UyL escribió:¿Me preguntás a mi?
A quien quiera responder
UyL escribió:¿Me preguntás a mi?
relojandante escribió:UyL escribió:Hay de todo por acá.
Los ingleses tienen un peso muy grande en petróleo y gas (BP y Shell), el HSBC es uno de los grupos financieros más importantes, también están Unilever y Nobleza Piccardo, participan de varias de las explotaciones mineras más grandes...
Osea está bien que nacionalicen IPF, pero ¿lo suyo no sería hacerlo con los compañías de RU? No lo entiendo
ULTRAIZQUIERDISTAS - ULTRACIPAYOS
“Razón y Revolución” junto a los kelpers y contra Argentina
GUSTAVO CANGIANO Socialismo Latinoamericano
“Razón y Revolución” (RyR) es el nombre de un grupo de estudiantes y docentes de la UBA para quienes el gran problema que tiene el Partido Obrero (en cuya órbita giran) no es el exceso de cipayismo (es decir, incomprensión de la cuestión nacional argentina y latinoamericana) sino un déficit de izquierdismo.
En consecuencia, lo que RyR reprocha al PO no es, por ejemplo, que haya condenado la recuperación de las Malvinas cuando ésta se produjo, en abril de 1982, sino que la haya apoyado en forma oportunista un poco más tarde, al advertir que las grandes mayorías populares la apoyaban. Y la crítica de RyR al PO se extiende a todas las organizaciones de la izquierda argentina que hace 30 años llamaron a enfrentar al imperialismo británico: según RyR hubiera correspondido condenar la “invasión” argentina y trabajar en favor de la victoria de las fuerzas británicas.
Esta postura ultraizquierdista y ultradesmalvinizadora de RyR está expuesta con toda claridad en un libro que acaban de editar: La izquierda y la Guerra de Malvinas. Reúne textos de Adolfo Gilly, Alan Woods y Alberto Bonnet, añadiéndoles una introducción de Fabián Harari. El libro pone de manifiesto que la ofensiva desmalvinizadora desatada por el imperialismo admite socios muy “marxistas” y hasta muy “trotskistas”, como los autores del libro.
El método antimarxista de la ultraizquierda desmalvinizadora
Marx expresaba metafóricamente que el método correcto para abordar los fenómenos sociales debía consistir en “ir de la tierra al cielo, y no del cielo a la tierra”. Es decir: hay que dar primacía a la realidad objetiva (la materialidad de la tierra) por sobre las ideas o los discursos con los que los individuos revisten esa realidad (el cielo de las ideologías). Pues bien, como veremos a continuación, los “marxistas” de RyR hacen exactamente lo contrario.
Alberto Bonnet escribe: “La Guerra de las Malvinas fue una aventura profundamente reaccionaria (porque) los objetivos de dicha aventura fueron (…) restaurar las condiciones de dominación interna del propio régimen (…). Y el carácter reaccionario de estos objetivos define de manera concluyente la naturaleza de la aventura militar emprendida por la dictadura”. Es decir, según Bonnet, los objetivos perseguidos por Galtieri y cía son los que confieren un determinado carácter (reaccionario en este caso) a la acción político-militar emprendida por ellos.
¡La panzada que Marx y Engels se hubieran hecho con esta parrafada! Supongamos que mañana se descubriera un diario íntimo de Galtieri en el que confesara que su objetivo al “invadir” Malvinas fue desenmascarar ante la opinión pública mundial el carácter rapaz del imperialismo anglo-sajón. ¿Diría entonces Bonnet que el carácter antiimperialista de estos objetivos “define de manera concluyente la naturaleza de la aventura militar emprendida por la dictadura”? Si fuera consecuente con su método, debería decirlo. Porque Bonnet cree que la naturaleza de una medida política deriva de la intencionalidad de quien la ejecuta, y no de su significación objetiva, en tanto vehiculizadora de intereses sociales o generadora de consecuencias precisas.
Pero, además, Bonnet parece creer que Galiteri y sus amigos eran realmente imbéciles. Hasta un niño de pecho advertiría que si la dictadura deseaba fortalecerse congraciándose con el imperialismo, lo último que debía hacer era declararle una guerra a Gran Bretaña. Lo más extraño es que Bonnet parece saberlo, aunque evidentemente se trata de un saber no consciente de sí mismo. Dice Bonnet que el objetivo de la dictadura era asociarse con EEUU en el control del Atlántico Sur, pero “la conformación inmediata de esa alianza, incluyendo como socio principal a una dictadura latinoamericana en crisis y excluyendo violentamente al principal socio norteamericano en Europa era, naturalmente, un proyecto de las fuerzas armadas argentinas que resultaba inviable para Estados Unidos”. Pero esto no es todo. Además de oponerse objetivamente a los intereses de EE.UU., la “invasión” de Malvinas —agrega Bonnet— “fue una aventura impulsada por la propia dictadura a espaldas de los partidos burgueses y, en gran medida, de la propia burguesía”, lo cual habría precipitado el final del “sustento burgués de la dictadura”.
La conclusión es clara: la recuperación de Malvinas decidida por la dictadura, independientemente de cualesquiera hayan sido las intenciones de Galtieri y otros individuos, chocaba objetivamente contra los intereses imperialistas y apuntaba contra los intereses de la burguesía argentina que hasta entonces “había dado sustento a la dictadura”. Increíblemente Bonnet y sus editores de RyR confieren menos importancia a esta contradicción objetiva entre el imperialismo y la burguesía argentina por un lado, y la dictadura por el otro, que a las supuestas intenciones subjetivas de Galtieri y congéneres.
¡Extraño método de análisis el de individuos que presumen de “marxistas”!
Para RyR Argentina no es un país semicolonial y el imperialismo anglo-yanqui no existe
Veamos ahora cuánto más escandalosos que el método de análisis son los planteos teóricos efectuados por RyR y los autores que difunde.
Según Harari, el error de las organizaciones de izquierda que apoyaron la guerra por Malvinas librada contra Gran Bretaña partió de lo siguiente: “Argentina ha completado sus tareas nacionales y no tiene ninguna cuestión democrático burguesa por resolver. Entonces, la Argentina no es un país colonial o semicolonial (si existiese algo así). Hasta que la izquierda no modifique este punto de su programa, va a seguir enlazada, de una forma u otra, a la ideología burguesa”. Para que no haya dudas acerca de su planteo, el autor agrega: se trata de “la necesidad de una revisión profunda del programa trotskista en el cual predomina la hipótesis de que la Argentina es un país ‘semicolonial’, en donde la opresión nacional cumple un papel importante”.
