Los revolucionarios debemos aprender siempre de nuestro pasado para superar nuestros errores construyendo un futuro nuevo. Debemos permanentemente aprender de nuestros errores y de los de otros, de lo presente y de lo pasado. No debemos cegarnos y pretender que “lo pasado, pasado está” y que de ello nada se puede sacar, igualmente que no debemos obcecarnos en estudiar el pasado incapaces de dar un paso en el presente.
La Revolución China nos ofrece no solo una demostración de coraje histórico, no solo ha ilumido e ilumina el espíritu revolucionario de los elementos más avanzados del proletariado, sino que su legado nos permite superar errores cometidos durante la construcción del socialismo en la URSS, así como los propios errores de la Revolución China.
No vamos a hacer aquí una exposición desarrollada del significado de los que consideramos principales aportes, simplemente queremos mostrar unos ejes esenciales a considerar.
1º- La Revolución China nos muestra la necesidad de volver toda la Revolución un proceso consciente, planificado de la manera más concisa posible (no se confunda con el idealismo al más puro estilo “cuento de la lechera” ni el mecanicismo) para alcanzar el éxito. Con ello la Revolución China ofrece una superación del paradigma militar que se hizo efectivo en la Revolución Rusa, ofrece la Guerra Popular como línea militar.
Frente al ideario insurreccional, que espera el despertar de las masas y su armamento como culminación de la rabia espontánea (lo que por otra parte, se defiende junto a una visión idealizada de lo que sucedió en Octubre), la Guerra Popular plantea la necesidad de preparación consciente del proceso para la gran toma de Poder.
2º- La Revolución China nos muestra que la la toma de Poder no es un acto único, que la lucha política a todos los niveles y en todas las esferas es un proceso que dura hasta el comunismo. En ella los enfrentamientos políticos -incluso militares- una vez establecida “oficialmente” la dictadura del proletariado, fueron constantes. Frente a ellos, la repulsa de las masas organizadas en defensa del Nuevo Poder y contra los burócratas y revisionistas fueron actos demostrativos del Poder del proletariado revolucionario.
3º- El Partido Comunista es esencialmente una relación dialéctica, un vínculo social que une vanguardia y masas bajo una estructura organizada. Frente a la idea de que el Partido es una mera institución, una organización de gente bajo unas reglas y unas ideas, se impone la visión de que Partido es únicamente la dirección revolucionaria de las masas por la vanguardia, como contradicción que se resuelve con la elevación de la conciencia de las amplias masas a lo largo de la construcción del socialismo (conciencia como reflejo del ser social que actúa transformando la realidad).
Importante apuntar el papel de Mao frente a los intentos de los revisionistas de hacerse con la dirección formal de la estructura del PCCh (creyendo así obtener la dirección del proceso revolucionario). Cuando lo que se hace llamar Partido, deja de ser la dirección revolucionaria de las masas hacia el fin de la sociedad de clases, reaparece el verdadero Partido, aparece nuevamente la relación social de la verdadera vanguardia revolucionaria con las amplias masas.
4º- La Revolución Cultural fue la demostración de lo anteriormente dicho en las condiciones concretas de la Revolución China.
En primer lugar demostró que cuando lo que formalmente es Partido, no lo es en términos efectivos, debe recuperarse la dirección revolucionaria de las masas desde dentro o desde fuera de la estructura formalmente partidaria, porque lo esencial no es la organización formal de la vanguardia, sino su relación real con las masas revolucionarias.
En segundo lugar remarcó la importancia de la necesidad de desarrollar la relación vanguardia-masas en el sentido de elevar a las masas al nivel de la vanguardia. Siendo ello lo que permitió que la vanguardia revolucionaria se hiciera de nuevo con la dirección de la estructura formalmente partidaria. Por ello también debemos entender la Revolución Cultural como la ruptura del aislamiento de los problemas en la estructura partidaria con el conjunto de la sociedad, la Revolución Cultural es la externalización de la lucha de líneas más allá de los límites organizativos del Partido.
5º- La Revolución China ha aportado la sistematización de la lucha en el interior del Partido como una cuestión de toda la etapa de existencia del Partido. Se rompe con la idea de que en algún momento el Partido será un “todo monolítico” sin contradicciones y sin lucha más allá de “algún reaccionario oculto”.
La lucha de líneas es el reflejo en el Partido de la lucha que comparte toda sociedad dividida en clases, es la lucha de lo nuevo contra lo viejo, es la lucha de la nueva sociedad contra la vieja que se niega a morir por sí misma.
