Irán después de Libia y antes que Siria Abdel Bari Atwan
No es casualidad que los tambores de guerra comiencen a sonar en Israel inmediatamente después de que la OTAN anunciara el fin de su misión en Libia, con el asesinato de Gadafi. Estas voces de guerra contra Irán han estado silenciadas durante los últimos nueves meses, una demostración clara que este silencio era parte del plan global.
Al quds al Arabi
Nur Sadaka
No es casualidad que los tambores de guerra comiencen a sonar en Israel inmediatamente después de que la OTAN anunciara el fin de su misión en Libia, con el asesinato de Gadafi. Estas voces de guerra contra Irán han estado silenciadas durante los últimos nueves meses, una demostración clara que este silencio era parte del plan global.
Es evidente que lo último que desearía el actual presidente norteamericano es una guerra, dada la crisis económica mundial y la proximidad de las elecciones presidenciales. Sin embargo todo puede ocurrir si analizamos los verdaderos poderes fácticos en Estados Unidos. Como quedó demostrado en muchas ocasiones el que marca la pauta en la política exterior de esta gran potencia es Benjamín Netanyahu.
En una reunión celebrada por el Congreso norteamericano hace unos días para debatir sobre las relaciones con Irán, el jefe del Pentágono habló de la existencia de planes de contingencia sobre un escenario bélico con Irán que van desde una acción militar limitada, hasta una guerra a gran escala. Teniendo en cuenta el apoteósico recibimiento que dispensaron los congresistas norteamericanos al primer ministro de Israel hace unos meses, con una gran ovación todos puestos en pie, podemos llegar a la conclusión sobre quién tiene la última palabra en los Estados Unidos de América.
En Israel ya se habla públicamente del apoyo de Netanyahu y su ministro de defensa Ehud Barak a las demandas para atacar Irán, con el propósito de destruir su programa nuclear, sobre todo después de filtrar informes secretos sobre supuestos avances logrados por Irán en este sentido. El periódico británico The Guardian, reveló el pasado día 2 de noviembre la existencia de planes militares ingleses para intervenir en apoyo de un bombardeo aéreo o con misiles norteamericanos contra objetivos iraníes. El jefe del estado mayor de los ejércitos británicos el general Richard Danat, está de visita en Israel para intercambiar opiniones con los generales de este país, y está previsto que el propio Ehud Brarak, ministro israelí de defensa visite a su homólogo británico en los próximos días, con el mismo objetivo.
Estos movimientos tienen dos únicas interpretaciones a saber: o son maniobras de una guerra psicológica para atemorizar a las autoridades iraníes y sus aliados, Siria, Hizbulah y Hamas, y al mismo tiempo hacer llegar un mensaje de apoyo a los elementos contrarios al régimen iraní para iniciar su revolución interna, como extensión de las revoluciones en los países vecinos, no monárquicos, evidentemente. Los que opinan de este modo se apoyan en que debatir públicamente sobre planes militares contra Irán, no es preludio de una guerra, puesto que estos temas delicados no se anuncian con antelación.
La segunda interpretación y la más verosímil sobre estos ruidos de sables consiste en que la amenaza occidental contra Irán es seria, analizando los pros y los contras de una hipotética acción bélica, teniendo en cuenta la existencia de centenares de miles de millones de dólares de ciertos países árabes listos para sufragar esta acción, al igual que ocurrió en 1991, con la guerra contra Iraq para la liberación de Kuwait, y la intervención de la OTAN para derrocar a Gadafi.
Es llamativo observar que los países que instan con más ahínco a una acción bélica contra Irán son Israel y los regímenes del Golfo en este orden; según los datos revelados por Wikileaks, el monarca saudí comparó a Irán con una serpiente y pidió cortar su cabeza para evitar la propagación de su veneno en toda la región. Hemos leído artículos escritos por voceros de estos regímenes pidiendo arreglar las cuentas pendientes con Irán primero y luego Israel, no es de extrañar que aparezcan artículos en los próximos días o meses pidiendo la alianza con Israel contra Irán.
La administración norteamericana ya ha comenzado su campaña para demonizar a Irán, con su anuncio de abortar una supuesta conspiración iraní para asesinar al embajador de Arabia Saudí en Washington; creemos que esta campaña llegará a su punto álgido después de la publicación del informe de la organización Mundial de la Energía Atómica, el próximo jueves 10 de noviembre. Este organismo acusará, casi seguro, a Irán de enriquecer uranio en unas instalaciones secretas subterráneas cercanas a la ciudad de Qum.
El pueblo americano exhausto de tantas guerras inútiles lanzadas o propiciadas por sus sucesivos gobiernos, puede oponerse a una mueva guerra, sin embargo la instigación incesante por parte de Israel y el éxito obtenido en la intervención libia, pueden llevar a muchos americanos a cambiar su opinión, sobre todo si se utiliza la gigantesca maquinaria de propaganda, desinformación y el lavado de cerebros para justificar una acción militar contra las instalaciones nucleares iraníes. Esta sería una operación posible incluso no costosa teniendo en cuenta el poderío aéreo y balístico aplastante de los Estados Unidos e Israel, pero la pregunta inquietante es ¿qué sucederá después?
Irán es una potencia considerable desde el punto de vista estratégico, militar y demográfico. Sus dirigentes conscientes de lo que le pasó a Sadam Hussein en Iraq, y a Gadafi en Libia y a los Taliban en Afganistán con anterioridad, puede actuar de forma inesperada, recurriendo al ejemplo de Sansón, derribar el techo del templo sobre las cabezas de todos y el primero de Israel. Puede que el régimen de Irán responda sin contemplaciones con centenares incluso miles de misiles contra Israel y las bases norteamericanas en los países del Golfo, así mismo casi seguro que Hizbulah lanzará todo su poderío de misiles atacando incuso Tel Aviv, y el régimen sirio tambaleante puede encontrar en este conflicto su oportunidad para salvarse.
Esta previsible guerra en el caso de que estallara sería la única cuyas consecuencias no son previsibles, pero sin duda cambiaría la faz de la región de Oriente Medio por no decir del mundo, sus efectos incluso serán superiores a la segunda guerra mundial. Puede que Israel se constriña a la mínima expresión desde el punto de vista político, geográfico y militar o por el contrario los árabes y musulmanes se conviertan en esclavos.
Si estalla esta guerra Israel lanzará el primer misil, y le seguirán sus aliados y patrocinadores, por eso será la que más venganza reciba, esto al menos lo que suponemos que puede pasar. No queremos pecar de exagerados sobre las consecuencias, y no podemos apostar mucho por la reacción de los pueblos árabes, que no será muy distinta a lo que fue en las anteriores enfrentamientos bélicos regionales, que se puede calificar de tibia y defraudadora a pesar de los cambios en los sentimientos consecuencia de las revoluciones árabes dado que estos cambios son aún prematuros y limitados.
Lo que más nos duele es que nosotros árabes y musulmanes somos siempre las víctimas de las guerras y del expolio, salimos de una guerra para caer en otra, no tenemos tiempo ni para respirar. ¿Cuándo este humillante círculo vicioso tendrá fin?.
http://www.nodo50.org/csca/agenda11/misc/arti131.html