Acá se advierte claramente la naturaleza de las críticas que RyR formula a organizaciones como el PO, PTS, etc. No les critica una inadecuada comprensión de la cuestión nacional, sino que les critica que crean en la existencia de una cuestión nacional sin resolver. Ciertamente, RyR reconoce que el grado de desarrollo capitalista alcanzado por EE.UU. o Gran Bretaña es superior al alcanzado por Argentina, pero se trataría simplemente de un problema de carácter meramente “cuantitativo”, y no de características cualitativamente diferentes y diferenciables en el marco de una estructura capitalista mundializada asimétrica en la que existen lugares “centrales” y lugares “periféricos”, es decir, países imperialistas y países semicoloniales. Para decirlo con las palabras de Bonnet: Argentina sufriría sólo “un atraso relativo respecto de estas potencias”. Es exactamente lo mismo que sostienen desde hace décadas los apologistas liberales del imperialismo. Y es exactamente lo contrario de lo que enseñaron Lenin y Trotsky.
Tras negar la condición semicolonoial de Argentina, RyR y sus autores preferidos nos invitan, consecuentemente, a negar también la existencia del imperialismo: “no puede hablarse de ningún ‘imperialismo anglo-yanqui actuando en el conflicto de Malvinas”, escribe contra toda evidencia Bonnet. Explica el absurdo del siguiente modo: “algunas vertientes de la izquierda argentina identificaron como enemigo al imperialismo anglo-yanqui, y esto merece ser analizado más detenidamente. Ante todo, es necesario advertir el carácter ambiguo de esta categoría, que sugiere una concepción conspirativa en la que grandes potencias imperialistas actúan mancomunadamente en la opresión de países dependientes (…). Yendo a la guerra de Malvinas, específicamente, no operó en el conflicto ningún actor que podamos identificar como ‘imperialismo anglo-yanqui’”.
Parece un chiste, ¿verdad? Uno esperaría leer esta clase de cosas en los artículos de Mariano Grondona en La Nación, por ejemplo, o en las declaraciones de intelectuales como Luis Alberto Romero, Beatriz Sarlo y Santiago Kovadloff. ¡Pero leer estas cosas en un libro editado por universitarios que se autoproclaman marxistas es realmente escandaloso!
Tenemos, entonces, que para RyR Argentina no es un país semicolonial y no existe ningún imperialismo anglo-yanqui. Semejantes creencias serían producto de “teorías conspirativas”. Veamos ahora las consecuencias concretas que esto supone en lo que respecta al a Guerra de Malvinas.
RyR: con Inglaterra y los kelpers y contra Argentina
Dice Bonnet que desatada la contienda bélica, “no había nada que ganar para los trabajadores de nuestro país y del resto del mundo. Había en cambio mucho por perder”. Porque si Argentina ganaba la guerra, entonces sobrevendría “una recomposición de las condiciones internas de dominación de la dictadura argentina, una de las más reaccionarias y criminales del continente”, lo cual implicaba “un grave retroceso para las luchas democráticas que estaban desarrollando los trabajadores y el conjunto de los explotados y oprimidos del país”.
A esta altura no corresponde exigirle a Bonnet que aplique algo de dialéctica marxista a sus juicios, puesto que luego de enterarnos de su negación del carácter semicolonial de la Argentina, así como de su negación respecto de la existencia del imperialismo anglo-yanqui, es evidente que el marxismo es algo totalmente ajeno a su conformación mental. Pero uno podría exigirle al menos cierta coherencia consigo mismo. ¿No nos había dicho que la dictadura “perdía sustento burgués” al “invadir” Malvinas? ¿No nos había dicho que EEUU no podía admitir que Argentina recuperara las Islas? ¿Entonces? ¿Cómo puede afirmar tan sueltamente que una victoria militar argentina hubiera “recompuesto las condiciones internas de dominación del a dictadura”. ¡Es evidente que habrían sido “condiciones de dominación muy diferentes” a las que existían cuando la dictadura tenía anudados sus lazos con los norteamericanos y con la burguesía argentina! Pero Bonnet ni siquiera advierte la contradicción en la que incurre. Está cegado por la propaganda desmalvinizadora que intentó y todavía intenta hacer creer a los argentinos que la derrota militar nos resultó favorable.
Y que Bonnet repite como loro el discursillo desmalvinizador no es una conclusión forzada. Escribe: “La invasión fue una agresión argentina y no un acto de legítima defensa ante una supuesta agresión británica”. O sea: las Malvinas son… ¡inglesas!, dice RyR. El inglés Alan Woods, otro de los escribas recopilados por estos infatuados cipayos de la UBA, dice más o menos lo mismo pero con un poco más de cuidado: “para nosotros es indiferente a quien de las dos partes pertenecen estas islas (…) nosotros planteamos la cuestión de los derechos de los isleños como uno de los elementos de la ecuación”.
Si las Malvinas son inglesas, como creen RyR y sus secuaces, entonces es natural concluir, como hace Bonnet, que lo que correspondía era “exigir el retiro incondicional de las fuerzas armadas argentinas de las islas, cuando ya habían sido invadidas (porque) el mejor desenlace posible de la aventura militar desde los objetivos clasistas e internacionalistas de la clase trabajadora era la retirada más vergonzosa posible de los militares argentinos de las islas, para profundizar la crisis del régimen y acelerar la caída de la dictadura en Argentina”.
¡Verdaderamente maravilloso! Toda una lección para las nuevas generaciones de militantes políticos acerca de lo que es la izquierda cipaya. Los objetivos “clasistas e internacionalistas” de RyR son exactamente los mismos que los objetivos no menos clasistas e internacionalistas de las burguesías británica y norteamericana. El corolario de todo este disparate ultraizquierdista es el siguiente: ahora “hay que exigir el juicio y castigo a los mandos militares responsables de la aventura, considerando a los soldados conscriptos muertos y mutilados física o psicológicamente en las islas en pie de igualdad con las víctimas de la represión interna, y pugnar por la resolución pacífica del diferendo por la soberanía que resulte acorde con los intereses de los argentinos y de los isleños”. Es el moño que faltaba a todo este asqueroso paquete desmalvinizador: castigar a quienes osaron “invadir” un territorio ajeno, como lo pidieron Rattenbach y hasta la misma Thatcher; y homologar a los soldados combatientes con las víctimas de la represión procesista, como proponen charlatanes como Edgardo Esteban y otros mercaderes “derechohumanistas” de la desmalvinización.
