El ruido de la ideología pequeñoburguesa también ha alcanzado a nuestro Partido. Desde hace un tiempo un puñado de elementos, agazapados particularmente en la dirección de la JCE (m-l), ha asumido las premisas ideológicas del oportunismo “ciudadanista”, renegado de los principios ideológicos leninistas y abrazado la moda del formalismo pequeñoburgués.
Este desenfoque, continuado en el tiempo eso sí, no hubiera ido a más si el 22M no hubiera actuado de catalizador (ante la desidia de las fuerzas sindicales, controladas por el oportunismo de derecha) de las tendencias burguesas que separan la política de la acción, y posteriormente Podemos no las hubiera dotado de un barniz “teórico” y una fuerza electoral tan inesperada como innegable.
La suma de estos dos fenómenos ha marcado el proceso de recomposición del campo del revisionismo, en este caso auspiciado por una parte de la oligarquía (no es posible negar a estas alturas el papel jugado por las cadenas de televisión La Sexta o Cuatro, ambas controladas por el emporio de J. Manuel Lara, dueño del grupo Planeta y con fuertes intereses económicos en otros campos), que frente a la peligrosa descomposición del régimen que ha sustentado su poder estos años, ha arriesgado en una maniobra de recambio “por la izquierda” .
Que existan contradicciones internas no es algo que deba preocuparnos. El Partido es un organismo vivo y está sujeto a todo tipo de influencias de las diversas corrientes oportunistas. La discrepancia, incluso aunque en ocasiones se exprese duramente, es un síntoma de vitalidad. Sus posiciones, por erróneas que nos parezcan, no habrían supuesto nada si no hubieran dado el paso de complotar contra el Partido.
El vigoroso surgimiento de las corrientes pequeñoburguesas ha acelerado las contradicciones internas y envalentonado a nuestros oportunistas, lo que les llevó a romper la disciplina.
No queremos ocultar la responsabilidad de la dirección del Partido, que es grande: los dirigentes de la Juventud que eran miembros del Partido trabajaron sujetos a muy escaso control, y pudieron actuar como cabezas del complot fraccional. Es cierto, también, que en la promoción de cuadros se ha cuidado poco el sentido de clase, apuntando en ocasiones a militantes de “relumbrón”, de hablar fácil, “con tablas”, pero (a la vista está) incapaces de aguantar la presión ideológica cuando el viento sopla de cara. Hemos descuidado también la formación, pretendiendo que los debates sobre cuestiones livianas con la perspectiva “juvenil” de los problemas cubriesen la formación en el marxismo-leninismo.
No ha sido una derrota, pero sí un golpe, más psicológico que real por cuanto la identidad de los fraccionalistas con la ideología leninista y con la política del Partido era prácticamente inexistente desde hacía mucho (demasiado) tiempo. Desde hace meses, su actitud enredaba a la organización en debates estériles, y su práctica política ponía obstáculos a nuestro objetivo de mejorar la intervención política del Partido y su ligazón con el proletariado.
Por otra parte, nos obligará a estar más atentos y vigilantes frente al diletantismo y el liberalismo pequeñoburgués y la rutina en la dirección. Nos obligará a reforzar el fondo ideológico de nuestros cuadros y militantes en un momento histórico que reclama de nosotros la mayor firmeza en los principios ideológicos y organizativos, sin descuidar la necesaria flexibilidad táctica; el refuerzo de la vida militante y de la organización del Partido, sin abandonarnos al ensimismamiento de justificar la necesidad del Partido en su propia existencia. Queremos ser el instrumento del proletariado para dirigir la revolución y como tal seremos útiles a esa tarea solo si sabemos responder a nuestras responsabilidades para con nuestra clase.
El Comité Central Ampliado ha adoptado las medidas disciplinarias propuestas para garantizar la disciplina interna y se están dando pasos para recuperarnos plenamente de este golpe. La respuesta de la mayoría de la organización ha sido ejemplar: se han señalado críticas acertadas a la actitud poco previsora de la dirección y el ataque ha servido también para espolear el espíritu militante.
La celebración del III Congreso del Partido en diciembre próximo, cuando se cumplirán cincuenta años de la constitución del PCE (m-l), que fuera el primer baluarte del marxismo-leninismo en España, frente a la degeneración jruchovista, será una ocasión para profundizar en la fortaleza ideológica y política de nuestro partido y reforzar su organización con nuevas incorporaciones de militantes fogueados en esta batalla enriquecedora. El Pleno Ampliado aprobó los documentos, con las aportaciones de las diferentes Asambleas Congresuales, para su debate en el Congreso.
Los próximos meses van a ser duros, vamos a necesitar toda la firmeza y serenidad de juicio para orientarnos en una coyuntura muy fluida y en la que abundarán los intentos de confundir al proletariado y a su vanguardia, apartándonos de la senda de la revolución al pozo del formalismo burgués. No partimos de cero, pero este golpe nos ha enseñado también nuestras debilidades, que son muchas. Superarlas requerirá del esfuerzo de todos.
¡¡¡VIVA EL MARXISMO LENINISMO!!!
¡¡¡VIVA EL PCE (m-l)!!!
Madrid, octubre de 2014