Esto es lo más racional que vi escribir a un Kirchnerista en mucho tiempo:
A no confundirse muchachxs. "La gente" no es ni golpista, ni conservadora, ni neoliberal ni cipaya. "La gente" no es boluda. Lo de hoy, en parte, es un voto castigo a una campaña mal pensada, mal estructurada y mal manejada. En su torbellino de contradicciones, el kichnerismo chocó contra sus propios límites estructurales. Los olvidados del régimen, los que no pudieron vivir nada de lo bueno de ésta década hoy se hicieron escuchar tanto o más fuerte que las viejas porteñas de cacerola que odiaron, odian y odiarán a la gran mayoría del pueblo argentino. Que no te vendan pescado podrido, Clarín fue decisivo, pero no fue determinante. Los Palermos, Recoletas, Barrios Martins y Fishertons del país fueron decisivos, pero no determinantes. Los globitos y el mensaje apolítico fueron decisivos, pero no determinantes. Los factores que llevan a un tipo a meter un voto en una urna pueden ser casi tan variados como la cantidad de tipos que meten votos en urnas. Pero, en última instancia, las elecciones son resultado de un juego de construcción de hegemonía. Esa hegemonía necesita de un discurso coherente, de una estructura organizada y de una claridad conceptual que permita sobreponerse a la lógica con la que el adversario intenta imponerse.
Hoy, el discurso del cambio, esgrimido por un hijo de empresario (tampoco vamos a darle el status de llamar empresario por mérito propio a un tipo que no laburó nunca en su vida) vinculado a la patria contratista, al endeudamiento, al uso del aparato del Estado para los negocios más oscuros y a los vínculos con los sectores más recalcitrantes y nefastos del poder concentrado que maneja el país derrotó contundentemente al discurso de continuidad esgrimido por un tipo que, en el fondo, representa a lo peor, a lo más conservador y mezquino de un movimiento heterogéneo y diverso que supo gobernar el país durante 12 años. Que Scioli, el que "solucionó" el problema de la seguridad llenando de milicos la provincia, el que vació los colegios y los hospitales, el que gobernó cabeza a cabeza con todos los impresentables que se perpetúan en el poder amparándose de la (aún más) impresentable constitución bonaerense y sus relecciones no haya podido nuclear tras de sí a toda la heterogeneidad del movimiento que banca a este gobierno no debería sorprender a nadie. La batalla cultural de la que tanto tantos se jactan no tiene absolutamente nada que ver con Scioli. El triunfo de la memoria y los DDHH de lo que tanto se enorgullece la enorme masa de juventud militante kichnerista no tiene absolutamente nada que ver con Scioli. La empatía generada entre los millones de trabajadores que consiguieron estabilidad con este modelo y muchos de sus referentes políticos no tiene absolutamente nada que ver con Scioli. Scioli fue un candidato ajeno para los propios. Si uno no está convencido del tipo al que le tiene que militar una elección es muy difícil que logre convencer a alguien. Porque yo también creo que la Patria es el Otro, pero ese otro tampoco tiene absolutamente nada que ver con un tipo como Scioli.
Hoy, Clarín y 400mil tipos con pecheritas blancas y discursos ONGistas desmontaron la estructura que, a priori, parecía la inexpungable espina dorsal del kichnerismo en la Provincia de Buenos Aires. Y también tiene sentido. Aníbal Fernández era un candidato pésimo para fortalecer el discurso progre de la década ganada. Los tipos que perpetúan su poder en una de las regiones más desiguales del país eran una elección malísima como solución de continuidad.
Hoy, Durán Barba le ganó la pulseada (con fractura expuesta y todo) a TODOS los asesores Kichneristas. Sin propuestas concretas, escondiendo a los referentes económicos, mintiendo descaradamente y manipulando a piacere la información gracias al manejo de los medios, fue clave a la hora de desarmar cada una de las ofensivas que el discurso kichnerista intentó instalar. El discurso de la felicidad y los globitos solo pudo haber ganado en un contexto así, en el que el propio referente no refleja al colectivo y en el que la estructura queda completamente desmoronada. Lo de las últimas semanas del kichnerismo ya era tan pobre que hacía que uno, convencido de que votar a Scioli era lo mejor, prefiriese apagar la tele cada vez que alguno aparecía, para no arrepentirse.
El kichnerismo optó por no profundizarse a sí mismo, más bien confió en unas recetas tan ambiguas que terminaron haciéndolo parecerse mucho a aquellos a los que tenía en frente. Entre continuidad devaluada y cambio difuso, "la gente" optó por el cambio difuso. Clarín hizo que la casa parezca prenderse fuego, Scioli no logró demostrar que eso era mentira (¿era mentira?), y "la gente" prefirió saltar al vacío antes de mirar para atrás a ver si había o no, efectivamente, siquiera señales de humo.
Hoy es un día triste, oscuro para la historia argentina y latinoamericana en general, hoy es un día en el que urge una reflexión histórica. Urge la unidad. Urge el compromiso serio por parte de todo el campo popular, en un sentido amplio y restricto al mismo tiempo (basta de Bernis, basta de Milanis, basta de Barrick Golds) de avanzar verdaderamente en una alternativa política real, de disputar el poder político real. A los globitos no se les disputa el poder ninguneando a "la gente", se les disputa dejando de lado el cinismo y el sectarismo y redoblando el esfuerzo y la militancia. Al neoliberalismo no se le disputa el poder con neoliberales esgrimiendo discursos progresistas, se le disputa el poder combatiendo la fragmentación, la mezquindad y el sectarismo, y saliendo a la calle con propuestas claras y concretas de cambio desde abajo. Hay mucha gente peleando, desde muchos lugares, por construir una realidad mejor para la gran mayoría de los argentinos. Si no somos capaces de unirnos ante la embestida de un Cambio que viene con lo que todos sabemos que viene, somos nosotros, y no "la gente", los que nos merecemos lo que tenemos. A no proyectar en abstracto, que hace mal y queda feo.
Somos muchxs lxs que queremos un cambio. Un cambio desde abajo, de verdad. Van a ser cuatro años difíciles, pero también van a ser cuatro años de posibilidades. Es duro y sinuoso el camino hacia la liberación, y está lleno de golpes duros y caídas. Mañana empieza la resistencia. Ojalá que esta vez, por primera vez en nuestra historia, nos encuentre más unidxs. Vamo arriba, compañerxs!