El PCE y el retorno del ''leninismo''
Por Javier Parra
En 1977, durante un viaje a EEUU, el ex-Secretario General del Partido Comunista de España Santiago Carrillo anunciaba que el PCE abandonaría el “leninismo” debido a que – según argumentaba – éste “ya no podía considerarse el marxismo de nuestra época”. El anuncio lo hizo desde las mismas entrañas del monstruo, donde había ido a recibir indicaciones y a ser bendecido por quienes estaban tutelando y dirigiendo la llamada “Transición” en España.
Para situar al lector en el contexto histórico me remitiré a un artículo publicado por EL PAIS EL 17 de Septiembre de 1977 en el que se afirmaban cosas como que “se pone de relieve el deshielo que parece haberse iniciado en los últimos tiempos entre la Administración estadounidense y el Partido Comunista de España. Se recuerda los contactos habidos en Madrid, en la última semana del pasado mes de julio, entre funcionarios de la embajada norteamericana en la capital de España”, y se citaba un informe del gobierno de EEUU que señalaba que ”el PCE aparece como el partido comunista europeo más independiente de Moscú”. Sobre el “eurocomunismo”, en dicho informe se señalaba que “la llegada al poder de los comunistas europeos no constituiría una catástrofe para Estados Unidos”.
Meses después, durante el IX Congreso, el PCE debatiría la cuestión del abandono de las tesis leninistas. Frente al “carrillismo”, un sector del Partido liderado por Francisco Frutos defendería mantener el leninismo “como garantía de la continuidad revolucionaria”, aunque finalmente el término y las tesis fueron abandonadas. Entró entonces el Partido en un periodo de descomposición y guerras internas que encadenarían sucesivas crisis a lo largo de años posteriores, así como el debilitamiento paulatino de sus estructuras orgánicas. Un debilitamiento que, a pesar algunas luces y éxitos sociales y electorales posteriores, continuaría hasta el XVII Congreso del PCE en 2005, donde el Partido decidiría por fin recuperar de nuevo sus competencias y poner rumbo a su Reconstrucción plena como organización comunista y como Partido con todas sus funciones (excepto la electoral).
Desde entonces, el Partido ha ido poco a poco recuperando mucho de lo perdido – que fue casi todo – y numerosas agrupaciones locales, algunas federaciones y los jóvenes comunistas han puesto rumbo decidido a la recuperación del Gran Partido. Evidentemente, la tarea que queda por delante es titánica, pero al mismo tiempo es ineludible y apasionante.
Además, se dan varias circunstancias que están acompañando al proceso. Por un lado la incorporación al Partido de una generación de jóvenes que empezó su labor formativa y organizativa interna allá por 2005, a los que se une una nueva “hornada” de aún más jóvenes que acuden a la llamada de las banderas rojas en un entorno tan hostil y de conflictividad social como el que vivimos. Por otro lado, estamos asistiendo a la mayor crisis del capitalismo a lo largo de su historia, lo que está provocando una auténtica explosión en la conciencia de millones de personas y la recuperación, no solo del marxismo como herramienta teórica, sino la organización como herramienta práctica para enfrentar y transformar un sistema económico y político.
Además, el colapso sistémico es el escenario perfecto en el que demostrar que no caben reformas del capitalismo, sino la ruptura con él, su transformación, su destrucción si se quiere. Y en ese escenario el proceso interno que probablemente viva el Partido Comunista de España le lleve a recuperar conceptos y tesis que ciertos individuos hicieron creer al pueblo y a los trabajadores que estaban obsoletos y eran ya cosa del pasado.
Quizá no sea en unos meses durante el XIX Congreso del PCE, o quizá sí ¿quién sabe?. Pero lo que es seguro es que a más tardar en 2017 – en teoría año del XX Congreso – muchos se desayunarán con la noticia nada sorpresiva de que el Partido Comunista de España ha vuelto a definirse “leninista”.