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    POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) - Opinad

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    POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) - Opinad - Página 3 Empty Acerca del POUM y su historia.

    Mensaje por -Ozzy- Mar Jul 20, 2010 3:30 am

    Datos recogidos de la fundación Andreu Nin.

    De los orígenes a la Alianza Obrera


    El Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) fue fundado en Barcelona, en plena clandestinidad, el 29 de septiembre de 1935, sobre la base de la fusión del Bloque Obrero y Campesino y de la Izquierda Comunista. Su creación se produjo en un período crucial de la historia del movimiento obrero español: el comprendido entre la revolución de octubre de 1934 y la sublevación militar-fascista de julio de 1936.

    El Bloque Obrero y Campesino(1) había nacido en Tarrasa el 1º de marzo de 1931 —en vísperas de la caída de la monarquía y de la proclamación de la República— como resultante de la fusión del Partit Comunista Catalá, organización de jóvenes militantes (Jordi Arquer, Víctor Colomer, Joan Farré Gassó, Josep Rodes, Josep Coll) procedentes del sindicalismo revolucionario y del catalanismo radical y surgida durante la dictadura del general Primo de Rivera, y la Federación Catalano-Balear del Partido Comunista de España (Joaquín Maurín, Pedro Bonet, David Rey [seudónimo de Daniel Rebull Cabré]. Éstas organizaciones coincidieron en tres puntos capitales: el análisis del carácter de la revolución española, la interpretación del problema de las nacionalidades y la oposición a los métodos que la Internacional Comunista en plena degeneración, bajo la dirección de Stalin, quería imponer en el movimiento obrero de nuestro país.

    La Federación Catalano-Balear había ocupado siempre una posición especial en el seno del Partido Comunista. Sus animadores y su dirigente más destacado procedían del movimiento anarcosindicalista, en el que habían asumido responsabilidades importantes. En 1921-1922 formaron los Comités Sindicalistas Revolucionarios, lanzaron La Batalla y levantaron la bandera de la Revolución Rusa. Fueron, pues, con los jóvenes socialistas que fundaron en Madrid el Partido Comunista en 1920 (Luis Portela y Juan Andrade, entre otros), los pioneros del movimiento comunista en España y los más enérgicos defensores de la revolución de Octubre.

    La formación del Bloque Obrero y Campesino (BOC) consagró la ruptura de la Federación Catalano-Balear con el Partido Comunista, que se encontraba entonces en plena crisis. En efecto, en Madrid se había creado una Agrupación Comunista autónoma y las organizaciones de Valencia, Castellón y ciertos núcleos de Asturias mantenían relaciones políticas muy estrechas con "el grupo de La Batalla", como se decía entonces. Por otra parte, desde hacía algún tiempo, en el exilio (Francia y Bélgica) y en España (Madrid y Asturias) había militantes significados que no ocultaban sus simpatías por la Oposición de Izquierda Internacional animada por León Trotsky. En el espacio de dos años apenas, el Bloque Obrero y Campesino se convirtió en el primer partido obrero de Cataluña. Introdujo el marxismo en un movimiento obrero en el que hasta entonces predominaba el anarcosindicalismo, se implantó sólidamente en el movimiento sindical (las federaciones sindicales de Gerona, Tarragona y Lérida fueron excluidas de la CNT por estar animadas por militantes del BOC), creó potentes organizaciones campesinas como la Unión Agraria de Lérida y un movimiento revolucionario de la juventud (la Juventud Comunista Ibérica). El semanario La Batalla, los libros de Maurín y los folletos lanzados por su servicio de publicaciones llevaron las ideas del BOC a todo el país y facilitaron la extensión del partido a otras regiones de la Península, en particular Valencia, Aragón y Asturias. En el congreso que el BOC celebró en abril de 1934 se comprobó que la organización tenía 4.500 militantes, 74 secciones y 145 núcleos en período de formación. Estas cifras resultaban relativamente importantes en una época en que los partidos obreros eran partidos de cuadros y las centrales sindicales organizaciones de masas. Por esta razón la importancia real de los partidos no se medía por el número de sus militantes, sino por la influencia que éstas y aquéllos tenían en el rico tejido social de entonces, formado por los sindicatos, las asociaciones, los ateneos y todos los demás centros culturales y recreativos.

    La Izquierda Comunista (ICE) procedía de la Oposición que en 1930 se constituyó en el seno del Partido Comunista de España a partir de la plataforma de la Oposición rusa e internacional creada por Trotsky(2). Formada por militantes muy valiosos, como Nin, Andrade, García Palacios, Loredo Aparicio, Fersen [seudónimo de Enrique Fernández Sendón] y tantos otros, la ICE realizó una labor considerable de formación y educación política gracias a su revista teórica Comunismo (3), a sus folletos y libros y a sus conferenciantes y propagandistas; pero quizás por el hecho de aparecer durante mucho tiempo como un grupo de oposición al Partido Comunista y no como una organización plenamente independiente, no consiguió progresar al mismo ritmo que el BOC (4). Sin embargo, sus ideas y sus militantes influyeron notablemente en la evolución del movimiento obrero español, en particular en Madrid, Asturias y Extremadura.

    El Bloque Obrero y Campesino y la Izquierda Comunista actuaron por separado durante los primeros años de la República, pese a que las diferencias que les separaban no eran fundamentales y pese a que sus principales dirigentes —Nin, Andrade y García Palacios, por una parte, Maurín, Bonet y Portela, por otra— habían marchado juntos para defender la Revolución Rusa e introducir el marxismo revolucionario en España. Pero éstos volvieron a encontrarse en el seno de la Alianza Obrera (5) a finales de 1933 y comienzos de 1934.

    La Alianza Obrera, creada en Cataluña por iniciativa del Bloque Obrero y Campesino, tuvo la virtud de reunir en un período de reflujo, después de la victoria electoral de la coalición Lerroux-Gil Robles, a todas las organizaciones políticas y sindicales catalanas con la excepción de la CNT, que se mantuvo en su apoliticismo tradicional. El éxito de esta iniciativa de frente único favoreció la recuperación del movimiento obrero en toda la Península.

    El triunfo de Hitler en Alemania y sus graves consecuencias para el movimiento obrero europeo dieron un fuerte impulso a los sentimientos unitarios y a la lucha contra el fascismo en todas partes. La Alianza Obrera de Cataluña se convirtió en el gran heraldo de la unidad en el momento en que el Partido Socialista iniciaba una importante rectificación política tras los resultados de su colaboración ministerial con los republicanos en el llamado "primer bienio" (6). El Socialista de Madrid proclamó en un célebre editorial que "Cataluña estaba a la cabeza". Y ello era tan cierto que el ejemplo de Barcelona se imitaba en otros lugares. La Alianza Obrera se extendió rápidamente a Valencia, Madrid y Asturias, y en esta última región obtuvo el concurso entusiasta y precioso de la CNT.

    Sin embargo, el movimiento revolucionario de octubre de 1934 fracasó porque la Alianza Obrera no había logrado dotarse de las estructuras apropiadas en todo el país y establecer una coordinación efectiva de las luchas obreras y campesinas. La Comuna de Asturias —los trabajadores conquistaron el poder y se mantuvieron durante quince días—apareció como una vanguardia aislada. La Alianza Obrera organizó una huelga general impresionante en Cataluña sin el concurso de la CNT, mas no pudo llevar la lucha a un nivel superior a causa de la capitulación de la Generalitat y de la inhibición de los anarcosindicalistas. Sin embargo, el fracaso mayor se produjo en Madrid y en otras ciudades importantes, donde el Partido Socialista, fuerza predominante, no fue capaz de organizar y dirigir la lucha.

    Después del fracaso del movimiento de Octubre, todas las organizaciones obreras hicieron, mejor o peor, el análisis crítico de la experiencia vivida. El Bloque Obrero y Campesino y la Izquierda Comunista, cada día más próximos desde la creación de la Alianza Obrera, coincidieron en la interpretación de las causas del fracaso de Octubre y en la definición de las nuevas perspectivas políticas. Para Nin, el movimiento no había podido triunfar a causa de las insuficiencias del Partido Socialista y de la ausencia de un gran partido revolucionario. Para el Bloque Obrero y Campesino, las lecciones de la insurrección de Octubre conducían a replantearse toda la perspectiva política y a fijarse los siguientes objetivos: "Unidad de acción: Alianza Obrera. Unidad sindical: una sola central sindical. Unidad política: un solo partido socialista revolucionario" (7). Tales eran las conclusiones de un largo análisis de la situación política del movimiento obrero escrito en enero de 1935 y suscrito por el Bloque Obrero y Campesino y la Juventud Comunista Ibérica.

