por MolotoK Mar Abr 04, 2017 7:21 pm
El uso que se le de a una droga (religioso, medicinal, lúdico, etc) es irrelevante mientras se le de un consumo informado, moderado, y responsable que no afecte a terceros, tras haber estudiado sus propiedades fisico-químicas. Hacer ciencia consiste en eso.
Las drogas, como cualquier mercancía hecha por el ser humano, no contienen ideología de clase alguna, ni explotan ni oprimen por sí mismas. Como tampoco explota un látigo ni oprime un fusil, sino quien lo empuña. Son las relaciones sociales las que explotan y oprimen a los explotados y oprimidos en favor de los explotadores y opresores. Las drogas contienen unas propiedades fisico-químicas que provocan efectos adversos varios, como también efectos beneficiosos perfectamente evidenciados en los deportes de competición, en medicina, en fiestas, etc.
Considerar que las drogas deban prohibirse por el mero hecho de contener efectos adversos o provocar adicción, o que debe prohibirse su uso lúdico por ser improductivo o inútil (como el azúcar que nadie quiere prohibir, a pesar de ser una pandemia letal adictiva), es imponer una moral paternalista sobre la sociedad; como si los proletarios fuesen nuestros hijos y tuviéramos que llevarlos de la mano a todas partes. Existen infinidad de productos y actividades, repetidas en este debate, que provocan efectos adversos y adicción, y con un consumo responsable y moderado, ni provocan efectos adversos (o son mínimos) ni provocan adicción. Por lo que el alarmismo de los prohibicionistas no se sostiene con la realidad.
Las drogas, si se les da un consumo informado, moderado y responsable, son beneficiosas. Las drogas, si se desconoce su uso, si se abusan de ellas o se les da un uso inadecuado, provocan daño. Legalizar las drogas, con información para su correcto consumo, regulación para su correcta calidad, y centros de formación y concienciación para ayudar a los adictos, minimiza sus daños y maximiza sus beneficios. Prohibir las drogas, persiguiendo la fantasía de "Un mundo sin drogas", maximiza los daños y minimiza sus beneficios. Ya no solo por la mala calidad del producto al no estar regulado, sino por el crimen organizado de los narcotraficantes y mafias clandestinas que surgen para satisfacer la demanda de las mercancías ilegales.