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    Sobre Beria; Equipo de Bitácora (M-L), 2017

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    Mensaje por Enver19 Mar Mayo 22, 2018 8:10 pm

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    «No conozco apenas nadie, incluso a nivel histórico que hable bien de él, casi todo el mundo le pone de traidor, corrupto y personaje oscuro. En que se basan para decir esto, en lo que alguien me dijo antes, en testimonios –aunque sean supuestamente m-l– de gente que lo proclamó pactando con Jruschov y Zhúkov y en revisionistas de todos los colores. (...) Incluso la mayoría de partidos m-l se dejan llevar por estas tendencias, basándose en castillos en el aire, pues no hay nada. Yo no voy a criminalizar a alguien que murió en un complot en gran medida organizado por Jruschov». (Comentario en Facebook de Juan Lucarrelli –alias de Roberto Vaquero en esta red social–, 18 de abril de 2017)

    Con este tipo de comentarios Roberto Vaquero demuestra el tipo mediocre que es, la podredumbre de su pensamiento oportunista, el cual nuclea la forma de analizar los eventos históricos desde la dirección de Reconstrucción Comunista (RC).

    Primero dice que no conoce a nadie a nivel histórico que hable bien de Beria, bueno efectivamente si eres Roberto y no lees apenas nada, ni mucho menos tienes los conocimientos y el hábito de documentarte es posible, seguro que no encuentras seguidores de Beria, pero los hay. El historiador thälmanniano Bill Bland o el maoísta Grover Furr son ejemplos claros. Es más: de nuevo Reconstrucción Comunista está al mismo lado que el Partido Comunista de España (reconstituido), pues en España no es otro sino Juan Manuel Olarieta quién defiende la misma idea de que Beria fue una víctima marxista-leninista y no un revisionista víctima de revisionistas. Reconstrucción Comunista (RC) de nuevo vuelve a coincidir con el Partido Comunista de España (reconstituido). ¡Qué casualidad! Tan solo llevamos cien ejemplos de posturas en las que RC y el PCE (r) se encuentran y se diferencian de nosotros.

    Segundo, los que han criticado a Beria no han sido solamente historiadores burgueses y diversos oportunistas, sino también famosos marxista-leninistas conocidos por sus excelentes análisis históricos y por vanguardizar la desmitificación de figuras revisionistas como Enver Hoxha en «Los jruschovistas» de 1980 o «Vincent Gouysse en Imperialismo y antiimperialismo» de 2007.

    Tercero, el decir que «yo no voy a criminalizar a alguien que murió en un complot en gran medida organizado por Jruschov» es un pensamiento metafísico, ya que por esa regla de tres no deberíamos condenar a las fracciones y figuras de cualquier lucha entre clanes revisionistas, cuando el que gana es un conocido revisionista deberíamos apoyar sin más a los derrotados sin cuestionar sus posturas político-ideológicas. En el Partido Comunista de España (PCE) deberíamos apoyar a figuras deleznables de la talla de Jorge Semprún, Enrique Líster, Ignacio Gallego, Gerardo Iglesias y otro porque según la lógica robertista «Yo no voy a criminalizar a alguien que murió en un complot en gran medida organizado por Carrillo». Pero los marxista-leninistas no proceden así, analizan los intereses de las fuerzas en pugna, lo que dicen teóricamente y lo que dicen sus acciones, solo entonces se pronuncian, hacerlo sin tener la suficiente información y apoyar o condenar una fracción o una figura sin tener suficiente información es un rasgo de seguidismo e idealismo.

    Cuarto, decir que «no hay nada» que demuestre el oportunismo y revisionismo de Beria significa no haber hecho el más mínimo esfuerzo en documentarse. ¡¿Qué no hay nada?! Hay que ser o bien muy imbécil o bien un oportunista de campeonato para decir algo así. En el caso de Roberto seguramente sea muy imbécil pero también muy oportunista viendo su historial.

    Ahora incluso a dedicado todo un asqueroso libro a defender a Beria donde no aporta una sola prueba de todo lo que afirma, es un recorte ridículo de especulaciones sin sustento.

    Recordemos una vez más que Beria fue degradado en los últimos días de vida de Stalin no sin razón. Aparece en gran parte de los relatos de los diversos testigos e historiadores que le sitúan como el posible responsable de la repentina muerte de Stalin, como el responsable inmediato de las rehabilitaciones de traidores en el interior de la URSS, así como en los complots operados en los diversos partidos comunistas del mundo encaminados a cambiar a la dirección de los mismos:

