Política
Partido del Trabajo Democrático
14 de Mayo de 2015
Este 24 de mayo se celebran elecciones a la gran mayoría de parlamentos autonómicos y a la totalidad de los municipios del país.
Estos comicios se dan en el contexto de una cierta recuperación económica. Tras varios años de progresiva destrucción de empleo y retroceso del crecimiento, parece que la situación se revierte parcialmente. Sin embargo esta recuperación es sólo temporal y superficial: el poco empleo que se crea es precario y el crecimiento económico es débil porque no han desaparecido las causas que han engendrado esta crisis económica.
El capitalismo se encuentra en crisis estructural y tiende irremediablemente al empobrecimiento, a la destrucción del empleo y a la caída de la tasa de ganancia. Aunque podamos vivir ciertas reanimaciones económicas –en este caso muy limitadas-, las mismas sólo supondrán la antesala de una caída aún mayor.
Para poder lograr una precaria reanimación económica, la clase dominante ha atacado muchas de las conquistas económicas y políticas de la clase obrera con el objetivo de recuperar los beneficios. Estas medidas ya se ejecutaban previamente al derrumbe económico de 2008; sin embargo, a partir de esta fecha, se han acelerado buscando desesperadamente una salida al estancamiento económico.
Así, los gobiernos del PSOE y del PP han ejecutado un gran paquete de leyes y medidas destinadas a favorecer los intereses de la oligarquía a costa de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población (particularmente de la clase obrera). Así se han aplicado dos reformas laborales que flexibilizan el empleo, facilitan el despido y se traducen en un aumento en la intensidad de la explotación de las/os obreras/os. Así han reformado el sistema de pensiones con el objetivo de retrasar progresivamente la edad de jubilación hasta los 67 años para 2027. Así han inyectado una gran cantidad de dinero público con el objetivo de sanear a las entidades bancarias y también han facilitado las condiciones para transformar las cajas de ahorros en entidades bancarias clásicas.
También han impulsado los procedimientos para desahuciar a las familias de sus hogares por no poder pagar sus hipotecas, han acelerado la subida de tasas en diferentes niveles formativos y han recortado las partidas presupuestarias destinadas a becas para restringir el acceso a la educación, al tiempo que han impulsado la degradación de la enseñanza pública en beneficio de la privada y han aprobado una ley reaccionaria, la LOMCE, que hace retroceder décadas la educación pública. Merece la pena también destacar el particular empeño en algunas comunidades autónomas por introducir capital privado en la sanidad, externalizando diferentes servicios del sistema público de salud para convertirlo en un nuevo mercado a explotar por parte del capital privado.
En lugar de hacer caso al rechazo mayoritario de estas medidas, el gobierno ha aumentado la represión política con el endurecimiento de las leyes coercitivas (reformas del Código Penal, Ley Mordaza,…) y la represalia contra los movimientos de protesta políticos, sindicales y sociales. Esto hemos podido verlo en su marcado esfuerzo por negar el ejercicio del derecho de autodeterminación en Cataluña durante 2014.
Mientras tanto no ha cesado la connivencia internacional con las grandes potencias imperialistas, participando en los proyectos de la OTAN de someter a pueblos enteros mediante guerras abiertas en algunos casos o intervenciones para desestabilizar países en todo el mundo (Irak, Libia, Siria, Ucrania, Venezuela,…)
Ante estas circunstancias, la clase obrera y las demás capas populares han respondido mediante una dinámica defensiva de recuperar lo que les han robado. Mezclando la crítica a los desmanes y excesos de la oligarquía con las aspiraciones de recuperar el nivel de vida adquirido durante el periodo conocido como “Estado del bienestar”, el movimiento popular ha reaccionado durante todos estos años en forma de protesta y movilización social espontánea, reclamando justamente el fin de las políticas de austeridad, la recuperación de las conquistas arrebatadas e incluso algunas mejoras sociales. De esta manera, la movilización ha sido llevada a cabo por diferentes clases y capas sociales de las más variadas formas (huelgas generales, movimiento 15-M, conformación de las mareas en defensa de lo público, huelgas educativas y de la sanidad, Marchas de la Dignidad,…), trasladándose al ámbito electoral mediante el crecimiento de las fuerzas democráticas y progresistas en las elecciones europeas de 2014 y las elecciones andaluzas de marzo de 2015.
