Jordi de Terrassa escribió:Apreciado UnMajete;
¿Los barrenderos son representantes de la clase obrera?, Y quién los ha elegido como representantes, y en qué la representan, ¿cómo ejemplo de español de izquierda, o en la tasa de explotación que padecen?. Lo que le interesará a los barrenderos de Madrid y a los mineros es saber cómo se produce su explotación en el capitalismo y como acabar con dicha explotación. ¿Siendo patriota de izquierda se pone fin a la explotación?, o ¿siendo patriota de izquierdas se está más capacitado para entender el concepto de plusvalía?
Retomando el tema que nos ocupa; el nacionalismo de izquierdas, ¿por qué hay que ser patriota español de izquierdas? que es la “nacionalidad” que adopta la oligarquía financiera y terrateniente española. ¿Por qué no ser patriota de izquierdas de las naciones que conforman el pueblo español?, gallega, astur-leonesa, castellana, vasca o catalana. ¿Es este el motivo de su aparición constante en los medios de comunicación, de izquierda o derecha, de la oligarquía española?
Saludos.
Sí, los barrenderos son representantes de la clase obrera. No quiero entrar en un debate gramatical o terminológico pero creo que es innegable que los mineros representan un amplio sector de la población: el de los trabajadores. Es evidente que tanto los barrenderos como los mineros —y su lucha— hacen palpable y entendible para el grueso de la población el conflicto y la lucha existente entre clases. Negar esto sería como negar su lucha y, prácticamente, robarle legitimidad. La dialéctica puede jugar malas pasadas. Nadie ha elegido a los barrenderos o a los mineros como representantes de nada y no lo son a un nivel organizativo o vertical, eso es obvio, pero si que lo son en el campo de la moral y de la conciencia. ¿Cuántas veces hemos oído ensalzar la lucha de los mineros como ejemplo viviente de la lucha de clases? ¿Es eso negativo? Yo opino que no, todo lo contrario, traducen a una realidad tangible los conceptos teóricos. Hay que dejar a un lado el intelectualismo de salón y salir a la calle. La calle habla, y la calle, por extensión, lucha. La clase obrera lucha y lo hace en muchos sectores y de muchas maneras, de las cuales forman parte la lucha de los barrenderos o la de los mineros. Me atrevo a ir incluso más allá y decir que concretamente la lucha de los mineros se ha convertido en un símbolo de la clase obrera, un ejemplo para muchos. Puede no consideres que sea así, pero te aseguro que si le preguntas a una persona de la calle, te dirá que los mineros o los barrenderos son un ejemplo a seguir.
Lo que le interesa a los barrenderos de Madrid y a los mineros, como bien has dicho, es solucionar sus problemas. Creo que lo han hecho en gran medida. Los mineros, de hecho, lo hicieron en una época en la que no podía hacerse, y lo siguen haciendo, habiéndose convertido en un referente de la lucha obrera por los derechos laborales. En casos como los suyos —y recalco que todo lo que digo es una opinión— de nada sirve sentarnos a hablar de la explotación que sufren debida a un sistema capitalista que blablabla, eso nos sirve a los cuatro que estamos —o pretendemos estar en el futuro— un poco puestos en lo teórico. Por desgracia, nuestros casos pueden contabilizarse, no puedes ir con ese discurso a los barrenderos de Madrid porque dudo que les importe absolutamente nada cuál es la causa de su situación. Se trata de ofrecer soluciones, la teoría ha de sustentarlas, evidentemente, pero en casos de urgencia social como el que vivimos, hay que hacer eso accesible para todos. Gramsci hablaba así de los obreros de la FIAT allá por el año 1921:
Los obreros de la FIAT han vuelto al trabajo. ¿Traición? ¿Reniegan de los ideales revolucionarios? Los obreros de la FIAT son hombres de carne y hueso. Han resistido durante un mes. Sabían que luchaban y resistían no sólo por ellos mismos, no sólo por la masa restante de los obreros de Turín, sino por toda la clase obrera italiana.
[...]
