El Manifiesto - Bertolt Brecht
(Fragmento)
Esperando luego a los agotados junto a la verja de minas y astilleros.
Visitando amigos en la cárcel, y pasando allí sin salvoconducto.
Ha sido visto incluso en oficinas, oído incluso en salas de audiencias, a veces.
Ascendiendo a gigantescos tanques y volando en mortíferos bombarderos.
Hablando muchos idiomas, todos. Y callando en muchos.
Huésped de honor en los tugurios y temor de los palacios.
Venido para quedarse eternamente: su nombre es comunismo.
Mucho oísteis al respecto. Pero esto es lo que dicen los clásicos.
Si leéis la historia, leeréis sobre hechos de enormes personas;
De su estrella, ascendiendo y cayendo; del paso de sus ejércitos;
Sobre el esplendor y la destrucción de los imperios. Pero para los clásicos
La historia es, en primer lugar, la historia de la lucha de clases.
Pues ven divididos en clases y luchando a los pueblos en su interior.
Patricios y caballeros, plebeyos y esclavos
Nobles, campesinos y artesanos, hoy proletarios y burgueses
Siempre mantienen en marcha la gigantesca casa, la producción
Y la distribución de los bienes, de lo vitalmente necesario, pero siempre
Luchando al mismo tiempo la lucha hasta el puñal, la lucha por el dominio.
Luchando también, los grandes maestros revolucionarios del pueblo
Agregan a la historia de las clases dominantes la de las dominadas.
Porque las clases dominantes en cada caso obran a sus muy diferentes maneras;
Los patricios no actúan como los barones
Ni los burgueses de las primeras ciudades como los de las más recientes.
Aquí, una clase que utiliza sobre todo el gran déspota,
Allá, la multiplicidad despótica de las cámaras,
Y una que busca ventajas mediante sangrientas guerras, y una tranquilamente mediante tratados
Imprimiendo así su sello a su época, pero todo sucede solamente
Tal como lo permite el tipo de su dominación y siempre con luchas contra los dominados.
Así se agitan a sus espaldas tremendas guerras
De pueblo contra pueblo, y aún otras guerras, cubriendo a las primeras.
Alemanes guerrean contra franceses, pero ciudades aliadas con el emperador
Luchan entretanto en Alemania con los príncipes. En tiempos más antiguos
Luchan en Roma patricios y caballeros con los plebeyos, mientras
Ejércitos romanos asaltan el Ponto distante y glacial.
A veces había treguas. Las clases luchaban coligadas
Contra el enemigo exterior y detenían la lucha interna;
Pero luego solo una ganaba el triunfo conquistado por ambas;
Una vuelve victoriosa y la otra tañe las campanas
Cocina su banquete triunfal y le construye las columnas del triunfo.
Pues más profunda y duradera aún que la guerra de los pueblos
Que los historiadores informan en su charlatanería, es la lucha de las clases
Luchada abierta y ocultamente y librada por las propias ciudades
Y no las del enemigo, y esa lucha de los dominados con sus dominadores
Concluye sólo con el derrumbe total de la estructura de la sociedad
O de la caída conjunta de las clases en lucha en el caos.
Así ocurrió, pues, que se originó nuestra época, la del burgués;
Los siervos se convirtieron en burgueses urbanos.
Tras los seguros pilones florecen los gremios.
Pero los muros no sostienen el paño
El comercio despierta la dominante aldea.
En la costa las ciudades marítimas construyen barcos, que llegan a nuevas costas,
Bordean diligentemente el África y acometen valientemente a América.
Y el mercado de las Indias orientales, el mercado chino y la colonización de América,
La acumulación de dineros y mercancías aceleran
El comercio y la navegación y la industria, y poderoso surge
De la sociedad feudal el nuevo dominador, el burgués.
La manufactura deja atrás la artesanía. Durante mucho tiempo aún
Cuelgan llaves de oro y ruecas en la casa, pero los maestros de los gremios
Ya no tienen mucho que hacer. Numerosos, ahora se hallan sentados
Estrechamente alineados en el único gran taller.
Los mercados siguen creciendo. Entonces el vapor y la máquina
Vuelven a revolucionarlo todo y a los manufactureros los desplaza
El gran industrial, oferente de trabajo y hombre de dinero,
Nuestro moderno burgués. Detalladamente muestran los maestros
como la gran industria maquinizada creó el mercado mundial
Y como el mercado mundial, a su vez, dio alas a la gran industria
Hasta que los grandes industriales surgieron poderosos
Y la burguesía conquistó la prevalencia en el Estado.
