecho histórico que, antes del establecimiento del revisionismo soviético en el 20º Congreso del PCUS (B) en 1956, se habían implementado algunas líneas revisionistas, criminalmente erradas tanto en la Comintern como en la Unión Soviética. Como marxistas-leninistas, es realmente vital reconocer la equivocación de esas políticas y su fracaso. Esto no tiene propósitos académicos. Pero debe hacerse para sacar las lecciones necesarias e incorporarlas en la lucha revolucionaria actual por el socialismo.
Sólo para destacar las dificultades iniciales de Stalin en la Comintern (Lenin se había retirado de la vida política activa en diciembre de 1922), consideremos la composición de la delegación rusa al Comité Ejecutivo, elegido en el Quinto Congreso en 1924. Con la única excepción de Stalin, los demás miembros, incluyendo a Zinoviev, Bujarin y Trotsky, eran todos elementos antisocialistas, cuyas actividades facciosas emergieron en una etapa posterior. Y algunos de ellos fueron entonces condenados por traición (2). Habiendo ganado posiciones influyentes desde las cuales podían sabotear el socialismo, esos revisionistas no podían, al principio, oponerse abiertamente a éste. Fueron mentores del último líder revisionista soviético, Mijaíl Gorbachov, quien admitió cándidamente: "Mi ambición era liquidar el comunismo, la dictadura sobre todo el pueblo... Sabía que sólo podría hacerlo si era el funcionario dirigente" (3). La presencia de elementos antisocialistas ocultos en la Comintern durante los años 20, sin embargo, no previno la exitosa elaboración de políticas marxistas-leninistas, principalmente con respecto a las tácticas de frente unido y la defensa del socialismo en la Unión Soviética.
De hecho, la dictadura proletaria en la Unión Soviética se fortaleció, a pesar de que la oposición trotskista había hecho más intentos destructivos de negar la posibilidad de la construcción del socialismo en un solo país. Según la infame teoría de Trotsky de la revolución permanente, sólo la victoria de la revolución a escala mundial salvaría de la "degeneración y decadencia" al gobierno proletario de la Unión Soviética. La construcción del socialismo en un solo país sería, según Trotsky, abandonar las posibilidades de la revolución internacional y rechazar el internacionalismo proletario. El mismo Stalin jugó un papel prominente en la derrota de tales perversiones de la teoría de Lenin sobre ese tema. Junto con las demás delegaciones que asistieron al Pleno del Comité Ejecutivo en noviembre/diciembre de 1926, Stalin reconoció la necesidad fundamental de la alianza y la solidaridad más estrechas posible entre la URSS, el proceso revolucionario internacional y las variadas luchas de liberación. De ninguna manera Stalin abandonó la causa de la revolución fuera de la URSS al levantar el principio de que el socialismo se podía construir en un solo país. De hecho, la victoria de la Revolución de Octubre representaba, en palabras de Stalin, "el comienzo y la condición previa para la revolución mundial" (4). En conformidad, la Comintern caracterizó a la Unión Soviética como "la fortaleza más importante de la revolución mundial" (5).
Durante los años 20 tanto Lenin como Stalin elaboraron y apoyaron la llamada táctica de frente unido para lograr la más amplia unidad de acción revolucionaria de los trabajadores (6). Los partidos comunistas debían agrupar las más diversas secciones de la clase obrera alrededor de metas específicas y sobre asuntos prácticos, como las "cuestiones de salarios, horarios, condiciones de vivienda, seguro social, impuestos, desempleo, costo de la vida, etc." (7). En el curso de esta lucha unida, el proletariado se educaba en el espíritu revolucionario en preparación de su principal tarea: el derrocamiento del orden burgués y el establecimiento de la dictadura del proletariado. El énfasis fue puesto en la construcción de frentes unidos desde abajo, llamando a todos los trabajadores, fueran comunistas, anarquistas, socialdemócratas, cristianos o sin partido, sobre las cabezas de sus líderes. Para el propósito de lograr una unidad tan comprehensiva, en esta etapa la Comintern no podía prescribir acuerdos con partidos socialdemócratas, reformistas, ni con sindicatos reaccionarios de masas. Siguiendo las indicaciones de Lenin y Stalin, esos acuerdos deberían hacerse sólo a condición de que los partidos comunistas mantuvieran siempre la total independencia política, sin contemplar ningún tipo de "fusión" o "unión" con la socialdemocracia ni cualquier "fraternización de líderes de partido" (
.
En conformidad, "la táctica de frente unido... es una táctica de revolución, no de evolución... no es una coalición democrática, una alianza con la socialdemocracia. Sólo es un método de agitación y movilización revolucionaria" (9). Igualmente, Stalin caracterizó esa táctica "como medio para la movilización revolucionaria y la organización de las masas" (10). Y para "vincular los intereses cotidianos del proletariado con los intereses fundamentales de la revolución proletaria", los partidos comunistas deben, siempre según Stalin, "combinar un espíritu revolucionario inflexible (¡que no se debe confundir con el aventurismo revolucionario!) con el máximo de flexibilidad y habilidad de maniobra (¡que no se debe confundir con el oportunismo!)" (11). Esta correcta línea táctica prevaleció en el Quinto Congreso en 1924. Como Stalin señaló, este congreso "simplemente selló la victoria del ala revolucionaria en las principales secciones de la Comintern" (12).
Inicialmente, de hecho, la Internacional Comunista había rechazado la sectaria "teoría de la ofensiva", esto es, aquellas "estupideces inquierdistas", como Lenin las llamó, que forzaban a los partidos comunistas a insurrecciones aventuristas, prematuras, impreparadas y desesperadas. En el Segundo Congreso de la Comintern (1920) el mismo Lenin criticó fuertemente las sectarias tendencias anarcosindicalistas y de "izquierda" seguidas por algunas organizaciones comunistas, al tiempo que luchaba contra los partidos oportunistas, centristas, que estaban tratando de penetrar la Comintern. Algotras formulaciones revisionistas habían emergido también en conexión con el llamado "gobierno de los trabajadores (o gobierno de trabajadores y campesinos)", fomentando la ilusión de una vía parlamentaria al socialismo a través de una alianza con la socialdemocracia. Por iniciativa de Stalin, esas formulaciones fueron corregidas a favor de la movilización de los trabajadores para el aplastamiento revolucionario del Estado capitalista (13).
