Tecnología Terminator.
Una amenaza para la seguridad alimentaria mundial.
por Ricarda A. Steinbrecher y Pat Roy Mooney.
Con el último producto estrella de su tecnología, Monsanto desmiente su pretensión de acabar con el hambre en el mundo. Muy al contrario, esta tecnología amenaza con socavar las bases más profundas de la agricultura tradicional, esto es, la práctica de guardar semillas de una año para otro. Mas aún, este «cóctel genético» aumentará el riesgo de que nuevas toxinas y alérgenos se introduzcan en la cadena alimentaria.
En 1860, cinco años antes de que Abbé Gregor Mendel publicara su oscuro volumen sobre la genética de los guisantes, iniciando lo que se llamaría la mejora de plantas «moderna», un tal Major Hallett, F.L.S., de Brighton, estuvo advirtiendo a los agricultores y a los vendedores de semillas de que cualquier abuso en la utilización de sus semillas seleccionadas para cereales «sería tratado con severidad1». Pero sus semillas no podían patentarse y había poco que él pudiera hacer para evitar que los agricultores compraran sus variedades de trigo, las cultivaran, seleccionaran las mejores semillas para la siguiente temporada y desarrollaran sus propias variedades, especialmente adaptadas a los suelos, orografía y climatología locales.
No fue hasta 1908 que George Shull dio con lo que Major Hallett realmente quería, un arma biológica para evitar que los agricultores guardaran y desarrollaran sus propias semillas. Se llamó «hibridación», un maravilloso eufemismo que hizo pensar a los agricultores que cruzando dos plantas lejanamente emparentadas, podría crearse un «vigor híbrido» capaz de mejorar las cosechas, hasta el punto de hacer que la esterilidad de la semilla resultante -lo que significa que no puede ser replantada- fuera rentable económicamente2. Hoy en día, prácticamente cada espiga de maíz cultivada desde California a Kazajastán, es un híbrido controlado por una de las pocas multinacionales de semillas que dominan el mercado.
Exactamente 90 años después de la revelación de Shull, Monsanto, una de las mayores y más poderosas de esas compañías, está luchando por el control de la tecnología más importante en el monopolio de las semillas desde la aparición de los híbridos. Pero a diferencia de lo que ocurrió en 1860, esta forma de control de la vida puede ser patentada. El 3 de marzo, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y una poco conocida empresa de semillas de algodón, llamada Delta and Pine Land Company, adquirieron la patente estadounidense 5.723.765 o Sistema de Protección Tecnológica (TPS). A los pocos días, el resto del mundo conoció la TPS como Tecnología Terminator. Su objetivo declarado es introducir plantas que producirán semillas que se autodestruirán, esto es, semillas suicidas. La Tecnología Terminator expresa la idea central de la ingeniería genética en cultivos alimentarios y arroja luz sobre los grandes intereses que hay detrás de la campaña corporativa para el control y posesión de la vida.
La tecnología Terminator llega para acabar con el sufrimiento de las multinacionales que han sido incapaces de apartar a los agricultores de una tradición de 12.000 años de antiguedad guardando y mejorando semillas. Los agricultores compran la semilla una vez y después hacen su trabajo. El despacho de detectives Patents and Pinkerton ha sido contratado para impedir que los agricultores actúen de esta forma. Terminator sin embargo, proporciona una «patente» biológica incorporada mediante la manipulación de los genes. Las pequeñas comunidades agrícolas, especialmente las del Tercer Mundo, dependen de su propia reproducción de plantas, ya que ni las compañías ni los organismos oficiales muestran mucho interés o capacidad para desarrollar semillas o plantas adaptadas a las dificultades de su entorno. Los híbridos y la tecnología Terminator con sus semillas muertas, obligan a los agricultores a comprar semillas nuevas cada temporada. Terminator también impide la conservación de la biodiversidad agrícola que llevan a cabo estas comunidades. No hay nada que conservar. Es la «bomba de neutrones» de la agricultura.
Semillas híbridas.
