Por qué es necesario el centralismo democrático para el funcionamiento de un Partido Comunista
José María Rodríguez Gómez
web Socialismo científico - año 2011
La fórmula organizativa del Partido de centralismo democrático diseñada por Lenin fue lo que ha posibilitado la toma del poder por parte de la clase obrera en todos los países donde ello ha tenido lugar. No se conoce otra revolución donde la clase obrera haya tomado el poder que no haya sido mediante la dirección de un Partido Comunista regido por el centralismo democrático formado por células.
A pesar de esa realidad histórica irrebatible, hoy, en España, hay una posición mayoritaria entre las organizaciones políticas llamadas marxistas que se oponen al centralismo democrático. En dichas organizaciones el funcionamiento organizativo son las asambleas que ellos consideran más “democráticas” que las células. Ellos repiten en el partido el funcionamiento del movimiento de masas asambleario, sin entender que son dos cosas distintas.
El movimiento de masas refleja la realidad objetiva, tal cual es. El movimiento de masas es la lucha que surge espontánea debido a las contradicciones sociales y que debido a su espontaneidad lo mismo que aparece desaparece. El Partido es el factor subjetivo que ha de transformar esa realidad objetiva acumulando fuerzas y para ello ha de jugar un papel de dirección, en la medida que sea capaz de ganarse la influencia entre las masas, para que las luchas lleguen a asumir el único objetivo estratégico que puede colmar las aspiraciones populares: la toma del poder. Por ello el funcionamiento organizativo no puede ser el mismo.
El centralismo democrático garantiza la actividad y la responsabilidad de cada militante. La célula es clave para ello. En la célula se discute y asume la política del partido, se analiza y decide toda la actividad política de cada militante, se lleva a cabo la crítica y autocrítica.
Sin embargo en las asambleas, ello es prácticamente imposible. La justificación de que las asambleas de partido son más “democráticas” que las células, es en realidad una excusa para no rendir cuentas de la actividad personal de cada uno y no aceptar la crítica ni tener que realizar autocrítica.
En la célula, todos los militantes han de rendir cuentas de su trabajo y se forja la responsabilidad de cada militante, pues a cada uno de ellos se le emplaza para que informe de su actividad. En la Asamblea, habla quien lo desea, la irresponsabilidad se generaliza y la comodidad se instala en la organización. Como en la asamblea la crítica a un militante prácticamente no se utiliza, cuando la crítica se usa se llega a convertir en una ofensa que provoca escisiones.
No todos los militantes tienen el mismo nivel de compromiso, por ello, son necesario diferentes niveles de células y comités y el comité superior (Comité Central) no puede operar como los delegados en una asamblea. El funcionamiento del partido mediante asambleas, rebaja el nivel de compromiso de los militantes hasta el mínimo. El funcionamiento mediante células eleva constantemente el nivel de compromiso de los militantes.
Es cierto que en un Partido Comunista también hay Asambleas reguladas por los estatutos, para definir todos los aspectos del partido: son los Congresos en los que participan delegados y las Conferencias, pero la acividad cotidiana del partido está regida por los células y comités del partido.
La garantía de que un partido regido por el centralismo democrático no se corrompa es mucho mayor que la de un partido regido por asambleas. El centralismo democrático tiende a forjar militantes de acero, acostumbrados a la continúa exigencia y control de su actividad. El sistema de asambleas en el partido, al reducir el nivel de compromiso, debilita la conciencia política y a través de ello penetran todas las concepciones de la burguesía en el seno del partido.
Además, el centralismo democrático es lo único que puede garantizar aunar las fuerzas de todos los militantes la lucha contra el enemigo, especialmente en los momentos más agudos de la lucha de clases para implantar el nuevo estado socialista.
En los momentos de represión fascista, sólo el centralismo democrático, sólo el funcionamiento a través de células puede garantizar las medidas de seguridad para impedir que el enemigo destruya el partido. En tales condiciones de fascismo, el funcionamiento del partido mediante asambleas supondría el suicidio del partido.
Precisamente por ello quienes descartan hoy el centralismo democrático como funcionamiento del partido, están descartando también en realidad la lucha revolucionaria que tarde o temprano tendrá que enfrentarse a la represión fascista del enemigo.