Con qué no estás de acuerdo?LiberArce92 escribió:Los dos son bastante reaccionarios, a decir verdad. La posición de la IN es algo más válida, pero por bastante poco.
ArgentoRojo escribió:mmm--- bien pero lo último? Me sonó un poquito derechoso.
Geopolítica, geoeconomía y prospectiva en torno al conflicto de las Islas Malvinas
18/04/2012
Decio Machado
Antecedentes históricos
El Imperio británico[1] se extendió por dominios, colonias, protectorados y otros territorios gobernados o administrados por el Reino Unido entre los siglos XVI y XX.
Durante las primeras décadas del siglo XX, los británicos llegaron a tener bajo su control una población cercana a 458 millones de personas y unos 31.700.000 km2, lo que significaba aproximadamente una cuarta parte de la población mundial de entonces, así como una quinta parte del territorio terrestre del planeta[2].
En el Cono Sur[3] los antecedentes de intentos de dominación por parte del Imperio británico datan de principios del siglo XIX, cuantos los ingleses pretendieron dominar la zona del Río de la Plata (Buenos Aires y Montevideo), a través de dos malogradas invasiones: la primera, se realizó en el año 1806 con la ocupación de Buenos Aires, siendo los británicos expulsados posteriormente con tropas llegadas desde Montevideo, lo que le valió a esta última ciudad el recibir el título de “Muy fiel y Reconquistadora” por parte de la corona española; la segunda, se inició en la Banda Oriental (actual territorio de la República Oriental del Uruguay) al ocupar los británicos Maldonado y luego Montevideo en enero de 1807, siendo finalmente rechazados a mediados del mismo año en Buenos Aires, lo que propició la retirada inglesa del Río de la Plata.
En el caso de las Islas Malvinas, la primera presencia británica esta fechada en 1765, cuando una expedición inglesa izó su bandera tomando posesión de este territorio en nombre del Rey de Inglaterra.
En 1825, nueve años después de su independencia[4] [5], el Reino Unido reconocía el estatus soberano de Argentina, firmando un tratado de amistad, navegación y comercio. Sin embargo, el 2 de enero de 1833 una fragata inglesa llegaba al Puerto Soledad, izando, un día después, la bandera británica en desmedro de la argentina, y extendiendo su dominio sobre las islas Georgias del Sur, Sándwich del Sur y Aurora (ubicadas al sudeste de las Malvinas). Hasta entonces las islas habían sido administradas por una autoridad de Inglaterra y otra de Argentina.
A partir de entonces comenzaron las reclamaciones argentinas, las cuales obtuvieron como respuesta británica que estos nunca habían renunciado a su soberanía sobre las Islas Malvinas. Todos los gobiernos argentinos, independientemente de sus tendencias políticas, han reclamado desde aquel momento su soberanía sobre Malvinas.
Malvinas y su interés geopolítico y geoeconómico
En la actualidad, las Islas Malvinas tienen una población estimada de apenas tres mil habitantes, estando situadas en el océano Atlántico, a 550 km de la entrada del estrecho de Magallanes.
Dentro del Archipiélago, se distinguen dos grandes Islas: la de la Soledad, o Malvinas Oriental; y la Gran Malvinas, o Malvinas Occidental, separadas por el estrecho de San Carlos (ver mapa 1).
Los principales recursos económicos del archipiélago han provenido históricamente de la exportación de lana[6] y de aceite de ballena. Sin embargo, en 1993, estudios de prospección sugieren que las islas son ricas en petróleo. La economía actual se basa principalmente en el ganado ovino, el cual abunda, aunque también existe el bovino y el equino. La tierra resulta apta para la producción en pequeña escala de legumbres y existe abundante turba[7] que ha sido utilizada durante años como combustible principal.
Mapa 1
Fuente: http://www.cescem.org.ar
También destacan en su aspecto económico la caza de focas y ballenas, pero su punto más importante ha pasado a ser la presencia de cuencas sedimentarias aptas para la obtención de hidrocarburos en los entornos de las Islas.
En este sentido, desde finales del mes de marzo de 2010 y pese a los reclamos argentinos, la empresa Desire Petroleum realiza tareas de prospección de crudo en la plataforma Ocean Guardian, que fue trasladada a la zona con este fin. Esta petrolera fue la primera en comenzar con este tipo de trabajos en la cuenca norte de las Malvinas.
La empresa pretende fijar ocho pozos, situados a unos 150 kilómetros al norte de las costas malvinenses. A ella se sumaron otras cuatro empresas, todas ellas también de capital británico y de una u otra forma involucradas fuertemente en la economía argentina. Estas son: Argos, Falkland Oil & Gas Limited (FOGL)[8], Rockhopper Exploration[9], y Borders & Southern Petroleum (ver mapa 2).
Desire Petroleum y Borders & Southern Petroleum tienen como accionista a la financiera británica Barclays Bank, que a su vez forma parte de una de las principales empresas que operan en Argentina: Minera Alumbrera, cuyo principal yacimiento se encuentra en la provincia de Catamarca.
La Falkland Oil & Gas Limited está controlada por la mayor minera del mundo, la australiana BHP Billiton, que desde 2008 busca cobre y oro en 40 mil hectáreas ubicadas en la provincia de Salta. Por su parte, Rockhopper Exploration, de capital alemán, es asesorada por el banco HSBC[10].
Para muchos analistas petroleros, la Desire Petroleum no es más que una pantalla de Shell[11], y de hecho su fundación en 1996 estuvo capitaneada por un ex geólogo de la Royal Dutch Shell. Su principal accionista es el banco inglés Barclays Bank PLC, el cual tiene un porcentaje de BlackRock, el segundo capital de Xstrata (extractiva que explota Minera Alumbrera en Catamarca) y una de las compañías que controla la Borders & Southerns Petroleum.