    Los problemas planteados por la ICE y el BOC estaban en discusión en todos los sectores del movimiento obrero. Y la realidad es que en 1935 se abrió en todo el país un importante proceso de reagrupación y de unificación. Las dos principales tendencias de la CNT, organización que había sufrido graves crisis y escisiones en los años anteriores, se reunificaron en el congreso de Zaragoza en mayo de 1936. Las Juventudes Comunistas y las Socialistas se unieron en una sola organización, las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que no tardó en caer bajo la dependencia del estalinismo. Para ser más precisos, conviene decir que el equipo de Carrillo-Melchor-Laín, que había mantenido excelentes relaciones con la Izquierda Comunista, el Bloque Obrero y Campesino y la Juventud Comunista Ibérica en su período de bolchevización, sobre todo meses antes y meses después de octubre de 1934, y que había llegado a solicitar que dichas organizaciones ingresaran en el Partido y las Juventudes Socialistas para facilitar la radicalización del socialismo, dio un viraje sorprendente en otoño de 1935.

    Ese viraje consistió en una aproximación hacia Moscú y la Internacional Comunista, el abandono de las tesis bolchevizadoras y la aceptación de las concepciones del Frente Popular y del Frente de la Nueva Generación. Todo concluyó en un viaje de Carrillo a Moscú, donde se establecieron las bases definitivas de la unificación de las Juventudes Socialistas y Comunistas. Este resultado iba a tener consecuencias enormes en la correlación de fuerzas en el movimiento obrero y en las luchas políticas antes y después de julio de 1936. Como se sabe, las Juventudes Socialistas Unificadas salieron de la órbita del Partido Socialista y se situaron, en la práctica, en el terreno del Partido Comunista.

    El POUM, la revolución y la guerra

    El proceso de unificación se desarrolló de un modo diferente en Cataluña. Se inició con todas las organizaciones políticas que figuraban en la Alianza Obrera, puesto que todas habían comprobado juntas sus insuficiencias en octubre de 1934. Esas organizaciones eran el Bloque Obrero y Campesino, la Izquierda Comunista, el Partit Catalá Proletari, el Partit Comunista de Catalunya, la Federación Catalana del PSOE y la Unió Socialista de Catalunya. Las principales reuniones de discusión se realizaron los días 6 y 13 de abril de 1935. En la primera reunión se fijaron unos puntos básicos de la discusión para la fusión sobre la base del marxismo revolucionario (Cool. Pero no tardó en comprobarse que en el fondo había dos bloques: los que se reclamaban del marxismo revolucionario de un modo efectivo y los grupos reformistas que se acercaban ideológicamente al estalinismo atraídos por la nueva política frentepopulista de éste. Los primeros, que poseían secciones, militantes y simpatizantes en diversas nacionalidades y regiones de la península, es decir, el Bloque Obrero y Campesino y la Izquierda Comunista, se negaron a integrarse en una organización reducida a Cataluña, y decidieron formar el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). Los segundos crearon más tarde, precipitadamente, en julio de 1936, el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC), formación que no tardó en adherirse a la Internacional Comunista y en colocarse, como las JSU, bajo la dependencia del estalinismo.

    El POUM surgió, el 29 de septiembre de 1935, tras largas discusiones en el seno de las dos organizaciones que lo formaron, con una triple finalidad: llevar hasta el fin la estrategia de la Alianza Obrera, impulsar la unificación de la CNT, la UGT y los sindicatos autónomos en una sola central sindical y reunir a todos los marxistas revolucionarios en un solo partido. Estos objetivos, largamente pensados y madurados, obedecían a un proyecto sin equívocos: colocar al proletariado español en condiciones de coronar el proceso político iniciado en 1930-1931 con la caída de la monarquía con la victoria de la revolución socialista, único medio, tras el fracaso de la II República, de transformar radicalmente la sociedad española, superando la impotencia de la burguesía para realizar las tareas que la historia imponía desde hacía luengos años.

    El POUM no fue, por tanto, una improvisación de circunstancias, un reflejo de un fenómeno exterior al país y a sus inquietudes profundas, sino el producto de una larga elaboración en el seno mismo del movimiento obrero, que arrancaba de la doble ruptura de los años 20 con el oportunismo socialdemócrata y con el aventurerismo anarquista, bajo la influencia determinante de la revolución de Octubre de 1917. Por eso mismo, una buena parte de los militantes que se solidarizaron con Lenin y Trotsky y fundaron el Partido Comunista volvieron a encontrarse en el POUM tras las experiencias del Bloque Obrero y Campesino y de la Izquierda Comunista, organizaciones surgidas frente a la degeneración burocrática de la Revolución Rusa y de la Internacional Comunista. Se realizaba así una especie de síntesis de un largo proceso dialéctico. Era natural, pues, que el nuevo partido se encontrara mejor armado que otros para comprender e interpretar el proceso revolucionario hispano.

    El POUM aparecía en la escena política española e internacional con su tríptico unitario (frente único obrero, unidad sindical, unidad de los marxistas revolucionarios) porque estaba firmemente convencido, como se puede colegir de su literatura política, de que en la Europa avasallada por el fascismo, donde la clase obrera había sufrido derrota tras derrota, se acercaba la hora del enfrentamiento brutal entre las fuerzas reaccionarias y revolucionarias españolas, enfrentamiento del que iba a depender el destino de Europa durante largo tiempo.

    Había que armarse ideológica, política y orgánicamente para vencer en España y cerrar así el paso a la expansión del fascismo en Europa, impidiendo la segunda guerra mundial y abriendo una perspectiva de liberación al movimiento obrero de nuestro continente. Y el POUM desvelaba sus armas.

    En el momento de su fundación, el POUM tenía unos 8.000 militantes y cerca de 40.000 simpatizantes. En Cataluña, animaba la Federación Obrera de Unidad Sindical (FOUS), formada por los sindicatos de Lérida, Tarragona y Gerona excluidos de la CNT por "estar dirigidos por marxistas", y multitud de sindicatos autónomos. Y animaba también potentes organizaciones campesinas, como la Unión Agraria de Lérida, aparte de tener una influencia nada desdeñable en la Unió de Rabassaires (9). Por otra parte, el POUM contaba con una organización juvenil, la Juventud Comunista Ibérica, que era ya bastante fuerte en Cataluña y Levante, organización que iba a conocer un ascenso considerable algunos meses después.

    EL POUM brotó como una gran esperanza y fue muy pronto algo más que la suma de dos organizaciones. Fue en seguida el primer partido obrero de Cataluña. Luego, con relativa rapidez, sobre la base de las posiciones que ya tenía en Valencia, Madrid, Asturias, Andalucía y Extremadura, se fue extendiendo por toda la Península. La organización de Galicia, en pleno desarrollo, estaba celebrando un pleno en Santiago de Compostela el día que estalló la insurrección militar-fascista, el 18 de julio. Según un documento del comité ejecutivo del POUM del 10 de diciembre de 1935, la Izquierda Comunista había aportado en el momento de la fusión secciones o núcleos en Pamplona, Astillero (Santander), Gijón, Santiago de Compostela, Salamanca, Madrid, Villada (Palencia), Llerena (Badajoz), Sevilla, Bilbao, Lugo "y otros repartidos en las diversas provincias de España".

    En el curso de los primeros meses de 1936, año que definió como "año crucial"(10), el POUM, fiel a su política de unidad obrera, puso en guardia a los trabajadores ante la euforia artificial del Frente Popular y recordó sin descanso que la alternativa histórica se presentaba así: socialismo o fascismo. Sin hipotecar su independencia de clase, formó parte de la coalición obrero-republicana del 16 de febrero y contribuyó así a asegurar la victoria electoral, que supuso la liberación de los presos de octubre de 1934 y la apertura de una nueva etapa política en el país.

