Lenin, en ningún caso defiende el derecho indiscriminado a la autodeterminación como algunos pretender hacernos creer. Y mucho menos priorizar ese derecho por parte de los comunistas, sino
siempre supeditado a la lucha de clases.
Del mismo modo que se ha de tener en cuenta
la ley del desarrollo desigual de los diferentes países a la hora de aplicar la táctica revolucionaria, se ha de abordar la aplicación del derecho de autodeterminación a según qué casos y teniendo en cuenta distintos factores. SEGUN LA TACTICA REQUERIDA EN CADA MOMENTO Y LO QUE PUEDA SER MAS FUNCIONAL ANTE LAS MASAS PARA IMPLICARLAS HACIA LUCHAS SUPERIORES Y DESARROLALRLAS!!!!!!
¿ El discurso independentista implica a las masas mas que un discurso d elucha contra la miseria y exploacion como hace PODEMOS ?
Por otra parte Engels, critica el principio de las nacionalidades que abogan por la independencia de las pequeñas naciones (de Europa) que hayan sido, en menor o mayor grado, asimiladas por otras naciones más pujantes y vitales. Porque ello acarrearía un enorme problema de fronteras que dificultaría aun más la lucha de los proletarios al atomizarlos en miniestados.
«No hay ningún país en Europa, que no conserve en algún rincón una o varias ruinas de naciones, restos de un antiguo pueblo desplazado o conquistado por una nación convertida más tarde en estandarte del desarrollo histórico. Estos restos de naciones pisoteados implacablemente por la historia, todas estas sobras nacionales, se convertirán y seguirán siendo, hasta su exterminación o desnaturalización final, partidarios fanáticos de la contrarevolución, dado que su entera existencia es, en general, una protesta contra la gran revolución histórica. Por ejemplo, en Escocia, los gaélicos fueron el principal soporte de los Estuardo desde 1640 hasta 1745; en Francia, los bretones apoyaron a los Borbones desde 1792 hasta 1800; en España, los vascos apoyaron a Don Carlos. En Austria, los eslavos paneslavistas del sur, no son más que el residuo nacional de un confuso desarrollo milenario»
Engels. ( «Hungría y el paneslavismo» Enero 1849. Publicado en la revista Neue Rheinische Zeitung (Nueva Gaceta Renana).Ni siquiera en el caso de que existiese una opresión de una parte de la nación sobre la otra, justificaría necesariamente desviar la lucha del proletariado en pro de ayudar a las burguesías regionales a obtener sus parcelas de poder para obtener el derecho a separarse ateniendonos al razonamiento m.l..
Lenin no tenía ningún motivo para desear el bienestar de la Francia imperialista, mirad, esto lo decía sobre el particular:
"Marx cubría con crueles sarcasmos «la humanidad » del ciudadano Ruge, mostrándole, según el ejemplo de la opresión del Sur de la Francia por el Norte, que toda opresión nacional no siempre entraña, desde el punto de vista de la democracia y del proletariado, una aspiración legitima a la independencia."
(Lénine. "La question national dans notre programme"Publié le 15 juillet 1903dans le n° 44 de l'Iskra Œuvres, t. 6, pp. 475-485 - 1903)Y abundando sobre lo mismo, Engels:
Aquí describe un claro ejemplo de lo que él considera un derrotero contrarevolucionario.
Veamos lo que dice Engels en «Revolución y contrarevolución»:
«Pero, ¿donde reside la diferencia entre los polacos y los franceses del Sur? ¿Por qué la Francia meridional hubo de ser llevada a remolque por los franceses del Norte como un peso muerto hasta su destrucción final, mientras que Polonia, por el contrario, tiene ante sí, todas las perspectivas de llegar a encontrarse perfectamente a la cabeza?