Las compañías llegaron a las islas con la intención de descubrir si en su lecho submarino se albergan unos 60.000 millones de barriles de petróleo[12], tal como lo promocionan las autoridades isleñas. De ser así, el nivel de recursos existentes en las Malvinas superaría con creces las reservas estimadas en Argentina y Gran Bretaña[13].
La empresa Minera Alumbrera es considerada por las comunidades víctimas de su explotación como responsable de graves daños ambientales en Catamarca y está acusada judicialmente por envenenar con metales pesados las aguas de la cuenca Salí-Dulce (zona compartida entre las provincias de Tucumán y Santiago del Estero). Dicha minera está gerenciada por Xstrata PlC (controlada por el Barclays Bank a través de la propiedad del 50% de su accionario)[14].
Por otro lado, uno de los fondos de inversión más importantes del mundo, el Blackrock Group (propiedad del Bank of América[15]), además de ser accionista de la Barrick Gold – megayacimientos Veladero y Pascua Lama-, tiene participación en las petroleras Rockhopper, Desire Petroleum y en Falkland Oil and Gas Limited, siendo propietaria del 49% del capital accionarial de esta última. De igual manera, TD Asset Management, fondo de inversión americano accionista de la Barrick Gold y de Goldcorp (concesionaria minera del Cerro Negro, en Santa Cruz) tiene el 7,4% de las acciones de Rockhopper y el 7.5 % de Desire Petroleum.
Mapa 2
Fuente: ttp://diariopregon.blogspot.com
Las expectativas de estas transnacionales petroleras son reales, el petróleo existe en el subsuelo marítimo de las Malvinas. En esta tercera ronda de exploración petrolera sobre el Atlántico Sur -que se inició en 1997-, las cinco compañías petroleras adquirieron sus licencias al ridículo costo de 30 mil dólares anuales. Hasta ahora, sólo una de ellas, Rockhopper[16], ha descubierto reservas de crudo a 300 metros de profundidad, aunque para el resto de estas transnacionales el rendimiento de sus inversiones es apenas una cuestión de tiempo[17].
Dado que las Islas Malvinas no cuentan con refinerías, el crudo será exportado directamente sin utilizar la infraestructura del continente. La exploración se realiza en un radio de 250 millas sobre el mar, extensión que definió el Reino Unido, de manera unilateral, en 1986.
En marzo del presente año, Argentina amenazó con llevar a tribunales internacionales a las empresas que prestaran, directa o indirectamente, algún tipo de colaboración con las petroleras[18], a fin de obligar a Londres a iniciar el diálogo que ordenó la Naciones Unidas.
La distancia entre Londres y las Islas Malvinas es de aproximadamente 12.700 kilómetros (ver mapa 3). La explotación de crudo en las Malvinas generará posiblemente una nueva ruta marítima petróleo con sus consiguientes riesgos. Se estima que entre el 0,1 y 0,2% de la producción mundial de petróleo acaba vertido al mar. Aunque el porcentaje puede parecer bajo, su cuantificación es de casi 3 millones de toneladas anuales, las cuales además de contaminar las aguas provocan graves daños en el ecosistema marino.
Mapa 3
Fuente: http://www.cescem.org.ar
Con referencia a los campos científicos y técnicos, las Islas Malvinas poseen una magnifica ubicación para el rastreo de satélites, o establecimiento de estaciones de investigación espaciales, ionosféricas, meteorológicas, y oceanográficas. Su desarrollo económico vía explotación de crudo reforzará este territorio como plataforma de investigación británica en estos campos.
En lo que respecta al factor político, las Malvinas posibilitan la injerencia de Gran Bretaña en el Atlántico Sur, la cual se materializa a través de su presencia en las Islas Georgias del Sur, Sándwich del Sur, Aurora, Santa Elena o Tristan da Cunha. En consecuencia las Malvinas constituyen un punto de recalada obligado de las expediciones antárticas británicas[19], que tienen a su vez un punto de apoyo en Grytviken en las Georgias del Sur.
En el ámbito militar, las islas cuentan con más de una decena de polígonos de tiro, una pista de aterrizaje para aviones de guerra y dieciocho estaciones repetidoras de señal de radio. Esta situación la convierte en una plataforma de operaciones de la OTAN en el caso improbable pero no por ello descartable de conflicto militar.
El apoyo político a la reivindicación argentina
El conjunto de factores referenciados con anterioridad hace que se reproduzca un foco de inestabilidad en la zona, dado que el reclamo de soberanía argentino hacia la administración británica de las islas ahora se multiplica.
Por un lado, la disputa por la soberanía de las Malvinas, tuvo su desenlace fatal el 2 de abril de 1982, día del desembarco militar argentino en las islas, desarrollándose una guerra que culminó el 14 de junio del mismo año, y que conllevó la derrota militar de Argentina y la consiguiente reconquista de los tres archipiélagos (Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur) por parte del Reino Unido[20], generando un trauma no superado en el subconciente colectivo argentino. Por otro, el interés en el área petrolera que rodea las islas despierta con nuevos ánimos el reclamo de soberanía por parte del gobierno kirchnerista.
Sin embargo, y más allá de las retóricas altisonantes, el nacionalismo territorial y una simplista pero efectiva estrategia que busca la seducción de la ciudadanía bajo criterios políticos de corte patriótico-republicano, queda por ver cual es el posicionamiento real en lo político de los diferentes países latinoamericanos al respecto.
El realismo de los negocios, la realpolitik[21] y la llamada diplomacia petrolera hace que no esté tan claro cual es la posición de determinados países del continente hacia las soflamas argentinas respecto a las Malvinas.
El caso de Brasil
Según los correos electrónicos de StratFor[22], revelados por la agencia Wikileaks[23] (más de 10.000 emails referidos a Argentina), se refleja que el pulso político argentino con Reino Unido por Malvinas, goza de cierto grado de apoyo brasileño. Según estos email, Brasil habría mencionado varias veces que el Atlántico Sur es el “Amazonas azul” y que ningún país del norte debería estar ocupando dicho territorio marítimo.
Desde que el ex presidente Lula da Silva llegó al poder, Brasil ha dado señales de apoyo a Argentina en el tema de las Malvinas, referenciándose en dichos emails que los brasileños no quieren a Gran Bretaña cerca de sus reservas de crudo (ver mapa 4).
