Foro Comunista

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    ¿Stalingrado: los nazis mas vencidos por el frío, que por las glorias fuerzas socialistas?

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    Mensaje por DP9M Miér Mar 02, 2011 4:45 pm

    ¿ Tu eres retrasado mental o nos haces perder el tiempo aquí a proposito ?

    ¿ que es lo que cambia en el Reich de 1939 y 1943 ? Piensa un poco. Espabila. Razona.


    Tu entiendes Trollaco que si no hay dinero no se puede producir MAS y mucho menos aumentar ?

    Tu has dicho, que la industria arlamentistica no estaba movilizada.A la contra te has tragado que todo el presupuesto del estado iba a la industria armamentistica principalmente desde casi una decada atras , incluso se empezo a pagar con bonos como sustitutivo del dinero, por que literalmente , NO HABIA.

    Como pretendes TU, que algo produzca más si no tiene como ? Pues con una GUERRA, empleando mano de obra barata, saqueando tesoros nacionales de otros paises, como el de Austria, mil veces más pequeño y para entonces tenia las arcas con más oro que Alemania por el despilfarro belico.

    Piensa un poquitin las cosas, razona ¿ Por que alemania no dpoducia más antes de la Guerra ? Por que no queria o no podia ? ¿ Por que obtuvo las cotas maximas de produccion durante la Guerra ?

    Responde a esto a ver si sirve de algo perder el tiempo o me lo ahorro largandote a la mierda por que esta más que demsotrado que haces perder el tiempo al foro y dar de comer a trolls.

    Tu claramente has hecho afirmaciones, en tu linea y te las estas comiendo una detras de otra y lo peor de todo, intentas pasarte de listo obviando informacion que se te deja para no tener que cambiar argumentación.

    Por lo tanto, Alemania llego a la URSS al maximo de sus posibilidades, despues de haber estado casi una decada armandose hasta los dientes, con una economia que solo habia sobrevivido por que comenzo la guerra y a invadir mercados, industrias y otras economias.

    Los Alemanes no podrian haber hecho ninguna otra cosa, más que la de perder en la URSS.

    ¿ Eres capaz de entender que los NAZIs no podrian haber producido más de lo que ya proujeron al llegar en quiebra tecnica al 39 ?

    QUE YA SE HABIAN GASTADO TODO EL DINERO Y TODO LOS RECURSOS HUMANOS Y NACIONALES EN LAS INDUSTRIAS ARMAMENTISTICAS. No les quedaba NADA, sólo deuda con la burguesia ( como muy bien motivaron estos al financiarle la campaña a Hitler para esto mismo )
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    Mensaje por Petrakov Miér Mar 02, 2011 4:51 pm

    a combinación de campañas cortas pero intensas hacía posible que la producción de armamentos solo se incrementara antes del inicio de las campañas, para volver a un nivel de producción menor de forma deliberada inmediatamente después de terminada la campaña, lo especializado de la industria militar alemana hacía posible que la misma industria que produjera municiones para la campaña de Francia con algunas modificaciones produjera bombas en poco tiempo para la campaña de Inglaterra, por ejemplo, así pues el énfasis de la producción de armamentos pasaba de una categoría a otra conforme las necesidades de las fuerzas armadas cambiaban, de esta manera, para Noviembre de 1941 las fábricas alemanas empezaban a reorientar la producción hacia barcos y aviones pues se supone que Barbaroja estaba por concluir exitosamente.

    Número de empleados en Alemania relacionados la industria de defensa

    Año.........................1939.......1940.......1941.......1942.........1943
    % de la fuerza
    de Trabajo...............21.9.........50.2.......54.5........56.7...........61

    El mayor cambio ocurrió en el primer año de la guerra, sin embargo aunque el número de trabajadores industriales alemanes relacionados con la industria de defensa más que se duplico de golpe, la productividad de las demás áreas de la economía pareció no declinar, ya sea tanto por el pequeño aumento de 4 horas semanales de la jornada laboral de 45 a 49 horas como por la imposición por parte del gobierno a toda la industria de métodos de organización más eficaces. Más adelante el que no decayera e incluso en ciertos aspectos aumentara la producción alemana únicamente se explica por el amplio uso que se hizo de los recursos de los países ocupados y de mano de obra extranjera ya fuera voluntaria o esclava.

    Producto de la Industria Alemana por rama.
    .....................1938....1939....1940....1941....1942....1943....1944
    Armamentos.......7..........9.......16......16..........22.......31.......40
    Bienes Básicos...21.........21......22.......25.........25........24.......21
    Bienes de
    Construcción.......25.........23........15.......13.........9..........6.......6
    Bienes de
    Consumo...........31...........29........29.......28.......25.........23......22


    Como se ve entre 1939 y 1940 el único cambio significativo es el que se da entre la industria de la construcción y la producción de armamentos y es un caso único entre las movilizaciones de los demás países en la guerra. Todos los otros países al movilizar sus recursos hacia la producción masiva de armamentos el primer sector que afectaron de manera seria e intencional fue el consumo privado, incluso la economía de Estados Unidos primero trató de limitar al consumo privado antes de pensar en restringir la industria de la construcción. El ejemplo contrario a Alemania fue el camino seguido por la URSS que redujo el consumo privado a su mínima expresión probablemente matando de hambre a los civiles más desprotegidos.

    Pero por consideraciones políticas en Alemania antes que pensar en disminuir el nivel de vida de los alemanes, se limitaron aquellos programas de infraestructura que competían por recursos con los pedidos de las fuerzas armadas, así pues aun a mediados de 1944 el nivel de consumo del alemán promedio era mayor que el de un inglés promedio, aunque Alemania fuera perdiendo la guerra. Los estándares de vida si disminuyeron de forma continua, pero solo fue hasta 1942 que empezaron a caer de forma significativa y que sus efectos se dejaran sentir entre la población alemana.

    Otra dato a tomar en cuenta es que es solo hasta 1944, que Alemania alcanza una composición de su producción industrial de proporciones parecidas a las que tenían los demás combatientes desde 1940 o 1941, este retraso en movilizar los recursos a disposición de Alemania hacen pensar que la Alemania nazi no alcanzó todo el potencial teórico que tenía su economía de guerra, en palabras de Alan Milward “Teóricamente, si bien no en el mundo real de la guerra, el esfuerzo productivo alemán no alcanzó su límite cuando empezó a decaer”, decadencia debida al retroceso en todos los frentes, las campañas de bombardeo estratégico, las enormes dificultades con combustibles y demás materias primas, pero aun así en medio de grandes obstáculos, la industria alemana seguiría aumentando su producción hasta fechas tan avanzadas como Septiembre de 1944.



    El limitar los efectos de la guerra sobre el resto de la economía era posible y coherente con la estrategia de la Bkitzkrieg. Como la economía no estaba equipada para producir a largo plazo grandes cantidades de un tipo concreto de arma, la industria de defensa alemana cambiaba rápidamente para ir satisfaciendo las necesidades puntuales de las fuerzas armadas.

    Producción de municiones, series mensuales como % de Enero de 1942.

    ...............1939.......1940.......1941.......1942.......1943.......1944.......1945
    Enero.........----......74............99............100.......182.........241.........227
    Febrero......----.......86...........112...........97........207.........231
    Marzo........----.......86............105...........129......216.........270
    Abril..........----.......106..........108...........133.......215.........274
    Mayo.........----.......120..........104...........135.......232.........285
    Junio.........----.......149..........107...........144.......226.........297
    Julio.........----.......178...........99............153.......229.........322
    Agosto......----.......127...........109...........153.......224.........297
    Septiembre...90.......112.........91............155.......234.........301
    Octubre........58......103..........93............154.......242.........273
    Noviembre....83.......105.........100...........165.......231.........268
    Diciembre.....82.......98...........92............181.......222.........263

    Es interesante notar como la producción de municiones disminuye inmediatamente después de terminada la campaña contra Polonia, solo vuelve a aumentar cuando la campaña de Francia es un hecho y sigue aumentando la producción de municiones hasta concluida esta campaña en Julio de 1940, con un nivel de producción que no se superaría hasta después de 2 años y medio en Diciembre de 1942, a pesar de que los recursos que controlaría Alemania en este lapso de tiempo aumentarían de forma considerable, por el contrario, a pesar de que los recursos disponibles para Alemania a partir de Diciembre de 1942 no harían más que disminuir, la producción de la industria alemana aumenta de forma constante a un ritmo impresionante, de manera tal que en Julio de 1944 alcanza su máximo teniendo más de 3.2 veces la producción de enero de 1942, cuando las condiciones eran incomparablemente mejores.

    Esta expansión de la producción de manera sostenida solo fue superada por la de Estados Unidos, sin embargo se produjo en un momento en que sus enemigos ya llevaban uno o dos años expandiendo su producción industrial y coincidió con el momento en que la Bkitzkrieg, deja de dar los resultados deseados y queda claro que la URSS no será derrotada rápidamente, que la guerra será larga y que se necesitan aumentos en la producción de toda clase de armas, de forma tal que Alemania empieza a adoptar una estrategia económica similar a la que los aliados tomaron casi desde el principio.

    Un rasgo único de la producción de guerra de Alemania es que a diferencia de los otros combatientes no tuvo aumentos en la producción de armamentos que se pudieran graficar de forma lineal hasta llegado un punto donde la producción empieza a colapsar y no es sostenible. En cambio al graficar la producción de armamentos en Alemania no hay un aumento constante, sino que se suceden máximos y mínimos relativos o lo que es lo mismo “picos y valles” en la gráfica debidos a aumentos y disminuciones cointinuas del nivel de producción. Estos aumentos y disminuciones son coherentes con el concepto de campañas cortas que no comprometieran el sector civil de la economía alemana, pero incluso de 1943 en adelante, los aumentos y disminuciones en la producción se siguen r
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    Mensaje por Petrakov Miér Mar 02, 2011 4:53 pm

    Vaia... pero si en julio de 1940, la industria alemana produjo mucho mas para los preparativos de la invasion de francia que para la invasion de la urss en 1941....

    Aqui demuestro que alemania tenia mas capacidad de la que utilizaba.
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    Mensaje por DP9M Miér Mar 02, 2011 5:10 pm

    Aqui, trollaco, lo que se demuestra es que la economia alemana podia solo sobrevivir invadiendo paises. Previo Fracia, estuvo Austria, Checoslovaquia y Polonia, con sus consecutivas economias, armamento, recursos ,prisioneros y arcas llenas de oro para el Reich.

    Ya te he posteando especificamente, UN POST que habla sobre todo el armamento y recursos usados de Francia en la URSS.

    Asi que chavalito , como no espabiles , según el articulo 4.12 del foro, es decir, trolear contradiciendo informes tecnicos , te sanciono.

    Ya has visto que en tiempos de paz la industria alemana llego a sus limites, movilizada desde SU REARME a principios de los 30.

    Por lo tanto, tu otra escusa de mierda tipica del anticomunismo, no sirve de nada. Los alemanes se llevaron todo , tal cual lo tenian dispuesto. El problema es que no fue como creian.


    Ademas, chavalin, como entenderas , el ejercito Aleman quedo practicamente intacto despues de Francia, pero seguian estando jodidos economicamente. Como he enseñado, obligaban a francia a pagar todos sus gastos de ocupación.
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    Mensaje por Petrakov Miér Mar 02, 2011 5:11 pm

    Es flipante te demuestro que te equivocas y tu a lo tuyo..



    VIVA LA LIBERTAD HOMBRE
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    Mensaje por Petrakov Miér Mar 02, 2011 5:12 pm

    I contradiciendo informes tecnicos Y LAS PUTAS GRAFICAS QUE PONGO QUE COÑO SON


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    ESTO NO ES INFORMACIÓN TECNICA O QUE?
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    Mensaje por DP9M Miér Mar 02, 2011 9:36 pm

    Como este gasto armamentístico era de una escala inédita en la historia de cualquier país en tiempos de paz, el resultado final no podía ser otro que la bancarrota estatal o la guerra. Y en el caso de Hitler no había duda alguna: desde el mismo día de su llegada a la Cancillería del Reich comenzó a preparar a Alemania para una guerra que él mismo se encargaría de desencadenar; en no pocas ocasiones anunció a sus generales que Alemania tenía que estar dispuesta para la guerra en 1939 ó 1940. Así se entienden perfectamente los comentarios cínicos de Göring a los industriales y financieros alemanes en el sentido de que no se preocupasen por las obligaciones contraídas (deudas), las cuales serían eliminadas o liquidadas con las conquistas de la guerra.

    Laughing Laughing Laughing Laughing Laughing Laughing


    De hecho asi fue: Tyssen , Krupp , IG Faber ( farmaceuticas , Bayer , Aventis, etc ) siemens, etc etc etc son todo marcas y transnacionales de las mas poderosas del mundo, gracias a Hitler Rolling Eyes
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    Mensaje por DP9M Miér Mar 02, 2011 9:46 pm

    Al tiparraco este, sancionado por que claramente vienes aqui a bacilar a la gente.

    Palabras textuales.

    "La industria de Guerra no estaba movilizada" Falso, la economia alemana desde la llegad a de Hitler se baso en armarse continuamente preparandose para la guerra que queria desencadenar Hitler.

    "La industria alemana no dio todo lo que queria " Falso. La economia Alemana estaba hasta tal punto endeudada en quiebra tecnica , que se le habria hecho imposible aumentar la producción. Salvo que Tyssen , Krupp, o Ig Fabern decidiesen seguir endeudando al Reich, mas de lo que estaba sin garantias de una guerra , como las que tuvo.

    La economia NAZI, necesitaba, tal como dijo Hitler, Polonia. Asi es, que llegaron a sus puntales productivos en el 43, a base de haber saqueado media Europa y esclavizado a subhumanos para las industrias privadas.

    Por eso se le finacio todo lo que quiso y mas, a Hitler, por que era todo un chollo para los grandes captiales.

    Claramente el tiparraco ahora pretende escabullirse ahciendo como que hablaba de otra cosa o algo pro el estilo. Su alusion fue claramente a "demostrar" que los alemanes perdieron por que no dieron todo de su parte. Queda más que demostrado que llevaban dandolo todo desde el 32-33 rearmandose con la inversion en defensa en tiempos de paz más grande de la Historia.

    Hitler fue un invento de la Burguesia alemana y interacional para enriquecerles y destruir el socialismo, por medio de la radicalización maxima dle capitalismo , la explotación por medio de la esclavitud literal amparada y justificada en pseudociencias raciales.
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    Mensaje por F-Yeah Miér Mar 02, 2011 10:47 pm

    SS-18 escribió:Ya hay un hilo sobre eso camarada.

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    Estos dos hilos son muy recomendables . hablamos y repetimos en este hilo muchos temas que ya estan tratados en esos dos hilos.

    Gracias, me sonaban pero no los había encontrado.

    PD: Vaya trollaco, el petrakov. Por lo menos te ha hecho sacar artículos interesantes... Rolling Eyes
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    Mensaje por NG Jue Mar 03, 2011 12:19 am

    Yo pienso que para empezar, los alemanes, tuvieron tanto exito, aparte de su gran armamento y disciplina,
    porque Stalin no esperaba el ataque Nazi, debido al tratado de no agresion, y de echo a la URSS le costo reaccionar...
    Pero despues tanto el pueblo sovietico (heroico), los soldados tambien igual de disciplinados, la moral, la publicidad,
    la calidad del armamento sovietico, la extension del pais, el clima era mas que suficiente para acabar con los Nazis,
    si aguantaron al ejercito blanco + pontencias extranjeras en la guerra civil, en pleno años 40's ya el pais,
    bastante mas industrializado tenia muchas mas posibilidades de aguantar una larga guerra y contra un enemigo mejor.
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    Mensaje por Chepicoro Jue Mar 03, 2011 6:40 am

    Mmmm Petrakov, bueno tomas como base para argumentar mi trabajo espero que te hay parecido interesante pero podrías haberme mencionado, aunque que sorpresa encontrarlo por aqui jojojo.

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    Aqui el hilo original en el foro militar general, por si gustan, claro que es un trabajo incompleto y como hobby está bien, si quieren las fuentes comunicarse conmigo vía mp.


    Ahora bien, aclarando que no creo que NADIE tenga la verdad absoluta como he llegado a leer por aqui.


    Hay errores de bulto, que merecen su aclaración.

    "La industria de Guerra no estaba movilizada" Falso, la economia alemana desde la llegad a de Hitler se baso en armarse continuamente preparandose para la guerra que queria desencadenar Hitler"

    Por lo menos en una primera etapa 1933 a 1935 esto no es así, el aumento en gastos militares aunque notable no es tan drástico, el problema viene de 1936 a 1939 donde Alemania entra en una especie de Keynesianismo armado, esto es para reactivar la economía el estado es el principal agente económico, pero orientado completamente a lo militar, sin importar si se caía en un endeudamiento o déficit público, mantener el nivel de gasto del estado alemán hacia 1939 era ya inviable y si se sostuvo y aun incrementó fue debido a que Alemania contó con las reservas de las que se apoderó de Austria y Checoslovaquia.

    Ya has visto que en tiempos de paz la industria alemana llego a sus limites, movilizada desde SU REARME a principios de los 30.

    El rearme empieza cuando se denuncia el tratado de Versalles, no a principios de los 30´s sino a mediados... 1935 si recuerdo bien.

    "La industria alemana no dio todo lo que queria " Falso. La economia Alemana estaba hasta tal punto endeudada en quiebra tecnica , que se le habria hecho imposible aumentar la producción.

    Estarás de acuerdo en que algo salió mal, si en otoño de 1944 Alemania produjo mucho más que en 1941 o 1942 cuando controlaba recursos mucho mayores??

    En el caso de la URSS fue distinto, pero en todas las demás potencias incluidas EUA, el esfuerzo de guerra se financió vía deuda pública, además las economías de guerra lo que hacen es deviar de otros sectores de la economía recursos para destinarlos al esfuerzo bélico, solo que entre las grandes potencias alemania lo hizo al final de todos, por preservar el nivel de vida del alemán medio y evitar otra "puñalada por la espalda" como la de 1918 (claro en la mente de Hitler).


    Por dar mi opinión del tema, el mito del general invierno derrotando al Heer, si ha sido utilizado en occidente para menospreciar el papel del ejército rojo, que a partir del invierno de 1941 no dejo de mejorar en todos los aspectos.}


    Por último la manera de debatir en este foro es a base de insultos?? esa es la vía comunista o como?
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    Mensaje por DP9M Jue Mar 03, 2011 11:52 am

    Por último la manera de debatir en este foro es a base de insultos?? esa es la vía comunista o como?

    No para nada, solo que ante ciertos elementos uno se desespera absolutamente. No es solo por este hilo si no por muchos en general. No pretendo jutificar, pero cansa siempre lo mismo y las mismas puntillas anticomunistas en todos lados y el esfuerzo por no asimilar información que se tiende por parte de cierto sector del foro.

    No tengo nada en contra de Petrakov, pero siempre lo mismo cansa. EL mismo dijo que el lo que hace es siempre llevar la contraria con cualquier cosa, como se entendera eso es muy cansino, y no estamos aqui para solucionar problemas de actitud personales de un individuo.

    Sobre Hitler. DE las primeras cosas que dice al llegar al poder a sus generles es " que se preparen para la guerra que tendra lugar a finales de los 30". La carrera militar desencadenada por Hitler fue la más alta en tiempos de paz de un pais. Las denuncias de la URSS ante esto, se hacian oir por parte de Litvinov que no ceso en su empeño de formar una alianza o un pacto antihitleriano y antifascista en Europa y constantemente fue desoido por las potencias europeas. Polonia mismo rechazo todo pacto o alianza antihitler, claramente, por que ellos tenian intereses con adolfinto tambien, solo que les salio el tiro por la culata.

    Pues exactamente como dices. Si la economia del Reich sobrevivio para seguir armandose, fue por que depredo a CHecoslovaquia y Austria. Esta clarisimo que Hitler se armaba para entrar en Guerra y sostener asi su economia. Lo habia pensado desde siempre, y lo menciona en su libro Main Kampf sobre los intereses alemanes en el este para sobrevivir.

    La industria y economia alemana solo se alimento y se sostuvo por la Guerra, tal como pretendian las firmas belicas burguesas del Reich, Krupp , Tyssen , IG Faber. SIn guerra, Alemania habria arruinado


    Por lo tanto, el pretender enseñar, que los alemanes cagaron barbaroja por el frio como dice Petrakov,( cuando barbaroja fue derrotada antes de los primeros copos de nieve) , es falso. Igual que es falso que los alemanes NO se estuvieron preparando para la guerra desde hace una decada. Vamos, que era el OBJETIVO, principal de Hitler; La Guerra , su Gran Germania y conquistar el Este.

    Su constante manipulación de los argumentos ajenos , cansa. Cuando le han dicho todos que el frio fue un factor SECUNDARIO, que termino por acabar de congelar el resto de sus arios intentos de elfos germanicos, el responde a los camaradas " ¿ estas diciendo que el frio no supuso NADA ? ", esa es la manipulacion constante que CANSA y tener que reincidir una y otra vez en argumentos.

    EN otros foros te banean a la minima que no les entren argumentos. Por ejemplo, el caso del Holodomor, para empezar, en el foro que has linkeado donde hay unos Ukranianos ultrancionalistas que reinvindican a los genocidas y colaboracionistas de los NAZIS de la UPA.


    Pues yo si que considero que hay una verdad absoluta, es decir, la VERDAD objetiva de un hecho. Lo que cambia es la información y la perspectiva que maneja uno en base a lo que a el le llega de ese hecho que le hace a uno estar mas o menos alejado de una "verdad". Por ejemplo. E sun hecho absoluto que el Holodomor NO fue un genocidio, eso no es negacionista de nada, si no que si se investiga el tema fuera de la propaganda de Goebbels de la época, que es la cacareada por los medios, uno no puede sacar esa conclusion de forma objetiva. Esa es la verdad absoluta, tanto rflejada por la historia como por los censos poblacionales de la época. Si te aprece, tod apatraña sacada de la proapganda anticomunista más radical, va a ser una "verdad" de las muchas que pueden haber. Eso no es asi. Existe une verdad, y información objetiva, parcial imparcial, o manipulación de esa verdad. Y sobre este segundo factor es por el cual nos alimentamos todos pretendiendo llegar a esa "verdad"


    Lo que Petrakov hace, a mi pesar por que es un usuario que a fin de cuentas me cae bien y siento simpatia por el , es atacar desde el anticomunismo, no por que sea el anticomunista o fascista si no que le da la gana crear polemica una y otra vez y intentar salirse con la suya si o si . Tenemos sus mensajes en el foro de Cuba, atacando a la revolución y al comunismo constantemente. Argumentos tan logrados como que en España el ciudadano medio nativo no se reproduce por que "no folla" , deshechando toda argumentación que incide en la realidad economica y social que facilita o merma esa capacidad para reproducirse.¿ Creeis que el aprende de eso ? Pues obviamente no, por que lo repetira a las dos semanas. Esa es la actitud.

    Ya no solo eso, si no que despues de argumentarle, sigue soltandote Barbaroja , Moscú y el frio.

