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    Salida del euro, no pagar la deuda (consecuencias)

    Jordi de Terrassa
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    Salida del euro, no pagar la deuda (consecuencias) - Página 2 Empty Re: Salida del euro, no pagar la deuda (consecuencias)

    Mensaje por Jordi de Terrassa Dom Jul 28, 2013 11:47 am

    Hola y Bienvenido.

    Existe un espacio para las presentaciones en; Off Topic-Presentaciones.

    Creo que los nuevos usuarios no pueden poner enlaces, un moderador o un administrador te lo pueden explicar mejor.

    Toda la deuda del estado es ilegítima, dado que el dinero actual es fiduciario y lo crea el estado. No tiene otra explicación que el estado pague intereses por un dinero que crea él, más que un trasvase de rentas de las clases populares a las oligarquías vía deuda pública e impuestos.

    Saludos.
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    Salida del euro, no pagar la deuda (consecuencias) - Página 2 Empty Re: Salida del euro, no pagar la deuda (consecuencias)

    Mensaje por lairy Lun Ago 26, 2013 12:35 pm

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    11 mayo 2013 | Categorías: Opinión | |

    Un manifiesto
    Daniel Albarracín, Nacho Álvarez, Bibiana Medialdea, Manolo Garí, Antonio Sanabria, Jorge Fonseca, Teresa Pérez del Río, Lidia Rekagorri Villar (Spain)
    Francisco Louçã (Portugal)
    Giorgos Galanis (Greece)
    Stavros Tombazos (Cyprus)
    Özlem Onaran (Britain)
    Michel Husson (France)

    Apoyar el manifesto
    La crisis

    Europa se hunde en la crisis y la regresión social bajo la presión de la austeridad, la recesión y la estrategia de “reformas estructurales”. Esta presión está estrechamente coordinada en el plano europeo bajo la dirección del gobierno alemán, el BCE y la Comisión Europea. Existe un amplio consenso de que estas políticas son absurdas e incluso “iletradas”: la austeridad fiscal no reduce la carga de la deuda, sino que genera una espiral de depresión, más desempleo y desesperación en los pueblos europeos.

    Sin embargo, estas políticas son racionales desde el punto de vista de la burguesía. Son una manera brutal —una terapia de choque— de restablecer los beneficios, garantizar las rentas financieras e imponer las contrarreformas neoliberales. Lo que está ocurriendo es básicamente que los Estados están convalidando las demandas financieras sobre la producción y el PIB futuros. Por eso la crisis adopta la forma a una crisis de la deuda soberana.

    Un falso dilema

    Esta crisis revela que el anterior proyecto neoliberal para Europa era inviable. Presuponía que las economías europeas eran más homogéneas de lo que son realmente. Las diferencias entre países aumentaron debido a su posicionamiento en el mercado mundial, a su sensibilidad al tipo de cambio del euro. Las tasas de inflación no convergían y los bajos tipos de interés favorecieron intensos movimientos de capitales entre países y burbujas financieras e inmobiliarias. Todas estas contradicciones —exacerbadas con la instauración de la unión monetaria— existían antes de la crisis, pero estallaron a raíz de los ataques especulativos a las deudas soberanas de los países más expuestos.

    Las alternativas sociales y populares a esta crisis exigen una audaz refundación de Europa, porque la cooperación europea e internacional es necesaria para reconstruir el tejido industrial, la sostenibilidad ecológica y la estructura del empleo. Pero dado que esta refundación global parece fuera del alcance ante la actual relación de fuerzas, en diversos países se propone salir del euro como solución inmediata. El dilema parece radicar entre una “salida” arriesgada de la eurozona y una utópica armonización europea a partir de las luchas de los trabajadores. Desde nuestro punto de vista, esta es una falsa dicotomía y es importante tratar de elaborar una estrategia política viable de cara a la confrontación inmediata. Toda transformación social implica el cuestionamiento de los intereses sociales dominantes, sus privilegios y su poder, y es cierto que dicha confrontación se produce en primer lugar dentro del contexto nacional. No obstante, la resistencia de las clases dominantes y sus posibles medidas de respuesta superan el marco nacional. La estrategia de abandono del euro no se centra necesariamente en este esfuerzo por avanzar una alternativa europea, y en este sentido se requiere una estrategia de ruptura con el “euroliberalismo” para crear los instrumentos de una política alternativa. Este documento no trata del programa de esta ruptura, sino que se centra más bien en la búsqueda de medios para poner en práctica este programa.

    ¿Qué debería hacer un gobierno de izquierdas?

    Estamos en pleno apogeo de lo que se podría denominar técnicamente una “recesión de balances”. Esta es una crisis generada por el desendeudamiento y la minimización de las deudas del sector privado, causadas por la acumulación de una enorme cantidad de activos ficticios, no respaldados por activos reales. En términos prácticos, significa que los ciudadanos han de pagar por la deuda o, en otras palabras, convalidar las demandas del sector financiero sobre la producción y los impuestos actuales y futuros. Los países europeos, en una acción estrechamente coordinada en el plano europeo e incluso mundial, han decidido nacionalizar las deudas privadas convirtiéndolas en deuda soberana, imponiendo la austeridad y políticas de transferencia para pagar dichas deudas. Esta es la justificación, la motivación y la oportunidad de implementar las “reformas estructurales” cuyos objetivos son clásicamente neoliberales, reduciendo los servicios públicos del Estado de bienestar, recortando el gasto social y flexibilizando los mercados de trabajo a fin de rebajar los salarios directos e indirectos.

    Desde nuestro punto de vista, la estrategia política de la izquierda debe concentrarse en la lucha por una mayoría que sustente un gobierno de izquierda, capaz de deshacerse de esta camisa de fuerza.