Como consecuencia de relaciones sociales que no podemos explicar más ampliamente aquí, la Francia meridional era la parte reaccionaria de toda la nación. Su contraposición a la Francia del Norte, se transformó muy pronto en contraposición a las clases progresistas de todo el país. Fue ella, la Francia meridional, el principal sostén del feudalismo, y ha seguido siendo hasta hoy, la fuerza de la contra revolución en Francia»
Engels. «Revolución y contrarevolución» Nº 93 de la Nueva Gaceta Renana, publicado el 3 de Septiembre de 1848.Aquí algunos ejemplos del denostado centralismo marxista.
«Marx discrepa de Proudhon y de Bakunin precisamente en la cuestión del federalismo (para no hablar siquiera de la dictadura del proletariado). El federalismo es una derivación de principio de las concepciones pequeñoburguesas del anarquismo. Marx es centralista. En los pasajes suyos citados más arriba no se contiene la menor desviación del centralismo. ¡Sólo quienes se hallen poseídos de la fe supersticiosa del filiesteo en el Estado pueden confundir la destrucción de la máquina del Estado burgués con la destrucción del centralismo! Y bien, si el proletariado y los campesinos pobres toman en sus manos el poder del Estado, se organizan de un modo absolutamente libre en comunas y unifican la acción de todas las comunas para dirigir los golpes contra el capital, para aplastar la resistencia de los capitalistas, para entregar a toda la nación, a toda la sociedad, la propiedad privada sobre los ferrocarriles, las fábricas, la tierra, &c., ¿acaso esto no será el centralismo? ¿Acaso esto no será el más consecuente centralismo democrático, y además un centralismo proletario?»
Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, «El Estado y la Revolución»Alianza Editorial, Madrid 2006, páginas 97-98.
«Engels, como Marx, defiende, desde el punto de vista del proletariado y de la revolución proletaria, el centralismo democrático, la república única e indivisible. Considera la república federativa, bien como excepción y como obstáculo para el desarrollo, bien como transición de la monarquía a la república centralista, como un progreso, en determinadas circunstancias especiales. Y entre estas circunstancias especiales se destaca la cuestión nacional. En Engels, como en Marx, a pesar de su crítica implacable del carácter reaccionario de los pequeños Estados y del encubrimiento de este carácter reaccionario por la cuestión nacional en determinados casos concretos, no se encuentra en ninguna de sus obras ni rastro de tendencia a eludir la cuestión nacional, tendencia de que suelen pecar frecuentemente los marxistas holandeses y polacos al partir de la lucha legítima contra el nacionalismo filisteamente estrecho de sus pequeños Estados. [...] no hay ni rastro de renuncia a la crítica de los defectos de la república federativa ni a la propaganda y a la lucha más decidida en pro de la república unitaria, centralista-democrática. Pero Engels no concibe en modo alguno el centralismo democrático en el sentido burocrático con que emplean éste concepto los ideólogos burgueses y pequeñoburgueses, incluyendo entre éstos a los anarquistas. Para Engels, el centralismo no excluye, ni mucho menos, esa amplia autonomía local que, en la defensa voluntaria de la unidad del Estado por las comunas y las regiones, elimina en absoluto todo burocratismo y toda manía de ordenar desde arriba.»
Vladimir Ilich Ulianov, Lenin, «El Estado y la Revolución»
Alianza Editorial, Madrid 2006, páginas 120-121.Cuando Lenin envía a Viena a Stalin para recopilar información sobre el tema nacional y lee el trabajo de Stalin , comentó en una carta enviada a Gorki: «Tenemos aquí un maravilloso georgiano, que después de haber reunido todos los materiales austriacos y otros, se ha puesto a elaborar un gran artículo para Prosvetchenie»
Pues bien, en este escrito -su libro más difundido-, («El marxismo y la cuestión nacional»), Stalin deja también las cosas meridianamente claras. Aludiendo al concepto «baueriano» sobre el particular, escribe:
«Y no hablemos ya de ese «principio socialista de la nacionalidad» ensalzado por Bauer y que es, a nuestro juicio,
la sustitución del principio socialista de la lucha de clases por un principio burgués, -por el principio de la nacionalidad-. Si la autonomía nacional arranca de un principio tan dudoso, necesario es reconocer que solo puede inferir daño al movimiento obrero.