    Los días 19, 20 y 21 de julio de 1936, los militantes del POUM se movilizaron en todo el país para hacer frente a la agresión militar-fascista. La intervención del POUM en las batallas de Barcelona, de Valencia, de Lérida y en las luchas de Madrid y de otras ciudades está en la historia. Germinal Vidal, secretario general de la JCI, murió en la plaza de la Universidad de Barcelona junto con otros militantes, combatiendo contra los sublevados. En Barbastro, la acción decidida de un grupo de soldados de la JCI y de José Rodes, comisario político de Lérida, evitó que la brigada del coronel Villalba se incorporara a la rebelión. En Galicia, Luis Rastrollo, secretario de la Federación del POUM, se puso al frente de la resistencia armada. En Llerena (Extremadura), los mejores militantes del POUM cayeron defendiendo la ciudad contra las tropas de Queipo de Llano. En Asturias, Luis Grossi, Emilio García y otros militantes valiosos murieron en los frentes de Oviedo.

    Apenas terminados los combates de julio, el POUM organizó unidades de milicias en Cataluña, Levante, Aragón y Madrid. La primera "brigada internacional" que se formó en España fue la Columna Internacional Lenin, creada por el POUM en el frente de Aragón en julio de 1936 (11). En ella combatieron, junto con militantes revolucionarios de Italia, Alemania, Francia, Bélgica y otros países, los grandes escritores George Orwell (12) y Benjamín Péret (13). La milicias de Cataluña, agrupadas en la División Lenin, más tarde 29ª División, combatieron en los frentes de Aragón. Centenares de militantes sucumbieron en la desgraciada operación de Mallorca. Las milicias de Castellón y Valencia intervinieron en la conquista de Ibiza, en el cerco de Teruel y en la defensa de Madrid. La Columna motorizada del POUM de Madrid, inmortalizada en el libro de la escritora argentina Mika Etchebéhère (Mi guerra de España (14)), participa en la toma de Sigüenza y sus componentes se cubrieron de gloria después, bajo el mando de Mika, en las trincheras de la Moncloa, en la División de Cipriano Mera.

    En los primeros meses del proceso revolucionario y de la guerra, el impulso general aseguró la unidad de las organizaciones obreras y antifascistas. El POUM participó en el Comité de Milicias (15) y en el Consejo de Economía de Cataluña, en el Comité Ejecutivo Popular de Valencia, en el Comité Revolucionario de Lérida y en infinidad de organismos y comités de frente único que se constituyeron en toda la zona controlada por las fuerzas obreras y republicanas. En cambio, no participó en la Junta de Defensa de Madrid porque la embajada rusa opuso su veto directamente y el PCE y las JSU lo impusieron a las demás organizaciones.

    El POUM realizó un esfuerzo de información, de propaganda y de educación sin precedentes. En la reunión del comité central ampliado celebrada en Barcelona en diciembre de 1936 —en el preciso momento en que, bajo la presión de los representantes de Stalin en España, se preparaba la eliminación del POUM del Consell de la Generalitat de Cataluña—, el partido hizo un balance de semejante esfuerzo (16). El POUM contaba con unos 45.000 militantes y una cifra de simpatizantes mucho más importante. Publicaba seis periódicos diarios: La Batalla (30.000 ejemplares) en Barcelona; Adelante en Lérida, L'Espurna en Gerona, Front en Tarrasa, El Pla de Bages en Manresa y El Combatiente Rojo en Madrid. Tenía una serie de semanarios importantes: POUM en Madrid, El Comunista de Valencia, L'Hora de Barcelona, entre otros; más los publicados por la Juventud Comunista Ibérica: Juventud Comunista, órgano central, en Barcelona (15.000 ejemplares), La Antorcha en Madrid, Juventud Roja en Castellón, Combat en Lérida, Acció en Tarragona. Por otra parte, la Secretaría internacional del POUM publicaba regularmente La Revolución Española en francés, inglés, alemán e italiano, y una revista teórica en francés, Juillet. A este conjunto conviene añadir La Nueva Era, órgano teórico y, asimismo, Generación Roja, revista de educación política de la JCI. Toda esta labor en el dominio de la prensa fue completada con la actividad de la Editorial Marxista que, bajo la dirección de Juan Andrade, lanzó al mercado numerosos libros de teoría marxista y una serie impresionante de folletos de divulgación política, y en particular muchas obras que los estalinistas no publicaban ya o tenían proscritas a causa de los cambios que se habían operado en Moscú en el período 1926-1936. Los nombres de Gregori Zinoviev (17), de Víctor Serge, de Nikolai Bujarin (18) y de tantos otros volvieron a aparecer en los kioscos y librerías con gran escándalo de los representantes de Stalin en España.

    Durante todo el curso de la revolución —incluso en el breve período de participación en el Consell de la Generalitat de Cataluña (19), cuando Andreu Nin organizó la justicia revolucionaria, impuso la mayoría de edad a los dieciocho años y sentó las bases de una legislación liberadora de la mujer— el POUM se afirmó claramente como una fuerza marxista revolucionaria, defendiendo intransigentemente su concepción de la revolución democrático-socialista, sosteniendo contra viento y marea que la guerra y la revolución eran inseparables, buscando la alianza con las fuerzas susceptibles de conducir el proceso revolucionario hasta la victoria. Su consigna central fue: "sobre el fascismo haremos triunfar la revolución socialista" (20).

    La lucha contra el estalinismo en plena guerra

    A mediados de 1936 y en los años 1937 y 1938, el POUM tuvo que enfrentarse con una de las realidades más trágicas del proceso revolucionario: la intervención declarada de la burocracia rusa (hecho que han terminado por reconocer la mayor parte de los dirigentes del Partido Comunista) y la acción contrarrevolucionaria del estalinismo. Mientras los oposicionistas rusos, los compañeros de armas de Lenin y Trotsky sucumbían en condiciones ignominiosas (procesos de Moscú (21)) o iban a parar a los campos del Gulag, en la otra punta de Europa los militantes del POUM luchaban y morían para abrir una perspectiva de renovación al movimiento surgido de la Revolución Rusa.

    Tomando como pretexto las Jornadas de Mayo de 1937 —sublevación del proletariado de Barcelona contra una provocación preparada para despojarle de sus conquistas revolucionarias—, los consejeros extranjeros del PCE (Togliatti, Stepanov, Gerö, Codovila, etc.) comenzaron por derribar el gobierno de Largo Caballero, que, como se sabe, se había opuesto reiteradamente a sus exigencias, y abrieron paso a la "fórmula Negrín", que les ofrecía casi todas las garantías que Stalin reclamaba para proseguir su "ayuda a la República Española", una ayuda pagada con creces económica y políticamente. Eliminado Largo Caballero, los objetivos fueron la limitación drástica de la autonomía de Cataluña (22), la neutralización de la CNT y la destrucción del POUM.

    El 16 de junio de 1937, una brigada de la policía estalinista, controlada y dirigida por agentes de la GPU rusa, dio un golpe contra el POUM, sus dirigentes, sus locales y sus medios de expresión, sirviéndose de los resortes del aparato del Estado que estaban en sus manos o que no se atrevían a resistirles. Andreu Nin y la mayor parte de los dirigentes del POUM fueron detenidos y secuestrados sin que las autoridades de la Generalitat de Cataluña fueran advertidas ni consultadas. Nin fue trasladado rápidamente a Valencia y luego a Madrid y Alcalá de Henares, donde, al parecer, fue torturado y asesinado. Todo esto sin que los ministros de Gobernación (el socialista Zugazagoitia) y de Justicia (el nacionalista vasco Irujo) tuvieran la menor noticia de lo sucedido. Juan Andrade, Pedro Bonet, Julián Gorkin [seudónimo de Julián Gómez García], David Rey y José Escuder fueron trasladados de Barcelona a Valencia, de Valencia a una checa (23) de Madrid y, finalmente, de nuevo a Valencia, saliendo así de su incomunicación.

