Los procesos de desarrollo capitalista de la economía china (1980) - Tomor Cerova
Tomor Cerova; Los procesos de desarrollo capitalista de la economía china; 1980En lo económico, como en todos los otros campos, los revisionistas chinos se ha movido desde hace muchos años desde puntos de vistas reformistas, revisionistas y oportunistas, y la aplicación de las mismas prácticas que fueran inventadas por ellos o tomadas de los viejos enemigos burgueses y revisionistas, están en abierta contradicción con las enseñanzas del marxismo-leninismo, la experiencia de la Gran Revolución Socialista de Octubre y la práctica concisa de la construcción socialista.
Con el fin de transformar a China en una superpotencia, los jefes del revisionismo chino se basan en sus fórmulas políticas y económicas pragmáticas y profundamente antisocialistas, las cuales han trabajado y continuarán sosteniendo de forma persistente. En la actualidad, esta política se centra en torno a las «cuatro modernizaciones», que en el campo de la economía tienen como objetivo acometer la puesta en práctica de una serie de reformas para poner la economía china definitivamente en los rieles de la economía de mercado, para abrir las puertas al capital imperialista.
Los revisionistas chinos han puesto su economía en el camino del desarrollo capitalista y esto se evidencia cada vez más con cada día que pasa. Su propaganda ahora muestra tranquilamente una publicidad de puntos de vista burgueses y revisionistas. Afirman que los conceptos; «economía planificada y la economía de mercado, no se contradicen el uno al otro», que «la ley del valor se debe utilizar como un regulador, ya que está por encima de todas las otras leyes económicas», que «la producción debe cambiar con el ritmo que marca el mercado», que «la distribución unificada de los medios de producción y la compra unificada de bienes de consumo por parte del Estado no son buenos», etc. Sobre esta base, las empresas chinas ya han dado el derecho de hacer contactos directos con los monopolios extranjeros y mantener y compartir, como ya hace el modelo yugoslavo, parte de los beneficios [1]. La mayoría de las ventajosas condiciones han sido y están siendo creadas para la ulterior entrada de capital monopolista extranjero en China, ejemplo concreto de ello, es la reciente sesión de la Asamblea Nacional de China donde se aprobó una nueva ley que entró inmediatamente en vigor, en virtud de la cual se alienta a las inversiones de capital extranjero en China y protege los derechos de los inversionistas extranjeros. Esta ley permite la creación de las llamadas «empresas conjuntas» que une el capital extranjero y chino en diversas ramas de la economía donde se garantiza a los inversionistas extranjeros no sólo el derecho de participación en las ganancias de acuerdo a la cantidad de capital invertido, así como el derecho de aprovechar la ganancias obtenidas fuera de China; sino que incluso les concede el privilegio de estar exentos del pago de impuestos sobre los beneficios. También de acuerdo con la ley anterior, los inversionistas extranjeros también tendrán el derecho de nombrar a los directores y vicedirectores de las «empresas conjuntas», a través del cual podrán dictar tanto los planes de producción y venta, así como la contratación o el despido de los trabajadores y el nivel de sus salarios. Por lo tanto, la disposición de los círculos de negocios del mundo capitalista a expresar su entusiasmo por esta nueva ley de los revisionistas chinos no se ha hecho esperar, todos ellos han declarando que esta medida era «muy liberal» y que «sería seguida por una afluencia de empresarios extranjeros deseosos de invertir en este país» [2].
Estos puntos de vista y prácticas antimarxistas no son ni aberración ocasional de los revisionistas chinos ni algo separado de toda la política y la ideología que han estado siguiendo y aplicando. Sin embargo, es bueno para nosotros que se muestren tan descarados en sus acciones, ya que en este sentido se exponen más fácilmente ante los pueblos y muestra sin trampa todo el proceso de la economía china que rueda por el camino del capitalismo.
En esencia, todos los procesos y todas las metamorfosis que la economía china ha experimentado en su camino de desarrollo capitalista muestra que tanto en la teoría como en la práctica, los revisionistas chinos se han escudado bajo las conocidas tesis oportunistas para oponerse a las tesis marxista-leninistas: han preferido siempre; «la integración gradual de la economía capitalista en la economía socialista», negación del principio de la absoluta necesidad de la «expropiación de la burguesía por el proletariado y la socialización de los medios de producción», han dejado paso a las leyes capitalistas de espontaneidad, anarquía y competencia capitalista disfrazadas bajo el lema de «el desarrollo de la economía a pasos», ignorando la «ley del desarrollo armónico proporcional de la economía», se han precipitado y han introducido la tesis revisionista sobre la «ventaja de los créditos, los préstamos y la tecnología avanzada» abriendo paso a los grandes monopolios de los países capitalistas desarrollados, sin prestar atención «al principio socialista de la autosuficiencia», etc. De esta manera, como el camarada Enver Hoxha señaló, nunca los revisionistas chinos, en ningún momento histórico, pusieron su economía en el camino del desarrollo socialista. El ruido que han hecho y continúan haciendo acerca de los «grandes» resultados que alegan que han logrado en el campo de la construcción del socialismo no es otra cosa sino que forma parte de su propaganda astuta para hacerse pasar por revolucionarios a fin de implantar de modo más sencillo su pérfido trabajo, obra que siempre va e irá en detrimento de los intereses vitales del proletariado y las masas trabajadoras de China, como los celosos servidores de la burguesía capitalista que son.