«
Es cierto que este nacionalismo no se transparenta tanto, pues se enmascara hábilmente con frases socialistas; por eso es más dañoso para el proletariado. Al nacionalismo franco siempre se le puede batir: no es difícil discernirlo. Es mucho más difícil luchar contra un nacionalismo enmascarado y no identificable bajo su careta. Protegido con la coraza del socialismo, es menos vulnerable y más vivaz. Como vive entre los obreros, emponzoña la atmósfera, sembrando ideas dañinas de desconfianza mutua y de aislamiento entre los obreros de distintas nacionalidades».Stalin. «El marxismo y la cuestión nacional»« Bauer, evidentemente confunde la nación, que es una categoría histórica, con la tribu, que es una categoría étnica».
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.«...bajo el capitalismo ascensional, la lucha nacional es una lucha entre las clases burguesas. A veces, la burguesía intenta arrastrar al proletariado al movimiento nacional, y entonces exteriormente parece que en la lucha nacional participa «todo el pueblo», pero eso solo exteriormente. En su esencia esta lucha sigue siendo siempre una lucha burguesa, conveniente y grata únicamente para la burguesía».
Stalin. «El marxismo y la cuestión nacional»
«En este momento difícil, incumbía a la socialdemocrácia una alta misión:
hacer frente al nacionalismo, proteger a las masas contra la «epidemia» general . Pues la socialdemocracia, y solamente ella, podía hacerlo contraponiendo al nacionalismo el arma probada del internacionalismo, la unidad, y la indivisibilidad de la lucha de clases. Y cuanto más fuerte fuese la oleada de nacionalismo, más potente debía resonar, la voz de la socialdemocracia en pro de la fraternidad y de la unidad de los proletarios de todas las nacionalidades de Rusia. En estas circunstancias, se requería una firmeza especial por parte de los socialdemocatas de las regiones periféricas, que chocaban directamente con el movimiento nacionalista».
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.«Pero las naciones postergadas que se despiertan a una vida propia, ya no se constituyen en Estados nacionales independientes: tropiezan con la poderosísima resistencia que les oponen las capas dirigentes de las naciones dominantes, las cuales se hallan desde hace largo tiempo a la cabeza del Estado. ¡Han llegado tarde!».
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.«Los destinos de un movimiento nacional, que es en sustancia un gobierno burgués, están naturalmente vinculados a los destinos de la burguesía. Sólo cuando reine el socialismo, se podrá instaurar la paz completa».
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.«No cabe duda de que en las primeras fases del capitalismo las naciones se cohesionan. Pero asimismo es indudable que en las primeras fases superiores del capitalismo comienza un proceso de dispersión de las naciones, un proceso en el que se separa de las naciones toda una serie de grupos que salen a ganarse el pan y acaban asentandose definitivamente en otros territorios del estado. De este modo, los grupos que cambian de residencia pierden los viejos vínculos y que adquieren otros nuevos en los nuevos sitios, asimilan, de generación en generación, nuevos hábitos y nuevos gustos, y tal vez, también un nuevo idioma».
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.
«En las primeras fases del capitalismo aún podía hablarse de la «comunidad cultural» del proletariado y la burguesía. Pero, con el desarrollo de la gran industria y con la agudización de la lucha de clases, esta «comunidad» empieza a esfumarse. No es posible hablar seriamente de «comunidad cultural» de una nación, cuando los patronos y los obreros de la misma nación dejan de entenderse unos a otros. ¿De qué «comunidad de destinos» puede hablarse cuando la burguesía está sedienta de guerra y el proletariado declara la «guerra a la guerra»? ¿Se puede, con estos elementos antagónicos, organizar una unión nacional única y común a todas las clases?»Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.«
Pero admitamos por un momento que la consigna de «¡organizad una nación!» sea una consigna viable. Todavía podría uno comprender a los parlamentarios nacionalistas burgueses, que se esfuerzan en «organizar» la nación con objeto de obtener más votos. Pero ¿desde cuándo los socialdemócratas se dedican a «organizar» naciones, a «constituir» naciones, a «crear» naciones?