    Dar la espalda a los mercados financieros y gestionar el déficit. A corto plazo, y como medida inmediata, un gobierno de izquierda debería encontrar vías para financiar el déficit público al margen de los mercados financieros. Las normas europeas prohíben algunas de ellas y esta es la primera ruptura. Técnicamente hay una amplia gama de medidas posibles que no son nuevas y que se han utilizado en el pasado en varios países europeos: un préstamo forzoso con cargo a los hogares más ricos; la prohibición de tomar prestado de no residentes; la obligación de los bancos de mantener cierta proporción de bonos públicos; impuestos drásticos sobre las transferencias internacionales de dividendos y operaciones de capital, etc. y, por supuesto, una profunda reforma fiscal.

    La vía más sencilla pasaría por financiar el déficit a través del banco central nacional, como ocurre en Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, etc. Es posible crear un banco especial que pueda refinanciarse a través del banco central, pero dedicado principalmente a comprar bonos públicos (el BCE ha hecho lo mismo en la práctica).

    Por supuesto que esto no es principalmente una cuestión técnica, sino que supone una ruptura con el orden europeo. Sin esta ruptura, cualquier política heterodoxa se vería frustrada de inmediato por un aumento del coste de la financiación de la deuda pública. Deshacerse de los mercados financieros y reestructurar la deuda. Sin embargo, este primer conjunto de medidas inmediatas no reduce la carga de la deuda acumulada ni los intereses de esta deuda. La alternativa a largo plazo es entonces la siguiente: o bien una austeridad interminable, o bien una política de cancelación de la deuda y una moratoria inmediata sobre la deuda pública. Un gobierno de izquierda debería decir: “No podemos pagar la deuda robando salarios y pensiones, y no lo haremos”. Después de declarar esta moratoria debería organizar una auditoría ciudadana para determinar la deuda ilegítima, que corresponde, de hecho, a cuatro elementos:

       los “regalos fiscales” del pasado a los hogares más ricos, a las empresas y a los “rentistas”
       los privilegios fiscales “ilegales”: evasión fiscal, optimización de impuestos, paraísos y amnistías fiscales
       los rescates bancarios desde el estallido de la crisis
       la deuda generada por la propia deuda a través del efecto “bola de nieve” derivado de la diferencia entre los tipos de interés y las tasas de crecimiento del PIB, menoscabado por la austeridad y las políticas de desempleo.

    Esta auditoría abre la vía a la imposición de un canje de títulos de deuda cancelando gran parte de la misma, según haga falta. Esta es una segunda ruptura.
    Sin embargo, las deudas soberanas están también totalmente imbricadas con la banca privada. Por eso el rescate de un país ha consistido en general en un rescate de los bancos. Hace falta una tercera ruptura con el orden neoliberal: el control de los movimientos internacionales de capitales, el control del crédito y la socialización de la banca. Este es el único medio racional de desenredar la madeja de las deudas. Después de todo, esta fue la opción tomada por Suecia en la década de 1990 (seguida, sin embargo, de su reprivatización).

    En resumen, abrir una vía alternativa exige un conjunto coherente de tres rupturas:

       financiación de las emisiones pasadas y futuras de deuda pública
       cancelación de la deuda ilegítima
       socialización de la banca para el control del crédito.
       Estos son medios de transformación social. ¿Cómo lograrlos?

    Hace falta un gobierno de izquierda

    A fin de desarrollar estas tres rupturas principales, necesarias para resistir el chantaje financiero, necesitamos un gobierno de izquierda. Aunque las condiciones sociales y políticas para una estrategia de convergencia y la lucha por un gobierno de este tipo varían mucho de un país a otro, toda Europa contempló en el verano de 2012 la posibilidad de que Syriza ganara las elecciones y constituyera el eje de tal gobierno en Grecia. Entonces y después, Syriza lanzó una campaña en torno a los principales temas que defendemos en este manifiesto: un gobierno de izquierda es una alianza para cancelar el memorándum y reestructurar la deuda, protegiendo los salarios, las pensiones y los servicios públicos de sanidad, educación y seguridad social. Nuestro enfoque en este documento sintoniza con el de “ningún sacrificio por el euro” de Syriza.

    La salida del euro no es una garantía de ruptura con el “euroliberalismo”

    Es evidente que un gobierno de izquierda que aplique estas medidas ha de ser muy audaz, estar muy cohesionado en torno a un programa socialista y contar con un amplio apoyo popular. Este último solo se conseguirá si su programa es claro con respecto a la tarea principal de combatir los intereses financieros, reconstruir una economía de pleno empleo y asegurar la gestión social de los bienes públicos. No debemos desviarnos de esta estrategia. Si la cancelación de la deuda es el objetivo, no debemos desviarnos del objetivo. Ganar y merecer ganar dependen estrictamente de la coherencia y la claridad políticas. Las primeras medidas del gobierno de izquierda deben dirigirse contra la deuda y la austeridad. Para aplicar esta política efectiva contra la deuda, un gobierno de izquierda, siempre que cuente con el necesario apoyo popular, deberá estar dispuesto a utilizar todos los medios democráticos necesarios para enfrentarse a los intereses financieros, con inclusión de medidas de nacionalización de sectores estratégicos y de confrontación directa con el gobierno de Merkel, el BCE y la Comisión Europea. Deberá profundizar en la defensa de la democracia y los avances sociales a escala supranacional. Sin embargo, si la política de Bruselas se lo impide, esta defensa deberá asegurarse desde los marcos nacionales ya existentes. Esta confrontación no debería ver el euro como un tabú y debería contar con opciones alternativas, incluido el abandono del euro tanto si no queda otra alternativa en el marco europeo como si las autoridades europeas lo fuerzan. Sin embargo, esto no debería plantearse de entrada.

    Cualquier gobierno de izquierda debería tener claras las difíciles consecuencias del abandono del euro. En primer lugar, no significaría necesariamente la recuperación de la soberanía democrática: la financiación del déficit escaparía al control de los mercados financieros, pero este control podría ejercerse mediante la especulación contra la nueva/antigua moneda si un país tiene un déficit por cuenta corriente.