Este escenario político ha generado la posibilidad de que en estos comicios de mayo nos podamos encontrar ante un nuevo escenario en la composición en los parlamentos autonómicos y las cámaras municipales, dónde las fuerzas populares aumenten su peso, siendo determinantes e incuso protagonistas en la formación de los nuevos gobiernos autonómicos y locales.
En este sentido, en muchos municipios se han impulsado procesos fundamentados en la idea de la unidad popular a nivel municipal. La campaña de miedo, infundios y engaños desatada por los grandes medios de comunicación contra el auge de las fuerzas políticas democráticas y también las condiciones particulares de pugna en el seno del movimiento popular han impedido que en la gran mayoría de municipios se pueda constituir una lista única a las elecciones municipales.
Merece la pena señalar que la frustración de estos procesos es el reflejo de que la unidad del pueblo no ha madurado suficientemente en estos lugares previamente a la cita electoral. Sin la existencia de unas relaciones de Frente Unido verdaderamente estables, estos intentos de construir la unidad popular en el campo electoral estarán expuestas a cainismos, choques de intereses y conflictos que debemos resolver con urgencia. Es indudable que la oligarquía volverá a la carga contra el pueblo después de la cita electoral -como muestra el ensañamiento de los poderes financieros internacionales con la Grecia de Syriza- y no quedará más remedio que volver a la lucha: cuanto más unidos estemos, más fuertes seremos.
Estas limitaciones de un campo popular fragmentado a nivel autonómico y municipal son el reflejo de la inestabilidad de una pequeña burguesía y unas capas sociales intermedias que han tomado el protagonismo en la vida política durante estos últimos años (mediante sus partidos políticos, especialmente IU y Podemos). Ante esta circunstancia no debemos achacar las debilidades del movimiento tanto a la mala gestión de estos actores, sino a la ausencia -como actor político independiente- del verdadero sujeto social que puede garantizar el cambio político revolucionario en nuestro país: la clase obrera organizada en su partido independiente.
Toda victoria que las fuerzas democráticas pequeño-burguesas logren debilitará a nuestro enemigo común (la oligarquía financiera, particularmente a sus partidos tradicionales –PP y PSOE- y a su opción de recambio, Ciudadanos) y mientras apliquen las partes más progresivas de su programa lograrán cierta mejora de las condiciones de vida de la clase obrera y el pueblo, así como un marco político más favorable para poder desplegar la lucha por el socialismo y por conquistar una verdadera democracia para la mayoría.
Sin embargo, estas opciones no pueden por si solas defender los intereses de la clase obrera. Para las y los comunistas es prioritario luchar por la reconstitución de nuestro partido político independiente, fortalecernos para luchar no sólo contra los desmanes de la oligarquía, sino por la democracia de las y los trabajadores, por poner la economía al servicio de las necesidades de la mayoría social y no al servicio de los intereses de grandes empresarios y banqueros.
Por todo ello las y los comunistas del Partido del Trabajo Democrático entendemos que:
1. La prioridad de nuestro proyecto pasa por la reconstitución del partido político obrero independiente – esto es, el partido comunista – para organizar la revolución socialista en nuestro país. Nuestra participación en un proceso electoral debe subordinarse a las circunstancias que faciliten el desarrollo de esta labor indispensable para nuestra clase.
2. A nivel autonómico pedimos el voto para Podemos e Izquierda Unida, pues entendemos que son las dos fuerzas democráticas y progresistas que, en las actuales circunstancias, más pueden contribuir a mejorar las condiciones de la clase obrera en sus derechos políticos y económicos.
3. A nivel municipal aplaudimos aquellas experiencias de candidaturas unitarias que han logrado tener éxito. Pedimos el voto para estas candidaturas de unidad popular allá dónde representen a lo más avanzado de las fuerzas democráticas y progresistas o, en su defecto, a aquellas fuerzas que ocupen este espacio en los diferentes ayuntamientos a lo largo y ancho del Estado.
¡Hay que ganarles en las urnas y en las calles!