    Evidentemente, para justificar semejantes desmanes y el crimen cometido con Nin, la prensa estalinista, tras unos días de vacilaciones, lanzó una campaña infamante presentando a los dirigentes del POUM como "espías" y "agentes de Franco", insinuando que Nin podía estar "en Salamanca o en Berlín". La reacción fue inmediata. Los militantes del POUM, organizados en la clandestinidad, iniciaron una vasta campaña para exigir aclaraciones públicas sobre la desaparición de Nin, la libertad de los militantes detenidos y el retorno a la legalidad de su partido. Algunos periódicos cenetistas y socialistas denunciaron los hechos represivos y salieron en defensa del POUM. Pero nadie pudo contener el furor destructor de la GPU y de los dirigentes estalinistas, que, desgraciadamente, ocupaban posiciones cada vez más importantes en el aparato del Estado.

    Contrariamente a lo que han sostenido algunos historiadores, el POUM no desapareció tras el golpe del 16 de junio de 1937. Al contrario, las organizaciones del POUM y de la Juventud Comunista Ibérica se mantuvieron en la clandestinidad hasta el fin de la guerra. La mejor prueba de ello son sus publicaciones, en particular La Batalla y Juventud Obrera, que se publicaron con una regularidad asombrosa hasta mayo de 1938, semana tras semana, provocando la irritación pública de los dirigentes del PCE, del PSUC y de las JSU. Esas publicaciones constituyen una mina de informaciones para los historiadores de hoy.

    En medio de grandes dificultades, el POUM hizo frente a la campaña de calumnias organizada por los estalinistas, protegió a sus militantes en los frentes, mantuvo relaciones regulares con todas las organizaciones antifascistas y, en particular, con la CNT y la izquierda socialista de Largo Caballero —a los que incitó constantemente a la resistencia al terrorismo y a las manipulaciones estalinistas— y alimentó una campaña internacional destinada a denunciar los asesinatos de Andreu Nin, Kurt Landau (24), Camillo Berneri (25), José María Martínez y muchos otros, y a evitar que se reprodujeran en España los procesos de Moscú.

    Porque la intención era esa: descubrir y condenar a "traidores trotskistas" en España para justificar a posteriori los procesos de Moscú contra las primeras figuras del bolchevismo, procesos que habían suscitado un movimiento de repulsa y de horror en los círculos más avanzados del movimiento socialista y de la intelectualidad europea de izquierda.

    Después de un golpe policiaco destinado a desbaratar el aparato clandestino del POUM, del que fuimos víctimas los dirigentes del POUM y de la JCI que habíamos logrado escapar a la represión de junio de 1937 (José Rodes, Joan Farré, Jordi Arquer y yo), golpe que tuvo consecuencias bastante desastrosas para la resistencia organizada de los poumistas, se aceleraron los preparativos del gran proceso que tenía que justificar toda la operación estalinista, confundir a los dirigentes del POUM y reducir a la impotencia a la tendencia Largo Caballero-Araquistain e incluso a la propia CNT. Mas todo esto fracasó estrepitosamente gracias al sacrificio de Andreu Nin y a la resistencia de sus compañeros más representativos.

    España, pese a todo, no era la Rusia de Stalin. El Tribunal Central Especial de Espionaje y Alta Traición estaba formado por hombres que simpatizaban con el socialismo y que no se rindieron ante las presiones que se ejercieron sobre ellos (26). Por lo demás, aparte de que personalidades como Francisco Largo Caballero, Luis Araquistain, Federica Montseny y Josep Tarradellas garantizaron públicamente que los procesados eran militantes revolucionarios con un brillante historial político, Andrade, Bonet, Gorkin, Gironella [seudónimo de Enrique Adroher Pascual] y Escuder defendieron su honor de revolucionarios, refutaron todas las acusaciones estalinistas y denunciaron vigorosamente el asesinato de Nin.

    El tribunal descartó en seguida todas las acusaciones de "espionaje y alta traición" y condenó a unos años de cárcel a los encausados por su actuación durante... las jornadas de mayo de 1937 en Barcelona. En la sentencia se hacía casi un elogio de los procesados al recordar y destacar su prestigiosa historia militante. La decepción y el furor de la GPU y de los dirigentes estalinistas fueron tan grandes que la censura del gobierno Negrín, controlada por ellos, prohibió la publicación de la sentencia del tribunal, razón por la cual ésta se convirtió en un documento político de propaganda en favor del POUM.

    Este hecho, como muchos otros que se produjeron en los meses siguientes, demostró que España no podía ser sometida a un régimen de democracia popular como los que iban a organizarse diez años después en varios países del Este europeo. No obstante, la intención era ésa, como ha confesado el propio Santiago Carrillo en declaraciones recientes (27). Es decir, instaurar un régimen en el que el Partido Comunista, a través de sus organizaciones y de sus compañeros de viaje (28) instalados en el aparato del Estado, el Ejército y la Policía, pudiera ejercer francamente su dictadura, eliminando a todos los que se oponían a sus designios y, en primer término, al POUM, a la CNT y a la izquierda socialista de Largo Caballero.

    En todo caso, el POUM no cedió, no transigió, no capituló ni en los frentes ni en la retaguardia, ni en las prisiones ni ante los tribunales de represión. Sus militantes prosiguieron la guerra contra Franco en todos los frentes y militaron por la causa del socialismo hasta el último día. Andreu Nin, torturado y asesinado en condiciones odiosas, simboliza en la historia la resistencia heroica del movimiento obrero español, en plena revolución, a la reacción estalinista. Y, con él, todos los militantes que, como el economista vasco José Mª Arenillas, el comisario político Marciano Mena, los maestros Juan Hervás, Joan Baptista Xuriguera y Jaime Trepat, animadores de la Escuela Nueva Unificada de Cataluña, fueron también víctimas de los crímenes del estalinismo.

    El caso del POUM no tiene precedentes ni puede compararse con ningún otro. Mientras Joaquín Maurín y muchos otros militantes destacados se encontraban en las prisiones de Franco acusados de comunistas o marxistas —por lo que no pocos comparecieron ante los pelotones de ejecución, como José Luis Arenillas, secretario del partido en Euskadi, Luis Rastrollo, secretario del partido en Galicia, Julio Alutiz o Eusebio Cortezón, miembros del comité central—, Nin era asesinado en la zona republicana y se organizaba un proceso y una violenta represión contra el POUM y la JCI, represión que se cebaba también con los oficiales y los soldados del POUM que combatían en el Jarama y el Ebro, en las riberas del Segre y en el corazón de Cataluña, a los que no se vacilaba en acusar de ser "agentes de Franco". Los principales organizadores de la derrota, los que a la sombra de Negrín preparaban el desastre o la capitulación, contrajeron así una inmensa responsabilidad ante la historia.

    La clandestinidad franquista y el exilio político

    Terminada la Guerra Civil, los militantes del POUM que por las causas más diversas permanecieron en España, pasaron sin solución de continuidad de la resistencia al estalinismo a la nueva resistencia al terror franquista. Uno de los primeros periódicos clandestinos que aparecieron en 1939 en el país fue El Combatiente Rojo, órgano de nuestros camaradas de Madrid. En Cataluña el Frente de la Libertad, primera organización de resistencia, fue creada y animada por militantes del POUM. Entre 1944 y 1950, es decir, en los años más duros del franquismo, La Batalla, Adelante, Catalunya Socialista y otras muchas publicaciones aseguraron la presencia del POUM en las luchas contra la dictadura. Estas actividades, así como las realizadas durante la revolución y la guerra, supusieron para los militantes que cayeron en manos de la policía muchos y largos años de prisión o de presidio.

    Pero tampoco el exilio fue fácil para los que lograron salir de España. No hubo en ninguna parte cuarteles de invierno. Los principales dirigentes del POUM —los que nos encontrábamos en la Prisión del Estado de Barcelona— fuimos evacuados de Barcelona por orden de González Peña, ministro de Justicia socialista, y conducidos cerca de la frontera; consiguieron liberarnos y fuimos acogidos por un grupo especial del Partido Socialista Obrero y Campesino de Francia (PSOP) organizado por Marceau Pivert y Daniel Guerin, que logró trasladarnos a París. Pero millares de militantes fueron a parar a los campos de concentración de Argelés y de Barcarés, de Bram y de Vernet, de donde no fue tarea fácil arrancarlos.