    En segundo lugar, no se reduciría la carga global de la deuda, sino que ésta aumentaría en proporción al porcentaje de la devaluación, puesto que la deuda se denomina en euros. En este caso, el gobierno se vería forzado a redenominar la deuda pública en la nueva moneda nacional, lo que equivaldría a una cancelación parcial de la deuda. El Estado tiene el poder de hacerlo, aunque quepa prever una disputa judicial internacional, pero las empresas privadas y la banca no tienen el mismo poder soberano; por consiguiente, el valor de la deuda privada y financiera aumentaría con la nueva moneda nacional. En este contexto, finalmente será preciso nacionalizar la banca debido simplemente a la quiebra de todo el sector crediticio, pero esto también significa que aumentará la deuda pública a favor del sector financiero internacional.

    En tercer lugar, la devaluación pondría en marcha un proceso inflacionario y por tanto los tipos de interés tenderían al alza, generando nuevos problemas de deuda interior y de redistribución desigual de la renta.

    En cuarto lugar, la salida del euro suele presentarse como una estrategia encaminada a conquistar cuota de mercado mediante la devaluación competitiva. Este tipo de enfoque no rompe con la lógica de la competencia de todos contra todos y abandona la estrategia de lucha común europea contra la austeridad.

    Finalmente, continuar la lucha sin proponer la salida del euro y de la UE como alternativa aumenta el margen de maniobra y el poder de negociación de un gobierno de izquierda, así como las posibilidades de que la resistencia se extienda a otros países de la UE. Por eso esta estrategia es progresista e internacionalista en vez de aislacionista y nacional.

    Por una estrategia de ruptura unilateral y extensión

    En contraste con la visión neoliberal de la competencia, las soluciones progresistas se basan en la cooperación y funcionarán mejor si se generalizan a un mayor número de países. Por ejemplo, si todos los países europeos redujeran la jornada laboral y aplicaran un impuesto uniforme sobre las rentas del capital, dicha coordinación evitaría la repercusión que tendría esta misma política en caso de que se adoptara en un único país. Para allanar el camino a la cooperación, un gobierno de izquierda debería seguir una estrategia unilateral que combinara:

       “buenas” medidas aplicadas unilateralmente, como por ejemplo el rechazo de la austeridad o la aplicación de un impuesto sobre las transacciones financieras;
       planes de protección simultáneos, como controles de capitales;
       habrá que reconocer el riesgo político de desafiar las normas de la Unión Europea para poner en práctica esta política a escala inicialmente nacional. La idea es extender esta política a escala europea para que estas medidas sean adoptadas por los Estados miembros, por ejemplo con la extensión del estímulo fiscal, o un impuesto europeo sobre las transacciones financieras.

    Sin embargo, no será posible evitar la confrontación política con la UE y las élites de otros países europeos, en especial el gobierno alemán, por lo que no cabe descartar la amenaza de salida del euro como alternativa viable.

    Este planteamiento estratégico reconoce que la refundación de Europa no puede ser condición necesaria para poner en práctica una política alternativa. Las eventuales represalias contra un gobierno de izquierda deberán neutralizarse a base de contramedidas que incluyen efectivamente el recurso a medidas proteccionistas si fuera preciso. Sin embargo, no es una estrategia proteccionista en el sentido habitual del término, ya que defiende una transformación social que emerge del pueblo y no de los intereses del capitalismo nacional en su competencia con otros capitalistas. Se trata, por tanto, de un “proteccionismo de extensión”, cuya lógica de fondo es desaparecer una vez que las medidas sociales a favor del empleo y contra la austeridad se hayan generalizado a toda Europa.

    La ruptura con las normas de la UE no se basa en una posición de principio, sino más bien en un criterio de eficacia, justicia y legitimidad de unas medidas que responden a los intereses de la mayoría y que también se proponen a los países vecinos. Este reto estratégico puede apoyarse entonces en la movilización social en otros países y de este modo generar una relación de fuerzas capaz de desafiar a las instituciones de la UE. La experiencia reciente de los planes de rescate neoliberal aplicados por el BCE y la Comisión Europea ha demostrado que es muy posible pasar por encima de una serie de disposiciones de los tratados de la UE, y que las autoridades europeas no dudan en hacerlo para mal. Por tanto, reivindicamos la misma capacidad de adoptar medidas en el sentido correcto, incluida la imposición de controles de capitales y otros instrumentos en defensa de los salarios y las pensiones. En este planteamiento, la salida del euro es una amenaza o un arma de último recurso, como ya hemos señalado.

    Esta estrategia se apoya en la legitimidad de las soluciones progresistas que se deriva de su naturaleza de clase cooperativa. Es una estrategia cooperativa de ruptura con el marco actual de la UE porque se aplica en nombre de otro modelo de desarrollo basado en una nueva arquitectura para Europa: un presupuesto europeo más amplio, financiado mediante un impuesto común sobre el capital que impulse fondos de armonización e inversiones sociales y ecológicamente útiles. Pero no esperamos de brazos cruzados a que se produzca el cambio: la lucha contra la deuda y la austeridad está en el orden del día, del mismo modo que las medidas justas de defensa de los salarios, las pensiones y los servicios sociales y bienes públicos.

    En suma, una estrategia popular de un gobierno de izquierda debe estar abierta a hacer lo que sea necesario por esta lucha democrática. Nosotros defendemos esta estrategia.
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    Mensaje por lairy Lun Ago 26, 2013 12:37 pm

    Ecuador se negó a pagar la deuda y prosperó




    UN EJEMPLO PARA UNA EUROPA EN CRISIS



    Ecuador se negó a pagar la deuda y prosperó





    Como España hoy, hace unos años, Ecuador era el país sudamericano que más parte de su presupuesto consagraba al pago de su deuda soberana. En 2005, Quito atribuyó el 40% del presupuesto público al pago de los intereses de la deuda mientras los gastos de sanidad y educación se reducían al 15%. Se satisfacía primero a los acreedores extranjeros, en detrimento de las necesidades fundamentales de la población. Un endeudamiento ilegítimo, una dependencia económica y financiera y un aumento de las desigualdades constituían las principales características de aquel Ecuador. Ante ese estado de hechos, en noviembre de 2006, a través de la vía electoral, los ecuatorianos llevaron a Rafael Correa a la presidencia de la República. Y con él todo cambió.