El «pensamiento Mao Zedong» ha sido y sigue siendo la base ideológica de la metamorfosis capitalistas en la economía chinaLa política económica seguida por los revisionistas chinos siempre se ha basado en el «pensamiento Mao Zedong» [3], que, como el camarada Enver Hoxha concluyó, no es más que:
«Una amalgama de concepciones que mezcla ideas y tesis tomadas de prestado del marxismo con otros principias filosóficos, idealistas, pragmáticos y revisionistas». (1) (Enver Hoxha, Imperialismo y revolución, 1978)Un lugar importante en el «pensamiento Mao Zedong» está ocupado por las distorsiones revisionistas de una serie de problemas fundamentales del marxismo-leninismo relacionados con la economía. Partiendo de la idea de Mao Zedong de que el desarrollo del capitalismo va supuestamente en interés de la gente, que las contradicciones entre la clase obrera y la gran burguesía en las condiciones chinas son supuestamente contradicciones «entre el seno del pueblo» y alegando que por tanto dichas contradicciones deben de ser resueltas a través de los métodos democráticos, se han promulgado, y continúa la promulgación de numerosos decretos y leyes que no afectan a los intereses de la gran burguesía, los kulaks y los monopolios extranjeros, lo que hace y seguirá haciendo muchas concesiones a estas fuerzas en detrimento de los intereses de las masas trabajadoras [4].
Lo cierto es que en China, pasó un tiempo considerablemente antes de que la reforma agraria se llevara a cabo –durante 1950 a 1952–, un número considerable de empresas privadas no fueron nacionalizadas, y las nacionalizaciones que se hicieron después –durante 1954 a 1956– tenían un carácter capitalista [5], ya que se llevaron a cabo a cambio de compensaciones a sus propietarios tomando un cobro que cubría la totalidad del valor de la propiedad. En el ámbito de organización y gestión de la producción, la distribución de los bienes materiales, las inversiones, la utilización de los fondos acumulados, el desarrollo del comercio interior y exterior, se han desarrollado de acuerdo con las formas y maneras antimarxistas del «pensamiento Mao Zedong» que defienden los intereses de la burguesía, que garantizará el desarrollo de la economía en el camino capitalista, estas, se han utilizado y se utilizan todavía. Al mismo tiempo, no muy diferente a los revisionistas de otros países y tiempos, los revisionistas chinos han tratado de ocultar sus acciones traicioneras, con frases revolucionarias y los presentan como la aplicación creadora del marxismo-leninismo en las condiciones de China.
Cuando Mao Zedong aún no había llegado a la cabeza del Partido Comunista de China, fue ya por entonces autor de muchas formulaciones revisionistas, unas tesis y consignas que abogaban por la conciliación de los intereses de la clase obrera y el campesinado trabajador, con sus contrarios de clase, con los intereses de los terratenientes, kulaks y la burguesía [6]:
«Nuestra política actual es una doble política que combina la alianza y la lucha. En el terreno laboral, esta política consiste en mejorar adecuadamente las condiciones de vida de los obreros y, al mismo tiempo, no obstaculizar el desarrollo apropiado de la economía capitalista. En el problema agrario, consiste en exigir a los terratenientes la reducción de los arriendos y los intereses y, al mismo tiempo, estipular el pago por los campesinos de esos arriendos e intereses reducidos». (2) (Mao Zedong, Prefacio y epílogo a las investigaciones rurales, 1941)En 1934 apuntó:
«En lo que respecta al sector privado, en lugar de ponerle obstáculos, lo promoveremos y estimularemos a menos que viole los límites legales fijados por nuestro gobierno, pues actualmente su desarrollo es necesario para los intereses del Estado y del pueblo. Huelga decir que este sector tiene ahora una absoluta preponderancia y continuará ocupando indudablemente una posición predominante durante un tiempo bastante largo». (3) (Mao Zedong, Sobre nuestra política, 1934)Y planteando esta cuestión, se hizo hincapié en que:
«La legislación del trabajo de la república popular protegerá los intereses de los obreros, pero no se opondrá a que los capitalistas nacionales obtengan beneficios ni a que desarrollen sus empresas industriales y comerciales, porque ese desarrollo será desfavorable al imperialismo y provechoso para el pueblo chino. Queda así claro que la república popular representará los intereses de todas las capas del pueblo, que se oponen al imperialismo y a las fuerzas feudales. El gobierno de la república popular estará integrado principalmente por la clase obrera y el campesinado y también incluirá a las demás clases que se opongan al imperialismo y a las fuerzas feudales». (4) (Mao Zedong, Sobre la táctica de la lucha contra el imperialismo japonés, 1937)Aceptar que el desarrollo de la economía capitalista promueve los intereses del pueblo significa renunciar al camino revolucionario para convertirse en siervo y defensor de la gran burguesía, en alguien que trabaja para la perpetuación de la explotación capitalista de las masas trabajadoras.
