Se nos adelantan las viejas generaciones.
Un anciano que frisa los ochenta arenga a cientos de ciudadanos que han tomado por asiento el asfalto de la Carrera de San Jerónimo, a un rugido de los leones del Congreso, para protestar contra la reforma de la negociación colectiva.
¿Quién es ese señor que, calada la boina, altavoz en mano, lleva a ebullición con su discurso revolucionario y subversivo la saliva de un millar de indignados?
"Os envidio", les grita con su frágil voz de curtido gladiador izquierdista. "Tenemos toda la razón y los compañeros policías lo saben", proclama rotundo Francisco Román Otero, vecino de San Blas, pero oriundo de Olmeda de las Fuentes, un minúsculo pueblo de la Alcarria alcalaína.
El camarada Otero, sin embargo, prefiere que se dirijan a él por su nombre de guerra.
"En todos los lados me llaman Román, porque así llevo luchando 50 años", precisa, mientras se concede un descanso de guerrero antes de volver a la carga verbal. Exmilitante del PCE, ha transitado por las carreteras secundarias de la izquierda, donde abundan los guijarros y es menester esquivar los baches.
Lleva, desde la espita del 15-M, "todos los días en Sol" y, en este tiempo, se ha "quitado cuarenta años de encima". Toma aire Román antes de alzarse de nuevo con la firmeza que otorga la morosidad, como un halterófilo que levanta 76 discos de vida. Saca con su lengua un tomo de la biblioteca de la experiencia, sección mundología obrera, y los que podrían ser sus nietos braman: "Presidente, presidente, presidente".
¿Por que decidió participar en las protestas de Sol?
Fundamentalmente, porque la juventud, aún sin saberlo, ha conseguido lo que no fuimos capaces de hacer nosotros: la ruptura del sistema. Eso se ha producido ya, ahora veremos el resultado, lo que pasa y tal. Un sistema podrido que impuso Franco, un criminal, e impulsó un segundo franquista, que es el rey. A partir de ahora, saldrán miles de libros de todos los grandes hombres y mujeres, porque han hecho historia: desde el 15 de mayo, esto ya no lo puede parar nadie.
¿Qué saldrá de aquí?
Tienen que darse cuenta de que hasta ahora han jugado con la gente, con los débiles y, fundamentalmente, con la juventud. No puede ser que un país dé todavía miles de millones a los ejércitos y a los bancos, que son un atajo de ladrones a los que nadie les pide cuentas. Esto es vergonzoso. Con cualquier libro de Alfredo Grimaldos (La lideresa, Zaplana. El brazo incorrupto del PP, La sombra de Franco en la Transición) se te pone la carne de gallina del asco, de ver un país de ladrones y cabrones que pueden hacer lo que les da la gana. No ha habido ni hay nadie a la izquierda que represente al pueblo.
¿Ni IU, cree usted?
No, no, no. Vamos a ver...
¿Ningún partido?
Yo estaba en el Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) y antes, en el PCE. Soy fundador de la Plataforma de Ciudadanos por la República y, hasta ahora, he estado en Corriente Roja, una organización de lucha. Pero en la izquierda no ha habido, y yo le doy la razón a todos los jóvenes, más que personalismos y mierda, en vez de crear esto: una unidad de la izquierda, un frente de izquierdas o un frente popular, lo que sea, contra... Es que son verdaderos criminales. Y que vayan corrompiendo la seguridad social... Esto no tiene nombre.
¿Cómo cree que debería actuar el 15-M para materializar sus reivindicaciones?
A partir de ahora, son ellos. Yo he venido a aprender y he aprendido que lo que no hicimos nosotros –que hubiese sido la historia mucho más fácil para Europa y para el mundo–, lo han hecho ellos. Ni más ni menos. Han dicho "basta" y, a partir de ello, tienen 20.000 propuestas, y las van a exigir. Los pueblos y los barrios están en marcha. En mi barrio nos reunimos 500 personas el sábado. Y el sábado seremos 600, porque para eso me encargo yo de pinchar todo lo que haga falta.
¿En qué barrio vive usted?
En San Blas, aunque nací en un pueblo de Madrid, Olmeda de las Fuentes –que entonces se llamaba Olmeda de la Cebolla–, pero llevo 66 años aquí.
¿Cómo comenzó su militancia política?
Cuando empecé a llevar a mis hijos al colegio, vi que este país era una mierda. Dar dinero a los concertados era tapar el crimen de dar dinero a los que tenían. Eso no puede ser.
Durante la dictadura, ¿cómo se las arregló?
Mis treinta primeros años fueron de ignorante total. Como vive la gente. Y se vive muy a gusto, sin saber nada ni preocuparte de nada. Cuando llevé mis hijos al colegio, gracias a unos profesores jóvenes, como estos, empecé a ser otra persona. Y te digo dos cosas más, y eso ya te va a decir todo: me he dado de baja en Alcalá de Henares de esa ignominia que es la religión católica, apostólica y romana.
¿Ha apostatado?
No he apostatado, me he dado de baja. A partir de ahora, algún día, los cientos y miles que somos tenemos que decir aquí que no hay derecho a que paguemos todavía de los fondos dinero para esa iglesia temeraria que fundó la Inquisición y no la ha dejado. Con todos los miles de millones que tienen y con los que tienen los santos pueden remediar todas las situaciones del mundo.
¿Los santos o Losantos?
No, no, no. Me refiero a esa religión que tiene fondos de dinero y fondos de tesoros que son inmensos e incalculables.