    Barbaroja no fue diseñada para llegar a Moscu en otoño, mucho menos en invierno. De eso es que los alemanes no tenian suficiente equipamiento para cobatir el frio. Barbaroja cayo en Smolenks cuando aun no habia rastro del General Invierno. Se lanzaron a por Moscú como continuidad de la operación a destiempo y con las fuerzas machacadas por la campaña, con las reservas en primera linea y refuerzos desde Francia que no hicieron ni una sola parada desde tierras galas hasta el frente ruso, asi era la necesidad de refresco. Dos factores que no fueron previstos para Barbaroja.


    Sobre la producción, pues podemos considerar que lo que más cuesta a la producción puede ser el arrancar. Una vez que se consolidan las industrias, los obreros y la fuerza esclava.

    Sobre el rearme, no recuerdo si la colaboración entre los dos apestados de Europa, URSS y NAZIs comenzo antes del 35 o despues, es decir, cuando Manstein quedo maravillado con el equipamiento de Guerra sovietico y sus maniobras de tanques. La renuncia a mi entender ( en esto puedo estar equivocado o no ) fue la manifestación de un largo proceso que iba encaminado a ese fin. SI no recuerdo mal , los Panzer eran tratados y clasificados como material agricola. Puede ser que la manifestación sobre papel empezase despues de romper el tratado pero lo veo como una consecuencia ante el rearme aleman y sus intereses desde el comienzo de acabar entrando en Guerra.

    Creo que he posteado ya sobre como el presupuesto militar, la inversion total superaba a las ganancias del estado. Los bonos de pago son el ejemplo de que la economia alemana desde hacia tiempo estaba "hormonada" artificialmente.

    Dudo mucho que Krupp, Tyssen , IG-Fabern concediesen más credito al Reich un estado ya en quiebra tecnica , sin garantias como las posteriores invasiones de Austria o Checoslovaquia.

    Por lo tanto, considero que es FALSO que los alemanes no se armasen para la guerra, no se preparasen o sus industrias no estaban dandolo todo. Daba lo que podia dar, ni mas ni menos , obteniendo "garantias" en bonos de estado como pago de un estado en quiebra tecnica. Si os parece, las industrias burguesas iban a doblar la producción en tiempos de paz, mas de lo que lo habian hecho cobrando "bonos" al cambio.

    Para aumentar la produccion en las condiciones del Reich en el 39 y antes, tenia que haber expropiado las industrias y nacionalizarlas, algo , completamente socialista, pero que no era una posibilidad de Hitler, habiendo sido financido por estos.

    La industria militar alemana era PRIVADA y lo que eso conlleva. Se le apoyo por que saqueo todas las arca publicas en provecho de estos y prometia MAS: Los mercados de Europa para la Burguesia Alemana y fuerza de trabajo "gratis", todo una fantasia de cualquier capitalista.

    Ademas, dudo que Alemania tubiese las mismas industrias en el 41 que en el 44, y la misma fuerza de trababajadores esclavos y alemanes. Arrasar paises da jugosos beneficios que se pueden reinvertir en aumentar la producción o comprar esclavos al Reich.


    Una industria produce lo que PUEDE, no lo que quiere. Alemania pudo producir y tener la mayor inversion en defensa en tiempos de paz que cualquier pais, hasta que entro en quiebra tecnica, obligando a la economia a entrar en Guerra pro que si no se arruinaba, como predijo Hitler. Todo obedece a un plan que se habia marcado Hitler junto a la Burguesia Alemana antes de su toma del poder. Si no, nunca habria tocado siquiera el estado aleman.
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    Mensaje por DP9M Jue Mar 03, 2011 12:18 pm


    En 1959, Burton Klein, economista que había trabajado en el equipo de Inspección de Bombardeo Estratégico de los Estados Unidos, publicó un libro sobre los preparativos alemanes de guerra que intentaba desarmar el mito del rearme masivo alemán. Klein declaraba que el esfuerzo de guerra alemán había sido modesto en la década de 1930, y que había continuado igual en los dos primeros años de la guerra. El trabajo de Klein sirvió de base a A.J.P. Taylor para desarrollar su idea de que Hitler deseaba lanzar sólo una pequeña guerra oportunista para revisar el Tratado de Versalles. Taylor creía que Hitler sólo estaba “pretendiendo prepararse para una gran guerra”.

    Richard Overy, profesor de Historia Moderna en el King’s College de Londres, ha escrito un artículo “Una economía orientada a la guerra”, que sirde de réplica a las tesis de Klein y Taylor, y cuyo resumen expongo a continuación.

    Afirma Overy que las tesis de Klein y Taylor son imposibles de reconciliar. La suposición es que las preparaciones alemanas de guerra fueron una farsa y que aquellos que describieron a la economía alemana como rehén de la preparación de la guerra fueron engañados por una fachada de propaganda. ¿Quién tenía razón?

    A pesar de que Hitler deseaba convertir a Alemania en una potencia militar, los gastos militares fueron relativamente modestos entre 1932-33 y 1935-36, representando no más que un 1.3% del producto nacional alemán. Incluso en 1936, las fuerzas alemanas encontrarían difícil combatir con cualquiera de sus estados vecinos. Overy da una serie de razones para ese bajo nivel de re-militarización en 1933: la recuperación económica, que para el régimen nazi era llave de la estabilización política y paz social después del caos de la depresión, no se lograría con el rearme; el empobrecimiento rural, la caída del mercado, las dificultades de la balanza de pagos y el sistema crediticio al borde del colapso. Todos estos factores se verían exacerbados por un alto gasto militar.

    El rearme se mantuvo en secreto hasta 1935, y las prioridades de ese rearme se basaron primeramente en la reconstrucción de la infraestructura militar –cuarteles, aeródromos y escuelas de entrenamiento- que había sido destruida durante el período de desarme forzoso. Los primeros programas de producción de la fuerza aérea se concentraron en la construcción de aviones de entrenamiento. Entre 1934 y 1938, el 58% de la producción aérea se dedicó a los aviones de entrenamiento y sólo el 18% a aviones de combate. La producción de tanques fue lenta y el programa naval de 1934 había avanzado poco antes de finales de los treinta. La re-militarización a cualquier escala llevó su tiempo en conseguirse porque había partido en 1933 de una base exigua.

    El punto crucial en el desarrollo tanto de la economía como del rearme llegó de la mano del Segundo Plan Cuatrienal de octubre de 1936, que marcaba de forma completamente diferente la expansión militar basada en la reconstrucción de la economía para afrontar las probables necesidades de la guerra.

    Hitler creía que el fracaso de la economía alemana en suministrar armas y víveres para el frente en la IGM había sido la raíz del descontento social y la causa de la “puñalada por la espalda” al ejército alemán en 1918. En la década de los veinte, los militares trabajaron bajo el presupuesto de que cualquier guerra futura entre grandes estados sería lo que Ludendorff llamó “guerra total”, movilizando todos los recursos económicos de la nación para asegurar la victoria. En esa década, el ejército desarrolló la idea de una economía orientada a las necesidades de la defensa, idea que se alimentaba de las experiencias de la guerra de 1914-1918. Esto requería unos planes de movilización económica detallados en tiempos de paz, y demandaba el desarrollo de los sectores de materias primas e industrial para hacer la guerra. Requería la producción de aquellos productos que podían peligrar por el bloqueo, y reclamaba el entrenamiento de fuerza de trabajo especializada que estuviera disponible para ser transferida a los trabajos de guerra cuando se necesitasen. El peligro del descontento social debía ser resuelto asegurando unas bases adecuadas de víveres y un efectivo racionamiento de guerra, objetivos que no se habían logrado en 1914-1918.

    La economía-basada-en la defensa no podía asegurarse sin considerar la economía como un todo. “En tiempos de peligro”, escribió el general Georg Thomas (que era el director de asuntos económicos de la Wehrmacht), “el suministro de víveres, la industria, el comercio, el suministro de materias primas, comercio exterior, finanzas, transporte y las tareas del Ministerio de Trabajo debían formar una unidad”. Fue la preparación de la guerra en este amplio sentido lo que Hitler puso en juego en 1936 con el Plan Cuatrienal bajo dirección de Hermann Göring. La principal estrategia de este plan era la sustitución de las importaciones para liberar a Alemania del peligro del bloqueo, esto es, la autarquía. Así que había que asegurar la producción interna de los materiales vitales de guerra, y donde no fuera posible, asegurase el suministro de la Europa oriental o sur-oriental, libre de las interferencias de las otras potencias.

    El Plan, además, contemplaba un programa agrario para aumentar el rendimiento interno y garantizar la llamada Existenzminimum para la población en caso de que estallara la guerra. Había otros programas para maquinaria y productos químicos, y se pusieron a más de 1.3 millones de alemanes bajo entrenamiento especial para desarrollo de habilidades laborales para las necesidades de la guerra. Para controlar las implicaciones financieras de la preparación de la guerra se designó un Comisario de Precios bajo los auspicios de la organización del Plan, cuyo trabajo principal consistía en congelar los precios allí donde fuera posible. El dinero para tan grandes y nuevos proyectos industriales se recaudó parcialmente de los impuestos, pero mayormente de los préstamos tomados más o menos forzosamente de los bancos de ahorros del país.

    La fase Wehrwirtschaft después de 1936 consiguió una notable transformación de la economía en un tiempo relativamente corto. Entre 1936 y 1939 casi dos tercios de la inversión industrial en Alemania fueron patrocinados por el Plan Cuatrienal: suministros internos de mineral de hierro en Salzgitter, expansión de la capacidad interna de producción de aluminio de 172.000 toneladas en 1933 a 434.000 en 1939, establecimiento de industrias para el fuel y caucho sintéticos…

    Overy señala el efecto de una desviación de recursos a esa escala de varias formas. En 1938, la economía alemana era casi un 40% mayor que en 1928, en la cúspide del boom previo, aunque el gasto per capita de consumo creció sólo un 4% durante el mismo período y las exportaciones cayeron un 57%. En otras palabras, casi todo el crecimiento adicional de la economía fue desviado al gasto estatal, y la mayor parte vino por los preparativos económicos y militares de la guerra. El nivel de gasto de defensa a finales de los treinta, que Klein consideraba una medida modesta contra la última ejecución de la economía de guerra, fue de hecho muy alto en relación al gasto convencional en tiempos de paz. En 1938-1939, el presupuesto militar representó el 52% del gasto estatal y el 17% del producto nacional (1.3% en 1933). En 1913 las cifras fueron del 24% y 3% respectivamente. Las cifras del gasto directo de defensa, en las cuales Klein y Taylor basan sus argumentos, no tienen en cuenta estas amplias preparaciones económicas de la guerra, el “rearme económico” del que Hitler habló en 1936.

    En 1938, Hitler aprobó un plan para quintuplicar el tamaño de la fuerza aérea en relación con la IGM y en enero de 1939 aprobó el plan para una gran flota naval, casos excepcionales para tener lugar en tiempo de paz. Se supuso que los programas de producción de materias primas y maquinaria, y realmente casi todos los programas, ideados por el Plan Cuatrienal estarían acabados a mediados de 1940. Pero una cosa era decirlo y otra hacerlo. En 1939 la mayoría del programa iniciado en 1936 se estaba llevando a cabo, y sólo una parte acabada. Hitler había indicado cuatro años de duración, pero sólo era una estimación indicativa. La mayor parte de los proyectos principales no estaría finalizada antes de 1942. En 1939 la economía alemana no estaba preparada para una gran guerra.

    Fue el nivel relativamente bajo de la producción de armamentos de 1939 lo que persuadió a Klein y a Taylor de que Hitler había pretendido prepararse para una gran guerra. Las cifras los engañaron. Alemania, por supuesto, estaba mucho más armada en 1939 que en 1936, y estaba en condiciones de derrotar a Polonia y a Francia, y de expulsar a Inglaterra de Europa en 1939 y 1940. Pero los grandes programas de producción de guerra todavía no estaban completos, algunos apenas comenzados. En 1939 la economía alemana estaba en plena fase de transformación.

    La conclusión final de Overy es que en 1939 Alemania debería haber alcanzado ya mayores niveles en la producción de armamentos, y que la mala dirección y los conflictos entre las diferentes ramas del ejército, la industria y los responsables del Plan Cuatrienal frustraron que los resultados finales de 1939, aun con dotar entonces a Alemania con el ejército más poderoso, capacitaran a Alemania para aventurarse en una gran guerra. Pero el esfuerzo alemán de rearme fue innegable: “Para cualquiera que viviera en Alemania a finales de los treinta, la evidencia de una gran militarización era ineludible, pero, como Hitler reflejó arrepentido años más tarde, había sido mal dirigida”.

    Saludos cordiales
    José Luis

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    Mensaje por DP9M Jue Mar 03, 2011 12:28 pm

    El rearme Aleman comenzo en secreto desde principios de los 30 y su preparación economica base para acometer la fase final en la segunda mitad de la decada de los 30. La produccion en masa se produjo, cietamente a lo que vosotros os referis a partir de romper con el tratado de Versalles, pero eso fue la consecucion de una preparación anterior para ello.

    Ahi se tiene que los planes no estaban acabados hasta el 42, en plena Guerra, lo que señalaria el por qué Alemania empezó a producir más a medida que aumentaban los años de Guerra. Lo dicho. Alemania no tenia ni podia tener más antes del 39 de lo que tuvo en el 43, por que los planes de rearme estaban sin acabar y por que la economia estaba en quiebra tecnica. Vamos, la situación fue obligada, la de ir a la Guerra. La burguesia estaba babeando ante todo lo que se iban a llenar los bolsillos.
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    Mensaje por DP9M Jue Mar 03, 2011 1:32 pm




    Campaña Polonia
    Pz. I=89
    Pz. II=83
    Pz. 35(t)=7
    Pz. 38(t)=7
    Pz. III=26
    Pz. IV=19
    Befs.Pz. = 5

    Total en Polonia 236

    Campaña de Francia
    Pz. I=182
    Pz. II=240
    Pz. 35(t)=62
    Pz. 38(t)=54
    Pz. III=135
    Pz. IV=97
    Befs.Pz. = 69

    Total en Francia 839

    Campaña Balcanes
    Pz. I=7
    Pz. II=13
    Pz. 38(t)=7
    Pz. III=21
    Pz. IV=8

    Total en los Balcanes 56


    FRENTE DEL ESTE
    22 June 1941 A 31 December 1941

    Pz. I=428
    Pz II=424
    Pz. 35(t) and 38(t)=796
    Pz. III=660
    Pz. IV=348
    Befs.Pz.=79

    Total=2735




    PERDIDA MENSUAL DE CARROS ALEMANES EN EL FRENTE DEL ESTE AÑO 1942


    Enero = 362
    Febrero =305
    Marzo = 72
    Abril = 125
    Mayo = 66
    Junio = 74
    Julio = 198
    Agosto = 232
    Septiembre=298
    Octubre = 200
    Noviembre= 169
    Diciembre= 159

    Total en 1942 =2260 Perdidas en el Frente del Este

    Bajas en el inventario de la Wehrmacht por modelo y año

    Del libro de Jentz hay tablas con las siguientes perdidas anotadas. Estas representan todas las bajas en el inventario de la Wehrmacht y no necesariamente perdidas en combate. Si un tipo de carro era transferido a uno de sus aliados entonces se nos presenta aquí como una baja. En otras palabras, las perdidas incluyen las bajas de carros del inventario por alguna u otra razón.

    Bajas en el inventario por modelos

    Panzer I
    1939=140
    1940=430
    1941=834
    1942=100
    Sin informes despues de 1942

    Panzer II
    1939=83
    1940=329
    1941=458
    1942=352
    1943=551
    1944=84
    Sin informes desde Octubre 1944 en adelante

    Panzer 35(t)
    1939=7
    1940=114
    1941=28
    Sin informes desde Julio 1941 en adelante

    Panzer 38(t)
    1939=7
    1940=54
    1941=796
    1942=429
    1943=222
    1944=0
    Sin informes desde Octubre 1944 en adelante

    Panzer III
    1939=26
    1940=175
    1941=1139
    1942=1656
    1943=2633
    1944=220
    Sin informes desde Enero1945 en adelante

    Panzer IV
    1939=19
    1940=103
    1941=434
    1942=480
    1943=2396
    1944=3103
    1945=287
    Sin informes desde Febrero 1945 en adelante

    Panzer V
    1943=493
    1944=2803
    1945=252
    Sin informes desde Febrero 1945 en adelante

    Panzer VI
    1942=3
    1943=291
    1944=864
    1945=73
    Sin informes desde Febrero 1945 en adelante

    BefsPanzers [includes Befs I. and Befs III]
    1939=5
    1940=73
    1941=126
    1942=118
    1943=187
    1944=107
    Sin informes desde Octubre 1944 en adelante

    Bibliografía .- T. Jentz en Panzer Truppen



















    Flipad las bajas alemanas de barbaroja de los meses de 1941 superan a todo 1942.

    Reseña de sobra la gloriosa gesta del Ejercito Rojo para detener a los NAZIs en barbaroja.
    La mayor sangria alemana en Panzers fue durante la Operacion Barbarroja,solo en 6 meses de "excelente Blitzkrieg" y cruda lucha invernal.

    Y las perdiadas de Panzers en los 12 meses de 1942 fueron un poco menos que el total de toda la Operacion Barabarroja en 1941.

    Por eso se entiende:porque Hitler decidio actuar en un solo Frente durante 1942,para jugarse como se dice el canto del cisne en la produccion de Panzers alemanas,una razon mas,a su errada Operacion Azul.


    Segun Petrakov debe de ser, que los Tanques Alemanes en TODO 1942 tenian ropa de abrigo para el frio y en los 5 meses de 41, no tenian , por eso debe de ser que hay 2735 tanques destruidos en el 41 y 2260 en los 12 meses del 42.
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    Mensaje por DP9M Jue Mar 03, 2011 1:59 pm

    [size=150]SEGUNDA GUERRA MUNIDAL, TABUES Y FALCIFICACIONES[/size]
    Josef Skála


    "MEMENTO VIVERE"

    En vísperas de las elecciones presidenciales estadounidenses de 1984 el semanario New Yoker publicó la "Carta a un norteamericano". La había escrito George Kennan, uno de los pocos seres vivientes que no conocen los acontecimientos históricos más significantes de los últimos cincuenta años sólo de la prensa y la pequeña pantalla. Fue durante largos años embajador de los Estados Unidos en la Unión Soviética. Cuando la guerra fría entró en escena, dirigía la sección de planificación del Departamento de Estado de EE.UU. En la primavera de 1947 publicó en Foreign Affairs un artículo que todos los estudiantes de política internacional conocen. La firma "X" proponía por primera vez una "justificación científica" de la política del "containment" - la contención del comunismo, desde la necesidad de "construir un telón de acero" hasta la "filosofía del chantaje nuclear".

    Por ello resulta interesante escuchar la voz de George Kennan reaccionando a las realidades de nuestro tiempo en su "Carta a un norteamericano".

    "No dudo que este inesperado mensaje mío le sorprenda. Pero decidí dirigirle esta carta a usted, quizá el único de cuántos se encuentran cerca de la cúspide del poder en Washington que sabrá mantener su honradez y su sinceridad a la hora de evitar una catástrofe universal. Sin consideración del eventual triunfo electoral, los meses más inmediatos deben anunciar una nueva etapa en las relaciones americano-soviéticas. Si bien en las relaciones entre ambos países no vemos ningún problema político que justifique la guerra, los preparativos de la misma pasaron a ser una tradición profundamente arraigada tanto en nuestras fuerzas armadas como en una parte importante de nuestra sociedad civil... La Unión Soviética figura como el "enemigo" en centenares de documentos redactados a diario en el Pentágono. El potencial de las fuerzas americanas se compara constantemente con lo que éstas podrían lograr en un conflicto bélico con las fuerzas soviéticas. ¿Hay acaso alguien realmente dispuesto a creer que la fuerza motriz de esta fiebre belicista no impacta de modo decisivo en la política?

    ... No podemos seguir hablando constantemente sobre la guerra con la Unión Soviética, afirmando al mismo tiempo que deseamos evitarla. No podemos ir afianzando constantemente nuestra vigilancia patriótica ensalzando el heroísmo y el chovinismo en manifestaciones dentro del país y, al mismo tiempo, intentar de sugerir al mundo, incluyendo a nuestros adversarios políticos, que la paz es nuestra única aspiración...

    La cuestión de la paz y la guerra tiene significación decisiva. Todos los problemas restantes, reales o construidos, deben quedar relegados al segundo plano. Pero no es posible aplazar la solución del problema decisivo. Para lograr algún progreso en su solución (en ello estriba precisamente lo esencial que quiero comunicarle en la presente) debemos mirarnos con más atención que en el pasado, debemos tomar en consideración nuestras posibilidades, nuestros actos, todos los procesos que van configurando nuestra sociedad".

    Los hechos del presente son el único motivo para una reflexión de esta índole. Hace cuarenta años terminó la segunda guerra mundial. El mundo ha cambiado radicalmente desde aquel entonces. Sin embargo, lo que más nos preocupa hace recordar con sobrada evidencia el clima imperante en vísperas de aquella horrenda masacre.

    61 países se vieron arrastrados por la vorágine. En ellos vivían cuatro quintos de la población mundial - centenares de millones de hombres que en su aplastante mayoría no deseaban la guerra. No obstante ello, más de cincuenta millones la pagaron con sus vidas . ¿Podrían inventariarse los sufrimientos y los daños causados?

    ¿Por qué no fue posible impedirlo? ¿Qué probabilidad de éxito tenían las ambiciones cuyos partidarios colocaron a Hitler a su cabeza? ¿Qué veredicto pronunció la historia sobre los hombres que apostaron por la política del "apaciguamiento" con respecto a Hitler? ¿,Quién detuvo a Hitler? ¿A quién le corresponde el papel decisivo en su derrota? ¿Y a quién en la liberación de los pueblos de Asia y Europa, víctimas futuras del genocidio fascistas?

    La ciencia de la historia no es la única en plantear estas interrogantes. En primer lugar las plantean las amenazas que poner en peligro el destino de las generaciones actuales. El peligro de una nueva conflagración mundial es una espada de Dámocles pendiente sobre la civilización y la vida en el Planeta. Que aquellos que tratan de tranquilizarnos con sus fábulas sobre una "guerra nuclear limitada" ajusten sus eventuales dudas al respecto con sus conciencias, suponiendo que conciencias tengan. Además, a los europeos ni se nos concede la oportunidad de convencernos de lo quimérico de dichos planes. Sus autores no disimulan que el destino de nuestro continente quedaría irreversiblemente cortado los primeros minutos del holocausto nuclear.

    A ello se debe también la enconada confrontación en torno al significado actual de los acontecimientos de hace cuarenta años. La verdad no se enfrenta únicamente con las confabulaciones destinadas a rehabilitar los hijos póstumos declarados de Hitler. Hoy día nos aturden los que tomaron el designio de "ganar la guerra nuclear". En defensa suya falsifican a propósito precisamente lo que más les acusa. Sólo un supuesto permite un juego tan fraudulento; mantener en secreto los datos que ponen de manifiesto su desmesurada aventura.

    Resulta oportuno, en esta coyuntura, recurrir al testimonio de los documentos de la época. Una razón concluyente nos induce a hacerlo - más de la mitad de los que hoy vivimos hemos nacido después del año 1945. Los que hayan podido presenciar su cruel prólogo con una visión de adulto se encuentran hoy día, en el mejor de los casos, en los límites de la edad activa.