Después de la proclamación de la República Popular China en octubre de 1949, los revisionistas chinos con Mao Zedong a la cabeza, llevaron su antimarxismo de la teoría a la práctica, esta vez bajo un gobierno. Sin embargo, las condiciones internas y externas que existían en ese momento los obligaron a cumplir algunas de las promesas que habían hecho a las masas trabajadoras durante la guerra civil, aunque incluso éstas no fueran más allá de las tareas de la revolución democrático-burguesa. Estas medidas fueron recibidas con alegría por las personas que trabajaban en China y también fueron aclamadas por las fuerzas revolucionarias del mundo. Pero, como su actividad posterior demostró, los revisionistas chinos no tenían la intención de profundizar más para encausar la economía china en el camino del desarrollo socialista [7]. Después de la muerte de Stalin y la llegada del revisionismo jruschovista al poder, en particular, Mao Zedong y sus colaboradores no sólo apoyaron el curso revisionista en la Unión Soviética y los demás países, sino que al mismo tiempo, lo institucionalizaron sin retorno en sus documentos y proliferaron de modo más abierto sus tesis antimarxistas sobre; la desaparición de la lucha de clases, la integración del capitalismo en socialismo, la definición del capitalismo de Estado como una forma de construcción del socialismo etc [8]. Estas tesis antimarxistas que ya forman parte del «pensamiento Mao Zedong» subyacen en las acciones prácticas en el campo de la economía. Es obvio por ello que la economía china se ha desarrollado y sigue desarrollándose en el camino capitalista, porque se sabe que sin el liderazgo del partido marxista-leninista, sin establecer la dictadura del proletariado, sin librar una lucha de clases severa, sin implantar medidas que afecten a los intereses económicos de la burguesía, las relaciones socialistas de producción no puede ser establecidas y desarrolladas.
Los revisionistas chinos siguen en calidad de lacayos internacionales de la gran burguesía perjudicando internacionalmente las aspiraciones del proletariado, por otro lado, no han dejado nunca de hacer un gran ruido acerca de su construcción del socialismo en las condiciones y con las peculiaridades de China. Ellos distorsionan las enseñanzas del marxismo-leninismo de la manera más despreciable. Así, por ejemplo, en sus esfuerzos para presentar el capitalismo de Estado o el capitalismo estatal-privado como una forma socialista de la economía, tratan de justificarlo relacionándolo con la política de la NEP de tiempos de Lenin [9]. Pero es de saber común que la NEP se implementó como una medida temporal en la Unión Soviética, y de igual modo como todos los revisionistas que hablan de esta época, callan sobre el período extremadamente corto de este retiro y las lecciones que se extrajeron de ella, dejan de mencionar a toda la experiencia de la Revolución Socialista de Octubre, por ello jamás les veremos hablar en la dirección de la socialización de los medios de producción sin compensación, de la instauración de la dictadura de del proletariado contra las clases explotadoras, el desarrollo planificado de la economía de acuerdo con las directrices establecidas por un partido marxista-leninista y todo lo que sigue.
Es sabido que Marx, Engels, Lenin y Stalin dieron al proletariado y a las masas oprimidas el socialismo científico, que descubrieron las leyes generales de la construcción del socialismo como pueden ser; la necesidad de la realización de la revolución a través del uso de la violencia, el establecimiento y el fortalecimiento incesante de la dictadura del proletariado, la socialización de los medios de producción, el fortalecimiento del papel dirigente del partido marxista-leninista, etc. Ellos han argumentado que la lucha de clases y la revolución proletaria no son fines, sino que a través de ellos se logrará la emancipación de la las clases oprimidas y se realizará las condiciones para su desarrollo general y la elevación de su nivel de vida y el bienestar general, de ahí son creados.. Sin embargo, en contra de estas enseñanzas, los revisionistas chinos han ido tan lejos como para declarar que en la teoría de Marx no se definen los caminos de la construcción del socialismo y el comunismo y que supuestamente, los chinos sí han descubierto tal camino y saben definirlo [10]. El periódico Guanmin Zhibao de 29 de enero de 1959 afirmaba que:
«Marx, Engels y Lenin no han indicado las formas de transición, hemos encontrado la mejor forma de organización de la construcción del socialismo y la transición gradual hacia el comunismo». (5) (Diario Guanmin Zhibao de 29 de enero de 1959)Los sofismas y las formulaciones eclécticas y pragmáticas, la plataforma ideológica antisocialista, así como las posturas pro burguesía y pro imperialistas que los revisionistas chinos siempre han expresado están en la base de todas sus acciones en el campo de la economía. Esto ha causado un grave daño para China, ha creado un panorama sombrío para ella.