    Dentro o fuera de los campos de concentración, encerrados o asignados a residencia en poblaciones donde se carecía de los derechos más elementales, la vida de los exiliados en Francia fue muy ingrata en los primeros años y durante la Segunda Guerra Mundial. En noviembre de 1941, un tribunal francés, bajo la presión de la Gestapo, condenó a largas penas de prisión o de trabajos forzados a varios militantes del POUM acusados de haber reorganizado su partido en Francia y de mantener contactos con los primeros grupos franceses de resistencia a la ocupación por los nazis. Este proceso injusto y bárbaro supuso largos años de encarcelamiento para hombres como Rodes, Andrade, Solano, Farré Gasso, Coll, Iglesias, Comabella o Zayuelas. Algunos de ellos fueron deportados a Alemania en 1944, donde coincidieron a veces con otros militantes del POUM detenidos en otros lugares de Francia y enviados a Dachau, Mauthausen o Buchenwald...

    De un modo general puede decirse que, en contacto con la organización clandestina de España, los militantes exiliados del POUM aportaron su apoyo a las organizaciones socialistas revolucionarias clandestinas y facilitaron la evasión por España de numerosos combatientes y perseguidos de distintas nacionalidades. Por otra parte, ciertos militantes tuvieron la posibilidad de incorporarse a las guerrillas organizadas en Francia o de crear grupos de combate españoles, como en el caso del batallón Libertad que, junto con una brigada vasca, contribuyó a reducir los últimos fortines de la resistencia alemana en la costa sur del Atlántico.

    Después del fin de la Segunda Guerra Mundial, el POUM pudo operar en la legalidad en el exilio, manteniendo sus organizaciones y publicando su prensa, en particular La Batalla, que ha asegurado la continuidad del marxismo revolucionario durante más de treinta años, celebrando sus conferencias, realizando múltiples actividades, estableciendo lazos de camaradería y de fraternidad con las tendencias más avanzadas del movimiento obrero internacional. Toda esta labor se desarrolló en el marco de la lucha global contra la dictadura franquista y por la reconstrucción del movimiento obrero en nuestro país, en relación constante con los grupos clandestinos del POUM y con las nuevas organizaciones que fueron surgiendo en la clandestinidad, inspirándose a veces en nuestra tradición histórica y en el marxismo revolucionario.

    Para todas las organizaciones obreras, incluso las más fuertes y las que contaban con mayores apoyos internacionales, fue muy difícil resistir en los años más duros de la represión y el terror y, luego, en la época de reflujo de los años 1950 a 1962, conservar y renovar sus cuadros militantes clandestinos. Esta tarea resultó todavía más ingrata para el POUM, víctima, a la vez, de la represión franquista y de las campañas de calumnias del estalinismo.

    La reconstrucción del movimiento obrero a través del movimiento huelguístico de 1962 y el proceso iniciado tras la muerte de Stalin y el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS (PCUS) en 1956, comenzaron a modificar fundamentalmente la situación y las perspectivas. La lucha histórica del POUM contra la degeneración estalinista y su interpretación de la revolución española de 1936 —evolución socialista y no mera "guerra de independencia nacional"— comenzaron a insertarse en la nueva realidad española. Y ello provocó la aparición de nuevos grupos y organizaciones, formados generalmente por jóvenes obreros y estudiantes, muchos de los cuales se situaban en el terreno del marxismo revolucionario y de la renovación del socialismo frente al despotismo burocrático. Pero esto es ya otra historia.


    No se que les parecera ,pero a mi salvo sus excesivas críticas al esalinismo que muchas veces poco sentido tenían ,me parece un gran partido , les recomiendo que vean tierra y libertad ,habla mucho de esto.
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    Mensaje por Red Soldier Mar Jul 20, 2010 7:10 pm

    El POUM eran unos trotskos al servicio de la contrarrevolución...Deberías enterarte un poco de lo que pasó en CAtalunya, en la frontera con Francia, etc, etc...La Fundación Andreu Nin a veces peca de analizar superficialmente la historia, no sé a ciencia cierta si adrede o inconscientemente.
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    Mensaje por azar Mar Jul 20, 2010 7:17 pm

    Red Soldier escribió:El POUM eran unos trotskos al servicio de la contrarrevolución...Deberías enterarte un poco de lo que pasó en CAtalunya, en la frontera con Francia, etc, etc...La Fundación Andreu Nin a veces peca de analizar superficialmente la historia, no sé a ciencia cierta si adrede o inconscientemente.

    Tengo leído algún que otro escrito de Nin y habla maravillas de la URSS de Lenin. Me hace chiste ver como suele evitar nombrar a Stalin, se refiere a él estilo: "a pesar de las desviaciones sufridas en la Revolución en los últimos años..." Laughing
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    Mensaje por gazte Mar Jul 20, 2010 7:19 pm

    red, ese es el problema, que sabemos lo que paso en cataluña, y por eso esas mentiras no cuelan. cuando se suelta una acusacion mas grave lo minimo es justificarla de alguna forma no vaya a ser que lo vea ss18 y se enerve por no justificar tamañas acusaciones.
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    Mensaje por -Ozzy- Mar Jul 20, 2010 11:23 pm

    Por lo menos el POUM se preocupo de hacer la revolucion los del PC solo se preocupaban en ganar la guerra aunque fuese para una republica burguesa
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    Mensaje por azar Mar Jul 20, 2010 11:26 pm

    -Ozzy- escribió:Por lo menos el POUM se preocupo de hacer la revolucion los del PC solo se preocupaban en ganar la guerra aunque fuese para una republica burguesa

    Claro que sí, y que chachi hicieron. Así en vez de una república democrática burguesa tuvimos una dictadura fascista durante 39 años Rolling Eyes
    Hay que saber cuándo es momento de revoluciones.
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    Mensaje por el_republicano2 Miér Jul 21, 2010 3:28 am

    La prioridad era ganar la guerra, que por sus características ya era una guerra antifascista y revolucionaria de por sí, así que dichos experimentos sólamente sirvieron para dividir a las fuerzas antifascistas.
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    Mensaje por RDC Miér Jul 21, 2010 1:01 pm

    Ya hay un hilo para hablar sobre el POUM ( [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] ), otro para hablar sobre Nin ( [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] ) y otro para hablar del golpe de Estado del POUM en Catalunya ( [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] ). Yo ya di mi opinión sobre estos quintacolumnistas en ese hilos.

    Los artículos de la Fundación Nin no sirven ni para utilizarlos como papel higiénico.

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    Mensaje por carlos Miér Jul 21, 2010 4:39 pm

    El POUM lo que hacia era alejar la revolucion no seamos simples

    En la correlacion de fuerzas que se vivia en la españa de aquellos años , ganar la guerra era hacer la revolucion iban de la mano como uña y carne
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    Mensaje por sukhoi Jue Jul 29, 2010 5:04 am

    ¡¡¡ Hola a todos !!!

    Soy nuevo por estos lares, solo quiero agradecer la oportunidad que se me concede de aprender y debatir sobre temas que para mi son de gran importancia. Por ello, no quiero empezar sin antes agradecer a toda la comunidad y sobre todo a Acción Comunista por su labor.

    Mi pregunta es la siguiente. ¿ Qué opinan del POUM y de su labor histórica ? Que aunque se este mas o menos de acuerdo "histórica" si que es.

    Un saludo y muchas gracias a todos, no me cansaré de repetirlo.
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    Mensaje por azar Jue Jul 29, 2010 5:48 am

    [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]

    Antes de crear un hilo observa si no existe ya uno Wink
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    Mensaje por sukhoi Jue Jul 29, 2010 6:49 am

    Upsss, lo siento.
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    Mensaje por DP9M Jue Jul 29, 2010 9:53 am

    fusiono..