    «¿Podemos considerar como un «error» o una marca de «paranoia», el hecho de que Stalin los hubiera dislocado de su posición? No, porque es innegable que Nikita Jruschov, Anastás Mikoyán, Lavrenti Beria, Nikolái Bulganin, Gueorgui Malenkov, Kliment Voroshílov, Lázar Kaganóvich, se involucraron en diversos grados en estos complots, de manera más o menos consciente, fuera en la Unión Soviética o en los países de democracia popular. (...) Inmediatamente después de su asesinato, la antigua dirección revisionista, apartada por el Pleno del Buró Político de diciembre de 1952, volvería al primer plano. Apenas un mes más tarde, los miembros del «Caso de Leningrado» condenados por su trabajo de zapa en la economía fueron declarados inocentes y los conspiradores implicados en el caso del «Complot de los médicos» fueron rehabilitados. Nikita Jruschov, Anastás Mikoyán y Lavrenti Beria estuvieron implicados en todas estas rehabilitaciones, y deja pocas dudas de que también estuvieron directamente implicados en estos asuntos de asesinato. Anticomunistas y comunistas se ponen de acuerdo en esto: Abdurakhman Avtorkhanov, un historiador burgués-revisionista, acabó en la conclusión de que Lavrenti Beria, Nikita Jruschov, Anastás Mikoyán, Gueorgui Malenkov y Nikolái Bulganin estuvieron a la cabeza del complot que asesinó a Stalin, véase la obra de Abdurakhman Avtorkhanov: «Stalin asesinado –El complot de Beria–» de 1980. Viacheslav Mólotov que en sus memorias consideraba como limitado el rol de Nikolái Bulganin, juzgaba este guión cinematográfico muy probable, reproduciendo que el mismo Lavrenti Beria había hecho alusiones inquietantes en el momento de las exequias de Stalin». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

    En concreto Beria fue la avanzadilla usada por Jruschov a la hora de calumniar a Stalin en privado delante del resto de cuadros y direcciones comunistas del mundo, exigiendo reformas y allanando el camino al futuro XXº Congreso del PCUS de 1956 con diversas calumnias en torno a Stalin:

    «Beria: Hay otra manera de mejorar la situación. La intervención personal del Presidente del Consejo de Ministros o del Primer Secretario del Partido en las cuestiones del Ministerio del Interior. El camarada Rákosi hace eso. Esta intervención no siempre fue apropiada. Incluso el camarada Stalin cometió un error en esta cuestión. Dio instrucciones directamente para el interrogatorio de los detenidos, etc. con lo que el camarada Rákosi sería aún más propenso a cometer estos errores». (Transcripción de la conversación entre los líderes soviéticos y la Delegación Partido Húngaros de los Trabajadores en Moscú, 13 de junio de 1953)

    Este tipo de calumnias son fácilmente desmontables si uno revisa los archivos históricos oficiales y no oficiales en los relativos a la represión:

    a) Stalin fue la cabeza visible del gobierno soviético que más fustigaría los abusos de los servicios de seguridad, emitiendo varios documentos y directrices para impedir estos excesos:

    «En primer lugar, los empleados de NKVD han abandonado por completo el trabajo encubierto, prefiriendo trabajar de forma simplista utilizando detenciones masivas, sin prestar atención a la exhaustividad y calidad de la investigación. Los empleados de NKVD han crecido tan poco acostumbrados a un trabajo encubierto y sistemático que han tomado afición a ese modus operandi simplificado que hasta hace muy poco se han opuesto a poner límites a la ejecución de arrestos masivos. (...) En segundo lugar, una insuficiencia muy grosera en el funcionamiento de las agencias del NKVD profundamente arraigado, es el simplificado procedimiento de investigación por el cual el juez de instrucción se limita por regla general a obtener una confesión de culpabilidad del acusado e ignorar completamente si esta confesión cuenta con las pruebas documentales necesarias –testimonio de testigos, testimonios de expertos, declaraciones, pruebas materiales, etc.–. Frecuentemente la persona detenida no es interrogada durante un mes después de la detención, a veces incluso durante un tiempo más prolongado. (...) 1) Se prohíbe al NKVD y Agencias Procuradoras realizar cualquier tipo de arrestos masivos o desalojos. De conformidad con el art. 127 de la Constitución de la URSS, las detenciones se llevarán a cabo únicamente con una Orden judicial o con la aprobación de un procurador. (...) 2) Se eliminan las troikas judiciales establecidas por decretos especiales del SSSR de NKVD. (...) 3) Al realizar las detenciones, el NKVD y a las Agencias Procuradoras deben cumplir los siguientes requisitos: (...) b) Cuando se requiere la aprobación de un procurador para una detención, las agencias de NKVD están obligadas a presentar una declaración. c) Las agencias de vigilancia están obligadas a validar de forma cuidadosa y sustantiva a los organismos NKVD y, en caso necesario, exigir acciones de investigación complementarias o presentación de materiales correspondientes; d) Las agencias de vigilancia están obligadas a no permitir la ejecución de las detenciones sin justificación adecuada. El fiscal que apruebe una detención será responsable de cualquier detención impropia junto con el personal de NKVD que ejecute tal acción. (...) 4) Exigir a los organismos de NKVD que observen todas las disposiciones del Código de Procedimientos Penales en la realización de investigaciones, particularmente: a) Completar la investigación dentro del plazo legalmente especificado; b) Interrogar a las personas detenidas dentro de las 24 horas siguientes a su detención; para compilar inmediatamente una transcripción, después de cada interrogatorio, de conformidad con el artículo 138 del Código de Procedimiento Penal, se notificará cuando el interrogatorio comenzó y finalizó. Al revisar su interrogatorio, el procurador debe escribir en la transcripción que ha revisado la hora, día, mes y año». (Resolución del Consejo de Comisarios del Pueblo y el Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética; Sobre los arrestos, las prosecuciones púbicas y la conducta de las investigaciones, 17 de noviembre de 1938)

    b) Stalin siempre fue partidario de la democracia interna en el partido, con cargos elegidos democráticamente, y por encima de todo que el partido controlase los órganos de seguridad y no al revés:

    «La democracia no es evidente dentro del propio Partido Comunista de Yugoslavia. El Partido Comunista de Yugoslavia, en su mayoría, no ha sido electo sino cooptado. La crítica y la autocrítica dentro no existe o apenas existe. Es característico el hecho de que el Secretario de Organización del Comité Central del partido es el Ministro de Seguridad del Estado. En otros términos, los cuadros del partido se someten de hecho a la vigilancia del Ministro de Seguridad del Estado. Según la teoría marxista, el partido debe controlar todos los órganos del Estado, incluido también el Ministerio de Seguridad del Estado, mientras que en Yugoslavia ocurre lo contrario, siendo el partido controlado de hecho por el Ministerio de Seguridad del Estado. Como se ve, esto explica que la iniciativa de las masas del partido en Yugoslavia no esté al nivel requerido. Se comprende que no podemos considerar marxista-leninista y bolchevique tal forma de organización del partido comunista». (Carta del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética al Comité Central del Partido Comunista de Yugoslavia; Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 27 de marzo de 1948)

    c) Stalin siempre advirtió contra los casos en que había que actuar con precaución, sobre los casos en que existían acusaciones sin que todavía hubiera pruebas concluyentes

    «El Camarada Čepička nos ha hablado y nos ha informado detalladamente sobre las actividades de los Camaradas Slánský y Geminder. Aún creemos que las declaraciones de ofensa, sin datos que los sostengan, no pueden servir para acusar a líderes bien conocidos por su positivo trabajo. Nuestras experiencias en la lucha contra el enemigo sugieren que los acusadores a menudo recurren a calumniar a la gente honesta, tratando de esta manera sembrar la desconfianza mutua entre los líderes del partido –así es como ellos luchan contra el partido–. Usted está en lo correcto al proceder con cautela, desconfiando de las declaraciones de acusadores experimentos respecto a la cuestión de Slánský y Geminder. Teniendo en cuenta lo que hemos recibido de nuestro personal soviético, está claro para nosotros que Slánský ha cometido numerosos errores a la hora de la promoción y envió de personas en la dirigencia. Ha demostrado ser miope y demasiado confiando. Con la consecuencia, los conspiradores y enemigos han tenido vía libre para hacer daño al partido y al pueblo. Por lo tanto nos parece que el puesto de Secretario General no puede ser ocupado por un hombre que entiende al pueblo pobremente y que comete frecuentes errores en la destinación de personal. Así pues, creo que sería correcto relevar al Camarada Slánský del cargo de Secretario General». (Carta de Iósif Stalin a Klement Gottwald, entregada el 24 de julio de 1951)

    d) Stalin siempre mantuvo que los asesores soviéticos en materia de seguridad en el resto de países debían ser auxiliares, y nunca sustituir a la dirección nacional de aquellos países:

    «En cuanto a la evaluación positiva del trabajo del Camarada Boyarski y su deseo de continuar trabajando como asesor del ministerio de seguridad nacional de Checoslovaquia, tenemos una opinión diferente. La experiencia del trabajo de Boyarski ha demostrado que no está capacitado suficientemente como para cumplir con sus responsabilidades como asesor. Por ello, hemos decidido llamarlo de Checoslovaquia. Si usted realmente necesita un asesor en materia de seguridad de Estado –y si así lo decides–, trataremos de encontrar uno más fuerte y con más experiencia. En cualquier caso seguimos creyendo que nuestro asesor tiene que estar guiado y estar estrictamente controlado en su trabajo por la dirección del Comité Central del Partido Comunista de Checoslovaquia, y en ningún caso debe sustituir a la seguridad nacional checoslovaca». (Carta de Iósif Stalin a Klement Gottwald, entregada el 24 de julio de 1951)

    Así que en caso de ocurrir violaciones de la legalidad como tanto se habló a la llegada de los jruschovistas, la culpa recae no en las directrices y medidas que impulsó Stalin que fueron del todo correctas, sino en las direcciones de los respectivos partidos gobernantes. No olvidemos que en el caso de Rumanía, la dirección de Dej utilizaría los servicios de seguridad del Estado para aplastar a finales de los años 50 a los marxista-leninistas lo que confesaría a Jruschov en los 60 diciendo que: él «no tenía que realizar ningún reagrupamiento en las filas del partido porque ya se había librado de todos los stalinistas en 1952».

    Si miramos las transcripciones de los documentos históricos de la época, los jruschovistas instigaron todas las reformas en los gobiernos de los países socialistas. Reformas que a la postre llevarían en lo político a la degeneración de esos partidos comunistas bajo la promoción de elementos oportunistas y otros anteriormente purgados; en lo económico a una rápida restauración del capitalismo bajo la dependencia de la nueva URSS socialimperialista; y en lo cultural a reactivar un modo de pensar y actuar aburguesado que reforzaba todo lo anterior.