Algunas de las principales vías del desarrollo capitalista de la industria y la agricultura chinaEl curso revisionista de la dirección china que se materializa en la economía data de una larga utilización de varias maneras y formas capitalistas. Así, con la propiedad confiscada a los principales criminales de guerra y a las empresas nacionalizadas que pertenecieron a los monopolios de la coalición fascista, así como del capital que perteneció a los aparatos burocráticos, ya en 1949, el sector estatal de la economía se empezó a desarrollar con el PCCh en el gobierno. Sin embargo, nunca este sector asumió características socialistas, porque, si bien los medios de producción de este sector eran proclamados propiedad del Estado, la distribución de los bienes aún quedaba en manos de los capitalistas que, a través de comisiones comerciales manejaban la venta de bienes producidos en el sector estatal, y a cambio de esto disfrutaban del derecho de apropiarse de los beneficios que se creaban a través del diferencial entre los precios al por mayor y al por menor. Por ejemplo, en 1957 la Empresa Estatal Tianmen de Carbón vendió su producción a través de 1.400 unidades privadas, que en virtud de los contratos, tuvieron un 15% de los ingresos de la venta; las empresas de aceites y petróleo realizaron sus ventas a través de 1.200 unidades privadas, que tenía el derecho de compartir 14-16% de los ingresos. Los viejos y nuevos elementos capitalistas, que eran y son los verdaderos señores en el campo de la distribución de los productos del sector estatal, no sólo cumplieron con sus propias necesidades y las de las empresas privadas, sino que a través de sus transacciones de mercado, también participaron directamente en la explotación de la clase obrera que trabaja en el sector estatal. De esta manera, en lugar de desarrollar un sector socialista de la economía, desde los primeros años de su existencia, el sector estatal de la producción se desarrolló como un sector capitalista.
Acerca de las otras empresas capitalistas, los revisionistas chinos declararon que después de estudiar la situación, se tomarían medidas para transformarlas en propiedad socialista. Pero esto sigue siendo una promesa, ya que las medidas que se tomaron después no afectaron en lo más mínimo el modo capitalista de producción y distribución. Desde 1949 a 1951 se crearon comisiones para el registro de los bienes de los capitalistas, terratenientes y kulaks, estas comisiones empezaron a operar en China.. Lo llamativo era que los representantes de las empresas estaban participando en estas comisiones [11]. Esta fue la primera concesión de muchas siguientes. La tarea de estas comisiones fue evaluar los activos para estudiar la situación de las transacciones financieras, para registrar la propiedad de las empresas capitalistas y el capital invertido por cada capitalista en las empresas de los accionistas. Esta medida estaba destinada a crear la ilusión entre el pueblo chino trabajador de que los nuevos gobernantes se preparaban para las medidas revolucionarias, que se nacionalizaría los medios de producción en la ciudad y el campo. Pero en realidad nada de eso sucedió. Aunque las autoridades chinas declararon que el capital privado se estimó en 3 mil 800 millones de yuanes, sin embargo el Estado, teniendo en cuenta el «patriótico» carácter de la gran burguesía china y con el deseo de fortalecer la «unidad» dijo que no nacionalizaría el activo inmediatamente al menos hasta dentro de 20 años, pagándolos el 5 por ciento anual del valor de su capital. (6) (Las transformaciones socialistas de industria y comercio capitalistas en China, 1962)
Tanto la burguesía china como la burguesía internacional gozaron de este soporte.
Para lograr la llamada «integración de la economía capitalista en el socialismo», los revisionistas chinos utilizan algunas formas que en su contenido, aseguraron el camino del desarrollo capitalista de la economía. Algunas empresas de la industria pesada, de transporte ferroviario y marítimo fueron compradas por el Estado mediante una cuantiosa compensación inmediata, pero además, sus propietarios se mantuvieron como los directores, teniendo bajo su bolsillo unos salarios altísimos. Los ingresos obtenidos por la venta de estas empresas fueron depositados por los capitalistas chinos en el Banco Nacional de China, que comenzó inmediatamente a pagar una tasa de interés igual a la ganancia media de cuando las empresas eran completamente suyas, a esto debemos añadirle el hecho de que los capitalistas chinos estuvieron recibiendo su alto salario dentro la propia empresa. De esta manera, la promesa de la nacionalización de los medios de producción fue parcialmente, sólo formalmente con razón demagógica, y por tanto, manteniéndose las relaciones de explotación, sólo que la explotación de las masas trabajadoras por la burguesía se logró a través del capital financiero.