    Al asumir el cargo en enero de 2007, Rafael Correa preconizó una “Revolución Ciudadana”, no violenta y democrática, que favoreciera la integración, la solidaridad y la equidad. Para alcanzar tales objetivos, era necesario asumir el poder a fin de transformarlo en poder popular, para provocar cambios en las estructuras desiguales existentes, puesto que el verdadero de­sarrollo sólo es posible a través de la modificación de las relaciones en el seno de la sociedad.



    Correa decidió optar por la vía alternativa de dedicar los fondos estatales al gasto social y productivo, reduciendo de forma significativa la proporción del presupuesto asignada al pago de la deuda externa, y aumentando considerablemente la inversión humana. La realización de esta política fue posible gracias, en gran medida, a los resultados de la auditoría de la deuda externa y al rechazo de las deudas consideradas ilegítimas. Para lograrlo, Ecuador tuvo que atravesar un camino plagado de obstáculos.



    En el periodo de 1982 a 2006, la deuda externa en su totalidad (privada y pública) no hizo más que aumentar. Las ligeras “correcciones” derivadas de las diferentes condonaciones y renegociaciones nunca llegaron a frenar su vertiginoso ascenso, que pasó de 241 millones de dólares en 1970 a 17.000 millones de dólares en 2006. Representó como media, en el conjunto del mismo periodo, casi el 61% del producto interior bruto (PIB). Ecuador padecía entonces una verdadera hemorragia: si se calcula la diferencia entre las sumas recibidas de los prestamistas extranjeros y las sumas reembolsadas, se constata que la transferencia neta respecto a la deuda era negativa.



    En ese periodo, más de 13.500 millones de dólares salieron de Ecuador para reflotar a los diferentes acreedores extranjeros. Así pues, esa lacra se fue transformando en un instrumento de dominación y de expolio de los países deudores, concebido por y para los países acreedores y las instituciones financieras internacionales. Además, Quito transfirió más de mil millones de dólares a los organismos multilaterales –Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo, Banco de desarrollo de América Latina, Fondo Monetario Internacional– y, sin embargo, su deuda aumentó.



    Los intereses de la deuda representaban, en 2004, el 145% de los ingresos fiscales petroleros y, en 2006, el 200%... Si esta tendencia se hubiera mantenido, Ecuador hubiera agotado sus reservas petroleras en 25 años sin haber invertido esa riqueza en apoyar su desarrollo. Por otra parte, sólo el 14% de las sumas prestadas entre 1989 y 2006 se utilizaron para proyectos de desarrollo (agua potable, energía, irrigación, transportes, telecomunicaciones, infraestructura social y apoyo a las empresas). El 86% restante sirvió para devolver el capital y los intereses de la deuda externa.



    El presidente Rafael Correa se comprometió a poner fin a semejante círculo vicioso del pago de la deuda y de acuerdos para la refinanciación de todo tipo. Para ello, creó la “Comisión para la Auditoría Integral del Crédito Público” (CAIC) el 7 de julio del año siguiente. El Gobierno pretendía de ese modo impulsar la identificación de las deudas ilegítimas, tanto con los acreedores multilaterales (BM, FMI, BID) como con los acreedores bilaterales. En base a los resultados de la auditoría, Ecuador renegociaría entonces el pago de la deuda externa. Decidió no pagar las deudas que no hubieran beneficiado a la población o que se hubieran contraído de forma fraudulenta, y emprender acciones jurídicas contra los responsables de la situación de endeudamiento.



    La posición de Correa fue clara: la deuda externa se pagará en la medida en que no afecte a las prioridades del desarrollo nacional. Posición que no excluye la opción de una moratoria si la situación económica lo exige. El Gobierno se posicionó así como “país acreedor” frente a una deuda ya ampliamente pagada y de la cual una buena parte era ilegítima, lo que justificaba su no devolución.



    Un ejemplo de deuda ilegítima fue la decisión del Gobierno noruego de anular la deuda ecuatoriana. A finales de los años 1970, la industria noruega de construcción naval se encontraba en mala situación. Oslo decidió poner en marcha una “Campaña de exportación de navíos” y se aprobaron numerosos préstamos sin considerar la realización efectiva de los proyectos previstos ni la capacidad de reembolso de los países deudores. De los 36 proyectos concluidos con 21 países, sólo dos consiguieron satisfacer su deuda. Ecuador fue uno de los países que no llegó a hacerlo. Gracias a la presión de activistas por la anulación de la deuda tanto en Noruega como en Ecuador, el Parlamento y el Gobierno noruegos terminaron por tomar conciencia de que tales actuaciones eran inadmisibles. El 2 de octubre de 2006, el ministro noruego de Desarrollo Internacional anunció la anulación de la deuda para los países que, como Ecuador, aún debían entonces 36 millones de dólares.



    Las renegociaciones con los acreedores internacionales habían empezado en 1983 cuando la deuda comercial de las empresas privadas ecuatorianas pasó a ser responsabilidad del Estado, ya que éstas no tenían recursos para cumplir con sus obligaciones económicas (como pasa hoy en España con los bancos). El proceso de renegociación conoció diversas peripecias, pero las cosas no cambiaron realmente hasta que, en 2007, siete meses después de su elección, el presidente Correa decidió crear la CAIC. Las conclusiones mostraron que numerosos préstamos habían sido concedidos violando reglas elementales del derecho internacional.