    Ejemplo de esto fueron las reuniones que el liderazgo soviético mantuvo con el liderazgo húngaro que hemos visto anteriormente, donde Mólotov y Beria estuvieron presentes y fueron decisivos para animar este ambiente de reformas antistalinistas:

    «Beria: La industrialización se ha sobre intensificado, sobre todo el desarrollo extremo de la industria pesada y la industria militar para dejar de lado las inversiones y la producción agrícolas. El error se ve agravado por el rápido ritmo de la colectivización agrícola que fue más allá de lo permitido a las condiciones económicas y políticas existentes, que no solo tuvo una influencia negativa sobre la producción agrícola, sino que dañó la relación del Estado y el partido con los campesinos. (...) La realidad, la eficiencia y los aspectos de la cooperación económica en otros países del campo socialista deben ser los factores decisivos durante el nuevo examen de las inversiones. En línea con esto, las inversiones que son ineficientes deben terminar, y donde la correcta utilización de los recursos económicos del país lo requiere, no deben ser frenados. Las inversiones en la agricultura deben aumentarse. El desarrollo de colectividades agrícolas sin duda debe ser frenado. Más apoyo debe ser proporcionado por los campesinos cultivan individualmente –fertilizantes, la agricultura mecanizada, contratos para la producción–. (...) El nuevo examen de los planes económicos nacionales y las recomendaciones tendentes a reestructurar debe completarse antes del 1 de agosto de 1953». (Transcripción de la conversación entre los líderes soviéticos y la Delegación Partido Húngaros de los Trabajadores en Moscú, 16 de junio de 1953)

    En junio de 1953 Imre Nagy, anteriormente purgado por sus teorías titoistas, se convirtió en Primer Ministro de Hungría bajo el apoyo activo de la dirección revisionista soviética. Imre Nagy luego reconocería que:

    «Las disposiciones de la resolución de junio de 1953 y el asesoramiento de los camaradas soviéticos se demostraron oportunas y justas». (Imre Nagy; Un comunismo que no olvida al hombre, 1957)

    Como reconoce el historiador burgués François Fejtő, las medidas económicas concertadas, adoptadas conjuntamente por los socialimperialistas y sus cohorte de revisionistas en los ex-países de las democracias populares consistieron en:

    «La renuncia a la industrialización exagerada, apostando por el desarrollo prioritario de la industria ligera, la disminución de la colectivización y la abolición de las medidas antikulaks». (François Fejtő; Historia de las democracias populares; Tomo II, después de Stalin, 1953-1971, 1992)

    Esto daría como resultado en años siguientes en la economía húngara:

    «En 1956, más del 60% de los koljóses húngaros habían sido disueltos, no representando ahora más que el 10% de la tierra cultivada después de la contrarrevolución de los titoistas húngaros. También en Polonia, el número de los koljóses había sido dividido por seis entre 1956 y 1957, siendo este último un año para el cual el 87% de la tierra estaba en manos de los campesinos privados. Si los elementos pro-burgueses de las democracias populares tenían interés en apoyarse en la dirección revisionista soviética, los revisionistas soviéticos tenían interés en sostener a los revisionistas indígenas con vistas a transformar a los países de ex democracia popular en neocolonias, y seguirían apoyándolos en la medida en que estos revisionistas no se opusieran a su integración en la esfera de influencia de socialimperialismo soviético. En 1956, más del 60% de los koljóses húngaros habían sido disueltos, no representando ahora más que el 10% de la tierra cultivada después de la contrarrevolución de los titoistas húngaros. También en Polonia, el número de los koljóses había sido dividido por seis entre 1956 y 1957, siendo este último un año para el cual el 87% de la tierra estaba en manos de los campesinos privados. Si los elementos pro-burgueses de las democracias populares tenían interés en apoyarse en la dirección revisionista soviética, los revisionistas soviéticos tenían interés en sostener a los revisionistas indígenas con vistas a transformar a los países de ex democracia popular en neocolonias, y seguirían apoyándolos en la medida en que estos revisionistas no se opusieran a su integración en la esfera de influencia de socialimperialismo soviético». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

    Como aquí se ve, Beria fue cómplice directo de los primeros pasos antistalinistas y del camino revisionista de las reformas político-económicas. Colaboró con Jruschov y demás oportunistas en aquellas visitas privadas a las direcciones del resto de partidos comunistas gobernantes, incluyendo para ello el chantaje, soborno, calumnias y la intimidación para encadenar a las democracias populares al carro de la traición revisionista y su hegemonía socialimperialista.