La difícil restauración económica de la Unión Soviética que estaba entrando en la etapa de industrialización socialista y de colectivización en la agricultura, estuvo acompañada por la aparición de una oposición política antisocialista alrededor de figuras prominentes como Trotsky, Zinoviev (quien era también el presidente de la Comintern), Kámenev, Sokolnikov, todos los cuales eran miembros del Comité Ejecutivo de la Comintern. Después se les unieron en el Comité Ejecutivo otros miembros influyentes, Bujarin y Rykov, que más tarde plantearían una plataforma oportunista de derecha en una ofensiva común contra el PCUS (B). Por supuesto, esta lucha de facciones en la URSS también agudizó la lucha interna en la Comintern y en los diferentes partidos comunistas. En junio de 1926, por ejemplo, Stalin veía al grupo de Zinoviev como más peligroso que el de Trotsky por su control sobre la Comintern en su calidad de presidente (14).
Divergencias significativas, de hecho, surgieron en la Comintern alrededor de la huelga general británica de 1926, específicamente entre la correcta política de frente unido apoyada por Stalin, por un lado, y las propuestas ultraizquierdistas emanadas de Zinoviev, en favor de organizar sindicatos rojos "de papel", por otro. En solidaridad con los mineros, se proclamó una huelga general en Gran Bretaña el 3 de mayo de 1926, involucrando a varios millones de trabajadores, y suspendida una semana después por el Consejo General de Sindicatos. Los mineros, sin embargo, continuaron la huelga, que fue finalmente derrotada en noviembre por las medidas represivas extremas impuestas por el gobierno conservador de esa época. Tanto la Comintern como el Partido Comunista de Gran Bretaña, en la línea de Stalin, indicaron la necesidad de ganarse a los trabajadores desde dentro -no afuera- de los sindicatos reformistas, establecer solidaridad internacional bajo el lema "la causa de los mineros es nuestra causa", atacar al mismo tiempo a los burócratas sindicales reaccionarios, combinar demandas económicas y políticas, y finalmente convertir la ofensiva capitalista en la ofensiva revolucionaria de la clase obrera (15). Pero el fracaso de la huelga general de 1926 no implicó el fracaso de la táctica de frente unido. Más bien demostraba que la estabilización capitalista no había terminado aún: según Stalin, era "una estabilización continua, temporal, no duradera, pero estabilización de todos modos" (16). Por lo tanto, lo que se necesitaba en Gran Bretaña para acelerar el proceso revolucionario era "tiempo y trabajo enérgico incansable" (17).
La situación en Oriente requería un manejo un poco diferente. En los países coloniales y dependientes la Internacional Comunista planteaba el lema de un frente antiimperialista unido. Esto estaba de acuerdo con la política leninista, según la cual los movimientos de liberación nacional son parte de la revolución proletaria. Los movimientos nacionales revolucionarios antiimperialistas debían ser apoyados de todas las formas posibles, convirtiendo a los partidos comunistas en sus vanguardias. Para los partidos comunistas era "admisible y necesario" entrar en acuerdos temporales con la burguesía nacional para establecer una alianza estable con las masas campesinas y semiproletarias, siempre que mantuvieran completa independencia de acción (18). Cuando la clase obrera, en alianza con el campesinado, hubiera ganado el liderazgo y empezado a transformar la revolución nacional democrática en una revolución socialista, la estrategia marxista-leninista era llevarla hasta la victoria final del socialismo derrocando a la burguesía nacional y estableciendo la dictadura de la clase trabajadora (19). De allí la necesidad de dos etapas para la revolución en el Oriente.
Específicamente con respecto a la liberación de China contra el imperialismo anglo-japonés-yanqui durante los años 20, las políticas de frente unido antiimperialista propuestas por la Internacional Comunista apuntaban a:
-consolidar las fuerzas marxistas-leninistas en las filas comunistas;
-asegurar la alianza de la clase obrera con el campesinado;
-llevar al Partido Comunista al movimiento revolucionario nacional, que estaba representado por el Kuomintang, y luego luchar para conseguir el papel hegemónico del proletariado en la revolución.
El proletariado chino rápidamente llegó a una posición desde la cual pudo retar a la burguesía, particularmente en mayo de 1925, en la huelga de Hong Kong-Cantón de 1925-26, en la insurrección de Shanghai de 1927. Pero esos eventos también estuvieron acompañados por un grado considerable de fragmentación, sectarismo, impaciencia revolucionaria de parte del Partido Comunista Chino, que no logró movilizar al campesinado ni infiltrar al ejército durante su periodo de alianza con el Kuomintang. Finalmente, hacia 1927, el Kuomintang traicionó la causa de la revolución nacional antiimperialista, volviéndose contra el Partido Comunista que fue llevado a la clandestinidad, primero por Chiang Kai-Shek y después por el llamado gobierno del Kuomintang "de izquierda" en Wuhan. Tanto el Comintern como Stalin demostraron su fuerte apoyo a la revolución china en esa época. Documentos recientes, sin embargo, revelan cómo Stalin atribuía su fracaso a la dirigencia del Partido Comunista Chino, del cual dijo que "no era un Partido Comunista genuino", que no había cumplido con las directrices de la Comintern y que no tenía "ni idea (literalmente, ni idea) sobre la hegemonía" del proletariado (20).