Nuestro poder estatal es sólo una voluntariosa comisión
Que administra los ramificados negocios de la burguesía.
Y reveló ser un ama muy dura e impaciente.
Con férreo paso, la burguesía pisoteó todos los antiguos
Callados idilios patriarcales, rompió los eternos lazos feudales
Abigarrados, establecidos entre protegido y protector
Sin tolerar otro lazo entre los hombres que el desnudo interés
Y el insensible pago al contado. La hidalguía del señor
Y la servidumbre fiel y el amor a la tierra y la honesta artesanía
El servicio a la causa y la vocación interna las salpicó con el rayo glacial del cálculo.
La dignidad personal la mezcla groseramente
Con el valor de cambio, y sitúa en lugar de las muchas libertades
Documentadas y bienhabidas, sólo la libertad de comercio.
En suma, en el lugar de la explotación natural, la explotación íntima y piadosa,
Coloca ahora la explotación abierta, descarada, escueta.
A sacerdotes y jueces y médicos y poetas e investigadores,
Antes considerados con piadoso temor, los convierte,
Con una mueca, en sus jornaleros asalariados;
Al dominar sus cuerpos, domina a los espíritus.
Con sangre fría presenta al médico al hombre sufriente como cliente
A quien somete a reparaciones a cambio de dinero,
Y el sacerdote vende su asistencia.
Por horas le imparte justicia el juez, el guardián de la propiedad.
Los arados que ideara su inventor, los vende su comerciante allí por cañones.
¿Y qué ha de hacer el artista a cambio de su comida?
Hermosamente retrata el rostro de la burguesía con el ennoblecedor pincel
Conocedor del artificio masajea el laxo ánimo de la dama.
Así pues transforma la burguesía en sus asistentes remunerados
A todos los poetas y pensadores. El templo del saber lo convierte
En bolsa, y hasta el santuario de la familia
Los convierte en feria del más sacrílego de los tráficos.
Pero, ¿qué son para nosotros pirámides y acueductos romanos
Catedrales de Colonia, la migración de los pueblos, qué es una cruzada
Para nosotros, que hemos visto construcciones y migraciones gigantescas
Como las realizadas por esta clase que todo lo revoluciona,
Que siempre y por doquier, revoluciona sin aliento
Lo que ella misma creara? Sólo vive por la revolución.
Revolución de la máquina y de la forma como se la produce,
Es decir de la estructura de la sociedad, de todas sus partes vivas.
Pero siempre la conservación del modo como se produce
Fue preocupación de las clases dominantes,
Ësta fue la primera que convirtió la propia revolución en institución permanente
Al erigir sus edificios sobre un suelo que tiembla eternamente.
No temiendo a nada salvo al óxido y al moho
Viola diariamente toda violencia de las relaciones, toda costumbre consolidada.
Abate todo lo estable y desconsagra todo lo consagrado.
Y la gente se halla sobre un terreno que rueda
Obligada finalmente a contemplar su existencia con ojos serenos.
Pero todo esto no ocurre en un país o en dos
Pues el insaciable impulso hacia la veta de las mercancías que crecen
Lanza a nuestra burguesía sin cesar sobre todo el globo como un vértigo.
Por doquier debe establecerse,
Anidar donde quiera, por doquier anudar los pegajosos hilos.
Destruye antiguas industrias locales y se procura la materia prima
En los países más distantes, y sus fábricas atienden necesidades y caprichos,
Engendrados por los climas de otras regiones.
Las febriles mercancías trepan el desfiladero hasta las nubes,
Antiquísimas barreras las oprimen, y su santo y seña es: barato..
Fardos de algodón abren brecha en todas las murallas chinas.
Los pueblos se tornan todos recíprocamente dependientes.
También los bienes intelectuales se convierten en bienes comunes.
La ciencia construye una imagen común del mundo
Y en poesía universal se convierte la poesía de los diversos pueblos.
Jadeando arrastra el negro fuera del interior de barcos de países extraños
Productos jamás vistos, y tras ellos, sudando, la extraña
Y nueva productora de los mismos, la máquina.
Y así al bárbaro civiliza el burgués, convirtiéndolo a él mismo en burgués.
A su propia imagen y semejanza, la burguesía se crea un mundo.
Y así dominan las ciudades y crecen hasta convertirse en gigantes
Arrancando cantidades cada vez mayores de pueblo al tedio de la vida rural.
