Hubo muchos factores que determinaron la disolución de la URSS.
En primer lugar, el Partido Comunista estaba dirigido por una serie de elementos oportunistas y reaccionarios que, ayudados por las potencias de la OTAN consiguieron la destrucción total de la Unión Soviética. La demostración puede leerse a continuación:
Margaret Thatcher (1991): “la URSS supone una amenaza para Occidente por su economía planificada”
Discurso de Margaret Thatcher en Houston, en 1991 en el que confiesa la fortaleza de la economía de la URSS y explica cómo se preparó desde Occidente su desmoronamiento:
La URSS es un país que supone una seria amenaza para el mundo occidental. No me estoy refiriendo a la amenaza militar, en realidad ésta no existía. Nuestros países están lo suficientemente bien armados, incluyendo el armamento nuclear.
Estoy hablando de la amenaza económica. Gracias a la economía planificada y a esa particular combinación de estímulos morales y materiales,
La Unión Soviética logró alcanzar altos indicadores económicos.
El porcentaje de crecimiento de su Producto Nacional Bruto es prácticamente el doble que en nuestros países.Si añadimos a esto los enormes recursos naturales de los que dispone la Unión, con una gestión racional de la economía, son más que reales las posibilidades que tiene de expulsarnos del mercado mundial.
[...]
Por eso siempre hemos adoptado medidas encaminadas a debilitar la economía de la Unión Soviética y a crear allí dificultades económicas, donde el papel principal lo jugó la carrera de armamentos.
Un lugar importante en nuestra política era la toma en consideración de las flaquezas de la constitución de la URSS. En el plano formal, ésta preveía la salida inmediata de la URSS por cualquier república que así lo desease, mediante la decisión de su Soviet Supremo y por mayoría simple.
Cierto que la realización de ese derecho era prácticamente irrealizable debido al papel cimentador del Partido Comunista y de los órganos de seguridad. Y a pesar de todo, en esta particularidad constitucional, teníamos potenciales posibilidades para nuestra política.
Por desgracia y pese a todos nuestros esfuerzos, durante largo tiempo la situación política en la URSS siguió siendo estable durante un largo periodo de tiempo. Teníamos una situación complicada, sin embargo al poco tiempo nos llegó una información sobre el pronto fallecimiento del líder soviético soviético y la posibilidad de la llegada al poder, con nuestra ayuda, de una persona gracias a la cual podríamos realizar nuestras intenciones en esta esfera.
Esa era la valoración de mis expertos. Siempre propicié la formación de un grupo cualificado de expertos sobre la Unión Soviética y cuando la situación lo requería fomentaba la emigración de la URSS de los especialistas necesarios.
Esa persona era Mijaíl Gorbachov, a quien nuestros expertos calificaban como una persona imprudente, sugestionable y muy ambiciosa. Él tenía buenas relaciones con la mayoría de la élite política soviética, y por eso su llegada al poder, con nuestra ayuda, fue posible.
La actividad del frente popular no requería de grandes inversiones: hablamos de gastos en multicopistas y de respaldar económicamente a funcionarios Sin embargo lo que requería fondos considerables era el apoyo a las prolongadas huelgas de mineros. Grandes debates entre los exportes levantaba la cuestión sobre la candidatura de Borís Yeltsin en calidad de líder de ese frente popular con la perspectiva de su consiguiente elección al Soviet Supremo de la Federación de Rusia, en contrapeso al liderazgo de Gorbachov.
La mayoría de los expertos se pronunciaban en contra de la candidatura de Yeltsin, debido a las particularidades de su carácter y a su pasado.
Sin embargo se produjeron los contactos correspondientes, los acuerdos y la decisión de forzar la candidatura de Yeltsin, fue la que definitivamente se adoptó. Aunque con gran dificultad, Yeltsin salió elegido Presidente del Soviet Supremo de Rusia y acto seguido se adoptó la declaración de soberanía de Rusia.
La cuestión era ¿de quién?, si la URSS fue en su día creada en torno a Rusia. No se entiende.
Ese fue sin duda el comienzo de la desintegración de la URSS. A Yeltsin se le prestó una ayuda determinante durante los sucesos de agosto de 1991, cuando la cúpula que gobernaba la URSS bloqueó a Gorbachov, e intentó restablecer la integridad de la URSS.. Los partidarios de Yeltsin resistieron, y éste adquirió un poder real, significativo, aunque no total, sobre los órganos de seguridad
Todas las repúblicas de la Unión, aprovecharon la coyuntura para declarar su soberanía, aunque algunas lo hicieran de un modo un tanto sui géneris sin descartar su permanencia dentro de la Unión. De modo que ya se ha producido de facto la disolución de la Unión Soviética, aunque de jure, continúa existiendo. Pero les aseguro, que en los próximos meses recibirán la noticia de la formulación jurídica de la disolución de la Unión Soviética.
También ha de tenerse en cuenta el factor ideológico, ya que la deriva revisionista del PCUS durante los años cincuenta favoreció la destrucción del Estado obrero, con todo lo que ello significaba, es decir, la dictadura del proletariado dio paso a la dictadura de los miembros de la nomenklatura. Kruschev lo explicó así en un encuentro con intelectuales, entre los que se encontraba el director de cine Mikhail Romm:
“Desde luego, todos nosotros os hemos escuchado, y hemos hablado con vosotros. Pero, ¿Quién decidirá? En nuestro país decide el pueblo. Y, ¿Qué es el pueblo? Es el Partido. Y, ¿Quién es el Partido? Pues nosotros. Nosotros somos el Partido.
Esto significa que nosotros decidiremos. Yo decidiré.
¿Comprendido?"