[Al respecto recomendamos también leer lo que ya redactamos hace tiempo sobre la lucha de líneas]
6º- La Revolución China insiste en la idea de la lucha de clases bajo el socialismo, insiste en la idea de que la lucha de clases es algo que no desaparece una vez se acomete el primer gran asalto al Poder, sino que es algo que permanece y toma nuevas formas. Es algo que no terminará hasta que existan las condiciones objetivas y subjetivas para que sea imposible volver atrás.
7º- La Revolución China nos ofrece una visión dialéctica del problema de la burguesía bajo la dictadura del proletariado. Frente a la idea de que la burguesía una vez militarmente derrotada y económicamente expropiada ya no supone más problema, se señala que mientras persistan las condiciones sociales para ello, la burguesía resurgirá como clase que intentará volver a hacerse con el Poder.
Especialmente significativa es la posibilidad de que suceda el resurgimiento de una clase burguesa (no necesariamente compuesta por la vieja burguesía derrotada): en los espacios de administración del Nuevo Poder (necesario es replantearse si realmente se han tenido en cuenta las enseñanzas clave de La Comuna de París); en los espacios de gestión de la producción y en los espacios de la intelectualidad.
La materia merece, por otra parte ser investigada en profundidad en el propio transcurso de la construcción del socialismo, como vigilancia revolucionaria ejercida por las amplias masas.
8º- La Revolución China nos ofrece una clara advertencia para el futuro, respecto a la dirección revolucionaria de las masas. Repitiendo una situación similar la sucedida con la muerte de Stalin, la muerte de Mao Tse-tung ha supuesto un salto cualitativo en el ascenso al Poder de los revisionistas, que no son más que elementos y agentes de la nueva burguesía en ascenso.
Debemos reflexionar la tendencia que ha existido a concentrar la representación de las posiciones revolucionarias del proletariado en una única persona, a la par que esa persona era transformada en un “ídolo de masas”. Debemos ir más allá de la crítica habitual de “culto a la personalidad” como una mera cuestión moral, y valorar si realmente concentrar todo en una única persona ha supuesto que con su muerte también murieran las esperanzas revolucionarias de millones de personas. Porque ciertamente dos muertes han supuesto debilitar tanto las filas de la vanguardia revolucionaria que ni Beria, Molotov o Malenkov por una parte, o la Banda de los Cuatro por otra, tenían mucho que hacer ni decir frente a las amplias masas que ya dirigían los revisionistas.
A los revolucionarios del mundo únicamente nos queda, superar sus errores y alcanzar sus objetivos.
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La Revolución China nos ofrece no solo una demostración de coraje histórico, no solo ha ilumido e ilumina el espíritu revolucionario de los elementos más avanzados del proletariado, sino que su legado nos permite superar errores cometidos durante la construcción del socialismo en la URSS, así como los propios errores de la Revolución China.
No vamos a hacer aquí una exposición desarrollada del significado de los que consideramos principales aportes, simplemente queremos mostrar unos ejes esenciales a considerar.
1º- La Revolución China nos muestra la necesidad de volver toda la Revolución un proceso consciente, planificado de la manera más concisa posible (no se confunda con el idealismo al más puro estilo “cuento de la lechera” ni el mecanicismo) para alcanzar el éxito. Con ello la Revolución China ofrece una superación del paradigma militar que se hizo efectivo en la Revolución Rusa, ofrece la Guerra Popular como línea militar.
Frente al ideario insurreccional, que espera el despertar de las masas y su armamento como culminación de la rabia espontánea (lo que por otra parte, se defiende junto a una visión idealizada de lo que sucedió en Octubre), la Guerra Popular plantea la necesidad de preparación consciente del proceso para la gran toma de Poder.
2º- La Revolución China nos muestra que la la toma de Poder no es un acto único, que la lucha política a todos los niveles y en todas las esferas es un proceso que dura hasta el comunismo. En ella los enfrentamientos políticos -incluso militares- una vez establecida “oficialmente” la dictadura del proletariado, fueron constantes. Frente a ellos, la repulsa de las masas organizadas en defensa del Nuevo Poder y contra los burócratas y revisionistas fueron actos demostrativos del Poder del proletariado revolucionario.
3º- El Partido Comunista es esencialmente una relación dialéctica, un vínculo social que une vanguardia y masas bajo una estructura organizada. Frente a la idea de que el Partido es una mera institución, una organización de gente bajo unas reglas y unas ideas, se impone la visión de que Partido es únicamente la dirección revolucionaria de las masas por la vanguardia, como contradicción que se resuelve con la elevación de la conciencia de las amplias masas a lo largo de la construcción del socialismo (conciencia como reflejo del ser social que actúa transformando la realidad).