José María Rodríguez Gómez
web Socialismo científico - año 2011
La fórmula organizativa del Partido de centralismo democrático diseñada por Lenin fue lo que ha posibilitado la toma del poder por parte de la clase obrera en todos los países donde ello ha tenido lugar. No se conoce otra revolución donde la clase obrera haya tomado el poder que no haya sido mediante la dirección de un Partido Comunista regido por el centralismo democrático formado por células.
A pesar de esa realidad histórica irrebatible, hoy, en España, hay una posición mayoritaria entre las organizaciones políticas llamadas marxistas que se oponen al centralismo democrático. En dichas organizaciones el funcionamiento organizativo son las asambleas que ellos consideran más “democráticas” que las células. Ellos repiten en el partido el funcionamiento del movimiento de masas asambleario, sin entender que son dos cosas distintas.
El movimiento de masas refleja la realidad objetiva, tal cual es. El movimiento de masas es la lucha que surge espontánea debido a las contradicciones sociales y que debido a su espontaneidad lo mismo que aparece desaparece. El Partido es el factor subjetivo que ha de transformar esa realidad objetiva acumulando fuerzas y para ello ha de jugar un papel de dirección, en la medida que sea capaz de ganarse la influencia entre las masas, para que las luchas lleguen a asumir el único objetivo estratégico que puede colmar las aspiraciones populares: la toma del poder. Por ello el funcionamiento organizativo no puede ser el mismo.
El centralismo democrático garantiza la actividad y la responsabilidad de cada militante. La célula es clave para ello. En la célula se discute y asume la política del partido, se analiza y decide toda la actividad política de cada militante, se lleva a cabo la crítica y autocrítica.
Sin embargo en las asambleas, ello es prácticamente imposible. La justificación de que las asambleas de partido son más “democráticas” que las células, es en realidad una excusa para no rendir cuentas de la actividad personal de cada uno y no aceptar la crítica ni tener que realizar autocrítica.
En la célula, todos los militantes han de rendir cuentas de su trabajo y se forja la responsabilidad de cada militante, pues a cada uno de ellos se le emplaza para que informe de su actividad. En la Asamblea, habla quien lo desea, la irresponsabilidad se generaliza y la comodidad se instala en la organización. Como en la asamblea la crítica a un militante prácticamente no se utiliza, cuando la crítica se usa se llega a convertir en una ofensa que provoca escisiones.
No todos los militantes tienen el mismo nivel de compromiso, por ello, son necesario diferentes niveles de células y comités y el comité superior (Comité Central) no puede operar como los delegados en una asamblea. El funcionamiento del partido mediante asambleas, rebaja el nivel de compromiso de los militantes hasta el mínimo. El funcionamiento mediante células eleva constantemente el nivel de compromiso de los militantes.
Es cierto que en un Partido Comunista también hay Asambleas reguladas por los estatutos, para definir todos los aspectos del partido: son los Congresos en los que participan delegados y las Conferencias, pero la acividad cotidiana del partido está regida por los células y comités del partido.
La garantía de que un partido regido por el centralismo democrático no se corrompa es mucho mayor que la de un partido regido por asambleas. El centralismo democrático tiende a forjar militantes de acero, acostumbrados a la continúa exigencia y control de su actividad. El sistema de asambleas en el partido, al reducir el nivel de compromiso, debilita la conciencia política y a través de ello penetran todas las concepciones de la burguesía en el seno del partido.
Además, el centralismo democrático es lo único que puede garantizar aunar las fuerzas de todos los militantes la lucha contra el enemigo, especialmente en los momentos más agudos de la lucha de clases para implantar el nuevo estado socialista.
En los momentos de represión fascista, sólo el centralismo democrático, sólo el funcionamiento a través de células puede garantizar las medidas de seguridad para impedir que el enemigo destruya el partido. En tales condiciones de fascismo, el funcionamiento del partido mediante asambleas supondría el suicidio del partido.
Precisamente por ello quienes descartan hoy el centralismo democrático como funcionamiento del partido, están descartando también en realidad la lucha revolucionaria que tarde o temprano tendrá que enfrentarse a la represión fascista del enemigo.