Y así como las ciudades dominan el campo, así dominan las naciones burguesas
Oportunamente a las naciones campesinas,
El hombre civilizado frena al semibárbaro
Y el bárbaro, y el Occidente guía al Oriente.
La máquina y la propiedad y la población, antes dispersos,
Se unen para formar grandes estructuras; sin pausa se acumula el instrumental
Se reúne la propiedad en algunas pocas manos
Se apiña la población formando grandes centros productores.
Surgen nuevos campos políticos: las provincias sueltas
Independientemente gobernadas, con derecho propio y tasas propias
Son comprimidas ahora en una nación,
Con un solo alcance nacional, un derecho y un gobierno.
Jamás se había desencadenado antes tal fiebre de producción
Como la que desató la burguesía en la época de su dominio,
Que sometió a la Naturaleza, que creo la energía eléctrica y la de vapor
Que tornó navegables los ríos y cultivables gigantescos continentes.
Nunca antes había sospechado la humanidad que durmiendo en su seno,
Tenía tales liberaciones ni tales fuerzas productivas.
Pero así ocurrieron las cosas: altos hornos, telares y energía de vapor
Transformaron la manufactura, y entonces los gremios y la propiedad feudal
Se convirtieron en ataduras de la gran producción de bienes
Y se alzó la burguesía y rompió las ataduras.
La libertad de la competencia formó la estructura estatal de la clase burguesa.
Así veis, pues, cómo cual huracanes se alzan fuerzas productivas
Y formas de producción antiguas, consideradas eternas, demuelen,
Y cómo con ímpetu las clases que todavía ayer servían
Rompen todo título de propiedad y se ríen de
anticuadas prerrogativas.
También el vuelo de los pensamientos sigue a tales tempestades;
Hunden pensamientos o los lanzan poderosos hacia otraórbita de vuelo.
El derecho ya no es el derecho, la sabiduría no es sabia, todo es diferente.
Templos sagrados, que resisten miles de primaveras, se desintegran
Silenciosamente en el polvo de la noche a la mañana,
Conmovidos por el paso de los vencedores
Y en los que quedaron en pie, los dioses mudan su rostro;
Milagrosamente, los antiguos amos se asemejan ahora, de repente, a los actuales
Una gran modificación provocan nuevas fuerzas productivas.
Ahora ve la burguesía agruparse las violentas tempestades y alzarse
Mortalmente contra ella, que había sido llevada al gobierno por tempestades.
Cuando esta clase, con nuevos títulos de propiedad y prerrogativas
Hubo creado por arte de magia fuerzas productivas,
Se asemejó al aprendiz de brujo que convocara a los poderes
Subterráneos y luego no podía dominarlos.
Como el agua del embalse que riega las semillas pero luego
Desbordada todo anega y arrasa, así amenazan las fuerzas productivas
Constantemente crecientes, constantemente acrecentando el poder de esta clase,
Creciendo más aún, con el hundimiento total. Como lo muestran los clásicos.
Desde hace mucho ya, la historia de la gran industria y del comercio
Es sólo la historia de la sublevación de las fuerzas que producen los bienes
Contra la propiedad burguesa y el estilo burgués de creación de bienes.
Gigantescas crisis, en ciclo retorno, asemejándose
A enormes manos que tantean sin ver, asen y estrangulan el comercio
Sacudiendo en silenciosa cólera lugares de producción, mercados y hogares.
Desde antaño el hambre asolaba el mundo cuando el granero estaba vacío
Pero ahora, y nadie lo entiende, pasamos hambre cuando está demasiado lleno.
Nada hallan ya las madres en la olla para llenar las boquitas
Y tras los muros, amontonado en el depósito altos como torres, se pudre el grano.
En alguna parte se apila en fardos el paño,
Pero tiritando recorre la familia envuelta en harapos, expulsada
De la noche a la mañana de su hogar alquilado; los barrios sin habitantes.
Ay, quien tan sin reposo trabajara, maldiciendo la explotación,
Ya no halla hoy a nadie que aún lo explote; sin detenerse atraviesa
Buscando trabajo la ciudad. El gigantesco edificio de la sociedad,
Oneroso, erigido con tanto esfuerzo por muchas generaciones
Vuelve a hundirse en la bárbara época primitiva.
Y no es la escasez la culpable, sino la abundancia, el exceso que lo hace vacilar.