    Centraremos nuestra atención en documentos y materiales que nadie podrá acusar de tendenciosos.

    [size=150]LA TRAGEDIA DEL "APPEASEMENT" - ¿QUIEN SE VE EN EL ESPEJO?[/size]

    El 9 de mayo de 1945. La liberación de Praga, los últimos disparos de la segunda guerra mundial en Europa. El "milenario imperio" de Hitler se desmorona entre ruinas y escombros. En cientos de lugares de encuentro de las primeras líneas de los aliados antifascistas, la victoria se celebra en común. Millares de amistades personales, ahí nacidas entre soldados soviéticos y estadounidenses, británicos, canadienses y otros resistieron incluso a los vendavales más violentos de la guerra fría.

    El triunfo de la coalición antihitleriana fue un testimonio elocuente. A partir de este momento no sería posible desacreditar la cooperación de países con regímenes sociales diferentes como una utopía caprichosa. La necesidad histórica de esta vía quedó demostrada por los acontecimientos decisivos para el destino de la humanidad. A todas luces resultaba evidente que de haberse constituido dicho frente a tiempo, la campaña de Hitler hubiera quedado condenada a fracasar desde el principio.

    Los cráteres de la segunda guerra mundial no fueron la primera proclamación de las desorbitadas ambiciones del nazismo. El "Mein Kampf" de Hitler no disimulaba que la lucha por "ampliar el espacio vital alemán en el Este como en el Oeste" sería sostenida por "todos los medios de la política de poder". En primer lugar por el "filo de la espada alemana". Esto se escribió en 1923, más de quince años antes del comienzo de la guerra.

    Sin embargo, "Mein Kampf" también contenía otras consignas. El comunismo no quedó definido tan sólo como algo inaceptable para un oscurantista reaccionario. Hitler lo declaró una "plaga". "Esta infección de viruela", clamaba a todos los vientos el futuro Führer, "supone la amenaza principal para la civilización y la cultura". Prometió a la reacción en Alemania - y no sólo en Alemania- que el comunismo sería descuajado a fuego e hierro".

    El país destinatario de todas estas amenazas presentó un proyecto de tratado internacional sobre el desarme general ya en el año 1922 en la conferencia de Génova - primer foro de esta clase en que pudo participar. Intentando dar el ejemplo, redujo a mediados de los años veinte el número de sus fuerzas armadas casi a la décima parte. "La república soviética", escribe el profesor americano R. Garthoff en su libro "La política militar soviética: un análisis histórico" (Soviet Military Policy: A Historical Analysis 1966, New York), "renunció a los derechos económicos y políticos de Rusia en el extranjero - en Turquía, Persia, Afganistán, Sinkiang, Manchuria y China... A partir de 1921 la Unión Soviética no recurrió a la fuerza militar. Asumió el papel del protagonista en la lucha por el desarme".

    Al cernirse las nubes de la agresión fascista, la URSS desplegó un esfuerzo imponente con el fin de constituir un sistema de seguridad colectiva. Ingresó en la Sociedad de la Naciones. A mediados de los años treinta concluyó tratados sobre la ayuda mutua con Francia y Checoslovaquia. No escatimó esfuerzos a fin de lograr que pasaran a ser la base de garantías más amplias contra una guerra mundial, solicitando la participación de Inglaterra, Polonia y otros países europeos. La Unión Soviética propuso en noviembre de 1933 la celebración de un Pacto Regional del Océano Pacífico a fin de impedir la guerra en el Lejano Oriente. Se manifestó enérgicamente en defensa de las primeras víctimas de la agresión - China, Etiopía, España, Austria, Checoslovaquia, Albania. La Unión Soviética supo dar una respuesta militar contundente a la agresión del aliado japonés de Hitler ya en 1938, cuando intentó atacar el territorio soviético. Lo mismo se repitió un año más tarde, cuando los japoneses traspasaron las fronteras de Mongolia.

    ¿Por qué no fue seguido este ejemplo? Demos la palabra a Summer Welles, durante la guerra adjunto del secretario de Estado de EE.UU. En su libro "Tiempo de decisión" (Time of Decision, Nueva York, 1944) escribió al respecto: "En los años de preguerra los representantes de los altos círculos financieros y comerciales de los países occidentales democráticos estaban firmemente convencidos de que una guerra entre la Unión Soviética y la Alemania hitleriana resultaría en beneficio de sus propios intereses. Por un lado afirmaban que Rusia quedaría derrotada, exterminándose de este modo el comunismo, por otro Alemania saldría de la contienda sumamente debilitada, dejando de ser un peligro real para el resto del mundo".

    El 3 de octubre de 1935 fue agredida Etiopía. Un ejército de más de cuatrocientos mil hombres de la Italia fascista, el aliado principal de Hitler, masacraba a los patriotas, en muchos casos armados sólo con lanzas. Los círculos mencionados por Summer Welles mantuvieron una "neutralidad" ostentativa. A la pregunta de Mussolini acerca de la reacción británica ante la agresión italiana, el primer ministro británico Ramsay Mac Donald contestó: "Inglaterra es una dama. A las mujeres les gusta el modo de actuar de los varones a condición de que éstos sepan dar muestra de discreción. Por lo tanto, obren con delicadeza y nosotros no nos meteremos por medio". La barbarie más despiadada no iba en contra de los modales de esta "dama". ¡En el curso de la agresión italiana contra Etiopía y la posterior ocupación del país fueron exterminados unos 750 mil etíopes!

    El historiador militar británico Basil Liddel Hart constató que precisamente esta política "llevó a Hitler en marzo de 1936 a otro acto provocador". Las fuerzas militares alemanas invadieron el 7 de marzo de ese año la Renania desmilitarizada. "Moscú debe quedar arrinconado y en cuarentena", clamaban los altavoces de Goebbels. Declaraba la ocupación de Renania "una preparación de la retaguardia para la campaña oriental". Pero Hitler se expandía hacia Occidente.

    "Se trataba de una aventura peligrosa, porque Inglaterra y Francia contaban en ese tiempo con una superioridad significativa", dice el volumen 29 de la última edición de la "Enciclopedia Americana". El general Jodl, uno de los más íntimos de Hitler, confesó más tarde: " Teníamos el sentimiento excitante de un jugador que apuesta por una carta toda su carrera". Alentado por el triunfo fácil, Hitler no disimuló su pensamiento: "El espíritu del Tratado de Versalles ha sido destruido. Hay que poner orden en Europa". El historiador británico John Wheeler-Bennet escribió con pleno derecho: "Permitieron a Adolf Hitler ganar la primera batalla de la segunda guerra mundial sin un disparo".

    En julio de 1936 se produce el golpe fascista en España. No tarda en convertirse en una extensa agresión fascista. Más de 300 mil mercenarios extranjeros combatieron entre 1936 y 1939 contra el gobierno español legítimo. Más de la mitad de éstos eran procedentes de la Alemania y la Italia fascistas. Estos países también suministraron a Franco centenas de aviones militares modernos, tanques, cañones y otros pertrechos de guerra. La Unión Soviética fue el único país dispuesto a apoyar a los republicanos y a suministrarles armas. El pacto de no intervención propuesto por el gobierno francés y adoptado por 27 países europeos en agosto de 1936 prohibía la exportación, la reexportación y el tránsito de toda clase de armas y material bélico a España. La ley sobre "la neutralidad norteamericana", adoptada un año más tarde, tenía la misma significación real.

    Hoy nos asombra sólo el siniestro trapicheo en torno a la libertad de otra nación y el desprecio a millares de vidas humanas. Un documento de la embajada alemana en Madrid de otoño de 1936 dice que si Alemania e Italia llegan a apoderarse de la Península Ibérica, "podrán atenazar a Francia desde el Sur y así los franceses podrán conocer lo que supone sostener una guerra en dos frentes". En un memorándum del Ministerio del Exterior hitleriano de octubre de 1938 se afirma: "Colmar el vacío militar y político en la Península Ibérica (objetivo logrado en gran medida) significa un cambio fundamental de la posición de Francia... Gibraltar pierde su valor, el libre paso de la flota británica y francesa por el estrecho dependerá de España, sin hablar de la posibilidad de emplear fuerzas navales y aéreas... El conflicto europeo entre el eje Berlín-Roma e Inglaterra y Francia tendrá características totalmente distintas en cuanto España se sume al eje". España al lado de Hitler, como lo subrayaban varios documentos nazis, pasaría a ser el trampolín para la agresión en África y en el continente americano.

    Pero la "lucha contra el bolchevismo", escudo y consigna ostentada por el agresor, fascista, también fue en este caso antepuesta a los propios intereses de Inglaterra, Francia y Estados Unidos. El propio Franco escribiría más tarde: "Sin camiones y créditos norteamericanos no hubiéramos podido ganar la guerra". El 27 de febrero de 1939 Londres y París que también mantenían con Franco "relaciones comerciales mutuamente ventajosas" rompieron las relaciones diplomáticas con el gobierno español legítimo y reconocieron la dictadura fascista. El ministro de Relaciones Exteriores republicano Julio Alvarez del Vayo escribía en su libro "España acusa", publicado en 1937: "En la práctica la no intervención significaba una auténtica intervención directa e inmediata en favor de los sublevados".

    La historia se repitió de nuevo al ocupar Hitler Austria. Cuando Hitler ordenó en marzo de 1938 la anexión, incluso las cúspides de su ejército objetaron que este podría provocar medidas de desquite de Londres y París. El historiador francés J. Benoist-Méchin documentó los pormenores del desarrollo de los acontecimientos en la cancillería de Hitler - en el cuarto tomo de su "Historia del Ejército Alemán": "Hitler silenció a sus generales afirmando que ni Inglaterra ni Francia apoyarían a Austria". El 27 de mayo de 1938 el ministro de Relaciones Exteriores galo Bonnet recibió al embajador de Alemania von Welczeck. "El gobierno francés", declaró Bonnet en dicha ocasión, "aprecia sinceramente el esfuerzo desplegado por el gobierno alemán en nombre de la paz".

    El "apaciguamiento" de Hitler culminó por otro acto de agresión, esta vez contra Checoslovaquia, en el humillante dictado de Munich. En éste se acentuaron todos los rasgos que tanta actualidad confieren a estos capítulos de la historia con respecto al presente. El tratado de alianza con Francia garantizaba la seguridad de la Checoslovaquia democrático-burguesa. Este tratado también condicionaba los compromisos de la URSS para con Checoslovaquia. Londres y Washington también consideraban Checoslovaquia un aliado suyo. Pero el profanado guión por el cual suelen justificarse las agresiones - hoy igual que en los tiempos de Hitler - recibió en este casó luz verde. Checoslovaquia quedó declarada "foco de peligro rojo". Hitler llegó a vociferar sobre "el portaaviones insumergible de bolchevismo". Un diluvio de infundios absurdos fue lanzado contra el pequeño país en el centro de Europa, víctima de decenas de agresiones sin haber provocado ninguna. Hoy día esta situación parecerá muy familiar a los pueblos de Granada, Nicaragua y varios países más. Hitler, encabezando un país incomparablemente más fuerte en cuanto a potencial militar y económico, - ese Hitler que no disimulaba sus preparativos para una "cruzada" universal - inculpó precisamente a Checoslovaquia de "amenazar la seguridad y los intereses vitales de la nación alemana".

    Incluso el primer ministro francés Daladier veía entonces el mayor peligro en "la invasión de cosacos y mongoles a Europa". El 23 de mayo de 1938 confió esta preocupación suya al embajador alemán en París. El historiador checo Jan Slavík que nunca manifestó excesiva simpatía por la Unión Soviética ni por los comunistas checoslovacos escribió en octubre de 1938: "Entre los gobernantes de Francia prevaleció en el momento crítico la consideración de sus intereses de clase. El temor a la revolución social preponderó. Consideraron que el peligro alemán sería menos grave. La decisión tuvo el mismo resultado en Inglaterra... Las clases dominantes, el capital londinense, prefirieron concertarse con los regímenes fascistas. El pacto de Munich de los cuatro fue, a fin de cuentas, resultado del conocimiento que los intereses de las clases pudientes de Inglaterra y Francia coinciden más con los intereses de Alemania e Italia. Los representantes de la reacción social formaron una nueva Santa Alianza".

    El mariscal hitleriano Keitel declaró ante el tribunal de Nuremberg: "Estoy firmemente convencido que si Daladier y Chamberlain hubieran dicho en Munich: «Estamos dispuestos a luchar», en ningún caso hubiéramos recurrido a la acción militar". Sin embargo, Daladier y Chamberlain firmaron con Hitler y Mussolini un dictado que era el prólogo de la "solución final de la cuestión checoslovaca". La ocupación de Checoslovaquia, iniciada por la Alemania fascista menos de medio año más tarde, el día 15 de marzo de 1939, entregó a la Wehrmacht el armamento del ejército checoslovaco: 1,582 aviones, 501 cañones antiaéreos, 2,175 piezas de artillería , 469 tanques, 43,876 ametralladoras, 785 lanzaminas, más de un millón de fusiles, 114 mil pistolas, millones de proyectiles de armas de fuego de mano, 3 millones de proyectiles de artillería y otro material bélico. ¿Cuántos patriotas fueron después víctimas precisamente de este material al defender Polonia, Francia, Bélgica, Yugoslavia u otros países europeos agredidos por la Alemania nazi?

    El 1ro de septiembre de 1939 Hitler ataca Polonia. Una semana antes de esta fecha se celebró el tratado germano-soviético sobre la no agresión. El lector conocerá de sobra las versiones insulsas forjadas en torno al tema. Pero los verdaderos cómplices, responsables de la segunda guerra mundial, quedan claramente designados por mucho que se intente rehabilitarlos. Las razones por la cuales muchos documentos siguen siendo tabúes para la "gran prensa" son obvias.

    Consideremos, a título de ejemplo, la documentación del británico Public Record Office, el folio F.O. 371/23.071 (pág. 240 y siguientes). Se trata de estenogramas de los debates celebrados en el verano de 1939 en el comité de asuntos exteriores del gabinete británico: "El primer ministro Chamberlain: Los rusos hacen todo para que concluyamos con ellos un acuerdo... Lord Halifax: Informaciones de varias fuentes señalan que es indispensable... concluir un acuerdo con Rusia, de otro modo la situación podría tener por resultado acciones violentas de Hitler... Concluyendo un acuerdo con Rusia evitaríamos el peligro más horrible... y garantizaríamos la seguridad de Polonia. Es obvio que Rusia tiene interés por el mantenimiento de la independencia de Polonia y no desea su liquidación"

    La celebración de un acuerdo entre Londres, París y Moscú a fin de prevenir la agresión hitleriana tenía en el verano de 1939 el apoyo del 81 por ciento de los franceses y del 87 por ciento de los británicos, interrogados por las oficinas gubernamentales para la encuesta de la opinión pública de dichos países. El 21 de agosto de 1939 la Unión Soviética comunicaba a Francia y Gran Bretaña que en caso de agresión alemana pondría en acción contra Hitler 120 divisiones de infantería y 16 de caballería, 5 mil cañones pesados, 10 mil tanques y más de 5 mil aviones de combate. Las propuestas urgentes y reiteradas de la Unión Soviética fueron desoídas. "El acuerdo con Rusia sería como una piedra que llevaríamos colgada del cuello durante largos años y que incluso podría obligar un día a mis hijos a luchar por intereses rusos", leemos varias páginas más adelante las palabras de Chamberlain en la documentación citada.

    El profesor británico L. Kettenacker escribió a finales de los años setenta en la miscelánea "Verano de 1939, las potencias y la guerra europea", publicada en Stuttgart: "Si Londres hubiera manifestado sin dilaciones y excusas su disposición de aceptar la propuesta soviética de alianza, manifestando una actitud seria con respecto al de la seguridad en Europa, el «frente de la paz» se hubiera podido constituir. Precisamente esta experiencia transcendental movió a Churchill a tender la mano a la URSS con miras a concluir la alianza ya el 22 de junio de 1941, el primer día del ataque alemán en el Este".

    Las respuestas del gobierno reaccionario polaco a las propuestas soviéticas en el verano de 1939 fueron similares. El 20 de agosto el ministro de Relaciones Exteriores de Polonia comunicó oficialmente: "Ningún tratado militar vincula Polonia con los Soviets y el Gobierno polaco no tiene la intención de concluir un tratado de esta índole". Los tergiversadores de los acontecimientos del verano de 1939 deberían darnos una respuesta seria a esta pregunta: ¿Qué otro remedio tenía la Unión Soviética, sino el de aceptar el paso que aplazaba la agresión Hitleriana a la URSS?

    Las fobias chamberlanianas resultaron ser un mal consejero. El balance del "apaciguamiento" del agresor es de todos conocido. Antes de atacar a la Unión Soviética Hitler ya se había apoderado de casi toda Europa. Antes de que lanzara a "ajustar terminantemente las cuentas con el bolchevismo" ya perecían miles de británicos en las atronadoras explosiones de las bombas por medio de las cuales la Luftwaffe de Goering introducía el "nuevo orden en Europa". La sombra de la invasión fascista también se cernía amenazadora sobre las británicas.

    Es un memento sumamente actual. Intentemos imaginar cómo actuaría varios decenios después de los acontecimientos relatados el agresor en Vietnam, Granada o el Líbano, si no se tomara a la ligera esta lección histórica. De no ser por la benevolencia y el apoyo con los que puede contar en algunas partes y de no ser los prejuicios que refleja con tanta precisión el fracaso de las ambiciones muniquenses.

    La tragedia del "appeasement" es una grave advertencia. Previene ante la collera de toda "cruzada". Pues precisamente en el guión de ésta vuelve a aparecer lo que rompió la nuca a Hitler. La hecatombe a la cual el mundo fue llevado por la política del "apaciguamiento" es un memento de alarma de cara a los pershing y los misiles de crucero. Pues éstos - aún sin ser los únicos - constituyen el arsenal de los inspiradores de la "guerra nuclear limitada". Una apuesta descabellada a costas de todos los europeos hasta el instante en que inevitablemente se convertiría en una conflagración mundial. Después de ésta hombres sólo lucharían con mazas y pedruscos, como ya lo dijo Albert Einstein. El fracaso del "appeasement" es una advertencia alarmante contra la ofuscación antisoviética y anticomunista. Alarma contra la ilusión de poder que empuja a poner en peligro la seguridad y soberanía de los pueblos, el destino de nuestro continente, el porvenir y la existencia misma de la humanidad.

    "LA GUERRA DESCONOCIDA"

    Este fue el nombre de una serie emitida en los años setenta por una modesta compañía de televisión en Estados Unidos. El título era acertado. La voz del actor mundialmente famoso, Burt Lancaster comentaba los documentos sobre la Gran Guerra Patria del pueblo soviético. La mayoría de los espectadores los veía por primera vez. No precisamente porque la lucha sostenida en el mundo contra Hitler y su satélites careciera de atractivo para los lectores y los editores. En EE.UU. ya se publicaron más de diez mil libros sobre esta lucha. ¿Por qué motivo estos libros - en los Estados Unidos así como en otros países - salvo contadas honrosas excepciones, hacen caso omiso del papel del pueblo soviético en esta lucha? Recurramos al testimonio de los documentos históricos sobre este papel. Nos ofrecen la mejor explicación de este sorprendente tabú.

    Hitler lanzó al ataque contra la Unión Soviética una masa jamás vista de soldados y de técnica militar - 190 divisiones, más de 4 mil tanques, unos 5 mil aviones y 200 embarcaciones de guerra. Exactamente un año antes, el 22 de junio de 1940 terminó la campaña fascista en Occidente. Había empezado el 10 de mayo. El 14 de mayo capituló Holanda, el 28 de mayo Bélgica, el 22 de junio Francia. Junto con Gran Bretaña había opuesto a Hitler 147 divisiones (total, 3 millones 785 mil hombres), más de 3 mil tanques y 3.8 mil aviones de combate. El agresor puso en acción 130 divisiones (en total 3 millones 300 mil hombres), 2,850 tanques y 3,824 aviones de combate.

    En base a las experiencias obtenidas el servicio de inteligencia británico pronosticó: Hitler ocupará Moscú en seis semanas. Pero ya la primera etapa, la más difícil, de la guerra en el frente oriental tuvo un resultado distinto. Hasta el mes de abril de 1942, es decir diez meses, Hitler perdió más de millón y medio de hombres, unos 4 mil tanques y cañones automotrices, más de 7 mil aviones de combate. Ello suponía casi el quíntuplo de las pérdidas totales en todas las campañas anteriores en Polonia, en el Oeste y el Noroeste europeo y en los Balcanes.

    En el discurso pronunciado en la radio el día del ataque, el 22 de junio de 1941, el primer ministro británico Churchill dijo: "Nadie ha sido a lo largo de los últimos veinticinco años adversario más consecuente del comunismo que yo. No pienso desdecirme de nada de lo que declaré sobre el tema. Pero ahora todo pasa al segundo plano frente al espectáculo que se nos ofrece... Hitler quiere destruir el Estado ruso, para poder retirar del Este las principales fuerzas de su ejército y su aviación y lanzarlas contra nuestra isla... Su invasión a Rusia es sólo el prólogo de la invasión contemplada a las islas británicas".

    La Unión Soviética y las fuerzas progresistas no estaban equivocadas al advertir que la "erradicación del bolchevismo" no sería el único objetivo de Hitler. La suerte del continente europeo lo patentizaba. Documentos hitlerianos de la primavera del 1941 confirman que la agresión antisoviética no era el último objetivo. En el diario de servicio del estado mayor de las fuerzas armadas alemanas del día 17 de febrero de 1941 se apunta la directiva de Hitler: "Después de concluir la cruzada del Este es preciso contemplar la ocupación de Afganistán y la preparación del ataque a la India".

    El día 11 de junio de 1941 quedó aceptada la propuesta de la directiva No.32 "Preparación para el período posterior a la realización del Plan Barbarossa" (es decir después de derrotar y ocupar la Unión Soviética). Dicha propuesta preveía, una vez derrotado el Ejército Soviético, la ocupación por la Wehrmacht de las colonias británicas y francesas y de algunos países independientes en el Mediterráneo, Cercano y Medio Oriente, la invasión a las islas británicas y la preparación de la agresión a Estados Unidos. Se contaba con la conquista de Irán, Egipto y todo el territorio en torno al canal de Suez ya en otoño de 1941, así como con la ocupación de la India donde la Wehrmacht debería unirse con las fuerzas del Japón militarista. La directiva No.32 también preveía la ocupación de Suecia y Suiza.

    "Una vez resuelta la «cuestión inglesa»", decía la directiva, "quedará eliminada la preponderante influencia anglosajona en Norteamérica". Se preveía la ocupación de los Estados Unidos y Canadá por medio de poderosas operaciones de paracaidistas en las costa oriental de Estados Unidos desde bases en Groenlandia, Islandia, el Archipiélago de las Azores y el Brasil así como ataques similares a la costa occidental de Estados Unidos desde bases en las islas Hawai y Aleutianas. Según la directiva, "la derrota fulminante de la Unión Soviética" era condición principal de la realización de todos estos planes.