En la mayoría de países capitalistas a finales de los años 20, el intenso antagonismo de clase estaba dando origen a lo que Stalin evaluó como "las precondiciones para un nuevo levantamiento revolucionario del movimiento obrero" (21). Y fue durante esta época que las distorsiones sectarias seudoizquierdistas de las políticas de frente unido empezaron a aparecer después del Sexto Congreso de la Comintern en 1928 a través de las llamadas tácticas de clase contra clase (22). Esta nueva línea sectaria, que dominó a la Comintern a comienzos de los años 30, estaba basada en la presunción de una ecuación entre socialdemocracia y fascismo. De allí la teoría del "socialfascismo", a la que se opuso con firmeza Stalin, quien, evitando una identificación directa entre ambos, los identificó como "gemelos", de los cuales la socialdemocracia era "objetivamente el ala moderada del fascismo" (23). Al contrario de Stalin, la Comintern ahora presentaba a los partidos socialdemócratas como "el principal enemigo" de la clase trabajadora, contra el cual debía dirigirse el golpe principal. Y al considerar al ala izquierda de la socialdemocracia (que apoyaba la táctica de frente unido) "más peligrosa" que su ala derecha (que se oponía a la táctica de frente unido), los frentes unidos se volvieron admisibles, bajo las políticas de "clase contra clase", sólo desde abajo (24). En consecuencia, bajo las instrucciones de la Comintern, varios partidos comunistas durante este periodo plantearon lemas como el de un "Frente Unido Rojo" (p. ej., un frente limitado a revolucionarios conscientes solamente) y el de "oposición sindical revolucionaria" (p. ej., retirando la actividad comunista de los sindicatos reformistas para formar sindicatos "revolucionarios" nuevos, minúsculos e impotentes) (25).
Stalin, por el contrario, veía la "unidad sindical" como "el medio más seguro de ganarse a las amplias masas trabajadoras" (26). De hecho, esta unidad representaba la condición previa indispensable para desintegrar la influencia de la socialdemocracia en los sindicatos, desenmascarando a sus líderes y finalmente logrando la dictadura del proletariado. Para tales propósitos, Stalin indicaba que los "acuerdos temporales con los sindicatos reaccionarios de masas [eran] no sólo admisibles sino a veces verdaderamente esenciales" (27), siempre que los comunistas mantuvieran su independencia.
Debido sus políticas sectarias de comienzos de los años 30, la Comintern no pudo contrarrestar con éxito los ataques del capitalismo y la creciente amenaza del fascismo y la guerra. A medida que las masas de trabajadores desertaban de los partidos socialdemócratas, Stalin no podía estar de acuerdo con la agitación "revolucionaria" seudoizquierdista, pero veía la consolidación apropiada de las actividades comunistas como una condición previa esencial para la revolución. Por lo tanto, los partidos comunistas debían ser "capaces de evaluar la situación y usarla adecuadamente" para "fortalecerse definitivamente en este camino... y preparar con éxito al proletariado para las siguientes batallas de clase. Sólo si lo hacen podemos contar con un mayor incremento en la influencia y el prestigio de la Internacional Comunista" (28). "La victoria de la revolución nunca viene de sí misma -indicaba también Stalin- ... sólo un fuerte partido revolucionario proletario puede preparar y lograr la victoria" (29).
Negando una diferencia cualitativa entre la democracia burguesa y el fascismo, la Comintern también rechazó el concepto de que la clase obrera tenía un interés en la defensa de la democracia burguesa contra la amenaza del fascismo. Al lanzar la principal ofensiva contra la socialdemocracia, por ejemplo, los comunistas alemanes, bajo las directivas de la Comintern, rechazaron propuestas de acciones conjuntas y manifestaciones con los partidos socialdemócratas contra los nazis. Por algún tiempo, después del golpe nazi de 1933 en Alemania, la Comintern insistió en que su táctica de "clase contra clase" que había abierto el camino para ese golpe, había sido correcta. El Comité Ejecutivo sostenía incluso que el golpe nazi había estado "acelerando el ritmo del avance de Alemania hacia la revolución proletaria" (30). De esa manera, una resistencia efectiva contra la llegada nazi al poder fue saboteada de hecho por la división de la clase obrera alemana y por evitar la formación de un frente unido antifascista amplio que, en las condiciones de Alemania en ese momento, hubiera sido un componente integral de la lucha revolucionaria por el socialismo.
La estrategia básica de los imperialistas de Europa Occidental se convirtió ahora en una de apaciguamiento del imperialismo alemán, esto es, animando de hecho a Alemania nazi a expandirse al Este hacia la Unión Soviética, criticando de palabra su expansión. Esto se conoció como la "política de apaciguamiento" llevada a cabo por los imperialistas de Europa Occidental, particularmente los de Gran Bretaña y Francia. Para cumplir con las nuevas exigencias del imperialismo, los revisionistas que dominaban la Internacional Comunista revisaron cortésmente sus políticas, criticando y rechazando el sectarismo "izquierdista" de comienzos de los años 30 y preparando el terreno para una desviación oportunista de derecha. Esta nueva plataforma, que apoyaba el establecimiento de frentes del pueblo, o frentes populares, en la lucha contra el fascismo, fue adoptada en el Séptimo Congreso de la Comintern en 1935 bajo el nuevo liderazgo de Jorge Dimitrov.
Como subrayó la Liga Comunista en Gran Bretaña durante algún tiempo, la elección de Dimitrov al puesto dirigente de la Internacional Comunista había sido caracterizada por algunos sucesos muy extraños. Cuando más de dos mil comunistas eran asesinados durante la llamada revolución nacional en Alemania y miles más fueron encarcelados en campos nazis de concentración, Dimitrov fue puesto en un juicio público por una corte nazi, donde se le permitió cuestionar a los líderes nazis y ponerlos en ridículo. Después de una campaña de inspiración predominantemente occidental, fue absuelto y se le permitió volar a Moscú, donde fue recibido como un héroe antes de ser destacado a la cabeza de la Comintern. Después de la guerra, sus credenciales revisionistas se hicieron evidentes cuando apoyó a Browder, abrazó abiertamente la tesis de la transición pacífica al socialismo sin revolución y se unió a Tito proponiendo, en una clara jugada antisoviética, una "Federación Balcánica".