La guerra armamentística también jugó un papel fundamental, ya que la URSS salió muy desfavorecida económicamente por el ritmo que Reagan impuso a ésta. Esto fue uno de los factores que destrozaron la economía soviética y que facilitó la destrucción del tejido empresarial estatal -entre otras cosas-.
Aquí dejo un artículo de El País de 1982, muy interesante:
No falta nada en el nuevo presupuesto militar norteamericano: nuevos misiles MX, nuevos superbombarderos B-1, bomba de neutrones, nuevos submarinos y portaviones y toda una quincallería auxiliar que incluye sofisticados aviones de caza, helicópteros, tanques y posibles armas químicas que, dicho sea de paso, los soviéticos estarían ya experimentando en Camboya y Afganistán, con la denominada lluvia amarilla de gases paralizantes.El argumento político para justificar la carta blanca con que cuenta el Pentágono para reforzar su potencial es que los soviéticos han incrementado espectacularmente su poderío militar en las dos últimas décadas, obteniendo incluso superioridad frente a Estados Unidos en ciertos sectores (tanques, misiles de alcance medio y tropas convencionales preparadas para el combate, estacionadas en las fronteras de Europa occidental).
Trillón y medio de dólares
En 1982, EE UU gastará unos 200.000 millones de dólares (cerca de veinte billones de pesetas) en el sector de la defensa. Para el presupuesto de 1983 -que Reagan presentará al Congreso el próximo 8 de febrero- se incluirá un capítulo de 245.000 millones de dólares. En total, una, escalada del 15%. "Del 7%, en términos reales, teniendo en cuenta la inflación", corrigen los estrategas del Pentágono. En cinco años, de 1981 a 1986, EE UU destinará 1,5 trillones de dólares a armamento.
Bomba de neutrones
Pero la mayor parte del arsenal aprobado por Reagan durante su primer año demandato existía ya sobre el despacho oval de la Casa Blanca cuando todavía estaba ocupado por Jimmy Carter. Reagan se limitó a seguir la corriente marcada por el Pentágono, y decidió, en octubre de 1981, fabricar cien misiles intercontinentales del modelo MX, cada uno equipado con diez cabezas múltiples nucleares, junto con otros cien aviones superbombarderos B-1.
Ronald Reagan decidió también, en agosto de 1981, comenzar la fabricación de la polémica bomba de neutrones, destinada a lo que los norteamericanos llaman el escenario europeo, para detener una eventual invasión de tanques soviéticos sobre Europa occidental. Decisión controvertida, que creó disputas en el interior mismo del equipo Reagan ante el impulso de los militaristas del Departamento de Defensa, que dirige Caspar Weinberger, y los deseos de aplazar la decisión, que defendió el secretario de Estado, Haig.
También presionó Washington para que los países europeos de la OTAN ratificaran la decisión tomada en diciembre de 1979 (una vez más, en época de la Administración Carter) de instalar en la República Federal de Alemania, el Reino Unido, Italia, Bélgica y Holanda 572 misiles de alcance medio, Pershing II y Cruise.
Todo ello llenó el vaso que desbordó a los movimientos pacifistas europeos, manipulados por el oso desde el punto de vista de Washington, que desplegaron manifestaciones multitudinarias la carrera de armamentos.
Corriente que incluso contagió a miles de ciudadanos norteamericanos, quienes, apoyados por la Iglesia, comenzaron a denunciar en el interior de Estados Unidos los riesgos de una guerra nuclear, en manifestaciones nunca vistas desde la época de la guerra de Vietnam.
'Opción cero'
Una vez más, la habilidad política de Reagan, demostrada en varias ocasiones a lo largo de su primer ano de mandato, dio un vuelco a la tendencia, desarmando o, cuando menos, limitando el fenómeno pacifista. Lo logró al pronunciar, el pasado 17 de noviembre, un importante discurso de política exterior, donde planteó la denominada opción cero a los soviéticos. "Que la URSS desmonte sus misiles SS-20, y nosotros renunciaremos a la instalación de nuevos misiles de alcance medio".
Sobre estas premisas, rechazadas por la URSS porque no incluyen el potencial nuclear existente ya sobre territorio europeo y en los submarinos equipados con misiles, soviéticos y norteamericanos iniciaron el 30 de noviembre, en Ginebra, unas negociaciones para una reducción de armas nucleares en Europa. Conversaciones que continúan con el máximo secreto y pendientes de la espada de Damocles que los avatares de la política internacional -como, por ejemplo, Polonia- quieran darle en un futuro más o menos próximo.
Negociaciones START
De la marcha de las actuales negociaciones de Ginebra depende el renacimiento de las negociaciones SALT, rebautizadas START. Entre tanto, EE UU, por si acaso, continúa modernizando su arsenal a marchas forzadas bajo la batuta del presidente Ronald Reagan, que parece carecer de un no para todo lo que le pide el Pentágono.
Incluye también múltiples mejoras para la tropa de élite del Rapid Deployment Force, de nuevo creado por Carter y en vías de mejora con Reagan, cuya misión consiste en poder desplazar a 200.000 hombres y material bélico a cualquier parte del globo "donde peligren los intereses vitales de EE UU".
Orientada sobre todo a defender un eventual ataque a la zona de los pozos de petróleo del golfo Pérsico, la eficacia de las tropas norteamericanas dependerá del apoyo logístico que puedan encontrar en bases de países aliados en la OTAN o fuera de ella.
En una época de crisis económica, con casi nueve millones de personas en paro en EE UU, el Ejército, basado en voluntarios, es la única organización pública en EE UU que anuncia en la televisión puestos de trabajo. Reagan mejoró sensiblemente los salarios.
En fin, hay muchos, muchísimos factores a tener en cuenta. Pero esto son cosas básicas, de manual.