    Muchas gracias camarada AZAR
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    Mensaje por javicho II Vie Sep 17, 2010 6:17 pm

    Estimado camarada melsk, disculpe que me entrometa, si bien yo tampoco estoy enterado de si las normas del foro dicen cuándo escribir en mayúsculas y cuándo en minúsculas, es mejor escribir en minúsculas porque es lo correcto, es la norma (académica) y es como realmente debe ser. En internet, tengo entendido, que escribir con mayúsculas es como si uno estuviera gritando, levantando la voz o estar dando voces.
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    Mensaje por gazte Vie Sep 17, 2010 6:50 pm

    Camarada Pedro escribió:El POUM sinceramente era una buena unidad, pero solo se limitaba al ámbito catalán y brindó ayuda a los anarquistas. Debería haber ayudado al PSUC para la toma del poder en Cataluña.

    a que psuc, al que disolvio y fusilo a las colectividades, al que devolvio la tierra a los terratenientes o al que devolvio las fabricas a los burgueses?
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    Mensaje por verdadyreconciliacion Vie Sep 17, 2010 7:00 pm

    Demofilo escribió:Hay que ver la habilidad de algunos para no contestar a la pregunta del hilo y desviar la atención para hablar de todo un poco, sobre todo del papel del PCE durante la guerra.
    Mi opinión sobre el POUM es la siguiente: el POUM fue un partido traidor a los compromisos que había firmado con las demás fuerzas y organizaciones del Frente Popular.
    Su papel fue exactamente el mismo que todos los trotskistas de la época: traición

    Concuerdo con este análisis, el POUM fue un traidor, traiciono a la burguesia que se había aliado con el PCE para defender el status de sus intereses "republicanos", esto es la propiedad privada y el poder del estado.

    El que traiciono al proletariado, y al campesinado pobre, pues fue quien devolvia lo colectivizado, incluso a traves de las armas. Y se llamaba PSOE PCE.

    Juan Negrín...ajajajajjajaaj.
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    Mensaje por Demofilo Sáb Sep 25, 2010 2:07 pm

    Sí. Después de la victoria del frente electoral en febrero de 1936 la II República era tan sumamente burguesa que los fascistas, financieros, terratenientes, aristócratas y generales tuvieron que empezar tres años de guerra para sacudise de encima a esa "burguesía".
    No hay más ciego que el que no quiere ver, ni más mentiroso que quien arrastra penosamente sus pocas neuronas por el foro, ni más traidor que quien firma un compromiso y luego hace todo lo contrario, que es la esencia del trotskismo y de los recociliadores.
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    Mensaje por verdadyreconciliacion Sáb Sep 25, 2010 3:32 pm

    El "camarada" Demófilo, distinguido comunista antireconciliadores. Nos empieza a explicar que la "burguesia", ahora tambien la componen los terratenientes, y los aristócratas, cuando yo creía que eran rezagos feudales. O en el mejor de los casos, nos trata de explicar que eran aliados "naturales" del orden burgués. Pero claro, el marxista demófilo lo tiene clarísimo. Según el, en el gobierno frentepopulista no había burguesia.

    y pasandonos... olvidandonos, todos los mil y un, recitales, discursos, sebo de culebra, etc. Ahora como por arte de "magia", las elecciones BURGUESAS, y la propiedad privada, eran aquel "Estado proletario", "reconciliador", "antifascista", y demás perogrulladas para esconder el reaccionario orden burgues como en Francia no?, o China tambien no?, donde triunfo aquel "estado proletario", sin un apéndice burgues porsupuesto.

    Y todos los miserables contrarevolucionarios, que hablaran de REVOLUCION, eran fascistas pues. Contradictorio, no?.

    Especialmente contradictorio cuando lo dice, alguien que afirma ser el único q nos puede enseñar el camino, marxista cabal y único, tal cual Stalin.

    Un saludo, y un adiós tb.





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    Mensaje por gazte Sáb Sep 25, 2010 11:19 pm

    Demofilo escribió:Sí. Después de la victoria del frente electoral en febrero de 1936 la II República era tan sumamente burguesa que los fascistas, financieros, terratenientes, aristócratas y generales tuvieron que empezar tres años de guerra para sacudise de encima a esa "burguesía".
    No hay más ciego que el que no quiere ver, ni más mentiroso que quien arrastra penosamente sus pocas neuronas por el foro, ni más traidor que quien firma un compromiso y luego hace todo lo contrario, que es la esencia del trotskismo y de los recociliadores.

    por enesima vez, no se interviene contra del fente popular, sino de los trabajadores, jornaleros ocupando fincas por su cuenta, el 1 de julio 1.000.000 de obreros en huelga, abrendo las carceles a la fuerza, reincrporando a despedidos durante el bienio negro... el frente popular LLAMANDO AL RESPETO DE LA LEY (burguesa por supuesto), sin poder controlar a los obreros que al creer suyo el gobierno decidieron actuar por encima de sus dirigentes, que eran un FRENO.

    los frentes populares, como el de FRANCIA, solo sirvieron para llear la revolucion a un punto muerto, pero aqui se les iba d elas manos, ni los burocratas ni la pequeña burguesia disfrazada de revolucionaria podian controlarlos y tuvo que intervenir el ejercito.
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    Mensaje por tartesico Sáb Feb 12, 2011 4:54 am

    Otro "sorprendente" caso de colaboracion de miembros del POUM con el fascismo. Y en este caso nada menos que uno de los "santones", fundadores y pesos pesados del POUM.

    El Congreso por la Libertad de la Cultura

    En Berlín se pusieron los fundamentos del Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC), un think tank que defendió la libertad de creación y pensamiento durante veinticinco años. Pero de entrada, sobre todo, trató de pulir la imagen de Estados Unidos fundamentando alternativas al comunismo. En aquella tupida red quedaron ligados grandes nombres de las letras del siglo XX. Hoy, en su web, la CIA afirma que la operación, secreta para la mayoría de los que participaron en ella, fue un éxito.

    El CLC, cuya sede se ubicó en el París dominado por el existencialismo comprometido de Sartre, era una organización bien estructurada. Contaba con una presidencia de honor integrada por prestigiosos demócratas –Croce, Maritain, Jaspers, Madariaga...–, las decisiones las tomaba un comité ejecutivo formado por un grupo de intelectuales cómplices con la idea fundacional y el trabajo lo dirigían el secretario general –el compositor Nicolas Nabokov, primo del novelista– y un secretario ejecutivo –Michael Joselsson, el cerebro gris–. El CLC impulsaba la cultura y la defendía. Basaba su fama en sus seminarios internacionales y el patrocinio de revistas de alto nivel. Concedía becas (Miguel Delibes, por ejemplo, recibió una para viajar a París), protegía a intelectuales represaliados (se ofrecieron a José María Valverde cuando dimitió de su cátedra) y amparaba comités nacionales que diseñaban su programa. Fundaciones norteamericanas lo pagaban todo.

    CONTACTOS

    España entró tarde en la órbita del CLC. La bisagra fue Julián Gorkin, un exiliado. Como tantos otros miembros de la organización, era un converso. Político y periodista, traumatizado por las purgas sufridas por su partido –el POUM– durante la Guerra Civil, había evolucionado de la militancia comunista a la socialdemocracia, el europeísmo y un antiestalinismo obsesivo. A finales de los años cuarenta, tras haber vivido en México, volvió a Europa y se instaló en París, donde se enroló en el CLC para organizar su desembarco en América Latina. No era una tarea fácil. La política norteamericana en el sur del continente no se ha caracterizado por la voluntad democratizadora, pero Gorkin logró fundar varios comités nacionales y desde 1953 fue el alma en París de la revista Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura.

    En Cuadernos, de entrada, como en la mayoría de las revistas del exilio, la presencia de autores del interior de España era inexistente. Los primeros números reproducían artículos de otras tribunas del CLC y textos escritos por latinoamericanos y españoles exiliados. Pero a partir de 1955 se produjo un cambio. Cuadernos descubrió el esfuerzo meritorio de regeneración de Pedro Laín, José Luis Aranguren, Julián Marías y Dionisio Ridruejo, otro converso, que fue identificado por el CLC como un líder de la oposición intelectual. Una oposición en la que se infiltraba el Partido Comunista, predicando la fundamental política de reconciliación entre los españoles. Así se lo parecía a un Gorkin que a finales de 1957 redactó un informe presentando los grupúsculos democráticos operativos en España, pero alertando también de que "Moscú ensayaba una operación de gran envergadura". Por ello invitaba al CLC a intervenir para lograr "la reconquista española de las libertades culturales y los derechos humanos".