Importante apuntar el papel de Mao frente a los intentos de los revisionistas de hacerse con la dirección formal de la estructura del PCCh (creyendo así obtener la dirección del proceso revolucionario). Cuando lo que se hace llamar Partido, deja de ser la dirección revolucionaria de las masas hacia el fin de la sociedad de clases, reaparece el verdadero Partido, aparece nuevamente la relación social de la verdadera vanguardia revolucionaria con las amplias masas.
4º- La Revolución Cultural fue la demostración de lo anteriormente dicho en las condiciones concretas de la Revolución China.
En primer lugar demostró que cuando lo que formalmente es Partido, no lo es en términos efectivos, debe recuperarse la dirección revolucionaria de las masas desde dentro o desde fuera de la estructura formalmente partidaria, porque lo esencial no es la organización formal de la vanguardia, sino su relación real con las masas revolucionarias.
En segundo lugar remarcó la importancia de la necesidad de desarrollar la relación vanguardia-masas en el sentido de elevar a las masas al nivel de la vanguardia. Siendo ello lo que permitió que la vanguardia revolucionaria se hiciera de nuevo con la dirección de la estructura formalmente partidaria. Por ello también debemos entender la Revolución Cultural como la ruptura del aislamiento de los problemas en la estructura partidaria con el conjunto de la sociedad, la Revolución Cultural es la externalización de la lucha de líneas más allá de los límites organizativos del Partido.
5º- La Revolución China ha aportado la sistematización de la lucha en el interior del Partido como una cuestión de toda la etapa de existencia del Partido. Se rompe con la idea de que en algún momento el Partido será un “todo monolítico” sin contradicciones y sin lucha más allá de “algún reaccionario oculto”.
La lucha de líneas es el reflejo en el Partido de la lucha que comparte toda sociedad dividida en clases, es la lucha de lo nuevo contra lo viejo, es la lucha de la nueva sociedad contra la vieja que se niega a morir por sí misma.
[Al respecto recomendamos también leer lo que ya redactamos hace tiempo sobre la lucha de líneas]
6º- La Revolución China insiste en la idea de la lucha de clases bajo el socialismo, insiste en la idea de que la lucha de clases es algo que no desaparece una vez se acomete el primer gran asalto al Poder, sino que es algo que permanece y toma nuevas formas. Es algo que no terminará hasta que existan las condiciones objetivas y subjetivas para que sea imposible volver atrás.
7º- La Revolución China nos ofrece una visión dialéctica del problema de la burguesía bajo la dictadura del proletariado. Frente a la idea de que la burguesía una vez militarmente derrotada y económicamente expropiada ya no supone más problema, se señala que mientras persistan las condiciones sociales para ello, la burguesía resurgirá como clase que intentará volver a hacerse con el Poder.
Especialmente significativa es la posibilidad de que suceda el resurgimiento de una clase burguesa (no necesariamente compuesta por la vieja burguesía derrotada): en los espacios de administración del Nuevo Poder (necesario es replantearse si realmente se han tenido en cuenta las enseñanzas clave de La Comuna de París); en los espacios de gestión de la producción y en los espacios de la intelectualidad.
La materia merece, por otra parte ser investigada en profundidad en el propio transcurso de la construcción del socialismo, como vigilancia revolucionaria ejercida por las amplias masas.
8º- La Revolución China nos ofrece una clara advertencia para el futuro, respecto a la dirección revolucionaria de las masas. Repitiendo una situación similar la sucedida con la muerte de Stalin, la muerte de Mao Tse-tung ha supuesto un salto cualitativo en el ascenso al Poder de los revisionistas, que no son más que elementos y agentes de la nueva burguesía en ascenso.
Debemos reflexionar la tendencia que ha existido a concentrar la representación de las posiciones revolucionarias del proletariado en una única persona, a la par que esa persona era transformada en un “ídolo de masas”. Debemos ir más allá de la crítica habitual de “culto a la personalidad” como una mera cuestión moral, y valorar si realmente concentrar todo en una única persona ha supuesto que con su muerte también murieran las esperanzas revolucionarias de millones de personas. Porque ciertamente dos muertes han supuesto debilitar tanto las filas de la vanguardia revolucionaria que ni Beria, Molotov o Malenkov por una parte, o la Banda de los Cuatro por otra, tenían mucho que hacer ni decir frente a las amplias masas que ya dirigían los revisionistas.
A los revolucionarios del mundo únicamente nos queda, superar sus errores y alcanzar sus objetivos.
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