Después del redescubrimiento de las Leyes de Mendel, en 1900, los productores de semillas con mentalidad monetaria, siguieron estrategias que obligarían a los agricultores a comprar nuevas semillas cada temporada, gastando un dinero que costó mucho ganar. Aunque el concepto de hibridación se desarrolló con George Shull en 1908, el primer maíz híbrido no fue comercializado hasta 1924 por Henry A. Wallace. Dos años más tarde, Wallace creó Pioneer Hi-Bred, la mayor compañía de semillas del mundo, y todavía controlada en gran medida por la misma familia. Wallace llegó a convertirse en Secretario de Agricultura de los Estados Unidos y finalmente (1941) en Vicepresidente de los Estados Unidos. Wallace convirtió su defensa apasionada de los híbridos en un indiscutible aunque no muy científico, «Auto de Fe», para argumentar que el «vigor híbrido» había convertido al maíz en el cultivo estrella que es hoy.
En oposición a esto, más recientemente, reputados científicos económicos y críticos como Jean-Pierre Berlan del INRA francés (Instituto Nacional de Investigación Agrícola), Richard C. Lewontin de Harvard, y Jack R. Kloppenburg de la Universidad de Wisconsin, han cuestionado esta idea, insistiendo en que si los programas convencionales de mejora del maíz hubieran tenido la misma inversión en investigación, habrían producido siempre mejores resultados que los híbridos. De acuerdo con estos críticos, la única ventaja de los híbridos reside en su rentabilidad para las compañías.
Cómo funcionan los híbridos.
Las semillas híbridas son la primera generación (conocidos como F1) descendiente de dos líneas parentales distintas, dentro de la misma especie. Las semillas incorporan y expresan la característica genética deseada de cada ascendiente, únicamente en la siguiente generación. Las semillas extraídas de una F1 híbrida pueden o bien ser estériles o, más comúnmente, no expresar las características genéticas deseadas que se encontraban en la F1. Los agricultores en los sistemas agrícolas industrializados, rara vez intentan replantar un híbrido, debido a que las cosechadoras y máquinas de procesado de alimentos exigen que la producción sea muy uniforme. Por otro lado, los agricultores pobres de países como Brasil, van a utilizar un F2 (segunda generación) de semillas híbridas, como una fuente de material de mejora para mezclar con sus variedades tradicionales. De esta manera, los hábiles mejoradores locales, en su mayoría mujeres, ya estén en Brasil, Burundi o Bangladesh, aíslan características genéticas útiles y las adaptan a su mercado local. Los cultivos híbridos más comunes son: maíz, algodón, girasol y sorgo.
Hasta hace poco, los cereales de grano pequeño como el arroz, trigo, cebada, avena, centeno y leguminosas como la soja, no respondían a esta hibridación comercial. Esto ya está cambiando. Las iniciativas públicas de mejora de semillas, dirigidas por gobiernos como el chino, e instituciones como la Fundación Rockefeller y la Universidad de Cornell, han desarrollado híbridos comerciales de arroz. Las multinacionales de semillas siguen avanzando. Más recientemente gigantes como Monsanto y Novartis se han desecho en elogios sobre las posibilidades del trigo híbrido de primera generación. Siendo el trigo el cultivo más extendido del planeta, conseguir el monopolio de su híbrido sería un chollo para las compañías de semillas3.
Tecnología Terminator: Un arma biológica contra los agricultores y la seguridad alimentaria.
Terminator no sólo asegura que los agricultores no puedan volver a plantar con éxito semillas de su cosecha, sino que además es la plataforma que utilizan las compañías para poder vender las características genéticas de su propiedad -genes patentados de tolerancia a los herbicidas o de resistencia a los insectos- y para tener a los agricultores enganchados a sus semillas y a la utilización de productos químicos. La tecnología Terminator es una garantía de que, incluso, los innovadores agricultores brasileños tendrán que comprar el acceso a esas características cada año.