    Los "apaciguadores" de Hitler apoyaban los planes de avasallamiento del pueblo soviético. La lucha de este pueblo pasó a ser el factor decisivo y de ella dependía la posibilidad de impedir una agresión nazi en el Oeste. Suponía una ayuda inmediata y de excepcional significación precisamente para Gran Bretaña. La batalla aérea de Inglaterra costó grandes sacrificios. Los incesantes ataques de la Luftwaffe acompañaban las operaciones de los submarinos alemanes. En febrero de 1941 de la flota británica perdió más de 400 mil BRT; en marzo 530 mil; en abril 687 mil. Se planteaba con creciente gravedad la amenaza de un bloqueo marítimo total de las islas británicas.

    "La lucha de la Unión Soviética también es nuestra lucha", decía la resolución del mitin masivo de londinenses celebrado a finales de junio de 1941 en el Hyde Park. El arzobispo de Canterburry Hewlet Johnson declaraba en su mensaje al pueblo británico fechado el 29 de junio de 1941: "El destino de la humanidad está e juego en esta gran batalla... por un lado vemos la luz y el progreso, por el otro las tinieblas, la reacción, la esclavitud y la muerte. Rusia defiende su libertad socialista y al mismo tiempo lucha por nuestra libertad. En Moscú también se defiende Londres".

    En la Cámara de los Comunes resonó entonces la voz del diputado Artur Woodborn: "No siempre nos damos plenamente cuenta de que una Rusia fuerte, incluso antes de intervenir en la contienda, era como una bola de plomo en las piernas de Hitler y le impedía abalanzarse contra nosotros". Winston Churchill escribió en sus memorias: "La entrada de los ruso en la guerra desvió la aviación alemana de los ataques aéreos a Gran Bretaña y disminuyó el peligro de invasión. También hizo más fácil nuestra situación en el Mediterráneo".

    "El cese de los ataques aéreos a Inglaterra que estamos disfrutando", escribía el 10 de agosto de 1941 el, periódico británico News of the World, "no es mérito nuestro; lo debemos a que Alemania se ve obligada a concentrar todas sus reservas físicas y psíquicas en la guerra contra Rusia".

    El conservador Archibald Southbee constató en el Parlamento el 6 de agosto del mismo año: "El cese de frica operaciones ofensivas de los hitlerianos en Africa del Norte fue facilitado por la actividad combativa del aliado ruso que ocupa las fuerzas alemanas en el frente oriental. Reconozcamos esta realidad y rindamos el homenaje debido a la valentía, la resolución y el arte militar de las fuerzas armadas rusas que defienden, junto con nosotros, la causa de la libertad. Reconozcamos también que su ayuda llegó en el momento más oportuno".

    El libro "Churchill, Roosevelt, Stalin" fue publicado en 1957 en la Universidad de Princeton que hoy día forma el equipo de cerebros de esos círculos que poco aprendieron de la suerte de Hitler. En aquel año el historiador H. Fels escribió: "Si Rusia hubiera abandonado la lucha cuando Estados Unidos seguían manteniendo una actitud indecisa, el imperio británico difícilmente hubiera podido resistir".

    En el informe presentado en 1945 al presidente y ministro de la guerra de EE.UU. por el ex-jefe del estado mayor del ejército estadounidense Marshall se decía: "Desde el comienzo mismo de la guerra el tiempo fue para nuestro país el factor decisivo... Obtuvimos este tiempo merced a la resistencia heroica del pueblo soviético. El pueblo soviético rescató para nosotros ese tiempo con su sangre y su valentía. Sin lugar a dudas, la defensa heroica del pueblo soviético y el pueblo inglés preservaron Estados Unidos de una guerra en territorio propio. Si la URSS e Inglaterra hubieran sido derrotadas en 1942... nos hubiéramos visto enfrentados a un enemigo que controlaría la mayor parte del mundo".

    E. Stettinius, durante la guerra secretario de Estado de EE .UU, escribió en sus memorias: "El pueblo americano no debe olvidar que en el año 1942 se encontraba al borde de la destrucción. Si la Unión Soviética no hubiese podido mantener su frente, los alemanes hubieran podido conquistar Gran Bretaña. Asimismo hubieran podido apoderarse de África y construir su cabeza de puente en Latinoamérica".

    El estudioso británico John Fulier señaló otro aspecto significativo. En el libro "La segunda guerra mundial 1939-1945", publicado en los años cincuenta, dice: "Fue precisamente a finales del año 1941, después de la batalla de Moscú, cuando la gente en Alemania empezó a admitir por primera vez la eventualidad de la derrota. Era la primera fisura diminuta en el granito del frente interior alemán, por el momento una fisura apenas perceptible, primera prueba de que los cimientos ya empezaban a resquebrajarse".

    Es una paradoja sintomática. Las líneas citadas se publicaron hace más de veinticinco años. Los nubarrones de la guerra fría oscurecían el mundo. Pero el recuerdo de la lucha común contra Hitler seguía demasiado vivo. Incluso aquellos que no tenían en mucha estima la verdad se sentían en la obligación de conocerla.

    Hoy día, al contrario, se apuesta por la "permutabilidad del pasado", para emplear las palabras de los héroes de Orwell. El fenómeno pudo observarse incluso en la Feria del Libro celebrada en octubre último en Francfort, Alemania Federal. Herman Wouk, un ejemplo entre otros. Por las tiradas de sus libros ocupa un puesto imbatible en Estados Unidos. Los libros que pienso examinar sirvieron de base para una serie televisiva. La compañía ABC gastó en esta serie 40 millones de dólares. Medio minuto de publicidad insertado en la transmisión de la serie costaba 175 mil dólares. "Los vientos de la guerra" de Herman Wouk tiene unas mil páginas. Su libre continuación "La guerra y los recuerdos" tiene quinientas más. Descubrámonos ante el talento literario de Herman Wouk. Pero de modo alguno podemos adoptar una actitud similar con respecto al contenido del libro.

    La alianza constituida en 1941 entre Moscú, Washington y Londres se presenta en el libro como pura casualidad. En realidad se trataría de una "desviación" del "cuadro general de la segunda guerra mundial". Este cuadro general consistiría en el "conflicto entre la democracia y el totalitarismo". Claro está que el señor Wouk no conoce sólo un totalitarismo "pardo" sino también otro "rojo". Para reanimar este engendro del oscuro imperio de las fantasías dullesianas y repetirlo precisamente en este contexto histórico hace falta tanto cinismo como ignorancia.

    ¿No podría, acaso, el señor Wouk explicarnos de modo satisfactorio qué empujo al pueblo soviético a ese heroísmo ante el cual el mundo entero se inclinaba? ¿De dónde ese heroísmo, en tantas ocasiones ensalzado incluso por Winston Churchill, anticomunista de cuerpo entero?
    Ya el 7 de julio de 1941 este primer ministro británico escribió a Stalin: "Todos recibimos con suma satisfacción noticias sobre la resistencia fuerte, audaz y valiente del los ejércitos rusos. La gallardía y la tenacidad de las tropas y del pueblo soviéticos merecen la admiración de todos". El secretario de Estado norteamericano Cordell Hull escribió en aquel tiempo: "La Unión Soviética fue la mayor sorpresa de todas las sorpresas de la segunda guerra mundial. De repente, como de un día a otro se desgarró la densa neblina mostrando al mundo la semblanza real y el pensamiento verdadero de la nación rusa, sus líderes, su ejército, su economía, su pueblo y la nobleza de su fervor patriótico".

    ¿De dónde brotó esa inquebrantable fortaleza moral? Claro, el señor Wouk no puede proponernos ninguna explicación. No nos sorprende. La inepcia de la ilusión a la cual no es el único en sucumbir saldría a relucir con nitidez. Porque incluso el diletante más completo en temas de política se burlaría de la explicación de que un implacable vergajo totalitario regía la heroica gesta de la Gran Guerra Patria. Incluso el general jubilado de la Wehrmacht, H. Friessner, admite en su libro "La batalla perdida", publicado en los años sesenta: "Vi incontables veces por mis propios ojos que el soldado soviético luchaba por sus ideas políticas a plena conciencia".

    Las estanterías en el nuevo pabellón de Francfort, al igual que en los pabellones construidos hace años, contenían también "obras literarias" más curiosas aún. Comparado con ellas, Herman Wouk resulta un progresista empedernido. Varias obras de esta índole ni se dan la pena de revestir la careta de la "opinión personal" que suele llevarse en estas ocasiones. Una de ellas, "El ataque a la Unión Soviética", fue publicada por el Centro histórico militar de la Bundeswehr. Este "estudio documental" de l,192 páginas se publicó en el marco de una serie de varios volúmenes editados por esta institución semioficial bajo el título "El imperio alemán y la segunda guerra mundial". En este caso ya no echaron mano sólo de Dulles sino directamente de Goebbels.

    Según los historiadores que figuran en la RFA en la nómina del ejército, hubieran debido pasar, ante el tribunal de Nuremberg: Churchill, Roosevelt y también Truman. Porque la agresión a la Unión Soviética, con la cual estos estadistas se aliaron en la coalición antihitleriana, tenía, según estos historiadores, un objetivo "preventivo" y "de anticipación". Los Herodotos en uniforme deberían leer también al adjunto de Goebbels, Hans Fritsche. Precisamente ante el tribunal de Nuremberg declaró entre otras cosas: "Organizamos una extensa campaña de propaganda antisoviética a fin de convencer el público de que la guerra no había sido provocada por Alemania sino por la Unión Soviética... No teníamos ningún motivo para acusar a la Unión Soviética de preparar un ataque contra Alemania".
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    Mensaje por DP9M Jue Mar 03, 2011 1:59 pm


    EL PRIMERO Y EL SEGUNDO FRENTE

    Es muy temprano por la mañana, el 6 de junio de 1944. En la neblina que se despeja con lentitud la primera línea de la invasión aliada va agarrándose en los peñascos de la costa de Normandía. La operación "Overlord" empieza. La mayor invasión de la segunda guerra mundial. La concentración de tropas y material es imponente. Dos millones 800 mil hombres intervendrán en la operación; un millón y medio de este total ya desde la primera fase de la invasión. El heroísmo de los hombres que entregaron sus vidas en este lugar o en cualquier otro del camino hacia la guarida de Hitler desde el Oeste merece en Checoslovaquia y en los países de nuestros aliados tanto respeto como en los países donde dejaron a sus mujeres e hijos, sus padres y sus hermanos.

    Pero no podemos estar de acuerdo con la indigna especulación practicada con su preclara memoria. Máximo cuando no sólo la verdad histórica está en juego. Esto quedó patentizado también en el discurso pronunciado por el presidente estadounidense en Normandía el 6 de junio de 1984. El monumento ahí levantado en frases floridas a Estados Unidos como principal y - por poco - único "libertador de los pueblos de Europa" - no fue expresión de orgullo patriótico, sino un cínico empleo abusivo del mismo en favor de dos grandes mistificaciones.

    En primer lugar trataba de acreditar la falaz ilusión de que los perhing y los planes de agresiones nucleares "de las galaxias" "prolongadas" o "limitadas" son una continuación de esta tradición. Con el objetivo de acallar la preocupación y la protesta tanto en Europa Occidental como en los propios EE.UU.

    Y al mismo tiempo - sustentar la ficción de que el ocaso de Hitler no comenzó hasta en junio de 1944. A fin de sugerir la idea que sin la invasión en Normandía la lucha sostenida contra Hitler por el pueblo soviético y por el movimiento antifascista de las masas populares en toda Europa tendría un desenlace completamente distinto. Esta ficción intenta conferir a las amenazadoras armas de hoy día una falsa apariencia de "realismo".

    Los documentos de la época dejan al descubierto esta insensatez. Aquellos que describen el marco inmediato del desembarco en Normandía son elocuentes al máximo:

    Las fuerzas aliadas tenían una superioridad - el triple - en fuerza viva y tanques. Su número de aviones de combate era sesenta veces superior al del enemigo. Su hegemonía en el mar era prácticamente total. El periódico estadounidense Journal escribió sobre ello el 26 de junio de 1944: "El Ejército Soviético ayudó del mismo modo que si estuviera también atacando la costa francesa. Rusia, iniciando una amplia ofensiva obligó a los alemanes a dejar en permanencia en el frente oriental las tropas que de otro modo hubiera lanzado a Francia a fin de resistir a los norteamericanos".

    En junio de 1944 se concentraban en Francia, Bélgica y Holanda 58 divisiones nazis. No llegaban a un millón de hombres. Más de la mitad de este total eran "unidades estacionarias". Es decir que prácticamente no disponían de parque automóvil. Eran "divisiones de infantería del final de la primera guerra mundial" - según la expresión del dirigente hitleriano Speldel. Más de la tercera parte de las tropas destinadas a hacer frente a un ataque desde el Occidente se estaba formando o renovando. En septiembre de 1944, cuando Hitler desocupó Francia y trasladó una parte de sus fuerzas del frente occidental a otros sectores, los aliados se enfrentaban con 700 mil soldados alemanes con 100 tanques y piezas de artillería pesadas.

    En ese mismo tiempo 239 divisiones enemigas combatían con el Ejército Soviético. De este total, 181 divisiones de la Alemania fascista. Un total de 4.3 millones de hombres. Hitler tuvo que trasladar al frente oriental 40 nuevas divisiones a fin de hacer frente a la ofensiva desplegada por el Ejército Soviético en el invierno y la primavera del año 1944.

    Veamos que nos dice la mencionada "Enciclopedia Americana". "Los rusos", afirma esta fuente oficiosa, "ayudaron indirectamente a Hitler al no manifestar de modo alguno su disposición de facilitar el desembarco de los aliados". En aquel entonces, sin embargo, personalidades prominentes de los aliados occidentales tenían opiniones completamente distintas. Citemos, para ilustrarlo, tres manifestaciones de Winston Churchill poco tiempo después de la invasión aliada. El mensaje al Jefe del Estado soviético del 1ro de julio de 1944: "Es éste el momento oportuno para comunicarle qué impresión colosal nos causa a todos en Inglaterra la grandiosa ofensiva de los ejércitos rusos que van derrotando con intensidad cada vez más fuerte los ejércitos alemanes en el espacio entre ustedes y Varsovia y Berlín". El 7 de agosto en la Cámara de los Comunes: "No hay en el mundo otra fuerza capaz de destruir el ejército alemán y de causarle pérdidas tan colosales como el Ejército Soviético ruso". En el mismo lugar, a finales de septiembre: "Rusia ocupa y destruye fuerzas incomparablemente superiores a las que impiden el avance aliado en Occidente".

    En el verano y el otoño de 1944 el Ejército Soviético avanzó unos 600 - 900 kilómetros hacia Oeste. Llegó hasta las fronteras de Prusia Oriental y Alemania. Expulsó al agresor de Bielorrusia, y de casi todo el Báltico soviético, así como de las zonas orientales de Polonia, Checoslovaquia, Hungría y Yugoslavia. Liberó Rumania y Bulgaria. Aniquiló 96 divisiones y 24 brigadas independientes del enemigo. En ese mismo período, las fuerzas de los aliados occidentales destruyeron 35 divisiones fascistas.

    En el invierno 1944 - 1945, los aliados se vieron en una situación grave en los Ardennes. A finales del mes de diciembre los alemanes abrieron una brecha de 80 km de anchura en la línea norteamericana y lograron avanzar unos 100 kilómetros. El 1ro de enero de 1945 más de mil de aviones de la Luftwaffe llevaron a cabo un ataque sorpresa a 27 aeropuertos, almacenes y puntos de concentración de tropas y técnica militar. Las pérdidas fueron importantes. El comandante en jefe del 3er ejército norteamericano general George Patton apuntó el día 4 de enero en su diario: "Aún podemos perder esta guerra".

    La Unión Soviética atendió sin demora la solicitud de los aliados y aceleró los preparativos de su ofensiva. "Si no fuera por esta ayuda soviética", escribió entonces el general americano y posterior presidente de EE.UU. Dwight Einsenhower, "las tropas aliadas se hubieran encontrado en la situación más difícil de lo que pudiésemos imaginar". Tan sólo en el curso de las operaciones en el invierno y la primavera de 1945 el Ejército Soviético aplastó 170 divisiones fascistas. Casi tantas, cuantas destruirían las fuerzas de los aliados occidentales en el transcurso de toda la segunda guerra mundial - 176 divisiones.

    Pero la lucha contra el fascismo en el principal teatro de guerra - el europeo - no comenzó tan sólo en junio de 1944. Tres años antes de abrirse el segundo frente en el Oeste - desde el mes de junio de 1941 hasta el mes de junio de 1944- el peso principal de la guerra recaía en el ejército y el pueblo de la URSS. Fue en la Unión Soviética - en las puertas de Moscú - donde el agresor fue, por primera vez, detenido. Fue ahí - en las orillas del Volga - donde se produjo el viraje decisivo para el desarrollo de la segunda guerra mundial. En su mensaje a los defensores de Stalingrado Franklin Delano Róosevelt escribía: "En nombre del pueblo de los Estados Unidos de América dirijo este saludo a la ciudad de Stalingrado, en testimonio de nuestro entusiasmo por los gallardos defensores, cuya valentía, fuerza de espíritu y sacrificios en el transcurso de la batalla desde el 23 de septiembre de 1942 hasta el 31 de enero de 1943 serán una inspiración eterna para los corazones de todos los hombres libres. Su victoria gloriosa detuvo la oleada invasora y operó un viraje en la guerra de las naciones aliadas contra las fuerzas de la agresión".

    El agresor quedó definitivamente privado de la iniciativa precisamente en el primer frente - en el Este. El historiador americano G. Jukes constató hace años que después de la batalla de Kursk "la iniciativa estratégica quedó plena e irrevocablemente en manos de los soviets y desde aquel momento ninguno de los generales alemanes competentes podía pensar en volver a reconquistarla". En el verano de 1943 Roosevelt escribió, poco tiempo después de la victoria del Ejército Soviético en Kursk: "Si las cosas siguen en Rusia como hasta ahora, es posible que en la primavera del año próximo ya no haga falta un segundo frente".

    En el primer frente - el de Este - estuvieron concentrados durante tres años enteros - de junio de 1941 a junio de 1944 - del 92 al 95 por ciento de las fuerzas armadas de la Alemania fascista. Precisamente en este frente el agresor sufrió los golpes más duros. Estos fueron decisivos para su derrota final. El antiguo embajador de los EE.UU. en la URSS J. Davies declaró al respecto en un discurso, pronunciado en la radio norteamericana en ocasión del tercer aniversario del comienzo de la Gran Guerra Patria del pueblo soviético: "En este aniversario de la entrada de la Unión Soviética en la guerra, todos los hombres y todas las naciones amantes de la libertad deben rendir homenaje a nuestro gran aliado soviético... El pueblo soviético y sus dirigentes defendieron durante tres largos años sus posiciones con tenacidad, con inmensa paciencia y persistencia. Dieron al mundo entero la posibilidad de movilizar todas las reservas y elaborar los planes que hoy día van aportando sus frutos... A partir del día que hoy conmemoramos, la derrota final de los bandidos fascistas pasó a ser sólo una cuestión de tiempo".

    En su discurso pronunciado el 19 de julio de 1945 en el Congreso, el general Dwight Eisenhower declaró: "La campaña del Ejército Soviético desempeñó el papel más significativo en la derrota de Alemania. Las capacidades del mando soviético, la valentía y la tenacidad de sus combatientes - hombres y mujeres - causan profunda impresión a todos... El pueblo soviético ofrendó enormes sacrificios en su propio territorio, asolado por la bestialidad alemana. Su resolución inquebrantable de no admitir otro desenlace de la guerra que la victoria al verse obligado a retroceder hasta Stalingrado, será respetado siempre en la historia".

    El libro de S. Patrick "El frente ruso. La guerra alemana en el Este 1941-1945" se publicó en 1978 en Londres y Melbourne. El autor escribe en el libro: [size=150]"Son muy pocos los que en Occidente se dan cuenta de la envergadura colosal de la guerra en el Este. Alemania perdió la segunda guerra mundial en los campos de Rusia y no en los arrecifes de Normandía".[/size]

    El historiador germanooccidental K. Riecker constató ya en los años cincuenta: "Cuando los aliados occidentales lanzaron en el verano de 1944 el ataque a la «fortaleza Europa», el resultado de la segunda guerra mundial prácticamente ya había sido decidido por la derrota de Alemania en Rusia. Alemania perdió la segunda guerra mundial antes de la invasión occidental".

    Con respecto a lo que hoy se difunde, sobre todo por iniciativa de Reagan, creemos necesario abordar un capítulo más de los testimonios de aquella época. Ponen de manifiesto que la historia del segundo frente de la guerra no estuvo exenta de las especulaciones egoístas que tan elevado precio costaron al comenzar la guerra. Estas maniobras se encontraban en flagrante contradicción con todo lo que pedía el amplio público de los países de la coalición antihitleriana. La carta entregada en junio de 1941 a la embajada soviética en Londres es un ejemplo entre cientos. Un grupo de obreros de la construcción británicos escribía en ella: "Nos comprometemos a plantear a nuestro gobierno la exigencia de que les ayude por medio de un ataque inmediato en el frente occidental".

    Incluso Lord Beaverbrook - en los años treinta fue uno de los "promuniqueses" - declaró a finales de 1941, siendo ministro del abastecimiento, en una sesión del gobierno británico: "La resistencia de los rusos nos ofrece nuevas posibilidades. Ha creado una situación casi revolucionaria en todos los países ocupados y abrió casi dos mil millas de costa a la invasión de las fuerzas inglesas. Pero los alemanes pueden lanzar impunemente sus divisiones hacia el este solamente porque nuestros generales consideran el continente una zona vedada a las tropas inglesas. Los comandantes en jefe de nuestros estados mayores querrían hacernos esperar hasta que se haya cosido el último botón en el último uniforma y sólo entonces estarán dispuestos a lanzarse al ataque. Hacen caso omiso de la oportunidad favorable actual".

    El plan de abrir el segundo frente fue contemplado por primera vez el 1ro de abril de 1942 en una reunión en la Casa Blanca. El 3 de abril Roosevelt delegó a sus colaboradores Harry Hopkins y George Marshall para negociarlo con Churchill. En el mensaje personal que llevaron a Londres, Roosevelt escribía: "Comparto con todo mi corazón y con toda mi razón los que le darán a conocer Harry (es decir H. Hopkins - J.S) y G. Marshall. Los pueblos de su país y del mío reclaman un frente que reduzca la presión contra los rusos y son naciones lo suficiente sabias para saber que hoy día los rusos destruyen más alemanes y liquidan más técnica militar que Ud. y yo juntos". Poco después se informó sobre esta intención también al gobierno soviético. El comunicado oficial sobre las deliberaciones del ministro de Relaciones Exteriores de la URSS con Churchill y Roosevelt, celebradas a finales de mayo y comienzos de junio, decía: "Se logró pleno acuerdo respecto de los preparativos urgentes del segundo frente en Europa en 1942".

    El desembarco en Normandía no se realizó hasta junio de 1944. La demora no tenía casi ninguna causa objetiva; tanto más robustas eran sus causas subjetivas. Después de la victoria de Stalingrado, el frente germano-soviético empezó a desplazarse irresistiblemente hacia el Oeste. Hasta ese momento los círculos gobernantes de EE.UU. y Gran Bretaña temían al extremo una victoria rápida de Hitler. Pero ahora contemplaban con creciente preocupación el avance del Ejército Soviético. Empezaban a darse cuenta de que la Unión Soviética sería capaz de defenderse e incluso de conseguir la derrota total de Hitler. La postergación intencionada del segundo frente formaba parte de la política ambigua adoptada por Washington y Londres de cara a este desarrollo.