¿Qué socialdemócratas son esos que, en una época de la más intensa agudización de la lucha de clases, se ponen a organizar uniones nacionales comunes a todas las clases?»
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.
«Las barreras nacionales, lejos de reforzarse se desmoronan y caen. Ya en la década del 40, Marx decía que «el aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de día en día» y que «el dominio del proletariado los hará desaparecer más deprisa todavía». El desarrollo ulterior de la humanidad, con el crecimiento gigantesco de la producción capitalista, con la mezcolanza de nacionalidades y unificación de los individuos en territorios cada vez más vastos, confirma rotundamente la idea de Marx».
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.
«Pero el daño que causa la autonomía nacional no se reduce a esto. No solo prepara el terreno al aislamiento de las naciones, sino también a la fragmentación del movimiento obrero unido. La idea de la autonomía nacional, sienta las premisas psicologicas para
la división del partido obrero unido en diversos partidos organizados por nacionalidades. Tras los partidos, se fraccionan los sindicatos, y el resultado es un completo aislamiento. Y así, un movimiento de clase unido se desparrama en diversos riachuelos nacionales aislado».
«De lo expuesto se desprende que la autonomía nacional-cultural no resuelve la cuestión nacional. Lejos de ello, la exacerba y la embrolla, abonando el terreno para escindir la unidad del movimiento obrero, para aislar a los obreros por nacionalidades, para acentuar las fricciones entre ellos.
Tales son los frutos de la autonomía nacional».
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.
«La nación tiene derecho incluso a volver al viejo orden de cosas, pero eso no significa que la socialdemocracia haya de suscribir este acuerdo de tal o cual institución de una nación dada. El deber de la socialdemocracia, que defiende los intereses del proletariado, y los derechos de la nación, integrada por diversas clases, son dos cosas distintas».
«Por eso, precisamente, el proletariado consciente no puede colocarse bajo la bandera «nacional» de la burguesía».
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.
«La cuestión nacional del Cáucaso solo puede resolverse en el sentido de llevar a las naciones y pueblos rezagados al cauce común de la cultura superior. Sólo esta solución puede ser progresista y aceptable en la socialdemocracia. La autonomía regional del Cáucaso es aceptable, precisamente, porque incorpora a las naciones rezagadas al desarrollo cultural común, les ayuda a romper el cascarón del aislamiento propio de las pequeñas nacionalidades, las impulsa a marchar hacia adelante y les facilita el acceso a los valores de una cultura superior. En cambio, la autonomía cultural-nacional actúa en un sentido diametralmente opuesto, pues recluye a las naciones en sus viejo cascarones, los mantiene en los grados inferiores del desarrollo de la cultura y les impide elevarse a los grados más altos de la misma».
«De este modo, la autonomía nacional-cultural, inservible en general, se convertiría, en el Cáucaso, en una empresa reaccionaria absurda».
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.
«Hemos visto que la autonomía cultural-nacional es inservible. En primer lugar, es artificial y no viable, pues supone agrupar artificialmente en una sola nación a gentes a quienes la vida , la vida real, desune y dispersa por los diversos confines del Estado. En segundo lugar impulsa hacia el nacionalismo, pues lleva al punto de vista del «deslindamiento» de los hombres por curias nacionales, al punto de vista de la «organización» de las naciones, al punto de vista de la «conservación» ya cultivo de las «particularidades nacionales", cosa que no cuadra en absoluto a la socialdemocracia».
«¿Donde está la salida?
La única solución es la autonomía regional, la autonomía de unidades tan definidas como Polonia, Lituania, Ucrania, el Cáucaso, etc.