Por supuesto, debe señalarse que la reorientación de la Comintern, el salto de "izquierda" a derecha, fue posible cuando los elementos marxistas-leninistas alrededor de Stalin seguían siendo una minoría dentro de su dirección. El nuevo Secretariado Político elegido por el Congreso en 1935, por ejemplo, incluía una fuerte mayoría de revisionistas escondidos (31). El revisionismo siguió desarrollándose clandestinamente, en el sentido de que elementos antisocialistas no podían aún llamar a la restauración de la sociedad capitalista. Al contrario, debían esconder el caracter reaccionario de sus políticas detrás de la defensa teórica del marxismo-leninismo o estipulando que aún era necesaria una revolución socialista, como hizo Dimitrov. Lo más importante: el hecho de que las nuevas políticas de frente popular nunca fueron apoyadas por Stalin da fuertes evidencias circunstanciales de su oposición personal a éstas. Su oposición se hizo casi evidente en el 18º Congreso del PCUS (B) en 1939, cuando Stalin, en su largo informe, no hizo ninguna refencia a las políticas de la Comintern. Además, el oficial Curso Corto: Historia del PCUS (B), publicado en 1939, no presta ninguna atención a los frentes populares.
Al tiempo, "el culto de la personalidad" alrededor de Stalin también se construyó dentro de la Internacional Comunista. Este culto era promovido por "demoledores", como los llamaba Stalin, para desacreditarlo posteriormente. Contra su propia oposición, por lo tanto, el Comité Ejecutivo se dirigía a Stalin como "líder infinitamente amado, ...amado por los corazones de millones de trabajadores... cerebro y artífice de la victoria" (32), "maestro sagaz, amigo supremamente amado... revolucionario intrépido, gran teórico, líder de la revolución socialista, espléndido ejemplo para los revolucionarios proletarios de todos los países..." (33).
No es una coincidencia que en 1935, tan pronto como el Séptimo Congreso de la Comintern terminó, se dieron pasos para descentralizar la organización dándole a partidos individuales un grado significativo de autonomía en el manejo de sus asuntos. Desde entonces, no habría más congresos ni más sesiones plenarias del Comité Ejecutivo, que habían sido muy frecuentes en el pasado. En 1941, el manejo de su trabajo fue puesto en manos de un triunvirato de importantes revisionistas: Dimitrov, Manuilsky y Togliatti. Esta descentralización fue de hecho contraria a la insistencia de Lenin y Stalin en que el internacionalismo proletario sólo podía ser efectivo si la Comintern mantenía un aparato altamente centralizado. "La Comintern es una organización militante del proletariado, había indicado Stalin en 1925, y no puede abstenerse de intervenir en los asuntos de los partidos individuales, apoyando a los elementos revolucionarios... Deducir... que se le debe negar a la Comintern el derecho de dirección, y por lo tanto de intervención, significa trabajar a favor de los enemigos del comunismo" (34).
La nueva reorientación política fue formulada oficialmente por Dimitrov en 1935. Primero que todo, sostenía la tesis correcta de que, para derrotar la creciente amenaza del fascismo (35), los partidos comunistas debían propender por construir amplios frentes del pueblo, o frentes populares, que incluyeran partidos socialdemócratas y otros demócratas burgueses sobre la base de acuerdos de corto o largo plazo. Este frente unido, establecido, desde arriba, entre el partido comunista y los partidos socialdemócratas (representantes de la burguesía), debía representar el primer paso hacia la unificación política de esos partidos. Es decir, una fusión en un partido político único de la clase trabajadora para evitar cualquier dicotomía en su liderazgo, y bajo la condición de que el derrocamiento revolucionario del capitalismo y el establecimiento de la dictadura del proletariado fueran reconocidos (36). Dimitrov exigía "la creación de un extenso frente popular antifascista sobre la base del frente único proletario". Tal gobierno de frente popular, que incluiría a representantes de la burguesía, debía llevar "a cabo determinadas reivindicaciones cardinales revolucionarias... Por ejemplo, el control de la producción, el control sobre los bancos, la disolución de la policía, su sustitución por una milicia obrera armada, etc." (37). ¿Pero cómo diablos sectores de la clase capitalista, no importa qué tan democráticos y antifascistas puedan ser, aceptarían voluntariamente su propia abdicación?
Al sostener que un gobierno de frente popular elegido podía hacer incursiones revolucionarias en el poder político y económico de la clase capitalista, Dimitrov pedía lo imposible. De esta forma, se abría el camino hacia la transición pacífica y parlamentaria al socialismo, en la cual la meta de la revolución socialista sólo permanecería en la teoría. En consecuencia, un gobierno de frente popular podría existir en un país donde la clase capitalista tuviera el poder político, con la sola condición de que el partido comunista participante se rindiera al oportunismo, sirviendo los intereses de la clase capitalista y no los de los trabajadores. Esto se ejemplificó en la experiencia de los frentes populares francés y español en los años 30.
El gobierno del frente popular en Francia (1936-38) realmente llevó a cabo mejoras iniciales en las condiciones del pueblo trabajador. Pero también llevó a Francia a la política del apaciguamiento del imperialismo británico cuando Daladier, en representación del gobierno popular francés, firmó con Chamberlain, Hitler y Mussolini el acuerdo de Munich de 1938 que en los hechos cedió Checoslovaquia a los nazis. También fue el gobierno popular francés el que, aparte de no estar preparado para liberalizar sus políticas coloniales en el Norte de África e Indochina, inició la política de "no intervención" en España, una política respaldada por los revisionistas soviéticos, que permitió a las potencias fascistas proveer armas y soldados a España en apoyo de los rebeldes fascistas dirigidos por Franco. Fue Stalin personalmente quien, en oposición a la política revisionista de "no intervención", ordenó el envío de armas soviéticas al gobierno republicano español. Pero durante la guerra civil española (1936-39), el Partido Comunista de España rechazó el camino revolucionario para preservar la "democracia parlamentaria". Esta línea derrotista fue implementada bajo instrucciones de la Comintern, que envió una delegación a España, encabezada por Togliatti y Tito, para dirigir el partido durante la guerra.