No está destinada la casa a ser habitada, ni el paño a vestir
Ni el pan está destinado sólo a ser comido: debe aportar ganancias.
Pero si el producto solo se consume y no se compra también
Porque el salario del productor es demasiado pequeño -y si se lo hace mayor
Ya no vale la pena hacer producir el producto-,¿para qué entonces alquilar
Brazos aún? Deben realizar más en la mesa de trabajo que sólo
Alimentar, vestir y alojar al hombre y a los suyos
Si es que ha de haber beneficios sólo que... ¿adónde ir entonces con la mercancía?
Y entonces
Lana y trigo, café y frutas y pescados y cerdos
¡Todo ello sacrificado en el fuego, para ablandar al dios del beneficio!
Montones de maquinaria, las herramientas de ejércitos de obreros,
Astilleros y carderías de lana, altos hornos, aserraderos y minas,
¡Todo ello despedazado y sacrificado, para ablandar al dios del beneficio!
Por cierto que su dios del beneficio padece de ceguera.
No ve
Los sacrificios. Los ignora. Aconsejando a los creyentes murmura
Algo incomprensible. La ley de la economía se revela
Como la ley de la gravedad, cuando sobre nuestras cabezas la casa se nos
Derrumba ruidosamente. En su pánico, nuestra burguesía destroza así
Inabarcables montones de bienes y corre desesperada con sus restos
A través del globo en busca de nuevos y más poderosos mercados
Asemejándose al hombre que, huyendo de la peste, sólo la lleva consigo y así
Apesta también su lugar de asilo: en nuevas y tremendas crisis
Vuelve en sí, desanimada. Pero para los millones de obreros
A quienes comanda cual gigantescos ejércitos y hace deambular sin plan,
Apiñándolos ahora en sudaderos, y luego echándolos nuevamente de ellos
Bruscamente, a las heladas calles, asoma la verdad, con asombro murmuran
Unos a otros que los días del mundo burgués están contados,
Que éste se ha vuelto demasiado estrecho para abarcar la riqueza que produjo
Ya que, agrandándose constantemente, sólo agranda constantemente su miseria.
Pero contra la burguesía se vuelven ahora las armas
Que ésta blandiera tan mortalmente para demoler el mundo feudal.
Pues también ella engendró una clase que las armas letales
Blanden contra ella; porque desde un comienzo, sirviéndola
Creció también con la burguesía el proletariado de los modernos
Obreros, viviendo por el trabajo y sólo hallando trabajo, mientras
Trabajando para el burgués acrecientan los bienes del burgués.
Pues así como el capitalista vende su mercancía, también así vende
El proletariado su mercancía, la fuerza de trabajo; sometido por ello
A la competencia y a la eterna oscilación del mercado.
Simple accesorio de la máquina, vende su simple manipuleo
Que sólo cuesta cuanto cuesta su manutención y cuanto necesita
Para propagar y criar su útil raza
Ya que el precio de la fuerza de trabajo, tal como el precio de toda otra
Mercancía corresponde al precio de producción el minúsculo taller
De la antigua artesanía se convirtió en la gran fábrica, y comandados como soldados
Trabajan obreros, esclavos del Estado burgués, pero también esclavos
De un burgués determinado, de sus capataces y de la máquina
Dividido en mil partes está su trabajo. Hacen su minúscula parte.
Matando el espíritu y fatigando el músculo transcurren las horas.
Lo que el artesano de entonces veía aún, el producto en sus manos,
Ya no lo ven éstos, ya no ven los zapatos, ni tampoco la reja del arado
Que hacen; están de pie prestando su servidumbre y haciendo su minúscula parte.
Menos inteligente se torna su trabajo cuanto más inteligente se vuelve su máquina
Pero no disminuye: más deprisa giran las ruedas.
Cuanto más intrincada se vuelve la máquina más fácil la manipulación
Mas barato se vuelve el trabajo y más intensa la competencia. Sudando
están ante la mesa de trabajo mujeres y niños. El sexo y la edad
Ya no cuentan allí. Sólo ya instrumentos y palancas vivientes
Cuestan, por cierto diferentemente según su sexo y su edad.
Pero si han dado al explotador más de lo que cuestan
Y en sus manos caídas se hallan los magros sobres del sueldo, los esperan
Ya junto al portón de la fábrica las otras bandadas de explotadores:
Sobre ellos caen prestamistas, caseros, médicos y tenderos.
Sin duda se precipitan también al infierno estas clases medias.