    Como ocurre hoy en Grecia, en Portugal o en España, esas condiciones de crédito aceptadas obligaron a Ecuador a iniciar reformas estructurales que garantizaran modelos de pago de la deuda, en detrimento del crecimiento económico y de los derechos sociales de la población.



    Se llegó así a la sexta renegociación, en noviembre de 2008. Quito decidió suspender el pago de títulos de deuda con fecha de vencimiento, algunos para 2012, y otros para 2030. Rafael Correa propuso una reestructuración de la deuda, no por falta de dinero, sino porque existían indicios de ilegitimidad y de ilegalidad de la deuda. El Presidente Correa señaló que la renegociación debía tener en cuenta, no sólo las exigencias de los acreedores, sino también las demandas del Gobierno, tomando ante todo en consideración las posibilidades de pago del país, únicamente después de haber satisfecho las necesidades sociales del pueblo.



    En junio de 2009, Ecuador consiguió readquirir títulos de deuda por valor de 3.200 millones de dólares por sólo 900 millones de dólares, es decir, con una reducción de entre un 65% y un 70% de su valor. Si tenemos en cuenta los intereses que Ecuador ya no tendrá que pagar, puesto que ha comprado títulos que vencen en 2012 y en 2030, el Tesoro Público ahorró en torno a 7 280 millones de dólares para los próximos 21 años. Esto ha permitido encontrar nuevos medios financieros y aumentar el gasto social en la sanidad, la educación, la ayuda social y el desarrollo de infraestructuras de la comunicación.



    Como consecuencia, la deuda de Ecuador descendió de 17.475 millones de dólares en 2008 a 13.686 millones en mayo de 2011, lo que representa una reducción de 3.789 millones de dólares. El saldo de la deuda externa pública fue restablecido a 8.705 millones, mientras que el de la deuda privada quedó en 4.981 millones.



    Esta actitud original y soberana del Gobierno responde a preceptos precisos inscritos en la nueva Constitución ecuatoriana aprobada por sufragio universal en septiembre de 2008. En especial, el artículo 290 somete todo endeudamiento futuro a las siguientes reglas:



    1. Se recurrirá al endeudamiento público sólo cuando los ingresos fiscales y los recursos provenientes de la cooperación internacional sean insuficientes.

    2. Se velará para que el endeudamiento público no afecte a la soberanía, los derechos, el buen vivir y la preservación de la naturaleza.

    3. Con endeudamiento público se financiarán exclusivamente programas y proyectos de inversión para infraestructuras, o que tengan capacidad financiera de pago. Sólo se podrá refinanciar deuda pública externa, siempre que las nuevas condiciones sean más beneficiosas para Ecuador.



    La no devolución de la deuda decidida por Rafael Correa, le ha permitido a Ecuador ahorrar casi 7.000 millones de dólares (intereses incluidos), que se han reinvertido en el ámbito social.



    Por otra parte, entre 2006 y 2011, el porcentaje del presupuesto estatal dedicado a la devolución de la deuda pasó del 24 al 7%, mientras que el relativo a los gastos sociales aumentó del 12 al 25%. Además, el crecimiento del PIB alcanzó una media del 4% desde 2006 y de un 7,8% en 2011, lo que permitió financiar el aumento de los salarios, las pensiones y la mejora general de las condiciones de vida.



    En mayo de 2010, a raíz de un encuentro con el ex primer ministro griego Yorgos Papandreu, Rafael Correa le aconsejó, pero en vano, que Atenas dejase de pagar su deuda. Le explicó en términos simples pero significativos: “Es la lógica financiera: te caíste, me pagas más y más caro. Cuando la lógica del desarrollo tendría que ser: te caíste, pues te levanto y después ya veremos cómo nos arreglamos”. Reiteró este consejo el 8 de octubre de 2011 a los países europeos afectados por la “crisis de la deuda”, que no es más que un pretexto para la implementación de políticas austeritarias.



    Si analizamos las medidas regionales, coherentes con las políticas mencionadas, se puede destacar que en marzo de 2007, siete países de UNASUR (Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Paraguay, Brasil y Uruguay) decidieron restablecer márgenes de maniobra creando el Banco del Sur, una institución financiera que dispondrá de una parte de las inmensas reservas –entre 7.000 y 20.000 millones de dólares– para el desarrollo del continente.



    Y Ecuador añadió otros dos pilares a la nueva arquitectura financiera regional con la Declaración de Quito de mayo de 2007. Propone la creación de un fondo de estabilidad regional, el Fondo del Sur, y una unidad de cuenta común que abra el camino a la futura unión monetaria sudamericana. De ahí el SUCRE, o Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos, boceto de una moneda común.



    Tras cinco años de Revolución Ciudadana, Ecuador ha logrado encontrarse por primera vez en una situación que le permite realizar una distribución adecuada de la renta y la riqueza, promover la producción nacional, la integración regional, el respeto a los derechos de los trabajadores y la estabilidad económica.

    Aunque todavía quedan objetivos por alcanzar, las cifras de la revolución productiva y económica son reveladoras de un cierto optimismo. El paro y los contratos precarios se han reducido, la pobreza ha disminuido. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Ecuador es el segundo país de la región que más ha reducido su índice de pobreza, que ha caído 9 puntos situándose en un 28,6%. En 2011, 650.000 personas salieron de la pobreza.



    Gracias al crecimiento económico y a la gestión responsable de las finanzas, la deuda pública en relación al PIB ha descendido a su nivel más bajo en la historia. En octubre de 2011, se situaba en un nivel del 22% (14% de deuda externa y 8% de deuda interna). Ecuador ha conseguido imponerse a la deudocracia. Y ya no está en venta.



