Para que la mujer y el hombre sean libres
La absolución de trece imputados el 12 de diciembre, en la causa por el secuestro y promoción de la prostitución de Marita Verón hace diez años en Tucumán, ha generado una ola -entendible- de indignación en toda la sociedad argentina. Todos, hasta los más recalcitrantes propagandistas del way of life burgués, han condenado con energía este fallo de la Cámara II de Tucumán. Inmediatamente, Susana Trimarco, infatigable luchadora por la causa de su hija Marita y de todas las mujeres argentinas, adelantó que no va a dejar que todo se quede así, que recurrirá a todas las instancias judiciales y que no la van a parar ni las amenazas de la mafia de la prostitución y la droga que tiene quien sabe cuantos tejemanejes con el gobierno tucumano de los Alperovich-Rojkés (integran el kirchnerista Frente para la Victoria, dato no menor).
Este hecho desgraciado del secuestro de mujeres para ser integradas en las redes de prostitución, demuestra la grotesca falsedad de las relaciones familiares bajo el régimen capitalista. Como bien habían señalado Marx y Engels en el "obsoleto" Manifiesto Comunista, sólo la burguesía puede tener en el sentido estricto de la palabra, una familia. Pero los obreros se ven acogotados desde que nacen hasta que se mueren, por las relaciones de dinero. Para ellos, la supervivencia es prioridad -la burguesía tendrá tiempo libre para apreciar el arte, garchar, leer libros, tergiversar los susodichos libros, etc.- y su familia, para el burgués, tiene que reproducir el linaje de explotación que ya viene de mucho antes. No importa la planificación de la natalidad, que creo es un tema muy preocupante. De todas formas, van a nacer obsecuentes o rebeldes. Habrán ocupados y desocupados. Necesitan de todo los burgueses.
Lo dicho. Tienen mucho tiempo. Digo, cuando no están echándole el guante a la plusvalía para llevársela a sus bolsillos. Y en ese tiempo también le dan rienda suelta a sus apetitos sexuales. Para eso, no les conforman las mujeres de su clase. Sacan de la clase obrera más mujeres. Y como la inmensa mayoría no quiere saber nada con eso, las mandan secuestrar. Está claro que no va a ir un encumbrado empresario a hacer estos secuestros y retenciones de por vida. Para eso disponen del ejército de delincuentes del lumpenproletariado, ese sector de la clase obrera que ha sido corrompido hasta el tuétano, en virtud de la marginación social ascendente en la misma medida que la acumulación capitalista. Hay que señalar que esto se da en un escenario en el que la miseria de la clase obrera aumenta, a la vez que esto expulsa a un voluminoso desparpajo de marginales que la burguesía recluta para sus fuerzas de choque. Entre otros, los proxenetas y los narcotraficantes.
El caso de Marita Verón, entonces, queda necesariamente inmerso en la virulenta dominación de la burguesía. Nada tiene que ver que la prostitución exista desde hace cientos de años, como arguyen algunos estúpidos. En realidad, se trata de cómo la burguesía ha hecho de la prostitución un negocio público para satisfacer sus propias ansias de apropiarse del cuerpo de la mujer obrera. Hay imbéciles, como la diputada ultraliberal Fernanda Gil Lozano, que diluyen las responsabilidades en toda la sociedad, argumentando que "la sociedad argentina banca la prostitución" sin más. Si hay obreros que recurren a los servicios que brinda la explotación sexual, es porque toda la sociedad está dominada, está enceguecida, por el estilo de vida burgués. No se trata de imitación burda o identificación, sino en verdad de la ideología que hace al sistema capitalista y con él, a la burguesía y su antagonista la clase obrera, queda arrastrada por ella. Tampoco debemos olvidarnos de toda la categoría de criminales del lumpenproletariado. No tenemos que olvidarnos, insisto, en que ellos secuestran a las mujeres, las violan, las drogan, las matan. Pertenecen a la misma sub-clase que asesina a obreros para robarles el automóvil.
La lucha de clases está presente en todos y cada uno de los actos sociales y en todos los hechos, todos los crimenes, todas las injusticias, todas las infamias, sin excepción.
Está la religión, cuando no, interviniendo con su oscurantismo sempiterno, censurando el placer sexual. ¿Por qué insisto con esto? Parte del mito populachero que ha anidado en la gente trabajadora es que la mujer argentina es "histérica". Y dado ese histerismo -velo de la burguesía mediante- la prostitución sería medianamente soportable. Claro, mientras no les toque a las hijas o la mujer de uno. El problema reside en la asquerosa condena contra el placer sexual, una hipocresía que han extendido en la misma medida tanto la Iglesia Católica como la burguesía, con todos sus preceptos sobre la familia y las buenas costumbres. Urge acabar con todas estas mentiras. Para que la sociedad acometa su liberación sexual, que es un tema importante, hay que acometer la liberación del pueblo trabajador para que su vida ya no dependa de un puñado de explotadores, que, encima, se apropian de las mujeres de ese pueblo trabajador.
No quisiera estar en lo cierto, pero no creo que jamás se vaya a hacer justicia de forma completa por las mujeres de la Argentina y de los países limítrofes que son secuestradas por las redes de trata, en el marco de este sistema de dominación política de la clase empresaria. No quiero invalidar con esto, la admirable lucha no solo de la Sra. Trimarco sino de todas las organizaciones de mujeres, porque creo que todas estas luchas son en realidad parte de un mismo camino, de una misma causa. Porque es una cuestión sistémica. La burguesía no renunciará ni a sus privilegios más inconfesables. Cuando la sociedad, o al menos las nueve décimas que han sido expropiadas desde hace tantos años por la burguesía, se libere, ahí, la mujer y el hombre también serán libres. La nueva sociedad comenzará a eliminar los pudores más injustos y tormentosos. Y comenzará una nueva historia.
[ORIGINAL: http://cavilaciones-de-enmerkar.blogspot.com.ar/2012/12/para-que-la-mujer-y-el-hombre-sean.html ]