El mercado objetivo de la Tecnología Terminator es explícitamente el de los agricultores del Sur. Así se refleja en los comunicados de la compañía presentando la patente, en los que Delta and Pine anuncia a bombo y platillo que su Sistema de Protección Tecnológica hará que para las empresas sea seguro económicamente vender sus variedades de alta tecnología en África, Asia y Latinoamérica. La compañía ha calculado incluso que 4 ó 5 millones de hectáreas serán plantadas con semillas Terminator en pocos años. Esta es una superficie de tierra casi igual al Sur de Asia. Aunque la Tecnología Terminator solamente se ha probado en algodón y tabaco, sus diseñadores están convencidos de que puede aplicarse a cualquier especie. Delta and Pine ha sugerido específicamente que los cultivadores de arroz y trigo de países como India, China y Pakistán son un mercado prioritario. Según la compañía, el valor de la Tecnología Terminator podría llegar hasta 4 dólares por hectárea en un mercado de élite como el de las plantas de jardín. La patente podría valer mil millones de dólares4.
-«La práctica secular de guardar semilla de una cosecha para otra es una gran desventaja para los agricultores del Tercer Mundo que inadvertidamente quedan atrapados en el uso de variedades obsoletas, al tomar el «camino fácil» y no plantar variedades nuevas más productivas»-. Dr. Harry B. Collins, Delta and Pine Land Co., Vicepresidente for Technology Transfer (12 de junio de 1998)5.
Cómo funciona la Tecnología Terminator.
La Tecnología Terminator es la principal aplicación de una patente genérica, para el «control de la expresión de los genes de las plantas». El Terminator es básicamente un mecanismo suicida genéticamente diseñado que se puede activar por un estímulo exterior específico. Como resultado las semillas de la siguiente generación se autodestruyen por autoenvenenamiento. El agente desencadenante más utilizado es el antibiótico tetraciclina aplicado a las semillas. La versión principal del Terminator consiste en un conjunto de 3 genes nuevos insertados dentro de una planta; otra versión reparte estos 2 ó 3 genes entre dos plantas que se cruzarían por polinización. El resultado final siempre es que la siguiente generación produce una semilla muerta.
La Tecnología Terminator es el Caballo de Troya para extender los cultivos de ingeniería genética en el Sur. A falta de reglamentaciones «efectivas» sobre patentes, las empresas pueden comercializar sus productos y forzar la constante recuperación de sus inversiones. A falta de una legislación adecuada en bioseguridad, puede persuadirse a los países de aceptar Terminator en la presunción de que esta tecnología es segura y de que las características transgénicas no pueden sobrevivir en una segunda generación, ni siquiera con polinización cruzada. Esta presunción carece de fundamento. Como ocurre siempre en ingeniería genética, los efectos directos e indirectos del Terminator son impredecibles y conllevan todos los riesgos inherentes de esta tecnología. El cóctel de genes de Terminator aumenta los riesgos de que nuevas toxinas y alérgenos aparezcan en nuestra comida y en el pienso para animales. Todavía más alarmante es la posibilidad de que los propios genes del Terminator contaminen la base genética agrícola de los cultivos vecinos y de la maleza y especies silvestres emparentados, poniendo en marcha una bomba de relojería. El silenciamiento del gen productor del veneno o un fallo en el mecanismo de activación del mismo posibilita dicha contaminación.
Entre un 15 y un 20% del abastecimiento mundial de alimentos, es producido por los agricultores pobres que guardan las semillas. Estos agricultores alimentan al menos a 1.400 millones de personas. Terminator «protege» a las compañías arriesgando la vida de la población. Ya que esta tecnología no tiene absolutamente ningún beneficio agronómico, no hay razón para arriesgar la seguridad alimentaria de los pobres jugando con la ingeniería genética en el campo. Tanto si sus consecuencias se producen a corto o largo plazo, Terminator es un arma biológica contra los agricultores y la seguridad alimentaria.