Tras el fracaso de los frentes populares en Francia y España, Dimitrov repudió la misma línea que previamente había planteado. En 1939 hizo un llamamiento a "un frente unido desde abajo" a través de "una lucha más resuelta contra los lacayos socialdemócratas, 'democráticos' y 'radicales' del imperialismo" (38). Una resurrección "revolucionaria" tan repentina de parte de Dimitrov, sin embargo, no pudo evitar la disolución de la Internacional Comunista en 1943. Esto se llevó a cabo sin convocar un congreso y, supuestamente, como resultado del "crecimiento y madurez política" alcanzados por sus partidos comunistas (39). Pero claramente, este no era el caso, ya que al poco tiempo de su disolución la mayoría de los partidos comunistas abrazaron el revisionismo de una u otra forma y se encontraron en un estado de conflicto ideológico mutuo. Al declarar que su disolución había sido "conveniente y oportuna" (40), Stalin debe haber llegado a la conclusión de que, bajo ese liderazgo revisionista, la Comintern había perdido cualquier utilidad como órgano de la revolución socialista. El hecho de que Stalin y los marxistas-leninistas estuvieran de acuerdo en que una verdadera internacional era necesaria está demostrado por el hecho de que en 1947, por iniciativa personal de Stalin, una nueva internacional marxista-leninista, sobre una base restringida, fue organizada bajo la forma de Oficina de Información Comunista, o Cominform, bajo una nueva dirección que excluía a Dimitrov y Manuilsky. Significativamente, las primeras acciones de la Cominform fueron expresando fuertes críticas a las líneas revisionistas de partidos comunistas como los de Francia, Italia, Japón y, después, Yugoslavia.
Tal es, en suma, la relación de Stalin con la Tercera Internacional. Después de un periodo de participación militante, Stalin fue apartado de la dirección activa, y dejado sin influencia efectiva, desde finales de los años 20. Por lo tanto, no puede ser responsable de las distorsiones revisionistas prevalecientes, relacionadas con la táctica sectaria ultraizquierdista y luego con frentes unidos sin principios. Tal "aislamiento" político alrededor de Stalin como "prisionero" en el Kremlin fue reflejado igualmente al interior del PCUS (B) tras la guerra. Habiéndolo confinado a actividades "inofensivas" como escribir sobre lingüística y economía, los revisionistas ocultos orquestaron su muerte para poder traicionar a la clase trabajadora y restaurar completamente el capitalismo en la Unión Soviética. Rompiendo una tradición establecida desde hacía mucho tiempo, en el 19º Congreso en 1952, el informe del CC no fue presentado por su secretario general, Stalin, sino por Georgi Malenkov. No hay ni un mínimo rasgo de internacionalismo proletario en el reporte de Malenkov. Pero en contraste, fue Stalin quien, en un pequeño discurso al Congreso, elogió altamente a los partidos comunistas de varios países y a las recién creadas democracias populares, caracterizándolos como las nuevas "'brigadas de choque' del movimiento revolucionario y obrero mundial" (41). Este fue también el último discurso público de Stalin, un llamado revolucionario de un líder sobresaliente que luchó consecuentemente por el socialismo y el comunismo, y contra el revisionismo, a través de su vida y en las circunstancias más difíciles.
NOTAS
1. V.I. Lenin, La Tercera Internacional y su lugar en la historia (15-4-19), en Obras Completas, vol. 29, Moscú, 1965, p. 307. Énfasis en el original.
2. Miembros de la delegación rusa al ECCI elegido por el Quinto Congreso de la Comintern en 1924: Zinoviev (también presidente de la Comintern), Bujarin, Stalin, Kámenev, Rykov; candidatos: Sokolnikov, Trotsky, Lozovsky, Piatnitsky. En diciembre de 1926 Zinoviev dejó de ser el presidente de la Comintern, y este oficio fue reemplazado por un secretariado político.
3. Mijaíl Gorbachov: Entrevista con la radio turca; citado en North Star Compass, órgano del Comité Organizador de Amistad y Solidaridad con el Pueblo Soviético. Reproducido en Lalkar, marzo/abril, 2000; p. 19.
4. "No puede haber duda de que la teoría universal de una victoria simultánea de la revolución en los principales países de Europa, la teoría de que la victoria del socialismo en un país es imposible, ha demostrado ser una teoría artificial e insostenible... la victoria de la revolución en un solo pais, en el caso actual Rusia, no es sólo el producto del desarrollo desigual y la decadencia progresiva del imperialismo; al mismo tiempo es el comienzo y la condición previa para la revolución mundial... el desenlace de la revolución mundial será más rápido y completo, mientras más efectiva sea la asistencia del primer país socialista a los obreros y masas trabajadoras de todos los demás países... no sólo la Revolución de Octubre necesita apoyo de la revolución de otros países: la revolución en esos países necesita el apoyo de la Revolución de Octubre para acelerar y avanzar la causa del derrocamiento del imperialismo mundial". [José V. Stalin, La Revolución de Octubre y las tácticas de los comunistas rusos (17-12-24), en Obras, vol. 6, Moscú, 1947, pp. 414-5, 418, 420]
5. Extractos de las Tesis del Séptimo Pleno de la ECCI sobre la Situación Internacional y las Tareas de la Internacional Comunista (13-12-26), en Jane Degras, Ed., The Communist International: 1919-1943: Documents, vol. 2, London, 1971, p. 323.
6. "La ECCI opina que el lema del tercer congreso mundial de la Internacional Comunista "A las masas", y los intereses del movimiento comunista en general, requieren que los partidos comunistas y la Internacional Comunista como un todo apoyen el lema del frente unido de los trabajadores y lleven la iniciativa en esta materia. La táctica de cada partido comunista debe por supuesto elaborarse concretamente en relación con las condiciones de cada país". [Extractos de las Directivas sobre el Frente Unido de los Trabajadores y sobre la Actitud hacia los Trabajadores Pertenecientes a la Segunda, Dos y media y la Internacional de Amsterdam, y hacia Aquellos Que Apoyan Organizaciones Anarco-Sindicalistas, Adoptadas por el ECCI (18-12-21), en Jane Degras, Ed., The Communist International: 1919-1943: Documents, vol. 1, London, 1971, p. 311]
7. "Los socialdemócratas deben ser desenmascarados no sobre la base de cuestiones planetarias, sino sobre la base de la lucha cotidiana de la clase obrera por mejorar sus condiciones materiales y políticas; en éstas, cuestiones como salarios, jornadas, condiciones de vivienda, seguridad social, impuestos, desempleo, costo de vida, etc., deben jugar un papel muy importante, si no decisivo. Golpear a los socialdemócratas día a día sobre la base de esas cuestiones, destapando su traición, esa es la tarea". [José V. Stalin, Las Perspectivas del Partido Comunista de Alemania y la Cuestión de la Bolchevización (3-2-25), en Obras, vol. 7, Moscú, 1947, p. 37].