Comité Central del Partido del Trabajo Democrático (PTD)
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Partido del Trabajo Democrático
14 de Mayo de 2015
Este 24 de mayo se celebran elecciones a la gran mayoría de parlamentos autonómicos y a la totalidad de los municipios del país.
Estos comicios se dan en el contexto de una cierta recuperación económica. Tras varios años de progresiva destrucción de empleo y retroceso del crecimiento, parece que la situación se revierte parcialmente. Sin embargo esta recuperación es sólo temporal y superficial: el poco empleo que se crea es precario y el crecimiento económico es débil porque no han desaparecido las causas que han engendrado esta crisis económica.
El capitalismo se encuentra en crisis estructural y tiende irremediablemente al empobrecimiento, a la destrucción del empleo y a la caída de la tasa de ganancia. Aunque podamos vivir ciertas reanimaciones económicas –en este caso muy limitadas-, las mismas sólo supondrán la antesala de una caída aún mayor.
Para poder lograr una precaria reanimación económica, la clase dominante ha atacado muchas de las conquistas económicas y políticas de la clase obrera con el objetivo de recuperar los beneficios. Estas medidas ya se ejecutaban previamente al derrumbe económico de 2008; sin embargo, a partir de esta fecha, se han acelerado buscando desesperadamente una salida al estancamiento económico.
Así, los gobiernos del PSOE y del PP han ejecutado un gran paquete de leyes y medidas destinadas a favorecer los intereses de la oligarquía a costa de las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población (particularmente de la clase obrera). Así se han aplicado dos reformas laborales que flexibilizan el empleo, facilitan el despido y se traducen en un aumento en la intensidad de la explotación de las/os obreras/os. Así han reformado el sistema de pensiones con el objetivo de retrasar progresivamente la edad de jubilación hasta los 67 años para 2027. Así han inyectado una gran cantidad de dinero público con el objetivo de sanear a las entidades bancarias y también han facilitado las condiciones para transformar las cajas de ahorros en entidades bancarias clásicas.
También han impulsado los procedimientos para desahuciar a las familias de sus hogares por no poder pagar sus hipotecas, han acelerado la subida de tasas en diferentes niveles formativos y han recortado las partidas presupuestarias destinadas a becas para restringir el acceso a la educación, al tiempo que han impulsado la degradación de la enseñanza pública en beneficio de la privada y han aprobado una ley reaccionaria, la LOMCE, que hace retroceder décadas la educación pública. Merece la pena también destacar el particular empeño en algunas comunidades autónomas por introducir capital privado en la sanidad, externalizando diferentes servicios del sistema público de salud para convertirlo en un nuevo mercado a explotar por parte del capital privado.
En lugar de hacer caso al rechazo mayoritario de estas medidas, el gobierno ha aumentado la represión política con el endurecimiento de las leyes coercitivas (reformas del Código Penal, Ley Mordaza,…) y la represalia contra los movimientos de protesta políticos, sindicales y sociales. Esto hemos podido verlo en su marcado esfuerzo por negar el ejercicio del derecho de autodeterminación en Cataluña durante 2014.
Mientras tanto no ha cesado la connivencia internacional con las grandes potencias imperialistas, participando en los proyectos de la OTAN de someter a pueblos enteros mediante guerras abiertas en algunos casos o intervenciones para desestabilizar países en todo el mundo (Irak, Libia, Siria, Ucrania, Venezuela,…)
Ante estas circunstancias, la clase obrera y las demás capas populares han respondido mediante una dinámica defensiva de recuperar lo que les han robado. Mezclando la crítica a los desmanes y excesos de la oligarquía con las aspiraciones de recuperar el nivel de vida adquirido durante el periodo conocido como “Estado del bienestar”, el movimiento popular ha reaccionado durante todos estos años en forma de protesta y movilización social espontánea, reclamando justamente el fin de las políticas de austeridad, la recuperación de las conquistas arrebatadas e incluso algunas mejoras sociales. De esta manera, la movilización ha sido llevada a cabo por diferentes clases y capas sociales de las más variadas formas (huelgas generales, movimiento 15-M, conformación de las mareas en defensa de lo público, huelgas educativas y de la sanidad, Marchas de la Dignidad,…), trasladándose al ámbito electoral mediante el crecimiento de las fuerzas democráticas y progresistas en las elecciones europeas de 2014 y las elecciones andaluzas de marzo de 2015.