La ventaja de la autonomía regional consiste, ante todo, en que aquí no tenemos que habérnoslas con una ficción sin territorio, sino con una población determinada, que vive en un territorio determinado. Además no deslinda a los hombres por naciones, no refuerza las barreras nacionales, sino que, por el contrario, rompe estas barreras y agrupa a la población para abrir el camino a un deslindamiento de otro género: al deslindamiento por clases».
«Tenemos, pues, la autonomía regional como punto indispensable para resolver la cuestión nacional».
«Sabemos a qué conduce el deslindamiento de los obreros por nacionalidades. Desintegración del Partido obrero único, división de los sindicatos por nacionalidades, exacerbación de las fricciones nacionales, rompehuelgas nacionales, , completa desmoralización dentro de las filas de la socialdemocracia: he ahí los frutos del federalismo en el terreno de la organización. La historia de la socialdemocracia en Austria y la actuación del Bund en Rusia, lo atestiguan elocuentemente.
El único medio contra esto es la organización basada en los principios del internacionalismo.
La unión de los obreros de todas las nacionalidades de Rusia en colectividades «únicas e íntegras» en cada localidad y la unión de estas colectividades en un partido único: he ahí la tarea»
«No ocurre así con la organización por nacionalidades.
Organizados sobre la base de la nacionalidad, los obreros se encierran en sus cascarones nacionales, separándose unos de otros en el terreno de la organización. No se subraya lo que es común a los obreros, sino lo que diferencia a unos de otros. Aquí el obrero es, ante todo, miembro de su nación: judío, polaco, etc. No es de extrañar que el federalismo nacional en una organización inculque a los obreros el espíritu del aislamiento nacional.
Por eso, el tipo nacional de organización es una escuela de estrechez nacional y de rutina.
Tenemos, pues, ante nosotros, dos tipos de organización distintos por principio:
el tipo de la unión internacional y el del deslindamiento de los obreros por nacionalidades».
Stalin. El marxismo y la cuestión nacional.
------------------------------
«En el aislamiento es donde reside la existencia nacional»
VIII conferencia del Bund.
«El marxismo y la cuestión nacional», Stalin.
----------------------------------
También aquí, Stalin nos habla de las repúblicas alógenas, muchas de las cuales se convirtieron, tras Octubre, en trinchera de los ejércitos blancos, ejércitos invasores extranjeros y fortines de las burguesías y todo tipo de huestes zaristas y demás morralla. Donde evidentemente, con la falsa excusa del derecho a independizarse, establecieron unilateralmente, gobiernos independientes de facto donde las clases laboriosas no tenían nada que decir, ni nada de qué beneficiarse. Solo padecer las mismas penurias que hasta entonces, por lo que Stalin, en su cargo como comisario para las nacionalidades, tuvo que entablar una lucha titánica reforzando el poder proletario en esas naciones, a la vez que aplastaban a la coalición de fuerzas contrarevolucionarias y entregaban el poder al proletariado de esas naciones, que voluntariamente ingresaban en la nueva y flamante URSS.
Esto es lo que escribía:
«Aquí no se trata de los derechos de las naciones, que son indiscutibles, sino de los intereses de las masas populares, tanto del centro como de las regiones periféricas: se trata del carácter -determinado por estos intereses- de la agitación que está obligado a desplegar nuestro partido, si no quiere renegar de sí mismo, si quiere incidir en determinado sentido sobre la voluntad de las masas trabajadoras de las nacionalidades. Y los intereses de las masas populares dicen que la exigencia de la separación de las regiones periféricas es, en esta etapa de la revolución, algo profundamente contrarrevolucionario».
Stalin: «La política del poder soviético sobre la cuestión nacional en Rusia». Obras escogidas, Madrid, 1977, tomo3, pg.
-----------------------------------------------------
Marx y Engels, en sus «Escritos sobre España» dicen lo siguiente:
«La división de España en estados federales, con administración independiente, equivaldría a la reaccionaria destrucción de la unidad nacional».
Marx y Engels. «Escritos sobre España" Pag.243
Mas claro imposible, a ver quién me dice que está sacado de contexto, mutilado etc..