8. "las principales condiciones que son igualmente categóricas para los partidos comunistas en todos los países, son, para la ECCI... la absoluta independencia de cada partido comunista que entre en acuerdos con los partidos de la Segunda y la Internacional "Dos y media", su completa libertad para plantear sus propios puntos de vista y criticar a los opositores del comunismo. Al aceptar una plataforma común para la acción, los comunistas deben mantener el derecho incondicional y la posibilidad de expresar su opinión sobre la política de todas las organizaciones de la clase obrera sin excepción, no sólo antes y después de la acción, sino incluso durante la misma, si es necesario". [Extractos de las Directivas sobre el Frente Unido de los Trabajadores y sobre la Actitud hacia los Trabajadores Pertenecientes a la Segunda, Dos y media y la Internacional de Amsterdam, y Hacia Aquellos Que Apoyan Organizaciones Anarco-Sindicalistas, Adoptadas por el ECCI (18-12-21), en Jane Degras, Ed., The Communist International: 1919-1943: Documents, vol. 1, London, 1971, p. 313].
"El frente unido no es y no debe ser simplemente una fraternización de los líderes de los partidos. El frente unido no será creado por acuerdos con esos 'socialistas' que hasta hace poco eran miembros de gobiernos burgueses. El frente unido significa la asociación de todos los trabajadores, sean comunistas, anarquistas, socialdemócratas, independientes o sin partido, o incluso trabajadores cristianos, contra la burguesía. Con los líderes, si así lo desean, sin los líderes si permanecen a un lado indiferentemente, y en desafío a los líderes y contra los líderes si sabotean el frente unido de los trabajadores..."
En cada fábrica, en cada mina, en cada distrito, en cada pueblo, los trabajadores comunistas deben armarse junto con los obreros socialistas y sin partido por la lucha común contra la burguesía". [Extractos de la Declaración de la ECCI sobre los Resultados de la Conferencia de Berlín (Abril 1922), en Jane Degras, Ed., The Communist International: 1919-1943: Documents, vol.1, London, 1971, p. 341-2]
"Los intentos de la Segunda Internacional de representar el frente unido como la fusión orgánica de todos los 'partidos obreros' deben ser rechazados, por supuesto... La cosa más importante en la táctica de frente unido es y sigue siendo la agrupación agitacional y organizativa de las masas trabajadoras. Su verdadera realización puede venir sólo 'desde abajo', desde las profundidades de las mismas masas trabajadoras. Los comunistas, sin embargo, no deben rechazar en ciertas circunstancias la negociación con los líderes de los partidos hostiles de los trabajadores, pero las masas deben mantenerse completa y constantemente informadas del curso de esas negociaciones.Tampoco puede circunscribirse de ninguna manera la libertad de agitación de los partidos comunistas durante esas negociaciones con los líderes.
Es obvio que la táctica de frente unido será aplicada en formas diferentes en países diferentes, de acuerdo con las condiciones reales allí prevalecientes..." [Extractos de las Tesis sobre Tácticas Adoptadas por el Cuarto Congreso de la Comintern (5-12-22), en Jane Degras, Ed., The Communist International: 1919-1943: Documents, vol. 1, 1971, p. 424-6]
1. Las tácticas del frente unido desde abajo son necesarias siempre y en todo lugar...
2. Unidad desde abajo y al mismo tiempo negociaciones con los líderes [socialdemócratas, Ed.]. Este método debe ser empleado con frecuencia en países donde la socialdemocracia aún es una fuerza significativa...
Se entiende que en tales casos los partidos comunistas mantienen su completa y absoluta independencia, y mantienen su carácter comunista en cada etapa de las negociaciones y en todas las circunstancias...
3. Frente unido sólo desde arriba. Este método es categóricamente rechazado por la Internacional Comunista.
Las tácticas del frente unido desde abajo son las más importantes, esto es, un frente unido bajo liderazgo comunista, cubriendo a los trabajadores comunistas, socialdemócratas y sin partido en fábricas, consejos de fábrica, sindicatos, y extendiéndolo a un centro industrial completo, o área o industria..." [Extractos de las Tesis sobre Tácticas Adoptadas por el Quinto Congreso de la Comintern (Julio 1924), en Jane Degras, Ed., The Communist International: 1919-1943: Documents, vol. 2, 1971, p. 151-2. Énfasis en el original].
"Por supuesto que no puede plantearse la cuestión de la fusión de los partidos comunistas con los socialdemócratas. Esto sería traición abierta a la causa de la revolución proletaria, sería el abandono del papel dirigente en la historia que el proletariado está llamado a cumplir. Reconocer la necesidad de la existencia de un partido comunista independiente es parte del abecé del marxismo-leninismo". [Extractos de las Tesis sobre las Cuestiones Actuales del Movimiento Comunista Internacional aprobadas por el Sexto Pleno de la ECCI (Marzo 1926), en Jane Degras, Ed., The Communist International: 1919-1943: Documents, vol. 2, London, 1971, p. 252].
9. "La táctica de frente unido.... es una táctica de revolución, no de evolución... no se trata de una coalición democrática, una alianza con la socialdemocracia. Sólo es un método de agitación y movilización revolucionaria. Rechazamos todas las otras interpretaciones como oportunistas.