Terminator muestra otra cara oscura. Como un Caballo de Troya para otras características genéticas, puede usarse para activar o desactivar cualquier rasgo, al menos en teoría, esta tecnología apunta la posibilidad de un incremento de las enfermedades de los cultivos debido al movimiento de semillas. Estas enfermedades no tienen porqué aparecer inmediatamente, o no aparecer hasta ser activadas por condiciones o químicos específicos. Esta forma de guerra biológica contra la seguridad alimentaria y la economía de la población se está convirtiendo en un tema estrella en ambientes militares6.
Terminator conoce al «Monstruo».
Apenas dos meses después de que el «US Department of Agriculture» (USDA) y Delta and Pine Land anunciaran la concesión de la patente de Terminator, Monsanto compró la empresa. El anuncio del pago de 1.760 millones de dólares apareció el 11 de mayo, en el mismo momento en que se reunían en Bratislava las partes del Convenio de Biodiversidad. Terminator se abrió paso hasta los debates de la conferencia gracias a los comentarios de la prensa a las delegaciones. Por la noche, la delegación de EE.UU. que no había dicho una palabra ni siquiera cuando el USDA fue atacado por su relación con el Terminator, salió en defensa de Monsanto. Teniendo en cuenta que el antiguo personal de la Casa Blanca durante la administración Clinton, está en la nómina del grupo de presión de Monsanto y que Mickey Cantor, el Delegado de Comercio norteamericano en gran parte de la Ronda de Uruguay, está también en la dirección de Monsanto, no sorprende el celo de la delegación norteamericana.
La tecnología de semillas ha recorrido un largo camino desde 1860 y las pasiones de propietario de Major Hallett. Poco meses antes de que Major registrara su semilla seleccionada, la idea central en la exposición de un orador en la feria agrícola de Wisconsin advertía a los agricultores y científicos que desconfiaran de las nuevas tecnologías que alejaban a los agricultores de sus cultivos. Aunque lo que más le preocupaba era el uso del motor de vapor en la agricultura -no estaba en contra, sólo le preocupaba a qué intereses servía- el orador opinaba que la función de la tecnología agrícola era proporcionar una vida decente a los agricultores y alimentar a la población. La administración Clinton haría bien en seguir el consejo de A. Lincoln antes de permitir que Terminator esclavice hoy a los agricultores del mundo7.
Terminar con Terminator.
Las organizaciones sociales y los gobiernos pueden detener la tecnología Terminator. Existen recursos legales a través del derecho internacional y de los acuerdos intergubernamentales para prohibir esta tecnología. Estas son algunas de las posibilidades:
La patente del USDA/Delta está en fase de tramitación en todo el mundo. La patente puede y debe ser rechazada en base a que entra en conflicto con la moral pública. Terminator es una amenaza para la seguridad alimentaria y destructivo para la biodiversidad agrícola. En base a esto los gobiernos están totalmente legitimados a hacer uso, incluso del controvertido capítulo TRIPS de la OMC y acordar el rechazo de la patente; al hacer esto los gobiernos acordarían también (según la Organización Mundial del Comercio) el no permitir a nadie la explotación de esa tecnología en su territorio.
Debe presionarse a la USDA (con o sin EE.UU.) para que rechace la entrega de la patente a la compañía. De hecho la USDA (que sorprendió con el anuncio de la patente el 3 de marzo) debería pedir al Departamento de Patentes y Marcas Registradas de EE.UU que revisara la petición y determinara si ésta entra o no en conflicto con la moralidad pública.
Los más de 100 estados miembros del Convenio para la Prohibición del Desarrollo, Producción y Almacenamiento de Armas Tóxicas y Bacteriológicas y para su Destrucción (1972), deberían pedir la abolición de la Tecnología Terminator por ser una forma de guerra biológica económica que no sólo hace la guerra a las comunidades agrícolas, sino que puede ser manipulada para amenazar la seguridad alimentaria y destruir la economía de un país.