    Pero sus ideas equivocadas en materia internacional no acaban ahí. Otro tema muy comentado ha sido su posición al respecto de la República Democrática Alemana (RDA). La dirección soviética encabezada por Malenkov, Mólotov, Beria, Jruschov y compañía abandonaría en la cuestión alemana una posición coherente para centrarse en posiciones chovinistas de gran Estado, convirtiendo la cuestión alemana en una mera mercancía, en una moneda de intercambio con los otros Estados imperialistas:

    «El 25 de abril de 1953, en respuesta al discurso de Eisenhower del 16 de abril, Pravda dijo que la reunificación alemana sería posible antes de concluir un tratado de paz, distanciando así de la insistencia de Stalin de que ambas Alemanias tomasen parte en ese tratado. Un mes más tarde, el 25 de mayo, Pravda fue más allá en estas líneas al anunciar que Moscú pondría la reunificación de Alemania en el centro de su política europea y pedía una política «coordinada» por las cuatro potencias para resolver el problema». (James Richter; Reexaminando política soviética hacia Alemania durante el interregnum de Beria, 1992)

    En los meses siguientes no hubo una aclaración sobre el tema:

    «Las divisiones en el Presídium impidieron que los líderes tomaran una decisión. (...) Molotov informa que Beria intentó una vez más conseguir que se aceptara la reunificación de Alemania. (...) Malenkov favoreció la reunificación como un país neutral porque consideraba la división de Alemania artificial y contraria a la evolución histórica de ese país. (...) Molotov, por el contrario, se centró en el carácter traidor de la propuesta de Beria». (James Richter; Reexaminando política soviética hacia Alemania durante el interregnum de Beria, 1992)

    Algunos historiadores revisionistas defensores de Beria argumentan que esta posición es correcta porque el propio Stalin ofreció una unificación alemana a los países imperialistas en diversas ocasiones. Eso es cierto y lógico ya que dicha división era artificial y antihistórica, y efectivamente las propuestas fueron muy comunes sobre todo entre 1945-1947, pero una vez desplegada la Guerra Fría en todo su esplendor esta posición carecía de sentido, pues se vio de forma sobrada que si bien los comunistas debían seguir haciendo propaganda entre las masas alemanas sobre la unificación, debían tener claro que los imperialistas no pensaban de ningún modo permitir tal unificación, por lo que Stalin aconsejó liberarse de las ilusiones de cualquier reunificación pacífica y voluntaria, y les instó a reforzar su Estado independiente:

    «El camarada Stalin dice que en su última conversación W. Pieck planteó la cuestión de las perspectivas del desarrollo alemán en relación con las propuestas soviéticas sobre el tratado de paz y la política de los estadounidenses y los británicos en Alemania. El camarada Stalin cree que, independientemente de las propuestas que hagamos sobre la cuestión alemana, las potencias occidentales no estarán de acuerdo con ellas y no abandonarán de ninguna forma la Alemania Occidental. Pensar que seríamos capaces de lograr un compromiso o que los estadounidenses aceptarían el proyecto de tratado de paz sería un error. Los estadounidenses necesitan un ejército en Alemania Occidental, para poder tener toda Europa en sus manos. Están diciendo que mantienen al ejército allí contra nosotros. En realidad sin embargo, la misión de su ejército allí es controlar Europa. Los norteamericanos arrastrarán a Alemania Occidental al pacto de la OTAN. Ellos crearán tropas de Alemania Occidental. Adenauer está en el bolsillo de los estadounidenses. Todos los ex fascistas y generales también están allí. En realidad, se está creando un Estado independiente en Alemania. Y ustedes también necesitan organizar un Estado independiente». (Conversación entre Iósif Stalin y el liderazgo del SED, 7 de abril de 1952)

    Obviamente bajo tal propuesta de Beria sobre una «Alemania capitalista neutral y pacífica», Jruschov, Mólotov, Malenkov ya tenían una razón de peso para atacarle con una crítica sólida y deshacerse de él en sus intentos de acceder al poder absoluto.

    «Malenkov: Hay que decir que, en la discusión de la cuestión alemana, Beria no propuso corregir ese curso de forzar la construcción del socialismo, sino que rechazo cualquier curso por el socialismo en la RDA, y propuso un curso para una sola Alemania burguesa. A la luz de todo lo que ahora sabemos acerca de Beria, hay que volver a evaluar este punto de vista. Esto le caracteriza claramente como un regenerado burgués.

    Jruschov: Beria mostró más claramente a sí mismo como un instigador, un agente de los imperialistas, durante la discusión de la cuestión alemana, cuando se planteó la cuestión de rechazar la construcción del socialismo en la RDA y hacer concesiones a Occidente. Esto significó la entrega de 18 millones de alemanes al dominio de los imperialistas norteamericanos. El dijo: «Debemos crear una Alemania neutral, democrática». ¿Puede una Alemania democrático-burguesa ser verdaderamente neutral? ¡¿Es posible? Beria dijo: «Vamos a concluir un tratado». ¿Y lo que es digno de este tratado? Sabemos lo que los tratados valen. (...) Beria no es ingenuo, no es un tonto. Él es inteligente, astuto y traicionero. No se ha comportado como un comunista, sino como un instigador, solo Dios sabe, si tal vez estaba recibiendo órdenes de los agentes de espionaje extranjera. (...)

    Molotov: Para la mayoría de nosotros se demostró verdadera cara política de Beria, cuando en mayo se llevó hasta la discusión de la cuestión alemana. (Transcripción de las sesiones del Pleno del CC del PCUS sobre los puntos de vista de Beria sobre la cuestión alemana, 2 de julio de 1953)

    Si bien aquí ya lo tantea, más tarde Jruschov aprovecharía la propuesta de Beria para inventar la idea de que propuso esto a causa de que era un agente extranjero.