    El senador Harry Truman expresó la opinión de la reacción norteamericana con ese cinismo, en el cual batiría más tarde, estando en la Casa Blanca, todos los récords. Ya a comienzos del Julio de 1941 declaró: "Si vemos que Alemania va ganando, ayudaremos a Rusia, y si va ganando Rusia, tenemos que ayudar a Alemania, para que se masacren mutuamente al máximo". Pero la reacción se vio privada de aprovechar esta oportunidad. El Ejército Soviético expulsó las tropas de Hitler del país. Emprendió su misión libertadora - compromiso asumido para con los pueblos avasallados desde el comienzo mismo de la Gran Guerra Patria. La resistencia antifascistas de las masas en los países ocupados se fortalecía. Las fuerzas de izquierda y democráticas tenían en ella una influencia primordial y creciente. Los comunistas ocuparon entre ellas un puesto de primer orden.

    La otra postergación de la apertura del segundo frente hubiera tenido resultados opuestos a las intenciones que la inspiraban. Roosevelt habló sobre el tema al reunirse con los comandantes en jefe de los estados mayores de las fuerzas armadas norteamericanas el 19 de noviembre de 1943, a bordo del acorazado Iowa. "Las fuerzas soviéticas", subrayó, "se encuentran a 60 millas de la frontera polaca y a 40 millas de Besarabia. Si cruzan el río Bug, cosa que pueden conseguir dentro de dos semanas, estarán a las puertas de Rumanía... Por eso es indispensable que ocupemos sin demora la parte más grande posible de Europa". Según opinaba Roosevelt, Gran Bretaña debería ocupar de urgencia Francia, Bélgica, Luxemburgo y el sur de Alemania. "Estados Unidos deben ocupar el Noroeste de Alemania. Podemos penetrar en puertos como Brema y Hamburgo, al igual que en los puertos de Noruega y Dinamarca, y debemos llegar hasta Berlín. En ese caso los soviets pueden ocupar el territorio al Este de Berlín. Pero Berlín debe ser tomado por los Estados Unidos". El general estadounidense Bradley escribió más tarde: "El derrumbamiento total de Alemania bajo los golpes soviéticos mezclaría todas las cartas y nos obligaría a abandonar la operación «Overlord». A fin de prevenir el caos, teníamos que lanzar a Europa todas las fuerzas a nuestra disposición, cruzar de urgencia el Canal de la Mancha, invadir Alemania, desarmar su ejército y tomar en nuestras manos el control del país".

    Las conclusiones de un grupo de historiadores nipones se encuentra más cerca aún de la verdad. En la "Historia de la guerra en el Pacífico", publicada en japonés ya en los años cincuenta, constataron: "Los movimientos antifascistas de resistencia de las masas populares, que se formaron en Francia para extenderse después por toda Europa occidental, el rápido crecimiento de la autoridad y de la popularidad de los partidos comunistas encabezando esta lucha, en cuyo transcurso los comunistas tuvieron más bajas que ningún otro partido, y en particular el ataque aterrador del Ejército Soviético que liberó su territorio de los ocupantes alemanes y obligó a las tropas alemanas a retroceder al Oeste - todo esto hizo que Churchill y Roosevelt abrieran el segundo frente, a fin de mantener su control en Europa".

    Después de la guerra Albert Einstein escribió: "El triunfo del Ejército Soviético no sólo consiguió defender y preservar los excepcionales logros de la Unión Soviética; también pudo conjurar el peligro mortal al que se veía expuesto el porvenir de toda la humanidad".

    Charles de Gaulle declaró en aquellos tiempos: "Los franceses saben qué ha hecho Rusia y también saben que precisamente Rusia desempeñó un papel principal en su liberación".

    El almirante Leahy, asesor de Roosevelt, señaló en sus memorias: "Sin el admirable heroísmo batallador de los rusos, los aliados hubiéramos tenido poca esperanza de éxito".

    El escritor Alexander Werth recordó: "Los rusos sintieron en su cuerpo los golpes principales de la guerra contra la Alemania nazi y precisamente esto fue lo que salvó millones de vidas británicas y norteamericanas".

    El periódico yugoslavo Borba escribió después de la guerra: "Sin la grande y poderosa Unión Soviética, el mundo hubiera quedado transformado en un gran campo de concentración. Sin la Unión Soviética - esto deberían tenerlo claro todos - desaparecerían de la superficie del globo terrestre, según la criminal intención de Hitler, todos los pueblos eslavos... El triunfo hoy celebrado por todos los hombres honrados fue conseguido en primer lugar gracias al pueblo soviético".

    El periodista francés Jean Catala declaró: "No encontrarán un solo francés honrado que ignore que debemos nuestra liberación al Ejército Rojo".

    Incluso el presidente de los Estados Unidos Harry Truman escribía en un mensaje a Stalin: "Apreciamos altamente la aportación de la poderosa Unión Soviética en beneficio de la civilización y la libertad. Ustedes, como nación libre y valiente al extremo, lograron derrotar las bárbaras fuerzas del mal por muy fuertes que fueran".

    La Unión Soviética desempeñó un papel decisivo en la derrota del fascismo hitleriano y la liberación de los pueblos de Europa. Al Ejército Soviético le corresponde el 80 por ciento de las pérdidas totales de fuerza viva sufridas por las tropas hitlerianas, el 75 por ciento de sus pérdidas de tanques, cañones y otra técnica de las fuerzas terrestres. La aviación y la artillería antiaérea soviéticas destruyeron más de 57 mil aviones de la Luftwaffe de Goering. Casi 2.5 veces más que sus pérdidas totales en todos los frentes restantes de la segunda guerra mundial.

    La Unión Soviética volvió a intervenir en la guerra contra el Japón militarista, cuyas dos agresiones ya había repelido a finales de los años treinta, sólo después de terminar los combates en Europa. Pero también en este terreno el papel de la URSS fue incomparablemente más relevante de lo que suele admitirse. La revista norteamericana Foreign Affairs escribía en enero de 1957: "En el verano de 1945 los especialistas de los servicios de inteligencia americanos llegaron a la conclusión de que ni el bloqueo ni el bombardeo podrían garantizar la capitulación incondicional del Japón, por cuanto sería deseable la participación de la URSS en la guerra". Harry Truman escribió en sus memorias: "Mi viaje a la conferencia de Potsdam obedecía a varias causas, pero la más importante, en mi
    opinión, consistía en obtener de Stalin la confirmación personal de la participación rusa en la guerra contra el Japón, considerada de excepcional significación por nuestros jefes militares".


    La Unión Soviética cumplió su compromiso en el plazo fijado. El 9 de agosto de 1945 declaró la guerra al Japón. Sus fuerzas armadas junto con las fuerzas de la República Popular de Mongolia, del Ejército Popular de Liberación Chino y con unidades guerrilleras coreanas y chinas, derrotaron en 24 días numerosas formaciones enemigas. Su núcleo - el ejército de Kuangtung - totalizaba en sus unidades 800 mil hombres. Contaban con un armamento imponente: 1,215 tanques, 6,640 cañones y lanzaminas, 1,907 aviones de combate y 26 embarcaciones de guerra. Fue la victoria más rápida conseguida sobre una fuerza tan numerosa y tan sólidamente armada en toda la historia de la segunda guerra mundial.

    Winston Churchill escribió en sus memorias: "Sería equivocado concluir que las bombas atómicas decidieron el destino del Japón". Sin la operación del Ejército Soviético en Manchuria, admitía Churchill, la guerra contra el Japón habría durado como mínimo hasta el año 1946, costando la vida de un millón o millón y medio de soldados norteamericanos. El mando norteamericano compartía este criterio. En el libro "Servicio activo en la paz y en la guerra", publicado en 1948 en Nueva York, tocaron el tema H. Simon y M. Bundy, dos hombres conocidos por ocupar puestos importantes en el aparato militar y de política exterior de Estados Unidos. Dicen en este libro que sin la ayuda de la Unión Soviética "Estados Unidos probablemente no habrían logrado terminar la guerra ni hasta el final del año 1946".


    ¿QUIEN LLEVO EL FARDO ECONOMlCO PRINCIPAL?

    En Gran Bretaña, EE.UU. y otros países aliados se fueron constituyendo diversos fondos y asociaciones de "ayuda a Rusia" desde el instante en que recayó sobre la Unión Soviética el peso principal de la lucha contra el fascismo. Con bastante frecuencia los encabezaban personalidades de la calidad del escritor norteamericano Theodore Dreiser, Eleanor Roosevelt y otros más. Summer Welles, citado más arriba, escribiría más tarde: "Las exigencias de proporcionar a la Unión Soviética toda forma de ayuda llegaron a tener carácter nacional".

    Tengo grabado en la memoria un noticiario-documental de aquella época. Un tren cargado con camiones recién salidos de la fábrica se dirigía desde una fábrica en el interior del país al puerto, donde lo esperaban convoyes dispuestos a salir hacia la Unión Soviética. A fin de acelerar el suministro, el último barnizado se hacía en camino. Recuerdo los rostros de aquellos jóvenes obreros pintando a pistola los camiones en los vagones del tren en marcha. En esos rostros se notaba la conciencia de estar ayudando a una causa justa. El pueblo soviético expresó en reiteradas ocasiones su altísimo aprecio a la ayuda de los aliados. Supo estimarla y sigue estimándola debidamente todo hombre honrado.

    Sin embargo, ¿podemos o no podemos estar de acuerdo con las conclusiones extraídas al respecto por algunos autores actuales? "Los resultados militares de los rusos dependían de los suministros británicos y norteamericanos", declaran H. Bragdon y S. McCutchen en el libro "Historia de un pueblo libre", publicada hace poco en Nueva York. "Sin esta ayuda, la Unión Soviética no hubiera podido conseguir el viraje en la guerra", afirma H. Patcher en la publicación "Caída y ascenso de Europa", publicado hace cierto tiempo en la misma ciudad. No resulta demasiado difícil comprender la proliferación de versiones de esta índole en numerosos medios de comunicación de masas. Es un modo más de poner en tela de juicio los hechos que fundamentan la lección y el memento de la segunda guerra mundial.

    En su discurso del 20 de mayo de 1944, Franklin Delano Roosevelt declaró ante el Congreso: "La Unión Soviética dispone principalmente de armas procedentes de sus propias fábricas". A finales del mes de mayo de 1945 el asesor de Roosevelt, Harry Hopkins dijo: "Nunca hemos creído que nuestra ayuda por conducto del «Lend-Lease» fuera el factor principal de la victoria soviética sobre Hitler en el frente oriental. La victoria fue conseguida por el heroísmo y la sangre del ejército ruso".

    Las conclusiones del documento confidencial elaborado en 1945 por el órgano responsable de la ayuda norteamericana a los países de la coalición anti Hitleriana fueron idénticas: "El material militar suministrado por conducto del «Lend-Lease» desempeñó indudablemente n papel de importancia en los éxitos de las fuerzas armadas de Gran Bretaña y la URSS, sin embargo, constituyó sólo una parte reducida, comparando con su producción propia de armas y material. Nuestros aliados cubrieron sus necesidades básicas principalmente con recursos propios". En el caso de Gran Bretaña, decía el documento, EE.UU. habían suministrado aproximadamente la quinta parte de armas y técnica militar. "En cuanto al ejército ruso, nuestra ayuda cubría sus necesidades en una media notablemente inferior".

    En todos los años de la guerra la Unión Soviética recibió de los Estados Unidos 14,700 aviones, 7 mil tanques, 427 mil camiones, cierta cantidad de técnica de comunicaciones, alimentos y otros artículos. Todo ello representaba el 4 por ciento de la producción total de la economía bélica de la Unión Soviética. El valor de los suministros norteamericanos a la URSS equivale a 10 mil millones de dólares, o sea, el 3,5 por ciento de los gastos totales de guerra de los Estados Unidos.

    El pueblo soviético tuvo que llevar el fardo económico principal de la lucha contra el fascismo. Este se había preparado durante largos años para la agresión. Merced a la ocupación de los países europeos, anterior a la campaña en el Este, las capacidades del agresor aumentaron notablemente: se multiplicaron por 2.1 en la generación de energía eléctrica, por 1.9 en la extracción de hulla, por 2 en la producción de acero, por 1.7 en la producción de aluminio y por 4 en la producción de cereales. En los primeros meses de la guerra la Unión Soviética perdió el territorio habitado por el 40 por ciento de su población total. La economía nacional soviética se vio separada del 63 por ciento de sus recursos carboníferos, del 68 por ciento de sus capacidades productoras de hierro, del 68 por ciento de sus capacidades productoras de acero, del 60 por ciento de sus fuentes de producción de aluminio y del 38 por ciento de su producción de cereales. Desde julio hasta noviembre de 1941, la producción industrial de la URSS disminuyó a menos de la mitad. El agresor destruyó o trasladó a Alemania 175 mil máquinas herramientas, los equipos de varios centenares de fundiciones, 18 millones de toneladas de producción agrícola, 17 millones de cabezas de ganado bovino, 7 millones de caballos...

    Tanto más impresionantes resultan las cifras sobre la superioridad conseguida por la Unión Soviética en un plazo relativamente muy breve. Ya a comienzos del año 1943 el Ejército Soviético tenía una superioridad de 1.4 veces mayor en cuanto al número de tanques y cañones automotrices; el doble de aviones de combate; en cañones y lanzaminas sobrepasaba el enemigo en 1.7 veces. Hasta el mes de mayo de 1945 se produjeron en las fábricas soviéticas 102,800 tanques y cañones autopropulsados, 112,100 aviones de combate y 482,000 cañones. La economía de guerra de la URSS logró producir casi el doble de armas y pertrechos militares que la Alemania hitleriana con todos los recursos acaparados en los países ocupados.

    En el libro "La guerra. Estudio histórico, político y social", publicado a finales de los años setenta en Estados Unidos, se indica al respecto: "La economía soviética demostró durante la guerra una capacidad arrolladora de alcanzar un elevado nivel de producción industrial... y de mantener el nivel necesario de la producción agrícola" .

    El historiador francés H. Giraud escribe sobre ello: "La retaguardia supo resistir en los años 1941-1942 e incluso aseguró el abastecimiento del frente en armamento tan sólo merced al excepcional esfuerzo físico y moral del pueblo soviético, organizado por el Partido Comunista... Era como en un barco, donde todos los pasajeros, sin distinción por la clase en la que viajaban, se convirtieron durante el temporal en marineros, sin que se les viniera a las mientes que sólo la tripulación estaba llamada a la lucha por llevar el barco al puerto seguro".

    El colega británico A. Clark constata en su libro "Barbarossa. El conflicto ruso-alemán 1941-1945", publicado por primera vez en Londres en 1965: "Los rusos podían ganar la guerra solos... sin la ayuda de Occidente. El alivio proporcionado por nuestra intervención en la guerra a la Unión Soviética... no fue decisivo en absoluto".

    Las memorias de Truman no disimulaban otro aspecto relevante. "El dinero invertido en el Lend-Lease" escribió en 1955 el antiguo presidente norteamericano, "sin duda salvó las vidas de muchos norteamericanos. Cada soldado ruso, inglés o australiano que recibía armas por conducto del Lend-Lease y participó en las acciones de lucha, reducía proporcionalmente el peligro de la guerra para nuestros jóvenes".

    Según datos del Ministerio del Comercio norteamericano, los EE.UU . recibieron durante la guerra de la URSS unas 300 mil toneladas de mineral de cromo y 32 mil toneladas de mineral de manganeso, grandes cantidades de platino, pieles y otras materias primas y artículos. El entonces ministro del comercio de EE.UU., J. Jones, escribió más tarde sobre este tema: "Por medio de los suministros procedentes de la URSS recuperábamos nuestro dinero e incluso obteníamos beneficio, cosa poco frecuente en las operaciones comerciales regidas por nuestros órganos estatales".

    En su libro "Ayuda a Rusia 1941-1946", publicado en Nueva York en 1973, el historiador norteamericano J. Herring señala: "El «Lend-Lease» no fue el acto más desinteresado en la historia de la humanidad. Fue un acto de egoísmo deliberado y los norteamericanos estaban perfectamente conscientes de las ventajas que les ofrecía"
    .

    Veinte millones de ciudadanos soviéticos pagaron con sus vidas el triunfo sobre el fascismo. Varios millones de heridos quedaron para siempre o temporalmente excluidos de la vida productiva. El agresor destruyó 1,710 ciudades y más de 70 mil poblaciones soviéticas; más de 6 millones de edificios, 31,850 fábricas, 65 mil kilómetros de vías férreas 4,100 estaciones de ferrocarril. En el primer período de postguerra, cerca de 25 millones de personas tuvieron que vivir en sótanos o refugios provisionales. Un tercio de la riqueza nacional del país quedó destruido. El mundo esperaba que Estados Unidos - cuyo territorio no se vio afectado por la guerra principalmente gracias a la Unión Soviética - proporcionaría a su aliado una ayuda eficaz en la reconstrucción del país . En efecto, llegaron a proponerla. Claro que en condiciones inaceptables. En septiembre de 1945 vino a Moscú una delegación, encabezada por el presidente del Comité especial del Congreso para las cuestiones de la política económica y la planificación de postguerra, W. Colmer. El historiador americano P. Gaddis dice sobre su misión en el libro "EE. UU. y el origen de la guerra fría, 1941-1947": "Colmer y sus colegas pedían que la Unión Soviética modificara a cambio de los créditos norteamericanos su sistema de dirección de la sociedad y renunciara a sus compromisos contraídos con el Este europeo". El trabajo de otro autor estadounidense L. Rose, "Victoria dudable. Estados Unidos y el final de la segunda guerra mundial" documenta los mismos hechos. Rose escribe que los círculos dominantes de EE.UU. tomaron la decisión de negar a la Unión Soviética los créditos de postguerra si no modificaba su actitud.

    La consabida retórica, harto conocida de varias fuentes actuales, ocultaba y sigue ocultando con escaso éxito el verdadero trasfondo de estas exigencias. La expectación de que la Unión Soviética renunciaría a lo conquistado por la Revolución de Octubre en 1917, lo que tuvo que defender al precio de siete millones de vidas humanas contra la intervención extranjera y la guerra civil subsecuentes, todo aquello, por lo que luchó contra Hitler, pagando un precio tan terrible por la victoria, fueron pretensiones tan vanas en ese entonces como lo siguen siendo hoy. El pueblo soviético se vio obligado a asegurar la reconstrucción del país después de la guerra contando exclusivamente con las fuerzas y los recursos propios.

    CONCLUSlON

    Cuando se ponían a la caja estas líneas, en la República Federal de Alemania seguía resonando el escándalo en torno a los "Diarios de Hitler". Recordemos por qué delito juzgan a Konrad Kujau y a sus cómplices, que le ayudaban a pasarlos en limpio por las noches. ¿Por hacer propaganda a un criminal sin par en la historia? De ningún modo. Los juzgarán sólo y exclusivamente por falsificación. Mejor dicho: por los nueve millones de marcos que se metieron en el bolsillo "La libertad ilimitada de expresión" acaba de dotarse de una nueva muestra publicitaria llamativa.

    Evidentemente, la empresa excedía las fuerzas de los que hoy van dando explicaciones al fiscal. El contenido de estos "diarios" confirma qué mano estuvo detrás del asunto. Consideremos uno de los pasajes que impregna toda esta enciclopedia de la diligencia e industria neonazi: "Según mis cálculos", se lee en el "apunte de puño y letra del Führer" fechado en los días de la derrota en Stalingrado, "la correlación de fuerzas no podía ser tan desventajosa, ¿No me habrán engañado de nuevo esos oficialillos? Necesito un nuevo cuerpo de mando. Estos oficiales viejos se dejan condecorar constantemente, pero no acatan mis órdenes. Si dejo obrar libremente a los viejos prusianos, lo echarán a perder todo".

    Una nueva variación sobre la cantinela de siempre. El fracaso de la guerra relámpago" antisoviética como están explicándolo varios decenios determinados círculos - fue causado por los "desatinos personales de Hitler". Cuando se admite que el propio "caudillo" podía equivocarse, toda la estrategia de la "cruzada" queda expuesta a serias dudas. Hay sólo un remedio cosmético para corregir este desperfecto. Fueron los oficiales en el frente los que cometieron "errores personales". Y todo "por falta de disciplina" (¡?!). Un "viejo prusiano" agregaría un artículo adicional al acta de acusación de Kujau y Cía.

    Esta variación ya no es una coartada falsa para los que añoran las multitudes con el brazo levantado en el saludo romano. Encaja perfectamente en el guión según el cual decenas de versiones variopintas del militarismo actual sobreviven a costa de los acontecimientos de hace cuarenta años. Quieren acallar a gritos la lección principal y decisiva de los tiempos que aquí recordamos. El memento a la "cruzada", cuyos estados mayores siguen "completando su armamento".

    Por eso consideramos inadmisible que se vayan silenciando los hechos que permiten su conocimiento correcto. El testimonio de estos hechos es rotundo. No es necesario descubrir la cara de esta moneda: lo hizo por nosotros un tal W. S. Schlamm, durante largos anos vocero del anticomunismo cavernícola en la RFA. En su libro "Límites del Milagro", publicado a finales de los años cincuenta, escribió: "La esencia terrible del conflicto entre el comunismo y Occidente estriba en el hecho de que el comunismo medra en la paz, desea la paz y triunfa en la paz... Si se llega a considerar que es más importante evitar la guerra generalizada que prevenir el triunfo del comunismo, nada podrá impedir este triunfo... La aceptación efectiva de la coexistencia pacífica equivaldría a renunciar a la victoria de Occidente en la «guerra fría» y a reconocer su derrota".

    El socialismo, en efecto, siempre propuso y siempre propondrá la paz. Siempre pidió y sigue pidiendo el desarme. Un desarme general y completo. Si no se quiere aceptar el desarme, que por lo menos se contraigan compromisos formales que atajen al máximo toda amenaza mortífera. Por eso la Unión Soviética se comprometió a no ser la primera en recurrir al empleo de armas nucleares. Por eso garantiza no hacer uso de ellas contra países que no las posean y en cuyo territorio no se encuentren. Por eso pedimos, los países socialistas, la congelación inmediata, cuantitativa y cualitativa, de los arsenales nucleares. Por eso presentamos nuevas y nuevas propuestas relativas a su reducción paulatina. Por eso proponemos la celebración de un convenio que prohiba todo ensayo de armas nucleares. Por eso pedimos la interdicción y la liquidación de todas las armas químicas y bacteriológicas. Por eso proponemos constantemente a los gobiernos de los países de la OTAN; aceptemos el compromiso de no emplear recíprocamente armas nucleares ni armas convencionales...

    Esta es nuestra verdadera voluntad, la voluntad que tenemos nosotros, a los que mentirosamente imputan la "amenaza militar". Pero no se trata de una manifestación de debilidad. Esto lo comprendió, demasiado tarde y pagando un precio terrible, también la soldadesca que se vio obligada a rendirse levantando las manos y enarbolando banderas blancas exactamente hace cuarenta años. Frente a ella seguía en pie el único país socialista. País joven que sólo iba cobrando la estatura de un Estado moderno y desarrollado. Poseyendo solamente un fragmento ínfimo de lo que hoy golpearía al agresor.