Mapa 4
Fuente: Info Energía (http://estudiosdelaener.blogspot.com)
Para Brasil, Argentina dejó de ser una amenaza hace años, temiéndole más a que el Reino Unido esté de una u otra forma implicado en la zona, dada su asociación con la OTAN y su cercanía en política internacional con los EEUU. De hecho, el último Plan Nacional de Defensa de Brasil dice que el Atlántico Sur debería ser una de las prioridades brasileñas en el área de seguridad.
Es constatable que el apoyo de Brasil a Argentina tras la Guerra de las Malvinas (1982) no solo trajo dividendos gracias al intercambio comercial[24], sino que además transformó una rivalidad histórica en una sólida alianza que permitió reconducir significativamente sus gastos en defensa. Cuando los brasileros dejaron de temer una “invasión argentina”, tuvieron la posibilidad de redireccionar esos recursos hacia la región amazónica y otras áreas de interés nacional.
Una vez conformado el Mercosur, esta unión argentino-brasileña también incluyó la venta de equipos militares por parte de Brasil, en especial de aviones producidos por la firma Embraer[25] (que comenzó recientemente a incluir partes elaboradas en la Argentina)[26].
La alianza entre Brasil y Argentina ha complicado la estrategia del gobierno de David Cameron a la hora de incrementar su presencia en territorio brasileño, aunque según los británicos, “Brasil tendría que realizar sus propios análisis de costo-beneficio en torno a la Argentina, al Mercosur y al Reino Unido. Pero, aun existiendo una política coordinada, dudo que resulte exitosa y, además, tanto a nivel comercial como económico, todos saldrían perdiendo. Lo que el Mercosur ha logrado hasta ahora es la parte más sencilla, porque en realidad, el acuerdo que impide el paso de navíos con bandera de las Falklands[27] solo afecta a un número reducido de embarcaciones, que también están habilitadas para navegar con bandera inglesa, de modo que esa decisión fue más simbólica que significativa”[28].
Desde la visión de Brasil, su apoyo a la causa argentina se visualiza a priori como ventajoso, aunque no está exento de riesgos. El gobierno brasileño, por un lado, desea alejar a sus competidores británicos de la exploración petrolera en las costas sudamericanas; pero por otro lado, es consciente de que puede perder una posición privilegiada entre los inversores del Reino Unido[29].
También es de destacar que Brasil anunció en 2009 sus planes para construir una flota de cinco submarinos nucleares[30], situación que en 2016 (fecha en la que entrarán en servicio) reducirá de forma notable el desequilibrio actual de poder militar en el Atlántico Sur.
En este contexto, los estrategas militares británicos declaran estar preocupados por la aptitud brasileña, referenciando entre veladamente que Brasil pretende imponer en un futuro próximo su propia versión de la Doctrina Monroe[31] sobre las aguas de la región –exigiendo que las potencias extranjeras se alejen de su “patio trasero”[32] tal y como lo hizo EEUU en los siglos XIX y XX-.
Sin embargo y a pesar de todo lo anterior, no podemos olvidar que el mayor reclamo brasileño en política internacional es obtener un lugar permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas[33]. Gran Bretaña apoya ese reclamo, Argentina no. Ante esta situación, y consciente de las tácticas de negociación brasileñas, Argentina se verá en la obligación de cambiar de posición, asumiendo su subalternidad permanente frente a Brasil, a cambio de su apoyo irrestricto a la causa de las Malvinas. En caso contrario, cabría esperar que el acompañamiento brasileño quede como una posición meramente diplomática o de utilización táctica coyuntural.
El caso de MERCOSUR
La cumbre de presidentes de Mercado Común del Sur celebrada en diciembre del 2011 en Montevideo, permitió llegar al acuerdo de que a los barcos con bandera de las Malvinas les sean bloqueados el acceso a los puertos de MERCOSUR (ver mapa 5).
La declaración firmada por los países del MERCOSUR establece que éstos adoptarán “todas las medidas susceptibles de ser reglamentadas para impedir el ingreso a sus puertos de los buques que enarbolen la bandera ilegal de las islas Malvinas“. Además, aquellas embarcaciones que hayan sido rechazadas por ese motivo en algún puerto de la región “evitarán solicitar el ingreso a otros puertos de los demás Estados parte del MERCOSUR y Estados asociados mientras sean portadoras de dicha bandera“.
Mapa 5
Fuente: American Diplomacy (Foreign Service Despatches and Periodic Reports on U.S. Foreign Policy)
Además de Argentina, Brasil y Uruguay, el MERCOSUR incluye a Paraguay (país interior), mientras que sus asociados con costas son Ecuador, Perú, Colombia y Chile, en tanto Venezuela, también costero, está en proceso de adhesión.
La presidenta argentina, durante ese evento indicó: “Quiero agradecerles a todos su inmensa solidaridad con Malvinas, pero sepan que cuando están firmando algo sobre Malvinas a favor de la Argentina lo están haciendo también en defensa propia (…). Malvinas no es una causa argentina, es una causa global, porque en Malvinas se nos están llevando recursos petroleros y pesqueros.”[34]
El propio secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), el chileno José Miguel Insulza, afirmaba días después que no entendía la posición británica de enviar barcos con bandera de las Islas Malvinas: “Nunca entendí la porfía de Reino Unido de mandar barcos que perfectamente puede mandar con bandera británica“.[35]
En efecto, como indica Insulza, el bloqueo de MERCOSUR no pasa de ser una posición meramente simbólica, que tiene su importancia diplomática, pero que afecta muy levemente a los intereses británicos, teniendo su mayor impacto en el ámbito de la arrogancia y el ego anglosajón.
Durante su visita a Brasil, en la segunda quincena del pasado mes de enero, el canciller británico William Hague, aseguraba que los barcos de las Islas Malvinas pueden cambiar su bandera por la británica para evitar la restricción. “No hay ninguna barrera legal para que los buques registrados en Stanley, Islas Malvinas, naveguen con la bandera británica en lugar de la bandera de las Islas Malvinas”, indicaba Hague, ofreciendo una sencilla solución al problema, “está claro que los buques que enarbolen la bandera británica deben tener acceso a los puertos de América del Sur como sucede en cualquier otra parte del mundo.”[36]
Más allá de lo coyuntural, algunos elementos más deben ser analizados en la relación Reino Unido y por extensión Unión Europea, con Argentina y por extensión MERCOSUR.
