por Alacran Mar Abr 06, 2010 9:26 am
Tanto Catalunya como Euskadi han sido atacados al mismo tiempo y por las mismas personas. Sus libertades, sus derechos, sus ideales, sus respectivos Estados fueron y continúan siendo embestidos por España.
Ahora bien, si ambas comunidades accedieran en cualquier momento, ahora mismo incluso, a organizar un plebiscito, un referéndum popular en todo el territorio donde viven los catalanes y vascos, un referéndum que por supuesto se celebraría en condiciones legales y completamente neutrales para que ambas poblaciones pudieran pronunciarse sobre su futuro. Catalunya caería derrotada y Euskadi vencería en un referéndum de estas características. Ambas comunidades tienen en común sus respectivos Estatutos de Autonomía que consiguieron de España y una independencia pisoteada, pero entre estos dos países impera una diferencia: el nacionalismo vasco es de extracción popular; mientras que el nacionalismo catalán es burgués y pequeño burgués.
¿Qué es el nacionalismo burgués hoy en Catalunya? ¿Cuál es su significado? ¿Qué valor tiene su existencia? ¿Cuál es su misión humanitaria? ¿Qué representa? ¿Qué hay en el fondo de esta conciencia equívoca, semiliberal, semifeudal? Mientras que la clase obrera se establece, se afirma, habla de su emancipación, de su porvenir, de su transformación que debe cambiar su condición y emancipar a todos los trabajadores del planeta, la burguesía catalana que es rica, que posee, que sabe y que puede, no tiene nada que decir de si misma; desde que salió de su antiguo medio parece que no tiene destino ni papel histórico; no tiene ya ni pensamiento ni voluntad. Alternativamente revolucionaria y conservadora, legitimista, doctrinaria del justo medio, enamorada de las formas representativas y parlamentarias para olvidar después hasta su significado, sin saber que sistema es el suyo, que gobierno prefiere, sin estimar del poder más que los provechos y sin apegarse a él más que por la conservación de sus privilegios, sin buscar en las funciones públicas otra cosa que un nuevo campo donde ensayar nuevos medios de explotación; ávida de distinciones y sueldos; tan llena de desdén por el proletariado como jamás lo estuvo la nobleza por el plebeyo, la burguesía catalana ha perdido todo carácter: No es ya una clase poderosa en Catalunya por el número, el trabajo y el genio, que quiere y que piensa, que produce y que razona, que manda y que gobierna; es una minoría que trafica, que especula, que se lucra, una turbamulta que hoy reclaman la independencia.
¡Salud y República!