La mejor arma de tierra de la República y que llegó en cantidades apreciables (281 T-26B1), se demostró superior a cualquier otro medio blindado de la GCE. El T-26 era producto de la acumulación de experiencias de fabricación de carros de los soviéticos, tras adquirir patentes Vickers inglesas (T-26) y Christie americanas (serie BT y T-34). Fue un excelente arma que resolvió muchas difíciles papeletas para los republicanos. Hasta la batalla de Guadalajara las tripulaciones eran mixtas, con predominio y mando ruso, a partir de Brunete, el mando y las tripulaciones fue mayoritariamente español, lo que hizo que el rendimiento de este arma fuera menor durante el año decisivo de la guerra, el año 1937. El T-26 era lento y estaba pensado para dar apoyo a las divisiones de fusileros del ejército Rojo, por contra tenía el cañón más versátil del momento, el 45 mm de doble uso, contracarro y apoyo de infantería.
En octubre de 1936, tras la llegada de los primeros 50 carros (no quince, como se ha dicho), a la base de Archena, se formaron tres grupos blindados, uno mandado por K.A. Novak con 3 BA-3 y 7 T-26, otro grupo tripulado por españoles, y la unidad de Arman, la más fuerte. Los dos primeros grupos entraron en combate el 27 de octubre sin efectos relevantes. Pero la unidad de Arman (el primer batallón de carros, con 15 T-26) , en el ataque de Seseña, fue mucho más significativa, más por lo que podía haber sido, que por lo que en realidad fue, llevando una preocupación creciente a las unidades de carros italo-alemanas y rebeldes. Para esta acción, Arman había seleccionado los mejores hombres de la base, 34 tanquistas rusos y 11 cargadores españoles. El 29 de octubre, la unidad de Arman fue asignada como apoyo a las Brigadas de Lister y Bueno, que realizarían un ataque contra Seseña. Pero la infantería republicana no estaba preparada para la guerra de tanques, y Arman no tenía paciencia para esperarlos. Con sus 15 carros se dio un paseo tras las líneas enemigas, que si bien demostró la fragilidad de las posiciones rebeldes ante medios acorazados, también dejó claro, que los enemigos de los carros eran muchos y novedosos. Para empezar, perdió tres unidades por efecto de minas, otros tres fueron puestos fuera de combate por la decidida actuación de soldados rebeldes armados de botellas de gasolina dentro del casco urbano del pueblo. Por contra, Arman puso en fuga a la primera compañía de CV-3, que perdió dos tanquetas. Los T-26 se dieron un tour por toda la retaguardia rebelde al que solo la artillería y la falta de combustible puso fin. El Balance de Arman fue de dos batallones de infantería y dos escuadrones de caballería destruidos y dispersos, 10 cañones de 75 mm. inutilizados, 2 tanquetas, 20 camiones destruidos, 8 automóviles, y algún otro material más. Un buen susto para los rebeldes. Pero lo más importante fue el refuerzo moral que para las fuerzas republicanas supuso el saber que contaban con tan buenas armas rusas. En realidad, toda la batalla por Madrid estuvo condicionada por la presencia de los T-26.
En el Jarama, los T-26 de Paulov impidieron el éxito de la cabeza de puente rebelde, posibilitando la llegada de refuerzos, pero a un gran precio pues los antitanques rebeldes inutilizaron o destruyeron el 30% de los efectivos. Se demostró en esta batalla, que el cañón antitanque es al tanque lo que la ametralladora es al infante. Y también que la coordinación entre carros y la infantería republicana seguía en mantillas.
En Guadalajara, una compañía de T-26 sostuvo la línea del frente hasta que llegaron los internacionales y los hombres de Lister y Mera, destruyendo cinco CV-3 y dañando dos más. Al final de la batalla sólo nueve T-26 de sesenta puestos en línea estaban indemnes. Las exhaustas fuerzas de Paulov recibieron refuerzos en marzo del 37 (100 unidades) pero no había tripulaciones entrenadas para este material, y los rusos, que tenían muy mala opinión de los carristas españoles, buscaron tripulaciones entre las brigadas internacionales, que fueron enviados a la escuela de tanques de Gorkiy, volviendo a tiempo para la batalla de Brunete.
Durante el tiempo de esta batalla, los republicanos consiguieron el mayor número de elementos blindados en un teatro de operaciones de toda la guerra, teniendo en línea 129 T-26 y 43 BA-3 y BA-6. Se amplió a cuatro batallones la Primera Brigada de tanques, creándose dos nuevas brigadas de tanques sobre el papel. Para la ofensiva de Brunete, el 5º y el 18 C.E. contaron con el 1º y 4º batallones, con un total de 70 T-26 y 20 autos blindados, la otra ala del ataque el 2º bis C.E. contó con el 2º batallón con 30 T-26 y 10 autos blindados. El 3º Bon. quedó en reserva. Sólo en Villanueva de la Cañada, se perdieron 12 T-26 por fuego contracarro y aéreo. El 11 de julio, la 1ª Brigada de carros sólo tenía operativos 38 T-26, lo que demuestra la dureza de los combates y la eficiencia de la artillería y la aviación rebeldes, que llegaron a contar con 27 cañones por km., lo que ponía en evidencia la inutilidad de lentos ataques de carros con pobre acompañamiento de infantería sobre masas de artillería bien dirigidas. Es decir, contra la artillería, a los blindados solo les salva la movilidad y la toma de rápidas decisiones sobre el terreno. Justo lo que le faltaba al Ejército Popular.
Para la batalla de Teruel, reorganizadas las unidades blindadas del EPR, se crean dos divisiones blindadas, que lo son de nombre, es decir, funcionalmente, pues las unidades se distribuyen entre las brigadas mixtas para el combate. En Teruel se consigue juntar 104 tanques en un sólo frente de ataque (dos pinzas). Se perdieron 24, de los que siete fueron capturados por los rebeldes. El resto, la mayoría averiados, fueron prontamente reparados y devueltos a las unidades en un rotundo éxito de los talleres de reparación republicanos. Hay que tener en cuenta, que la mayoría de los T-26 se encontraban al borde de su vida útil.
En mayo de 1938 la república dispone de 176 carros (T-26 principalmente) y 285 autos blindados (UNL-35, la mayoría) distribuidos en 4 brigadas de tanques y un Regimiento Internacional. Para diciembre de 1938, hay 126 tanques y 291 autos blindados. Se vuelve a poner de manifiesto, el esfuerzo de las industrias de guerra republicanas para mantener operativo el parque de carros y autos blindados.
En cuanto al material recibido, la República recibió 281 T-26 de los 321 enviados. Estas cifras no son discutidas en la actualidad por nadie. Pero sobre este carro, los historiadores militares exageraron en el pasado el número de unidades recibidas hasta límites ridículos, por ejemplo, Salas da en su monumental obra sobre el Ejército Popular de la República, y también en "Los Datos exactos...", da la cifra de 900 T-26 y 300 autos blindados. Pero Mazarrasa, otro experto en carros, afirma que se recibieron 120 T-26 en el frente Norte. Otros, como Jose Luis Alcofar, se queda con 600. En fin, quede como dato, que al terminar la guerra, el ejército franquista tenía entre autos y carros blindados, la cifra de 651 unidades, siendo mayoría los carros alemanes e italianos que quedaron en España tras la marcha de la Legión Condor y del CTV, pudiendo evaluarse el numero de T-26 operativos en menos de 50.