El comerciante, campesino y artesano descienden al proletariado
En parte porque su pequeña fortuna no basta para adquirir nuevas máquinas
O sea porque la devaluación devora sus pequeños ahorros, y en parte porque
Los nuevos modos de fabricación no requieren ya su habilidad.
Todos se ven expulsados así de la oficina, el taller y el granero,
Tarde o temprano, y se convierten en reclutas en el ejército de obreros.
Pero entre el ejército y los jefes del ejército, sin cesar
Se agitaba una guerra, entre dueños de herramientas y dueños de manos
Y se originó esta guerra entre ambas clases al originarse estas.
Obreros aislados primero, luego los obreros de una fabrica y
Luego obreros de una rama local del trabajo se rebelaron contra
Sus burgueses, destruyendo a menudo, en ciega irritación, mercancías
Ajenas y competidoras, destrozaron máquinas y prendieron
Fuego a sus fábricas, para así sacudirse la nueva
Y más profunda esclavitud, reconquistar la antigua feudal,
Detener, agotados, desesperados y sin recordar
Que ellos mismos la habían forjado la aguja de hierro del reloj del mundo.
Aún están dispersos por el país los proletarios, aún no están de acuerdo.
La competencia entre ellos mismos los divide, sólo están unidos
Cuando se une la burguesía y decide poner en movimiento
A todo el proletariado, a saber contra su enemigo de clase.
Así, en el comienzo el proletariado no combate el propio
Enemigo, sino al enemigo de su enemigo: monarcas y nobles y gremios;
Pues aún flamea la toda promisoria bandera del progreso
Sobre la burguesía, y así todo triunfo es aún su triunfo.
Pero todo triunfo consolida también las bases de la otra clase
A la que necesita para triunfar: crecen las grandes industrias
Apiñado el proletariado en masas cada vez más poderosas.
Cada vez más se asemeja también un proletariado a otro;¿quién encuentra aún
La ola en el gris torrente arrasador? Lo que alguna vez diferenció
Brevemente al individuo (la habilidad, o el empeño), lo borra la máquina.
Esto vuelve a igualar sus salarios, los que bajan sin embargo por la crisis
O se agotan por completo cuando el trabajo se agota.
Y todo ello Los atormenta a todos. Ahora, cuando guerrean el proletariado y el burgués
Luchan dos clases. Los obreros forman ahora coaliciones
Que defienden sus salarios. Comienzan luchas abiertas.
De vez en cuando triunfan los obreros, pero sólo por breve plazo. En esta
Época a menudo se pierde la lucha local para la cual se unieron
Pero la unidad persiste. Y no es local por mucho tiempo. Últimamente,
Las localidades se comunican por tren y por telégrafo, y
Rápidamente se convierten las batallas locales en nacionales. Como clase
Libran entonces los obreros la lucha política. Y la clase,
A menudo escindida por la lucha competitiva de los obreros entre sí,
Siempre unida nuevamente por nuevas luchas comunes,
Echa mano al buril de la justicia burguesa, y obtiene por la fuerza de las leyes,
Para arrancar una horita al día de labor, sustrayendo a mujeres y niños al
Más descarado de los manotazos del explotador y protegiendo las coaliciones obreras.
Pero sabe –y si lo olvida, se lo recuerdan a golpes-
Que al final tendrá que quebrar el buril, y no sólo manejarlo ella misma.
Mucho obtiene ésta, la más nueva de las clases, de la discordia de la vieja
Que aún sigue disputando. La burguesía aún sigue luchando
Contra la propiedad de la tierra de la nobleza y sus sirvientes en el Estado.
También ella misma está dividida por la discordia, y la aplanadora del progreso rueda mortalmente
También sobre las partes de la burguesía, y sobre todo y siempre
Lucha contra las burguesías de los demás países.
Todas esas luchas requieren también la lucha proletariado.
Así, ella misma debe arrastrar a su proletariado al campo de batalla político
Para que la ayude; debe armar ella misma a su enemigo.
También descienden siempre al proletariado, víctima del progreso,
Todos los estratos intermedios y, triturados ellos mismos, aumentan
Sin embargo aún el peso y la plasticidad de la clase en ascenso.
Además, así como algunos nobles se pasaron a la reciente burguesía
Que combatía a la nobleza, así abandonan ahora algunos a aquella,
Un barco que aún no se hunde, pero sin brújula y colmado de una
Tripulación que se despedaza salvajemente, aportando su saber y sus conocimientos.
