Comunicado del PCE (m-l) en Catalunya ante las elecciones al Parlament 2010
POR LA CONSTRUCCIÓN DE UNA IZQUIERDA CATALANA AL SERVICIO DE LOS TRABAJADORES, REPUBLICANA E INTERNACIONALISTA
La situación en que se celebran las elecciones autonómicas en Catalunya es un reflejo del momento político que se vive en el resto del estado, caracterizado por un ataque brutal a los derechos de los trabajadores, la degradación democrática, el descrédito de la falsa izquierda institucionalizada, la amenaza de la derecha más extrema, la falta de referencias políticas de izquierda y la consecuente necesidad de reagrupamiento de ésta, en torno a un programa común enfrentado a la oligarquía. La crisis capitalista internacional, que está afectando de lleno a los trabajadores y a los pueblos de España y a Catalunya, no tiene su reflejo en el surgimiento de una fuerza política vinculada a los trabajadores, que defienda sus intereses.
La última legislatura liderada por la llamada “esquerra plural” (PSC-ERC-ICV/EUiA) no ha sabido dar respuesta a las grandes cuestiones que debe defender la izquierda verdadera: la creación de un fuerte sector publico económico al servicio de las capas populares, la lucha contra la oligarquía catalana y las grandes familias que controlan el país, la apuesta por una economía fuerte con ayudas a los pequeños empresarios y autónomos, la democratización sustancial en todos los ámbitos sociales, económicos y culturales, dando a la población herramientas de participación directa, masiva y decisoria. Así, la trayectoria del gobierno de coalición saliente (“Tripartit” o “Entesa de Progrès”), que había nacido supuestamente para realizar «políticas sociales y de progreso», ha finalizado su vida con más pena que gloria, ante la indiferencia generalizada de los ciudadanos y trabajadores catalanes, que no han percibido grandes cambios respecto la etapa liderada por Convergència i Unió. Por otra parte, a nivel ideológico, esta coalición de izquierdas en ningún momento ha cuestionado la política del imperialismo (tanto el norteamericano como el europeo), la supeditación a la OTAN, al sionismo y a la política internacional neocolonialista contra los países oprimidos.
El PSC se encuentra hipotecado por las políticas neoliberales y antiobreras del presidente Zapatero, y ahora reniega del gobierno “tripartit” como si se tratara de un hijo ilegítimo. Los partidos españolistas de derecha, la extrema derecha y fascistas (PP, Ciutadans i la Plataforma per Catalunya) están acentuando su discurso xenófobo, antiinmigrante y ultrarreaccionario con el objetivo de orientar a las capas más afectadas por la crisis hacia la violencia antiinmigrante, ocultando de esta manera el programa de duras reformas neoliberales que desde todos los sectores de la oligarquía –tanto la española como la catalana– preparan contra los trabajadores.
Esta situación comporta que la campaña electoral esté pasando sin pena ni gloria entre la gran mayoría de trabajadores catalanes, desencantados tanto con las políticas practicadas durante más de dos décadas por la derecha oligárquica catalana nacionalista (CiU), y la “Entesa de Progrès”, como por la ausencia de alternativas reales de clase: en este sentido, las denuncias de la supuesta izquierda catalana contra las políticas de la gran burguesía brillan por su ausencia, diluidas en un discurso políticamente correcto, ecologista e identitario, desmovilizador, vacío de contenido y que elude abordar los problemas reales que tienen los trabajadores. Esto es debido a que una parte de la izquierda considerada alternativa al sistema ha aceptado entrar en la gestión política de la burguesía catalana y de la crisis capitalista en perjuicio de los trabajadores, ha asumido exclusivamente las formas burguesas de hacer política –abandonando las organizaciones sociales a favor del electoralismo sin principios- y ha renunciado a un programa alternativo de cambio social que fuera más allá de tratar de maquillar los efectos del capitalismo sobre la clase obrera y el pueblo catalán. Como consecuencia, se acelera el desencanto de sus bases sociales y se abandona la posibilidad de construir un polo verdaderamente de izquierdas que pueda estar en condiciones de convertirse en referente político y social de los trabajadores catalanes.
Si bien reconocemos que en algunas materias se han suavizado algunas de las políticas más agresivas de la era convergente y ha habido una mayor sensibilidad hacia algunos problemas sociales (un enfoque más correcto hacia la inmigración, así como la aprobación de la Ley de Dependencia, por ejemplo, aunque sin fondos para aplicarla), en la práctica muchas de las decisiones tomadas no responden a las necesidades de los trabajadores, sino a los de la burguesía nacionalista de Catalunya: el nuevo Estatut, que no otorga mayores competencias al pueblo catalán sino a la burguesía catalana, y que fue aprobado ante la indiferencia general; la Ley de Educación, que perjudica gravemente a la escuela pública y protege a la escuela privada; las políticas continuistas y tolerantes con el reinado de corrupción y agresiones sociales de la época pujoliana; la aprobación de los mayores recortes sociales en la historia de la Cataluña autónoma, haciendo pagar a los trabajadores y los funcionarios las consecuencias de la crisis capitalista, enfrentándose además a las organizaciones sindicales; la ausencia de democratización de la vida política catalana y de los medios de comunicación autonómicos, bajo control absoluto de la burguesía convergente. ¿Se puede argumentar todavía que el gobierno “tripartit” o de “Entesa de Progrès” ha realizado políticas diferentes a las neoliberales?
Por otra parte, algunas candidaturas que pretenden recoger el voto de los sectores populares hastiados de la política de entrega practicada por la izquierda institucional, lejos de trabajar por unificar en términos políticos los intereses de la mayoría trabajadora, mantienen posiciones ultraizquierdistas y marginales, que contribuyen a la dispersión y son un freno para la reconstrucción de una izquierda unitaria y republicana que sirva a las necesidades de las clases trabajadoras. En definitiva, hoy ninguna fuerza política representa los intereses de los trabajadores y las capas populares de Catalunya y la única opción en esta contienda electoral es la del voto en blanco, un voto entendido como una llamada de reflexión hacia los sectores más conscientes, unitarios y de clase de la izquierda catalana
Desde el PCE (m-l) luchamos por la construcción de una izquierda que recupere su presencia en las organizaciones sociales y que no la hipoteque a cambio de un electoralismo vacío y sin principios: una izquierda que, con un programa claro de defensa del derecho de autodeterminación, de superación del capitalismo y de transformación social en el marco de la III República, pueda convertirse en el futuro en la alternativa política de los trabajadores en Cataluña. Por este motivo, hacemos un llamamiento a todas las fuerzas y gentes más conscientes y de clase dentro de las organizaciones de izquierda, para abrir juntos un proceso de reflexión, debate abierto y coordinación que permita establecer espacios comunes entre los diferentes sectores populares, las organizaciones sociales y el movimiento obrero, para avanzar en la reconstrucción de la izquierda unitaria y republicana que demandan los trabajadores catalanes.
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