    Por CARLOS JÁTIVA, Embajador de Ecuador en París


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    Salida del euro, no pagar la deuda (consecuencias) - Página 2 Empty Re: Salida del euro, no pagar la deuda (consecuencias)

    Mensaje por lairy Lun Ago 26, 2013 12:40 pm

    2013
    No queremos pagar la deuda odiosa

    Texto entregado al Gobierno de España

    En el año 2000 la deuda pública española fue del 59’4% del PIB de acuerdo con los datos de la oficina Eurostat. Sin embargo y como consecuencia de la crisis se prevé que en 2012 dicho ratio haya subido hasta el 85’3% del PIB, mientras que en los Presupuestos Generales el Gobierno estima que en 2013 se incrementará hasta el 90’5% del PIB. En cantidades absolutas lo previsto para 2013 significan un total de 728.800 millones de euros. Asimismo, en concepto de pago de intereses el Gobierno ha previsto la cantidad de 38.589 millones de euros.

    Esta deuda tiene diferentes orígenes, como consecuencia de la crisis financiera y económica, y sin más datos es difícil dilucidar qué parte corresponde a las necesidades de financiación de la activación de los estabilizadores automáticos, de los planes de estímulo o de los rescates bancarios. Sin embargo, sí cabe reconocer que en comparación con las grandes entidades financieras el contexto de financiación del Estado ha sido enormemente injusto. Al menos en las dos formas siguientes:

    1) En primer lugar, mientras el Banco Central Europeo (BCE) pone a disposición de las entidades financieras una financiación muy barata y prácticamente ilimitada, los Estados tienen que recurrir exclusivamente a los mercados financieros de deuda pública en un contexto de recesión económica –con las implicaciones que ello conlleva en términos de rentabilidad y precio de los títulos de deuda-. Esta situación, derivada de las fallas de la construcción europea y del propio diseño de las instituciones europeas, ha llevado a la creación de espacios de arbitraje que las entidades financieras han aprovechado. Es decir, estas entidades financieras pueden acceder a financiación a un tipo de interés muy reducido y prestar esas cantidades al Estado a tipos de interés mucho más elevados. Situación paradójica teniendo en cuenta que por otros mecanismos y de forma sistemática es el propio Estado, junto con las instituciones europeas, el que está rescatando a las entidades financieras.

    2) En segundo lugar, porque gran parte de la financiación obtenida por el Estado ha tenido como destino el salvamento del sistema financiero o de otras entidades empresariales. El esquema lleva a que el Estado se endeude no para hacer frente a los gastos corrientes o de inversión en la economía real sino para prestar el dinero de nuevo en condiciones favorables a sujetos privados cuyos intereses no son necesariamente coincidentes con los de los ciudadanos. Informes independientes, como el del técnico de hacienda D. Agustín Turiel, plantean que el total de este tipo de endeudamiento “ilegítimo” asciende a 95.671 millones de euros sólo entre 2008 y 2010.

    No cabe duda de que gran parte de las emisiones de deuda pública de los últimos años se han suscrito a través de los mecanismos arriba descritos, produciéndose así un ilegítimo rescate a las entidades financieras de toda Europa. Por esa razón nuestro grupo considera que es posible calificar gran parte de los contratos de deuda pública con el concepto de “deuda odiosa” tal y como aparece recogido en la doctrina internacional sobre la cuestión. Cabe recordar que este concepto ha sido usado históricamente en múltiples ocasiones, entre ellas en Cuba en 1898 por parte de Estados Unidos o en Iraq en 2004 por parte del Gobierno impuesto por Estados Unidos. Asimismo, los casos de Argentina en 2001 y Ecuador en 2007 ilustran no sólo la posibilidad de realizar eficazmente estas medidas sino también que son instrumentos útiles para garantizar el desarrollo económico futuro.

    En un contexto de recesión, y con las expectativas para 2013 de un decrecimiento del 1’4% según la Comisión Europea –especialmente por el agravamiento de la demanda interna en mitad de un proceso de desapalancamiento financiero-, es previsible que la capacidad de ingreso del Estado siga mermándose hasta el punto de hacer insostenible el ritmo de crecimiento de la deuda pública. Ya hay datos que apuntan a esta dificultad creciente. Entre 2010 y 2011 el déficit primario descendió un 9’09% (hasta el 7% según Eurostat) como consecuencia de las políticas de austeridad, pero el déficit público final sólo descendió un 3’09% (hasta el 9’4% según Eurostat). Este diferente ritmo de crecimiento no hace sino revelar el lastre que supone el creciente peso del pago de los intereses de la deuda pública, los cuales ejercen una punción sobre los recursos públicos e impiden que éstos puedan dedicarse en políticas de reactivación económica.

    La descrita aquí es una peligrosa senda que aúna socialización de las deudas privadas, crecimiento del endeudamiento público, recesión económica y creciente peso de la carga financiera. No es éste un problema que pueda resolverse con más austeridad, como ilustra dramáticamente el caso griego –que ha tenido que reconocer en varias ocasiones la imposibilidad de pagar toda la deuda pública-, sino que manifiesta la necesidad de liberar parte del lastre financiero que supone la deuda pública. Algo que, a nuestro juicio, debería acompañarse de una política expansiva por parte del Banco Central Europeo y por un nuevo y muy distinto diseño de la Unión Europea.

    Por los motivos anteriormente expuestos consideramos necesario poner en marcha una auditoría de la deuda pública que estudie todas las suscripciones de títulos con objeto de poder identificar qué contratos pueden considerarse “odiosos”. Por esa razón, proponemos asimismo la creación de una comisión formada por expertos de diferentes ámbitos de la vida social y económica, incluyendo a las múltiples organizaciones especializadas en este tema que trabajan en la línea apuntada desde hace años tanto a nivel nacional como internacional.
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    Mensaje por BarbaRRoja Jue Sep 05, 2013 1:33 am

    Yo creo que lo mejor que podríamos hacer es abandonar la UE y por supuesto negar el pago de una deuda que no es nuestra. Es la única manera de prosperar a la larga.