En su reunión de octubre de 1998, el Grupo de Consulta de Investigación Agrícola Internacional (CGIAR), la mayor red mundial de institutos públicos internacionales de mejora de plantas, debería haber anunciado su oposición al Terminator y su negativa a usarlo. (N de la T.: Efectivamente en su reunión del 26-30 de octubre en Washington el CGIAR concluyó que el Terminator es negativo para los agricultores pobres y para la biodiversidad agrícola, y conmina a no utilizar esta tecnología. Más información en
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]En su reunión de mayo de 1999, el Grupo de Trabajo en Ciencia y Tecnología del Convenio de Biodiversidad, debería presentar una resolución declarando que el Terminator es una amenaza para la biodiversidad agrícola y pedir su retirada. Semejante iniciativa reforzará los esfuerzos nacionales para prohibir la patente y la tecnología bajo los términos del Acuerdo Mundial de Comercio.
Dra. Ricarda A. Steinbrecher es bióloga y genetista. Coordinadora de la Campaña «Test Tube Harvest» de la organización Women's Environmental Network. Es Directora Científica de Genetics Forum, RU y Consejera en biotecnología para muchas ONGs.
Pat Roy Mooney ha trabajado más de 30 años con organismos sociales en temas de comercio internacional y desarrollo, relacionados con agricultura y biodiversidad y es autor de numerosos libros en la materia. Vive en Winnipeg, Canadá, donde es Director Ejecutivo de RAFI (Fundación Internacional para el Desarrollo Rural).
Referencias:
1Berlan, Jean-Pierre and Richard C. Lewontin, «Agricultural Genetics and Sterifix Breeding» (1998). Manuscrito sin publicar, páginas 5 y 6.
2Lewontin, Richard C., y Berlan, Jean-Pierre, «The Political Economy of Agricultural Research: The case of Hybrid Corn» capítulo 23, página 625 en Carroll, Ronald, C., Vandermeer, John H., y Rossett, Peter, Agroecology, Mc Graw-Hill Publishing Co.
3Para más información sobre el nuevo impulso a los híbridos de cereales, ver el comunicado de RAFI «Seed Industry Consolidation - 1988: Who Owns Whom?» (julio/agosto, 1988) en la página web de RAFI:
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] 4Freiburg, Bill, «Is Delta and Pine Land's Terminator Gene a Billion Dollar Discover?» en Seeds and Crop Digest, mayo-junio 1998.
5Collins, Harry B: «New Technologies and Modernizing World Agriculture», un documento sin publicar distribuido por el Dr. Collins en un debate sobre el Terminator que tuvo lugar el 12 de octubre de 1998 durante la reunión de la Comisión de Recursos Genéticos en Alimentación y Agricultura de la FAO (Roma).
6Gracias a la legislación de Acceso a la Información aplicada al Ejército de EE UU, RAFI recibió recientemente información de un seminario militar titulado «Biotechnology Workshop 20/20» (29-30 mayo 1996) que tuvo lugar en el Army War College. El documento esboza un amplio abanico de usos militares de la biotecnología, que en opinión de los autores serían factibles hacia el año 2020.
7Abraham Lincoln, «Annual Address by Hon. Abram Lincoln of Illinois delivered at Milwaukee, Sept. 30, 1859», pág. 287-299 en Transactions of the Wisconsin State Agricultural Society, Carpanter and Hyer (Madison) 1860.
Cuadro 1.
En una planta Terminator, se insertan 3 genes, cada uno con un interruptor regulador asociado llamado un «promotor». Al activarse uno de estos genes se produce una proteína llamada recombinasa, que actúa como una tijera molecular [figura 1b]. La recombinasa corta un «espaciador» que hay entre el gen productor de la toxina [figura 1a] y su promotor. Mientras está el «espaciador» actúa como un seguro para impedir que el gen de la toxina se active.