Los revisionistas chinos también se asociaron con los capitalistas y fueron cómplices de su explotación mediante la inversión de fondos del Estado en las empresas capitalistas, o la creación de nuevas empresas con fondos conjuntos del Estado y del capital de los propios capitalistas, en cualquier de las dos categorías de empresas, a los capitalistas se le reconocía y se le sigue reconociendo el derecho de compartir los beneficios con el Estado en la medida del capital invertido, de permanecer en los puestos más importantes de la empresa que ya tenían y de recibir salarios de dos a cinco veces superiores a las de los funcionarios estatales que operan por igual trabajo. A partir de esta práctica, hasta 1970 la gran burguesía china obtuvo un beneficio de 6 mil 150 millones de yuanes –2 mil 350 millones de yuanes más que su capital estimado en los primeros años después de la liberación–, de los cuales 2 mil 800 millones de yuanes son de la distribución de las ganancias y el resto de los bonos, a partir de la tasa de interés del 5% en las empresas «nacionalizadas» y los salarios altos. Este proceso continúa hasta el día de hoy. Como los mismos jefes revisionistas han admitido, en esta práctica también se incluyen los capitalistas chinos que han asumido la ciudadanía estadounidense, la mayoría de los cuales han emigrado por los crímenes que han cometido contra el pueblo chino y su estrecha colaboración con el gobierno de Chiang Kai-shek (7) (Diario Wenhuibau, mayo de 1968)
Muchas otras empresas capitalistas existentes fueron dejadas bajo total libertad para llevar a cabo su actividad, habiendo pues, un gran número de empresas capitalistas. En 1952, en comparación con 1949, su número en el sector privado de la industria creció un 1,4% y en el comercio un 7%.
Estos datos demuestran el hecho de que el sector capitalista, tanto en la industria y el comercio, no sólo no se limitó, sino que por el contrario, se crearon las condiciones para que pudiera seguir desarrollándose a un ritmo acelerado. También está el hecho de que los impuestos sobre la renta eran bajos y el sector privado fue asistido por el Estado a través de pedidos, materias primas, medios de transporte y créditos bancarios, o a través de las asociaciones recientemente comentadas.
Bajo el lema de que era necesario promover la «valiosa iniciativa privada», los revisionistas chinos animaron a los comerciantes y otros elementos empeñados en enriquecerse mediante la creación de empresas para la producción de bienes de consumo generales, piezas de repuesto y herramientas. Oficialmente, estas empresas fueron llamadas los colectivos de artesanos. Compraron los medios de trabajo de los propietarios privados con dinero en efectivo de los recursos financieros creados a través de la contribución de sus nuevos participantes. El Estado no ejerce ningún control sobre ellos. Surtidos de producción, régimen de trabajo, precios, mercados de venta, las fuentes de materias primas y los salarios fueron estableciendo los primeros grupos de estos colectivos. Los ingresos de la venta de los bienes eran en su mayoría apropiados por los nuevos propietarios, ya que se compartieron no sólo de acuerdo con el trabajo realizado, sino también en función de las contribuciones de cada uno en el fondo común, y era muy natural beneficiarse de dicha política si tú eras un capitalista que recién habías entrado poniendo gran parte de capital en el fondo común. Los chinos dan publicidad a la creación de estas empresas capitalistas como una aplicación del principio de la autosuficiencia y un medio para reducir el desempleo, mientras que en realidad estas empresas fueron utilizadas para ayudar a los elementos capitalistas arruinados por la competencia, así como para aumentar los ingresos de la nueva burguesía que aquí vuelve a estar libre de impuestos.
Cuando la República Popular de China fue proclamada, había un banco comercial con 50.000 empleados, así como 900 bancos privados. El control del Estado se estableció en el conocido como Banco Nacional, pero los intereses de sus accionistas no se vieron afectados, mientras que los otros bancos privados perdieron el derecho de exportación de capital extranjero, pero fueron dejados en libertad hasta el punto de poder conceder créditos a los elementos capitalistas. Después de 9 años, el Banco Nacional «absorbe» la actividad de los bancos privados, pero no tocan los intereses de sus accionistas. Se les reconoce el derecho de compensación con una tasa de interés del 5%, así como el pago de los intereses bancarios. Y dicho banco siguió concediendo créditos a las empresas privadas y protegiéndolos en caso de quiebra. (
(Chen Lin Nan y Lei, La circulación monetaria en la República Popular China 1959)
Tanto cuando llegó al poder el revisionismo chino, como después, los revisionistas chinos no han llevado a cabo jamás la nacionalización de las empresas y capitales que pertenecen a los monopolios y empresas de los países capitalistas como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y otros, empresas, las cuales llevaban a cabo su actividad en China sin preocuparle a su dirigencia lo más mínimo. Se justifica esto con su supuesto deseo de preservar la «amistad» con los antiguos países de la coalición antifascista. Esta posición demuestra que los revisionistas chinos han estado trabajando durante mucho tiempo para mantener buenas relaciones con los grandes monopolios imperialistas y los Estados imperialistas poderosos. Sospechamos que querían utilizar estas empresas como ejemplos del modo de producción capitalista y como base de la construcción de sus vínculos con los grandes monopolios capitalistas en un futuro que ahora ha llegado a su cenit.