    Hecho lo cual, sería muy conveniente acercarse a todos los países latinoamericanos que están en auge y crear una coalición, una organización hispano-americana independiente que rivalizara con la UE-EEUU-OTAN, y de la cual, creo que todos los miembros podríamos salir muy beneficiados.

    España exportando y ayudando/asesorando a estos países en la creación de los sistemas ferroviarios; en el modelo de sanidad pública; en la construcción de infraestructuras; etc...

    Y nosotros importando petróleo; alimentos; incluso el movimiento de mano de obra (no barata) para aumentar nuestra industria.

    Pero evidentemente sería una jugada demasiado hostil para el capitalismo, y sin tener bombas nucleares abalando dichos movimientos sería demasiado arriesgado, puesto que la posesión de este tipo de armas, desgraciadamente, es lo único que impide que te invadan las tropas imperialistas.
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    Mensaje por Italocriollo Sáb Sep 14, 2013 1:15 pm

    España, la deuda la podrá renegociar (como todos), pero bajo ningún contexto, podrá no pagarla.

    ¿Cual es el fundamento de que España estaría mejor económicamente sin el Euro?. A mi me parece que estaría peor.

    Siempre dentro del contexto económico mundial actual. No considerando hipotéticas revoluciones socialistas; utópicas; que están lejos de suceder..

    Ojo que no es tan fácil generar empleo industrializando un país en el contexto mundial actual.

    Esos planes, siempre requieren inversión extranjera. A los extranjeros les conviene invertir en el sudoeste asiático, donde encuentran la mano de obra esclava. Los inversores extranjeros, tienen fines de lucro.

    En Argentina pasa lo mismo, se devalúo la moneda, en parte, pensando en traer inversores extranjeros, y aún con la moneda devaluada, no se puede competir con el sudoeste asiático. Además, ¿no se?, que solución seria emplear gente con salarios competitivos con el sudoeste asiático. Eso no es el tipo de empleo que aumentara la calidad de vida.

    En el contexto de España, la deuda, y el euro, ¿Que pasa con Cataluña?.

    No tomaría parámetros de Ecuador, para medir nada. Hace ya más de diez años que esta dolarizado, no se sabe que va a pasar ahí. Intuyo que, nada bueno para latinoamerica. Puede ser el principio del fin. (Desde mi perspectiva, me parece que Ecuador esta completamente perdido). Me acuerdo cuando se hablaba de dolarización en Argentina, casi me infarto antes de los 20 años.

    Si, España debería tener otra relación con latinoamerica.

    De cualquier manera, el orden mundial actual es un circulo vicioso, donde todos se despedazan unos a otros.

    Siempre el que mejor esta, se aprovecha del que peor esta, y así sucesivamente.

    USA, practica imperialismo en España. España lo practicaba en Argentina, y ahora Argentina le dio unos préstamos más que dudosos a Angola.

    Fuerte hipocresía de todos los involucrados. Le hacen a otros, lo que no quieren que les hagan.
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    Mensaje por asterisco Sáb Sep 14, 2013 4:33 pm

    El fundamento de que España estaría mejor sin el euro es que la existencia de una moneda única simultaneamente con las profundas desigualdades en la situación económica e industrial de la zona euro, o más concretamente entre la prospera zona central del euro, con Alemania a la cabeza, y las zonas perifericas del euro, mucho menos desarrolladas, y entre las cuales esta España, se convierte en un factor que favorece aún más el aumento de esas desigualdades, pues provoca que incluso dentro de la zona euro las economías más avanzadas desarrollen una explotacion, es decir un imperialismo, sobre las zonas perífericas.
    Como tú dices, en este mundo todos se despedazan unos a otros, y para España, tener una moneda comun con Alemania, es una manera de ponerselo aún más faćil al capital alemán para explotar a la clase obrera española.

    Ahora me gustaría que tú nos dijeras en que bola de cristal te ha sido revelado que España "bajo ningun contexto podrá no pagar la deuda", porque eso es sencillamente negar la lucha de clases, y venir a un foro comunista a negar la lucha de clases me parece algo rocambolesco.
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    Mensaje por Italocriollo Sáb Sep 14, 2013 4:59 pm

    ¿No se?, por que adoptaste una postura defensiva.

    España, no podrá dejar de pagar, simplemente, por que los acreedores no lo van a dejar.

    Es la herramienta preferida del capitalismo, el crédito. Te dan crédito, para después venir a cobrártelo, y con intereses, sea como sea. Esta claro que no te dan crédito dado que son almas caritativas.

    Si la memoria no me falla, hasta ahora ningún país fue invadido específicamente, o explicitamente, por cesar el pago de la deuda, pero siempre hay una primera vez. Más aún, si salen de la eurozona. Es un tema delicado.
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    Mensaje por asterisco Sáb Sep 14, 2013 6:19 pm

    No se trata de ninguna postura defensiva. Ya se ha visto demasiadas veces a lacayos del capitalismo decirnos cosas parecidas a lo que tú has dicho, acerca de que tal o cual circunstancia nunca jamás bajo ningún concepto podrá darse. Recuerdo que el año pasado el ministro de industria decia acerca de las huelgas mineras que era "metafisicamente imposible" la continuidad de la minería en España. Pero luego las lucha de clases organizada en comites de huelga, y casi medio año de batalla han desmentido sus palabras.
    Yo no sé si tú quieres meternos el miedo en el cuerpo, o desanimarnos, o qué, al hablarnos de una posible invasión si no pagamos la deuda, e igual que tú me preguntas por qué me pongo a la defensiva, yo te pregunto a ti por qué te pones "a la ofensiva" de una manera tan brusca. Parece que a quien por algun motivo le preocupa un escenario de rechazo de la deuda es a ti.
    Y acerca de temas delicados, yo te puedo hablar de lo que millones de personas de clase obrera estamos pasando en este país como consecuencia de la permanencia en la unión y en el euro, y como consecuencia de que aún no haya un movimiento fuerte por el rechazo a la deuda. Cuando para pagar la deuda hay gente que muere porque se cierran servicios hospitalarios, hay gente que se suicida porque pierde su vivienda, y hay millones más arrastrados a la miseria silenciosa, los que puedan decir los acreedores nos importa poco, aparte de que su legitimidad para reclamar nada es nula. De hecho a los que tú llamas acreedores el nombre que les corresponde es más bien usureros y ladrones.
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    Mensaje por Italocriollo Sáb Sep 14, 2013 7:44 pm

    Ah, bueno.