Debemos mantener firmemente en mente que la táctica de frente unido tiene un significado para la IC sólo si se promueve el objetivo de ganarse al conjunto del proletariado para la lucha revolucionaria por el poder". [Extractos de una Declaración de la ECCI sobre los Eventos de Alemania en Octubre de 1923 (19-1-24), en Jane Degras, Ed., The Communist International: 1919-1943: Documents, vol. 2, London, 1971, p. 72]
10. José V. Stalin, Sobre la Situación Internacional (20-9-24), en Obras, vol. 6, Moscú, 1947, pp. 305.
11. "En su trabajo el Partido debe ser capaz de combinar un espíritu revolucionario inflexible (¡que no se debe confundir con el aventurismo revolucionario!) con el máximo de flexibilidad y habilidad de maniobra (¡que no se debe confundir con el oportunismo!); sin esto, el Partido será incapaz de dominar todas las formas de lucha y organización, será incapaz de vincular los intereses cotidianos del proletariado con los intereses fundamentales de la revolución proletaria". (José V. Stalin, Las Perspectivas del Partido Comunista de Alemania y la Cuestión de la Bolchevización (3-2-25), en Obras, vol. 7, Moscú, 1947, p. 39]
"No se debe olvidar que las derechas y 'ultraizquierdas' son realmente gemelos, que ambos toman en consecuencia una posición oportunista, la diferencia entre ellos es que mientras las derechas no siempre esconden su oportunismo, las izquierdas invariablemente camuflan su oportunismo con frases 'revolucionarias'". [José V. Stalin, La Lucha contra las Desviaciones de Derecha y "Ultraizquierda" (22-1-26), en Obras, vol. 8, Moscú, 1948, p. 9]
12. José V. Stalin, Sobre la Situación Internacional (20-9-24), en Obras, vol. 6, Moscú, 1947, p. 306.
13. La formulación revisionista original de un "gobierno de los trabajadores" era la siguiente:
"Las tareas fundamentales del gobierno de los trabajadores deben ser armar al proletariado, desarmar a las organizaciones contrarrevolucionarias y a los burgueses, introducir el control de la producción, transferir la carga principal de impuestos a los ricos, y romper la resistencia de la burguesía contrarrevolucionaria...
En ciertas circunstancias los comunistas deben declararse listos para formar un gobierno de los trabajadores con partidos obreros no comunistas y organizaciones obreras. Pero pueden hacerlo sólo si existen garantías de que el gobierno de los trabajadores realmente conducirá una lucha contra la burguesía en el sentido arriba mencionado". [Extractos de las Tesis sobre Tácticas Adoptadas por el Cuarto Congreso de la Comintern (5-12-22), en Jane Degras, Ed., The Communist International: 1919-1943: Documents, vol. 1, London, 1971, p. 424-6]
Esta formulación después fue corregida así:
"Elementos oportunistas en la Comintern trataron de distorsionar este lema [de un gobierno de los trabajadores, Ed.] interpretándolo también como un 'gobierno dentro del marco de la democracia burguesa' y como una alianza política con la socialdemocracia. El quinto congreso mundial rechazó enfáticamente esta interpretación. Para la Comintern la consigna de un gobierno de trabajadores y campesinos es la consigna de la dictadura del proletariado traducida al lenguaje popular, al lenguaje de la revolución...
Para los comunistas la consigna de un gobierno de obreros y campesinos nunca significa la táctica de acuerdos parlamentarios y coaliciones con la socialdemocracia". [Extractos de las Tesis sobre Tácticas Adoptadas por el Quinto Congreso de la Comintern (julio 1924), en Jane Degras, Ed., The Communist International: 1919-1943: Documents, vol. 2, London, 1971, p. 151-2. Énfasis en el original].
En 1926 Stalin rechazó categóricamente la vía parlamentaria al socialismo:
"¿Acaso se puede llevar a cabo una reconstrucción tan radical del viejo orden burgués, sin una revolución violenta, sin la dictadura del proletariado?
Evidentemente que no". [José Stalin, Cuestiones del leninismo (25-1-26), Nuevo Horizonte Editorial, Medellín, 1973, p.23].
14. Carta de Stalin, n. 21 (25-6-26) en Lih, Naumov, Klevniuk (Ed.), Stalin's Letters to Molotov, 1925-1936, 1995, p. 115.
15. "La tarea de los partidos comunistas es, al continuar la organización del frente unido de la clase obrera, dirigir todos sus esfuerzos para convertir los ataques de los capitalistas en un contraataque de la clase obrera, en una ofensiva revolucionaria de la clase obrera, en una lucha de la clase obrera por el establecimiento de la dictadura del proletariado y por la abolición del capitalismo". [José V. Stalin, La Huelga Británica y los Eventos en Polonia (8-6-26), en Obras, vol. 8, Moscú, 1948, p. 177].
16. Carta de Stalin, n. 16, en Lih, Naumov, Klevniuk, (Ed.), Stalin's Letters to Molotov, 1925-1936, 1995, p. 108.
17. "¿Fue correcta la política del Partido Comunista Británico durante la huelga general en Gran Bretaña? Sí, lo fue. ¿Por qué, entonces, no lograron el respaldo de los millones de trabajadores en huelga? Porque esas masas aún no estaban convenciadas de que la política del Partido Comunista fuera correcta. Y no es posible convencer a las masas de la política del partido en corto tiempo. Mucho menos con la ayuda de gestos "revolucionarios". Se requiere tiempo y trabajo enérgico incansable para desenmascarar a los líderes reaccionarios, educar políticamente a las masas atrasadas de la clase obrera, para promover nuevos cuadros de la clase obrera a los puestos de dirección.
Por esto es fácil entender por qué el poder de los líderes reaccionarios de la clase obrera no puede ser destruido de una vez, por qué esto requiere tiempo y un trabajo incansable en la educación de las amplias masas de la clase trabajadora... El desenmascaramiento de los líderes reaccionarios y la educación política de las masas debe ser hecha por ustedes mismos, los comunistas, y por otros líderes políticos de izquierda, a través del trabajo incansable por la ilustración política de las masas. Sólo de esa manera el trabajo de revolucionar a las amplias masas de trabajadores puede ser acelerado". [José V. Stalin, El Comité Anglo-Ruso (7-8-26), en Obras, vol. 8, Moscú, 1948, p. 212-3].
18. "La cuestión de la línea de Lenin sobre la dirección de las revoluciones coloniales. Lenin tomo como punto de partida la diferencia entre países imperialistas y países oprimidos, entre la política comunista en los países imperialistas y la política comunista en los países coloniales. Tomando esta diferencia como punto de partida, dijo, ya durante la guerra, que la idea de defender la patria, que es inaceptable y contrarrevolucionaria para el comunismo en los países imperialistas, es muy aceptable y legítima en los países oprimidos que están haciendo una guerra de liberación contra el imperialismo.