La creación de nuevas empresas de propiedad compartida por el Estado y los capitalistas, la participación del Estado en las empresas existentes con inversiones capitalistas, y la presentación de estas empresas como un sector socialista, era una distorsión flagrante de las enseñanzas del marxismo-leninismo, lo que condujo –como no podía ser de otra modo– a la consolidación de la propiedad privada en diversas formas. En la actualidad, tres formas de propiedad capitalista prevalecen en la industria, el comercio y las otras ramas de la economía china, es decir tenemos: 1. La propiedad capitalista de Estado que es resultado de la propiedad nacionalizada de la burguesía burocrática que derrocaron en 1949, también entra aquí propiedad confiscada a los grandes criminales de guerra y los monopolios de los países de la coalición fascista. 2. La propiedad conjunta estatal y privada capitalista, comprendiendo todas las empresas privadas en las cuales el Estado hace inversiones, las nuevas empresas creadas con inversiones conjuntas por el Estado y los capitalistas, o por la fusión de los grupos de empresas estatales capitalistas con empresas privadas capitalistas. 3. Y junto a ellas allí también existe la propiedad privada sin más.
El tercer tipo de propiedad no tiene nada que ver con el socialismo, pero lo cierto es que pese a las teorizaciones chinas, las dos primeras también mencionadas no tienen nada en común con la propiedad socialista, porque la propiedad privada se conserva en diversas formas en la producción y la circulación, la apropiación individual de la plusvalía y la explotación de los obreros por la burguesía que todavía existen en esas formas de propiedad. Esto está demostrado por el hecho de que sólo en el período 1949-1970 la burguesía china ha obtenido un beneficio de 2 mil 800 millones de yuanes. Se han dado casos de capitalista como Chun Yi-cheng, quien en 1957 tenía un capital de 18 millones de yuanes y tomó un beneficio mensual igual a la suma de los salarios de 1.500 trabajadores chinos. (9) —Este año, este capitalista, encabezó la delegación de los empresarios chinos industriales del GFR—.
En un beneficio general, el promedio ha aumentado constantemente. Por lo tanto, en el período 1951-1955 había crecido hasta el 20-30%, compárese eso con el 13,7%, que era el límite máximo para el período anterior a 1949. (10) (Historia moderna de la industria china, vol. I, 1957)
La dirección revisionista china siempre ha tratado de proteger a la burguesía nacional y velar por el desarrollo capitalista de la economía. Esto ha sido evidente en el campo de la propaganda como en el de la legislación. Esto ha llevado a la expansión real de la propiedad privada, que de otro modo a estas alturas debería haber sido eliminada por completo. Así, en 1955 la propiedad privada en Shanghái se estima en 2 millones de yuanes, frente a 1 mil 700 millones de yuanes en 1950. (11) (Wu Xian-las, Cuestiones sobre la transformación de la industria capitalista y el comercio en la República Popular China, 1960)
No sólo los antiguos capitalistas chinos han acabado obteniendo beneficios económicos a través de los derechos políticos que tanto les gustan, sino que también han sido autorizados a ocupar puestos importantes en la economía, los órganos de poder legislativo y del Estado. Por ejemplo, los viejos elementos capitalistas ocupan el 50% de los escaños del consejo de administración de gerencia de una fábrica de productos lácteos en las afueras de Pekín. Bajo la política de las empresas capitalistas, los precios de las empresas privadas son fijados por el capitalista, con los representantes del Estado, donde los trabajadores tienen derecho a examinar sólo formalmente los precios, devolviendo sus observaciones a los capitalistas que dan su última aprobación. El capitalista tiene el derecho de participar en los beneficios a una cantidad no inferior al 10% y no más del 30%. Esta restricción formal no preocupa en lo más mínimo a los capitalistas chinos, porque el margen de ganancia es muy ventajoso para ellos.
Los revisionistas chinos han creado una serie de otros privilegios y facilidades para la burguesía como clase. Ellos han garantizado el derecho a heredar los medios de producción, depósitos bancarios, donar o transferir los legados a sus herederos o cualquier otra persona de su elección, el derecho de heredar el 5,5% del capital que reciben por sus empresas. Esto ha provocado que el número de capitalistas en China no muera, sino que se haya incrementado con el paso de los años.