    "La única gente que no tiene ayudas en España es la gente liberal y democrática, por lo que hay que ofrecerles un instrumento", le escribiría Gorkin a Ferrater Mora. A Gorkin los dirigentes del CLC le hicieron caso. No tanto por el pánico comunista, que en Europa Occidental se iba deshinchando, sino porque el CLC se transformaba en un centro de apoyo a la cultura amenazada por los totalitarismos, y en España lo estaba desde hacía veinte años. Como contó Jordi Gracia (experto en la materia), a finales de 1958 Pierre Emmanuel –poeta francés, destacado actor de la resistencia al nazismo y director literario del CLC– se entrevistó con Ridruejo para invitarle a un seminario sobre europeísmo que iba a celebrarse en la Provenza. Lo tutelaba el CLC y lo sufragaba la poderosa Fundación Ford. El verano de 1959 una delegación del interior asistió al coloquio y allí empezó a perfilarse el comité español del CLC, constituido un año después en Copenhague.

    Presidía el comité Laín, Josep Maria Castellet era el secretario (los dos compatibilizaban el cargo con sus profesiones) y Emmanuel enlazaba con París. Los otros integrantes eran Aranguren, Marías, Ridruejo, el poeta José Luis Cano, el arquitecto Fernando Chueca (segundo presidente), el notario Carlos María Bru y una delegación catalana formada, además de Castellet, por Lorenzo Gomis y Marià Manent; poco después se incorporaron Buero Vallejo, Tierno Galván y José Luis Sampedro. El protagonismo que varios de ellos tenían en la oposición se reforzó con su cohesión. En una época de manifiestos, agitación universitaria y revalorización del género del ensayo, aquellos catedráticos e intelectuales dispondrían de información y dinero para impulsar una hegemonía integrada en una red internacional. Además, como propina, recibirían libros y revistas enviados desde París sólo por ser miembros del comité.

    FRENTE POLÍTICO

    Lo singular del caso español es que el apoyo del CLC tuvo dos frentes. Por una parte, protegía la actividad del comité. Pero por otra parte, al mismo tiempo, daba cobertura (económica pero no orgánica) al Centro de Estudios y Documentación que dirigía Gorkin y cuyo propósito era estrictamente político. En sus excelentes memorias Gosar no mentir, Francesc Farreras –converso del falangismo a la socialdemocracia– relata la reunión celebrada a petición de su jefe –Gorkin– para exponer la necesidad de crear el centro y a la que acudieron Josselson y sabios del CLC (Madariaga, Raymond Aron, Denis de Rougemont, Ignazio Silone). En noviembre de 1959 Gorkin invitó a estrellas del exilio liberal a integrarse en el consejo de honor del centro. Dieron el sí Bosch Gimpera, Pau Casals, Ferrater Mora, Jorge Guillén o Ramón J. Sender.

    Durante su primer periodo de existencia, el centro se limitó a editar un modesto boletín que informaba de la represión de la dictadura y la realidad española. Pero pronto dio un gran golpe al implicarse en el contubernio de Munich. En aquella reunión del Movimiento Europeo de 1962 se reunieron por primera vez vencedores y vencidos de la Guerra Civil, todos comprometidos ya con la oposición. Monárquicos, socialistas, liberales, nacionalistas y democristianos frenaron la entrada de España en la Comunidad Europea y consensuaron una resolución que puede leerse como la hoja de ruta que llevaría a la democratización del país. La dictadura, que no supo gestionar su derrota, acertó al señalar a Gorkin como responsable de la operación. Camilo Alonso Vega –ministro de la Gobernación– dijo en las Cortes que el centro había recibido setenta y cinco mil dólares para montar aquel tinglado.

    A algunos de los represaliados por haber asistido al contubernio –a Ridruejo y sus colaboradores– el CLC los sostuvo en París durante un periodo más o menos largo de exilio forzoso. Fue una temporada de conspiración frenética. A cuenta del centro cavilaron estrategias para explicar la verdad: redactaron papeles demoledores contra la dictadura, idearon una radio y pusieron todas sus esperanzas en una revista concebida como arma de lucha contra el régimen. Se llamó Mañana, Ridruejo la comandó desde su retorno a Madrid en 1964 y la dirigía con Gorkin, pactando sus contenidos por carta. Mañana se escribía en España (sus colaboradores firmaban con o sin pseudónimo), se imprimía en París y se introducía clandestinamente otra vez en España. Aunque algunos envíos los decomisó la policía y apenas duró dos años, sus 16 entregas constituyen la mejor crónica sobre los abusos del gobierno y los esfuerzos de la oposición por derrocarlo. Pero en 1966, limada la financiación, la revista embarrancó. Cuando se destaparon las amistades peligrosas entre la CIA y el CLC, el centro cerró sus puertas.

    FRENTE CULTURAL

    La actividad del centro se desarrollaba en paralelo a la del comité español en Madrid. Su actuación reproducía a pequeña escala el programa general de toda la institución. Durante su fase constitutiva concedieron becas para proyectos de creación –las primeras las recibieron, entre otros, Joan Fuster, Tierno Galván, Alfonso Carlos Comín o Luis Felipe Vivanco– y bolsas de viaje –pronto se beneficiaron de ellas Albert Manent (para entrevistar a Carner en Bruselas) o Juan Marsé (que concibió en París Últimas tardes con Teresa)–. En 1961 organizaron en Madrid el primer seminario: Soluciones occidentales a los problemas de nuestro tiempo. El título era de por sí una provocación. Para los asistentes, pocos (los miembros del grupo y pensadores europeos ligados al CLC), la solución, y así lo dijeron, era la democracia. Lo mismo se dijo en Munich un año después.

    El contubernio también aceleró la maduración del comité. Como supo ver Tierno Galván, Munich marcó un punto de no retorno: "El centro de gravitación política ha pasado al interior". Por ello, en París, los ridruejistas apostaron por convertir el comité en una auténtica plataforma de promoción democrática en España. Para lograrlo, uno de ellos debía dedicarse full time al proyecto. El elegido fue Pablo Martí-Zaro, que volvió a Madrid a finales de 1962 y fue nombrado secretario del comité. "Con un pequeño local en el edificio España, un teléfono, una secretaria y un liberado al frente, que soy yo", escribía Martí-Zaro en unas páginas autobiográficas, el grupo empezó a ser operativo. A partir de aquel momento, regularmente, se reunirían en Madrid para dar continuidad a su actividad. La primera acta de reunión que he consultado está fechada el 10 de diciembre de 1962. De su lectura se desprende un claro afán por intervenir en la vida de las ideas del momento. Se trazó un programa de futuro ambicioso: instauración de un premio de ensayo, planificación de los fascículos Tiempo de España que dirigiría Aranguren y fijación de criterios para conceder bolsas de viaje y becas (las recibirían, entre otros, Carmen Martín Gaite o Josep Benet).

    También se empezó a perfilar un congreso sobre el realismo. La idea era de Emmanuel y encajaba con las tesis del CLC: impugnar el prestigio que la estética del realismo socialista gozaba entre los jóvenes escritores españoles. Tras una suspensión motivada por el ajusticiamiento de Julián Grimau –miembro del comité central del Partido Comunista–, se celebró en octubre de 1963 y tuvo como momento estelar el debate entre Mary McCarthy y Luis Martín-Santos. Pero la puesta de largo del comité la agrió la tensión política. Horas antes del inicio discutieron Aranguren –presidente del coloquio– y José Bergamín –escritor retornado del exilio y atosigado por la maquinaria de desinformación franquista que lo eligió como cabeza de turco entre los firmantes de un manifiesto de protesta por la represión contra mineros asturianos–. Ante aquel asedio, Bergamín se exilió de nuevo. Pero el caso se enredó. Desde la guerra Bergamín era una de las bestias negras de un Gorkin que a finales de 1963 denunció su militancia comunista en una carta pública dirigida a Emmanuel. El ministro Fraga se aprestó a reproducirla en los medios que controlaba. Emmanuel, amigo de Bergamín, marcó distancias con el comité español.

