NAVARRO VALLS DESCORRE EL VELO[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]Singulares son las revelaciones que hace sobre
Juan Pablo II y el entonces máximo líder soviético Mijail Gorbachov, a quien el
Papa envió una carta en un viaje que el secretario de Estado, Agostino Casaroli
(Navarro Valls lo acompañó), hizo a Moscú. El Pontífice le “había escrito una
larga carta privada, acompañada de un memorando de temas, para entregar
personalmente, si era posible”. No había relaciones diplomáticas entre la Santa
Sede y la URSS, y la delegación vaticana viajaba para asistir a las
celebraciones del Millenium cristiano en Rusia.
Resumamos: Gorbachov los recibe acompañado de su
canciller Eduard Shevardnadze y, según recuerda Navarro Valls, le dijo al
prelado:
“Señor cardenal, a mí me bautizaron de pequeño.
Imagínese que por entonces en mi casa había un ícono de la Virgen. Y encima,
naturalmente, una fotografía de Lenin”.
Al recibir la carta, fuera de todo protocolo,
Gorbachov la leyó ahí mismo (“Casaroli apenas lograba disimular su estupor”,
escribe el ex vocero). Gorbachov les dijo: “Hagan saber al Papa de Roma que
responderé personalmente a esta importantísima carta”.
No sólo llegó la respuesta personal de siete
páginas con citas a las encíclicas de Juan Pablo II sino el anuncio de una
visita del remitente al Vaticano, la que muchos vieron, comenta el autor, “como
el acontecimiento del siglo”. Esta se concretó el 1º de diciembre de 1989; la
conversación entre ambos duró hora y media, y a su término el Papa le dijo a
Gorbachov que quería saludar a Raisa. Fue él mismo quien se dirigió a la puerta
para llamar a su mujer, a quien le manifestó: “Raisa, te presento al Papa de
Roma: la más alta autoridad moral de la tierra… que es también eslavo como
nosotros”.
Aquella misma noche, durante la comida, el Papa
le comentó a Navarro Valls: “Es un hombre de principios”, y el vocero “con gran
curiosidad” le preguntó qué significaba ser de principios: “Es una persona que
cree en sus valores hasta el punto de estar dispuesta a aceptar todas las
consecuencias que se derivan de ellos, aunque puedan serle desagradables o no
resultarle útiles”, le explicó Juan Pablo II.
Dos años después, en 1991, un golpe de Estado
tuvo a Gorbachov prisionero en su dacha de Crimea. Según informaciones
soviéticas, sólo estaba “enfermo”. Finalmente regresó a Moscú donde recibió un
mensaje personal de Juan Pablo II. Al día siguiente él renunciaba como
secretario general del Partido Comunista soviético pero mantenía la Presidencia
del Estado.
Con razón Navarro Valls enfatiza que desde el
encuentro entre el Papa y Gorbachov “poco a poco el siglo XX acabaría su tiempo,
dejando como legado un mundo distinto, más libre para proyectar su
futuro”.■■■■■
Lillian CalmTemas.cl02/06/2010