castro escribió:Hombre, no soy yo el que promociona sus estudios.
Si usted solo promociona estudios perfectos de autores perfectos, el abanico de posibles recomendaciones se reduce a estudios y autores divinos, y solo en el caso de que sea creyente.
castro escribió:Yo no doi vueltas al asunto. Es muy claro. El secreto de ser empresario se basa en invertir bien el capital (acertar sobre cuál es la demanda futura). Por lo tanto, los empresarios que no aciertan en sus inversiones, fracasan y se quedan con stock por vender. Me gustaría ver cómo se explica usted dicha "sobreproducción" si se supone que la oferta crea su propia demanda. ¿Paradoja?
Afirmar que el secreto de los empresarios en el capitalismo consiste en acertar, implica que sus cálculos no están basados en estudios científicos. Ello es debido a la imposibilidad de conocer a priori la demanda solvente sobre sus productos, ya que los costos de producción los conocen perfectamente, los han pagado, y sobre ellos y la ganancia media es sobre la que los empresarios realizan sus cálculos. Lo que demuestra, por una parte, la falacia de la crítica neoclásica sobre la imposibilidad del comunismo, por la imposibilidad de realizar cálculos económicos, ya que donde realmente son imposibles dichos cálculos es en el capitalismo, y por otra parte la inexistencia, salvo en la imaginación de sus defensores, de una función de la demanda.
castro escribió:Veamos. La demanda existe de por sí (hambre), sea solvente o no. Una demanda solvente es cubierta por la oferta que se crea. Dicha oferta se crea para satisfacer la demanda personal del creador de la oferta. Una demanda insolvente, para entrar al mercado ha de satisfacer otra demanda solvente, creando para ello oferta. Dicha oferta le permitirá satisfacer su demanda ahora ya solvente.
En este párrafo utiliza la ley de Say deformándola invirtiendo sus términos, y realizando un ingenioso juego de palabras tergiversa la ley de la plusvalía.
La demanda de mercancías no existe de por sí, lo que existe de por sí son necesidades humanas. Los seres humanos, de por sí, tienen necesidades materiales, pero solo pudieron demandar mercancías cuando el desarrollo de las fuerzas productivas creo un excedente que poder ofertar, primero es la producción de un excedente luego el huevo de la oferta y finalmente la gallina de la demanda.
El problema que tiene la teoría neoclásica es que analiza la circulación de las mercancías al margen de su producción, olvidando que para intercambiar mercancías antes hay que producirlas.
Ahora donde su ingenio se desaborda es cuando escribe
Una demanda insolvente; seres humanos sin recursos naturales, medios de producción ni bienes de consumo propios,
para entrar al mercado ha de satisfacer otra demanda solvente, creando para ello oferta; se ven en la necesidad, para poder vivir, de vender su fuerza de trabajo a un capitalista produciendo plusvalía, con la que satisfacer la demanda de plusvalía del capitalista
Dicha oferta le permitirá satisfacer su demanda ahora ya solvente; Dichas mercancías por el trabajador asalariado producidas puede comprarlas ahora con el salario recibido, satisfaciendo sus necesidades y seguir vivo.
Es decir el trabajador asalariado para poder vivir debe satisfacer la demanda de fuerza de trabajo ajena del capitalista mediante la “cesión” de forma gratuita de una parte de su fuerza de trabajo, ya que los capitalistas invierten en fuerza de trabajo para obtener un beneficio. No se ha preguntado nunca quién y cómo produce la mercancía fuerza de trabajo, en sus palabras demanda insolvente. Es decir, seres humanos desprovistos de recursos naturales medios de producción y de consumo propios.
castro escribió:Obviamente uno se va al supermercado y no va a variar el precio, pero si muchos deciden no consumir, finalmente bajarán los precios o simplemente la demanda no estará dispuesta a consumir por X o Y razones subjetivas u objetivas sus productos. Cada una de esas decisiones "sociales" varía el valor de cambio de los productos. Una persona individual, a no ser que tenga un poder de negociar importante, no variará el precio, pero que yo sepa, cada persona está en su cuerpo y lo puede obligar a lo que cada uno quiera, sin embargo a los demás no.
Es decir, su valoración individual y subjetiva, ni la de nadie que usted conozca, sobre la utilidad marginal de un valor de uso han variado nunca el valor de cambio de mercancía alguna. Es decir, la contribución de la valoración individual y subjetiva sobre la utilidad marginal de un valor de uso es igual a cero. Si se trata de una valoración colectiva ha dejado de ser individual y subjetiva, ya que por definición un colectivo no es un individuo y lo que es más importante no tiene voluntad subjetiva propia para valorar nada.
Resumiendo, ni usted ni nadie conoce, en el mundo real, un demandante de valores de uso que su valoración subjetiva determine el valor de cambio de mercancía alguna. Pero eso sí, en el subjetivo, por imaginario, mundo de los teóricos del utilitarismo marginal es el demandante de mercancía quién, subjetiva e individualmente, establece el precio de mercado de las mercancías.
Sobre estas bases, de creencia mitológica, las grandes escuelas subjetivas del utilitarismo marginal, tanto keynesianos, monetaristas como austríacos, pretenden haber construido una ciencia.
Saludos.