Es por esto que Lenin sostuvo la posibilidad, en cierta etapa y durante cierto periodo, de un bloque e incluso de una alianza con la burguesía nacional en los países coloniales, si esta burguesía estaba en guerra contra el imperialismo, y si no impedía que los comunistas entrenaran a los trabajadores y campesinos pobres en el espíritu del comunismo". [José V. Stalin, El 15º Congreso del PCUS (B): Informe Político del Comité Central (3-12-27), en Obras, vol. 10, Moscú, 1949, p. 353. Énfasis en el original].
19. Como anotó Stalin en 1925, en algunos países de tipo colonial, la burguesía nativa "se está dividiendo en dos partes, una parte revolucionaria (la burguesía nacional - Ed.)... y una parte transigente (la burguesía entreguista -Ed.), de las cuales la primera está continuando la lucha revolucionaria, mientras que la segunda se está alineando en un bloque con el imperialismo". [José V. Stalin, Las Tareas Políticas de la Universidad de los Pueblos del Oriente: Discurso Pronunciado en un Encuentro de Estudiantes de la Universidad Comunista de los Trabajadores del Oriente (18-5-25), en Obras, vol. 7, Moscú, 1948, p. 147].
El Sexto Congreso de la Internacional Comunista, en septiembre de 1928, acordó que la burguesía nativa en países de tipo colonial mantenía una actitud diferenciada hacia el imperialismo:
"Una parte, más específicamente la burguesía comercial, sirve directamente los intereses del capital imperial (llamada burguesía compradora). En general, mantienen, de forma más o menos consistente, un punto de vista antinacional, imperialista, dirigido contra todo el movimiento nacionalista, como lo hacen los aliados feudales del imperialismo y los funcionarios nativos mejor pagados. Las otras partes de la burguesía nativa, específicamente aquellas que representan el interés de la industria nativa, apoyan el movimiento nacional". [Extractos de las Tesis sobre el Movimiento Revolucionario en los Países Coloniales y Semicoloniales Adoptadas por el Sexto Congreso de la Comintern (1-9-28), en J. Degras (Ed.), The Communist International: 1919-1943: Documents, Vol.2, London, 1971, p. 538]
Durante la primera fase nacional-democrática, el partido marxista-leninista se orienta a alinearse con la burguesía nacional, para que esta clase permanezca genuinamente revolucionaria. Posteriormente,
"El proletariado hace a un lado a la burguesía nacional, consolida su hegemonía y asume la dirección de las amplias masas del pueblo trabajador en las ciudades y campos, para doblegar la resistencia de la burguesía nacional, asegurar la victoria completa de la revolución democrática-burguesa, y entonces convertirla gradualmente en una revolución socialista". [José V. Stalin, Cuestiones de la Revolución China (abril 1927), en Obras, vol. 9, Moscú, 1948, p. 225]
"La revolución democrática-burguesa, llevada consistentemente, será transformada en la revolución proletaria en esas colonias y semicolonias donde el proletariado actúe como líder y ejerza su hegemonía sobre el movimiento... En esos países (de tipo colonial -Ed.) la principal tarea es organizar a los trabajadores y campesinos independientemente en el Partido Comunista del proletariado... y emanciparlos de la influencia de la burguesía nacional". [Programa de la Internacional Comunista Adoptado en su Sexto Congreso (1-9-28), en J. Degras (Ed.), The Communist International: 1919-1943: Documents, Vol. 2, London, 1971, pp. 507, 522]
20. Carta de Stalin, n. 36 (9-7-27), en Lih, Naumov, Klevniuk, (Ed.), Stalin's Letters to Molotov, 1925-1936, 1995, p. 141.
21. "La Comintern sostiene que la actual estabilización capitalista es una estabilización temporal, insegura, endeble y decadente que se hará más y más endeble a medida que se desarrolle la crisis capitalista... En lo profundo de los países capitalistas está madurando las precondiciones para un nuevo levantamiento del movimiento de la clase trabajadora". [José V. Stalin, El Peligro de la Derecha en el Partido Comunista Alemán (19-12-28), en Obras, vol. 11, Moscú, 1949, p. 308, 312]
22. Miembros del Secretariado Político elegidos en el Sexto Congreso de la Comintern en 1928: Barbe, Bell, Bujarin, Kuusinen, Molotov, Piatnitsky, Remmele, Serra, Tsiu Vito, Smeral, Humbert-Droz; candidatos: Manuilsky, Lozovsky, Jitarov.
23. "El fascismo es la organización de combate de la burguesía que se apoya en el respaldo activo de la socialdemocracia. La socialdemocracia es objetivamente el ala moderada del fascismo. No hay bases para asumir que la organización de combate de la burguesía pueda lograr éxitos decisivos en las batallas, o en el gobierno del país, sin el apoyo activo de la socialdemocracia... Esas organizaciones no se niegan entre sí, sino que se complementan mutuamente. No son antípodas, son gemelos. El fascismo... existe para combatir la revolución proletaria". [José V. Stalin, Sobre la Situación Internacional (20-9-24), en Obras, vol. 6, Moscú, 1947, pp. 294-5]
"En los países capitalistas, donde el proletariado aún no está en el poder, la socialdemocracia es o un partido de oposición en relación al dominio capitalista, o en partido semigobernante en alianza con la burguesía liberal contra las fuerzas más reaccionarias del capitalismo y también contra el movimiento revolucionario de la clase obrera, o incluso un partido declaradamente gobernante que defiende directa y abiertamente el capitalismo y la "democracia" burguesa contra el movimiento revolucionario proletario.
Se vuelve declaradamente contrarrevolucionario, y sus actividades contrarrevolucionarias están dirigidas contra el régimen proletario, sólo cuando éste último se ha convertido en una realidad". [José V. Stalin, Entrevista con las Delegaciones Obreras Internacionales (5-11-27), en Obras, vol. 10, Moscú, 1949, p. 215]