Un tercer gen ha sido diseñado para producir «un represor» [figura 1c], que evita que el gen de la recombinasa se desactive hasta que la planta, manipulada con la Tecnología Terminator, sea expuesta a un estímulo exterior específico, tal como un compuesto químico concreto, un choque térmico o un choque osmótico. Cuando el estímulo elegido se aplica a la semilla antes de su venta, se interrumpe el funcionamiento del represor. Por lo tanto como no hay represión, el gen de la recombinasa se activa. La recombinasa que se produce elimina el sistema de seguridad del espaciador. Puesto que el promotor ha sido elegido para ser activado en las últimas etapas de maduración de la semilla, será sólo entonces cuando se iniciará la producción del veneno que mata la semilla.
Los genes más usados en la Tecnología Terminator son:
Gen de la toxina
gen R.I.P. (Proteína Inhibidora del ribosoma)
Promotor
promotor L.E.A. (abundante durante el desarrollo embrionario tardío)
Espaciador
fragmento de ADN flanqueado por secuencias de reconocimiento LOX
Gen de la recombinasa
CRE/LOX, sistema de un bacteriófago (virus que atacan las bacterias)
Promotor
un promotor que pueda ser reprimido
Gen represor
sistema reprimible con tetraciclina (Tn 10 tet)
Cuadro 2.
El «silenciador de los genes» se descubrió a principios de los 90, cuando en un campo de 10.000 petunias manipuladas genéticamente para portar un gen que diera a la flor un rojo uniforme, muchas de las plantas dieron flores blancas y rosas1. Las plantas son capaces de desactivar genes y sus promotores si los reconoce como intrusos o como duplicados de su propio ADN2. Además los genes que han sido desactivados, pueden volver a activarse generaciones más tarde. El promotor LEA, utilizado para regular el gen de la toxina del Terminator, es muy común entre las plantas y muestra semejanzas significativas con muchas especies, una vez introducido en la planta, esta puede desactivarlo. Nadie puede decir si esto ocurrirá durante la producción comercial de estas plantas. Las semillas de estas plantas serán finalmente tratadas con tetraciclina, la secuencia de bloqueo [figura 1a] se interrumpirá pero no se produce ninguna toxina al final del ciclo vital de la planta. El polen conteniendo el gen de la toxina, latente pero funcional, podría extenderse hasta los campos de cultivo vecinos y bosques.
Otro escenario probable es que algunas plantas no reaccionen al tratamiento con tetraciclina. Considerando la enorme cantidad de antibiótico que es necesaria para impregnar millones de semillas. ¿Quién va a comprobar que todas las semillas han absorbido el químico, cuando es necesario que pase una generación, para que se vean los resultados?. De nuevo el polen se dispersará con todos esos genes nuevos. Si abajo en la cadena, el represor pasa a una planta, pero la toxina y la recombinasa pasan a la otra, todas las semillas producidas por la segunda planta se suicidarán. Incluso si los tres genes permanecen juntos, podría ocurrir que otros productos químicos tuvieran el mismo efecto que la tetraciclina.
Referencias:
1Ver Steinbecher, R. A., 1996. «From Green to Gene Evolution», The Ecologist, volumen 26, número 6, páginas 273-281. Traducido al castellano y publicado por GAIA número 13, 1998.
2Kumpatla, S. P. y otros, 1998. «Genome intruder scanning and modulation systems and transgene silencing», Trends in Plant Science, 3(3), página 97-104.
Cuadro 3.
Tetraciclina.
La tetraciclina es un antibiótico de amplio espectro. Se usa en medicina para matar a las bacterias, pero también puede afectar a los seres humanos si se utiliza incorrectamente. El suelo está lleno de microorganismos vitales, incluidas las bacterias, de las que depende la salud de las plantas. Mientras que las plantas normalmente crecerán en estrecha relación con los organismos del suelo, las semillas impregnadas con tetraciclina crearán una zona muerta alrededor de ellas, destruyendo el delicado equilibrio de la red microbiana del suelo. En consecuencia, los agricultores tendrán que recurrir a los productos químicos para proteger sus cultivos de enfermedades y aplicar fertilizantes para que crezcan. Terminator no sólo reducirá la biodiversidad, también destruirá el suelo.