La Unión Europea está planteando al MERCOSUR, desde el cuarto trimestre el año pasado, que quiere cerrar en diciembre de 2012 los 13 años de negociaciones[37] para el acuerdo de libre comercio, definido eufemísticamente como Acuerdo de Asociación con la UE.
En noviembre de 2011, la UE en una reunión de negociadores técnicos de ambos bloques en Montevideo, proponía que en junio próximo, tras las elecciones presidenciales en Francia[38], las partes presenten sus ofertas de apertura comercial y que seis meses después se cierre la discusión. Los representantes de los cuatro países de Mercosur enfriaron el entusiasmo de la Comisión Europea y les respondieron que tendrían que esperar a la próxima reunión birregional para aceptar o no ese calendario. Desde entonces hasta aquí los resultados han sido magros.
En la octava ronda de negociaciones que se dio en el pasado mes de marzo en Bruselas, no hubo grandes avances, aduciendo los europeos que Argentina se ha convertido en una “traba” y encomendándose ha mejor suerte para la próxima ronda de negociaciones que tendrá lugar en Brasilia el próximo mes de julio.
De hecho Argentina anunció que comenzará a exigir, desde el presente mes de abril, una declaración jurada a las empresas que importen servicios por montos superiores a 100.000 dólares anuales o realicen pagos mensuales de 10.000 dólares.
La medida se suma a otras de control a las importaciones adoptadas en los últimos meses por el gobierno de Cristina Fernández Kirchner y cuestionadas por sus socios del bloque sudamericano. La intención del gobierno argentino es acumular divisas, en un marco de crisis financiera internacional.
A esto hay que sumar la reciente nacionalización de la petrolera YPF, lo cual ha conllevado reacciones de carácter chovinista por parte del Estado español, quien a través de su secretario de Estado para la UE, Iñigo Méndez de Vigo, consideró que Argentina se podría convertir “en un apestado internacional” por romper “las reglas de juego”; llegando incluso a amenazar con que “no habrá avances” en las negociaciones para la firma de un acuerdo de asociación entre la UE y el MERCOSUR.
Algunas reflexiones al respecto:
La creación del MERCOSUR[39] permitió expandir fuertemente los intercambios entre los países miembros al punto de que, desde el ámbito comercial, ha de ser considerado como un gran éxito. La existencia del MERCOSUR ha incrementado los flujos comerciales de forma notable, los cuales pasaron de US$4.5 mil millones en 1991 a US$45 mil millones en 2010. También se ha avanzado en el establecimiento de un Fondo de Convergencia Estructural (FOCEM) para enfrentar las asimetrías con Uruguay y Paraguay. Se ha conseguido una tarifa externa, un código de aduanas y disciplinas comerciales comunes.
Desde la perspectiva brasileña, se triplicó las ganancias en las exportaciones a Argentina, y modificó desde el 2003, la balanza comercial hacia un saldo notablemente superavitario. En el caso de Paraguay y Uruguay, aunque la balanza comercial también es favorable, el enfoque brasileño es diferente, dado que las inversiones de sus empresas son consideradas desde una perspectiva estratégica en ambos países.
Para los brasileños, su mayor preocupación se basa en la competencia con los exportadores chinos, pues el mayor grado de competitividad para los brasileños esta dado por la reducción de tarifas para entrar al mercado argentino. En febrero de 2011, el gobierno argentino elevó el número de productos con licencias no-automáticas lo que según estimaciones brasileñas ha tenido una afectación de más del 20% en sus exportaciones hacia el país vecino, sobre todo en materia de textiles y productos industriales. A esto se sumó la reciente restricción a la importación de alimentos, por atrasos en la emisión de certificados sanitarios y la preocupación por las posiciones Argentinas en el ámbito europeo: el caso YPF y que no se comentan errores de medición en la estrategia desarrollada por la Kirchner en la cuestión de las Malvinas.
Desde Itamaraty, bajo el prisma de una visión panorámica de América del Sur con horizonte en el 2022, se reitera la importancia de situar a Brasil y su política exterior en la Región, comparando la situación sudamericana con la experiencia europea post Segunda Guerra Mundial: poblaciones excluidas y grandes asimetrías. Sin embargo Argentina ha dejado de ser considerado como un socio fundamental, ocupando su lugar las destacadas relaciones con China. Samuel Pinheiro Guimarães[40] escribiría en 2010: “Para muchos países de América del Sur, la China se convirtió en el primero o segundo socio comercial (…). La presencia de las grandes empresas chinas como inversoras se expande rápidamente…”[41]
Efectivamente, los socios del MERCOSUR comienzan a perder la paciencia y muestran su malestar con las medidas proteccionistas de Argentina[42] (ver gráfico 1). Los empresarios de los países respectivos presionan a sus gobiernos para que protesten a la presidenta Cristina Fernández Kirchner.
Gráfico 1
Fuente: Global Trade Alert (GTA)
El conjunto de estas condiciones fuerza la situación al interior de MERCOSUR, posicionando a Argentina como el principal generador de conflictos en el ámbito del Mercado Común del Sur. Este hecho complejiza la adopción de medidas que impacten realmente a Gran Bretaña en el contexto del litigio por las Malvinas.
Desde otra perspectiva, es difícil esperar que organizaciones internacionales tan dispares ideológicamente y con interés tan diversos entre sus miembros asociados como UNASUR, OEA o el Grupo de Río, puedan llegar a algo más que el respaldo diplomático a la iniciativa argentina y la correspondiente adopción de medidas simbólicas como la expresada por MERCOSUR a través del bloqueo de sus puertos.
El caso de Chile
En los años posteriores a la Guerra de las Malvinas, la versión de que Chile había colaborado con los británicos siempre estuvo presente, hasta que se convirtió en historia oficial en 1999.
En dicho año, el ex Comandante de la Fuerza Aérea de Chile, Fernando Matthei reconoció haber ayudado[43] a Gran Bretaña y contó detalles de las operaciones, luego de que Margaret Tatcher agradeciera públicamente la ayuda chilena, develando un secreto a voces.
El gobierno chileno de entonces, justificó su actuación bajo criterios defensivos, dado que en el caso de que Argentina hubiera vencido a los británicos, el próximo objetivo militar habría sido un Chile indefenso militarmente y con quien se mantenían problemas limítrofes que estuvieron a punto de convertirse en conflicto armado en 1978[44].