Este escenario político ha generado la posibilidad de que en estos comicios de mayo nos podamos encontrar ante un nuevo escenario en la composición en los parlamentos autonómicos y las cámaras municipales, dónde las fuerzas populares aumenten su peso, siendo determinantes e incuso protagonistas en la formación de los nuevos gobiernos autonómicos y locales.
En este sentido, en muchos municipios se han impulsado procesos fundamentados en la idea de la unidad popular a nivel municipal. La campaña de miedo, infundios y engaños desatada por los grandes medios de comunicación contra el auge de las fuerzas políticas democráticas y también las condiciones particulares de pugna en el seno del movimiento popular han impedido que en la gran mayoría de municipios se pueda constituir una lista única a las elecciones municipales.
Merece la pena señalar que la frustración de estos procesos es el reflejo de que la unidad del pueblo no ha madurado suficientemente en estos lugares previamente a la cita electoral. Sin la existencia de unas relaciones de Frente Unido verdaderamente estables, estos intentos de construir la unidad popular en el campo electoral estarán expuestas a cainismos, choques de intereses y conflictos que debemos resolver con urgencia. Es indudable que la oligarquía volverá a la carga contra el pueblo después de la cita electoral -como muestra el ensañamiento de los poderes financieros internacionales con la Grecia de Syriza- y no quedará más remedio que volver a la lucha: cuanto más unidos estemos, más fuertes seremos.
Estas limitaciones de un campo popular fragmentado a nivel autonómico y municipal son el reflejo de la inestabilidad de una pequeña burguesía y unas capas sociales intermedias que han tomado el protagonismo en la vida política durante estos últimos años (mediante sus partidos políticos, especialmente IU y Podemos). Ante esta circunstancia no debemos achacar las debilidades del movimiento tanto a la mala gestión de estos actores, sino a la ausencia -como actor político independiente- del verdadero sujeto social que puede garantizar el cambio político revolucionario en nuestro país: la clase obrera organizada en su partido independiente.
Toda victoria que las fuerzas democráticas pequeño-burguesas logren debilitará a nuestro enemigo común (la oligarquía financiera, particularmente a sus partidos tradicionales –PP y PSOE- y a su opción de recambio, Ciudadanos) y mientras apliquen las partes más progresivas de su programa lograrán cierta mejora de las condiciones de vida de la clase obrera y el pueblo, así como un marco político más favorable para poder desplegar la lucha por el socialismo y por conquistar una verdadera democracia para la mayoría.
Sin embargo, estas opciones no pueden por si solas defender los intereses de la clase obrera. Para las y los comunistas es prioritario luchar por la reconstitución de nuestro partido político independiente, fortalecernos para luchar no sólo contra los desmanes de la oligarquía, sino por la democracia de las y los trabajadores, por poner la economía al servicio de las necesidades de la mayoría social y no al servicio de los intereses de grandes empresarios y banqueros.
Por todo ello las y los comunistas del Partido del Trabajo Democrático entendemos que:
1. La prioridad de nuestro proyecto pasa por la reconstitución del partido político obrero independiente – esto es, el partido comunista – para organizar la revolución socialista en nuestro país. Nuestra participación en un proceso electoral debe subordinarse a las circunstancias que faciliten el desarrollo de esta labor indispensable para nuestra clase.
2. A nivel autonómico pedimos el voto para Podemos e Izquierda Unida, pues entendemos que son las dos fuerzas democráticas y progresistas que, en las actuales circunstancias, más pueden contribuir a mejorar las condiciones de la clase obrera en sus derechos políticos y económicos.
3. A nivel municipal aplaudimos aquellas experiencias de candidaturas unitarias que han logrado tener éxito. Pedimos el voto para estas candidaturas de unidad popular allá dónde representen a lo más avanzado de las fuerzas democráticas y progresistas o, en su defecto, a aquellas fuerzas que ocupen este espacio en los diferentes ayuntamientos a lo largo y ancho del Estado.
¡Hay que ganarles en las urnas y en las calles!
Comité Central del Partido del Trabajo Democrático (PTD)
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