    Malenkov diría en julio de 1953 que Beria incluso le había propuesto un restablecimiento de las relaciones con Yugoslavia:

    «Malenkov afirmó en su discurso que Beria se le acercó justo antes de su detención con un plan, que Malenkov rechazó, era tratar de normalizar las relaciones con Yugoslavia a través del Ministerio del Interior. Los líderes del partido informaron además que entre los papeles de Beria había una carta a Aleksandar Ranković, el jefe de la política secreta yugoslava, proponiendo negociaciones secretas para mejorar las relaciones entre los dos países, lo que podría incluso incluir un encuentro entre Beria y el líder yugoslavo Tito». (James Richter; Reexaminando política soviética hacia Alemania durante el interregnum de Beria, 1992)

    En realidad el propio Malenkov estaba de acuerdo con dicha propuesta y anunciaría el 8 de agosto de 1953 la intención de normalizar las relaciones entre la URSS y Yugoslavia. Gueorgui Malenkov como tantos otros era un seguidista y pragmático que jugaba a dos bandas para intentar sobrevivir. En agosto de 1953 agosto implementó el «Nuevo curso» en economía, entre el cual formaba parte la temprana propuesta de Malenkov de proponer reducir el número de inversiones en la industria pesada en favor de la industria ligera, intentando imponer en el resto de países del campo socialista un aumento en las inversiones de industria ligera y el agro en detrimento de la industria pesada sin tener en cuenta si se habían respetado los niveles de inversiones en los diferentes campos o si las condiciones materiales eran diferentes entre los distintos países; al lanzar ese programa sin tener los suficientes apoyos de las grandes figuras de influencia como Bulganin o Zhukov, fue aprovechado por Jruschov y otros rivales para criticarlo como derechista al romper el esquema de la industria pesada como eje en el cual pivota la economía, mucho más al aumentarse la presión militar estadounidense durante 1954-1955. Lo paradójico es que después el mismo Jruschov implementaría tales reformas en favor de la industria ligera y la agricultura por ser menos caras y para que hablando demagógicamente delante de los trabajadores sobre la «necesidad de incrementar el nivel de vida de los trabajadores» con la mayor inversión en bienes de consumo ganarse su favor, pero Jruschov a diferencia de Malenkov realizó tales reformas con la seguridad de tener el partido maniatado a su gusto como para que nadie discutiese sus posiciones. Otra prueba que demuestra el carácter pérfido de Malenkov, fue la rehabilitación a puestos de importancia de Georgi Aleksándrov, quién había sido jefe del Departamento de Propaganda hasta que fue despedido en 1947 tras la publicación el año anterior de su libro «Historia de la filosofía europea Occidental», una obra llena de errores antimarxistas que fue debatida en varias conferencias por el partido, y que entre ellos, recibió la crítica directa del mismísimo Stalin o el también carismático Zhdánov. Pese a todos estos precedentes que evidenciaban sus debilidades Malenkov decidió nombrarlo Ministro de Cultura en 1954 hasta su destitución en 1955, cuando Jruschov consiguió hacer caer a Malenkov, con lo que Aleksándrov al ser su protegido le seguiría en la defenestración. La gente que habla de Malenkov como un reputado marxista-leninista habla sin conocimiento como ya vimos [aquí]

    Volviendo al tema Beria, Mólotov años después negó que el georgiano fuese un agente extranjero como decía Jruschov pero identificaría a Beria como «más a la derecha que el propio Jruschov» y no descartó que fuese el autor de la muerte de Stalin según sus propios comentarios en el funeral de Stalin:

    «No excluyo que Beria provocase la muerte de Stalin. Lo notaba a través de lo que me explicaba. El Primero de Mayo de 1953, sobre la tribuna del Mausoleo, me hizo alusiones de este género. Quería suscitarme deseos de complicidad. Me decía: «Lo he hecho desaparecer». Intentaba implicarme en ello. «¡Os he salvado a todos!» (...) «Considero a Jruschov como un tipo derechista, pero a Beria como mucho más a la derecha. Los dos eran derechistas. Y Mikoyán también. Pero eran personalidades diferentes. Jruschov era derechista y completamente podrido, pero Beria era aún más derechista y más podrido». (...) «Jruschov era sin duda un tipo reaccionario, que consiguió infiltrarse en el Partido. No creía en ninguna suerte de comunismo, estoy seguro. Considero a Beria como un enemigo. Se ha infiltrado en el Partido con fines pérfidos. Beria era un hombre sin principios». (Félix Tchouev; Memorias de Mólotov: Dentro de las políticas del Kremlin, 1993)

    ¿Acaso Beria se caracterizo por una lucha de principios a muerte contra Jruschov? ¡Ni muchos menos! En todas las cuestiones en las que incluso mantenía una posición más derechista que Jruschov, reconoció sus errores y pidió la clemencia y el perdón de Jruschov por los mismos:

    «Durante estos cuatro días y noches que fueron difíciles para mí, di una atención considerable a todo en relación con mi actividad durante los últimos meses después de que en el Pleno del Comité Central del PCUS, en lo concerniente a nuestro trabajo como bien sabes personalmente algunos camaradas del Comité Central del Presídium CC y yo mismo sometimos mis acciones a una severa crítica, desaprobándome fuertemente a mí mismo. Particularmente grave e inexcusable es mi comportamiento hacia usted, donde soy un culpable al cien por cien. (...) De acuerdo con las instrucciones vigentes del Comité Central y el Gobierno, la creación de la dirección de la MVD [Ministerio del Interior] y sus órganos locales, el Ministerio del Interior propuso al Comité Central y el Gobierno su consejo en algunas cuestiones sobre la base del consejo del camarada. Jruschov en una serie de iniciativas políticas y prácticas que vale la pena, por ejemplo: en la rehabilitación de los médicos, la rehabilitación de los detenidos del denominado Centro Nacionalista Mingrel en Georgia y el retorno de los falsos exiliados de Georgia. (...) Mi comportamiento en la sesión del Comité Central del Presídium y la Presidencia del Consejo de Ministros, muy a menudo tuvo un comportamiento incorrecto e inadmisible que introdujo el nerviosismo y la excesiva dureza, yo diría que, como lo he pensado bien en ello y se dio cuenta, [este comportamiento] fui tan lejos como para constituir groserías e insolencias inadmisibles de mi parte hacia el compañero Jruschov y Bulganin durante el debate sobre la cuestión alemana [sic], por supuesto, aquí estoy culpable sin lugar a dudas y esto debe ser denunciado a fondo. (...) Las propuestas acerca de Imre Nagy no deberían haber sido introducidas por mí, sino que debían ser hechas por ti. (...) Nadie exceptuando mi propia culpa ha interrumpido nuestra amistad, tan valiosa y necesaria para mí ahora». (Carta abierta de Beria a Malenkov, 1 de julio de 1953)

    El arresto de Beria aconteció el 26 de junio de 1953, juicio sería celebrado el 23 diciembre del mismo año, y su fusilamiento y el de sus allegados serían llevados a cabo en el mismo día bajo acusaciones de traición, espionaje, terrorismo por las purgas de los años 40, y actividad contrarrevolucionaria por sus actividades de los años 20.

    En lo sucesivo Beria fue utilizado como cabeza de turco para allanar el camino a Jruschov en diversos temas. Ante la imposibilidad de acusar a Stalin directamente, Jruschov uso el pretexto de Beria como el causante del «mal entendido» yugoslavo-soviético para tener una excusa con la que rehabilitar y reconciliarse con el revisionismo yugoslavo, Tito hizo lo mismo con la reciente purga de Milovan Đilas, así Jruschov y Tito firmaron la paz en lo sucesivo en 1954. Igualmente en las rehabilitaciones de personajes purgados como Imre Nagy y János Kádár en Hungría o Władysław Gomułka y Grzegorz Korczyński en Polonia, Jruschov utilizó de nuevo la carta de Beria para presionar a las direcciones y aludía que Beria había intervenido de forma abierta o clandestina para confundir a los servicios secretos de estos países e influir en la condena de estos oportunistas. Hizo que la mayoría de direcciones se tragaran el cuento por falta de valentía o miedo como en el caso de Rákosi.

    Esto que Jruschov hizo con Beria no sería algo excepcional en las tácticas de Jruschov para alcanzar sus fines, con Malenkov y Zhúkov hizo lo mismo, y una vez utilizados para complotar contra otros revisionistas rivales los tiró a las basura como limón exprimido, y luego fueron degradados y finalmente excluidos del partido. Roma no paga a traidores.

    Por supuesto, hay muchas cuestiones más que analizar en la cuestión de Beria, sobre todo en lo referente a las responsabilidades de Jruschov y Beria y los miedos mutuos en los conocimientos de cada uno de las posibles irregularidades en las purgas del otro, pero no queremos alargar esta cuestión en este documento ya que creemos además que estas pruebas son más que suficientes para demostrar que Beria jugó un rol antistalinista y abiertamente contrarrevolucionario.

    Para Roberto efectivamente Beria puede ser un buen referente, ya que como él es un buen intrigador, un doctrinarista que por un lado dice una cosa mientras en la práctica y luego fuera de escena hace todo lo posible por aplicar lo contrario traicionando la causa comunista, se dice defensor de Stalin pero se junta con sus detractores revisionistas para difamarlo». (Equipo de Bitácora (M-L); Antología sobre Reconstrucción Comunista y su podredumbre oportunista, 25 de septiembre de 2017)


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    Sobre Beria; Equipo de Bitácora (M-L), 2017 Empty Re: Sobre Beria; Equipo de Bitácora (M-L), 2017

    Mensaje por Kirovwasright Dom Jun 17, 2018 12:00 am

    Menuda mofa de artículo. Toda la primera parte se basa en un comentario anecdótico, pero al libro que saca Universidad Obrera no le dedicáis ni un párrafo, solo una frase tan culminante como “Ahora incluso a dedicado todo un asqueroso libro a defender a Beria donde no aporta una sola prueba de todo lo que afirma, es un recorte ridículo de especulaciones sin sustento.”. Muy buena táctica, sí señor, pero dónde está la demostración de la falsedad de esas “especulaciones sin sustento”? Preferís echar mierda sin base alguna para quedar de intelectuales, pero cuando se trata de ver más allá de lo que dice San Vincent Gouysee hacéis una bomba de humo espectacular.