Además, Chile ha sido históricamente un país tradicionalmente cercano a Gran Bretaña.
La influencia británica sobre la Armada chilena se remonta a 1818, cuando Manuel Blanco Encalada era Comandante General de la Armada y la mayoría de sus principales oficiales eran ingleses. Ese mismo año llegó a Valparaíso Lord Cochrane, proveniente de una estirpe de ilustres marinos ingleses. Un año después ya al mando de la Escuadra Chilena, todos los comandantes de buques chilenos eran ingleses, con excepción de un norteamericano. Esta condición explica los apellidos de todo un linaje de hombres de mar en la Armada chilena.
Por su parte, la inmigración británica en Chile se remonta también al siglo XIX, cuando población de origen británico se asentaba en territorio chileno entre los años 1840 y 1914. En la actualidad el número de chilenos con esta ascendencia es cercano a los 700.000, siendo el país latinoamericano con mayor número de descendientes británicos.
A pesar de esa cercanía histórica a los británicos y su participación en el conflicto de 1982, los chilenos han ido alterando su posición respecto al litigio isleño en base fundamentalmente a una clave geopolítica: un triunfo definitivo de Londres podría abrir flancos para en la política exterior de Chile, dado el reclamó del Reino Unido sobre el territorio antártico[45], tema hasta ahora congelado por tratados internacionales.
Por otro lado, la tradición política chilena ha hecho que el país haya buscado históricamente más su acercamiento a los países del norte que su convivencia e integración regional con los países de la región. Chile es el país de los TLCs y de otros tipos de acuerdos comerciales, habiendo firmado 23 de estos entre 1993 y 2009, estrategia que continúa teniendo los ojos puestos en las grandes potencias económicas mundiales. De igual manera, los chilenos se convirtieron en enero de 2010 en el primer país sudamericano miembro de la OCDE, pretendiendo junto con México desmarcarse de la realidad latinoamericana a la que pertenecen. Sin embargo, la realidad es terca y Chile sigue siendo el país de la OCDE con mayor desigualdad social[46] a pesar del impacto de la crisis mundial en los países del norte.
El posicionamiento geopolítico de Chile lo convierte en un pieza clave en el conflicto de las Malvinas. El archipiélago no puede ser aislado por Argentina si no es a través de la República de Chile. De igual manera, para el Reino Unido, Chile es un país vital para el aprovisionamiento de la isla, dado que esta se suministra a través de la zona austral chilena (ver mapa 6).
Mapa 6
Fuente: Mapa USGS
Desde una posición táctica, los chilenos consideran adecuado apoyar las pretensiones argentinas, reforzando la conciliación vecinal en marcha y solidificando los “nuevos” vínculos entre ejércitos, dándole así un importante empuje a la coordinación en materia de seguridad y defensa.
Sin embargo, estas “nuevas” relaciones de conciliación chileno-argentinas tienen debilidades notables, entre las que destaca una enorme distancia en el marco de las relaciones políticas a nivel de gobiernos, explicables en parte por las abismales diferencias ideológicas entre ambos. Esta situación implica en la práctica, que esta alianza regional es un acto meramente “instrumental” –por lo tanto débil- tanto para argentinos como para los chilenos.
Por otro lado, desde una visión “estratégica”, los intereses chilenos consideran indispensable el mantenimiento de estrechas relaciones Gran Bretaña, situación que les refuerza internacionalmente dada su debilidad militar, económica y política con respecto a su vecino -el segundo país más grande a América Latina y octavo del mundo-.
Para el gobierno chileno, el “factor antártico”, referenciado con anterioridad, asume un rol preponderante en la situación actual y es un factor determinante respecto al alcance final de este nuevo marco de conciliación entre los dos gobiernos. Es en ese sentido, que los chilenos ya reclaman al Estado argentino, una política que no ponga en cuestión los intereses de Chile en el extremo austral, facilitando así su proyección hegemónica en la Antártida. Si Argentina compite con Chile en tal cuestión, es fácil prever el deterioro de las relaciones entre ambos países, lo que tendrá implicaciones en la posición chilena respecto a las Malvinas.
Es entonces en ese juego, donde el gobierno de Chile habla de la pretensión argentina de soberanía sobre las Islas Malvinas, no utilizando el término “derechos de soberanía”, desarrollando las “artes del funambulista” respecto a los equilibrios y desequilibrios del poder, así como a la filosofía de las concesiones mutuas.
En resumen, la lógica chilena podría describirse a grandes rasgos con un pensamiento pragmático: “Chile y Argentina para los dos, pero no necesariamente contra los otros.”[47] Lo que en definitiva vendría a significar que a pesar del apoyo actual, Chile no está disponible para “cruzadas” contrarias a su interés nacional y que en esta vida, todo tiene un precio..
Algunas conclusiones finales
La política argentina está “malvinizada” desde los años 80, y de hecho se considera que esta causa es la que más une a los argentinos en torno a una tesis común. Esta realidad se ha visto agudizada intencionadamente por diferentes de sus mandatarios en los últimos decenios.
De igual manera, el altamente cuestionado gobierno conservador de David Cameron, ha intentado hacer -aunque con poco éxito-, de la administración sobre las Malvinas una estrategia de distracción de los problemas internos en Reino Unido y una plataforma nacional sobre la cual aglutinar apoyos políticos hacia su gestión.
Consciente de la legitimidad del reclamo argentino y sin olvidar las bacanales propagandísticas instrumentadas a nivel internacional por el imperialismo, las cuales “combinan la impudicia, el engaño y la especulación de la ignorancia con la certeza de su propia impunidad”[48]; conviene reconvertir esta cuestión, transformada en seña de identidad, en lo que realmente es: un conflicto jurídico político entre dos países, articulado sobre intereses geopolíticos y geoeconómicos de gran envergadura bajo lógicas comunes, fruto de una acción de conquista realizada hace casi doscientos años.
Estas lógicas comunes son: estrategia para aglutinar o solidificar apoyos políticos al interior de los respectivos países, intereses económicos respecto a la extracción de recursos naturales y posicionamientos estratégicos ante el futuro reparto de la Antártida.