El proletariado ya está instruido. Sus exploradores tuvieron que
Construir escuelas para él, pues la explotación en la máquina exige
Una mejor instrucción del pueblo, y así se lo obliga a asistir a la escuela.
Obtuvo escasos conocimientos, mayormente falsificados, pero conocimientos,
A fin, del mundo de los conocimientos y sed de conocimientos propios.
Airados improperios percibiría un Harun al Rashid en el mercado.
Allí defienden fieramente los tenderos que se van empobreciendo
Junto a los propietarios de los bolichitos, los artesanos y campesinos,
Luchando con uñas y dientes, por sus pequeñas pertenencias amenazadas.
Acaloradamente condena el carpintero la fábrica de muebles y el campesino
Maldice el tractor, y todos lamentan la decadencia de nuestras costumbres.
Pero ninguno de ellos está por la revolución de la estructura de la sociedad
Sino que sólo se defienden contra una revolución ya cumplida
En la producción de los bienes, agitando puños destrozados.
Eso que tan impíamente pasa por encima de ellos es el progreso.
Si fueran verdaderos revolucionarios –y algunos lo son-
entonces actuarían como proletarios del mañana, olvidando el hoy
Es decir desde el punto de vista del proletariado, y no
del pequeñoburgués.
También la chusma de nuestras ciudades, que se pudre en su inercia, formada
A partir de la putrefacción de los estratos inferiores de la antigua sociedad
A menudo arrastrada por la revolución hacia las filas de los proletarios
Es sólo víctima, pero no adversario de la burguesía, yésta la compra
Fácilmente como a un siervo animal para abatir a los proletarios.
Así, de todas las clases, la única capaz de vencer a la burguesía y demoler a su Estado,
que se ha vuelto una atadura para ellas,
Es la clase obrera. Lo es por su situación y estatura.
Pues lo que garantiza su existencia en la vieja sociedad, está totalmente
Abolido y aniquilado en la existencia del proletariado.
Carente de propiedad y no siendo ya jefe ni proveedor de su mujer y su hijo,
Casi irreconocible ya según su nación y su patria, porque una misma
Servidumbre lo caracteriza, junto a la misma máquina, desde Essen hasta Cantón El proletario se halla ante la moral y la religión como espejismos
Que reflejan para él, distantes e inalcanzables, paraísos en el desierto.
Otras clases, al conquistar el dominio, protegían lo adquirido
Dictando a la sociedad su forma de adquisición.
Ésta solo conquista las instalaciones productoras de bienes mediante
La total supresión de su modo de adquisición. Nada tiene que asegurar.
Y así debe destruir, antes bien, toda aseguración personal.
Montañas de maquinarias, detrás de muros y rejas protegidas, y mejor
Aún por leyes, y enfrente millones de proletarios
Terriblemente separados por muros y rejas de los medios para el trabajo
Y por la leyes del Estado, cada cual puede ser alquilado por horas
Para poner en funcionamiento toda esa maquinaria, como puede alquilarse la energía hidráulica
O la corriente eléctrica a costo de producción, pero también sólo
Ante la afirmativa de aquel dios del beneficio, ciego y loco, el jugador.
Siempre se baso el dominio de los dominadores en que los subalternos
Vivieran de matarse trabajando: su explotación estaba asegurada.
Pero ahora la burguesía ni siquiera logra asegurar a sus esclavos
Una vida de esclavos. En lugar de dejarse alimentar
Por su proletariado, debe alimentar a éste. Lo necesita
Pero no lo necesita, y sin embargo lo vuelve cada vez más grande
Y prevalece la deshumanización, marcando así tanto víctimas como victimarios.
Caos generan los planes de la burguesía; cuantos más planes,
Tanto mayor caos. Y la escasez surge de la producción, allí donde ésta impera.
Devenida mortal para la inmensa mayoría de los hombres, se convierte en regla.
Ya no logra vivir bajo ella la sociedad. La nueva clase,
El proletariado, por ella misma creada, la derrocará:
Ella misma debía crear al gigante que cava su sepulcro.
El suyo es el movimiento de la mayoría, y si gobernara,
Ya no sería gobierno, sino el avasallamiento del gobierno,
Sólo se oprime entonces la opresión, pues el proletariado,
Estrato inferior de la sociedad, para rebelarse, debe demoler
Toda la estructura de la sociedad con todos sus estratos superiores.
Sólo puede sacudir su propia esclavitud, sacudiendo totalmente
La esclavitud de todos.