    Sería un paso suicida. Un holocausto que no perdonaría a nadie. Es preciso saberlo. Y reflexionar sobre todas las consecuencias. Sin ello, las reflexiones con tanta insistencia solicitadas por George Kennan se debatirían en un círculo vicioso, extremadamente peligroso.

    FIN
    Publicado en Praga en 1985
    [size=85]fuente: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo][/size]

    En definitiva, que la guerra del este, el 1er frente, el mas desconocido por la propaganda, y envenenado a base de topicos,desinformacion,etc... Fue el decisivo, el que salvo a Europa, y posiblemente al mundo, consecuentemente, salvando a Judios,Eslavos etc, del exterminio.
    La Ayuda aliada no supuso ni siqueira el poder mencionar como se hace de una AYUDA decisiva para que los Rusos ganasen, y ademas, lo mas desconociodo aún, que los rusos en su guerra contra japon donde derrotaron a mas tropas en una semana que lso americanso en toda la guerra tomando muchos mas preisioneros, fue decisiva para la derrota de Japon.
    Sacando que los aliados, mas en vista de perder su influencia ECONOMICA-POLITICA,frente al sistema de los Soviets, iniciaron el desembarco de Normandia, mas avistas de contener el avance Sovietico, que realmente una ayuda significativa contra la lso NAZI

    saludos!
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    Mensaje por Red Fox Jue Mar 03, 2011 2:04 pm

    SS-18 escribió:Si no recuerdo mal , los Panzer eran tratados y clasificados como material agricola.
    Suspect
    ¿Qué eran, un herbicida rollo Caballo de Atila?
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    Mensaje por DP9M Jue Mar 03, 2011 2:44 pm

    Red Fox escribió:
    SS-18 escribió:Si no recuerdo mal , los Panzer eran tratados y clasificados como material agricola.
    Suspect
    ¿Qué eran, un herbicida rollo Caballo de Atila?

    No, jajja.

    Eran trtados como material agricola, como tractores , para saltarse el tratado de Versalles que les prohibia.

    El Panzer I, podeis ver sus estadisticas en combate en las tablas de bajas que he posteado arriba.

    Aqui teneis como los Alemanes investigagan y producian taques desde principios de los años 30 de forma secreta

    El Panzer I fue un tanque ligero producido por Alemania durante los años 1930 como tanque de entrenamiento, pero se utilizó en la Guerra Civil Española y al comienzo de la II Guerra Mundial.
    El Panzer I tuvo varios nombres y designaciones; la más común era su designación oficial como el Panzerkampfwagen I o PzKpfw I. También tenía como designación oficial de vehículo el nombre de Sonderkraftfahrzeug 101 o SdKfz 101. Durante el primer periodo de su desarrollo recibió el nombre de Landwirtschaftlicher Schlepper o L-S, tractor industrial, para ocultar la investigación por entonces ilegal. El Panzer I fue convertido en varios vehículos de propósito general y cañones autopropulsados.

    El Panzer I entró en combate por primera vez en 1936 durante la Guerra Civil Española como parte de las fuerzas alemanas que ayudaron al General Franco, estableciéndose una base de formación de conductores en Cáceres, en el castillo de las Arguijuelas de Abajo y en de arriba, bajo el mando del Coronel alemán Von Thoma. El Panzer I resultaba inferior en potencia y capacidad de fuego a los tanques BT-5 y T-26 soviéticos utilizados por las fuerzas republicanas.
    Se pensó emplear el Panzer I como tanque de entrenamiento, que sería reemplazado por el Panzer III en el combate real. Sin embargo, los retrasos en la producción del Panzer III hicieron del Panzer I el carro de combate principal usado para la invasión de Polonia y las invasiones de Francia, Dinamarca y Noruega. La China nacionalista compró 15 Panzer I Ausf. A para la Guerra Civil China.

    Como vemos, el asunto Aleman fue una cuestion de QUERER y no PODER entrando en Rusia al maximo de sus posibilidades con 3 millones de soldados de golpe para cumplir Barbaroja en unos meses, antes de invierno. Aqui es donde Hitler comia pastelitos y jugaba con las secretarias. Su humor cambio radicalmente a los dos meses cuando estaba histerico y ni las victorias tacticas a base de gran desgaste de la Wehermatch ante fuerzas en pleno reordenamiento y reequipación , en inferioridad numerica , le contentaban, obviamente, por que no era suficiente.



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    Sé que parece un "micromachine" pero este es el tractor industrial.

    Franco rehuia los combates con tanques frente a la Republica con estos cacharros Aleamenes y otros italianos que daban más risa frente a los T26 Sovieticos por los que daba recompensas ecnomicas si los capturaban.

    No me resisto , os voy a poner el italiano

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    CUrioso el dibujo con la pintada "viva POUM" in un Panzer I fascista delante, jajajaaj. Si hubise sido, Viva Stalin, seguro que no habia un Pz.I delante Laughing
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    Mensaje por DP9M Jue Mar 03, 2011 3:22 pm

    Hay unas palabras de Hilter a ver si las encuentro sobre el tema.

    Ante la monumental cagada de la invasión, como era tarde hecharse para atras dijo algo como que " Las guerras no se ganan con armas, si no con la moral del soldado, por lo tanto el soldado aleman es invencible "

    Algo asi era, ante las reiteradas propuestas de su generales de pedir la paz con Stalin ante el desastre. Eso fue antes de que empezase a nevar. Se sabe que Zhukov propuso lanzarse totalmente contra el ejercito centro NAZI, pero Stalin lo prohibio . Zhukov estaba seguro de que destruiria el grupo centro en un ataque semejante.

    Rokosovski dice algo al respecto en su autobiografia "el deber de un soldado" menciona que los alemanes no deberian de culpar al invierno de su detencion a las afueras de Moscu y por la ofensiva sovietica , sino que el invierno, realmente les ayudo en su pequeña retirada en el invierno del 41, que estos deberian de agradecerle en lugar de reprocharle.

    Segun Rokosovski, los alemanes deben de agradecer al General Invierno haberles salvado de la destrucción total. Laughing
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    Mensaje por DP9M Jue Mar 03, 2011 7:26 pm

    Sobre Stalingrado que es el titulo del Hilo:

    ¿ Por que los alemanes perdieron en Stalingrado ?

    La Wehrmacht no pudo superar la defensa del Ejército Rojo en Stalingrado porque no tenía los efectivos de combate necesarios para tal empresa. La captura de Stalingrado no era un objetivo establecido en la directriz original del “Caso Azul”, sino una variante circunstancial –innecesaria a mi entender-, forzada por la actitud irracional de Hitler. Las fuerzas disponibles para lograr los objetivos estratégicos y operacionales originales de “Azul” eran limitadas, aunque, a mi juicio, suficientes. Hitler varió fatalmente sus planes, al romper la concentración de fuerzas favoreciendo su dispersión sin haber logrado un objetivo operacional básico como era la toma y consolidación de Voronezh. Privó posteriormente a las fuerzas destinadas a conseguir el objetivo estratégico del Cáucaso de una fuerza de reserva estratégica como era el ejército de Manstein, destinándolo absurdamente al frente de Leningrado. Y luego convirtió la captura de Stalingrado, sabiendo que ya no podía conseguir su objetivo estratégico del Cáucaso, en el absurdo objetivo final de la ofensiva de ese verano. Recapitulando, Hitler hizo añicos el plan operacional original de “Azul”, dispersando sus limitados recursos y modificando sus objetivos operacionales, en vez de concentrar sus limitados recursos para conseguir sus objetivos operacionales originales.

    Sobre la batalla de Moscú, tema sacado por Petrakov:

    ¿ Por que los alemanes perdieron en Moscú ?

    La Operación Tifón (en sus dos fases, pero más en la segunda) estaba destinada de antemano al fracaso. La razón principal es que a esas alturas la Wehrmacht estaba seriamente (y lógicamente) debilitada, en todos sus aspectos y en todas sus armas, por el tremendo desgaste y las pérdidas sufridas desde el comienzo de Barbarroja. Sus ejércitos sufrían de una alarmante escasez de suministros, debido fundamentalmente a los problemas de retaguardia en el transporte de material hasta las líneas del frente. Tampoco se podía compensar adecuadamente las bajas de personal con los reemplazos necesarios, por la no disponibilidad de los mismos.

    Un estado de su arma blindada al 4 de septiembre de 1941 ( repito, principios de SEPTIEMBRE , osea, a DOS MESES DE COMENZAR BARBAROJA )puede ser un excelente ejemplo del estado general de las formaciones del Heer.

    En el I Panzergruppe, la 9ª División Panzer tenía 62 tanques operativos de una fuerza inicial de 157. La situación en el resto de sus divisiones era: 13ª DP (División Panzer), 96/147; 14ª DP, 112/157; 16ª DP, 61/157. Así que el I Panzergruppe tenía un total de 331 tanques operativos de un total inicial de 618. Había perdido irreversiblemente 140 tanques y mantenía 147 en estado de reparación. La 11ª DP, que estuvo temporalmente subordinada al 6º Ejército, tenía 60 tanques operativos de un total inicial de 175.

    (A dos meses de comenzar la invasión, a fecha de 4 de Septiembre, la elite del Ejercito Aleman estaba al 50% de perdidas frente a las fuerzas iniciales.)

    El II Panzergruppe todavía estaba en peores condiciones que el I. El estado de sus divisiones era el siguiente: 3ª DP, 41/198; 4ª DP, 49/169; 17ª DP, 38/180; 18ª DP, 62/200. Así, el II Panzergruppe tenía en conjunto 190 tanques operativos de un total inicial de 747( flipante). La 10ª DP, temporalmente subordinada al 4º Ejército, tenía 159 tanques operativos de un total inicial de 206.

    El III Panzergruppe tenía un total de 320 tanques operativos de una fuerza inicial de 783 tanques. Sus divisiones: 7ª DP, 130/299; 19ª DP, 102/239; 20ª DP, 88/245.

    El IV Panzergruppe estaba en 440/631. Sus divisiones: 1ª DP, 97/154; 6ª DP, 188/254; 8ª DP, 155/223. La 12ª DP, temporalmente subordinada al 16º Ejército, tenía 96 tanques operativos de una fuerza inicial de 231.

    Así que, en conjunto, la cantidad total de tanques operativos en el frente ruso al 4 de septiembre de 1941 era de 1.596 unidades, de una fuerza inicial de 3.391 unidades. Esa cifra representaba el 47% de la fuerza inicial. En estado de reparación se encontraban 542 tanques, mientras que 696 se habían perdido irremediablemente.

    Los datos proceden de B. Mueller-Hillebrand, Das Heer, 1933-1945 (3 vols.; Frankfurt/M., 1954-1956), vol. III, página 205.

    Lo ideal en esas circunstancias hubiera sido que la Wehrmacht adoptase una estrategia defensiva, con operaciones ofensivas de carácter limitado, preparándose para soportar la campaña de invierno de 1941-1942, mientras en retaguardia se debía proceder a la consolidación logística y a la reunión de hombres y equipo necesario para emprender una nueva ofensiva en el verano de 1942.



    Ahora, a ver que le deparaba al ejercito la consiguiente guerra en Invierno.

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    Mensaje por DP9M Vie Mar 04, 2011 3:41 pm

    1) La Wermach nunca tuvo posibilidades reales de tomar Moscu. De hecho ni siquiera pudieron tomar Leningrado, y era un objetivo infinitamente más absequible. Vencer batalla de atrición que podián presentar los soviéticos en Moscu excedía con mucho -pero por muchisimo- los recursos de los alemanes.

    2) Aún de haber consegudi tomar Moscu esto no hubiese significado nada, y mucho menos una victoria decisiva sobre el ejército rojo. Es más la situación de los alemanes podría ser infinatemente más complicada de lo que en efecto fue si hubiesen conseguido llegar a la altura de Moscu. Poisblemente esto sólo hubiese debilitado más a los alemanes y complicado más sus líneas de suministros.

    Es más: en el caso de tomar los alemanes Moscu el contrataque soviético de diciembre de 1941 si que habría podido suponer una victoria definitiva,...para los rusos.

    3) El verdadero problema de los alemanes en la URSS, el problema de fondo de Barbarroja, es que éstos no tenián un objetivo estratégico factible al que atenerse. La idea era destruir al ejército rojo y al estado soviético, acabando con su capacidad bélica. Y esto en realidad era, con los recursos de que disponía la Wermach, absoluta y totalmente irrealizable.

    el Ejército alemán nunca estuvo motorizado ni siquiera a niveles mínimos. Frente a la motorización completa de Británicos de Norteamericanos la Wermach seguia siendo en 1944-45 una fuerza hipomovil dotada con caballos y en el mejor de los casos bicicletas. De hecho, por ejemplo, 2/3 de las fuerzas del OB West en el momento de producire el desembarco eran unidades estaticas.
    ( lo que yo decia siempre )
    Ni las divisiones de acorazadas, de élite o de primera línea alcanzaban nunca sus complementos teóricos de vehículos motorizados.

    El problema principal radicaba en que la estructura industrial de Alemania era incapaz de equipar adecudamente, y aún menos al nivel que pretendian los alemanes, al contingente de fuerzas que movilizo el Reich.

    Lo que yo decia. Cuando los yankes desembarcaron en Francia, ahi lo que habian eran unidades del tipo estatico, osea, DEL MODELO DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL, sin mecanizar , Osttropen , y unidades descansando del frente del este totalmente desmoralizadas.

    Vamos, que lo que pasa se ha sobrevalorado a los NAZIs por conveniencia propagandistica. A los Yankes, ingleses y Franceses venia bien para justificar su comida de mierda ante los "invencibles" alemanes. Que de invencible , no tenian nada en el Este.

    Lo dicho. Las victorias iniciales alemanas se debieron a factores objetivos dentro del Ejercito Rojo, purgas, y por que estaba en completo reequipamiento y reorganización.

    EL fin del Reich fue el que fue y nunca habría sido diferente, por que Hitler fue apoyado para hacer esto mismo , intentar destruir el socialismo de la tierra y llenarle los bolsillos a la burguesia internacional con la radicalización del capitalismo.
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    Mensaje por Petrakov Lun Mar 07, 2011 5:43 pm

    Sobre el tema de si la industria alemana estaba totalmente movilizada y no podia dar mas de si.

    Simplemente pondré las palabras del Ministro aleman de armamento y munición Albert Speer.

    Yo me esforzaba por disminuir radicalmente la tasa de bienes de consumo, habida cuenta de que, a principios de 1942, la producción industrial en este sector solo era un 3& inferior a la de tiempos de paz. Sin embargo en 1942 no consegui reducirla mas que un 12% pues a los tres meses Hitler ya lamentaba su decisio de desplazar la produccion hacia la de armamentos . Proteste alegando que tal consigna incitaria a una renovada resistencia contra la linea actual a todos aquellos que hasta ahora han mostrado su desagrado hacia la prioridad de los armamentos en la industria.

    Una vez mas mi intencion de implantar una economia de guerra total habia fracasado.




    Que cada uno saque sus propias conclusiones.
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    Mensaje por Ereshkigal Lun Abr 04, 2011 4:00 pm

    Sobre el terrible invierno ruso y otros tópicos imperialistas del Frente del Este.


    Moscú, Stalingrado, Kursk

    La guerra impuesta a la Unión Soviética por el fascismo ale­mán fue una de las mayores intervenciones de las fuerzas de choque del imperialismo mundial contra el socialismo, una de las pruebas más duras sufridas por el País de los Soviets en mo­mento alguno de su historia. En esa guerra se decidía el destino de la URSS, el futuro de la civilización mundial, el progreso y la democracia.

    El plan de la guerra contra la URSS y sus fines. En ningún otro frente de la Segunda Guerra Mundial (norafricano, ita­liano, europeo occidental, norteamericano japonés) se ejecu­taron acciones militares tan prolongadas, continuas y tensas como en el soviético alemán. Precisamente en él, durante todo el transcurso de la guerra, actuó, como promedio, el 70 % de las divisiones de la Alemania fascista. Podría decirse que tres de cada cuatro soldados de la Wehrmacht hitleriana como promedio combatieron en el Este, y sólo uno lo hizo en Occidente. En el frente soviético alemán fueron ani­quiladas, derrotadas o hechas prisioneras 507 divisiones germa­no fascistas. Las tropas soviéticas también destruyeron una gran parte de los medios de combate del adversario: 167 000 cañones, 48 000 tanques y piezas de asalto, y 77 000 aviones. En el frente soviético alemán, los aliados de la Alemania fascista per­dieron no menos de 100 divisiones. Los ejércitos de los Estados Unidos, Inglaterra y los otros participantes de la coalición anti­fascista, pusieron fuera de combate 176 divisiones; menos de 1/3 de todas las divisiones derrotadas de la Alemania fascista y sus aliados. En el frente soviético alemán, las pérdidas de Ale­mania en hombres sobrepasaron el 73 % de las sufridas por ella durante la Segunda Guerra Mundial. Ahí, la estrategia de la Alemania hitleriana sufrió una total bancarrota y su maquinaria bélica fue destruida.

    La historia no conoce crímenes más monstruosos que los cometidos por los hitlerianos en el territorio de la URSS. Las hordas fascistas convirtieron en ruinas decenas de miles de ciudades y aldeas soviéticas. Mataban y torturaban a los ciuda­danos soviéticos sin compadecerse de mujeres, niños, ni ancia­nos. La crueldad manifestada por los agresores hacia la población de los países ocupados, fue superada con creces en el territorio soviético. Todos estos crímenes están descritos, con autenticidad documental, en las actas publicadas por la Co­misión Estatal Extraordinaria para la Investigación de los Crí­menes de los Agresores Germano Fascistas y sus Cómplices y han sido puestos en conocimiento del mundo entero.

    Como resultado de la invasión fascista, el País de los Soviets perdió más de 20 millones de personas, entre asesinados y muer­tos en combate; y alrededor del 30 % de la riqueza nacional.

    ¿Dónde radican las causas de las inmensas dimensiones de la lucha desatada, de la crueldad y la ferocidad sin límites de los agresores fascistas? Para responder a esta interrogante es ne­cesario, ante todo, tener en cuenta que la guerra de la Alema­nia fascista y sus aliados contra la URSS tenía un carácter especial. Para el imperialismo alemán, el País de los Soviets era el principal obstáculo en el camino hacia la instauración de la hegemonía mundial. Además, el fascismo alemán, al actuar en el papel de puño de choque de la reacción internacional, en la guerra contra la URSS no sólo trató de apoderarse del territorio del Estado soviético, sino también de destruir su régimen estatal y social; es decir, perseguía fines clasistas. En esto consiste la di­ferencia radical entre la guerra de la Alemania fascista contra la URSS y sus guerras contra los países capi­talistas. El odio de clase hacia el país del socialismo, las aspiracio­nes de conquista y la esencia feroz del fascismo, se fusionaron en la política, la estrategia y los métodos de conducción de la guerra.

    De acuerdo con los planes de la camarilla fascista, la Unión Soviética debía ser dividida y liquidada. Se tenía pla­neado crear en su territorio cuatro comisariados del Reich o provincias alemanas. Moscú, Leningrado, Kíev y otras ciudades debían ser voladas, quemadas y borradas por completo de la faz de la Tierra. “Esta es una guerra de ex­terminio. En el Este, la crueldad hoy significa el bien en el fu­turo”, declaró el Führer en una reunión de su genera­lato el 30 de marzo de 1941.1 La dirección nazi no sólo exigía el exterminio implacable de los combatientes del Ejército So­viético, sino también de la población civil de la URSS. Las es­peranzas se fundaban en aniquilar a la mayoría de los soviéticos, portadores de la ideología marxista leninista. A los soldados y los oficiales de la Wehrmacht les entregaban un recorda­torio que decía: “Mata a todo ruso, a todo soviético; no te deten­gas si ante ti se encuentra un anciano o una mujer, una niña o un niño; mata, con esto te salvarás de la muerte, garantizarás el futuro de tu familia y adquirirás gloria eterna.”

    La planificación de la agresión alemana contra la Unión Soviética comenzó mucho antes de la guerra, ya a mediados de la década del 30. La guerra iniciada contra Polonia y, más tarde, las campañas en el norte y el oeste de Europa dirigieron temporalmente el pensamiento del Estado Mayor alemán hacia otros problemas; pero incluso en ese tiempo la preparación de la guerra contra la URSS no escapaba del campo visual de los hitlerianos. Se activó bruscamente después de la derrota de Francia, cuando —según opinión de los dirigentes fascistas— estaba garantizada la retaguardia de la futura guerra y Alema­nia contaba con suficientes recursos para realizar la contienda.

    En 18 de diciembre de 1940, Hitler firmó la directiva N° 21 bajo la denominación convencional de plan “Barbarroja” [Barbarossa], la cual contenía la idea general y las indicacio­nes iniciales para la conducción de la guerra contra la URSS.

    El fundamento estratégico del plan “Barbarroja” era la teoría de la “guerra relámpago”. El plan tenía previsto derro­tar a la Unión Soviética en el curso de una campaña rápida (de 8 a 10 semanas), antes de finalizar la guerra contra Inglaterra. Leningrado, Moscú, la zona industrial central y la cuenca del Donets se consideraban los principales objetivos estratégicos. La toma de Moscú ocupaba un lugar especial. Se presuponía que cuando se hubiera alcanzado ese objetivo se habría ganado la guerra.

    Para efectuar la guerra fue creada una agresiva coalición militar sobre la base de un pacto tripartito concertado en 1940 entre Alemania, Italia y Japón. Alemania incorporó a Rumanía, Finlandia y Hungría como participantes activos en la agre­sión contra la URSS. Los círculos gubernamentales reacciona­rios de Bulgaria, así como los de los Estados títeres de Eslovaquia y Croacia, prestaban ayuda a los hitlerianos. Con la Alemania fascista colaboraban España, la Francia de Vichy, Portugal y Turquía. En septiembre de 1941, el régimen fascista de Franco envió al frente soviético alemán la llamada “división azul”. Esa unidad participó en el bloqueo de Leningrado, fue de­rrotada por las tropas soviéticas y sus restos regresaron a España en 1943. Así pues, los mercenarios españoles de Hitler cargan con la responsabilidad directa de la muerte, los dolores y los sufrimientos causados a la población pacífica de Leningrado entre 1941 y 1943. (Para más detalles véase S. P. Pozhárskaya. La diplomacia secreta de Madrid. Moscú, 1971, p. 108 y siguien­tes.) Los hitlerianos emplearon intensamente los recursos eco­nómicos y humanos de las naciones europeas conquistadas y ocupadas: Austria, Checoslovaquia, Polonia, Dinamarca, No­ruega, Luxemburgo, Holanda, Bélgica, Francia, Yugoslavia y Grecia. En esencia, a los intereses de Alemania también se su­bordinaba la economía de los países neutrales de Europa. Por consiguiente, para la realización del plan “Barbarroja”, la Ale­mania fascista dispuso en realidad de los recursos de casi todos los Estados europeos: tanto de sus aliados directos como de las naciones ocupadas, dependientes y neutrales, cuya población so­brepasaba los 300 millones de habitantes.

