A esta pregunta se le ha dado respuesta desde otros sectores sociales e ideológicos, pero no desde dentro, es decir, por parte de los comunistas, y si se ha intentado, ha sido de forma insuficiente. Recordemos las distintas interpretaciones que tuvimos que escuchar ante un movimiento de masas estatal, desde que era un producto de las maniobras de la ultraderecha, -apelando a la recurrente teoría de la conspiración (Marat)-, hasta que era un movimiento espontáneo despreciable por su falta de carácter de clase, como llegaron a publicar la mayoría de las organizaciones comunistas del Estado.
Todo ello evidencia la total falta de voluntad y capacidad para romper con las ataduras del pasado. La mayoría de los dirigentes comunistas del Estado adolecen de un encerramiento en las estructuras formales o informales del régimen surgido de la Transición, lo cual tiene un doble efecto, por un lado,les imposibilita para entender cómo y hacia dónde ha de encaminarse la sociedad en sentido de progreso, y por otro lado, les impide llevarlo a la práctica no solo por la ausencia de tal idea, sino por el enclaustramiento a las viejas estructuras y por beneficiarse de ellas.
La principal consecuencia de esa realidad que sufren las masas y que disfrutan los comunistas autoproclamados como vanguardia, es que ante los movimientos sociales de protesta, queja e impugnación de la realidad, o bien sienten temor de perder sus falsos privilegios o bien se sienten amenazados ante el movimiento político y social de las masas, obteniendo como resultado el desprecio a la gente.
El 15M fue a la vez para los revolucionarios una llamada de atención y un ajuste de cuentas. Un toque de atención hacia lo errado de algunas posturas y sobre todo hacia la dejación de funciones que el sistema político había hecho posible. Los comunistas hegemónicos del Estado decidieron apostar por un modelo que las propias masas rechazan, las cuales, en ese ajuste de cuentas, ahora les recriminan.
Desde las distintas familias del 15M se han producido abundantes textos y reportajes, análisis y noticias. Se ha caracterizado al 15M de varias formas. Para nosotros, uno de los principales impulsos de los que hicieron explosionar la situación social y cultural del Estado Español, -además de la crisis económica-, ha sido el radical cuestionamiento de la Historia reciente del país, una apelación directa al siglo XX en el Estado español.
Quienes estuvimos en Sol en aquellos días de mayo pudimos experimentar que la utopía no es solo una bonita palabra, sino que es posible, y que no es tan difícil.
Durante la enseñanza práctica que supusieron aquellos días, nos dimos cuenta del engaño al que se nos intenta someter como comunistas por parte de aquellos que intentan suplantar nuestra voz y la de los sectores populares. Aludiendo constantemente al carácter espontáneo de la protesta se pone el acento en lo equivocado. Se focaliza en la supuesta falta de organización, poniendo en un movimiento social cuestiones que le son ajenas y que corresponden precisamente a aquellos que hacen ese tipo de críticas, porque precisamente, el carácter espontáneo tiene como resultado en el 15M el cuestionamiento de los actores políticos vigentes, no solo los institucionales y partidistas, sino los no institucionales así como los cuerpos sociales intermedios, que de hecho, están y han estado desde 1978 insertados en las estructuras estatales de dominación.
En estos días en los que nos dicen que unidos podemos, en días de coaliciones en nuestro nombre, en en los que la institucionalización electoral del movimiento (como forma amable y académica de aludir a la institucionalización del conflicto [social]) es cada vez más visible, hemos pasado del lema “rodea el Congreso” al acto de “entrar en el Congreso”, prueba de que los capitalistas han accedido a que la parte del 15M que ellos quieren llegue a las instituciones del régimen.
El proceso político y de cambio cultural que supuso el 15M y que revivimos en estos días no tuvo efectivamente la fuerza instituyente que nos hubiera gustado. Sin embargo, no hemos prestado mucha atención a la relación que para nosotros ha sido más importante. No es el juego entre lo instituyente y lo constituyente, sino cómo ensamblamos esa realidad en el otro factor que motorizaba al 15M: su desgarro destituyente. Una llamada que algunos comunistas hemos sentido a lo largo de la historia, que lo nuevo se construye siempre a partir de lo viejo, pero que no podemos nunca dejar de atender a nuestras necesidades de desmontar y destruir lo que día a día nos aniquila como sociedad.
Al capitalismo no se le extirpa en las urnas. En el 15M como comunión de la inmensa mayoría se sentaron las bases para algo nuevo, pero cinco años después aún estamos por verlo y por ver a aquellos que se despreciaron a sí mismos rechazando un movimiento de masas. Otra oportunidad perdida, como tantas otras en la historia, de trabajar para las masas, de politizarlas, dejándolas encerradas en ese paso por la vía reformista para el asalto.
El 15M ha supuesto para algunos comunistas un revulsivo de nuestra propia realidad, un toque de atención al respecto de cómo abordamos a las masas en general, un golpe encima de la mesa que nos debe hacer recordar que si no formamos parte de la realidad, no podremos nunca transformarla. Es el momento de poner al 15M en su sitio, lo que significa situarnos con respecto a uno de los acontecimientos más importantes desde la famosa Transición, un momento en el que hemos de tomar partido ante una realidad que nos ha desbordado, pues no hemos estado a la altura de las circunstancias sociopolíticas del momento y como consecuencia, han sido otros los que han tomado las riendas de un movimiento que bien podía haber sido otra cosa distinta si hubiéramos sabido entenderlo.
Es el momento de ser críticos con nosotros mismos, es el momento de cuestionar nuestro papel, es el momento de replantearse qué papel debemos desempeñar en todo este conflicto que desde hace 5 años forma parte de la vida política de una inmensa parte de las masas, es el momento de repensar nuestro papel, es el momento de cambiar de rumbo, pues la realidad ha demostrado que algo hemos hecho mal si quienes están encabezando el 15M son la socialdemocracia del siglo XXI, ese aliento de la nueva burguesía, del nuevo pacto social, de aquellos que pretenden cambiar algo para que todo siga igual.
Es el momento del cambio real, del único cambio posible, del cambio de los comunistas, del único cambio que puede conducir a las masas a su propia emancipación y a los revolucionarios que se emocionaron en las plazas de mayo a volver a sentir el calor de la gente.
Por ello invitamos a todos los revolucionarios del Estado, organizados o no, a desarrollar un estudio crítico de nosotros mismos y de nuestro papel en la realidad, con vistas precisamente a transformarla. Creemos que dar este paso es imprescindible para poder empezar a estar a la altura de nuestras circunstancias, que son siempre las de las masas,
Un fraternal abrazo, camaradas,
Colectivo Síntesis
http://colectivosintesis.net/index.php/2016/05/15/donde-estabamos-los-comunistas-en-el-15m/