---------------------------------------------------------
Y que decir de las firmas estampadas también por Marx y Engels en el manifiesto «Reivindicaciones del partido comunista de Alemania". Publicado en 1848. Que empezaba así:
¡Proletarios de todos los países, uníos!
1. «Todo el territorio formará una república, una e indivisible»
Reivindicaciones del partido comunista de Alemania. Publicado en 1848.
También en su periplo parisien, durante su pertenencia al grupo llamado «La Legión" donde organizaron una incursión (dirigida por Herwegh) atravesando el Rhin y entrando en Alemania para ayudar militarmente a la sublevación, eran estas las principales reivindicaciones que portaban; «...sufragio universal, un ejercito popular, la abolición de las cargas fiscales, la separación de la Iglesia y el Estado, una república indivisible...etc. Es decir, las mismas que se plasman en el texto arriba indicado»
«Curioso» que un partido comunista, el de Marx y Engels precisamente, haga suyo con tanto énfasis, la consigna de la unidad y el no desmenbramiento de Alemania en pequeños estados nacionales, que hablen siempre de «Alemania», en vez de «Estado» aleman como gusta llamarla a los acomplejados españolitos a España, que se refieran en todos sus textos sobre España como «Nación» española o «Pueblo» español». Y también «curioso» que haya tantos nacionalistas en España que se les llene la boca repitiendo como cacatúas y retorciendo puñeteramente la retórica hasta lo indecible, que la necesaria división de España en minúsculos estados independientes, está avalada por ellos, porque así lo dice la doctrina m.l., y que además es necesaria como paso previo al socialismo.
El principio de las nacionalidades fue una invención de la Rusia imperial para justificar las anexiones con el pretexto «paneslavista» unas veces, y en otras ocasiones con la excusa de proteger regiones de sus malvados vecinos. Después hábilmente retomado por Luis Napoleon para justificar la «libertad y derecho» de las nacionalidades -pero siempre y cuando fuese para unirse a la gran patria francesa-, ¡faltaría plus! Y ya más tarde por los grandes estados nacionales que fueron surgiendo, con el afán de mantener la cohesión territorial, anexionarse nuevos territorios, o para simplemente, utilizar el exaltado fervor patriótico -previamente inculcado al populacho ignorante-, en sus guerras interimperialistas.
La formación de los estados nacionales en Europa, tuvo su justificación en un momento determinado. Tras el cual, el imparable desarrollo de la sociedad nos llevará, sin duda, a la desaparición de todo Estado nacional y su sustitución por una sociedad sin estados y sin clases; a una sociedad comunista.
El derecho de autodeterminación, ha de formar parte necesariamente del programa de mínimos de todo partido comunista. Pero entendiendo que queda supeditado a la lucha por la emancipación de las clases laboriosas y a la consecución del socialismo, con la salvedad de ejemplos similares a los aquí citados y de las colonias. Pero tampoco se trata de darle alas a los independentistas burgueses de esas colonias, allí deberemos apoyar y favorecer a la facción anticolonialista más cercana a nuestros fundamentos comunistas a alcanzar el poder, aquellos que mejor representen los intereses de las clases explotadas.
Por lo tanto creo, que con estos y otros muchos ejemplos que se podrían extraer de la lectura de los escritos de Engels, Marx, Lenin o Stalin, nadie puede reivindicarse marxista o marxista-leninista, y compatibilizar -al menos en España-, comunismo, con nacionalismos-independentismos sin caer irremediablemente en insalvables contradicciones. Y que además nos hacen mucho más daño que el nacionalismo franco, ese al que aludía Stalin y al que se puede combatir con mayor facilidad por no camuflarse entre nuestras filas como hacen estas criaturitas.
Se podrán alegar muchas razones legítimas y comprensibles para desear la independencia y separación de cualquier región de esta malparida, casposa y lamentable España actual, pero sin mezclar churras (comunismo) con merinas (nacionalismo).