    Aquel coloquio fue atípico en la vida del comité. Un debate sobre estética era interesante, pero el grupo español privilegió siempre la elaboración de ideología. La mayoría del presupuesto se destinó a promocionar ensayo y organizar encuentros para debatir programas políticos de futuro. Con esta mentalidad se concibieron seminarios sobre el desarrollo regional o las ideologías contemporáneas y así se concibieron los Coloquios Cataluña-Castilla, un ágora (clandestina) para pensar cómo podía estructurarse la plurinacionalidad del Estado. Aunque el tema programado podía ser el análisis de la situación de la lengua catalana (se le encargó un estudio al profesor Badia i Margarit), Le Monde definió aquellos encuentros como reuniones de la oposición. No es extraño que la Brigada Social los vigilase, y, por ello, en 1965 se blindaron, transformando el grupo en una sociedad anónima: Seminarios y Ediciones. Como me contó Roselyne Chenu –secretaria de Emmanuel–, el capital era francés y franceses eran el presidente y vicepresidente. Martí-Zaro actuó como consejero delegado y los miembros del comité, en teoría, formaban un consejo asesor. Aunque París no censuró dicha politización, la cuestionó y criticó el bajo rendimiento del grupo. Para Emmanuel, en tiempos de recortes presupuestarios del CLC, la prioridad de los españoles debían ser las relaciones con el grupo portugués. Pero el replanteamiento se encabalgó con la crisis del CLC.

    CULTURA Y ESPIONAJE: VASOS COMUNICANTES

    Los tiempos habían cambiado. Quince años después de su creación, congelada la lógica maniquea de la guerra fría y con la consolidación de una crítica en el interior de Estados Unidos contra su política exterior, emergió la cara oscura del CLC. El 28 de abril de 1966 The New York Times afirmaba que la CIA había dirigido el mecenazgo de varias fundaciones norteamericanas. Una de las entidades beneficiarias era el CLC. "La acusación es falsa, pero es grave", registró José Luis Cano en su dietario. Él, Laín, Ridruejo, Chueca, Manent y Martí-Zaro se reunieron de urgencia para redactar una carta de apoyo a la organización. Pero los vasos comunicantes entre cultura y espionaje se confirmaron, como pudo leerse en The New York Herald Tribune y Le Monde. "Sin duda recibiremos noticias sobre este tema", dijo Manent a Chenu. Y aunque a finales de febrero de 1967 Emmanuel lo seguía negando, las investigaciones acabaron por imponerse. El 16 de mayo Emmanuel escribió a los miembros del comité español disculpándose. Hasta aquel día su buena fe le había impedido creer que el peso de la CIA en la financiación del CLC era tan importante.

    El trauma repercutió en España y Castellet aún recuerda la indignación de Buero Vallejo, que abandonó el grupo. Seminarios y Ediciones tendió a nacionalizarse sin cortar su relación con la Asociación Internacional por la Libertad Intelectual (así se rebautizó el Congreso), pero el grupo perdió cohesión y legitimidad. La oposición, además, se escoraba hacia posiciones de izquierda radicalizada y el talante liberal del comité pareció caduco. Sobrevivió organizando reuniones a puerta cerrada y transformándose básicamente en una editorial. Durante la primera mitad de los años setenta publicó 80 ensayos en la colección Hora H (la hora del fin de la dictadura). Aunque los autores fueran de prestigio (Cela o Castilla del Pino), aunque casi todos los miembros del comité mandaron originales (siempre de segunda), comercialmente la operación fue un desastre. El resto de actividades de la empresa, financiadas aún por el CLC, ya era poco más que residual. Se acumularon pérdidas, se sucedieron ampliaciones de capital. La muerte de Ridruejo fue la puntilla. Martí-Zaro, cada vez más solo y cuestionado, asumió el grueso del trabajo. Con la llegada de la transición, cuando la aventura terminó, a él le tocaría también asumir las deudas.
    Los hombres clave del CLC

    Dionisio Ridruejo (1912-1975). Tras haber colaborado en la construcción del estado cultural franquista y haber defendido los totalitarismos con el fusil y lapalabra, Ridruejo –uno de los grandes prosistas españoles de la segunda mitad del siglo XX– inició un proceso de rectificación ideológica que lo llevó a la oposición contra la dictadura y lo convirtió en intelectual de referencia desde mediados de los cincuenta, momento en el que su nombre entró en los círculos del Congreso por la Libertad de la Cultura.

    Salvador de Madariaga (1886-1978). No ha habido español con mayor prestigio en organizaciones mundiales que él. Escritor y diplomático, activo ya en la Sociedad de Naciones de la década de los veinte, tras la Segunda Guerra Mundial este catedrático de la Universidad de Oxford y antifranquista de primera hora presidió la Internacional Liberal, fue dirigente del Movimiento Europeo (brilló en el "contubernio") e integró la presidencia de honor del Congreso por la Libertad de la Cultura.

    Julián Gorkin (1901-1987). Con su encarcelamiento tras los Fets de Maig de 1937 por militar en el POUM, este hombre de acción cambió para siempre. Exiliado y antifranquista pugnaz, combatió el estalinismo documentando su intervención en la guerra. A finales de los años cuarenta, procedente de México, se instaló en París y ahondó en sus obsesiones. Participó en la fundación del europeísta Movimiento Socialista y trabajó en el Congreso por la Libertad de la Cultura, dirigiendo la sección hispanoamericana.

    Pierre Emmanuel (1916-1984). Desde muy pronto Noël Mathieu (conocido por su pseudónimo, Pierre Emmanuel) tuvo contactos con España. Profesor y poeta católico, que tuvo como padrino de boda a José Bergamín, puso su pluma al servicio de la resistencia durante la ocupación nazi y trabajó en la sección inglesa de la Radio Televisión Francesa tras la Segunda Guerra Mundial. En 1958 entró en el Congreso por la Libertad de la Cultura para impulsar un programa de apoyo a los intelectuales españoles del interior.

    Pablo Martí-Zaro (1920-2000). Este funcionario del Estado con vocación de escritor (algunas de sus obras de teatro se escenificaron) fue hombre de confianza de los proyectos políticos de Ridruejo desde la segunda mitad de los cincuenta. Como Madariaga, Gorkin y Ridruejo, en 1962 participó en el "contubernio de Munich". Perdió por ello el trabajo, pero se incorporó así a destacadas plataformas de la oposición y fue el secretario del comité español del Congreso por la Libertad de la Cultura.

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    Mensaje por verdadyreconciliacion Sáb Feb 12, 2011 9:57 am

    Sí, especialmente su política de "reconciliacion nacional", que le entrego el culo a los fascistas, gracias a "heroes democráticos" como Ibaurri o Carrillo, es que podemos decir que el POUM era colaborador del fascismo.


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    Mensaje por tartesico Sáb Feb 12, 2011 1:04 pm

    bueno, cada uno colaboro con el fascismo en su momento, el POUM en la guerra civil (participando en la derrota de la guerra) y los otros despues de la guerra civil.
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    Mensaje por gazte Sáb Feb 12, 2011 3:16 pm

    Político y periodista, traumatizado por las purgas sufridas por su partido –el POUM– durante la Guerra Civil, había evolucionado de la militancia comunista a la socialdemocracia, el europeísmo y un antiestalinismo obsesivo.
    en serio? obsesivo? que pesiguieran, torturaran y asesinaran a la gente de su partido no tendria algo que ver?

    Otro "sorprendente" caso de colaboracion de miembros del POUM con el fascismo. Y en este caso nada menos que uno de los "santones", fundadores y pesos pesados del POUM.
    dudo realmente que sepas lo que es y lo que significa el fascismo.

    y si se puede juzgar un programa politico o a una organizacion por lo que haya hecho una persona que participara en esos acontecimientos puedo empezar ahora mismo y no dejar titere con cabeza.
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    Mensaje por tartesico Sáb Feb 12, 2011 10:18 pm

    la diferencia es que en su momento la segunda republica española no juzgo a personalidades, si no a todo un partido que con su zancadilleo constante al frente antifascista, en realidad le hacia el juego al franquismo. Bastante ver donde han acabado sus dirigentes y los restos de su partido hoy en dia.
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    Mensaje por gazte Dom Feb 13, 2011 1:43 am

    con carrillo? el adalid del verdadero marxismo leninismo que ya por 1939 decia que "los democratas acabarian con la dictadura".

    eso ya se ha discutido mil veces, y tienes informacion de sobra para quitar esa gilipollez de tu mente, aun asi, si lo sigues creyendo estare gustoso de desmentir las calumnias vertidas por intoxicadores contra los sinceros luchadores del poum.

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