Habiendo presenciado ya los encuentros entre los equipos más prestigiosos en sólo seis días, y aplicando mis poco confiables puntos de vista, me atrevo a considerar que entre Argentina, Brasil, Alemania, Inglaterra y España está el campeón de la Copa
Desgraciadamente, por otro lado, en la esfera política el camino está saturado de enormes riesgos.
Un asunto que señalé con anterioridad, entre los elementos básicos de un futuro muy próximo lanzados al vuelo, que no tienen ya retroceso posible, es el hundimiento del Cheonan, buque insignia de la marina surcoreana que naufragó el 26 de marzo en cuestión de minutos, ocasionando la muerte de 46 marinos y decenas de heridos.
El gobierno de Corea del Sur ordenó una investigación para conocer si el hecho fue consecuencia de una explosión interna o externa. Al comprobar que procedía del exterior, acusó al gobierno de Pyongyang del hundimiento de la nave. Corea del Norte sólo disponía de un viejo modelo de torpedo de fabricación soviética. Carecía de cualquier otro elemento excepto la lógica más simple. No podía siquiera imaginar otra causa.
El pasado mes de marzo, como primer paso, el gobierno de Corea del Sur ordenó la activación de los altavoces de propaganda en 11 puntos de la frontera común desmilitarizada que separa las dos Coreas.
El alto mando de las Fuerzas Armadas de la República Popular Democrática de Corea, por su parte, declaró que destruiría los altavoces tan pronto se iniciara esa actividad. La misma había sido suspendida desde el año 2004. La República Popular Democrática de Corea declaró textualmente que convertiría a Seúl en un “mar de fuego”.
El pasado viernes, el Ejército de Corea del Sur anunció que la iniciaría tan pronto el Consejo de Seguridad anunciara sus medidas por el hundimiento del buque surcoreano Cheonan. Ambas repúblicas coreanas están ya con el dedo en el gatillo.
El gobierno de Surcorea no podía imaginar que su estrecho aliado, Estados Unidos, había colocado una mina en el fondo del Cheonan, como relata en un artículo el periodista investigador Wayne Madsen, publicado por Global Research el 1º de junio de 2010, con una explicación coherente de lo sucedido. Se fundamenta en el hecho de que Corea del Norte no posee ningún tipo de cohete o instrumento alguno para hundir el Cheonan, que no pudiera ser detectado por los sofisticados equipos del caza submarino.
Norcorea había sido acusada de algo que no llevó a cabo, lo cual determinó el viaje urgente de Kim Jong Il a China en el tren blindado.
Cuando estos hechos se producen súbitamente, en la mente del gobierno de Corea del Sur no había ni hay espacio para otra causa posible.
En medio del ambiente deportivo y alegre, el cielo se ensombrece cada vez más.
Las intenciones de Estados Unidos son obvias desde hace rato, a medida que su gobierno actúa obligado por sus propios designios sin alternativas posibles.
Su propósito -acostumbrados a la imposición de sus designios por la fuerza-, es que Israel ataque las instalaciones productoras de uranio enriquecido en Irán, utilizando los más modernos aviones y el sofisticado armamento que irresponsablemente le suministra la superpotencia. Ésta le sugirió a Israel, que no tiene fronteras con Irán, solicitar de Arabia Saudita permiso para sobrevolar un largo y estrecho corredor aéreo, acortando considerablemente la distancia entre el punto de partida de los aviones atacantes y los objetivos a destruir.
Según el plan, que en partes esenciales ha sido divulgado por la Inteligencia de Israel, oleadas de aviones atacarán una y otra vez para machacar los objetivos.
El pasado sábado 12 de junio, importantes órganos de prensa occidentales publicaron la noticia sobre un corredor aéreo concedido por Arabia Saudita a Israel, previo acuerdo con el Departamento de Estado norteamericano, con el objetivo de realizar ensayos de vuelo con los caza bombarderos israelitas para atacar sorpresivamente a Irán, que ya estos habían llevado a cabo en el espacio aéreo saudita.
Voceros de Israel nada negaron, limitándose sólo a declarar que los mencionados países sentían más temor por el desarrollo nuclear iraní que el propio Israel.
El 13 de junio, cuando el Times de Londres publicó una información tomada de fuentes de inteligencia, asegurando que Arabia Saudita divulgó un acuerdo que concede autorización a Israel para el paso por un corredor aéreo sobre su territorio para el ataque a Irán, el Presidente Ahmadinejad declaró, al recibir las cartas credenciales del nuevo Embajador saudita en Teherán, Mohamad ibn Abbas al Kalabi, que había muchos enemigos que no deseaban relaciones cercanas entre ambos países, “…Pero si Irán y Arabia Saudí permanecen uno al lado del otro, esos enemigos renunciarán a continuar con la agresión…”.
Desde el punto de vista iraní, a mi juicio, esas declaraciones se justificaban, cualesquiera que fuesen sus razones para hacerlo. Posiblemente no deseaba herir en lo más mínimo a sus vecinos árabes.
Los yankis no han dicho una palabra, sólo para reflejar más que nunca su deseo ardiente de barrer el gobierno nacionalista que dirige a Irán.
Hay que preguntar ahora cuándo el Consejo de Seguridad analizará el hundimiento del Cheonan, que fuera buque insignia de la Armada Surcoreana; qué conducta seguirá después que los dedos en los gatillos de las armas en la península coreana las disparen; si es cierto o no que Arabia Saudita, de acuerdo con el Departamento de Estado, autorizó un corredor aéreo para que las oleadas de modernos bombarderos israelitas ataquen las instalaciones iraníes, lo que posibilita incluso el empleo de las armas nucleares suministradas por Estados Unidos.
Entre juego y juego de la Copa Mundial de Fútbol, las diabólicas noticias se van deslizando poco a poco, de modo que nadie se ocupe de ellas.