Ante esto, un antecedente que también hemos de tener claro: la guerra de 1982 fue un crimen cometido tanto por el ejército británico –con un poderío militar notablemente superior al de su adversario- como por la Junta Militar argentina, la cual según el desclasificado “Informe Rattenbach”[49], ejecutó una pésima planificación estratégica y por un infame interés político, hizo creer a sus ciudadanos que Naciones Unidas condenarían al gobierno de Margaret Thatcher, que Ronald Reagan apoyaría a Argentina y que la Junta Militar chilena asumiría el rol de mero observador en el conflicto militar.
Otro elemento a tener en cuenta es que las Islas Malvinas no son un territorio sin pueblo, lo que hace necesario tener en cuenta que los isleños también tienen opinión y sus propias formas de vida, y que ante esta situación sus deseos deben ser considerados en una solución global del conflicto. Esta cuestión no debe ser desconsiderada, dado que todavía pita en nuestros oídos la frase de Rafael Bielsa, quien fuera ministro de Relaciones Exteriores durante el primer gobierno de Néstor Kirchner, cuando indicaba: “Las tres mil personas que viven en Malvinas son súbditos británicos desde el 83. De modo tal que su opinión me importa tanto como la de los tres mil británicos que viven en Eaton”.
De igual manera opinan determinados intelectuales defensores del “nuevo populismo”, quienes consideran que la inexistencia de una étnia propia anula este factor en la temática isleña; o los que consideran que la población existente en la isla, descendiente de la ubicada por los británicos hace casi dos siglos, no es merecedora de voz y voto consecuencia del acto de piratería realizado por el gobierno ocupante hace 179 años (argumento al que se le podrían encontrar algunas similitudes con el utilizado por el sionismo para justificar la ocupación de Palestina).
Sin embargo, el concepto filosófico de la autodeterminación se deriva de la necesidad humana de hacer realidad sus aspiraciones y de la afirmación de la igualdad intrínseca de todo ser humano con independencia de su condición étnica y factores históricos como el referido con anterioridad. En caso contrario, deberíamos localizar a los tataranietos de la población que fue expulsada de las Islas Malvinas en 1833, para que sean estos los que decidan cuales deben ser las formas de gobierno apropiadas para las islas; cual su desarrollo económico, social y cultural; así como para que tomen las decisiones oportunas que les permitan estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de igualdad.
La libre determinación ha sido una reivindicación histórica de la izquierda desde la época de las colonias[50] hasta nuestros días y este factor no debe ser olvidado. Ahí están con sus diferentes connotaciones históricas, reclamos actuales como los de Palestina, Armenia, Kurdistán o Euskal Herría, entre otros. Estos reclamos son los mismos que no atendió el Reino Unido respecto a Irlanda del Norte, por poner tan solo un ejemplo.
Más allá de todo esto y dejando de lado los interés económicos del caso, es evidente que la razón ampara la posición argentina y que las Islas Malvinas, así como el resto de archipiélagos demandados en la actualidad por el gobierno de Cristina Fernández Kirchner, son territorios que deben pertenecer a la soberanía argentina bajo un criterio de integración nacional.
En este sentido, la reformulación estratégica articulada desde el gobierno argentino, se muestra coherente y prudente, a pesar de las problemáticas anteriormente descritas y sobre las que se deberá interactuar inteligentemente desde una visión de Estado tanto por parte de la administración Kirchner como de las administraciones que la sucedan.
La cuestión Malvinas es un cuestión que abarca de forma amplia al conjunto de la política de integración regional, afecta al sistema de defensa sudamericano, y los intereses propios existentes en los diferentes países de la Región deben ser abordados sin desmedro de la integración nacional argentina.
Con respecto a los habitantes de las islas, la República de Argentina esta obligada moral y éticamente a plantar lógicas de respeto político con determinados sistemas administrativos y su autonomía respecto al gobierno central, así como con su cultura, idioma y formas de vida tradicionales.
Todos los indicadores vienen a determinar que el desenlace de este conflicto no se dará a corto plazo, aunque si entendemos la política como el “arte de lo posible”[51], Deng Xiaoping demostró que es “posible” crear fórmulas originales –incluso con los británicos- que hagan posibles la descolonización de pequeños territorios como fue el caso de Hong Kong y Macao a través de la fórmula “un país, dos sistemas”[52].
najseba escribió:Ninguna característica geográfica es vinculante para que sea de un pueblo o de otro. Es sólo el trabajo, mantenimiento y la explotación real del territorio por la comunidad de que se trate, el origen de la legitimidad. La distancia no es criterio de nada. Berlín Occidental estaba territorialmente dentro de la RDA, sin embargo pertenecía a la RFA, aun cuando no había continuidad territorial o física. Así que el criterio de la plataforma submarina es falso.
¿La del carnerito? Es decir ¿la de siempre? No me jodas que estos hijos de puta la pusieron para chicanear. Falta que presenten atletas (se quedan sin gente en las islas).LiberArce92 escribió:Che, ¿alguien vio la bandera de los juegos olímpicos de las independientes Malvinas?
Razion escribió:¿La del carnerito? Es decir ¿la de siempre? No me jodas que estos hijos de puta la pusieron para chicanear. Falta que presenten atletas (se quedan sin gente en las islas).LiberArce92 escribió:Che, ¿alguien vio la bandera de los juegos olímpicos de las independientes Malvinas?
LiberArce92 escribió:Razion escribió:¿La del carnerito? Es decir ¿la de siempre? No me jodas que estos hijos de puta la pusieron para chicanear. Falta que presenten atletas (se quedan sin gente en las islas).LiberArce92 escribió:Che, ¿alguien vio la bandera de los juegos olímpicos de las independientes Malvinas?
Ah, entonces las lacras estas la mostraron. Podrían mandar alguno de los milicos que tienen ahí como atletas. Esos sí sobran en la isla.
Razion escribió:LiberArce92 escribió:Razion escribió:¿La del carnerito? Es decir ¿la de siempre? No me jodas que estos hijos de puta la pusieron para chicanear. Falta que presenten atletas (se quedan sin gente en las islas).LiberArce92 escribió:Che, ¿alguien vio la bandera de los juegos olímpicos de las independientes Malvinas?
Ah, entonces las lacras estas la mostraron. Podrían mandar alguno de los milicos que tienen ahí como atletas. Esos sí sobran en la isla.
Pará, me quedó la duda, ¿al final pusieron a la bandera en la apertura de las olimpiadas o algo por el estilo?
nunca escribió:Ah, pero, ¿Malvinas no iba con Reino Unido?