Nuestro optimismo revolucionario siempre se ha fundamentado en esa visión crudamente pesimista de la realidad humana con la que inexorablemente hay que pasar cuentas. Hace ya un año que habíamos previsto que el resultado sería fatal para la situación italiana, si los dirigentes responsables continuaban con su táctica de cacareos revolucionarios y sus prácticas oportunistas. Y hemos luchado desesperadamente para devolver a estos líderes una visión más real, una práctica más adecuada y más apropiada para el curso de los acontecimientos.
Hoy sufrimos las consecuencias, también nosotros, de la ineptitud y la ceguera de los otros; hoy también el proletariado turinés tiene que soportar el embate del adversario, fortalecido por la no resistencia de los otros.
Cada uno que saque los paralelismos y conclusiones que estime oportuno. Por seguir —ya que he empezado— con Gramsci, decía también lo siguiente:
La actividad científica es una cuestión que implica un esfuerzo fantástico; quien es incapaz de construir hipótesis nunca será un científico. También en la actividad política hay una gran parte para la imaginación; pero en la actividad política la hipótesis no es de hechos inertes, de materia opaca a la vida; la imaginación en política tiene como elementos a los hombres, a la sociedad de los hombres, al dolor, a los afectos, a las necesidades de la vida de los hombres. Si un científico se equivoca en su hipótesis, no es tan grave, pierde una cierta cantidad de riqueza, de cosas: una solución se precipita, un globo se revienta. Si el hombre político se equivoca en su hipótesis, es la vida de los hombres la que corre peligro, es el hambre, es la rebelión, es la revolución para no morirse de hambre.
Y bueno, a lo largo de todos los escritos ya sabemos que hace una gran crítica al intelectualismo —ahí está el famoso "¿Intelectual significa siempre inteligente?— y creo que es necesario rescatar dicha crítica a día de hoy. De nada sirve que teoricemos todo lo que queramos, hay que ir a los problemas reales de la sociedad y, antes de cuestionarnos los problemas sintomáticos de la sociedad capitalista, tenemos que retomar aquella organización y espíritu de lucha que tenía el PCE en la época preconstitucional en nuestro país. Hay que volver a eso, a la organización y a los actos. La teoría ha de respaldarlos, evidentemente, y acompañarlos, pero es hora de dar lugar a la práctica más que a la teoría.
La mayor parte de la gente de este foro hubiera optado por criticar el nacionalismo de izquierdas apoyándose en el internacionalismo y tú, pese a haber empezado por ahí, has acabado hablandome del nacionalismo de los pueblos vascos, catalanes y asturianos —como asturiano no considero que aquí hablemos nunca de un nacionalismo artur-leonés, la verdad—. De nada sirve explicar el discurso del Sr.Iglesias si no se está abierto a entenderlo; Pablo Iglesias es un personaje de los mass media y su labor no es otra que la construcción de anécdotas, por decirlo de una manera más entendible: su labor es elaborar el titular ¡Cuatro gamberros queman Burgos' pero del otro bando. Cuando el Sr.Iglesias habla de patriotismo de la izquierda lo que hace es una tremenda crítica —efectista—a la derecha española en tanto que, pese a llamar a la gloriosa idea del nacionalismo patrio más rancio, no les parece antipatriota recortar el bienestar de dicha patria. Se puede entender bien yendo a sus debates.
Concluyo pues, que cuando Pablo Iglesias habla de nacionalismo de izquierdas habla, más bien —y repito, un seguimiento de sus debates en televisión y la lectura de su libro Abajo el Régimen apoyan mucho el entendimiento de esa postura— de que la derecha vende una idea equívoca del patriotismo y habla, también, de la nostalgia de la izquierda por un elemento que aglutine tanto como el nacionalismo. Porque, señores, tenemos que reconocer que la población ha perdido el concepto de pueblo y que lo que impera es un individualismo generalizado.
Tenemos puntos de vista divergentes, creo que el debate ha llegado a un punto muerto. Ha sido interesante y respeto —pero no comparto— tu punto de vista.
Un afectuoso abrazo.