¿Cuántos ejemplos necesitan para aprender lo que nunca les van a enseñar en ninguna universidad, es decir, que ideología y ciencia no es que las mezcle nadie sino que siempre han estado mezcladas? ¿De qué fechas quieren las mezclas? Las prefieren viejas o nuevas? ¿Del siglo XIII o del año pasado? A ver si les vale con este caso:
Durante un congreso de Ciencias Naturales celebrado en Muchich en 1877 estalló una ruidosa polémica entre Virchow y Haeckel. Los que han leído a Engels conocen por encima quienes eran Virchow y Haeckel, sobre el que les recomiendo una lectura interesante:
Adriá Casino: Haeckel, zoólogo enamorado, Mundo Científico, número 241, febrero de 2003, páginas 68 y 69.
Virchow era médico, divulgador de la teoría celular y dirigente del partido liberal (esta parte es la que pocos conocen). El biólogo Haeckel fue un conocido defensor de Darwin y del evolucionismo, un personaje muy querido por el movimiento obrero alemán y europeo, de los anarquistas y de la II Internacional entre otros motivos por su defensa del evolucionismo y porque era ateo (como ocurre ahora con Dawkins). Pero el amor no era correspondido porque políticamente Haeckel era un reaccionario, un racista defensor de Bismarck.
Aquella polémica de 1877 (de la que habló Engels) trató sobre un tema muy interesante: no exactamente sobre la teoría de la evolución en sí misma, cuanto sobre su enseñanza. Lo digo porque a los listillos aún no les han enseñado en sus universidades que una determinada enseñanza de cualquier teoría científica condiciona lo que esa teoría científica es y, por lo tanto, lo que la gente cree que es, es decir, que les abre los ojos a los incautos que se imaginan que la ciencia es aquel conocimiento cuya difusión se imparte en las aulas y olvidan que es el Estado quien impone los planes de estudio, es decir, lo que se aprende. Lo que es ciencia y lo que no lo decide el Estado (y aún hay quien no se entera).
En aquel congreso Virchow advertió del riesgo que suponía para la subsistencia del capitalismo en Alemania la difusión del evolucionismo, cuyas conclusiones él juzgaba favorables al movimiento obrero. Difundir el evolucionismo era trabajar a favor del socialismo, dijo Virchow. Según el médico-político, el evolucionismo conduciría a la revolución, a un baño de sangre, a la lucha de clases. Consecuente con ello, propuso limitar la enseñanza de las ciencias con estas palabras:
"¡Figúrense ustedes qué carácter toma ahora esta teoría [la de la evolución] en la cabeza de un socialista! Si, señores, esto a muchos quizá les parezca ridículo, pero es muy serio y espero que la citada teoría a nosotros en nuestra patria, no nos traiga todos los horrores que verdaderamente han provocado en Francia teorías análogas"
(Herbert Wendt: Tras las huellas de Adán. La novela del origen del hombre, Editorial Noguer, 1973, página 283)
En aquella época en boca de la burguesía alemana la revolución francesa era como hoy la revolución rusa o el stalinismo: purgas, gulag, represión, baño de sangre. No veían otra cosa y siguen igual.
Pues bien, ya sabemos lo que pasa cuando se divulgan malas teorías (políticas o científicas), como las revolucionarias: están en el origen de peores prácticas. De ahí que lo mejor sea impedir la difusión de malas teorías desde que los niños ingresan en las escuelas.
La intervención de Virchow en el Congreso de Ciencias Naturales de Munich fue apludida por los enemigos de la ciencia (o sea, de la teoría de la evolución).
Pero Haeckel tenía otro punto de vista que, no obstante, conducía al mismo puerto desde el punto de vista de clase: en la teoría de la evolución -decía Haeckel- lo importante no era tanto la evolución como su mecanismo, la selección natural, que beneficia al más fuerte, y ese no era el proletariado sino la burguesía. La teoría de la selección natural, sostenía Haeckel, protege a la burguesía de los intentos igualitaristas del proletariado. La burguesía no sólo era la clase dominante sino que lo seguiría siendo en el futuro porque había sido seleccionada para ello por la naturaleza.
Luego la polémica pasó del medio científico al medio mediático. Entonces como ahora la prensa también era falsimedia: no basta con engañar en las aulas a los universitarios para impedir la divulgación de teorías (científicas y políticas) perversas; hay que llegar al gran público con las buenas teorías.
Sólo dos días después de aquella sesión del Congreso de Munich se produjo un violento atentado contra el Kaiser y el periódico de Berlín "Kreuzzeitung" acusó a Haeckel y a los evolucionistas de ser los instigadores de la acción. Aquel atentado era la prueba evidente del daño que causaban las teorías evolucionistas y socialistas en el intelecto de las masas ignorantes. Haeckel tuvo que disculpar lo obvio: la teoría de la evolución nada tenía que ver con aquel atentado. Luego se comprobó que los anarquistas autores del mismo jamás habían oído hablar de la teoría de la evolución, pero a nadie importaba ya aquel pequeño detalle. La disputa se acabó decidiendo a favor de Virchow. En Alemania de la teoría de evolución fue ilegalizada y los socialistas inmediatamente después.
Pero eso ya lo había avisado Engels bastantes años antes: “Si la reacción triunfa en Alemania -escribió- los darwinistas serán, después de los socialistas, sus primeras víctimas” (Engels: Cartas sobre las ciencias de la naturaleza y las matemáticas, Anagrama, 1975, página 96). Una teoría científica (la evolución) iba de la mano de una teoría política (el socialismo científico). La burguesía lo sabía; nosotros aún no nos hemos enterado. En la universidad sólo nos enseñan aquello que a ellos les da la gana enseñarnos; lo demás se lo quedan para ellos, que son los listos. Así nos luce el pelo.