    Ya, ¿no se?, que responderte.

    Nuevamente. No estoy tomando ninguna ofensiva. ¿No se?, por que te empecinaste en eso.

    Perdoname, pero realmente no te entiendo.

    Solo hago pequeñas observaciones, que me parece son bastante evidentes.

    Me parece que a pesar de las ideologías personales que tenemos, acá casi todos somos lacayos del capitalismo. Te guste o no. Casi todos vivimos en países capitalistas, bajo reglas capitalistas.

    Hasta los que trabajamos de forma autónoma; pagamos impuestos capitalistas.

    Aunque por ahí vos no los pagas, por que te consideras un revolucionario.

    Sin embargo, te recuerdo que en los países capitalistas, los sistemas de salud universales, se financian con los impuestos.

    No te olvides de la realidad en la que vivís.

    Además, ¿no se?, de donde sacas que no soy un obrero. Ahora, parece que para tener un minimo conocimiento de la economia mundial, hubiese que ser gerente del HSBC.

    Si España sale de la Eurozona, va a tener que instaurar una peseta devaluada groseramente con respecto al Euro.

    A eso, tendras que sumarle el separatismo de baskonia y cataluña.

    Si, España sale de la eurozona, alguna o ambas, se subirán al barco, y se separaran de España.

    España va a quedar un país partido.

    Va a quedar aislada de la Eurozona.

    Seguramente le pondrán trabas para comerciar dentro de la Eurozona.

    Le van a seguir exigiendo el pago de la deuda externa, y al mismo tiempo le negaran la inyección de capitales.

    Las economías cerradas, aisladas, solo pueden funcionar en regiones como la antigua URSS, con altos recursos naturales, inaccesibilidad geográfica estratégica para sus enemigos, y alto poder militar.

    De ninguna manera va a funcionar en España, una península de fácil acceso marítimo, con escasos-medios recursos naturales, y unas fuerzas armadas no independientes de la OTAN.

    Con la peseta devaluada va a tener que seguir adquiriendo los mismos bienes y servicios que adquiere hoy en la Eurozona, pero le va a costar más caro.

    Eso, si es que la dejan seguir comerciando con la Eurozona. Conociendo el panorama, la van a aislar, a modo de vendetta.

    Con una Peseta devaluada va a tener que buscar comerciar con mercados emergentes. Como Africa o latinoamerica, pero tendrá menos poder adquisitivo.

    España debe tomar medidas socialistas, claro, pero ¡dentro de la Eurozona!.

    Te diste el lujo de atacarme de forma personal, sin conocerme, y casi ni reparaste en los argumentos que expongo. Que están bastante fundamentados.

    Te tomaste la libertad de tratarme de cerdo capitalista, solo por que tengo la objetividad de evaluar el contexto actual.

    Me parece que estas descargando las miserias de tu vida en un foro de intenet. Deberias replantearte tu posición.

    Me parece que hay que llevar los ideales socialistas a tiempos actuales.

    La revolución rusa, y la revolución cubana, se dieron en otros tiempos.

    Solo imaginate que pasaría hoy, si a la guardia del Zar, le dieramos el armamento de la OTAN, y al ejercito de Batista, GPS.

    Seria un baño de sangre, una masacre. Realmente, ¿queres eso para España?, por que parece que queres eso.

    Cualquier ser racional deberia tenerle miedo al poderio militar de USA, y de la OTAN.

    Hay que buscar alternativas socialistas pacificas, dentro de los tiempos actuales.

    Realmente no tengo interés de participar en un debate en un contexto de agresividad. Totalmente sin sentido, e injustificado.

    Recibo bastante de eso, en mi vida cotidiana.

    Perdi el interes en seguir participando.

    Les deseo lo mejor,
    Saludos a todos.
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    Mensaje por asterisco Sáb Sep 14, 2013 8:06 pm

    Tu argumentación ha sido: España está mejor en el euro que fuera de él, y España nunca podrá negarse al pago de la deuda. Cuando te he explicado por qué España está peor en el euro que fuera de él, y que la posibilidad de negarse al pago de la deuda existe, has amenazado con los cañones del capital.

    Y para acabar te enfadas porque se te contesta lo que mereces.

    Lástima que no quieras continuar el debate, habría sido revelador que nos explicases como podrían darse "politicas socialistas dentro de la zona euro".

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    Mensaje por PequeñoBurgués Sáb Sep 14, 2013 8:42 pm

    Él no habla de políticas socialistas, el tema es saber si con políticas capitalistas estaría mejor dentro o fuera del euro. Las políticas socialistas las dejamos para el mundo de Oz.
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    Mensaje por asterisco Sáb Sep 14, 2013 9:18 pm

    Italocriollo escribió:


    España debe tomar medidas socialistas, claro, pero ¡dentro de la Eurozona!.

    eso es lo que él dijo.
    Pero aparte, por ceñirnos al titulo del hilo, tú concibes un escenario de impago de la deuda dentro del capitalismo?
    Yo pienso que la lucha por el socialismo y por el impago de la deuda van juntas. Y ya,ya sé que en Ecuador esto no es así, pero Ecuador no ocupa en la cadena imperialista la posición de España. La burguesía nacional en Ecuador tiene intereses que en su caso sí lo hacen posible. En España no hay burguesía que se vaya a alinear junto a la reclamación del impago. Por tanto en España hablar de impago es hablar de socialismo.

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