En la cuestión de la tierra, también, los revisionistas chinos han seguido el camino de desarrollo capitalista. La reforma agraria se llevó a cabo en el contexto de las medidas adoptadas durante la revolución democrático-burguesa. Sin embargo, aparte de las debilidades inherentes de la ley sobre la reforma agraria, también se publicaron una serie de directrices con el objetivo de defender los intereses de los terratenientes y los kulaks, De esta manera, la reforma agraria se llevó a cabo en contra de las enseñanzas del marxismo-leninismo. La ley sobre la reforma agraria defendió abiertamente la propiedad capitalista en el campo. El artículo 6 de la ley sobre la reforma agraria dice que:
«Toda la tierra que pertenece a los campesinos ricos y que es cultivada por ellos o por medio de mano de obra contratada, así como cualquier otra propiedad de los campesinos ricos está protegida por la ley y es inviolable. Esta es la única manera de defender la economía de los campesinos ricos, todas las parcelas no muy grandes de tierra que los campesinos ricos han alquilado a otros campesinos, están protegidas y son inviolables». (12) (Reforma Agraria china, 1950)Al igual que en la industria, también en la agricultura, la tierra se estima en un precio garantizado de 240 yuanes por Mu –1/5 hectáreas–. Animados por la promesa que los terrenos comprados a los terratenientes y kulaks permanecerían al comprador –que en este caso no tenían tierras o escasas–, miles de campesinos medios y pobres se precipitaron para comprar los terrenos más fértiles de los terratenientes y kulaks lo que les acabaría generando una pesada deuda. Estos precios sobre la tierra acabaron acercándose a los casi 5.000 yuans por Mu. En cuanto a las parcelas de tierra que no se vendieron sino que se distribuyeron a los campesinos en virtud de la ley sobre la reforma agraria, los terratenientes y kulaks tenían derecho a una tasa anual del 5% de la indemnización por el valor total de la parcela. De esta manera, la reforma agraria se llevó a cabo a través de la compensación, aunque de manera encubierta e indirecta, no por los campesinos, sino por el Estado, que cubrió este gasto a través de la aplicación de un sistema de altos impuestos sobre la tierra, ingresos, y demás, precisamente a los campesinos que habían comprado las tierras.
Del mismo modo, hasta el año 1952 se permitió la compra y venta de la tierra, y hasta 1958 los ingresos de los colectivos agrícolas se distribuyeron de acuerdo tanto con la cantidad de trabajo realizado como con la superficie de la tierra y otras herramientas agrícolas aportados en la granja colectivizada por cada uno de sus miembros. Las formas de desarrollo capitalista son evidentes en la agricultura china, incluso después de la creación de las comunas populares. Continuando con este camino, y siempre bajo la consigna de fomentar la iniciativa privada, los revisionistas chinos han permitido pagar grandes incentivos por el trabajo a destajo, el miembro de la comuna puede participar en actividades de producción y el comercio por su cuenta después de trabajar un número de días dados en la comuna, y, además, con el fin de crear las condiciones necesarias para que él haga esto, la parcela personal ha sido aumentada en extensión.
La propaganda revisionista china ha hecho esfuerzos, sin un ápice de vergüenza, para intentar presentar al mundo que a la burguesía china supuestamente no habría hecho riqueza a través de la explotación de los demás, sino a través de su propia frugalidad, y que encima habría aceptado «el camino de la construcción del socialismo» después de la labor educativa que se ha hecho con ella. «Bajo celebraciones con fuegos artificiales, tambores, canciones y baile», la propaganda china se jactó en 1951 de que:
«La burguesía china se está poniendo bajo el camino del socialismo. Hemos sido generosos con los elementos burgueses, lo que ha ayudado a los que querían ser reeducados. No los despojamos de sus derechos civiles, sino que hemos garantizado sus puestos de trabajo y su nivel de vida». (13) (Chou En-lai, Informe sobre la actividad del gobierno en la primera sesión de la segunda legislatura, 1951)
En 1964, uno de los jefes revisionistas de la época, admitió que «la burguesía china va con el partido, hace la revolución, construye el socialismo. Se trata de la burguesía más maravillosa del mundo».
Los revisionistas chinos han mantenido un estrecho contacto con los capitalistas chinos en el extranjero. Implementando la práctica de Mao Zedong sobre el supuesto espíritu patriótico de la gran burguesía, el gobierno pidió reiteradamente a los capitalistas chinos en los diferentes países del mundo que empezaran a transferir parte de su capital a los bancos estatales chinos, que no se preocuparan, ¡que por supuesto se les garantizará una alta tasa de interés y la devolución del capital cada vez que así lo deseen! Y, de esta manera, bajo el pretexto de origen chino, no sólo el capital de los emigrantes chinos capitalistas, sino también la capital de los monopolios de los países capitalistas desarrollados fluye, ahora por China. Este capital creció de año en año hasta que, al final, tomó la forma de créditos y préstamos abiertos.