    Los dirigentes hitlerianos estaban tan seguros del éxito del plan “Barbarroja”, que casi desde la primavera de 1941 comenzaron a elaborar, en detalle, las futuras ideas para la conquista de la hegemonía mundial. En trenes especiales que servían de estados mayores móviles (denominados “Asia” y “América”), los estrategas de la Wehrmacht trazaban las direc­ciones de los golpes de los ejércitos fascistas que circundaban todo el planeta. En el diario de trabajo del Alto Mando de las fuerzas armadas germano fascistas (OKW) se expresa, el 17 de febrero de 1941, la exigencia de Hitler de que “después de fina­lizar la campaña del Este es necesario prever la conquista de Afganistán y la organización del ataque a la India”. A partir de esas indicaciones, el Estado Mayor de la OKW comenzó a pla­near las operaciones de la Wehrmacht para el futuro. Se plan­teaba realizar estas operaciones avanzado el otoño de 1941 y en el invierno de 1941 a 1942. Su concepción se explicó en el proyecto de directiva N° 32 “Preparación para el período posterior a la realización del plan ‘Barbarroja’,” enviado el 11 de junio de 1941 a las tropas terrestres, a la Fuerza Aérea y a la Marina de Guerra.

    El proyecto estipulaba que después de aniquilar a las Fuerzas Armadas Soviéticas, la Wehrmacht tenía por delante apoderarse de los dominios coloniales ingleses y de algunos países independientes del Mediterráneo, África, el Cercano y el Lejano Oriente; la irrupción en las islas británicas; y el desarrollo de accio­nes militares contra América. Los estrategas hitlerianos calcula­ban pasar, ya en el otoño de 1941, a la conquista de Irán, Iraq, Egipto, la zona del Canal de Suez y, más tarde, de la India, donde planeaban unirse a las tropas japonesas. Los dirigen­tes germano fascistas confiaban —después de anexar España y Portugal a Alemania— en conquistar rápidamente Gibraltar, cortarle a Inglaterra sus fuentes de materias primas y realizar el sitio de las islas británicas.

    La elaboración del proyecto de la directiva N° 32 y de otros documentos evidencia que, después de la derrota de la URSS y de la solución del “problema inglés”, los hitlerianos —aliados con Japón— pretendían apoderarse del continente americano. Se proponían irrumpir en Canadá y los Estados Unidos de Amé­rica desembarcando grandes cantidades de tropas navales por la costa oriental de América del Norte desde bases en Groenlan­dia, Islandia, las islas Azores y Brasil, y por la occidental, desde ba­ses en las islas Aleutianas y las islas Hawái. Una amenaza mortal pendía sobre toda la humanidad. Los agresores consideraban que la campaña “relámpago” contra la URSS les daría posiciones claves para esclavizar al mundo.

    Los estrategas alemanes vaticinaban que la Unión Sovié­tica sufriría una derrota inmediata. El coronel hitleriano G. Blumentritt escribió en su informe, preparado para la reunión de los máximos jefes de las tropas terrestres, el 9 de mayo de 1941: “La historia de todas las guerras con participación de los rusos nos muestra que el ruso como combatiente es firme, insen­sible a las inclemencias del tiempo, se conforma con muy poco, no da importancia a las pérdidas ni al derramamiento de sangre. Por esto, todos nuestros combates desde la época de Fe­derico el Grande hasta la guerra mundial han sido sangrientos. No obstante todas esas particularidades de las tropas, el Im­perio Ruso nunca ha vencido. Hoy día, la relación numérica es mucho más ventajosa para nosotros. Nuestras tropas superan en dirección táctica, preparación combativa y armamento a los rusos... En los primeros 8 a 14 días puede ser que haya fuertes combates, pero después, como hasta ahora, los éxitos no se ha­rán esperar y también aquí vamos a vencer.”3 Dejemos a la con­ciencia del derrotado coronel la ignorancia de la historia militar. (Refirámonos, al menos, sólo a la derrota, ante las tropas rusas en la batalla de Kunersdorf, en 1759, del ejército de Fe­derico, cuyo sombrero, perdido al huir del campo de batalla, se expone, incluso en la actualidad, en uno de los museos de Leningrado.)

    El aventurerismo era uno de los rasgos característicos de la planificación militar de la Alemania hitleriana; pero, al mis­mo tiempo, muchas personalidades políticas y militares de Occi­dente también subestimaron las fuerzas de la URSS y sobrestimaron las posibilidades de Alemania. Cuando los dirigen­tes hitlerianos lanzaron sus tropas contra la Unión Soviética, pronosticaron un rápido éxito de la Wehrmacht, que había derro­tado a la coalición anglo francesa. En Inglaterra predominaba la opinión de que los alemanes se apoderarían de Rusia en un plazo de seis semanas a tres meses. El 23 de junio de 1941, el ministro de Guerra de los Estados Unidos, H. L. Stimson, escri­bía a Roosevelt que Alemania necesitaría, a lo sumo, tres meses para vencer a la Unión Soviética.

    El pueblo soviético y sus Fuerzas Armadas refutaron estos pronósticos. En cruentos y encarnizados combates lograron el viraje de la guerra, rechazaron y destruyeron al enemigo, y echa­ron por tierra los planes fascistas de esclavizar a la humanidad.

    La posición de los autores reaccionarios que interpretan la lucha armada en el frente soviético alemán, tiene como objetivo rebajar la importancia de ésta en el desarrollo y el desenlace de la Segunda Guerra Mundial; presentar bajo una luz falsa la po­lítica, la estrategia y el arte militar soviéticos. Esto se refiere, ante todo, a las batallas de Moscú, Stalingrado y Kursk, de im­portancia decisiva en el logro del viraje radical de la guerra.


    La batalla de Moscú.

    El verano y el otoño de 1941 resultaron particularmente difíciles para el pueblo soviético. Las tres Agrupaciones de Ejércitos germano fascistas —”Norte”, “Centro” y “Sur”— habían penetrado profundamente en el territorio de la URSS. Habían bloqueado Leningrado, llegado hasta el subártico soviético, y creado una amenaza directa a Moscú, la cuenca del Don y Crimea.
    En el transcurso de la defensa estratégica, las tropas sovié­ticas rechazaban con firmeza el empuje del adversario y, a su vez, asestaban potentes contragolpes. Si en las primeras tres se-manas de la guerra las tropas alemanas avanzaban como prome­dio de 20 a 30 km por día, ya a mediados de julio, este ritmo dismi­nuyó hasta ser de 3,5 s 8 km y, después, resultó aún más lento. En septiembre, el enemigo fue detenido a las puertas de Leningrado, y a fines de noviembre, ante Rostov. En encarnizados combates, defendiendo cada palmo de terreno, las tropas sovié­ticas manifestaron una firmeza y un valor sin precedentes, un heroísmo masivo y espíritu de sacrificio. La tenaz defensa de Brest y de Kíev, de Odesa y Sebastopol, de Smolensk y Tula, predecían el fracaso del plan de la guerra relámpago contra la URSS. De junio a noviembre de 1941, las pérdidas del adver­sario ascendieron —sólo en tropas terrestres— a 758 000 hom­bres, y las de aviación, a más de 5 000 aparatos.

    En el otoño de 1941, las acciones combativas alcanzaron su máxima tensión en la dirección de Moscú.

    La batalla de Moscú (que duró del 30 de septiembre de 1941 al 20 de abril de 1942) entró para siempre en la historia como el inicio del viraje radical en la lucha contra la invasión fascista.
    Por ambas partes, en la batalla intervinieron más de 2,8 millones de hombres, hasta 2 000 tanques, más de 1 500 aviones, 21 000 cañones y morteros.4 Al precio de inmensas pérdidas, las unidades avanzadas de la Agrupación de Ejércitos “Centro” llegaron hasta los accesos de la capital soviética a fines de noviembre de 1941; pero no pudieron seguir avanzando: ahí fueron detenidas y derrotadas.

    En el transcurso de la contraofensiva, iniciada el 5 de di­ciembre, las tropas soviéticas asestaron un golpe demoledor a la Agrupación de Ejércitos “Centro”. divisiones hitlerianas sufrieron una seria derrota. Las grandes unidades blindadas enemi­gas, consideradas decisivas en la ocupación de la capital sovié­tica, sufrieron pérdidas particularmente duras.

    Hacia fines de abril de 1942, las bajas en combate de las tropas terrestres de la Wehrmaoht sobrepasaban el número de 1,5 millones de hombres,5 de los cuales 716 000 corres­pondían a las fuerzas de la Agrupación de Ejércitos “Centro”. Esta cifra sobrepasaba en más de cinco veces todas las bajas de los hitlerianos en Polonia, en el noroeste y el oeste de Europa y en los Balcanes. En ese tiempo, la Wehrmacht hitleriana había per­dido más de 4 000 tanques y cañones de asalto y más de 7 000 aviones. El mando hitleriano se vio obligado a trasladar al Este 60 divisiones y 21 brigadas. Las tropas soviéticas liberaron de los agresores más de 11 000 poblaciones, entre ellas las grandes ciudades de Kalinin y Kaluga. El enemigo fue rechazado de 100 a 250 km de Moscú.

    La derrota infligida por el Ejército Rojo a la agrupación se­lecta de las tropas germano fascistas, destruyó el mito de la in­vencibilidad de la Wehrmacht y fue la señal del total fracaso de los planes hitlerianos de la guerra relámpago contra la URSS. La victoria de Moscú demostró que la guerra, a pesar de su comienzo desafortunado para las tropas soviéticas, sería ganada inevitablemente por la Unión Soviética.

    Los medios sociales progresistas, las personas amantes de la paz de todos los continentes, saludaron de manera solemne la victoria del Ejército Soviético en la batalla de Moscú. El mun­do se convenció de la solidez del Estado socialista soviético y de la alta capacidad combativa de sus Fuerzas Armadas. Los pue­blos de los países ocupados por el enemigo vieron en la Unión Soviética la fuerza real capaz de salvar al mundo de la esclavi­tud fascista. R. Battaglia, personalidad progresista de Italia, se­ñalaba que “el primer éxito militar soviético selló un largo pe­ríodo de incertidumbre y desorientación”. F. Grenier, miembro del CC del Partido Comunista Francés, recordaba que, en la noche de Año Nuevo de 1942, él y sus camaradas lograron cap­tar una trasmisión desde Moscú. “Ese mensaje [el de Kalinin] respiraba confianza, fuerza... Cuando al final de la emisión sonó el carillón del Kremlin, Andrea y yo teníamos los ojos lle­nos de lágrimas... Entonces, Moscú era en verdad la esperan­za, el corazón del mundo”. La victoria de Moscú coadyuvó a la cohesión de la coalición antihitleriana, a la creación de las condiciones para un incremento sistemático de su capacidad mi­litar.

    Como evidencia de la colosal resonancia social provocada por la victoria de Moscú, pueden servirnos las valoraciones que entonces hicieron de ella personalidades estatales y militares de diferentes países.

    El 15 de febrero de 1942, W. Churchill dijo por radio: “En aquellos días, Alemania parecía estar haciendo pedazos los ejércitos rusos y avanzar con creciente impulso hacia Leningrado, hacia Moscú, hacia Rostov... ¿Cómo están las cosas ahora?... Avanzan victoriosamente... Más que eso: por primera vez, han roto la leyenda de Hitler. En lugar de victorias fáciles los alemanes hasta ahora sólo han encontrado en Rusia desastre, fracaso, la vergüenza de inenarrables crímenes, la ma­tanza o la pérdida de enormes cantidades de soldados alemanes.”

    El presidente de los Estados Unidos, F. D. Roosevelt, en un men­saje enviado a J. V. Stalin, recibido el 16 de diciembre de 1941; escribía: “Deseo informarle una vez más acerca del genuino en­tusiasmo existente en los Estados Unidos por el triunfo de sus ejér­citos en la defensa de su gran nación.”9
    La alocución del general De Gaulle por la radio de Londres del 20 de enero de 1942 fue clarividente: “El pueblo francés ha saludado con entusiasmo —dijo— los éxitos y el crecimiento de las fuerzas del pueblo ruso... De repente, la liberación y la venganza se convierten para Francia en dulces probabilidades..., dan a Francia la oportunidad de recuperarse y de vencer... Para desgracia general, la alianza franco rusa, en varios si­glos, fue obstruida o impedida por la intriga o la incom­prensión. Ahora es una necesidad que se ve aparecer en cada viraje de la historia.”

    En varias alocuciones se apreciaron en su justo valor el heroísmo sin igual y la firmeza de los combatientes soviéticos, de todo el pueblo soviético, y el destacado arte de los jefes mi­litares soviéticos. El general D. MacArthur, quien mandaba las tropas norteamericanas en el océano Pacífico, escribió en febrero de 1942: “Durante toda mi vida he participado en varias guerras y he presenciado otras, así como he estudiado muy en de­talle las campañas de destacados líderes del pasado. En ningu­na he observado una resistencia tan eficaz a los golpes más pe­sados de un enemigo invicto hasta entonces, seguida por un aplastante contraataque que está rechazando al enemigo hasta su propia tierra. La escala y la grandeza del esfuerzo hacen que sea el mayor logro militar de toda la historia.”

    La batalla de Moscú atrae de manera significativa la aten­ción de los historiadores burgueses; aún más, en los últimos años ha aumentado el interés hacia ese tema. Señalaremos, ante todo, algunos elementos objetivos en la valoración de la batalla de Moscú.

    El profesor norteamericano A. W. Turney señala que la fir­meza y el valor de las tropas soviéticas hicieron fracasar los planes alemanes, cuidadosamente elaborados antes de la guerra y calculados para el éxito de una ruptura relámpago hacia Moscú. Turney subraya el particular tesón y la audacia en las acciones de las tropas soviéticas en la dirección de Moscú, a partir de la se­gunda década de octubre de 1941. “La ferocidad con que combatían los rusos, incluso cuando se hallaban desesperadamente cercados, causaba sorpresa, hasta consternación, en el Alto Mando de las Fuerzas Armadas alemanas”, señala Turney.

    La mayoría de los historiadores occidentales no puede ignorar por completo un acontecimiento como la derrota de las tropas germano fascistas en los alrededores de Moscú; pero en sus obras este acontecimiento histórico mundial se pierde con frecuencia como una aguja en un pajar. En estos casos, los autores burgueses centran, por lo general, la atención en los pla­nes del mando hitleriano, en las propuestas de los generales fascistas a las instancias superiores, en las operaciones y los combates de las tropas alemanas, y mantienen en la sombra las acciones del Ejército Soviético.

    Muchos afirman que, entre 1941 y 1942, las acciones de los aliados en África del Norte y en los teatros navales, tuvieron mayor importancia para el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial que la batalla de Moscú y, en general, que la lucha armada en el frente soviético alemán. Al interpretar los acontecimientos del invierno de 1941 a 1942, la historiografía burguesa subraya, de todas las maneras posibles, el hecho de la entrada de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial. El ataque a las bases norteamericanas en el océano Pacífico, asegura H. Wallin, “intro­dujo todo el potencial de los Estados Unidos en la guerra europea”.

    Después de Pearl Harbor, constata T. Higgins, Hitler empezó a vacilar.14 Con la ayuda de semejantes afirmaciones se intenta rebajar los esfuerzos heroicos del pueblo soviético para rechazar la invasión fascista en 1941 y la importancia de la victoria del Ejército Soviético en los accesos de Moscú, así como justificar la estrategia de los dirigentes anglo norteamericanos, quienes todavía entonces consideraban inevitable la derrota de la URSS y confiaban, sin fundamento, en poner de rodillas a Alemania mediante los bombardeos, el bloqueo económico y ac­ciones ofensivas limitadas.

    La entrada de los Estados Unidos en la guerra tuvo, claro está, un gran significado; sin embargo, fue el Ejército Rojo —con su tenaz defensa y, después, con la contraofensiva que comenzó a desplegar en el invierno de 1941 a 1942— el que echó por tie­rra los planes de los hitlerianos y sentó las bases para el viraje radical en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. A par­tir de junio de 1941, el peso fundamental de la guerra lo sopor­tó la Unión Soviética. Contra ella estaba concentrada la in­mensa mayoría de las tropas de la Alemania fascista, fuerza fun­damental del bloque de Estados agresores.

    Por lo general, los autores occidentales reducen las causas del fracaso de los planes hitlerianos de la “guerra relámpago” contra la URSS y de la derrota de las tropas germano fascistas en los alrededores de Moscú en el invierno de 1941 a 1942: en primer lugar, a los errores de Hitler en lo político y lo militar; en segundo, a las condiciones climáticas desfavorables y los gran­des espacios de la URSS, y en tercer lugar, a la ayuda que reci­bió la Unión Soviética de sus aliados. La maestría militar y el heroísmo del Ejército Soviético y los abnegados esfuerzos de todo el pueblo soviético para organizar el rechazo al enemigo, “se escapan” del campo visual de la historiografía burguesa.

    La tesis de la responsabilidad personal de Hitler por la derro­ta en los alrededores de Moscú, es la más difundida. Se planteó por ex generales fascistas que en los años de la guerra, como súbditos fieles, servían al Führer y se admiraban de su “genio”. Después de ellos, se apoderaron de esta tesis muchos historiado­res occidentales, entre quienes se cuenta A. Turney. “Al haber tomado la estratégica decisión de atacar y destruir la Unión Soviética —escribe Turney—, Hitler procedió entonces a come­ter una serie de errores fatales en su realización.”

    De hecho, estos historiadores callan que todo el plan de la guerra contra la URSS tenía un carácter aventurero. Partía de la opinión notoriamente preconcebida de que el Estado sovié­tico era “un coloso con pies de barro”. Sin embargo, como lo confirmó la experiencia de toda la guerra, los cabecillas fascis­tas subestimaron la solidez del régimen estatal y social de la URSS, la potencia de sus Fuerzas Armadas.

    A. Turney afirma que el “error fatal” de Hitler consistió en que “detuvo el precipitado avance hacia Moscú y dirigió las fuerzas alemanas a cercar y destruir inmensas concentraciones de fuerzas rusas en Ucrania”. T. Dupuy le hace coro: “Lo más crucial de todo —escribe— fue su rechazo de concentrar sus fuerzas sobre Moscú en el verano de 1941.”

    Estos autores callan premeditadamente la circunstancia de que el Ejército Rojo, que extenuó las fuerzas del enemigo y las puso bajo la amenaza de ser cercadas y destruidas, hizo fracasar los planes estratégicos de la Wehrmacht. El Mariscal de la Unión Soviética G. Zhúkov señaló con justeza que la situación de la agrupación central de los alemanes habría podido ser aún peor, si no hubieran renunciado temporalmente a atacar Moscú y no se hubiera desviado una parte de las fuerzas hacia Ucrania. “Pues las reservas del Cuartel General —escribe Zhúkov—, enviadas en septiembre a cubrir las brechas operati­vas en la dirección suroccidental y en noviembre a defender los accesos inmediatos a Moscú, habrían podido utilizarse pa­ra golpear el flanco y la retaguardia de la Agrupación de Ejércitos ‘Centro’, cuando ésta atacaba Moscú.”

    De la misma manera que los errores políticos y militares de Hitler condicionaron, según muchos historiadores occidenta­les, el fracaso de la estrategia fascista en la batalla de Moscú, el desafortunado desenlace de los combates y las operaciones se vincula, invariablemente, a “la influencia negativa del clima ruso” sobre las operaciones de las tropas germano fascistas. “Las fuerzas alemanas no pudieron superar los obstáculos de la naturaleza, la alteración de su sistema de suministros y la obstinada resistencia de los defensores rusos”, escribe A. W. Turney. L. Cooper afirma que “el lodo sin fondo en los ca­minos” se convirtió en el obstáculo más importante para el avan­ce de las tropas germano fascistas. En casi todas las publica­ciones occidentales dirigidas a las amplias masas, es posible ver fotografías de tanques y automóviles alemanes atascados en el lodo, con pies de figuras que rezan más o menos así:

    “El invier­no ruso hizo más lenta la ofensiva nazi; las lluvias convirtie­ron los caminos en corrientes de lodo. Los hombres, los caballos y las máquinas se atascaban con rapidez en él, y la Blitzkrieg alemana fue detenida.”

    La propaganda fascista fue la primera en echar a andar esa versión. Ya en diciembre de 1941, el Alto Mando alemán hizo una declaración en la cual afirmaba que las “condiciones invernales” habían obligado a los alemanes a pasar “de la guerra de maniobras a la guerra posicional” y a acortar la lí­nea del frente. En la directiva N° 39 de la OKW del 8 de diciem­bre de 1941; se decía: “El crudo invierno que acaba de presentarse sorpresivamente temprano en el Este y, con él, las di­ficultades con los abastecimientos que se han confrontado, como consecuencia, nos obliga a una suspensión inmediata de todas las grandes operaciones ofensivas y, con ello, al paso a la de­fensa.”

    Los historiadores burgueses retomaron estos argumen­tos después de la guerra. Casi ninguno prescinde de señalar el papel “fatal” del “lodo”, de las “heladas”, de los “malos cami­nos” y de los “enormes espacios de Rusia”, para explicar las causas de las derrotas de los ejércitos hitlerianos en los cam­pos de los alrededores de Moscú.

    Según la opinión de los historiadores germanoccidentales y norteamericanos, fue el “General Invierno ruso” el que ases­tó el “golpe definitivo” a las tropas fascistas en los accesos a Moscú. Los autores de la Encyclopedia Americana consideran que “si el frío no hubiera llegado, posiblemente, los ejércitos alemanes se habrían abierto paso combatiendo a través de la masa de hombres” hacia su objetivo fundamental: Moscú.

    En la literatura histórica soviética se ha mostrado, en más de una ocasión, la inconsistencia de las afirmaciones de los autores burgueses que plantean que las condiciones climáticas fueron la causa principal de la derrota del ejército germano fascista en los alrededores de Moscú. Es imprescindible subrayar que el lodo en el otoño de 1941 duró relativamente poco tiempo. A prin­cipios de noviembre comenzó a hacer frío. En los alrededores de Moscú, la temperatura media se mantuvo entre 6 y 14 °C entre noviembre y diciembre. Sin dudas, los historiadores occidentales dedicados a estudiar la batalla de Moscú conocen la anotación del jefe del Estado Mayor General de la Wehrmacht, F. Halder, hecha en agosto de 1941: “En toda la si­tuación se destaca, cada vez con mayor claridad, que hemos subestimado al coloso Rusia (...) Esta conclusión se refiere tanto a los aspectos organizativos como a los económicos; tam­bién incluye el tráfico y el transporte; pero, sobre todo, la ca­pacidad de rendimiento puramente militar.” Sin embargo, este tipo de conclusiones —que descubren las verdaderas cau­sas del fracaso de la ofensiva alemana contra Moscú—no apa­recen en la inmensa mayoría de los autores occidentales.

    “¡No!—escribió el Mariscal de la Unión Soviética G. Zhúkov—. No fueron la lluvia ni la nieve los que detuvieron a las tropas fascistas en los alrededores de Moscú. Una agrupación de más de un millón de tropas hitlerianas selectas se estrelló contra la férrea firmeza, el valor y el heroísmo de las tropas soviéticas; tras sus espaldas estaba su pueblo, su capital, su Patria.”