    Todo el texto está basado en comentarios o especulaciones que valen para lo que os interese, y cuando sale un tema aprovecháis para meter más citas, aunque no tengan ninguna conexión. Profesionales, muy profesionales.

    “Segundo, los que han criticado a Beria no han sido solamente historiadores burgueses y diversos oportunistas, sino también famosos marxista-leninistas conocidos por sus excelentes análisis históricos y por vanguardizar la desmitificación de figuras revisionistas como Enver Hoxha en «Los jruschovistas» de 1980 o «Vincent Gouysse en Imperialismo y antiimperialismo» de 2007.”

    Mis 10 a vuestra lista de marxistas-leninistas que critican a Beria, os habéis olvidado de decir que también se os bajó la Virgen para escribir esta obra tan magnífica.

    Ojito a esto:

    «¿Podemos considerar como un «error» o una marca de «paranoia», el hecho de que Stalin los hubiera dislocado de su posición? No, porque es innegable que Nikita Jruschov, Anastás Mikoyán, Lavrenti Beria, Nikolái Bulganin, Gueorgui Malenkov, Kliment Voroshílov, Lázar Kaganóvich, se involucraron en diversos grados en estos complots, de manera más o menos consciente, fuera en la Unión Soviética o en los países de democracia popular. (...) Inmediatamente después de su asesinato, la antigua dirección revisionista, apartada por el Pleno del Buró Político de diciembre de 1952, volvería al primer plano. Apenas un mes más tarde, los miembros del «Caso de Leningrado» condenados por su trabajo de zapa en la economía fueron declarados inocentes y los conspiradores implicados en el caso del «Complot de los médicos» fueron rehabilitados. Nikita Jruschov, Anastás Mikoyán y Lavrenti Beria estuvieron implicados en todas estas rehabilitaciones, y deja pocas dudas de que también estuvieron directamente implicados en estos asuntos de asesinato. Anticomunistas y comunistas se ponen de acuerdo en esto: Abdurakhman Avtorkhanov, un historiador burgués-revisionista, acabó en la conclusión de que Lavrenti Beria, Nikita Jruschov, Anastás Mikoyán, Gueorgui Malenkov y Nikolái Bulganin estuvieron a la cabeza del complot que asesinó a Stalin, véase la obra de Abdurakhman Avtorkhanov: «Stalin asesinado –El complot de Beria–» de 1980. Viacheslav Mólotov que en sus memorias consideraba como limitado el rol de Nikolái Bulganin, juzgaba este guión cinematográfico muy probable, reproduciendo que el mismo Lavrenti Beria había hecho alusiones inquietantes en el momento de las exequias de Stalin».

    ¿Se supone que este el tipo de estudio preciso y marxista-leninista que hacéis? Un texto que no demuestra nada de lo que dice, que relaciona hechos con grupos de personas sin decir de qué manera intervenían, “podría ser” o no, es la mejor conclusión que se puede sacar y si uno no tiene mucha idea sobre el tema. Solo hay que ver como hablan de la implicación de Beria en el asesinato de Stalin, Molotov dice que decía cosas sospechosas, esa es la prueba. Es que vaya tela.

    «Beria: Hay otra manera de mejorar la situación. La intervención personal del Presidente del Consejo de Ministros o del Primer Secretario del Partido en las cuestiones del Ministerio del Interior. El camarada Rákosi hace eso. Esta intervención no siempre fue apropiada. Incluso el camarada Stalin cometió un error en esta cuestión. Dio instrucciones directamente para el interrogatorio de los detenidos, etc. con lo que el camarada Rákosi sería aún más propenso a cometer estos errores». (Transcripción de la conversación entre los líderes soviéticos y la Delegación Partido Húngaros de los Trabajadores en Moscú, 13 de junio de 1953)

    Aquí también os coronáis, para demostrar porque Beria es un revisionista cogéis un extracto en que dice que Stalin cometió un error. ¿Era correcta esa crítica? ¿Era relevante en cuanto al supuesto “revisionismo” de Beria? Eso os da igual, claro, para que demostrar nada, pudiendo poner una fila de citas alabando a Stalin y su papel en la democratización del partido, así salimos todos de dudas. Es que es ridículo.

    El tema de Alemania y Yugoslavia quedan más que desmontadas en el libro, Stalin también apoyó las posturas que tanto criticáis de Beria, pero claro eso da igual, no os interesa analizar nada, solo creeros alguien por copiar y pegar citas de mala manera. Dignaos a leer y contestar el libro de verdad, porque todo lo que hay aquí son ideas aisladas unas de otras y sin base alguna.

    Para los interesados: "En defensa de Beria" de Universidad obrera.

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