Con el fin de fortalecer sus vínculos con los emigrados capitalistas y los monopolios de los países capitalistas, y siempre en directo interés para los dirigentes revisionistas chinos, varias compañías capitalistas han existido, y fueron creadas mucho antes de que se crearan las tan famosas empresas de hoy día en Hong Kong, un ejemplo de este tipo de empresas es la Corporación China de Ultramar entre otras. Estas empresas hacen frente a la venta de acciones para los emigrantes chinos y otros extranjeros; mediante la acumulación de dinero, la inversión de capital y de su administración dentro la China continental. Los ingresos por estas operaciones se utilizan para configurar otras empresas en China. Además, una serie de privilegios se han creado para los emigrantes chinos capitalistas y de sus familiares en China. Se les da la tierra para hacer las inversiones y la explotación por un período de 20-50 años, se les da una tasa de interés del 8% sobre el capital invertido en China, se les permite construir llamativas villas privadas, clubes y escuelas especiales para sus hijos etc. De esta manera, desde 1964 el ingreso de divisas de los emigrantes capitalistas no es inferior a 200 millones de dólares al año. (14) (A partir de datos de la revista South China Morning Post, 29 de octubre de 1966)
Desde la apertura del comercio capitalista y las actividades bancarias en Hong Kong, los revisionistas chinos han obtenido un beneficio neto de alrededor de 27 mil millones de dólares en 1967 a través de sus bancos, empresas comerciales, cines y teatros, estudios cinematográficos, venta de agua, sin mencionar los beneficios procedentes del tráfico de drogas. (15) (Neue Züricher Zeitung, 3 de julio de 1967)
La colaboración de los revisionistas chinos con emigrantes capitalistas, así como el fortalecimiento de estos vínculos, se hace sentir no sólo en el campo económico, sino también en los ámbitos políticos, ideológicos, sociales y culturales.
Contrariamente a las enseñanzas de los clásicos del marxismo-leninismo que abogan por la necesidad de un desarrollo planificado y centralizado de las actividades económicas, los revisionistas chinos se han saltado esta ley en la construcción del socialismo, aunque ya en 1953 redactaron su Primer Plan Quinquenal, los revisionistas chinos han utilizado diversas formas y medios para alentar las especulaciones, la competencia, la anarquía típicas del mercado capitalista. Ya en 1956 Mao Zedong avanzó el lema: «hay que tirar hacia abajo los límites del plan». Él se opuso a la ley sobre el desarrollo armonioso de la economía, así como a las pautas de planificación y centralización que deben tener una economía socialista, y lo hizo mediante su llamado método de desarrollo de la economía a través de saltos. Si nos remontamos a las experiencias del propio Lenin en la batalla contra las desviaciones en la economía, vemos un capítulo similar en su lucha contra las opiniones de Trotsky sobre el desarrollo a través de saltos, por esa época Trotsky destacó que el salto es una prioridad, pero Lenin sentenció que todo lo no previsto en la prioridad de los planes de desarrollo de la economía no es otra cosa que la espontaneidad, un fenómeno característico de la economía capitalista.
Las relaciones capitalistas de producción, no sólo hacen imposible que la economía china se desarrolle de acuerdo al plan, sino que también evitan una gestión centralizada, algo a lo que también acabaron cediendo muy pronto los revisionistas chinos. En 1970 alrededor del 80% de las empresas industriales pertenecientes al sector estatal de la economía, y muchas empresas privadas del Estado fueron transferidas a los órganos locales. Esta descentralización animó a los directores de las empresas a desviar la producción, las inversiones, la estructura de costos y precios de su destino final. En estas condiciones la espontaneidad, el anhelo de conseguir ganancias y la competencia floreció, y por supuesto, a consecuencia de todo ello, las tendencias hacia la autogestión también se desarrollaron. Al igual que Mao Zedong en su día [12], el jefe de los revisionistas chinos Hua Kuo-feng, expresó su abierta admiración por el sistema capitalista de «autogestión» durante su visita en Yugoslavia el año pasado. Y ahora parece ser que la tendencia capitalista de la «autogestión» quiere ser más extensamente llevada a cabo en China. En el nombre de «las cuatro modernizaciones», se han creado «comités de producción», «comités de trabajadores», y otros organismos de este tipo que apoyaran en la economía esta tendencia existente, y que empezaran a asimilar aún mejor los métodos de «autogestión» de las empresas de Yugoslavia.
La descentralización se convirtió por tanto, en motivo de creación de decenas de miles de pequeñas empresas capitalistas, las cuales se han convertido en una fuente de inflamación de la clase burguesa con sus nuevos elementos respectivos, que no desean otra cosa que eliminar la supervisión sobre la producción y distribución. Las especulaciones y otras actividades ilegales han asumido una amplia extensión, y los casos de abuso y el robo de materias primas, repuestos, etc., se han incrementado.