    Algunos historiadores occidentales, al explicar las causas del fracaso de los planes hitlerianos de la “guerra relámpa­go” contra la URSS, exageran la importancia del apoyo anglo norteamericano a la Unión Soviética en ese período. En una de las investigaciones acerca del frente soviético alemán reali­zada por el servicio de historia militar de las Fuerzas Aéreas de los Estados Unidos, se dice que el apoyo de los aliados occiden­tales en 1941 “garantizó a las fuerzas militares soviéticas la capacidad de continuar su resistencia” y que “sin el apoyo de los aliados, la economía soviética habría sido incapaz de suminis­trar el material adecuado para sostener a las fuerzas soviéticas en el campo de batalla”. S. Welles es mucho más categórico; según su opinión, las armas y los aviones norteamericanos “ayudaron, en gran medida, a hacer posible la victoria de Moscú”.

    Con relación a esto recordemos que en 1941 los suminis­tros de los aliados fueron en extremo limitados. Inglaterra y los Estados Unidos suministraron a la URSS 750 aviones, 501 tanques y algún otro armamento. Esta ayuda tampoco podía te­ner una importancia decisiva porque los equipos llegaban a los puertos soviéticos incompletos y averiados. El 8 de noviembre de 1941, J. V. Stalin escribió lo siguiente a W. Churchill: “Los tanques, los cañones y los aviones son mal empacados, algunas par­tes de los cañones vienen en diferentes barcos y los aviones están tan mal embalados que los recibimos dañados.”

    Según consideran los historiadores ingleses J. R. M. Butler y J. M. A. Gwyer, Inglaterra y los Estados Unidos no deseaban “ver un valioso material de guerra, que podría ponerse en uso inmediato en otra parte, perdido en el caos de un frente ruso que se desplomaba”. Los aliados aguardaban, no creían en la posibilidad de que la Unión Soviética resistiera y venciera.
    En contra de esas dudas, gracias a una gran tensión de las fuerzas y al precio de muchas víctimas, se detuvo el ulterior desplazamiento del enemigo y su agrupación principal fue des­truida y rechazada desde Moscú hacia el oeste.
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    ¿Stalingrado: los nazis mas vencidos por el frío, que por las glorias fuerzas socialistas? - Página 4 Empty Re: ¿Stalingrado: los nazis mas vencidos por el frío, que por las glorias fuerzas socialistas?

    Mensaje por Ereshkigal Lun Abr 04, 2011 4:06 pm

    La batalla de Stalingrado.

    La victoria de las tropas soviéticas en Stalingrado constituyó un acontecimiento especial de la Se­gunda Guerra Mundial. La batalla en el Volga —brillante por su concepción y realización, grandiosa por su magnitud y de­cisiva por sus consecuencias político militares— no sólo entró como una página de gloría imperecedera en los anales de la Gran Guerra Patria de la Unión Soviética contra la Alemania fascista, sino también en la historia mundial. En su discurso, al develar solemnemente el conjunto escultórico en Volgogrado el 15 de octubre de 1967, L. I. Brézhnev dijo: “En esta batalla no sólo fueron trituradas las selectas tropas hitlerianas. Aquí expiró el ímpetu ofensivo, se doblegó el espíritu moral del fas­cismo. Comenzó la desintegración del bloque fascista... Se duplicaron las fuerzas de quienes no inclinaron la cabeza ante los agresores hitlerianos. La palabra ‘Stalingrado’ se trasmitía de boca en boca como una consigna de resistencia, como una consigna de victoria.”

    La batalla de Stalingrado duró seis meses y medio (del 17 de julio de 1942 al 2 de febrero de 1943). Las acciones com­bativas se desarrollaron en un área de casi 100 000 km2 y la línea del frente tuvo una longitud de 400 a 850 km. En algu­nas etapas, por ambos lados en la contienda participaron más de 2 millones de hombres, más de 2 000 tanques, más de 2 500 aviones y alrededor de 26 000 cañones y morteros. El enemigo, que intentaba atravesar el Volga y apoderarse del Cáucaso, sufrió la más dura de las derrotas.

    En el curso de la batalla defensiva, en el meandro entre el Don y el Volga, en el mismo Stalingrado, las tropas de la Wehrmacht fueron agotadas y, más tarde, aniquiladas en una brillante operación de cerco, en condiciones de igualdad apro­ximada de efectivos y medios. Después de cercar y aniquilar en Stalingrado una agrupación enemiga de 330 000 hombres, el Ejército Soviético pasó a la ofensiva general en varios fren­tes. En la batalla de Stalingrado se manifestaron, en toda su magnitud, el heroísmo masivo y el inquebrantable valor de los combatientes soviéticos, así como el gran talento militar y las capacidades organizativas del personal de mando y político del Ejercito Soviético. “Stalingrado —se señaló en el discurso en conmemoración del 26 aniversario de la Gran Revolución So­cialista de Octubre— fue el ocaso del ejército germano fascista. Después de la batalla de Stalingrado, como es sabido, los alemanes no pudieron recobrarse ya.”

    La batalla de Stalingrado tuvo un inmenso significado internacional. Fue una importante etapa histórica en el cami­no a la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania fascista; un factor estratégico que determinó un cambio gene­ral de la situación estratégica y política a favor de la coali­ción antihitleriana.

    F. Roosevelt valoró altamente la victoria de las tropas soviéticas en la batalla de Stalingrado en el Diploma de Honor a Stalingrado, en el cual se lee: “En nombre del pueblo de los Estados Unidos de América, obsequio este Diploma a la ciudad de Stalingrado para destacar nuestra admiración a sus gallardos defensores, cuyo coraje, fortaleza y devo­ción durante el sitio del 13 de septiembre de 1942 al 31 de enero de 1943, inspirará por siempre los corazones de todas las per­sonas libres. Su gloriosa victoria contuvo la marea de invasión y marcó el punto decisivo en la guerra de las Naciones Aliadas contra las fuerzas agresoras.”

    Según los criterios burgueses, la batalla de Stalingrado se analiza con más detalles en el libro de E. F. Ziemke De Stalingrado a Berlín: La derrota alemana en el Este [Stalingrad to Berlín: The German Defeat in the East], en el cual se le dedican dos capítulos. El historia­dor del Pentágono valora, a su manera, la importancia de la batalla. “Al poseer algunas características estratégicas por de­recho propio —escribe Ziemke—, Stalingrado se convirtió —en parte por accidente, en parte por designio—, en el punto focal de una de las batallas decisivas de la Segunda Guerra Mun­dial.”

    Ziemke centra sus esfuerzos fundamentales en restarle im­portancia al papel del arte militar soviético en la batalla del Volga. Afirma de manera categórica que la victoria de Sta­lingrado “resultó más por errores de Hitler que por destreza militar soviética”. A su vez, “se propala” la te­sis falsa acerca de la supremacía numérica de las tropas sovié­ticas al comienzo de la contraofensiva. Según datos publica­dos en los libros de Ziemke, tropas soviéticas de 1 millón de hombres hicieron frente a sólo 500 000 de las tropas alemanas y sus aliados.No resulta difícil darse cuenta que en este caso, recurriendo a una publicación oficial, se intenta utilizar de nuevo las invenciones de Zekzler y otros generales hitlerianos, desenmascaradas hace muchos años en la literatura histórico militar mundial y soviética. Es bien conocido que al inicio de la contraofensiva la correlación total de fuerzas de las partes contendientes en Stalingrado —incluido los hombres— era aproximadamente igual (1 015 300 hombres de las tropas soviéticas se enfrentaba a una agrupación adver­saria de 1 011 500 hombres). En lo referente a las direccio­nes de los golpes principales, el mando soviético sí supo crear en realidad una superioridad, pero fue resultado de una hábil maniobra de fuerzas y medios.

    A menudo se encuentran comparaciones entre la batalla de Stalingrado y otras ocurridas en la historia militar mundial. Lo más frecuente es que la comparen con la batalla de Verdún. En particular, C. Ryan considera que “la épica ba­talla de Stalingrado fue la Verdún de Alemania de la Segunda Guerra Mundial”. En este sentido son muy oportunos los ra­zonamientos del historiador burgués inglés B. Pitt: “Stalingra­do ha sido comparado con Verdún —escribe— en intensidad y significación, y hay muchas cosas que apoyan la comparación; pero en algo vital fue diferente. En 1917, los franceses aceptaron el reto de Falkenhayn, e intercambiaron vida de soldado por vida de soldado, al introducir un interminable to­rrente de refuerzos en esa estrecha franja de arena junto al Mosa hasta que ambos bandos retrocedieron enfermos por la matanza y casi desangrados... En Stalingrado, durante el cru­cial invierno de 1942 a 1943, los jefes del Ejército Rojo demos­traron apreciar la realidad militar y capacidad de aprender del pasado, el cual sería un modelo para todo... Reforzaron a los defensores que estaban dentro, según pa­trones dictados por el mínimo necesario, en lugar del máximo posible, y emplearon el poder y la fuerza así conservados para lanzar el gran cerco que estranguló luego al 6o Ejér­cito de Paulus. Así pues, Stalingrado es el nombre de una gran victoria, ganada a un costo razonable; Verdún es sólo el nombre de una batalla que devoró vidas con el apetito de Moloc, y dejó a ambos bandos más débiles y pobres.”

    En la literatura histórico militar de los Estados Unidos deno­minan “Stalingrado de Occidente” al plan de cerco del 7o y el 5o Ejércitos Blindados germano fascistas (alrededor de 20 divisiones) entre Falaise y Martin en agosto de 1944.41 En esta zona, los combates tuvieron un carácter realmente tenso. Las tropas de los aliados occidentales pudieron obtener éxitos con­siderables: el enemigo tuvo grandes pérdidas y se vio obligado a retirarse tras el Sena. Sin embargo, las fuerzas unificadas de los aliados (alrededor de 37 divisiones), entonces con superiori­dad absoluta en el aire, sólo lograron cercar, en fin de cuen­tas, unidades aisladas de ocho divisiones de infantería y dos blindadas del adversario, alrededor de 45 000 hom­bres. Los hitlerianos sacaron del “saco de Falaise” las divisiones blindadas y de infantería, o sus unidades, con mayor capacidad combativa. Las causas de la culminación no exitosa por comple­to de la operación de cerco, se explican por los defec­tos en el plan mismo de la operación (en particular, se desta­caron fuerzas insuficientes para crear los frentes interno y ex­terno del cerco), así como por la confusión organizativa, la in­decisión de las acciones del mando anglo norteamericano en la etapa culminante de cerco, y otras circunstan­cias.

    En la literatura norteamericana se revela igualmente la idea de que “Stalingrado en el Este y Bastogne en el oeste... representaron para Alemania... la lenta marea hacia la derrota final”.42 Pero esta comparación no tiene fundamentos. En Bastogne, las tropas germano fascistas rodearon a la 101a División Aéreo Transportada y una parte de las fuerzas de la 10a División Blindada de los Estados Unidos, las cuales fueron desbloqueadas a la semana. Este giro de los acontecimientos, alarmante para el mando norteamericano y ocurrido en el curso de los comba­tes en las Ardenas, se produjo en la etapa culminante de la Se­gunda Guerra Mundial, cuando la derrota de la Alemania fas­cista era ya cuestión de tiempo.

    Tampoco podemos dejar de referirnos a los insistentes in­tentos de “explicar” la derrota de las tropas germano fascis­tas en Stalingrado con las “fatales decisiones” de Hitler. Los autores de esos trabajos, al echar sólo sobre Hitler toda la cul­pa de la derrota, abogan con ello en favor del generalato fas­cista, así como introducen la idea de la “casualidad” de la derrota de la Alemania fascista, de la factibilidad de la revancha militar.

    Citaremos dos ejemplos. T. Dupuy, historiador militar norteamericano a quien ya nos hemos referido, ve la causa de la derrota de las tropas alemanas en Stalingrado en que “Hitler insistió en que no retrocedieran un paso de Stalingrado. Mientras los generales alemanes trataban de persuadirlo de que cambiara sus órdenes, los rusos incorporaron inmensos refuer­zos terrestres y aéreos para fortalecer las líneas del cerco.”Otro historiador norteamericano, M. Gallagher, conocido por sus manifestaciones antisoviéticas, afirma que incluso en los estados mayores germano fascistas “estaban conscientes de la amenaza a sus flancos..., pero Hitler se negó a permitir la retirada”.

    Es difícil admitir que estos y otros historiadores que compar­ten sus puntos de vista no conozcan el artículo “La batalla de Stalingrado”, escrito a solicitud del Departamento de Defensa de los Estados Unidos por el general Zeitzler, ex jefe del Estado Mayor General de las tropas terrestres de la Alemania fascista. En ese artículo, que forma parte del libro Decisiones fatales [The Fatal Decisions], se expresa con claridad que la idea de Hitler de apoderarse de Stalingrado a cualquier precio —y, más tarde, la orden de mantener la parte ocupada de la ciudad—, era apoyada por completo por la élite de los generales en las personas de Keitel y Jodl.

    Detengámonos con más detalles en una investigación “fun­damental” dedicada a la batalla de Stalingrado: el libro del historiador burgués norteamericano W. Craig, publicado con el título de El enemigo a las puertas. La batalla por Stalingrado [Enemy at the Gates. The Battle for Stalingrad]. Esta obra refleja, en gran medida, la tendencia predominante en los Estados Unidos al interpretar los acontecimientos en el frente soviético alemán. W. Craig trata de actuar en el papel de investigador objetivo. Evita repetir los odiosos intentos de poner a un mismo nivel la batalla de Stalingrado y la operación de El-Alamein o los combates por el atolón Tarawa en el océano Pacífico, como lo hacen H. Baldwin y algunos otros historiadores occiden­tales; pero elude, al mismo tiempo, valorar el lugar y la im­portancia de la batalla de Stalingrado en la Segunda Guerra Mundial.

    Según se avanza en la lectura del libro, se va evi­denciando que Craig analiza de manera superficial el desarro­llo de las acciones militares en Stalingrado, confunde acontecimientos, grados y apellidos de jefes militares. En su libro, los kazajos viven en... el Volga, y Novosibirsk se encuentra en los Urales, etc. Como vemos, el autor no se molestó en estudiar con cuidado el material histórico. Tenía otros propósitos, otro encargo.

    Craig ve en los errores de Hitler las causas de la derrota de las tropas germano fascistas en Stalingrado y de los éxitos del Ejército Soviético. Así vemos que, al analizar la his­toria previa a la batalla de Stalingrado, trata de convencer al lec­tor de que Vorónezh se mantuvo en poder de las tropas soviéti­cas gracias a un error del Führer. “En un inicio, Hitler pla­neaba dejar de lado Vorónezh —se señala en el libro—; pero cuando los blindados alemanes penetraron fácilmente (!) en los suburbios y los jefes pidieron permiso por radio para capturar el resto de la ciudad, Hitler vaciló y dejó la decisión al jefe de la Agrupación de Ejércitos B, mariscal de campo von Bock.”

    La verdadera historia de los difíciles y cruentos combates en la región de Vorónezh en el verano de 1942, evidencia otra cosa: las tropas fascistas no pudieron tomar la ciudad a cau­sa de la abnegada resistencia de las unidades soviéticas, y de las hábiles medidas adoptadas a tiempo por el mando soviético. Las grandes unidades móviles de los hitlerianos que lograron apoderarse, el 6 de julio, de una cabeza de puente en la orilla izquierda del Don y dominar una parte de la ciudad, encontra­ron la resistencia tenaz y bien organizada de las tropas so­viéticas. Ese mismo día, el Frente de Briansk asestó un contra­golpe al sur de Elets, como resultado del cual el mando alemán se vio obligado a desviar hacia el norte el 24° Cuerpo Blindado y tres divisiones de infantería, que se dirigían a la región de Vorónezh. La agrupación de choque enemiga que atacaba Vorónezh resultó debilitada. Se hicieron fracasar sus intentos de apoderarse de la ciudad.

    Habría sido posible salvar la agrupación de Paulus, se­ñala más adelante el autor, de no haber sido por las accio­nes unipersonales de Hitler, quien prohibió a las tropas cer­cadas realizar la ruptura e ir al encuentro de Manstein.Se­gún sus palabras, la ofensiva de la Agrupación de Ejércitos “Don”, cuya tarea consistía en desbloquear a las tropas cercadas, se desarrollaba con éxito: “Sorprendentemente, la resistencia rusa fue insignificante... El peor problema que enfrentaron los alemanes fue el hielo que cubría los caminos e impedía que sus tanques tuvieran amplia movilidad.”

    Sin embargo, el verdadero cuadro de la ofensiva que comen­zaron los hitlerianos el 12 de diciembre de 1942 desde la re­gión de Kotélnikovo en dirección a Stalingrado, fue totalmen­te diferente. El enemigo, con una gran superioridad en fuer­zas, chocó con una tenaz resistencia y sufrió inmensas pérdi­das. Los combatientes soviéticos se defendían hasta perder la vida. Manstein, al analizar en sus memorias el comienzo de la ofensiva de la Agrupación de Ejércitos “Don” que él comandaba, re­conoció: “El adversario no se limita, en modo alguno, a la de­fensa, sino que trata una y otra vez mediante contraataques de arrancarles a nuestras dos divisiones de tanques el territorio ganado o, por lo menos, parte de él... y con sus fuerzas trata de rodear a las nuestras.”

    Según opinión de Craig, la fuga de datos secretos del Cuar­tel General hitleriano coadyuvó, de manera decisiva, a la vic­toria del Ejército Soviético en Stalingrado. El autor se remite a las actividades de S. Radó, R. Rossler y otros agentes secretos antifascistas.

    Sin embargo, el mismo S. Radó desenmascara esta versión, utilizada no sólo por W. Craig: “No seré yo, agente secreto —escribió—, quien niegue el papel tan importante del servi­cio de inteligencia, de sus informadores, que trabajan en la profunda retaguardia enemiga; pero ver en sus éxitos la cau­sa de nuestra victoria es ponerlo todo de cabeza. Semejantes intentos de los falsificadores burgueses resultan, por lo me­nos, risibles... El desenlace de la guerra siempre se ha decidi­do, en fin de cuentas, en el campo de batalla. Ha vencido el ejército con un mayor potencial económico y con mayores re­servas de hombres, el ejército mejor armado y preparado, el ejército que superaba al adversario con su fuerza de espíri­tu.”

    En la obra de Craig se dedica un lugar significativo a los “aspectos morales de la guerra en el Este”. En este sentido, divide los hechos en provechosos y no provechosos para la pro­paganda antisoviética. Los primeros los toma como arma, los segundos los rechaza, lo que se confirma en el ejemplo de los “hechos de la vida”, citados en el libro, de soldados, oficiales y generales hitlerianos que se rindieron en Stalingrado.

    El periódico de los comunistas ingleses The Morning Star, no sin fundamento, señaló en este sentido: “Pero uno queda preguntándose hasta qué punto puede ser confiable la eviden­cia del último día de algunos alemanes entrevistados [se re­fiere a entrevistados de la RFA.—El autor] por William Craig, de quienes una sorprendente cantidad sólo parece recordar lo más humano de sus propios actos o de los de sus compañeros, y sólo la rudeza de sus captores.”

    Conviene recordar que la victoria de las tropas soviéticas en Stalingrado se preparó y alcanzó en una situación muy compleja para la Unión Soviética. Las fronteras soviéticas en el Lejano Oriente continuaban amenazadas por el ejército japonés élite de Kwantung y en el sur una gran agrupación de tropas turcas esperaba el momento propicio para atacar a la URSS. Ellos inmovilizaban una gran parte de las Fuerzas Armadas soviéticas, limitaban sus posibilidades de lucha contra los agresores germano fascistas, cuya dimensión y crueldad se­guían creciendo.

    Para la URSS también desempeñó un papel negativo la vio­lación, por parte de los dirigentes de Inglaterra y los Estados Unidos, de su deber de aliados de abrir del Segundo Frente en 1942. Esto permitió a Alemania dirigir, prácticamente sin chocar con ningún obstáculo, sus fuerzas y medios fundamentales al frente soviético alemán, no sólo para suplir las pérdidas sufridas, sino también para incrementar la composición de sus agrupaciones que actuaban contra las tro­pas soviéticas.
    No obstante, en la literatura occidental está difundida una versión según la cual el Ejército Soviético no habría alcanzado la victoria sin el apoyo de las tropas anglo norteamericanas.

    En la recopilación La Segunda Guerra Mundial [Der Zweite Weltkrieg], el historiador de la RFA R. Seth escribe, por ejemplo, que el déficit de las reservas, el cual no permitió al Mando germano fascista alcanzar sus objetivos en el Este en 1942, se debía al inminente desembarco de los aliados. Pa­ra enfrentar este peligro, en el oeste aguardaban, “ca­si holgazaneando, inmensos ejércitos.” El historiador norteamericano J. L. Stokesbury afirma que los rusos pospusieron a propósito su contraofensiva en Stalingrado hasta noviembre de 1942, cuando “la invasión aliada del África del Norte fran­cesa, como se consideraba acertadamente, retendría reservas alemanas en Europa Occidental”. En cuanto a W. Craig, intenta adjudicar un papel aún más activo a la “ame­naza” de irrupción de las tropas de los Estados Unidos e Inglaterra en Francia. Escribe acerca de cierto traslado de la división Gran Alemania, en el período de la batalla de Stalingrado, del frente soviético alemán a Francia.

    Cuando se someten a una comprobación no resultan confir­mados los hechos que citan Seth, Stokesbury y Craig. En pri­mer lugar, en Europa Occidental se encontraban, antes del comienzo de la batalla de Stalingrado, en total 530 000 efec­tivos de las tropas terrestres, mientras que en el frente sovié­tico alemán había 2 997 000; es decir, casi seis veces más. En Occidente se encontraba una flota aérea alemana; en el Este, cuatro. Además, en Occidente una parte considerable de las tropas eran agrupaciones y unidades debilitadas o partes de ellas, enviadas hacia allá, desde el frente soviético alemán, para descansar y reformarse.

    En segundo lugar, en el período de la batalla de Stalingra­do, el “bombeo” de divisiones alemanas se realizaba, antetodo, del oeste al Este. Sólo de noviembre de 1942 a abril de 1943, el mando alemán envió desde Francia y otros países de Europa Occidental al frente soviético alemán, 35 nuevas divi­siones para suplir las grandes pérdidas de la Wehrmacht. Es una invención la afirmación de Craig acerca del traslado de la división Gran Alemania al oeste. El diario de Halder con­firma que esta gran unidad actuaba ya en el frente soviético alemán. La división Gran Alemania llegó en mayo de 1942 desde el Occidente al frente soviético alemán y se mantuvo allí hasta el final de la guerra.

    Más de 100 divisiones del enemigo fueron destruidas desde el inicio de la contraofensiva en noviembre de 1942, en los al­rededores de Stalingrado, la cual se convirtió más tarde en la gran ofensiva del Ejército Soviético y continuó hasta fines de marzo de 1943. Entre muertos, heridos, prisioneros y desapa­recidos, el enemigo perdió más de 1 700 000 soldados y oficia­les; se le destruyeron 24 000 cañones y más de 3 500 tanques y 4 300 aviones.63 Con ello se quebrantó, de manera decisiva, la capacidad militar de la Alemania fascista y se hizo un aporte inmenso al logro del viraje total en la Gran Guerra Patria y en toda la Segunda Guerra Mundial.

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