Oposición controla este de Libia y Gaddafi advierte que morirá como "un mártir"
En su primer discurso desde que estalló la revuelta, el líder libio culpó a EE.UU. y calificó de "ratas y drogadictos" a sus opositores.
Calificó a sus opositores como "ratas, perros, drogadictos y borrachos", y advirtió que la lucha se llevará calle por calle. Envuelto en una túnica y turbante marrón e intentando demostrar que aún controla Libia, Muammar Gaddafi dio ayer un largo discurso por la televisión oficial, en su primera gran alocución desde que estalló la revuelta en su contra la semana pasada. "¡No voy a dejar esta tierra! ¡Moriré aquí como un mártir! ¡Me voy a mantener aquí desafiante!", dijo a gritos y agitando su puño. Para su discurso, de más de una hora, el líder libio eligió el lugar más simbólico de su régimen: su antigua residencia en Trípoli, que en 1986 sufrió un bombardeo ordenado por Ronald Reagan y que le costó la vida a Ana, su hija adoptiva de cuatro años. Aquel palacio, ubicado dentro de un cuartel del Ejército, se dejó sin reparar como una suerte de "monumento antiimperialista".
Mientras sus milicias, dirigentes de su tribu, fuerzas especiales y el Ejército intentaban controlar la capital con barricadas, bombardeos aéreos y rifles de asalto Kalashnikov, Gaddafi culpó a Occidente de las mayores protestas en los 42 años que lleva en el poder. "¿Quieren que los ocupe como Afganistán o Irak?", se preguntó furioso. Además, arremetió contra la prensa internacional, censurada en su territorio, al afirmar que trabajan "para el diablo".
"Este es nuestros país y el país de nuestros abuelos. No vamos a dejar que lo destruyan", dijo Gaddafi.
Dando cuenta de su particular personalidad , Gaddafi llegó al extremo de decir que "no hemos usado la fuerza aún, pero si necesitamos usar la fuerza, la usaremos". De paso, advirtió que ejecutará a los "criminales", aunque al mismo tiempo calificó de "normal" el levantamiento en su contra, después de lo sucedido en Egipto y Túnez.
"Los libios son libres, puesto que el poder está en manos del pueblo", insistió Gaddafi, para quien si mañana hubiera una nueva República no tendría "nada" en contra.
Tras ocho días de sangrientas protestas, ayer comenzaron a escasear los alimentos, ocho embajadores libios han dejado sus puestos y varias petroleras (Repsol y Total) anunciaron la suspensión de sus actividades. También, un barco de guerra con 200 marinos se acercaba a las costas de Malta. Por su parte, Washington dijo que está evaluando "pasos apropiados" contra Libia, y Hillary Clinton calificó como completamente "inaceptable" la violencia.
La oposición tiene el control de Bengasi, la segunda ciudad más importante, además de otras urbes de la mitad este del país. Ahí, según Gaddafi, murió el ministro del Interior Abdulfattah Junis, a manos de los manifestantes. Sin embargo, otras versiones sostienen que el ministro dimitió.
"Todas las regiones orientales están fuera del control de Gaddafi ahora. La gente y el Ejército están juntos aquí", dijo el mayor en retiro de la Armada, Hany Saad Marjaa, citado por Reuters. Según un corresponsal de la BBC que llegó a la zona, no quedan militares leales a Gaddafi en el este del país. "Lucharé hasta la última gota de sangre", prometió Gaddafi, mientras su régimen se descompone.
Según testigos citados por medios como CNN, The New York Times, El País y BBC, Gaddafi está utilizando cazabombarderos y helicópteros para reprimir las protestas. En Trípoli, testigos dijeron que la capital se ha convertido en una "zona de guerra". Human Rights Watch confirmó que al menos 62 personas han perdido la vida en esa ciudad, mientras los muertos superarían los 200 en las urbes del este.
Reacciones
El Consejo de Seguridad de la ONU condenó ayer la violencia ejercida contra civiles, sin especificar el nombre del líder libio, e instó a que los responsables rindan cuenta.
El embajador adjunto de Libia en la ONU, Ibrahim Dabbashi, acusó a Gaddafi de "genocida" y expresó que "la declaración fue un llamamiento a sus colaboradores a empezar el genocidio contra la gente libia", aludiendo al discurso de Gadaffi en Trípoli.
Los 15 miembros presentes en el Consejo evaluaron pedir una investigación internacional, lo que no prosperó por los votos en contra de China y Rusia. Quien sí instó a investigar los hechos, fue la Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Navi Pillay quien, desde Ginebra, pidió la formación de una comisión internacional independiente.