Un trozito sacado de EL LABERINTO ESPAÑOL, GERARD BRENAN:
Como no hay pequeñas explotaciones en que puedan trabajar, ni parcelación, y ni
siquiera disponen de un pequeño cuadro de huerta junto a sus casas, por no hablar ya del socorro por
parte del Estado o de la Iglesia, morirían realmente de hambre en ese tiempo, de no ser por el crédito que les abren las tiendas. Con todo y eso, viven en un estado de desnutrición crónica, y los fallecimientos
por tal causa, que alcanzan altas cifras en toda la península, son aquí todavía más frecuentes. No es
posible, ni siquiera en España, sostener una familia con 600 o 1 000 pesetas al año, sin los recursos que
como en nuestro campo, proporciona una pequeña parcela o huerto.
No he dado, hasta aquí, las cifras más bajas de jornales. En cortijos distantes y en los villorrios de
montaña, estos bajaban hasta 2,25 pesetas diarias para los hombres y de 1,10 a 1,25 para las mujeres
[20] En lugares apartados no se observaba la jornada de 8 horas. Los periodos de paro duraban a
menudo más de 5 ó 6 meses, especialmente en épocas de seguía o de tiempo húmedo, y aquellos contra
quienes los terratenientes tenían ojeriza no conseguían trabajar más que durante la recolección1. En 1930
había en Andalucía más de 200 000 jornaleros desempleados durante la mayor parte del año, y después
de 1930 esta cifra se elevó rápidamente.
Allí duermen, en ocasiones hasta un centenar, juntamente hombres y mujeres, en el suelo de
una gran pieza llamada la «gañanía», con un hogar al fondo. El amo les aporta la comida, la cual, excepto
en la época de siega, en que se le añaden judías, consiste exclusivamente en «gazpacho», una especie de
sopa de aceite, vinagre y agua, con pan flotando por encima. El gazpacho se toma caliente para
desayuno, frío a mediodía y caliente otra vez por la noche. A veces, a esta dieta de pan de maíz y aceite,
se añaden patatas y ajo. Cuando es el amo el que proporciona la comida, los jornales rara vez suben de
1,50 pesetas, por cuya cantidad hay que trabajar una jornada de doce horas, con descansos. Tales
condiciones de vida en la baja Andalucía, descritas por primera vez por Blasco Ibáñez en La bodega, y
más tarde por Marvaud y otros investigadores, no han cambiado de modo apreciable; de ello puedo dar
testimonio por mi experiencia personal.
En cuanto a la vivienda, gran número de estas familias no disponen de otro mobiliario que una olla, y
comen su comida en el suelo, como los animales. Pero será mejor dejarle la palabra a Dobby, cuya
objetividad resulta evidente para cualquiera que haya leído sus monografías:
«Recuerdo un incidente sobrevenido durante la visita (en 1935) a una granja experimental dedicada a la
cría de cerdos en una zona escondida de Andalucía. Destacaba en la oscuridad, a un extremo del edificio,
el resplandor de un fuego. Me acerqué allá y encontré a toda una familia de labriegos en cuclillas en tomo
a un hogar alimentado con ramas verdes que despedían tan espeso humo que apenas se podía respirar.
Aquella maloliente inmundicia contrastaba con las bien fregadas pocilgas que acababa de ver. A mis
preguntas contestó una mujer vieja:
«Sí, aquí vivimos. Peor que los cerdos» A lo cual el propietario, que me acompañaba, repuso indignado:
«Estáis debajo de techado. ¿Qué más queréis?»
Jornales como estos y condiciones tales de vida parecen hoy día cosa increíble. Desde luego, son únicos
en Europa [22] Y sin embargo, los arrendatarios, exprimidos por las altas rentas, los impuestos, y la baja
de los precios no pueden permitirse el pagar más. Desde 1850, y sin duda desde mucho antes, se ha
dado una verdadera competición entre propietarios y braceros; los primeros, buscando el modo de pagar
lo menos posible en jornales; los obreros, trabajando lo menos posible a su vez. Y sin embargo, los
obreros andaluces, cuando se les da la oportunidad, son los trabajadores manuales más duros, y al
mismo tiempo los más diestros de toda España. Después de todo, muchos de ellos descienden de los
«industriosos moros» de que hablan los libros de historia, y que, en general, no era de Marruecos de
donde venían [23] Pero habiendo como hay tantos de sus camaradas sin ocupación, es un punto de
honor para ellos el trabajar lo menos posible. Y además, que se dan bien clara cuenta de hasta qué punto
se les explota.
-------------------
Estas condiciones vienen dadas desde la "Reconquista", así que imaginate si los andaluces estaban mal en el siglo pasado, ¿cómo estarían en el XVI?
Por no hablar del tema de la persecución y genocidio, inquisidores, etc.
A ver si los negros han pasado por tantos siglos de miseria como el pueblo andaluz.
Última edición por frostys el Sáb Abr 16, 2011 10:09 pm, editado 1 vez